Un pervertido con máquina de taladrar
Un pequeño agujero para la humanidad, una gran visión para un hombre.
Hasta ahora he relatado las primeras experiencias con mis dotes de control mental en la serie "un degenerado con poderes", pero estoy atascado en la tercera parte y para oxigenarme un poco quiero contar en un margen otro tipo de recuerdos, lo que era mi mayor perversión antes del accidente: el voyeurismo.
No voy a contar mis experiencias por orden cronológico, no me apetece ahora mismo remontarme a la prehistoria, simple y brevemente quiero relatar la primera vez que conseguí ver desnuda a la hermana de mi mujer.
En esos momentos aún era mi novia, llevábamos poco tiempo juntos y tanto ellas dos como su hermano vivían con sus padres. Fue precisamente un verano que por trabajo Clara, mi actual mujer, se quedó sola en casa mientras los demás disfrutaban de su casa en la playa cuando preparé el terreno: ella no me dejaba que me quedara si no estaba pero una noche después de follar allí cogí unas llaves del mueblecito donde las guardaban esperando que no se diera cuenta.
A la mañana siguiente, cuando ella estaba trabajando fui a la casa con mi buena amiga la taladradora e hice uso de ella en un lugar estratégico que ya tenía pensado. Aunque no lo haga aposta, cuando estoy en un baño que no es el mío miro posibles lugares donde podría haber un agujero con vistas a la ducha. En casa de Clara lo vi claro valga la redundancia: justo enfrente de la bañera estaba el portarrollos, un pequeño taladro justo debajo no se notaría y cuando vi el otro lado de la pared la sonrisa se salía de mi cara. Al lado del wc estaba la cocina, y donde calculé que saldría el taladro no había ningún electrodoméstico pesado, ahí tenían un par de sillas de plástico plegadas que tenían por si las necesitaban alguna vez.
Tras medir bien utilicé una broca fina para asegurarme que no se rajaba el azulejo del baño, luego lo agrandé un poco, hasta donde me pareció que no era posible descubrir a no ser que uno fuera buscando algo así. Ya tenía práctica en estas cosas sobre todo tras algún que otro fiasco en que tanto cálculo sirviera para ver la parte alta del rostro y el pelo o por debajo de las rodillas; incliné la máquina al taladrar de forma que pudiera ver la mayor porción posible del cuerpo de quien saliera de esa bañera.
Tras limpiar todo bien vi que tenía tiempo de sobra y me dediqué a mirar la ropa interior de Sandra, que así se llama la cuñada en cuestión, también entré en la habitación del hermano y mirando sus álbumes de fotos vi alguna de su novia en bikini en la playa y otra, escondida, muy desenfocada pero desnuda en esa misma habitación donde yo me encontraba ahora. Hice fotos para tener yo tanto de la prohibida como de las públicas. Luego me fui cuidando de dejar todo como lo encontré.
Para probar mi trabajo en los interminables días en que Sandra seguía de vacaciones miré en secreto varias veces a mi chica. En ese momento me excitaba lo que veía sin que lo supiera ella pero aún más (la acababa de tener desnuda entre mis brazos) imaginar que así mismo vería a su hermana en cuanto se presentara la ocasión. La verdad, ahora mismo recordar ese detalle más que excitarme me pone muy rabioso, pues si alguien ha leído mis relatos de control mental sabrá que hace muy poquito me enteré que su hermano y un amigo utilizaron mi agujero para espiar a Clara.
Intentaré no pensar en eso, que me enciende la sangre por muy cínico que suene.
El caso es que por fin volvió el resto de la familia y mi impaciencia y la falta de ocasiones me tuvo muy tenso una temporadita, pero al fin un día de mediados de septiembre, en que celebrábamos el cumpleaños del padre, estábamos todos medio adormilados en el salón después de la excesiva comilona cuando Sandra dijo que se iba a duchar para salir. Yo me puse nervioso y evalué la situación: el hermano como de costumbre no había estado en la celebración, la madre estaba casi k.o. en un sofá, el homenajeado tres cuartos de lo mismo y mi novia no quitaba ojo de la película de la tele. Le dije que si no le importaba iba a fregar los platos y ella me lo agradeció. Salí nervioso del salón pero conteniéndome y simulando desperezarme hasta que crucé la puerta, luego fui literalmente corriendo hasta la cocina y creo que al apartar las sillas apiladas hice mucho ruido, a mí al menos me lo pareció, pero me costaba hacer cualquier movimiento con un mínimo de coordinación por la excitación. Me agaché, y tras alargar el cuello y agudizar el oído temiendo escuchar algunos pasos acercarse que dieran al traste con todo, cosa que no ocurrió, acerqué el ojo al agujero.
Veía la cortina de la ducha cerrada, y nada más, se me hizo eterno el momento hasta que apareció la deseada hermana en el campo de visión que me regalaba el taladro. Las dos hermanas son parecidas físicamente, ambas morenas aunque mi chica siempre suele llevar el pelo corto y su hermana largo y normalmente rizado. Sandra es un poco más bajita, aproximadamente un metro sesenta y también un poco más rellenita, que no gorda, las dos tienen vertiginosas curvas. Lo que siempre atrajo mi mirada eran sus tetas, aún más grandes que las de Clara que usa una 105, eran el foco central de mi deseo de mirón y pensar que iba a poder verlas me tenía en tensión extrema.
Ya se había quitado los pantalones, llevaba unas bragas blancas que a falta del último gesto de bajarlas me dejaban casi ver un culo redondito y prominente muy parecido al de Clara, pero al ser "prohibido" me pareció aún más sensual. Al ser un poco más bajita por poco no lo veo entero, el radio de visión sólo me obsequiaba con unos centímetros de muslos. De espaldas a mí abrió la cortina de la ducha y el grifo, en un rápido movimiento se quitó la camiseta y se desabrochó el sujetador, arrojó ambas prendas al cesto de la ropa que tienen al lado sin dejar de darme la espalda dando más suspense al ansiado momento de contemplar sus pechos, pero para compensar puso ligeramente el culo en pompa ante mí al quitarse las bragas. Inconscientemente llevaba desde el principio tocándome, pero lo dejé al ver que me podía correr en cualquier momento, cierta zona de mi pantalón parecía una tienda de campaña. Se metió en la ducha y justo en el momento de cerrar la cortinilla se puso de perfil, no sé qué fracción de segundo habría visto así sus melones, pero me quedé con los ojos como platos ahí agachado en la cocina... vamos, estaba como para que me vieran.
Reparé en que eso podría pasar, podría venir alguien y dejarme sólo con esa visión tan fugaz de su desnudez. Me di cuenta de la excusa con que había ido y mientras oía el grifo de la ducha decidí abrir el del fregadero que tenía al lado para no levantar las sospechas de los padres y la hermana de la espiada. Fue abrirlo y agacharme de nuevo a mirar, y al volver a acomodar el ojo al agujero Sandra cerró su grifo, abrió la cortina con un fuerte gesto y al fin la vi completamente desnuda frente a mí. Y ese primer contacto visual con sus impresionantes tetas y su coño está unido a su cara de cabreo y sus voces mientras miraba hacia un poco más arriba de donde yo estaba (si me hubiera mirado fijamente me habría dado un infarto ahí mismo).
-¡Queréis dejar de abrir el grifo cuando me ducho, que siempre me hacéis lo mismo, me voy a congelar, joder!
Me levanté a cerrar el grifo, y ya oí pasos que se acercaban, pero quise volver a disfrutar de su cuerpo un segundo más y mirándole a las tetas nuevamente le grité "perdona, he sido yo, no me he dado cuenta". Vi que hizo una mueca como si le diera vergüenza haberme gritado así a mí sin saberlo.
Tan cerca de mí, ella no sabía que había visto su gesto, al igual que su cuerpo desnudo. Me levanté y volví a poner las sillas rápidamente en su lugar justo antes de que entrara Clara y me pidiera perdón por no haberme dicho que no fregara y por lo grosera que había sido Sandra conmigo, le dije que no se preocupara mientras hacía esfuerzos por ocultarle la mancha que se había formado en la entrepierna de mi pantalón y que me hizo andar con mucha incomodidad.
Fue corta, lo sé, pero al ser la primera la recuerdo especialmente. Luego he tenido más ocasiones, unas más tranquilas, otras también con la presión de tener más familia cerca que pudiera descubrirme allí agachado espiando a Sandra, incluso inmortalicé alguna de las sesiones acercando el objetivo de mis cámaras de video y fotos al taladro de la cocina. Si no hubiera luego tenido gracias a un rayo la oportunidad de hacer más cosas con ella, éstas habrían sido las experiencias más morbosas con mi cuñada.
Y ahora intentaré deshacer el atasco del relato de mi última etapa como hipnotizador o anulador de voluntades o como se quiera llamar. Si no lo consigo o si simplemente el cuerpo me lo pide, volveré a hacer otro apartado con mis experiencias voyeur.