Un poco de vino

Adaptación, con algunas licencias de un comic que he visto en una de las páginas que tanto nos gustan.

UN POCO DE VINO

Hola de nuevo a todos. Como anteriormente voy a hacer un relato de una aventurilla gráfica, es decir, a partir de un comic. Realmente es una adaptación un tanto libre, pero siguiendo el guión establecido.

En primer lugar me voy a presentar. Me llamo Lola, tengo 37 años y mi marido es militar, por lo que en estos momentos está lejos de casa, por cuestiones propias de su trabajo. Les quiero decir que soy secretaria en una empresa multinacional, con un buen sueldo, pero, como contraprestación en un trabajo que no tiene horarios, y no es raro el que vuelva a casa pasadas las 7 o las 8 de la tarde, cuando teóricamente salgo a las 3. Eso si, esas horas las paga como extras, lo cual está muy bien. Cunado puedo voy al gimnasio, normalmente 2 o 3 veces en semana, y ahora que mi marido, Fernando no está, y mi hijo, Nando, ya tiene 15 años, por lo que no es un niño, de vez en cuando salgo un poco con las amigas. Quiero decir que si bien llevo un estilo de vida bastante ordenado y sano, con eso de comer bien, verduras, pescado, etc, hacer deporte de forma regular, me permito algunas licencias cuando voy con Carmen y Ana, mis dos mejores amigas desde hace muchos años. Entre esas licencias están el beberme alguna caña, copa de vino o cubata, según la ocasión, y la de fumar algún cigarrillo que otro (normalmente no lo hago, pero mis amigas si) y más esporádicamente, en casa de Ana, que está divorciada y no tiene hijos, por lo que vive sola, ese cigarrillo se convierte en un porro, ya que quiero aclarar que Ana es muy viciosa en más de un sentido. Estas ultimas cosas, sobre todo lo de los porros ocasionales se lo oculto a mi marido, ya que no le gusta para nada (el no fuma ni nada de eso). Tanto Fernando como yo somos altos (él cerca de 1´90 y yo 1´77), por lo que Nando ha salido alto y a sus 15 años ya casi tal alto como su padre, si bien todavía no está tan formado. Por supuesto que al estar mi marido fuera de casa por varios meses, había días que estaba caliente como un horno, por lo que las sesiones de masturbaciones eran más frecuentes ahora que cuando tenía 16 o 17 años.

Para no andarme por la ramas les quiero comentar lo que pasó un día, no hace mucho, que llegué a casa hecha polvo de un día agotador. Serían las 8 y media de la tarde y mi hijo ya había vuelto de dar un paseo con los amigos, ya que si bien era viernes hacía un día de perros, con lluvia fuerte y viento, por lo que no me sorprendió tanto verlo.

  • Hola cielo, que tal el día?

  • Bien mamá, ¿y tú? Pareces cansada.

  • Cansada no. Estoy agotada. He llamado a Carmen para decirles que hoy no salgo con ellas porque no puede con mi alma.

  • Si quieres hago yo la cena

  • Sabiendo como y que cocinas, creo que mejor pedimos una pizza ¿no crees?

  • Por mi genial, sabes que me encantan las pizzas.

  • Decidido entonces, en un rato llamas y la pides

  • OK

Me fui a poner las zapatillas de andar por casa, sin siquiera quitarme la falda y la camisa y me senté en el sofá de la sala de estar junto a mi hijo.

  • Nando, me puedes traer una botella de vino y una copa de la cocina

  • Claro, mamá!

Me serví una copa de la botella que trajo mi hijo. La verdad es que era un buen Rioja. Puse los pies encima de la mesita

  • La verdad es que los pies me están matando

  • ¿Quieres que te de un masaje?

  • ¿Sabes hacerlo?

  • Claro que si. Es una de mis especialidades

Mi hijo empezó a masajearme los pies. Era como estar en la gloria después de haber tenido todo el santo día los zapatos de tacón alto. La verdad es que casi me desinhibí por completo, olvidando que quien me estaba dando el masaje era mi hijo de 15 años. Lo digo porque seguía con la falda y había abierto las piernas para dejarle hueco en medio a Nando y no me enteré del panorama que tenía a su alcance el muy sinvergüenza.

  • Oh, dios mío. Esto si que es vida.

  • ¿Te gusta de verdad, mami?

  • Es la gloria

  • Me alegro de ayudarte, después de todo lo que trabajas.

  • Eres un cielo. Voy a llamar a la pizzería. ¿de que la quieres?

  • Por mí de lo que quieras.

  • Vale. Una cuatro estaciones familiar.

  • Perfecto.

Me levanté un momento para ir al teléfono y fue cuando me di cuenta del espectáculo que se estaba dando mi hijo. El muy cara no me había dicho nada. Después de llamar decidí seguir con el juego.

  • Bueno cariño, ¿terminas el masaje?

  • Claro que si mamá

Esta vez ya estaba sobre aviso, por lo que fui más explícita, y abrí las piernas todo lo que daba la falda. Bebí un poco de vino, mientras mi calentura iba en aumento. De reojo veía como Nando no me quitaba la vista de encima (a mi entrepierna). Incluso se le notaba un poco el bulto sobre el pantalón. A pesar de que no hacía calor pude observar como mi hijo empezaba a sudar. Decidí jugarmela.

  • ¿Te gusta lo que ves?

  • ¿Qué?

  • Digo que si te gusta lo que ves. Vamos como no le quitas ojo de encima.

  • Yo no

  • Tranquilo, hijo, no pasa nada. Es normal

  • No si es que la verdad, me puse a darte el masaje y no me di cuenta, pero…al levantar la vista

  • Bueno. No me has contestado

  • La verdad es que si. Me gusta muchísimo

  • Si ¿crees que tengo un buen cuerpo?

Al hacer esta pregunta me subí la falda, dejando ver completamente mis braguitas de encaje blanco, casi transparentes. En ese momento la erección de Nando tomó sus proporciones máximas.

  • Ehhh, si, espectacular

  • Espectacular para mi edad

  • La verdad es que espectacular y punto. Ya le gustaría a más de una de mis compañeras de clase tener la firmeza de tus muslos.

. Pues no es lo más firme que tengo. Mira

Me desabroché la camisa y mostré mis pechos cubiertos por un sujetador a juego con las braguitas. Decidí dar un paso más. Tiré de mis manos a la espalda y me desabroché el sostén, dejando a la vista de mi hijo mis tetas, no excesivamente grandes (talla 90), coronadas con unos pezones que son mi particular orgullo, grandes, oscuros y apuntando al cielo.

  • Guau!!

  • Ves como no eran los muslos lo más firme

  • Son preciosas. Nunca había visto unas tetas tan bonitas, y mira que he visto unas cuantas

  • Ja,ja,ja! ¿De verdad has visto muchas?

  • Hombre, en la playa, miles, pero en serio, como estas, no.

Bebí un poco más de vino. Ya no podía parar.

  • Pero además de bonitas ya te digo yo que está muy firmes. Mira, toca

Cogí la mano de mi hijo y le llevé a mi teta derecha.

  • Si, la verdad es que está muy bien… a ver la otra…si, perfectas.

  • Hombre, la verdad es que mi trabajo me cuesta… muchas horas de gimnasio, dieta…ya sabes. Bueno tú tampoco tienes un mal cuerpo. Cunado crezcas un poco y tengas más definición de los músculos…vas a ser un partidazo. A ver, quítate la camiseta….

Mi hijo se quitó la camiseta. Por supuesto que lo había visto así, pero por supuesto en un contexto totalmente diferente.

  • ¿Y a una mujer totalmente desnuda la has visto? Me refiero en vivo, no solo en revistas o en la tele

  • Pues entonces he de reconocer que no.

Armada de valor y totalmente caliente me puse en pie y lentamente me fui bajando la única prenda que me quedaba. Ya no tenía nada que esconder a mi hijo. Mi almejita estaba perfectamente arreglada, ya que voy a la depiladota casi todas las semanas. No lo depilo totalmente, ya que me gusta dejar un pequeño triangulito de pelo. Para ese entonces mi hijo estaba totalmente empalmado, ya sin disimular nada.

  • Que te parece si te quitas tú lo que te queda

  • Vale.

  • ¿Y ahora, que quieres hacer?

  • No se. Una vez vi una película

  • Y que hacían en la película?

  • No se como se llama

  • Pues hazlo lo que vistes

En ese momento mi hijo se acerca a mi coño y empieza a lamerlo. Se notaba que era la primera vez que se comía una almeja, pero poco a poco le fue cogiendo el truco para hacer que su madre se corriese de forma espectacular. Tomé la copa de vino y vertí un poco del mismo sobre mi conejo, y mi hijo lamió como si fuera un manjar. Su lengua era prodigiosa.

  • Nando, diosss, sigue, no pares…que bien me comes…siiii

  • Que gusto

  • Siii!, me corrooooo! Un poco más, un poco más!!! Oh, que buenooooo!!!.

La verdad es que me corrí como no lo había hecho en mi vida. Desde que pude coger aire vi como la polla de mi vástago seguía tiesa como una estaca. La fui a buscar con mi boca, casi con glotonería. Le hice una de las mejores mamadas de mi vida. Por como estaba se corrió en poco tiempo, pero por mi parte no dejé escapar ni una sola gota del preciado néctar.

En ese momento llegó la pizza, que recogí y dejé en la cocina y rápidamente volví a la salita junto a Nando, cuyo aparato ya volvía a estar en forma.

  • Y ahora, hijo, vas a saber lo que es echar un polvo

  • Lo estoy deseando.

  • Ya imagino.

Mi coño parecía las cataratas del Niágara, chorreaba. Lentamente me fui acomodando para que la polla de Nando fuese a donde tenía que hacerlo. Mi hijo estaba como un flan, pero se comportó como todo un hombre. Hasta ahora jamás le había puesto los cuernos a mi marido. Y ahora lo hacía con mi propio hijo.

  • Mami, así?

  • Si, así, sigue…despacio…despacio

  • Que gusto mami

  • Si mi vida, que gusto

  • Estoy en la gloria

  • Ahora mi amor, un poco más rápido

  • Así, así

  • Siiiii!, así, así, sigue , sigue, un poco más, un poco más, que me voy

  • Y yo

  • Salte, amor, que me puedes preñar. Córrete en mis tetas

  • Así, mamá, me corroooo!!!!

La verdad es que fue apoteósica la corrida de mi hijo. La cantidad de leche con la que me obsequió. Cogí un poco con mis dedos y me lo llevé a la boca. Delicioso.

  • Dime una cosa. ¿Dónde viste eso que me has hecho?

  • En una peli de papá, de las que guarda en la parte de atrás del armario de tu dormitorio

  • Bueno, pues ten cuidado cuando las cojas, para que no se de cuenta. Y ahora, sin que sirva de precedente, vamos a hacer algo muy especial…algo muy típico después de

  • ¿Qué vamos a hacer?

  • Vamos a fumarnos un cigarrito

  • ¿Tu fumas?

  • De vez en cuando.

  • ¿Y eso?

  • Bueno, hay cosas que uno se reserva

  • Espero ir descubriéndolas.

  • Tiempo al tiempo

La verdad es que fumarse un piti de vez en cuando es uno de los pequeños placeres de la vida. Mi hijo me ha prometido hacerlo solo después de echar un polvo, así que espero que salvo que sea un portento no sea un adicto

Esa noche dormimos juntos, fue la primera vez, pero no la última.