Un pija increible (5)

Mi padre de nombre Adán, mejor conocido en este sitio web todos relatos como Aldana, había apagado su puta interior hace casi 10 años solo quedaban los relatos eróticos de las terribles cogidas marcadas como tatuajes en su ano, pero era hora que su hij@ comenzara y que mejor que con la pija familiar

UNA PIJA INCREIBLE V

Hacía un tiempo que descubrí que mi padre follaba a escondidas con centenas de hombres pero había uno en particular que según sus palabras lo hacía “sentir una verdadera hembra en sus brazos”, aquel hombre se llamaba Javier.

Todavía recuerdo como hace ya más 20 años hallé indicios de su feminidad escondida, encontré en su auto lencería de mujer más bien de puta, ya que dichas prendas además de ser en extremo eróticas estaban almidonadas de leche de hombre, en esa época era común que diferentes hombres y mujeres llamaran a casa preguntado por mi “padre”, sobre todo una mujer de nombre Andrea y un tipo de voz educada el renombrado Javier; tanto mi madre como mis hermanos nunca sospecharon nada, sin embargo a mí me mataba la curiosidad de saber si mi padre tenía otra mujer así que lo seguí un día sin que se percatara de mi presencia y cuál fue mi sorpresa, no solo que mi padre no tenía una amante mujer, sino que estaba sometido con dos hombres robustos uno besándole la boca y otro arrimándole lascivamente el paquete a sus nalgas en mera vía pública, rápidamente los tres entraron a un auto y él procedió a ponerse una peluca rubia para que a la brevedad se transformara en ella y empezara a comerse la polla de uno de los hombres, esa escena me marco toda la vida pero al mismo tiempo me nacieron unas ganas de probar y ser cogido por una verga como la que comía papá.

Mi padre de nombre Adán, mejor conocido en este sitio web todos relatos como Aldana, había apagado su puta interior hace casi 10 años solo quedaban los relatos eróticos de las terribles cogidas marcadas como tatuajes en su ano, pero era hora que su hij@ comenzara y que mejor que con la pija familiar de 27cm.

En el baúl de los recuerdos de Aldana había un sinfín de fotografías, consoladores, tangas y videos de su época de puta de papá, si bien es cierto él sabía que yo tenía conocimiento de su vida pasada como “mujercito”, también lo es que nunca volvió a transformarse en ella y menos aún se enteró que yo su propio hijo también tuviera un desliz por las pijas venudas y gordas, así fue que un día leyendo su relato de “Una pija Increíble” conocí en fragmentos al semental favorito de mi papi, si aquel por el cual se perdía fines de semana en Mar de la Plata.

Pasaron los años y me case, pero de vez en cuando me escapaba al baúl de Aldana, ese lugar era mi favorito ya que podía probarme esa lencería con rastros de semen seco que alguna vez uso mi padre para ser la puta de alguno de los tantos hombres con los que estuvo, así mismo mientras me vestía con los corpiños de papá me encantaba encontrar placer con los consoladores marcados con el nombre de Aldana en cursiva, los cuales seguramente habían sido un regalo de los innumerables amantes de mi padre, llegaba a mi clímax cuando veía los videos y fotos de Aldana, unas con ropa y otras desnuda, en diferentes poses algunas sola y otras acompañada de travestis o cogida por ciertos machos, ese era mi ritual para aliviar mi calentura y así lo fue por 6 años.

Sin embargo un día mi padre dejo abierto su Facebook y me percate que en su bandeja de entrada tenía 100 mensajes del macho de la familia, Javier, hacia 4 años que no tenían respuesta, mi calentura subió al cien y le mande por mensaje mi número personal por mensaje, a los 20 minutos sonaba mi móvil con un numero privado supe que era el, sentí un ligero cosquilleo en mi culito que termino en mi pene y conteste:

Javier: ¿Aldana? ¿sos tú?

Yo: Si, así es

Javier: Hace años que te buscaba, necesito tu culo de madura

Yo: Yo también papito, veamos necesito tu pijota

Javier: Veámonos en mi nueva casa de Mar de la Plata

Yo: Papito sos un macho tremendo, si me encantaría ya que te tengo una sorpresa.

Me dio su dirección y quedamos para el sábado. Inmediatamente sentí como mi culo se hacía agua, ya que por fin podía estar con el hombre que supo somete con esa mezcla de dulzura y bestialidad a mi padre. Me subí a mi coche el sábado temprano vestido de hombre, paré en una estación y me convertí en “Aldana”, para la ocasión lucí su famosa peluca rubia, ligas negras con su correspondiente liguero, tanga y sostén de encaje con relleno y una pollera rosa muy ajustada a la altura de mis muslos, que marcaba mis caderas e insinuaba mis ganas de pene.

Encontré aparcamiento justo frente a su hermosa casa, y con mis tacones de seis centímetros contoneé mi culo hasta tocar el timbre. Me abrió un hombre grandote como de 66 años de cabello casi blanco y se me quedó viendo fijamente

–        Tú no sos Aldana – dijo

  • No, soy su hijo o mejor dicho hija – dije

Al principio pensé que iba a sentirse defraudado yo sentía que mi pollera se caería en cualquier instante por la vergüenza de no ser la verdadera Aldana, sin embargo entre a su casa y esperé con el corazón en un puño, pero al momento que procedí a sentarme en el sofá, Javier se sentó a mi lado y me cogió por la nuca, me acercó a su cara y me plantó un beso en toda la boca, yo sentía la erección de mi diminuta pija. Utilizó la lengua y me la metió hasta el fondo.

Me puso tan caliente y mientras me besaba, me puso de pie y comenzó restregarme los 27 cm más preciados de mi familia, yo me sentía como la hembra más lasciva del mundo. Me sacó la pollera y quedé solo con la ropa interior de mi padre. Me miró.

-         Sos toda una belleza como la auténtica Aldana – dijo.

Me puse colorada y le metí la mano dentro de su pantalón, y me quede atónita al tocar con mis propias manos el tamaño del hermoso choto que solo había leído en relatos, era de dimensiones fuera de lo común. Debo reconocer que en ese momento me sentí orgullosa de ser hija de Aldana ya que no me podía creer como mi padre se había comido por el ano esa terrible poronga.

-         ¿La queres lamer? – preguntó.

Asenté con una sonrisa en la cara y tomé ese enorme choto entre mis dos manos, no podía creer el tamaño era una pata de caballo ante mis ojos, y comencé a chupar esa formidable herramienta como podía, cabe mencionar que no era mi primera pija pero por más que trataba, en mi boca, no entraba más que su rojo glande, me encantaban sus bolas de macho alfa, grandes y peludas como dos pelotas de tenis, eran tal y como Aldana había relatado, me arroje a lamerlas una por una con mi lengua rosada. Después de varios minutos de saborear ese manjar de putas en todos sus ángulos, busqué en mi bolso y saqué el lubricante y condón.

Comenzó a reírse y al ver su dentadura blanca me enamoro por completo.

-         Ese no me cabe – me señaló con una sonrisa.

Mientras sacaba uno de sus condones de la cartera, era enorme cual globo de payaso y ancho como su mano, yo me apuré en preparar mi rosado ano con el lubricante para una penetración inolvidable. Me sentía ansiosa y nerviosa por tener que meterme el choto del macho de papá en mi culo y a la vez encendidísima.

Cuando se colocó el condón me puse a inmediatamente encima de él, cara a cara con el macho más varonil que alguna vez estuve y por el cual papa nos dejaba fines de semana completos, ahora comprendía el por qué. Me hizo a un lado la tanga, agarré su gran poronga y la apunté con ambas manos en dirección a mi ano. Me la empecé a meter en el culo, sintiendo que la dilatación me desgarraba, notando y sufriendo cada centímetro que me introducía Javier, me dolía como nunca, no pude metérmela toda era prácticamente imposible. No entendía como Aldana pudo devorársela entera, ninguna pija que había probado anteriormente se comparaba con esta. Así que le suplique a Javier que me desclavara un momento y mi rostro esbozaba signos de dolor.

-         Tu padre hizo las mismas muecas y sonidos de maricota cuando la penetre por primera vez – me dijo Javier con una sonrisa pícara.

Hay sentí la obligación de poder comérmela entera por mi orto tal y como hace tanto tiempo Aldana lo hizo. Más allá del dolor se encontraba la excitación de superar a mi padre como puta. Así que empecé a bombear con delicadeza mientras el macho de la familia se quedaba quieto y me agarraba el culo jadeando de placer. Yo gemía sensualmente por primera vez estaba segura que por fin le estaba dando placer a Javier, entre el dolor y el placer, no sabía dónde me encontraba, lo único de lo que estaba segura es que un macho de la calidad de Javier debía ser bien complacido y como hijo de Aldana ese era mi deber de hembra.

Me movía en círculos encima de su pija pero todavía podía agarrar con mi mano un buen pedazo de poronga que quedaba sin entrar. Le pellizcaba los huevos y el mis pezones y a mi Javi le encantaba.

El tiempo pasaba tan lento y rápido a la vez, el placer me inundaba y comencé a perder el control de la cogida, en ese instante yo ya era un hembra como alguna vez lo fue Aldana, hecha para dar solo placer sexual a un macho totalmente excitado que poco a poco atacaba en cada embestida dentro mío, abriéndome cada vez más como una delicada flor. Mis gritos eran de una calentura irreconocible en un “hombre”, el dolor ya casi no existía, y tal y como alguna vez escribió Aldana, “mi mundo en ese momento empezaba y terminaba en Javier, cogiéndome sin miramientos”. Eso sí era un hombre como Dios manda y no los amantes con quienes anteriormente me acosté. Cualquier hombre era un torlo de pija pequeña al lado de mi Javi.

De repente Javier me desclavó de su miembro, y empecé a chillar como niña pequeña cuando le quitan su caramelo. Él lo noto enseguida y me ofreció una gota de semen que pendía de su glande junto otras que se deslizaban en su formidable tronco. Yo abrí la boca y me abalance sobre mi caramelo para degustar ese néctar de macho y al mismo tiempo el sabor de mi ano impregnado en su pija.

Sin embargo mi macho no tardo en ponerse de pie y me levantó las piernas, vientre contra vientre, penetrándome de vuelta con una facilidad asombrosa. Era tal la presión de su poronga contra mi culo que mi pene no se pudo erectar, pero sentía un placer inmenso casi orgásmico, al verme perforada por esos 27 cm a través del espejo de la habitación.

Javier apretó más duro y me metió casi por completo su pija. Gemí de placer y dolor. Empujó más y sentí que me desgarraba, de pronto de un empujón me embullo toda su poronga, por fin podía sentir su vello púbico haciéndome cosquillas en la entrada de mis nalgas. Nadie había llegado a tales profundidades de mi ano así que gimoteé como una zorra loca, tal y como hace tanto tiempo mi padre lo había hecho en brazos de este portento de hombre.

Era tanto aquel volumen, aquella extensión de carne de macho que el placer se me hizo inalcanzable y sublime. Entonces pasó los brazos por debajo de mis piernas, me agarró por la cadera, me quito la tanga y por la espalda me levanto colgando de su enorme pijota, me empujó contra la pared y siguió cogiéndome, ya sin ninguna compasión y consideración a mi culo blanco.

En mi vida me había sentido tan mujer, tan sumisa como en ese momento. Tan liviana, tan débil, tan frágil, tan pequeña, tan mujer y tan bien follada. Mi macho Javier seguía bombeando sin parar, golpeándome contra la pared una y otra vez. Me sentí tan hembra que empecé a gritar como Aldana según sus palabras y al poco me corrí sin siquiera erectarme, mojándonos a los dos de lefa de marica.

Cuando apoyé mi cabeza sobre su hombro, totalmente exhausta y todavía con su poronga dentro de mi ano, me percaté como la pija de Javier se hinchaba de tanto semen acumulado, al instante sentí como casi un litro de leche de macho se desbordaba de mi ano hasta mis muslos, Javier continuo penetrando que su miembro poco a poco perdió la dureza y la sacó por completo, haciéndome sentir vacía pero satisfecha por haber cumplido mis obligaciones de “mujer”.

Charlamos un rato más, yo con el culo inflamado todavía dilatado y húmedo pero sentada en sus piernas, quería quedarme todo el día así.

-        Oh nena con vos me he sentido de vuelta que con Aldana, tenes las mismas nalgas blancas y apretadas que tu padre, pero sos más joven – dijo Javier

-        Papi mmmmmmmmmm yo nunca había tenido una pija tan gigantesca que me hiciera sentir toda una puta – Le dije en medio de gemidos y con un dedito en mi boca.

-        Que bueno nena, por cierto, ¿cuál es tu nombre? – me pregunto Javier

-        Aldana, papi, Aldana Jr es mi nombre - Le conteste.

El siguió jugando con mi ano, mientras yo masturbaba su pija, la cual recobraba su firmeza. Me dormí dándole la espalda, completamente desnuda abrazada por Javier con su poronga atravesandome, tal y como lo hizo mi padre hace tanto tiempo.

La realidad había superado Aldana.

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