Un polvo por una moneda de 200 pesetas

Había conocido a Basi…, (Basilia)…, a través de Lourdes… algo rarita, pero muy perrita caliente en la cama

Una de mis habilidades en el pasado, era hacer entrevistas de trabajo.

El hermano de un buen amigo me había encargado en los días previos que hiciese una entrevista de trabaja para buscar dos camareras para un pub de copas de apertura inminente.

Después del oportuno anuncio publicitario en la prensa local, el día llegó.

Durante todo el día, estuve recibiendo candidatas, hasta un total aproximado de unas cincuenta o sesenta posibles camareras de todas las edades.

El trabajo era fácil y no había nada especial que preguntar. Algo de presencia y algo de experiencia.

Serian dos camareras para un establecimiento de hostelería…, algo mixto entre un pub con dos barras y un pista de baile con servicio de JD que haría Juan Ángel el hermano Juancho.

Juan Ángel era un cachondo que le iba mucho la marcha, pero aquel negocio se lo pensaba tomar en serio, según me decía.

No había intenciones sexuales.

Cierto es que había en la localidad cuatro o cinco pub de chicas, en los que algunas tenían ciertas licencias para salir y follar con clientes en rincones del local, en sus domicilios o de manera privada al acabar su trabajo, por dinero o simplemente por placer…

Había estado en todos ellos a darles un vistazo. Algunas veces algo mas…

Muchos de mis clientes y proveedores después de comidas de trabajo eran afines habituales a tomar copas en “donde las chicas”…

Algunas de las entrevistadas pensaban que el trabajo era para “lucirse sexualmente”…, además de para trabajar en barra.

Lourdes fue una de ellas.

Después de mirarme con ojos de loba en la entrevista, algo hiperactiva…,  incluso me confesó directamente que no tendría problemas sin acaso tenía que hacer toples.

A pesar de su exceso extrovertido, aquello me excitó.

La verdad es que quedaría con dos de aquellas entrevistadas…, con Lourdes y con María José, una morenita flaquita que realmente me conquistó con sus ojos negros y ese culito tan estrecho.

La noche mágica que pasaría con María José, al sábado siguiente, he de contarla en otro episodio, pues hoy sólo toca hablar de Basi…, a la que conocí a través de Lourdes.

Aquella misma noche quedé con Lourdes a tomar algo e inevitablemente acabamos en uno de los apartamentos que por entonces tenía alquilados, tan solo a diez minutos del centro, no solo para follar sino para organizar en soledad “trabajos especiales” como la constitución de la asociación liberal “El antifaz” y las entrevistas “sociológicas” de contenido sexual.

He de hablarles muy pronto de aquellas actividades “hot”…

En ocasiones aquel refugio me valía para que pasase algunos días alguna de mis amigas permanentes que venían a visitarme de paso, tales como Amina, la bella marroquí que fue mi amante itinerante durante casi diez años…

Otras veces como fue el caso, algo imprevisto.

Lourdes resultó ser una máquina de follar y aunque era amante especial de la posición del perrito, me comería la polla como una perfecta perrita dócil e insaciable.

No sé, si le atraía el trabajo o mi polla, pero no dejaba de adular mi boca, mi polla y mi forma de tratarla.

No estaba entre las seleccionadas, pero aún no se lo había dicho.

Aquel apartamento por entonces estaba situado en la capital, muy cerca de la calle Toledo, una de las principales.

Al día siguiente quedamos a comer y seguramente a follar, pero no fue del todo así.

Vino con una amiga, de nombre Basi…

Me la presentó.

Basilia, a la que solo le gustaba que la llamasen Basi, era un pelín extraña, un poquitín cargada de espalda, con pocas tetas pero con una sensualidad a flor de piel.

Ya desde la presentación me había soplado un beso en la boca, y en el aperitivo de jamón y queso con una cervecita fresca, ya me había adelantado sus intenciones, al decir, sin venir a cuento…

-       Que bien lo vamos a pasar los tres esta siesta…

La verdad es que era de suponer…, pero habitualmente una mujer se deja conquistar, antes de descubrir todas sus cartas.

Lo pasamos genial los tres…

Nos hicimos un arroz negro con calamares que me salió de lujo, regado con unos vinitos blancos fresquitos.

Después de primer polvo lechero, en el que ambas se divirtieron de lo lindo conmigo, cabalgándome una mientras a la otra le comía el coño, e intercambiándose los papeles, Lourdes se excusó para irse. Luego volvería.

Ambas se habían corrido dos o tres veces sobradamente antes de que yo les echase mi leche al mismo tiempo en sus dos bocas unidas mientras se besaban…

Una estampa simplemente morbosa…, a la que obviamente me uní enseguida en un triple beso blanco.

Al quedarse sola Basi, pareció renacer una mujer  nueva, mucho más viciosa y mucho más “guarra”, en la cama.

No sólo me comería la polla durante horas, como una profesional, sino incluso le dio por meterme su lengua en mi culo en varias ocasiones.

Me hizo decenas de posiciones y volvió a correrse varias veces más, al igual que yo.

Cuando las campanas de la iglesia cercana estaban dando las siete de la tarde, le entraron las prisas…

-       Me tengo que ir a cenar, que si no, no me dejan dormir…

No entendía nada.

Déjame 200 pesetas para comprar tabaco.

Le di una moneda de las antiguas de 200 pesetas. Aquellas de cobre y níquel pequeñas que tenían la efigie del rey Juan Carlos I y la cantidad de 200 pesetas grabada entre dos espigas de trigo en el reverso.

Me acuerdo perfectamente como si la estuviese sacando hoy del pequeño apartado de mi cartera y se la diese ahora mismo a Basi.

Costaba aquel año a principios de la década de los 90, el Marlboro 200 pesetas en los bares y maquinas, mientras que en el estanco su precio era de 180 pesetas.

¡Qué tiempos aquellos!

Por cierto llevo casi veinte años sin fumar…

Cuando Basi salía por la puerta entraba Lourdes, se saludaron, sonrieron ambas satisfechas, la una de haber follado toda la tarde y la otra de volver a follar conmigo…, en teoría…

Solo oí decir:

-       Corre, que llegas tarde…, que te va a echar la bronca el celador de la entrada que hoy está el “calvo” mala leche…

Yo cada vez entendía menos…

Mientras se desnudaba y se metía en la cama conmigo, Lourdes disculpaba a su amiga…

-       Yo salgo y entró, pero ella tiene que dormir todas las noches dentro…

-       ¿De qué me hablas?

-       Del hospital psiquiátrico… (Dijo de forma totalmente natural...)

Me quedé con la boca abierta y con cara de gilipollas.

Me disculpé con la excusa de que me esperaban urgentemente en la oficina...

No volví a ver a Basi nunca más…

A Lourdes la he seguido viendo de vez en cuando en la calle pidiendo algún cigarro, cada vez está peor…

Entonces no aparentaba nada de nada…

Realmente yo a veces me he considerado que estoy como una chota…, aunque aún sin diagnosticar.

Aquella tarde me había follado a dos chotas diagnosticadas…

Me avergüenzo aún de no haberme dado cuenta…

Hasta muy pronto amigos.

Como siempre, esperando sus correos para saludarles personalmente.