Un polvo

Dos tíos se conocen a través de una App, y tras varias sesiones de sexo virtual deciden quedar para echar un polvo de verdad.

-Estás muy callado, ¿ocurre algo?

-Es que… pareces un poco diferente al de las fotos de la App.

-Pues te aseguro que soy yo. Mira, aquí las tengo en el móvil.

-Si no digo que no, pero…

-Todos ponemos las fotos en las que mejor aparecemos, ¿no?

-Ya, las gafas de sol suelen sentar bien.

-Y el pelo lo llevo diferente, y no estoy tan moreno… Pero vamos, que si quieres irte lo entiendo, no pasa nada. Al menos has sido sincero.

-Gracias por ponérmelo fácil. Si quieres nos tomamos otra.

Eric acepta y Sebas se levanta para pedir dos cervezas.

-Tampoco quería decir que eres feo o algo de eso -reconoce tras haber meditado la frase mientras esperaba en la barra.

-Hombre, gracias.

-No, es que quizá fui demasiado seco. No estás mal. Solo que…

-En las fotos estoy mejor, ¿no?

-Así es.

-Te prometo que no están retocadas. Debe ser la cámara del iPhone -Eric bromea.

-En el fondo tienes razón, y la mayoría subimos las fotos que más nos gustan. Pero mejor eso que mentir o inventarse una vida.

-Hombre, todo lo que te he contado es cierto.

-¿Todo? -el tono de Sebas se vuelve algo pícaro.

-Huy que ya sé por dónde vas…

-Es que nuestras conversaciones nocturnas han sido muy productivas.

-Y seguro que las fotos que nos mandábamos te gustaban más que las de mi perfil.

-Teniendo en cuanta que no era de cara precisamente... Espero que esas se parezcan más a la realidad.

-En ellas no hay ni trampa ni cartón.

-Pues entonces sí, me gustan. Con la del suspensorio blanco cayó una buena paja -Sebas baja el tono de voz-. No sé cómo todo lo que sé que tienes entre las piernas te cabía ahí.

-Porque no estaba empalmado, pero tras ver la foto que me mandaste de tu culo me puse a mil.

-¿Cuál de ellas? Porque recuerda que te mandé una metiéndome el látex.

-Buff, no me la recuerdes que me voy a empalmar y te va a tocar ir a por las cañas de nuevo.

-No me importaría, pero si yo tuviera lo mismo que tú no me avergonzaría de ir enseñándolo.

-¿Estás diciendo que quieres ponérmela dura y que luego me levante con ella así?

-Ja, ja, ja. ¡No quería decir eso en absoluto! Sólo he hecho mención al tamaño, que ya sabes que es más grande que la mía.

-Y tú ya sabes que lo que más me gusta de ti es tu culito.

-¿Qué le harías?

-¿Ves como me provocas?

-¿A ti no te pasa que cuando te excitas durante mucho tiempo antes luego la corrida es más placentera?

-Joder, sí, pero mi casa está a media hora.

-O sea que me estás invitando. Pensé que este encuentro era sólo para conocernos…

-Bueno, el que ha puesto pegas al principio has sido tú. A mí me gustas en las fotos y cara a cara.

-Joder, no me lo tengas más en cuenta. Si lo sé no digo nada.

-No, no. Mejor que seamos sinceros como hasta ahora, ¿no?

-¿Como con las cosas que me decías en la aplicación?

-Veo que quieres seguir con el jueguecito.

-Sólo hasta que tú me pares.

-En tal caso me vienen a la cabeza algunas de esas cosas.

-¿Cuáles?

-Cuando me decías que te gustaba mi polla y yo fantaseaba con tenerte cabalgando sobre ella.

-Literalmente fue que me la clavarías allí mismo hasta llegar a mis entrañas.

-Creo que esa fue otra vez. Yo te hablo de cuando estaba en la cama con la verga tiesa apuntando al techo.

-Mmm, es cierto. ¡Vaya fotaza!

-La otra me la hice en el baño, ¿recuerdas? Que me dijiste: “bonito lavabo”, y yo te contesté que te empotraría contra él y te la clavaría.

-Es cierto. Es que han sido varias ciber pajas ya. Esa foto en tu baño también la recuerdo porque además fue una de las pocas en la que no la tenías todavía dura.

-Sí, no como ahora, que estoy todo palote.

-¿Sí?

-Claro, de pensar en lo que te hubiera hecho allí.

-Cuenta, cuenta.

-Anda ya, que lo sabes perfectamente -Eric se recoloca la polla por debajo del pantalón.

-¿Y esa mano? -aprecia Sebas.

-Me aprieta.

-Mmm. ¿Te atreves a pedir las cañas o qué?

-¿No me lo dirás en serio? Estos pantalones se me marcan un poco.

-¡Pues mejor!

Sin pensárselo dos veces Eric se levanta y Sebas se fija en su delgado cuerpo, que no parece demasiado musculado, en el vello que le asoma por el cuello de la camisa que casi se le junta con la barba, pero sobre todo en su paquete, abultado por debajo del vaquero evidenciado su erección.

-Creías que no iba a ser capaz.

-Tenía mis dudas.

-¿Se me notaba?

-Una tía de esa mesa no te quitaba ojo, y cuando te has largado le ha cuchicheado algo a la amiga. Disimula, pero te están mirando.

-Las cosas que me provocas hacer...

-Me dirás que no te ha gustado.

-¿Vas a venir a mi casa entonces?

-¿Qué me harías?

-¿Aún quieres seguir?

-Venga no, dejemos algo para el camino.

-Vaya viajecito me espera -se beben rápido la última cerveza.

-La verdad es que te imaginaba más con un deportivo -reconoce Sebas.

-¿Y eso por qué?

-No lo sé. ¿Pero un todoterreno tan grande para ti solo?

-Es práctico para ir hacer deporte.

-Tampoco es que tengas cuerpo de deportista.

-Joder, no te gusta mi cara sin gafas de sol y ahora me dices esto.

-Quiero decir que no estás cachas.

-Porque hay vida más allá de las máquinas del gimnasio. Claro, como tú trabajas en uno…

-Sólo soy monitor de spinning. O sea que el coche para deportes, ¿no?

-Me cabe la tabla de surf, los esquís… Y además, que sea tan amplio viene bien para otras cosas.

-¿Ah sí? ¿Te lo has montado en él?

-Anda claro. Varias veces.

-Vaya con el Don Juan. Cuenta, cuenta, que ahora se me va a poner dura a mí.

-Una vez en Tarifa con un surfista.

-Cómo me ponen los surfistas.

-Este estaba muy bueno: rubio, pelo largo, cachitas… Y cómo la mamaba el cabrón.

-Mmm. ¿Y qué más?

-En Sierra Nevada con el monitor de esquí. Nos escapamos al coche entre clase y clase.

-¿Te lo follaste?

-¡Claro! Los asientos de atrás se reclinan.

-Ahora entiendo lo de las ventanas tintadas.

-Fue un extra indispensable. ¿Y tú? ¿Alguien del gimnasio?

-Pues sí, varios.

-¿A la vez?

-No, hombre.

-¿Y no te gustaría?

-No te diría que no. Dos pollas follándome al mismo tiempo…

-¡Joder! Hoy te tendrás que conformar sólo con la mía. Mírala cómo está -Eric suelta una mano del volante para mostrarle el bulto.

-Ya la veo, ya.

-Cuéntame eso del gimnasio, que me has prometido un trayecto excitante.

-La primera vez fue en las duchas, aunque esperamos a que todo el mundo se fuera. Era un chaval súper joven. Te diría que no más de veinte. Esto fue hace como cuatro o cinco años, así que yo tendría veintiocho o veintinueve. Bueno, el caso es que el pavo era un descarado porque no paraba de mirarme de forma provocativa.

-¿Cómo lo sabías?

-Porque me sonreía, cuando se levantaba de la bici se sobaba.

-¡No jodas! ¿Delante de toda la clase?

-Sí, porque creo que me caló.

-¿Y qué hiciste?

-Pues al ver que se hizo el remolón al final de la clase me acerqué a él y se la agarré.

-Ja, ja, ja. No es cierto.

-Te lo juro. Le pregunté que si aquello era lo que andaba buscando, y el muy cabrón me dijo que no, que lo que quería era romperme el culo.

-¡Vaya juventud! Y te lo rompió, claro.

-Pues sí. Lo curioso fue que la siguiente vez ocurrió con un maromo bastante más mayor.

-¿Cuánto?

-Yo creo que unos cincuenta.

-Vaya contraste. Al menos yo estoy en un término medio entre ellos ¿También en las duchas?

-Qué va. Éste vivía justo encima del gym, así que fue en su casa.

-¿Y te gustó? Por la edad, digo.

-El hombre estaba bastante bien. Su rabo no era gran cosa, pero después de follarme me pidió que le diera yo a él.

-¿Y le diste?

-¡Por supuesto! Nos estuvimos follando el uno al otro toda la noche.

-No te creo.

-¡Es verdad! De hecho me fui a trabajar directamente desde su casa.

-¿Y qué ocurrió? Porque teniéndolo así tan accesible... Qué práctico.

-Nada, que conocí a mi ex.

-Entiendo. Pues no debe der ser fácil trabajar rodeados de tíos cachas.

-No lo es. Aunque como te decía antes, yo la zona de máquinas no la piso mucho, y a spinning suelen venir más mujeres.

-Ya, pero en las duchas…

-Tampoco te creas. ¡Y menos mal! Porque si no estaría empalmado todo el tiempo. Una vez uno me pilló mirándole.

-Ja, ja, ja. ¿Y qué pasó?

-Que me folló.

-¡Toma ya! Ja, ja. ¿Allí también?

-Sí. Era última hora y no quedaba ya mucha gente, así que se esperó, aunque le dije que no al principio.

-¿Por qué?

-Porque me habló de una forma un tanto desagradable.

-¿Cómo?

-Al notar que le miraba la verga me susurró que si quería que me llenara la boca de putita que tenía.

-¡Hostias!

-Le dije que no me iba ese rollo, pero el capullo me dio otra orden. Algo así como que él decidía lo que me iba y lo que no.

-O sea que en plan amo-sumiso.

-Así es.

-Pero al final aceptaste.

-Sí. Quitando los comentarios que hacía, que al final ni le hacía caso, fue una follada como cualquier otra.

-¿Qué decía?

-Pues cosas de esas: “cómeme el rabo, puta”, “te gusta que te folle el culo de marica”…

-A muchos les va ese rollo.

-A ti la verdad es que te pega -aprecia Sebas.

-Hombre, me gusta decir guarradas pero no faltar el respeto.

-Como a mí. Una cosa es decir “me gusta cómo me la chupas” y otra es eso.

-Estamos de acuerdo. Ya casi hemos llegado -anuncia Eric.

-¿Te ha gustado el viaje?

-Mucho. Algo bueno tenía que tener vivir en las afueras.

-El barrio mola. Es todo muy nuevo.

-Sí, hay pocos vecinos en el edificio, así que no habrá problemas de que nos escuchen.

-O sea que podré gemir mientras me follas.

-Sí, pero que sepas que en el ascensor no podrás decir nada porque te comeré la boca en cuanto entremos. Y es el ático…

-Siempre he querido vivir en un ático.

-Joder, tú, como la chupes igual que besas vaya noche me espera -Eric se relame mientras abre la puerta.

-Ponte cómodo; voy a por un par de cervezas.

-Quiero ver el aseo ese tan chulo.

-¿Ya?

-Ja, ja. No, de momento para mear.

-Veo que hemos pensado lo mismo -aprecia Eric ya desnudo al ver aparecer a Sebas en calzoncillos.

-Sí, muy práctica la percha del aseo.

-Ven aquí, anda -el anfitrión le invita al sofá.

-Por fin puedo tocarla.

-¿Te gusta?

-Más que en fotos, desde luego. Tengo unas ganas locas de probarla.

-¿Qué te lo impide?

-Pues que no paras de besarme.

-Ja, ja. Es verdad. Me excitan tus labios. Y me excita acariciarte la espalda y el trasero mientras te beso. Y por lo que veo, a ti sobármela.

-A ver si su sabor me pone tanto como pajeártela.

-Buah, tío. Qué escalofrío al sentir tu lengua en el capullo. Y me encanta que me coman los cojones como has hecho tú.

-Olían demasiado bien como para ignorarlos.

-A ver, acércate y bésame -Sebas le obedece y se incorpora.

-¿Notas el aroma?

-Sí, y tu aliento por beberte las gotitas que he soltado.

-Qué ricas. Y eso que aún no me la he tragado entera.

-Pues cuando quieras -Eric acompaña su bajada sujetándole de la cabeza mientras Sebas se detiene en los pezones para morderlos o desliza su lengua por su velludo torso.

-¿Te gusta así?

-¡Cómo no me va a gustar! ¡Si te la has metido entera sin avisar!

-Esa era la idea, ¿no? Pensaba que no me iba a caber, pero sí, he notado tu vello en mi nariz haciéndome cosquillas.

-Así que por eso te la has dejado dentro un rato, ¿eh?

-Hasta que me faltaba el aire.

-Pues ven que te hago el boca a boca.

-Oh, gracias a tu aliento estoy mucho mejor. Y más notando tu polla frotándose con mis nalgas.

-¿Has visto qué bien fricciona gracias a tu saliva? Está tomando posición.

-Ya siento la punta en la entrada de mi agujero, ¿La notas igual de caliente que yo?

-No sé, tío. Yo me estoy poniendo a mil percibiendo tu esfínter en mi capullo.

-Oh, tío, métemela así, despacito al principio.

-Qué bien entra.

-Esta es la escena de la que me hablabas en la aplicación. Ya me tienes cabalgando sobre ti.

-Y no veas cómo me gusta. Prepárate que voy a follarte más duro.

-Oh, Dios. ¿No te cansa levantar la pelvis a esa velocidad?

-Y tú decías que no tenía cuerpo de deportista.

-Ya, y sin faltarte el aliento, porque no veas cómo gemías.

-Por escuchar tus sollozos y ver tus ojos de lujuria implorándome que te diera más y más excepto cuando levantabas la cabeza para que te lamiera el cuello.

-¿Prefieres esta postura? Ahora sí que me la puedes clavar tú.

-Antes voy a apartarte las piernas para poder lamerte el ojete, ¿quieres?

-¡Joder! Vaya lengua. Por un momento pensé que me estabas metiendo otra cosa. ¿Y ahora lengüeteas mis huevos? Buff, con lo cargados que están…

-Pues prepárate porque quiero probar tu verga.

-No es tan grande y gorda como la tuya.

-Da igual. Sabe muy rica.

-Oh, sí, me encanta que me hagas eso, que me la estrujes con la mano al mismo tiempo que me la chupas. Pero para, que no tardaré en correrme.

-Si lo retrasamos un poco, mejor ¿no? Que quiero follarte de nuevo.

-Por supuesto.

-Pon las piernas sobre mis hombros si quieres.

-Sigue, no pares. Fóllame duro.

-Sí, mmm. ¿Te gusta que te folle mientras te pajeo?

-¡Joder! Pero es que me voy a correr ya, que bastante tenía con que me taladraras el culo así de rápido y decidido como para que además me la machaques.

-Pues voy a seguir hasta verte descargar sobre tu vientre. Y después lo haré yo.

-Oh, síii. Me voy… Dios…

-Cómo me pone verte así mientras te corres. No te preocupes, que no tardaré. Mmm, mira tu leche deslizándose por tu pecho. Has descargado con fuerza, ¿eh?

-A ver tú. Sí, déjame que te pellizque el pezón.

-Me corro, sí, me corro… ¡Joder! Tenías razón en que cuanto más te excitas mejor es la corrida. Vaya polvo.

-Ya te digo. He notado tus trallazos con furia. Casi me llegan a la barbilla.

-Espera, no te preocupes por eso -Eric recoge con su lengua los restos de ambas lefas.

-Sí, ven y bésame con esos labios blancos.

-¿Has tragado? Yo sí. Me apasiona este sabor que nunca sé describir. Espera, que aún queda más.

-No dejes de besarme, tráela con los dedos.

-Venga, chúpalo, pero deja algo para mí.

-Cógelo también de mi lengua.

-Las cervezas se han debido de quedar ya frías. Voy a por otras.

-Gracias.

-¿Qué te pasa? ¿Te has vuelto a quedar muy callado? ¿Las fotos otra vez? -bromea Eric.

-No, no. Estaba pensando en lo que vamos a hacer ahora, en el suspensorio, tu cuarto de baño…