Un precioso regalo

Juan, un hombre recien separado, recibirá una hermosa joven como regalo de unos amigos para que se olvide de su ex.

Juan era un hombre del montón, él lo sabía, pero a pesar de eso se sentía afortunado, había logrado encontrar una mujer a la que quería y que pensaba que ella a él también, sin embargo no fue así, un día de repente su mujer le dejó, sin ninguna explicación.

A partir de ese momento, empezó a hundirse, a abandonar todo lo que había sido y a juntarse con malas compañías. Al principio no estaba orgulloso de ello, sin embargo, ¿que importaba ya todo? No tenía nada que perder.

Una noche sus nuevos amigos le dijeron que tenían una sorpresa para él, a ver si así olvidaba de una vez a la puta de su ex. Juan acudió allí donde sus amigos le indicaron, pero jamás imaginó que tipo de sorpresa encontraría...

En un antro mal iluminado se encontraban todos sus amigos, pero lo que más le sorprendió fue ver a Alex, un hombre con cuerpo de armario, sujetando a una joven chica de pelo castaño, cuerpo que aparentaba ser menudo y unos impresionantes ojos verdes llenos de lágrimas, Juan no pudo evitarlo se quedó mirándola con una mezcla de deseo y compasión en la mirada, incluso en ese escenario y en esa situación la chica era preciosa.

-Bueno, ¿qué te parece?-dijo Eduardo, el que le había invitado allí- Es preciosa, ¿verdad?

-Eh, si claro, pero, ¿qué hace aquí?

-Bueno, la chica no es española, vino aquí buscando un empleo y nosotros le ofrecimos uno, a partir de hoy es tuya.

-¿Mía?, pero, ella es un ser humano, ¡no puede pertenecer a nadie!

-Bueno, tu trátala como quieras, puedes ser gentil, cariñoso, incluso yo que sé, adoptarla, aunque claro si no la quieres... nos la podemos quedar nosotros-dijo Eduardo con una sonrisa que no indicaba nada bueno-De hecho creo que Alex se está encariñando con ella...

Al mirar hacia donde estaba Alex con la chica Juan se encontró una escena que le resulto repugnante, pero que pese a todo le excito muchísimo. Su amigo le estaba sobando los pechos metiendo la mano por debajo de la camiseta ancha que llevaba la chica, que además junto a su ropa interior parecía que era la única prenda que llevaba, ella lloriqueaba y se quejaba, pero sujeta por Alex poco podía hacer para defenderse.

-Está bien me la quedo pero dejadla en paz, la quiero sólo para mí.

-Jajajaja está bien, Alex métela en el coche de Juan.

Una vez que la chica estuvo dentro del coche y Juan se metió, se prometió cuidarla, hacía mucho que no tenía una relación con nadie y aunque la chica le excitaba muchísimo y estaba deseando tirársela ahí mismo quería hacer las cosas bien, además si iba a vivir en su casa tendría todo el tiempo del mundo. Para intentar ganarse su confianza le aseguró que tendría un hogar decente con él y empezó a preguntarle cosas sobre su vida, así descubrió que se llamaba Sabrina, que su familia había muerto y que aunque había nacido en Alemania tenía familia española por lo que había decidido venir aquí, pero que ellos se habían negado a acogerla diciendo que ya tenía 21 años y podía buscarse ella sola la vida.

Él estaba profundamente conmovido con la historia, sin embargo, cuando aparcó el coche Sabrina salió corriendo intentando escaparse, Juan corrió tras ella y para obligarla a detenerse se tiró encima, profundamente dolido por el intento de huida y en esa posición le fue imposible resistirse, se levantó, la agarro del pelo, y la arrastró hasta dentro de la casa.

-¡¡¡Zorra desagradecida!!! ¿Cómo te atreves a intentar escaparte? ¿Eres mía lo entiendes? ¡Mía!-gritaba una y otra vez mientras la sacudía fuertemente.

-Pare, ¡me hace daño!, tenía miedo, ¡pensé que me iba a hacer lo mismo que hacían esos hombres!

Juan no se enterneció con esas palabras, al contrario su lujuria se desato aún más.

-¡Eso es exactamente lo que voy a hacer!, así aprenderás a apreciar lo que tienes-dijo mientras le arrancaba la camiseta.

-¡¡¡No!!! ¡Por favor!

-Vaya, vaya, así que a la zorrita alemana le gusta ir sin sujetador eh, parecía que no tenías tantas tetas puta- dijo mientras la empujaba hacia la mesa del salón y empezaba a lamer y mordisquear sus pechos.

-Para, ¡Me haces daño! No muerdas tan fuerte

-Me pregunto que habrá aquí abajo...-decía Juan haciendo caso omiso a las suplicas de su víctima mientras que la tumbaba contra la mesa y le quitaba las bragas-Mmmmm hueles bien perra-continuo mientras olía su sexo

-¡Por favor para!, nunca me he hecho esto, ¡no me hagas daño haré lo que quieras!

-Así que eres virgen....bueno pues resulta que esto es lo que quiero-dijo mientras se sacaba la polla del pantalón- Ahora lame guarra, a no ser que pretendas que entre así de seca en tu precioso coñito

Sabrina asustada  se arrodillo y empezó a lamer, cualquier cosa con tal de que no la penetrase, sin embargo aunque ponía mucho empeño ella nunca había mamado una polla y encima esa era bastante grande por lo que harto de que lo único que hiciese fuera pasar la legua le obligó a abrir la boca, la agarró de la cabeza y comenzó a follarse brutalmente la garganta de la chica, sin importarle para nada ni las lágrimas que escurrían por su rostro ni las arcadas que le entraban a su cuerpo, sólo pensaba en el placer que estaba obteniendo y que llevaba tanto sin tener, y por fin, cuando parecía que Sabrina se iba a terminar asfixiando por la falta de aire se corrió en su boca, la pobre chica no se lo esperaba y entre eso y su necesidad de respirar no pudo hacer otra cosa que toser y derramar todo el semen por el suelo.

-Muy mal zorrita, pensaba dejarte tranquila ya, pero veo que no estas lo suficientemente agradecida, así que, pequeña voy a tener que estrenar ese chochito virgen que tanto quieres proteger.

[Continuará...]