Un plan compartido

Mi tía vuelve a España y tan pronto la veo se que me la quiero follar, ella por su parte, esto lo supe después, comparte mi pretensión, le gusta follar con jovencitos. ninguno de los dos se atreve a tomar la iniciativa, pero al final la naturaleza se impone

Nina

Querida hermana: Perdona que no haya contestado a tus correos, han sido tiempos muy difíciles para mi. Cuando leas este mail lo comprenderás.

Después de casi veinte años de matrimonio acabo de divorciarme, ya tengo la sentencia definitiva.

Mi exmarido mantenía una relación desde hace más de doce años con un hombre 20 años más joven que él.

Económicamente he salido favorecida, como sabes Mauricio es muy rico y el miedo a un escándalo de esos que salen en los periódicos le daba pánico, y mi abogado ha jugado bien mis cartas.

Me vuelvo a España, la familia de Mauricio como sabes es muy poderosa y mi vida en México podría volverse muy complicada y si me apuras, peligrosa.

El día 20 vuelo a Madrid y te quiero pedir un favor, me gustaría pasar una temporada en vuestra casa de Almería. Tengo que pensar por donde quiero encauzar mi vida.

Ya te contaré todo con más detalle.

Tu hermana:

Nina.

Así empezó la historia que voy a contar.

Soy Nina, tengo 48 años y llevaba casada casi 20 cuando descubrí que a mi marido lo que de verdad le gustan son los hombres.

No voy a decir que durante estos veinte años no he tenido ningún amante, he tenido muchos, pero solo han sido aventuras pasajeras.  Mi justificación era que mi marido no me ponía una mano encima desde hacía años y cuando lo hacía solía estar borracho.

Como a mi edad sigo estando más que apetecible me hubiera sido muy fácil acostarme con alguno de nuestros conocidos, muchos lo intentaron, pero como México es un país de cotillas y de machistas, el primero que me hubiera llevado a su cama se lo habría contado a toda la ciudad.

La solución fue acudir a mi amiga María. María dirige una compañía que se dedica a proporcionar muchachos o muchachas, generalmente de buenas familias y todos ellos estudiantes universitarios de verdad, a personas que buscan sobre todo el anonimato.

Yo he sido su mejor cliente durante casi 20 años. En ese tiempo he conocido a centenares de jovencitos a los que he usado como Klenex, quedar en un hotel, llegar por separado, echar un polvo y si te he visto no me acuerdo.

En estos veinte años solo he repetido con uno, me encantaba y además tenía el morbo de que era el hijo de unos amigos. Estuve con él cinco o seis veces, hasta que cometió el error de decirme que se estaba enamorando. En ese mismo momento corté y no he vuelto a verle, pero aún me acuerdo de lo bien que me follaba y lo dulce que era conmigo.

Una cosa si aprendí de esas experiencias y es que los jóvenes, si sabes manejarlos, son los amantes perfectos, tanto es así que no me estado con un hombre de más de 30 años en los últimos 20 años. La carne joven me pone mucho.

Cuando me casé yo era lo que se dice un cañonazo de mujer, alta, pelo negro, ojos verdes y un cuerpo de esos que hacen que los hombres, según te conocen, solo tengan un pensamiento en su cabeza: llevarte a su cama.

Tengo un buen culo y un buen par de tetas. Las tetas me las retoqué en Houston, que es donde van las mexicanas ricas a operarse, y me pusieron unas tetas perfectas, algo más grandes que las originales y con los pezones mirando al cielo.

Volviendo a España lo que quería era tener un tiempo para orientar mi vida y para desquitarme de todos los años en los que mi vida había sido una farsa en la que yo me encontraba en una jaula de oro, pero profundamente insatisfecha como mujer. Entre mis planes entraba buscarme un candidato que me follara sin descanso y sin compromiso.

Además, la familia de mi ex es poderosa y después del divorcio con toda seguridad iban a hacer cuanto fuera posible por demostrar que yo era una infiel y una promiscua y con seguridad iban a hacerlo.

Así las cosas, mi vuelo llegó a Madrid. Mi hermana y mi sobrino vinieron a recogerme al aeropuerto.

Encontré a mi hermana estupenda, es unos años más joven que yo y siempre ha sido guapa, en realidad nos parecemos mucho. Junto a ella mi sobrino Fernando al que no había visto desde hacía unos diez años. Fue una sorpresa cuando lo vi, veinticuatro años, guapo y con un cuerpazo de escandalo, de esos que antes no había porque los hombres no iban a los gimnasios.

Además, tuve la sensación de que me miraba con ojos golosones, lo que no me extrañó porque siempre he tenido mucho éxito entre los jovencitos, fueran de pago o no.

Tan pronto como le vi supe que me lo iba a follar, cumplía con todos los requisitos y quien mejor que él para ser el más discreto del mundo.

Pasé un par de días en casa de mi hermana lo que me dio tiempo para urdir un plan. Gasté esos días en contarle mi historia con todo detalle a mi hermana haciendo todo lo posible porque me tuviera lastima y no me pudiera negar nada de lo que le pidiera.

Mi petición fue sencilla:

  • Llevo muchos años sin conducir, siempre he tenido chofer y no quiero irme sola conduciendo hasta Agua Amarga, no te importaría que me llevara Ricardo.

  • Como me va a importar seguro que él lo hace encantado.

  • Yo le pagaré por las molestias.

-Tu no tienes que pagar nada, estás loca.

Y llegó el día del viaje. Era el mes de Mayo por lo que ya hacía calor.

El viaje lo íbamos a hacer en el coche de mi sobrino, un coche que antes había sido de mi hermana y que estaba pidiendo a gritos la jubilación.

Para ir calentando motores y siguiendo desde el primer minuto mi plan me puse lo que consideré más oportuno para provocar a mi sobrino. Mi vestido talismán, de tela fina como gasa, por arriba con unas tiras que dejaban al aire mis hombros, un generoso escote y largo casi hasta los pies, en principio un vestido de lo más normal, pero con truco, por delante, una línea de botones, como si fuera una sotana, que me permitían abrir y cerrar el vestido a mi conveniencia.Decidí prescindir del sujetador con el propósito de que mi sobrino viera mis tetas bailando cada vez que me moviera y sabiendo que mis pezones son un radar y tan pronto me caliento brotan como setas.

  • Solo con mis tetas, te voy a volver loco, pensé.

A todo esto, Ricardo es un muchacho encantador, ingenioso y si algún defecto le tuviera que poner sería que me pareció un poco reservado, otra posibilidad era que estuviera impresionado por la jaca que llevaba en su coche, que además era la hermana de su madre. La posibilidad de que fuera gay ni la consideré.

Nos pasamos el viaje charlando, aunque apenas nos conocíamos. Yo hablé más que él, le conté parte de mi vida haciendo énfasis en mi condición actual de mujer libre y necesitada de cariño.

Hicimos una primera parada para tomar un café cuando el sol empezaba a apretar de lo lindo. Nada que reseñar.

Al volver al coche nos encontramos dentro de un horno y a poco de reemprender la marcha tuve la coartada perfecta para empezar mi asedio.

  • Ricardo, hace un calor insoportable, estoy sudando como un pollo. ¿Como tienes un coche sin aire acondicionado?

  • Díselo a mis padres.

Mientras se lo decía desabotoné media docena de botones de mi escote, los suficientes como para que mi sobrino pudiera tener una visión clara del canalillo que separa mis tetas.

Ricardo no fue indiferente a la novedad, a partir de ese momento no pudo evitar dedicarle atención a mis carnes. Yo le miraba de soslayo a el y el miraba de soslayo a mis tetas.

si me abro más el escote nos vamos a matar, pensé.

Como el calor seguí apretando sin piedad, unos kilómetros más adelante, desabroché los botones de la parte de abajo hasta dejar al aire mis muslos. No es que yo lo diga, es que lo se, tengo unos muslos de los que vuelven locos a los hombres. La moda actual son los muslos delgados, escuálidos. Los míos no son así, son muslos potentes, fuertes, rotundos, con la estructura necesario para acompañar a mis nalgas.

Ricardo a partir de ese momento no sabía adonde mirar, de mis tetas a mis muslos y de mis muslos a mis tetas.

Mi sobrino pareció entrar en mi juego.

  • Y que planes tienes, te vas a buscar un marido español.

  • De ninguna manera, tengo dinero suficiente para vivir bien y no pienso volver a ser la señora de nadie. Yo lo que necesito es un hombre que me de en la cama todo lo que no me dio mi marido. Y si es más joven que yo mejor.

  • Pues tal y como yo te veo no te va a ser difícil.

  • ¿Y tu como me ves?

  • Me pareces una mujer de bandera, un hembrón.

  • ¿Tu crees que yo les gustaría a tus amigos?

  • No me cabe la menor duda.

  • Ya, pero eso será por el morbo de estar con una mujer madura.

  • Para nada, eres una mujer muy atractiva y muy sexy.

  • Eso es lo que pensarían tus amigos o lo que piensas tu.

  • Es lo que pienso yo y estoy seguro que así pensarían mis amigos.

  • Me vas a ruborizar, o sea que esta vieja que podría ser tu madre te parece atractiva.

  • Si no fueras mi tía, tu no te me escapabas viva.

  • Huy, que descarado se me ha vuelto mi sobrino, lo tomo como un piropo que me dices para agradarme, ahora que sabes lo vulnerable que estoy.

  • Solo digo la verdad, eres una mujer muy guapa y tienes un cuerpo de escándalo.

Para aumentar la temperatura puse los pies en el salpicadero lo que dejó mis muslos aún más a la vista de Ricardo.

La postura no se si dejaba al muchacho ver mis braguitas, pero no me extrañaría que así fuera. Mis tetas perdieron protagonismo y fueron mis muslos los que lo tomaron.

Tuve la seguridad de que ya lo tenía abducido, preso de mis carnes y loco por tomar posesión de ellas. Solo los prejuicios de que yo era su tía podían impedir el desenlace.

Tomamos una comida rápida y nos volvimos al coche, a la vuelta aproveché para decirle que con el cambio de horario me daba mucho sueño y que iba a dar una cabezada. En el restaurante fui al baño y aproveché para desabrochar botones arriba y abajo, asegurándome que iba a ponerle todo el genero en el escaparate además de darle la oportunidad de que me mirara a placer creyéndome dormida.

Me puse unas gafas de sol y fingí caer en un sueño profundo.

Ahora si, con las piernas bien abiertas, Ricardo tenía a la vista mis muslos al completo y hasta mis braguitas. Para la ocasión había elegido un tanga de color blanco de un tejido transparente que, como llevo depilado mi sexo, le daba la oportunidad de ver mi rincón más intimo.

Hoy, pasado el tiempo tengo la seguridad de que en ese viaje pudimos matarnos porque Ricardo no me quitó los ojos de encima. Y no solo eso, al cabo de un rato me llamó con voz bajita:

  • Nina, Nina.

Al ver que no recibía respuesta dio por hecho que estaba profunda y tuvo la osadía de separar parte de mi vestido que debía molestarle para tener una visión aún más clara de lo que yo guardaba entre mis muslos.

La situación me estaba excitando y mi preocupación pasó a ser que Ricardo no viera la humedad que demostraban mis bragas, o que se fijara en que estaba empitonada, mis pezones parecían querer perforar mi vestido.

Me hice la dormida hasta que llegamos a Agua Amarga, me costó trabajo porque la situación me tenía encendida.

Ricardo paró el coche y me despertó. Para ser más exacta, paró el coche y me empezó a llamar con una voz que apenas podía oír. Ante mi nula reacción y mientras seguía llamándome, llevó su mano a mis tetas y me las dio un repaso, delicadamente me las acarició, y no solo eso, como mi situación le era propicia, separó con su mano mi escote hasta alcanzar mi pezón. Su poca experiencia no se si le hizo reparar en ello, pero mis pezones seguían duros como dos piedras.

Cuando sus dedos alcanzaron mis pezones sentí un escalofrío que recorrió todo mi cuerpo en la seguridad de que ese mismo día mi sobrino iba a ser mío, y que no iba a parar hasta no sacarle la última gota de su leche.

Siguió un rato dedicándose a mis tetas y no pudo reprimir la tentación de acariciar mis muslos. Como yo los tenía separados no le fue difícil ascender por ellos hasta casi alcanzar mi tesorito, pero no se atrevió a proceder. Tan solo un ligero toque más fruto de la impericia que de la intención, pero que fue suficiente para que yo sintiera un escalofrío recorriendo mi cuerpo.

Cuando volvió su mano otra vez a mi escote hice signos de estarme despertando y Ricardo cambió rápidamente de mis tetas a mi hombro.

  • Que rico he dormido, creo que he estado soñando, pero no me acuerdo de lo que he soñado. Si se que ha debido de ser agradable porque me he sentido en la gloria.

Ricardo

Me llamo Ricardo, soy hijo único de una familia de clase media-alta. Tengo 24 años y estoy estudiando arquitectura. Soy buen estudiante y me gusta mucho el deporte. Mida 1,88 y peso 80 kilos.

Soy una persona bastante discreta y reservada para mis cosas. En mi casa no tienen ni idea de la joya que vive con ellos. Me tienen por un chico estudioso, que lo soy, poco dado a las fiestas y que nunca ha dado ningún disgusto a sus padres. Me suelen echar en cara, sobre todo mi madre, que no me eche una novia formal.

La imagen de joven juicioso, dedicado al estudio y al deporte, poco mujeriego y centrado en mi carrera es una imagen que yo hago todo lo posible por conservar, gracias a ella mis padres me dan una libertad total.

La verdad que yo conservo en el más absoluto secreto es que soy un depredador nato con una preferencia muy marcada por las madres de mis amigos. De esa manera tengo la garantía de que no se van a ir de la lengua ni siquiera con sus amigas. Tener fama de asalta cunas está muy mal vista.

Mi doble vida exige mucha precaución y no alardear nunca de nada.

Desde unos seis meses antes de que llegara mi tía había conseguido seducir a Pilar, la madre de mi amigo Manuel. Una señora que estaba en la frontera de los 50 pero a la que le gustaba la cama más que ninguna otra cosa en el mundo y, sobre todo, y muy importante, que estaba siempre dispuesta. Una llamada mía y cuando llegaba a su casa me la encontraba en pelota tendida en la cama esperando su recompensa.

Su marido era Notario por lo que ella no había trabajado en su vida, lo cual le permitía estar disponible las 24.

No se que le puede encontrar a mi polla pero según ella me dice, es la mejor polla que ha conocido en su vida. Le vuelve loca todo lo que la hago y me entrega su cuerpo para que yo lo disfrute a mi capricho sin limitación alguna. Experta en estas lides Pilar sabe que nada nos gusta más a los hombres es que nos digan lo extraordinaria que es nuestra polla y lo bien que follamos.

La verdad es que mi polla es absolutamente normal, algo menos larga que la de alguno de mis amigos, pero eso sí, son un buen diámetro y con tendencia a ponerse dura y acharolada.

Pilar fue mi primera experiencia en lo que a sexo anal se refiere. Un día mientras estábamos follando me dijo:

  • Quiero que te cojas mi culo, quiero dártelo y que me revientes. Quiero sentir ese pedazo de verga atravesándome y quiero sentir como me lo llenas de leche. Rómpeme el culo.

Lo del sexo anal, salvo por el morbo que comporta, no me pareció nada del otro jueves, pero ver a Pilar espatarrada en medio de la cama con sus nalgas abiertas y sus tetas bamboleándose cada que la ensartaba, si me pareció algo que podía repetir. Tanto es así que en alguna otra ocasión y sin que ella me lo pidiera gocé penetrándola por la puerta de servicio. Además, sabía que al hacerlo que le daba una alegría. Pilar como he dicho es una mujer muy folladora y que se entrega a la coyunda como una fiera, gime, grita, araña, pero a Pilar lo único que le gusta más que follar es entregar su culo.

Con mi polla incrustada en él se vuelve auténticamente loca, chilla como una loca y algunas veces se hace pis mientras las estoy perforando.

Ella sabe que cuando la pongo a cuatro patas lo que viene a continuación es que me cojo su culo. Le encanta. Un poquito de lubricante y la penetro sin dificultad.

  • Me has dado de sí el culo, antes te costaba más metérmela. Me vuelves loca.

El tenerla en cuatro, con su culo en pompa y con sus tetas apareciéndole por los costado es un espectáculo celestial. Me falta decir que Pilar es una mujer grande y que sus carnes son abundantes.

Soy un verdadero estudioso del cuerpo femenino y he llegado a la conclusión que las formas más excelsas de belleza necesitan de abundancia. Mis compañeras de estudios, las que hacen esfuerzos ímprobos por mantenerse escuálidas, no me ponen nada. Alguna experiencia he tenido con ellas y todas han sido para mi un desastre. Para mi la palabra clave es esa: abundancia, y cuando digo abundancia no quiero decir obesidad, y si a eso se le une la experiencia, bingo. Ambas cosas las he encontrado en mi coto de caza particular, ese en el que nadie me supondría, las maduras madres de mis amigos y especialmente en Pilar.

Las veteranas tienen algo imposible para las de mi quinta. Las jovencitas buscan como primera condición el compromiso, en realidad lo que quieren es la posesión, la exclusiva. Si dejas de verlas por unas semanas se consideran ofendidas y abandonadas. Mis presas, por el contrario, no necesitan de compromisos ni de derechos de propiedad. Pasan a formar parte de mi serrallo, a alguna me la llevo follando cuatro años. Puedo estar dos meses sin llamar a una de mis enamoradas y cuando lo hago, en vez de echarme una bronca reciben mi invitación agradecidas. Este secreto no lo comparto con nadie para evitar la competencia.

Una vez he dejado clara mi forma de pensar, resulta obvio que cuando vi a mi tía Nina sentí una oleada de placer inundándome. Ella lo tenía todo, guapa de cara, un cuerpazo hecho a la medida de mis gustos y, pensé yo, que al tenerla cerca alguna oportunidad se presentaría. Los impedimentos: ser la hermana de mi madre me iba a obligar a hilar muy fino. No podía lanzarme a la conquista, tenía que conseguir que fuera ella la que tomara la iniciativa.

Como buen español temo más al ridículo que al fracaso, y si el tiro salía mal no podía soportar la idea de que mi madre me echara una bronca por haber intentado aprovecharme de la situación vulnerable de su hermana. Me tacharía de degenerado, de enfermo y todo mi tenderete de imagen se iría al traste.

Cuando mi madre me dijo que llevara a mi tía hasta Agua Amarga pensé: no la salvan ni los antidisturbios.

Empezamos el viaje y Nina puso todo su interés en dejarme claro que era una mujer libre, dato que a mi me pareció muy revelador, lo interpreté como una especie de invitación.

Más explicita fue cuando con la excusa del calor desabrochó media docena de botones de su escote, si hubiera desabrochado uno más habría dejado sus pezones al aire. Lo se con toda precisión porque mi tía tenía los pezones erectos justo en el borde de lo que el vestido tapaba.

Lo que dejó a la intemperie eran un soberbio par de tetas. Yo tenía mejor visión del pecho que estaba más lejos de mi. Un cántaro turgente, amplio, que parecía querer explotar, y del que no pude apartar la vista. Con toda intención empecé a no mirar de soslayo, le miraba las tetas con todo el descaro para que ella tomara nota de que las estaba ametrallando con mi vista.

Cuando con la misma disculpa se abrió la falda hasta casi dejar sus bragas al descubierto tuve la certeza absoluta de que mi tía no se me iba a escapar.

Dejó al aire, para que yo los viera, unos muslos potentes, redondeados, tersos. Dos columnas de carne que yo con gusto me hubiera comido según las vi. Con el mismo descaro con el que le miré las tetas pasé a mirarle los muslos y tengo la seguridad de que Nina vio como yo le dedicaba toda mi atención.

A punto estuve de parar el coche y lanzarme sobre ella, pero un pensamiento me retuvo, igual mi tía es una calientapollas y disfruta poniendo cardiaco a su sobrino.

Cuando me dijo que iba a dormir un poco pensé que me daba una pequeña tregua, pero no fue así, me pareció que se había desabrochado más botones porque de repente tuve ante mi vista el pezón de su teta derecha y las braguitas blancas que llevaba.

Pensé que de verdad se había dormido, pero en el caso de que estuviera durmiendo tampoco me importaba. Con mi mano libre acabé de dejar al aire su pezón y empecé a acariciarlo. Me encantó: un pezón grande con la areola fruncida y pequeña, y duro como una piedra.

Del pecho pasé a los muslos. Si las tetas me habían gustado los muslos me parecieron perfectos. A pesar del peligro que ello implicaba agaché la cabeza para ver con detalle la lencería que llevaba: una mini tanga, no más grande que un paquete de cigarrillos, de tejido transparente, lo que me permitió saber que mi tía llevaba hecha la depilación brasileña salvo un mínimo mechoncito de pelo en su monte de Venus.

Tenía yo la duda de su realmente estaba dormida o estaba fingiendo y me propuse desenmascararla. Llevé mi dedo corazón al centro de su sexo y muy lentamente y con mucha delicadeza recorrí con él su sexo. Nina no pudo evitarlo y dio un brinquito lo que me convenció de que durmiendo no estaba. Me estaba dejando hacer, poniendo su cuerpo a mi disposición.

Llegamos a Agua Amarga, descargamos las cosas y sin cambiarnos ni nada nos fuimos a cenar. Frente a la casa hay un chiringuito de pescadores. Acompañamos la cena a petición suya con vino blanco helado y entre los dos nos llevamos por delante dos botellas. Nina no tardó en dar señales de que el vino la estaba perjudicando.

  • El vino me está poniendo alegre, no acostumbro a beber. Espero que seas juicioso y no te aproveches de mi condición.

  • Tía, por favor.

  • Los hombres sois todos iguales y además me has confesado que te gusto. O lo has dicho solo por animarme.

  • No, lo he dicho porque lo siento, y así un poco achispada te ves muy guapa.

De vuelta a casa mi tía se cogió de mi brazo y apoyó su teta contra él. Si hubiera tenido alguna duda sobre su consistencia ahí mismo se me abrían disipado. Más que un pecho tuve la sensación de que me había arrimado una roca.

Según llegamos a casa Nina me hizo una proposición que me dejó helado.

  • Ricardo, aquí donde me ves soy una mujer muy miedosa, te tengo que pedir un favor muy grande, quiero que duermas en mi cama. Es la única forma de que pueda descansar. Cuando lleve unos días me acostumbraré.

Tardé un milisegundo de decirle que si, que los dos necesitábamos descansar.

  • Eres un amor. Si te parece me ducho yo primero.

  • Vale, yo no tardo nada en ducharme.

Apareció en la habitación envuelta en una toalla mínima.

  • Ya tienes el baño libre.

  • Vale.

Me duché a toda prisa y volví al cuarto en calzoncillos.

  • Perdóname, pero es que yo nunca uso pijama.

  • Por mi no tengas problema, como si quieres dormir desnudo

Mientras se lo decía la miré, las sabanas le cubrían hasta la cintura, pero lo que dejaban al aire era un camisón más propio de una recién casada. De color carne, con encajes pero que dejaba ver perfectamente sus pezones.

Nina

El trayecto me había dejado más que claro que mi sobrino estaba loco por meterse entre mis muslos y yo estaba loca porque lo hiciera, pero mi plan era que el tomara la iniciativa, de manera que muy a mi pesar tenía que esperar a que Ricardo me asaltara.

Cuando apareció en la habitación en calzoncillos pude recrearme viendo el cuerpo de mi sobrino, un cuerpazo que necesariamente tenía que ser el resultado de muchas horas de trabajo. Cuando yo era joven ese tipo de cuerpos no existían, los hombres no iban a los gimnasios.

Aunque los dos nos hicimos los dormidos, los dos estábamos despiertos. Al cabo de un rato sentí la mano de Ricardo acariciando mis muslos, los recorría hasta la corva y subía hasta alcanzar mis nalgas. Le pedí al cielo que fuera más osado para darme la oportunidad de despertarme, pero no fue así.

El repaso a mis nalgas le dio la oportunidad de saber que su tía no llevaba bragas.

De acariciar de la cintura para abajo pasó a acariciar de cintura para arriba. Yo para facilitarle la tarea cambié de postura y me puse completamente boca arriba mientras mascullaba como entre sueños.

A esas alturas, yo estaba caliente como una perra, deseando que ahora que lo tenía a su alcance, su mano bajara por mi vientre en busca de mi coño. Mi gozo en un pozo, Ricardo paso una sola vez su mano por mi sexo, se entretuvo jugando con el mechoncito de pelo que conservaba en mi monte de Venus y no pasó de ahí.

Hice un último intento, volví a moverme y como algo habitual entre las parejas que acostumbran a dormir juntas eché mi muslo por encima de su cuerpo.  Casualmente fue a para encima de su polla. La noté caliente como el infierno y dura como un hierro, pero no fui capaz de provocar lo que yo deseaba.

Pensé que me debería dormir, pero el contacto con aquel pedazo de carne me lo impedía. No me pude contener, necesitaba calibrar el tamaño de la herramienta de mi sobrino.

Con la misma suavidad con la que él me había acariciado a mi bajé mi mano a lo largo de su vientre y para mi sorpresa me encontré con su capullo. En algún momento había prescindido de sus calzoncillos.

Lo acaricié con suavidad y seguí mi exploración para tener noticia de su longitud, no es una medida que me interese mucho pero sentía curiosidad. Digo que no es una medida que me interese porque mi experiencia me dice que lo importante es el grosor y la dureza. He visto vergas largas, incluso alguna muy larga, que nunca han tomado la consistencia que nos vuelve locas a las mujeres.

La de mi sobrino me pareció que tenía la longitud ideal, cuando procedí a calibrar su instrumento confirmé que estaba perfectamente dotado para cumplir con mis expectativas. No pude abarcar el tallo con mi mano.

Como mi plan era que Ricardo fuera quien tomara la iniciativa seguí con mis caricias sutiles, casi imperceptibles, pero como único modo de calmar el calentón que me consumía con mi mano libre empecé a tocarme, jugando con la idea de que, si mi sobrino no tomaba la iniciativa, yo la acabaría tomando.

La noche de Ricardo .

Tan pronto Nina dio síntomas de estar dormida hice caso a mis instintos y deslicé mi mano para acariciarla, empecé por sus muslos: carne gloriosa, tibia, firme suave como la seda. Inevitablemente pasé de sus muslos a sus nalgas, sus tetas estaban fuera de mi alcance, su brazo las tapaba. Mi primera sorpresa fue que mi querida tía tenía sus carnes al aire, o se le habían olvidado las bragas o me estaba ofreciendo el ir sin ella.

Si los muslos me habían parecido insuperables, acariciarle el culo fue una experiencia religiosa. Un culo grande, duro como una piedra y con una carne tan suave como la de sus muslos. Su postura me impedía profundizar más, por lo que después de gozar un rato de sus nalgas decidí que mejor dormir a sufrir un infarto.

Y medio dormido estaba cuando sentí que mi querida tía había echado mano a mi herramienta y la estaba sopesando, como quien va a comprar pepinos. También ella se limitó a medir lo que yo gastaba y también decidió dejar la tarea para el día siguiente.

Tanta emoción seguida hizo que me durmiera como un tronco. Y mi cerebro, que seguía obsesionado con mi tía me regaló un sueño delicioso.

Me desperté y vi a mi tía incorporada en la cama observándome. Por debajo de la fina tela de su camisón se le marcaban los pezones y a ellos dediqué mi atención con todo descaro. Nina reparó en ello y me lanzó una sonrisa de complicidad. De repente se salió de la cama, se puso a los pies y me dijo:

  • Estoy agotada, voy a acabar con esta farsa, de ella depende que te pases unos días aquí o que te cojas el coche hoy y te vuelvas a Madrid.

Antes de que yo pudiera contestar, Nina se sacó el camisón por la cabeza y se quedó en pelota frente a mí.

  • Dime la verdad, has tenido en toda tu vida un cuerpo como este a tu disposición, No me digas nada, solo se me ocurren dos explicaciones: o a pesar de lo que hemos hablado a ti lo que te gustan son los hombres, o no soportas a las mujeres de mi edad.

  • Ni una cosa ni la otra.

  • Pues entonces compórtate como un hombre, cumple como debes cumplir. Una mujer como yo te invita a que te metas en su cama y tu te quedas dormido. No he sufrido una humillación como esta en mi vida.

  • Me daba miedo que me rechazaras.

  • Que poco sabes de mujeres, te pido que te acuestes conmigo, me pongo un camisón que es más provocador que venir desnuda, no llevo bragas y tu tienes miedo de que yo te rechace. Pero aún no me has contestado: tu has tenido para ti un cuerpo como éste. Fíjate bien.

Aunque en el coche había medio visto casi todo ahora la tenía a un par de metros de mi gloriosamente desnuda.

Ya he dicho que mi tía es guapa de cara. Más que guapa, que lo es, tiene una cara de esas que cuando te mira te envía un solo mensaje: lo que mas me gusta en este mundo es follar. Una cara que invita a atacarla.

Dos tetas absolutamente perfectas, turgentes como dos globos llenos de agua, con una pequeña arruga donde se apoyaban en las costillas, grandes, pero con una areola mínima que contrastaba con el tamaño de los pezones.

Siempre he sido un adicto a los pezones y tengo comprobado que las mujeres con pezones grandes son la únicas que tienen la capacidad de correrse cuando se los chupan con habilidad. Los de mi tía estaban apuntando al techo y eran del tamaño de dos bellotas.

Toda aquella abundancia contrastaba como lo exiguo de su cintura, y a partir de esa estrechez surgía el paraíso. Las anchas caderas prometían que por detrás escondían un culo inmejorable.

En el centro de sus muslos la pequeña mata de pelo que yo había medio visto y que ahora estaba contemplando a plena pantalla.

Los muslos me parecieron lo apropiado para todo lo visto: unos muslos fuertes, robustos, potentes, de esos que si te cogen por medio y te aprietan te pueden partir de dos.

Extasiado en lo que estaba viendo no pude articular palabra.

  • Te falta por ver la joya de la corona. Con lo que vuelvo locos a los hombres.

Anduvo dos pasos hasta ponerse en mi lado de la cama y se dio la vuelta.

Llevaba razón, ante mi el mejor culo que yo había visto en mi vida. Ni el de Jennifer López ni el de nadie. El culo de Nina era y es simplemente único.

Abstraído ante tanta hermosura por fin pude articular palabra.

  • No, nunca en mi vida he tenido para mi una mujer como tu, eres una diosa y por eso no me he atrevido a atacarte, aunque me tienes enfermo. No soy maricón y para tu conocimiento te diré que desde hace unos tres años que no me llevo a la cama a ninguna jovencita. Me vuelven loco las mujeres de tu edad. Y por lo que estoy viendo tienes un culo y unas tetas insuperables.

  • Entonces a qué estás esperando, o crees que debo tomar la iniciativa. Soy una señora, muy puta pero una señora y te tienes que ganar lo que estás viendo. Cumple como un hombre.

Aprovechando que estaba junto a la cama la cogí del brazo y tiré de ella hasta que cayó junto a mi.

  • Yo ya me he confesado, ahora dime tu: Estás loca porque te folle, pero querías que yo te lo propusiera.

  • Estoy loca porque me folles como un animal, porque me desbarates, porque tomes posesión de todo mi cuerpo y quiero que hagas que me corra doscientas veces, necesito tenerte dentro, que te sacudas en mí y que me dejes llena.

Eché mano a sus ingles y me encontré con una fuente.

  • Tu cuerpo no me puede mentir, estás encharcada.

  • Ya te he dicho que me tienes muy cachonda.

Me apetecía seguir acariciando aquel manantial, pero cambié de idea y me bajé a la mina, quería degustar los sabores más íntimos de m i tía.

Follando se que no lo hago mal, pero de lo que de verdad estoy orgulloso es del manejo de mi lengua. Tengo una lengua ancha y larga que empleo con la precisión de un neurocirujano.

Me lancé sobre su coño de cabeza como los clavistas de Acapulco y mi lengua fue a caer directamente sobre su clítoris. Me encontré con un garbancito que estaba ardiendo y a él dediqué mi lengua y mis dientes.

Fue sentir mi primera embestida y ella me contestó con un berrido.

  • Cómete todo mi chocho que quiero correrme muy duro antes de que me montes, cómetelo todo.

Ubicado ya a la perfección me recreé con su clítoris, bajé a lo largo de sus labios hasta alcanzar la entrada de su vagina y la penetré con mi lengua.

Mientras tanto Nina alternaba gruñidos con gemidos.

  • Como me gusta que te comas mi coño. Me estás volviendo loca, sigue dándome lengua, canalla.

De su entrada pasé a interesarme por su culo. Bajé algo más y mi lengua pasó a lamer su ano.

  • Eres un guarro, lo que me estás lamiendo es mi culo, pero me encanta.

Paré un momento para aclararle:

  • Lo se. No es que me haya confundido, es que te quiero dar lengua en tu culo porque es la mejor manera de prepararlo para lo que viene después.

  • Me vas a encular en vez de cogerme, guarro que eres un puerco.

  • No, voy a empezar follándote, pero quiero tener tu culo preparado por si me da el capricho de ponerte a cuatro patas y metértela por detrás.

  • Eres más cochino de lo que yo me suponía, pero pierde cuidado, si te da nota el romperme el culo no te lo voy a negar, es más no necesito preparación alguna, tu enfilas tu verga a mi ano y este se abre para darte la bienvenida.

Lo entendí como una invitación:

  • Ponte en perrito que lo voy a comprobar.

  • Mi sobrino es más guarro de lo que yo creía y no se cree que mi culo se abre nada más sentir que le quieren penetrar. Cógete mi culo que me encanta. Rómpemelo.

Tan pronto la tuve en posición le separé una nalga y dirigí mi prepucio a su entrada de popa.

Llevaba razón, tan pronto me apoyé en su ano, sin el menor esfuerzo, como si hubiera pronunciado una palabra secreta, este se abrió y me metí en ella hasta que mis testículos chocaron contra sus nalgas.

  • Que gorda la siento, mi amor, me tienes el culo lleno de verga. Me estás dando mucho gusto. Quiero que me llenes la panza con tu leche, quiero sacártelo todo. Dame bien duro, rómpeme el culo con tu polla.

La cogí por las caderas y empecé un mete y saca al principio lento pero profundo, para poco a poco ir cogiendo velocidad y violencia en cada empujón.

Mi tía, siguiendo sus rutinas empezó a berrear, y entre medias:

  • Que ganas tenía de coger, he pensado en violarte según te metiste en mi cama porque estaba ardiendo.

  • Y por qué no lo has hecho.

  • Ya te lo he dicho, yo soy una señora. Muy puta y muy folladora, pero una señora.

  • Esta noche me has cogido la polla.

  • Necesitaba saber si tu trabuco merecía la pena.

  • Y la merece.

  • Me tienes el culo lleno. Tu también me estuviste acariciando el culo.

  • No me puede contener, me tenías encendido.

  • Los dos estábamos despiertos, los dos calientes y los dos sin hacer lo que queríamos hacer los dos. Somos idiotas, pero vamos a recuperar el tiempo perdido.

  • Sigue dándome verga que me estás dando mucho gusto, además mientras tu me enculas yo me acaricio mi chocho y siento que se me va la cabeza del gusto. Dame mas duro, dame todo lo duro que puedas.

Agarrado a aquellas dos tremendas nalgas empujé como una bestia. Le hundía mi daga hasta el fondo y salía de ella hasta casi alcanzar su entrada, y desde ahí me volvía a sumergir entre sus cachetes.

Nina dejó de hablar para dedicarse a sus gemidos y desde ellos a chillar, chilló como si la estuviera matando. No se el tiempo que estuvimos follando, si se que disfruté como un loco tomando posesión de su culo.

  • Mi tía cuando sintió que yo le entregaba mi regalo me lo hizo saber.

  • Noto que me estas llenando el culo con tu leche. Me estoy corriendo sintiendo que me estas llenando. Dámelo todo que me estoy corriendo muy rico. Me vas a matar.

En el momento en que sentí que me corría me desperté. Mi polla, como no podía ser de otra manera, estaba apuntando al techo y en ese mismo momento decidí acabar con el engaño que los dos habíamos venido manteniendo.

La postura de mi tía facilitó mis intenciones, estaba echada boca arriba con los muslos ligeramente separados. Sin pensar si podía estar dormida o despierta le separé las piernas hasta hacerme un hueco entre ellas, me coloqué donde debía y sin más preámbulos dirigí mi verga su entrada hasta enterrarla en ella.

Un pensamiento me vino a la cabeza, esta mujer esta lubricada esperando visita las 24 horas del día, que bendición.

Una vez que estuve dentro me mantuve un momento quieto, quería que las paredes de su vagina se adaptaran al intruso. Como no era cosa de seguir perdiendo el tiempo, poco a poco empecé a entrar y a salir de ella. Sin violencia, pero son fuerza. Al cabo de unas acometidas, mi tía habló:

  • Me estas violando sin mi consentimiento.

  • No, te estoy follando que es lo que queremos los dos, pero si me das la orden me salgo ahora mismo de donde estoy.

  • Si me la sacas te mato. Llevo desde esta mañana deseando que me violes, que me tomes por asalto y me folles como un animal. Dame polla, mi amor, dame polla que estoy muy caliente y siento que me tienes el chocho lleno.

En este primer encuentro descubrí una condición de mi tía muy poco frecuente, si hubiera sido un hombre le habrían calificado de eyaculador precoz, Nina no necesita sino media docena de empujones para alcanzar el orgasmo y a partir de ahí se sigue corriendo cada vez con menos pausa entre orgasmo y orgasmo. Después de un tiempo le pregunté por cuantas veces se corría en cada polvo, su respuesta fue: no puedo contarlo, muchas. Una vez un amante las fue contando y lo dejó cuando llevaba 26. Subo hasta correrme y me quedo ahí y al instante me viene otro y luego otro. Ahora entenderás mejor por qué me gusta tanto coger.

Sin en ese momento conocer las peculiaridades de mi tía, me lancé a la tarea con embestidas cada vez más profundas y más violentas. Pensé que era la novedad cuando Nina me anunció que se iba a correr.

  • Me voy a correr, me voy a correr, me estoy viniendo muy duro, dame verga que siento que me vengo, pero cuando yo me corra no te pares que me quiero seguir corriendo. Sigue, por dios, sigue cogiéndome y dame todo lo duro que puedas.

De repente una convulsión

  • Me estoy corriendo, me estoy corriendo muy rico, me vengo Ricardo, me vengo toda, me estás matando de dicha, sigue cogiéndome, sigue que me vas a hacer correrme otra vez, sigue, sigue.

Naturalmente que seguí y apenas un minuto después mi tía me volvió a avisar de que se volvía a correr.

  • Me vengo otra vez, me vengo otra vez más duro, me tienes encharcada y estoy muy perra, sigue cogiéndome que me vuelvo a correr.

Yo no me preocupé de contar las veces que llegó a su climax, si se que fueron muchas lo que contribuyó a ponerme a mi incandescente.

Seguí follándomela cada vez con más ímpetu, cada vez más salvajemente buscando mi propia satisfacción.

En algún momento pensé que con las embestidas que le estaba dando la iba a perforar, pero cuanto más apretaba yo más verga pedía ella.

En medio de aquella vorágine Nina me hizo una sugerencia que acabó de volverme loco.

  • Cógete mi culo, rómpemelo, lléname la barriga con tu leche. Por el culo tardo más en correrme, pero los orgasmos son más fuertes. Me vas a matar.

Se dio la vuelta y se puso en cuatro ofreciéndome su entrada secreta.

Tal y como vi en mi sueño mi tía me dijo:

  • No temas, no necesito ninguna preparación para abrirte todo mi culo. Enfila tu verga a mi ano y según lo sienta mi culo se abre y te deja entrar.

Palabra de santo. Apunté con precisión y tan pronto mi prepucio entró en contacto con su esfínter, su culo se abrió y de una sola puñalada penetré hasta que mis testículos chocaron contra sus nalgas.

  • Dame todo lo duro que puedas, sácame tu verga por la boca, trátame como si fuera una puta arrastrada, con una polla en mi culo me gusta que me llamen puta reputa.

Agarrado a sus rotundos cachetes yo me sentí en el paraíso. Empujé como un animal y mi tía me recibió encantada.

  • Me tienes el culo lleno y me estás follando muy rico, mejor de lo que yo esperaba, me vas a hacer correrme otra vez. Si cuando me corra se me va la cabeza no te preocupes y sigue dándome polla, en un momento vuelvo en mi y me gusta recuperar el sentido y ver que me sigues follando como un animal.

  • Cuando te vi en el aeropuerto pensé en follarte, lo que no sabía en ese momento es lo puta y lo folladora que eres.

  • Soy mucho más puta y más insaciable de lo que tu puedas imaginar. Te gusta mi culo, te gusta que te lo haya ofrecido.

  • Me vuelve loco, verte así espatarrada y con tus tetas bamboleándose me vuelve loco.

  • Cógeme las tetas, cógemelas y muérdeme en el cuello.

Mi primer mordisco fue leve.

  • Muerde más duro, muerde y sóbame las tetas que me tienes muy cachonda y siento que me voy a venir, quiero que me des tu leche, la quiero toda, y si te da más morbo me la sacas del culo y me la das en la boca.

Seguí cogiéndome su culo y sentí que me iba a venir, una primera oleada de placer recorrió mi cuerpo, preludio de mi eyaculación.

  • Me voy a correr en ti, apriétame con tu culo que te lo quiero llenar.

Su contestación fue cerrar sus esfínteres y darme un apretón que pensé que me iba a partir mi polla en dos.

La maniobra debió de excitarla a ella también.

  • Me estoy corriendo, me estoy corriendo como una puta, me voy toda y se me está yendo la cabeza.Te siento, siento como me estás entregando toda tu lechita y me estás dando un orgasmo muy rico, me corro mi amor sintiendo tu leche inundándome.

Y nada más sentir que yo le entregaba todo lo que tenía, mi tía se desplomó sobre la cama.

Su único signo de vida eran los suaves gemidos que seguía produciendo.

Con mi polla clavada en su culo y mis manos cogiendo sus tetas el que mi tía estuviera medio inconsciente me dejó sin posibilidad de moverme.

Así estuvimos un rato hasta que Nina empezó a dar síntomas de volver a la vida.

  • Que polvo tan rico me has echado. No se si vas a poder aguantar mi ritmo. Ahora que se como follas voy a querer que me folles a todas horas. Que gusto que todavía tengas tu polla dentro de mi culo. Bueno, ya has conocido lo puta que es tu tía. Quieres quedarte aquí conmigo unos días.

No me voy hasta que tu me lo mandes.

Pues prepárate porque te vas a pasar el día y la noche follándome

Acabamos pasando unos dias juntos pero eso será motivo de otro relato.

Agradezco mucho los comentarios y las sugerencias. Ah y los votos.

P.D. mi último relato lo publicaron y después lo retiraron, les escribí pero no me han contestado. Espero que no hagan lo mismo con este.