Un polvo lleno de morbo

Hola, he de confesaros que soy una autentica zorra. Estoy a punto de entrar en los servicios de caballeros, situados en los cines de un centro comercial y hasta hoy no podía imaginarme lo que estaba a punto de hacer.

UN POLVO LLENO DE MORBO

Hola, me llamo María y he de confesaros que soy una autentica zorra. Estoy a punto de entrar en los servicios de caballeros, situados en los cines de un centro comercial y hasta hoy no podía imaginarme lo que estaba a punto de hacer.

Todo se remonta a unas pocas horas antes; mí marido y yo habíamos decidido ir a ver una película de acción, la verdad es que me hacía mucha ilusión, pues hacía mucho tiempo que no salíamos a ningún sitio debido a nuestras obligaciones diarias.

He de reconocer que para mis 33 años tengo un cuerpo bastante espectacular, 1´60 cm de altura, pelo largo, rubio hasta media espalda, ojos azules, bonita de cara, tengo esa mirada de chica mala que vuelve loco a los hombres; gasto una 90 de sostén, mis piernas son sexys, un culo redondito, bien puesto, visto bastante bien aprovechando al máximo el cuerpo que tengo y que a más de uno le gustaría poseer.

Confieso que soy fiel a mi marido aunque en muchas ocasiones hemos fantaseado con hacer un trío con otro tío. A mí me encanta ser una zorra para mi marido, se que el disfruta con eso, de hecho le he llegado a decir que lo haría por dinero, como una autentica puta.

Cuando tenemos sexo, a mi marido le encanta que me vista como una autentica golfa, entiendo su manera de disfrutar de mí y me gusta complacerle. Me siento sexy cuando me visto para el usando todo tipo de vestidos, zapatos de tacón, minifaldas, top, corpiños, blusas, etc.

Al principio no entendía porque le gustaba que me pusiera todo tipo de prendas a la hora de tener sexo, mejor dicho, a la hora de follar, porque con él no hago el amor, con el follo; pero mi marido se encargo de explicármelo muy detenidamente y yo lo he comprendido y lo acepto, porque a mí también me gusta su manera de ser, su manera de disfrutar de mi, de poseerme, de amarme, de hacerme sentir la persona más feliz que hay en este mundo.

Como decía antes, hace unas horas estábamos en casa arreglándonos para salir a ver la película y tomar unas copas.

Para esta ocasión me he puesto una minifalda corta, con un corte al lado derecho que deja al descubierto parte del muslo de mi pierna, es de color negro, la he combinado con un top de color rosa lleno de brillantina, de esa que según con lo que te vayas rozando se va quedando todo impregnado, lleno de brillo, con un escote que resaltaba mis hermosos pechos; tenía unos tirantes que eran de fácil recorrido, tenía que tener cuidado porque según los movimientos que hiciese se podían bajar con relativa facilidad; no me puse bragas ni sujetador, mis pechos y mi coño estaban en completa libertad de movimiento. Remate la faena con unos sugerentes zapatos de tacón de color blanco, de unos diez centímetros.

Mi marido es alto, moreno, cuerpo atlético, apuesto y divertido. Es atrevido, sexy y me vuelve loca de pasión y deseo.

De camino al cine y ya en el coche, mi marido comenzó a pasarme sus dedos por mi pierna izquierda, suavemente, casi rozándome con la yema de sus dedos, haciendo una lectura minuciosa de mi piel; para mí sus dedos son arte, porque posee el arte de saber tocarme, me pone la carne de gallina, me hace estremecer, crea en mi sensaciones indescriptibles.

Poco a poco me empezaba a calentar y mi coño se iba empezando a empapar de fluido, comenzaba a despertarse hambriento de deseo, con ganas de devorar con satisfacción aquello que mas anhelaba, aquello que me llenaba por completo, esa gran polla que mi marido sabía usar a la perfección para saciar el vacío que sentía mi sexo.

Continuo durante un largo rato con sus caricias que me estremecían y me hacían arder en deseos de poseerlo, quería tenerlo para mí ¡ya!, en este preciso instante. Cada vez se acercaba más y más a mi mojado y hambriento sexo hasta que en una de sus pasadas subió mi corta falda y comenzó a tocarme el coño. ¡Uhhhh!, que agradable sensación, lo estaba esperando con ganas, sus dedos tocaban todo mi húmedo y caliente coño, mis sensaciones se multiplicaban y mi temperatura aumentaba.

Dejo de tocarme el coño y me bajo el tirante izquierdo de mi top, este cayo parándose a pocos centímetros del pezón de mi pecho dejándolo semidesnudo, que sensación de libertad, que gusto ver su cara de satisfacción, se que le volvía loco.

De repente y sin darme cuenta de ello, de un volantazo se aparto de la carretera y paro al lado de la acera, bajo el cristal de la ventanilla de mi lado y pregunto a unos chicos de nuestra edad, más o menos, por la ubicación del cine, cosa que mi marido sabía de sobra. Me quede sorprendida porque tenía mi pecho izquierdo casi al descubierto y mi falda subida a ras de mi coño dejando al descubierto mis sensuales muslos.

Los chicos se acercaron a la ventanilla y no pudieron evitar su excitación al verme de tal guisa, debía de gustarles porque no paraban de mirarme al tiempo que intentaban alargar la conversación todo lo que podían.

Una vez mi marido termino de excitarlos mostrándoles la mujer que tenia, cerro la ventanilla e inicio la marcha dejándoles con la miel en los labios, dejándoles con ganas de más.

¡Como me gusta que te miren cariño!, estas tan buena, tan deseable, me excitas.

Y a mí me encanta que te guste, me gusta ver como disfrutas y me encanta porque disfruto viendo como me desean, ¿Qué crees que pensaran?

¡Pues en follarte, seguramente esta noche se mataran a pajas pensando en miles de maneras de follarte!, no me importaría ver como otro tío te folla, incluso…, te dejaría que follaras con otro con la condición de que luego que me lo contaras.

Continuamos nuestro viaje y a los pocos minutos llegamos al centro comercial donde estaban ubicados los cines; ya haciendo cola para comprar las entradas podía sentir como me miraban, como me desnudaban con la mirada. Compramos las entradas y nos dirigimos a la sala, la sala no estaba muy llena, nos dirigimos a la última fila de butacas la cual estaba vacía y nos sentamos a disfrutar de la película. Mi marido se sentó a mi izquierda, dejamos los reposabrazos sin bajar para poder estar más libres, la butaca que tenia a la derecha estaba vacía, hasta que se apagaron las luces, momento en el cual se sentó un chico que debería de rondar nuestra edad.

Comenzó la película, hacia frio en la sala, la mayoría de las veces se pasan con el aire acondicionado, mis pezones estaban tiesos debido al frio del ambiente, se podían apreciar a través de la tela de mi top.

Poco a poco los dedos de mi marido empezaron a realizar su sutil trabajo, despacio y casi rozando mi piel se deslizaban por mi muslo izquierdo deleitándose con cada centímetro de mi piel. El roce me estremecía, era agradable, era un cosquilleo muy sensual. Como ya venía caliente del coche no me costaba nada volver a ponerme a tono, además lo estaba deseando.

Continuo con mi brazo, sus dedos hacían una lectura completa de mi piel, me ponía la carne de gallina, siguió subiendo hasta que llego a mi hombro, sus dedos cogieron el suave tirante de mi top y comenzó a bajármelo lentamente, frenando su caída a solo unos centímetros de mi pezón, me acababa de dejar el pecho izquierdo semidesnudo. Continuo tocándome la parte superior de mi precioso pecho, tenía el pezón tieso, estaba excitada, pegue mi pierna izquierda junto a la suya, me gustaba sentir el calor que emanaba de su piel a través de sus pantalones.

Su mano volvió a tocar mi brazo y después de un rato, lentamente, la fue subiendo hasta mi cuello, con sutiles movimientos comenzó a masajearme la nuca metiendo su mano bajo mi pelo, me encanta que me toque la cabeza y él lo sabe.

La película estaba interesante pero la verdad que no la podía prestar demasiada atención; en ese momento los protagonistas comenzaron una escena de sexo, bastante excitante por cierto. Entre la escena de la película y las caricias de mi marido, notaba como mi coño se iba calentando, como se ahogaba en sus fluidos. No llevar bragas es una sensación que me gusta muchísimo.

De repente…, creí sentir que me tocaban mi muslo derecho, me había parecido que me rozaban unos dedos suaves, sería mi imaginación…, cuando… ¡efectivamente!, volví a notar como esos dedos rozaban mi muslo derecho.

Me quede sorprendida, sin saber muy bien qué hacer y a la vez excitada por la sensación de ser tocada por un completo desconocido. Estaba completamente descolocada y no sabía cómo actuar, ¿debería de decirle algo al caradura este?, porque eso es lo que era, tenía a mi marido sentado a mi lado izquierdo y el tipejo este va y no se corta tocándome el muslo, además si me marido se entera la que se podría armar, así que tampoco le podía decir nada.

La película seguía, mi marido seguía tocándome la nuca y el tipo este, al ver que yo no le decía nada, continuo tocándome, esta vez con toda su mano recorriendo todo mi muslo. El corte de mi falda estaba situado precisamente en el lado derecho, así que el individuo este, lo tenía realmente fácil para tocarme sin problemas.

Ambos continuaron con sus caricias y yo no paraba de calentarme, cerré mis ojos y me abandone al placer que estaba recibiendo en ese preciso instante; por mi mente empezaron a pasar imágenes en las que veía como me follaban mi marido y aquel tipo, que la verdad sea dicha, me tocaba bastante bien.

Mi marido bajo su mano de nuevo a mi muslo y esta vez sí, subió su mano hasta territorio prohibido, donde le esperaba ansioso mi coño ardiente, lo rozo levemente y gemí tímidamente de gusto, me estremecí, que gustazo abrirse al placer, abandonarse al gusto de lo prohibido.

Tenía que decidir rápidamente si debía comentarle a mi marido que un desconocido me estaba tocando mi muslo derecho. Así que le susurre a mi marido;

¡Cariño!, le dije disimuladamente; ¡no quiero que montes escándalos, ¿me lo prometes?!

¡Sí!, ¿Por qué?

El tipo este que tengo al lado me está tocando el muslo, no te he dicho nada porque quiero tener la noche en paz.

¡Lo sé, ¿crees que no me he dado cuenta?!

Me quede sin habla, no podía creer que mi marido estuviera consintiendo que un desconocido me estuviese tocando.

¿Te gusta?, me pregunto expectante.

¡Vámonos de aquí, no puedo creer que no te importe!, le dije enfadada.

¡Quieta!, ¡de aquí no nos vamos!, se que te gusta que un desconocido te toque porque además has tardado un buen rato en decirme lo que pasaba, te he tocado el coño y lo tienes mojado y caliente, tanto…, que casi me quemo los dedos, zorra.

Tenía razón, tenía el coño ardiendo y sus palabras me estaban poniendo a cien.

Entonces… ¿Qué quieres que haga?, le pregunte escéptica.

Pega tu pierna derecha a la suya, igual que has hecho con la mía, abriéndote todo lo que puedas, te voy a seguir tocando tu coño caliente y quiero que gimas, que disfrutes, que se de cuenta de que estas receptiva.

Sin poder evitarlo seguí sus órdenes, tenía mi pierna izquierda pegada a la pierna de mi marido y suavemente pegue mi pierna derecha a la de aquel desconocido, se la pegue bien. Mi marido volvió a subir su mano por mi muslo hasta que llego a mi sexo bajo aquella corta falda y comenzó a tocarme el coño. No podía evitar gemir, exclamar de placer, tenía que hacerlo de tal forma que solamente ellos lo escucharan y vaya si lo escucharon.

¡Eso es!, ¡así!, ¡que caliente estas!, ¡tienes que conseguir que el tipo este te toque el coño, vamos nena, se que puedes hacerlo!

Mi marido dejo de tocarme el coño y saco su mano de debajo de mi corta falda para a continuación coger el tirante derecho de mi top y dejarlo caer suavemente. Ahora tenía los dos pechos semidesnudos, más desnudos que otra cosa, diría yo.

Comencé a mover despacio mi pierna derecha, de arriba abajo, de abajo a arriba, rozándola con la de aquel tipo, le estaba invitando a participar. No tardo su respuesta y su mano fue directamente de mi muslo a mi coño, al tener el corte de la falda en su lado, lo tenía muy fácil el hijo de puta.

Sus dedos se deslizaban por mi cálido sexo, sin poder evitarlo me contoneaba llena de placer, me retorcía en mi butaca llena de gusto. Aquel individuo cogió mi mano derecha y me la coloco en su paquete, pude notar que estaba bien dotado, la tenia grande; tenía el pantalón desabrochado por lo que le metí mi mano por dentro y para mi sorpresa, no llevaba ropa interior puesta, directamente sentí el calor de su polla en mi mano. Notaba que estaba depilado, no tenía bello, empecé a meneársela y él se retorcía de gusto en su butaca.

No podía dejar a mi marido sin el placer de mi mano, así que, le desabroche el pantalón, mi marido tampoco llevaba ropa interior y siempre tiene su polla bien depilada, cogí su polla y empecé a meneársela.

Mi marido comenzó a cariar mis tetas con su mano mientras aquel desconocido daba gusto a mi coño con sus dedos.

¿Quieres follar puta?, me pregunto aquel desconocido.

¡Sí!, tengo ganas de sentirla, le conteste como pude.

¡Pues te espero abajo en los servicios de caballeros!

Dejo de tocarme el coño, suavemente aparto mi mano de su polla, se abrocho el pantalón, se levanto y salió de la sala.

¿Quiere que follemos, cariño?, le dije a mi marido, ¡en los servicios que hay abajo!

¿Y tú qué quieres?

¡Follarmelo!, si tu quieres…, me habéis puesto los dos mucho.

¡Qué zorra eres!, ya sabía yo…, vete y enséñale lo que es una mujer.

¿no vienes?, ¡vente!, será divertido, además siempre has fantaseado con un trío.

¡No!, prefiero que me lo cuentes luego, ve abajo y follatelo.

Entonces no voy, no quiero tener problemas contigo después, una cosa es en caliente y otra muy diferente cuando se nos pase el calentón.

¡No, eso sí que no!, ¡quiero que vayas y que luego me cuentes todo lo que hagas, quiero ver lo puta que eres!

Estaba excitadísima, así que, con el consentimiento de mi marido, abandone la sala y baje escaleras abajo hacia el servicio de caballeros.

Así que…, aquí estoy, como dije al principio del relato, analizando en mi mente si lo que estaba a punto de hacer estaba bien o no, a todo esto, mi mano continuo abriendo la puerta de los servicios de caballeros despacio…, y allí estaba aquel tío esperándome. Creo que es demasiado tarde para dar marcha atrás, mi deseo podía más que yo.

Me acerque a él, tenía los ojos negros, pelo moreno, guapo de cara y cuerpo bien formado, debía de practicar algún deporte. Antes en la oscuridad de la sala no pude verle bien, además de no atreverme a mirarle a la cara.

Por fin estas aquí, pensé que no serias capaz, me dijo deseoso; se desabrocho el pantalón dejándolo caer y mostrándome aquella hermosa polla, la tenía bastante bonita… ¡vamos chúpala!, ¡chúpame la polla!, ¡cométela entera!

Me puse en cuclillas con las piernas abiertas ofreciéndole una visión perfecta de mi coño depilado, estaba muy sexy con mis zapatos de tacón blancos; mi top al ahuecarse le daba una visión perfecta de mis tetas; debía de gustarle lo que veía por la cara que tenia, agarre su gran polla y comencé a besarla con mis labios suavemente, de vez en cuando sacaba mi lengua y rozaba su glande con ella, así jugué un rato hasta que ya no pudo más y me cogió del pelo apretándome contra él, invitándome a comerle todo el rabo.

Comencé a saborear aquel trozo de su ser, aquel nabo con sabor a sexo esporádico; mi boca se deslizaba por toda su polla, lubricándola a placer; mi lengua hambrienta se deslizaba por todo aquel rabo, desde la punta hasta el comienzo de sus huevos; sin pensármelo dos veces le empecé a comer los huevos también, suavemente los metía en mi boca, debía de estar matándolo de placer, no hacía sino exclamar de placer. Subí otra vez hasta la punta de su polla y deje caer mi saliva sobre ella, poco a poco mi saliva iba resbalando por toda su polla, estaba lista para abrazarlo con mi sexo.

Para mi sorpresa, me levanto y me sentó sobre la encimera de los lavabos, me abrió de piernas, se puso en cuclillas y comenzó a comerme el coño con su lengua hambrienta de deseo. Recorrió cada milímetro de mi sexo, con su lengua exploraba en busca de mi clítoris, en busca de mi fuente de placer y lo encontró, donde yo mas gemía el acentuaba sus lamidas, me apretaba contra su boca ansiosa de darme placer y su lengua hacia presión en mi punto débil, sin remediarlo cogí con mis manos su cabeza y le apreté contra mí, comencé a venirme en un orgasmo inigualable, ¡Uhhhh!!Ahhh!; la situación, el lugar, saber que mi marido estaba arriba y sabia que me estaba comportando como una autentica puta, con su consentimiento.

Acaba de venirme y sabia que ahora le tocaba a él.

Cambiamos de postura, en una de las paredes había un espejo independiente al resto y digo independiente porque no había lavabo que molestara, era un espejo de cuerpo entero. Nos acercamos a él, estábamos de pies, apoye mis manos en aquel espejo y él se coloco por detrás con su polla desafiando la gravedad.

Se agacho separando mis piernas todo lo que pudo y puso sus manos en los talones de mis zapatos de tacón y comenzó a subir recorriendo con sus manos cada milímetro de mis fantásticas piernas, hasta que llego al corte que tenia la falda en su lado derecho, una vez allí metió su mano en busca de mi ardiente coño, su mano encontró lo que tanto ansiaba encontrar y comenzó a frotármelo, a deslizar sus dedos, y de qué manera, me frotaba con deseo, del placer que me proporcionaba llegaba a ponerme de puntillas, menos mal que me sujetaba al espejo con fuerza.

Siguió frotándome, matándome de placer, deseaba que me metiera su polla, quería sentirlo, pero entonces…, lo que sentí…, es como se introducían sus dedos índice y corazón dentro de mi sexo, dentro de mi mojado coño. Empezó a moverlos dentro y fuera haciendo que me agitara, haciendo que mi calor aumentara, mi temperatura estaba al máximo.

Cogió mis brazos y me los puso detrás de sus muslos, tenía mi espalda sudorosa pegada a su cuerpo, en el espejo pude ver nuestras caras llenas de placer, estábamos de pies en una imagen muy erótica.

Siguió frotándome y metiendo y sacando sus dedos de mi coño; con su mano izquierda siguió subiendo hasta mi nuca, metiendo su mano por detrás de mi cabello, parecía darme todo lo que me gustaba. Me masajeo la nuca y bajo nuevamente su mano hasta el tirante izquierdo de mi top rosa, el cual dejo caer dejando mi pecho casi al descubierto; acerco su mano a mi pecho y termino de desnudarlo, lo dejo al aire.

¡Qué buena estas, me decía excitadísimo, mírate en el espejo!

Me gustaba lo que veía, deje de agarrar el muslo de su pierna derecha para agarrarle su polla y ofrecerle el mismo placer que él me ofrecía a mí. Estuvimos un buen rato así, masturbándonos, me tenía a su merced y él lo sabía, sentía que de nuevo se me aproximaba otro orgasmo.

¡Si sigues así me voy a correr otra vez!, le dije cachonda perdida.

¡Pues entonces es hora de follarte!

Me cogió las manos y volvió a colocármelas en la parte medio alta de aquel espejo, me inclino hacia delante, subió mi corta falda, se acerco bien, coloco su polla a la entrada de mi coño y lentamente empezó a introducirla en mi interior.

¡Ahhh!, ¡qué gusto!, ¡qué coño tienes puta!, ¡siente como entra!, ¡siente como me abro camino a través de tus entrañas!

¡Uhhhh!, ¡que ganas tenia cabron!, ¡siento como me partes en dos, siento tu polla caliente!

Cuando me la metió toda, empezó a moverse, empezó a follarme de verdad, me cogía de las caderas y me la metía y me la sacaba de una manera pasional, a veces según las embestidas iban en aumento, llegaba a ponerme de puntillas, mis pies parecían querer salirse de mis zapatos de tacón.

De repente escupió en el espejo, su saliva empezó a deslizarse por el cristal, me agarro del pelo y acerco mi cara al espejo para que lo limpiase con mi lengua. Nunca había hecho algo así pero estaba muy excitada y él lo sabía, así que…, lo lamí con mi lengua.

¡Eso es puta!, me decía mientras notaba como sus embestidas eran más y más fuertes; ¡venga otra vez!, volvió a escupir en el espejo y yo volví a recoger su saliva con mi lengua.

Todo esto me ponía más y más y no pude evitar venirme de nuevo.

¡Uhhhh!, ¡Uhhhh!, ¡Maldito cabrón, me has hecho correrme de nuevo!

¡Pues a mí no me queda mucho más!, ¡toma!, ¡toma!, ¡toma!, ¡espera puta, chúpame el rabo otra vez, pero esta vez ponte de rodillas!

Saco su polla de dentro de mí coño, me di la vuelta y me puse de rodillas y comencé a comerme su rabo, un rabo lleno de fluidos y que bombeaba liquido preseminal que llegaba a mi boca, notaba como tenia vida propia y como estaba a punto de explotar.

¡Así, eso es!, tengo que recordar este momento para toda mi vida.

Mientras le chupaba la polla, cogió mi top y me la termino de quitar sacándolo por encima de mi cabeza tirándolo al suelo. El riesgo de que alguien entrase era patente, una cosa era follar con más o menos la ropa puesta y otra bien diferente era estar desnuda.

¡Eso es!, estoy a punto de venirme y quiero hacerlo dentro de tu coño pero solamente quiero que lleves esos increíbles zapatos de tacón, tenemos el tiempo justo, si nos damos prisa nadie nos vera, ¿Qué me dices?

¡Vale, tampoco creo que haya mucha diferencia!

¡Si, si la habrá porque voy a tirar tu ropa al fondo del pasillo de los servicios, de esta manera, si alguien entra, te vera desnuda!, ¡Quítate la falda!

No sé cómo ni porque pero accedí a su petición, así que me quite la falda y se la entregue, el cogió mi falda y recogió mi top del suelo y los tiro al fondo del pasillo de los servicios. Ahora me tenía totalmente desnuda solamente con los zapatos de tacón blancos puestos.

¡Muy bien ahora volvamos a colocarnos como antes!

Me volvió a colocar de pies junto al espejo y él se coloco detrás de mí, me inclino nuevamente y me metió su polla, la cual se movía nuevamente dentro de mí.

¡Así, eso es!, ¡ojala entrase alguien y te viera así, que preciosidad, que gustazo!

¡Te gustaría eso, eh!, me estas poniendo a mil, ¿de dónde has salido?

Te llevo siguiendo desde que parasteis a preguntar a mis amigos por el cine, ¡puta!, ¡¿te gusta andar calentando a la gente?!

En ese momento me quede sin habla y mi excitación subió al máximo, notaba un calor que invadía mi ser, estaba a punto de venirme de nuevo en otro increíble orgasmo.

¡Vamos cabron!, ¡córrete!, ¡estoy a punto de venirme!

En ese momento escuchamos pasos acercarse a la puerta del aseo, cada vez se escuchaban mas y mas cerca, nuestra excitación aumentaba, ya no podía mas, ni el tampoco, estábamos a punto de venirnos.

¡Eso es!, ¡folla!, ¡folla!, ¡folla!, ¡muévete guarra!, ¡están a punto de verte desnuda follando como una condenada puta!

Cuando quién fuese estaba a punto de abrir la puerta, se escucho como sonaba un móvil y como se inicio una conversación a escasos centímetros de la puerta de entrada.

Ya no pudimos contenernos más y debido a la excitación, al morbo de la situación, explotamos los dos en un orgasmo que nos hizo corrernos de gusto, exclamamos llenos de placer, se derramo dentro de mí, me hecho toda su lefa dentro de mi coño, se descargo a gusto.

Saco su polla de dentro de mi coño dejando tras de sí su blanco, viscoso y cálido esperma.

Recogí mi ropa, me vestí rápidamente, me despedí de mi esporádico amante y me dispuse a salir por la puerta, la cual abrí con un poco de vergüenza sabiendo que podía haber alguien tras de ella. Una vez abierta pude comprobar que allí no había nadie; ¿habría sido mi imaginación?, sea quién fuese el que estuviera a punto de entrar en los servicios, ¿nos habría escuchado y se marcho?, ¿sería mi marido?

La verdad es que ni lo sé, ni me importa, solamente sé que había echado uno de los mejores polvos de mi vida, un polvo lleno de morbo.

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