Un poco de España en México

Cambio mi mundo, y mi sexualidad.

Cuando el frío cala los huesos, como lo hace en Noviembre en el Distrito Federal, México; suelo recordar esas fechas de antaño, hace unos años yo no era quien soy ahora, creo que nunca supe quién fui por esas epocas.

Me acuerdo de ella, Cecilia... una española medio loca, la conocí justo cuando debí conocerla.

Hace 5 años -casi exactos- las circunstancias de la universidad me obligaron a hacer un viaje corto a Monterrey, llegue y, desde luego, no conocia a nadie ahí. Llegue a un modesto hotel, ya que no precisaba más que un lugar donde dormir por la noche, serían 5 noches en total. Me acerque a recepción, y me asignaron habitación, nada del otro mundo.

En ese tiempo yo tenía poco de haberme llevado una decepción amorosa muy fuerte, por eso mismo acepte ir a Monterrey, necesitaba aire fresco. Esa noche no tenía nada que hacer, así que decidí ir a algún bar, camine largo rato y encontre uno que me parecio agradable; entre y pedí una michelada. Me quede pensando en mi vida, mientras prendia un cigarro, en los pocos animos que tenía de volver al D.F y retornar a esa realidad que tanto empezaba a odiar; en fin, estaba muy ensimismada cuando de pronto se sienta junto a mí una chica preguntandome si tenía fuego. Castaña, alta, ojos verdes, no era del todo delgada, senos grandes y un lindo escote... ah, ¡y ese ascento inconfundible! Al parecer era española. Empezo a hacerme la platica, me contaba que ella estaba sola allá, que estaba trabajando en una agencia de viajes; en fin, empezo a hablar y hablar, a contarme su vida, cosa que yo no le había preguntado. Después me pregunto por mí, qué hacia, a qué me dedicaba, si mi cabello rojo era natural, si era soltera. Y pues, sin duda necesitaba yo hablar con alguien, que mejor una desconocida que no volvería a ver, ¿no?, así que comence a contarle mi situación, el porqué había decidido venir, le conte que me encontraba un tanto mal por un hombre y quería despejarme. Esa chica, Cecilia, tenía un aire tan fresco, tan alegre toda ella, dijo que invitaba la siguiente ronda. Y así se fue pasando el rato, hasta que nos cerraron el bar y aun no queríamos acabar la velada -aunque ya casi era de mañana-, entonces ella propuso ir a su depto, quedaba a unas cuadras; me parecio genial, porque yo no moria de ganas por llegar a ese hotelucho en el que me había hospedado. Llegamos y me sente en la sala, unos minutos después se acerco ella con vaso de vodka para mí. Seguimos la platica, me contaba lo lindo que es España, pero lo mucho que también le había gustado México, que no quería regresar más, aunque extrañaba a su familia.

Después de una hora de charla, se me quedo mirando a los ojos:

-Lindos deben ser cuando no lucen tan tristes ¿verdad?.

-No sé, eso creo -respondí sonrojada-

-Quien te haya lastimado tanto no te merece, trata de conocer nuevas experiencias

Cuando ella hablo de nuevas experiencias, pensé que hablaba de conocer más hombres

-No, no quiero saber nada más de hombres en unos cuantos años, estoy curada de espantos -reí-

-No hablo de hombres, ¿lo has intentado con una chica? Podría gustarte

Ahí fue cuando empece a dudar las intenciones de la chica, pero segui respondiendo como si no imaginara nada

-No, nunca

-¿Ni un beso siquiera?

-No, en realidad nada de nada

-¿Me dejas darte un beso? No puedes saber que no te gusta hasta que lo hayas probado, aparte creo que ya estamos en confianza

¡Chinga! ¿qué podía responder? En realidad siempre tuve curiosidad de besar a otra mujer, pero nunca tuve el valor, aparte siempre me han encantado los hombres -más de lo que deberían, inclulo- y pues... ¡Bueno! Allá vamos...

-Jajaja, bueno, hazlo, ya me dio curiosidad

Sin pensarlo dos veces se acerco a mí y me beso, me tomo del cabello bruscamente, me beso apasionadamente. Le respondi el beso, estuvimos así cerca de un minuto. Después se alejo, me pregunto si me había gustado -Mucho -respondí- Sonrio de una manera travieza, me agrado, aunque yo me moria de nervios, digo, ¡yo jamás había tenido un... encuentro cercano del tercer tipo con una mujer! ¡No sabía qué hacer, ni cómo hacerlo!

Me quede callada, entonces ella comenzo a hablar:

-Tienes unos lindos pechos, tu piel es demasiado blanca, me gustaría conocer tus pesones

-Jeje...

-De verdad, no seas timida, levantate la blusa, ¿sí?

En mi mente pasaban un millón de cosas, pero ya estaba caliente, cada vez estaba más mojada, todo eso me provocaba un delicioso morbo, así que bueno, lo hice.

Ella los vio -Son hermosos -dijo- y empezo a acariciar el contorno de mis pezones con su dedo indice, yo estaba cada vez más mojada, me encanto esa sensación. Luego me pregunto si quería verla a ella... respondí que sí, que ahora me la debía, así que se quito la blusa y el corpiño. Era morena clara, sus pechos hermosos y sus pezones obscuros, a diferencia de los míos, que eran rosados. Yo no supe que hacer, me dieron ganas de tocarla, pero no sabía exactamente como reaccionar. Ella tomo mi mado y la llevo a uno de sus pechos -Siente, conoce el cuerpo de otra mujer. Empece a tocarla, ya no soportaba tanto calor. Se acerco a mí y me beso una vez más, pero esta vez me abrazo, senti sus pechos chocar con los mios, hasta hoy recuerdo esa sensación y no puedo evitar humedecerme. Estabamos ahí, besandonos y sintiendonos cuando empece a sentir su mano por encima de mi pantalón, noto mi humedad, así que sin desabrochar nada, metio su mano por arriba del pantalón y llego a mi coñito rasurado y empapado, no pude evitar lanzar un leve gemido, empezo a jugar con mi clitoris mientras me besaba de una manera exquisita, yo estaba a punto de explotar, el simple morbo de saber lo que estaba por suceder, saber que quien me tocaba era otra chica, me hacía excitarme de una manera nunca antes vista. Sus dedos jugaban con mi clitorís, lo movian, lo pellizcaban, yo gemia de placer, me sentía perdida, no me importaba nada. Después de un rato así, senti su dedo indice entrar en mí, grite como nunca, grite de placer, de morbo, después otro dedo, era fascinante, sentirla, sus besos, sin saber lo que hacía empece a chupar sus tetas, desesperada como sin en ello me fuera la vida. De pronto se detuvo, yo no dije nada, sólo la miré, se empezo a bajar el pantalón, se quito la linda tanguita negra que lucía, se sento y abrió las piernas... -Comeme, dijo. Yo no sabía cómo, pero me acerque y empece a jugar con mi lengua en su clitorís, ella gritaba, se retorcia, meti mi lengua y pude probarla por dentro, era maravilloso... senti como vibraba, era algo parecido al nirvana, la senti tan humeda, sus jugos en mi cara. Me jalo y me beso, empezo a bajarme el pantalón, pero en ese momento sentí nervios, me di cuenta lo que había sucedido... escapé del lugar, juré llamarla un día.