Un pésimo día

Caí en sus redes.

UN PÉSIMO DÍA

Jorge había viajado hace ya una semana y a las justas me respondía el celular porque estaba muy ocupado en sus malditas reuniones. A veces tenía la impresión de que estaba con otra y que me estaba viendo la cara de estúpida; en fin lo extrañaba mucho, a él y a las noches de locura del cual ambos siempre éramos protagonistas.

Me sentía vacía sin su presencia, el no salir a bailar un rato. Cuando lo llamaba me decía que regresaría dentro de una semanas que para mí ya eran eternos. Bueno así es el trabajo y hay que aceptarlo.

Para no sumergirme en mi depresión opté por regresar del trabajo caminando, esto con la intención de ver el ajetreo de la ciudad, las personas deambulando a paso ligero por las calles, las tiendas y la variedad de productos que ofrecían, todo con el fin de despejar los pensamientos locos que pasaban por mi mente, al creer que mi flaquito me engañaba con otra.

Entré a diversas tiendas, incluso me compré unos zapatos rojos preciosos, avancé caminando a paso lento, disfrutando del paseo y fue allí que llegué a dar con una calle en la que había una especie de terminal, tráileres para ser más exacta. Aquellas personas que no se vestían nada bien y que sus modales estaban por debajo del estándar ético. Como era de esperarse todo un grupito empezó a molestarme y afanarme, me hice la sorda y continué mi camino, pero más adelante me topé con uno de ellos.

Hola preciosa, cómo estás?

Deje de molestarme que estoy apurada

Vamos muñeca, no seas descortés solo respóndeme el saludo

Pues me encuentro bien gracias, y ahora con su permiso.

La plática fue breve porque le mostré la cara más enojada del planeta, él se dio cuenta y no insistió, así que me retiréi de allí.

Continuaron mis llamadas a Jorge, y este que no daba rastro de vida alguno, ya para esos días regresaba a mi casa con Alberto (un compañero de trabajo, que labora en la misma área), él me acompañada todos los días, pero un día tuvo algo urgente que resolver así que me tocó regresar sola.

Eran aproximadamente las 7:40 de la noche y retornaba de lo más tranquila, de pronto se me cruzó un hombre en el camino. Era nada más y nada menos que aquel vejestorio de la vez pasada, para nada guapo y con una vestimenta barata.

Hola nuevamente preciosa, qué te trae por acá?

Estoy regresando a mi casa, buenas noches

Eres muy bonita lo sabías, te invito a tomar una copa, qué dices? - me dijo acercándose

No gracias, tengo un compromiso pendiente, con permiso

Solo un trago muñeca, por favor

En verdad no puedo señor, por favor no insista.

De pronto corrió con dirección al terminal, parecía un loco, sorprendida por aquella reacción continué mi camino y pasos más adelante escuche una voz.

Espera!!!!

Grande fue mi sorpresa al ver aquel anciano correr hacia a mí, con una botella y dos vasos entre las manos.

Uff !!...Preciosa si no deseas ir a un lugar, al menos acéptame una copa aquí, por favor.

Ese gesto me pareció muy bonito y gracioso, así que acepté la copa, nos sentamos debajo del árbol y comenzó una pequeña plática.

Dime preciosa que edad tienes, veo que siempre pasas por aquí, se puede saber de dónde?

Tengo 23 años, y mi trabajo queda a 5 cuadras de aquí.

Ah que bien, yo tengo 53 años y mi nombre es Mario.

Jenny, un gusto – le dije extendiéndole mi mano..

Bonito nombre Jenny – respondió besándome la mano.

Gracias – le dije sonrojada

Estuvimos un rato charlando, no sé de dónde sacó otra botella, pero ya en media hora de estar bebiendo me sentía mareada, eran aproximadamente las 8:30 pm, así que decidí que era hora de retirarme. Me levanté y me despedí de mi acompañante, sin embargo me balanceé y casi me caigo, para suerte mía, él me agarró de los brazos.

No te vayas aún, acompáñame un ratito mas

No!, ya es tarde, tengo que irme.

Por favor, solo un ratito más.

No puedo, tengo cosas que hacer, además ya es tarde.

Haciendo omiso a mi petición, me abrazó y posó una de sus manos en mi muslo comenzando a acariciarme, traté de separarme pero él no me dejó.

Tranquila, no va a pasar nada – subió su mano al centro de mi ser y comenzó a frotarlo suavemente.

No!, déjame por favor - me escuchaba tratando de separarlo de mi.

Vamos preciosa, nadie sabrá nada, esta será la única vez y no nos volveremos a ver – su mano estaba frotando mi conejo por encima de mi pantalón, haciendo que me calentara al instante.

Me encontraba apoyada al árbol y atrapada entre sus brazos. No recuerdo en qué momento correspondí a sus caricias, era obvia mi reacción, el alcohol en la sangre, mi novio lejos, el apetito sexual que me invadía ya desde días atrás; factores que me hicieron acceder a la invitación de aquel desconocido. Comenzó a besarme agarrándome las piernas con ambas manos para que el bulto de su pantalón frotara descaradamente con mi conejo.

No, aquí no por favor, vamos a otro lugar – ¡cielos! – yo había dicho eso?.

Estas rica muñeca, esta noche te haré mía – me dijo

Me llevó a su casa que para mi sorpresa era a media cuadra del terminal; ni bien entramos nos besamos con pasión y desenfreno, me sacó en segundos el pantalón y la blusa y comenzó a acariciarme la vulva por encima de mis bragas, su lengua invadía salvajemente mi boca y su mano libre se había apoderado de mis senos. Para ser una persona de edad, aquel viejo tenía la vitalidad de animal, su dedo ya estaba penetrándome a gran velocidad y mis gemidos se hicieron más fuertes, pero hasta esos momentos el aun seguía con la ropa puesta, un orgasmo hizo que gritara como loca y caí al piso exhausta

Mi acompañante aprovechó aquellos minutos para desnudarse, posteriormente me agarró entre sus brazos llevándome a su cama, me depositó sobre ella y se coloco encima besándome nuevamente, jugando con mi cabello y apretándome los senos con sus manos, yo gemía y lo acercaba hacia mí, tratando de sentir su verga, él se dio cuenta y apuntó su falo en mi vulva y me penetró lentamente, solté un suspiro; alcancé a ver una sonrisa en sus labios, a mi ya no me importaba nada, sus embestidas eran lentas y certeras, sabía hacer muy bien el amor, y poco a poco fue aumentando su velocidad, su verga entraba y salía de mi ser obligándome a abrir más la piernas y sentir más rica la invasión, él gemía y yo gritaba como loca, aquella verga me llenaba toda, sentía que no podía mas y acabe de explotar junto con él.

Cayó rendido sobre mí, sentí sus labios rozar en los míos nuevamente, su dedo se adentró en mi conejo para luego alojarse en mi boca, parecía una puta comportándome de esa manera.

Se acostó boca arriba y me dijo que lo cabalgara, yo emputecida y cegada por el placer me ubiqué encima de su verga y me fui penetrando yo misma, comencé a subir y bajar, la sonrisa de felicidad en sus labios me decían que lo estaba disfrutando, aceleré mis movimiento y en menos de cinco minutos nos invadió otro orgasmo. Caí sobre él cansada y satisfecha.

Al poco rato, después de la gran sesión de sexo que tuvimos, me cambié y poco a poco sentí que me invadía el arrepentimiento, "hasta otra oportunidad" – me dijo, estaba loco!! – no iba a ver otra oportunidad.

Llegué a mi casa, tomé un baño para luego comenzar a llorar, había caído en las redes de un viejo verde…miré mi celular y habían llamadas perdidas de Jorge. Esta vez no lo llamaría, esperaría mejor para mañana, como soy una persona segura de mi misma, me relajé y prometí olvidar el tema, ingerí una pastilla y me acosté a dormir.

Al día siguiente, después de llamar a mi flaquito, acudí a la oficina de lo más natural, aquel suceso había quedado en el pasado, al promediar el medio día me llegó un sobre con un remitente desconocido, al abrirlo encontré un cd y mayúscula fue mi sorpresa al ver el contenido, el viejo y yo teniendo relaciones en aquella casucha. Se me enfrió la sangre, adjunta había una nota que decía:

"Mira la putita que me tiré, y no me costó nada, si quieres el video búscame mañana a la misma hora, ya sabes dónde"

Ahora que iba a hacer?....

Continuarᅅ..