Un polvo conocido
Un polvo, no por ser conocido, dejará de ser intenso si se hace bien.
Hacía ya bastante tiempo que no tenía ningún contacto con Elena. Después de dejar de salir, hemos hablado un par de veces por correo y nos habíamos visto solo una vez casi por casualidad y solo un momento. Cuando rompimos no quedamos ni mal ni bien, pero el contacto se perdió.
Elena era una amiga con la que estuve practicando “deportes de interior” una temporada hace algo así como 3 años. Hasta que decidimos que eso estaba genial pero que necesitábamos otra cosa y dejamos de vernos. La chica, quizás, no llamase la atención a primera vista, pero su metro sesenta y algo, su larga melena lisa y morena, sus grandes pechos si llamaban más la atención. De cara no era muy agraciada y el culo un pelín ancho, pero su personalidad y sobre todo su manera de entender y practicar el sexo sí que estaba fuera de lo corriente.
No creo destacar en nada, quizás algo más antes cuando me dejé la melena de pelo algo rizado (muy puñetera). Ahora me he vuelto a rapar pues quizás haya perdido ese puntito. Pero ahí está el resto, algo más de metro ochenta y rondando los 84 kg, bien proporcionado. Deportista: baloncesto, natación, mountain bike… y con estudios superiores aunque con un trabajo de mierda en el que estoy igual que entré, de becario.
El caso es que hacía casi tres meses que había roto con mi pareja con la que llevaba año y pico y me iba recuperando. En esto que me dio por decirle algo a Ele por una red social. Una tontería sobre una foto o comentario, no recuerdo bien que. Pero la cuestión es que empezamos a contestarnos, no como en intentos de hacía tiempo en los que el contacto había sido puntual.
Nos dió por quedar a tomar un café y que me contase en que trabajaba ahora y que era de su vida, ahí tiré un poco sin saber que tal iba a ir, pero dijo que sí, que tenía ganas de hablar un rato conmigo.
Estuvimos un buen rato charlando, sobre lo que hacía. Ele hacía fotos, muy buenas fotos y también le encanta el diseño gráfico. Aprendió sobre programación web y así es como se estaba ganando la vida. Tenía un piso en alquiler por el centro, algo pequeñito con 2 habitaciones, bastante viejo pero que no se caía a trozos. Era independiente, y eso es más de lo que yo podía decir. Pasamos muy buen rato, y se notaba que ambos nos habíamos quedado con ganas de más.
Por medio del maldito/bendito ordenador estuvimos hablando entre semana y quedamos en volver a ver el jueves por la tarde. Esta vez iba a intentar ir un poquito más allá, me tiraría a la piscina, probaría a que me llevara a su casa y que me enseñara el piso y algunas de sus fotos y trabajos. Así que ese día, estuve dándole tiritos para que me enseñase algo. En la etapa anterior había visto algunas cosas suyas realmente buenas, así que no era solo para seguir “jugando” y ver a donde llegaba, si no que también tenía verdadero interés.
Conseguido. Ella también tenía ganas de enseñarme algunas fotos y como tenía decorado el pisito. Y lo cierto es que lo había hecho con mucho gusto. Las paredes estaban pintadas de colores vivos y combinados muy bien, algo en plan alternativo pero sin pasarse. Fotos por todas partes y chismes los justos. Un salón/comedor, una pequeña cocina, cuarto de baño con una placa ducha grandecita y dos habitaciones. Una de dormitorio y la otra era su estudio, ordenador, cámaras, miles de fotos curiosas y demás. Algunas eran realmente buenas y te dejaban la boca abierta, había mejorado y bastante, se notaba aún para un inculto en estas lides como yo.
Nos sentamos en el sofá a charlar un rato mientras nos tomábamos un té. Haciendo bromas y hablando de que tal nos iba. Nos contamos nuestros desamores, ella llevaba ya un tiempo sin relación estable; había tenido algún “alivio” pero hacía ya 4 meses que estaba sin mojar.
- Venga ya mujer!! Eso para ti es demasiado.
- Pues sí, estamos en época de sequía vaginal.
- Vamos a ver. Que yo me coma los mocos porque soy el que menos parla y chulería tiene a este lado del Misisipi pues pase. ¿Pero tú? Que lo único que tienes que hacer es sonreír, pero sin guiñar el ojo por favor!!!- Esto era una coña que teníamos, le decía que se parecía a Popeye cuando guiñaba un ojo.
Claro que nos reíamos, las cosas iban fluidas y salían solas.
- ¿Y es por algún motivo en particular? Porque yo te sigo encontrando de muy buen ver.
- Pues por nada en particular. Se está dando así la cuestión. – Me respondió y no parecía ocultar más misterio.
- Pero vamos a ver mujer. A parte de que lo tenéis en general más fácil, tú eres estupenda. Tu forma de ser tan abierta, se puede hablar contigo de cualquier cosa, plantas las cosas claras en la cara y a veces eres bastante repelente. – Ahí me calzó un cojinazo.
Se notaba que el ambiente iba cambiando, iba poco a poco creciendo la tensión, tensión sexual claro. Seguimos un rato por esos derroteros y la cosa se iba caldeando más. La charla, el té, la música chill out, los dos sentados en el sofá bastante cerca… En un momento dado me dijo:
- Dame eso que está ahí.
- Eso que está ahí, con la riqueza y variedad que tiene el castellano…
- Ayyy tonto!!! Eso, en la mesita. – Me decía mientras me señalaba a los objetos de la mesita.
Yo no sabía si quería, la foto, el mando de la tele, el móvil, la libreta…Entonces ella se acercó a cogerlo lo que quiera que fuese. Ese era mi momento, me la iba a jugar, el terreno se había estado preparando y conocía algún punto débil así que lo aprovecharía. Mi mano derecha fue a sujetarla a su costado y la izquierda a su baja espalda, solo retenerla un poco para acercarme a su oído. Ele se quedó quieta un momento confundida. Me acerqué a su cuello, aspiré su olor muy cerca, mi nariz rozaba su cuello y debajo de su mandíbula. Me aproximé a su oído y le dije, que la tensión había subido bastante y que sabía que ella lo había notado también.
- ¿Cuánto tiempo pretendes seguir jugando?- se lo dije mientras frotaba mi nariz contra su cuello y veía como se le erizaba la piel.
- ¿Te parece que estoy jugando?
- Lo que me parece es que estás deseando es de tener un buen “combate” conmigo.- Mientras acercaba su cabeza a mí para poder juguetear con mi boca en su oreja. Estaba casi a punto.
- ¿Y qué te hace pensar eso?- Estaba jugando conmigo seguro.
- Pues el hecho de que sigues tan pegada a mí y la expresión de tu cara con los ojos cerrados y la boca entreabierta cuando lamía tu cuello.
No nos resistimos más y nuestras bocas se encontraron por fin. Un beso lento pero con mucha pasión, explorando bien nuestras bocas. Sus labios, su sabor,... Seguíamos entre sentados y recostados con ella echada sobre mí. Yo le seguía acariciando la espalda, pero ahora por dentro de la camiseta, mientras mi otra mano se enredaba en su pelo. No hay prisa. Seguíamos besándonos pero ahora mi mano que estaba en su espalda pasó a investigar la zona delantera. Por dentro de su camiseta iba acariciando la piel de sus pechos que dejaba libre el sujetador, el cual era muy bajito y casi dejaba sus pezones al aire que ya estaban empezando a ponerse duros. Seguía lentamente acariciando y besándola, que desee más. Su pecho subía y bajaba ostensiblemente, bien!, momento para ir aliviándonos de ropa. Le quito la camiseta a penas sin dejar de unir nuestras bocas y ella hace lo propio con la mía.
Una vez hecho esto hice que se tumbara para poder aplicarme mejor a sus pechos. Los liberé de su prisión de tela y me acerqué a degustarlos. Empecé a lamerlos desde la parte inferior, haciendo una espiral por los laterales hasta llegar al pezón, más que duro ya a estas alturas de la película. Mientras mi mano izquierda masajeaba su pecho derecho, de tal manera que al acariciarlo dejaba su pezón entre mis dedos. Elena se debatía de placer.
Empezó a quitarme el pantalón y yo me dejaba hacer. Estaba ansiosa de seguir aumentando el ritmo. Ambos nos quedamos solo con la parte de abajo de la ropa interior. Llevaba un tanga blanco muy sencillo pero precioso, seguro que por detrás era como un hilo dental, efectivamente... Supongo que mis slips de licra no se quedaban muy atrás.
Fui bajando hasta su vientre besando y lamiendo por el recorrido hasta que llegué a esa última prenda que llevaba puesta. Entonces pasé a lamer la cara interior de los muslos, acercándome poco a poco hacia su sexo. Me acerqué a la parte que cubría la tela y allí estaba su olor, cada mujer tiene el suyo propio y el de Elena era intenso, muy intenso. Lamí su sexo a través de la tela y ella arqueó la espalda, pues si a través de la tela te sienta así espérate a que la quite...
Le retiré el tanga y allí apareció, rosados labios y depilado excepto por un pequeño triángulo encima de su clítoris a modo de felpudo de bienvenida. Magnífico. Empecé a degustar sus labios mientras empezaban unos tímidos gemidos, cuando creí suficiente la expectación creada sumergí mi lengua por completo en su hendidura y me concentré en su clítoris. Sus manos en mi cabeza y sus gemidos me delataron que lo creía una gran idea. Me empleé bien a pesar de que la postura en el sofá era bastante incómoda y que me estaba asfixiando, pero tenía ganas de arrancarle un orgasmo lamiéndola así y eso iba a hacer.
Al poco de estar aplicándome con entusiasmo los espasmos y gritos de Ele se iban haciendo más grandes, estaba próxima. Introduje un par de dedos en su vagina para lubricarlos bien, uno se quedaría allí y el otro iría a meterlo en su culo. Un rugido gutural de puro placer animal dejó escapar en señal de aprobación, redoblé los esfuerzos de mi lengua hasta que llegó al esperado clímax, entre gemidos y movimientos desacompasados de su cuerpo.
- Parece que te hacía falta eh.- Le dije sonriendo.
Un suspiro de placer y alivio fue lo que dio.
La ayudé a levantarse y nos fuimos a la cama. Allí es donde iba a continuar la batalla. Y sería pronto, porque la tela no podía cubrir ya la tremenda erección que llevaba. Se sentó en la cama y me quedé delante de ella, me bajó los slips y empezó a lamer el frenillo y el glande, muy despacio. Después de unos pocos lametazos se la metió entera en la boca.
- Uooohhhhgg.- Totalmente gutural me salió de dentro mientras ponía una mano detrás de su cabeza, no para obligarla a nada (ella estaba mucho más dispuesta que yo seguro) si no para no perder el equilibrio.
No iba a aguantar mucho más así, así que hice que se tumbara en la cama pese a sus protestas. Me acerqué despacio y me puse encima de ella, nuestros sexos estaban rozándose mientras la besaba de nuevo. Empecé a frotar el glande contra su entrada, para asegurarme de que estaba dispuesta a algo más. Fui entrando poco a poco mientras lamía su cuello, un poco adentro un poco afuera. Entrando un poco más cada vez, quedaba poco menos de la mitad por meter y yo me estaba ya impacientando y Ele no digamos. Así que ese último tramo fue todo de una vez. Indescriptible la sensación de estar tan adentro. Seguí bombeando encima de ella durante unos minutos en los que ambos disfrutábamos cada movimiento de entrada y salida en su interior.
Le hice dar la vuelta, a perrito, estuve jugando otra vez en la entrada de su vagina, haciéndome de rogar. Y sin previo aviso volví a penetrarla a fondo. Ufffff, que barbaridad, nos quedamos ambos quietos recuperando el aliento que se nos había escapado. Pero por nada del mundo me lo hubiera reprochado el haberla penetrado así. Después de tomar aliento empecé con el movimiento, marcando un ritmo tranquilo. Agarrándome a sus caderas bien fuerte, como a ella le gusta. Lo fui aumentando rápidamente, estaba ya más que ansioso por llegar a la liberación del orgasmo, que la verdad llegaría pronto.
Me incliné a morderle la clavícula lo que hizo arquearse de una manera casi imposible, después de eso dejó escapar un gemido de puro placer. La seguí bombeando, los gemidos de uno y otra se oían en la habitación y el instinto animal se apoderó de mí (demasiados meses en “dique seco”), así que seguí cabalgando hasta que exploté dentro de su interior. No sé qué gritos y mugidos saldrían de mí, pero sí sé que fue de los orgasmos más intensos que haya tenido.
Un polvo, no por ser conocido, dejará de ser intenso si se hace bien.