Un Perro, Un Amante, Mi Sabor A Hembra 2
La relacion con el setter irlandes de mi hija Natlia era mi gran secreto, pero un descuido hace que mi hija lo descubra. Ahora compartimos una bestia descomunal y tenemos una bacanal relación con nuestro perro, nuestro amante, y nuestro macho.
Hola, soy Mónica y quiero agradecerles a todos los que esperaron esta segunda parte con muchas ansias, y saludos a todos los que me han escrito en estos últimos días, créanme que me han motivado a escribir esta segunda parte que a continuación les relatare.
Para los que aun no leen la primera parte del relato mi nombre es Lorena, tengo 38 años, divorciada, soy gerente financiera de una empresa, y tengo una hija de 15 años que vive con mi ex esposo, su nombre es Natalia. Mi hija se parece mucho a mi, es caucásica pero a diferencia mía su pelo es rubio, rizado y un poco largo, sus labios son muy carnosos, tiene unas tetas tan grandes como las mías y también muy firmes, cuenta con un abdomen muy delgado y un culo pequeño aunque muy levantado y terso; Natalia me recuerda mucho a mi cuando era adolescente, aunque a su edad ya había estado hasta con dos chicos a la vez. Después de un exuberante año de relación con el setter irlandés blanco de mi hija, los tabúes para mí dejaron de existir, nunca me gustaron las mascotas, pero magno era más que la mascota de mi hija, ese animal era mi verdadero amante.
Sí no mal recuerdo era miércoles por la noche, yo regresaba de trabajar y habíamos quedado con mi hija de vernos por skype, encendí mi ordenador, y me conecte con mi hija, mientras ella me respondía me quite la ropa y me quede solo con mi cachetero de encaje y un top para estar cómoda, hasta que un silbido desde el otro lado del ordenador me hizo voltear, era Natalia riendo por la forma que me encontraba, aunque no era la primera vez que me veía así. Estuvimos hablando de varias cosas, y después de una hora aproximadamente entro Magno a la habitación, al verme se paro en dos patas frente al ordenador de mi hija, y movía su cola con gran júbilo de un lado a otro, el solo verlo me acelero la respiración y sentí una leve excitación en mi cuerpo, algo que podía ocultar fácilmente, a diferencia de Magno que rapidamente bajó sus patas e intento meter su hocico entre las piernas de mi hija como solía hacerlo conmigo, Natalia corrió su silla hacia atrás y le grito fuerte para que saliera de allí, pero solo consiguió que con sus patas delanteras abrazara su pierna y comenzara a mover sus caderas, al ver eso sentí que el rostro se me ruborizaba, me puse muy nerviosa y bote una taza que estaba al lado mío, Natalia le siguió gritando aturdida por lo que hacía, hasta que el pobre Magno por fin la soltó y salió abatido de la habitación. Por un momento pensé que mi hija descubriría lo que hacíamos con Magno, pero por suerte estaba muy enfadada como para sacar conclusiones de lo que acababa de ver, Natalia me comento que desde hacía un tiempo mantenía ese comportamiento y quería conseguir una perra de la misma raza para que copulara con él, de inmediato se me encendió el foco y le dije que había una compañera que tenía una perra de la misma raza, que solo hacía falta que lo llevara el viernes a casa y yo me encargaría de todo, le dije que dejaría la llave debajo de una roca y dejara allí a Magno hasta en la noche que yo llegara, ella sin vacilar acepto la idea, aunque lo que no sabía Natalia era que su madre era la raza de perras impudorosas que Magno disfrutaba en su totalidad.
El viernes no tardo en llegar, y todo el día lo pase desconcertada pensando en que volvería a tener a Magno dentro de mí esa noche, en dos ocasiones tuve que desabrochar mi pantalón para masturbarme dentro de la oficina, considerando la intensa excitación que mantenía desde el día que hablé con mi hija, y aunque era consciente que en una ocasión casi me descubre mi secretaria volví a repetirlo. Cuando por fin llegó la hora de salir fui la primera en sacar mi auto del estacionamiento para dirigirme a casa, en ese momento mi respiración estaba acelerada, cuando llegué lo primero que hice fue revisar si mi hija había dejado la llave debajo de la roca de nuevo, pero no había nada, así que sin titubear entre a casa y de inmediato me hizo encuentro Magno, saltando, moviendo la cola y corriendo por todos lados, pegue tres palmaditas sobre mis muslos y rapidamente coloco sus dos patas sobre mi cuerpo, saco su lengua, y lamio mi rostro, yo me agaché, lo abrace sobando lentamente su pelaje, clave mi lengua entre su hocico, saboreé su áspera lengua y deglutí su aliento mientas lo besaba lascivamente como a un verdadero amante, mis bragas comenzaban a mojarse poco a poco y Magno comenzaba a mostrar la punta de su rojo aparato, como pude me levante y le hice una llamada rápida a Natalia para saber si se había quedado con la llave de la casa, ella confirmo mi duda y menciono que pasaría en la mañana para devolvérmela, algo a lo que no le di mayor importancia por el estado de perra en celo en el que me encontraba. Comencé a desnudarme como loca y en poco tiempo estaba teniendo un nuevo retozo con ese hermoso perro que sabía muy bien como satisfacerme; esa noche, terminamos totalmente extenuados y en agradecimiento dejé que durmiera en mi cama junto a mí como lo hacíamos asiduamente.
Al siguiente día, los férreos lengüetazos de Magno en mi rostro me despertaron muy temprano, mi aliento no era el mejor pero a mi peludo amante no le importaba lamer mi boca, yo yacía totalmente desnuda, y me sentía pegajosa por el sudor y los flujos emanados la noche anterior, además del esperma canino que aun mantenía dentro de mi coño y partes de mi cuerpo, las sabanas tenían impregnados el peculiar olor a sexo, merito de nuestros fluidos emanados durante la fogosa noche de lascivia, las persistentes lamidas de Magno hicieron que me levantara y me fuera duchar, cuando salí Magno comenzó a corretear por toda la habitación, pero traté de ignorarlo, mi cuerpo permanecía únicamente enrollado en una toalla que secaba el resto de mi piel mientras revisaba el correo desde el celular recostada sobre la cama, las sabanas habían captado el olor a esperma canino desde hacía unos meses y eso me excitaba de sobremanera, de inmediato Magno saltó a la cama y lamio mi rostro, yo lo volví a ver, solté mi celular y con mis manos acerque su hocico a mi boca apretando su carne contra mis labios, tanto que hasta se le abrieron mucho los ojos. Así seguí dándole muchos besos hasta que mis manos se posaron en su peludo lomo y decidí introducir mi lengua en su hocico, casi por inercia mi hermoso can también lamia y hacia que nuestras lenguas se encontraran en el interior de nuestras afanosas bocas, en ese momento me estaba comenzando a encender, sutilmente empecé a pasar mis manos por todo lo largo de su espinazo acariciando levemente cada parte de su pelaje blanco mientras dejaba que el sediento perro lamiera mi boca y rostro a la vez. Mis manos fueron bajando por su panza y Magno se quedo estático. Arraigado a cada movimiento de mi mano pude notar que su punta roja comenzaba a desfundarse algo que me pareció muy hermoso como para dejar escapar, saque mis almohadas y las arroje al piso y luego me deslice hasta la altura de su barriga donde le obsequie tres besos muy cerca de su aparato.
Cada vez perdía más sugestión y mi toalla se iba aflojando, sin titubear cogí con mis manos su falo y lo lleve hasta mi boca, de inmediato reconocí el excitante sabor a esperma a lo largo de su miembro viril, algo que me incito a chupar con mas necesidad, su verga se endureció totalmente y el animal permanecía parado inerte sobre la cama disfrutando la calidez de mi boca, pero mis apetencias pedían más, y deslice su pene completo hasta lo más profundo de mi boca y allí comencé un delicioso vaivén que pronto provocó un derrame de liquido preseminal a lo largo de la verga canina. Cuando aparté mi boca de su miembro viril, su pene brillaba de lo mojado que estaba, y de inmediato lleve mi mano debajo de mi toalla para comenzar a acariciar mi vulva que ya estaba muy dilatada y húmeda por la excitación contenida, a Magno le atrajo el aroma que partía de mi orificio vaginal y se acerco a olfatear, yo en ese momento no pude reprimir mi deseo y extendí mis piernas, lo que hizo que mi toalla se abriera y le diera total libertad al resto de mi cuerpo, coloque mis manos sobre uno de mis senos y lo lleve hasta mi boca apretándolo para chupar mi erecto pezón, mientras la nariz del can me hacia trepidar con solo olfatearme. Un duro lengüetazo de Magno me hizo liberar un fuerte suspiro de mi boca, y una nueva lamida en mi vulva me hizo trabar los ojos, la rugosidad de su lengua sobre mi coño casi impedía moverme, estaba exaltada, pellizcaba mis pezones, restregaba mis tetas, y enterraba mis uñas sobre las sabanas, los dedos de mis pies se engarrotaban, mi orgasmo me estaba dominando y solo quería seguir disfrutando de sus lengüetazos, podía sentir como mis flujos se mezclaban con la saliva que mi peludo amante me otorgaba, y poco a poco la deliciosa sensación se iba colmando, aunque Magno siguió dando lengüetazos sobre mi pepita, así que levante mis piernas y las junté porque debía reponerme, pero cuando me volteé, una silueta reflejada sobre el espejo me hizo estremecer, de inmediato me senté sobre la cama y cogí la toalla para cubrir mi cuerpo, y cuando estaba por gritar apareció nada más y nada menos, que… Natalia, si, mi hija. Quien se fue acercando hacia mí insolentemente con su pantalón desabrochado, mientras Magno trataba lamerme de nuevo.
-¡Hija! Esto te lo puedo explic…
-fue lo único que alcance a decir.
Pues Natalia como desconcertada que se trataba de su madre, me tumbo sobre la cama y cubrió mis labios con los suyos sin pudor, colocó sus manos detrás de mi nuca e introdujo su lengua en mi boca. Yo estaba tan excitada que solo me dejé llevar mientras mi hija restregaba su cuerpo contra el mío, coloque mis manos sobre su pequeño culo y comencé a apretar su cuerpo para que se frotara con mayor fuerza sobre mi desnudo coño y así corresponder a su insistencia, después de unos segundos magno nos ladro y trataba de olfatear el culo de Natalia, separamos nuestras bocas, nuestra respiración estaba alterada, mi Nati resoplaba suspiros entrecortados, con nuestros rostros llenos de saliva, volteamos a ver a Magno y reímos al mismo tiempo. Coloque mis manos sobre la cintura de mi hija y di media vuelta haciendo que Natalia quedara debajo de mi mientras ella manoseaba la verga de su bizarra mascota. Arrastré a mi Nati hasta la orilla de la cama y ahí mismo le saque su pantalón de mezclilla su blusa y su sostén, de inmediato note que sus bragas estaban mojadas, algo que me pareció muy hermoso y me hizo palpar de una forma desesperada su depilado coño pero siempre sobre sus bragas, las mismas que no dude en sacar unos segundos después para lanzárselas a Magno, quien sin balbuceos las olfateo y lamio el flujo impregnado. Volví a darle un fuerte beso a Natalia en sus labios y ella trato de acapararme con sus piernitas pero en cambio me solté para atraer a Magno hacia la hermosa, pequeña, mojada, hinchada, depilada y muy abierta pepita de Nati, quien de inmediato sintió por primera vez la aspereza y rugosidad de su lengua en cada una de las agiles lamidas que abarcaban desde su esfínter hasta su abultado clítoris.
Natalia pegó una palmada sobre la cama, apretó con gran ímpetu las sabanas, y cerró los ojos al momento que se entregaba al deleite que la lengua de su mascota le brindaba. Yo me recosté junto a ella y lleve mi lengua a recorrer cada rincón de su cuerpo hasta detenerme en sus erguidos pezones, a los que chupe y mordisquee lentamente. Magno hurgaba sobre la pequeña pepita de Nati con mayor extensión de su lengua, mientras ella movía su cabeza con desesperación y desenfreno por la satisfacción contenida sobre su coño. Mi hija sudaba, gemía, y se retorcía por los amplios movimientos de la lengua de Magno sobre su vulva y mi lengua sobre sus pezones y axilas, actuaba con impulsividad apretando mis tetas, mi cuerpo, las sabanas, suspiraba fuertemente, arqueaba su espalda y gemía cada vez más fuerte por toda la libido que se estaba descargando de su vagina en ese instante, hasta que no logro aguantar más y cayó rendida y exhausta a la fruición concebida en todo su cuerpo. Lentamente se fue reponiendo, abrió sus ojos mientras inhalaba y exhalaba aire aceleradamente, y mientras trataba de sobar con los dedos de sus pies el espeso pelaje de nuestro amante canino, yo me acerque a Natalia y nos envolvimos en un nuevo lujurioso, y vehemente beso lascivo enlazado por nuestras lenguas. Mi hija se negaba a separarse de mí, así que le hice cosquillas sobre su vientre para liberarme de ella, coloque la palma de mi mano sobre su vulva, rozando la entrada de su vagina con mis dedos y de inmediato se empapó por los pegajosos flujos emanados y entremezclados con la baba de Magno. Cuando levante mi mano, estaba tan pegajosa, mojada, y llena de feromonas que sin tener que ofrecerle a Magno se acerco y comenzó a lamerla mientras palpaba con mi otra mano su desfundado falo.
Natalia al observar eso bajó de la cama resbalada, se acerco a mí y solo me veía asustada palpando con gran respeto la verga de Magno, en un momento hizo por acercarse la punta roja a su boca, pero se detuvo y me volvió a ver como pidiéndome permiso, yo no quería privarle del placer de comer un vasto aparato como el de su mascota, así que le cogí la cabeza con una mano y se la acerque hasta el falo canino para que la chupara como quisiera. De inmediato me levante y abrace a Magno desde atrás solo para sentir su pelaje en mi desnudo cuerpo, pero mis expectativas fueron superadas cuando mi amante perruno rozo con su rabo mi empapado coño semi depilado, mi hija se dio cuenta de eso e intento hacerlo de igual forma, pero su bestia canina no se lo permitió en ningún momento, pues se veía sediento por recibir placer, y en cambio quería montarla, a mi me pareció gracioso y solté una carcajada. Natalia le aprisiono la cabeza con sus dos manos y comenzó a besarlo pasando su lengua hasta por sus encillas, al mismo tiempo rodeo el cuerpo de su can con sus piernas, y poco a poco se fue recostando para hacer que Magno se echara sobre ella y que con su erecta estaca rozara su desnudo cuerpo; yo como cualquier madre consintiendo a su hija, me acerque a ellos, cogí con mis manos el aparato animal y lo acerque a la entrada de la vagina de mi hija, Magno comenzó a agitar su cadera para introducirle la verga a su hembra, pero la posición no les ayudaba pues Magno seguía agitando sus caderas y su falo se restregaba por el vientre de mi Nati, fuera de su vagina. Como pude le quité a Magno de encima y con su respiración agitada se dio media vuelta un tanto acelerada, se coloco en cuatro patas como perra en celo y pegó tres fuerte nalgadas con sus manos, mi hija estaba ansiosa por recibir placer, y yo no quería que ella se contuviera por más tiempo, así que me acerque a su culo y le di un fuerte beso en una de sus nalgas, y luego solté al afanoso Magno, que de inmediato se subió sobre su espalda ensartando las uñas de sus patas sobre el lúbrico cuerpo adolescente de mi hija.
Me acerque casi de inmediato, y con mis manos conduje el vigoroso miembro viril de Magno hasta la entrada de la vagina de mi hija, donde no tuvo que pasar inerte más de un segundo, pues magno comenzó a bombearlo momentáneamente. Natalia re sopló de forma repentina al sentir el fornido paquete de carne que su bestia llevaba hasta el final de su útero, mientras Magno bamboleaba su cuerpo apresando a su amante con sus patas delanteras. El acto bacanal que estaba presenciando me había hecho perder los estribos una vez más, y tan solo quería satisfacer mi fogosidad mientras mi hija sentía la profundidad de cada una de las intensas embestidas que su peluda bestia canina le obsequiaba, así que no tarde en gatear para concederle una de mis tetas a mi hija, para que chupara y saboreara mis pezones como cuando era una bebé, y en efecto mi Nati no desaprovecho mi voluptuosidad para degustar de mi carne mientras era receptora del la cerdada que su madre le había heredado, y por su parte Magno simplemente jadeaba con su lengua de fuera disfrutando el generoso coño de su verdadera ama. El cuerpo de los tres estaba rebalsado en libido y el rostro apretado de mi hija era el claro ejemplo, las embestidas cada vez dejaban escuchar el choque constante de la verga de su can con las paredes mojadas del coño de Natalia, eso me llevo a estirar mi mano y friccionar su clítoris, mientras ella succionaba mis sólidos pezones, pero mi inminente movimiento manual hizo que Nati levantara su culo y que el falo de Magno entrara con mayor profundidad, lo que la hizo suspirar y soltar un par de espasmos a mi hija quien sudaba, gemía y hasta deliraba con cada acometida dentro de su pepita. Los labios de mi coño estaban muy hinchados, propensos a cualquier roce, por lo que no se me hizo difícil llevar mis dedos dentro de mi vagina para darme el placer que merecía, al mismo tiempo acariciaba la hidratada vulva de mi hija que ya derramaba abundante flujo por el espeso líquido preseminal y entremezclado con los jugos de mi Nati.
Mi mano estaba cada vez mas empapada por fluidos ajenos, y la otra se perdía cada vez más en la profundidad de mi útero; Natalia comenzó a gemir con mayor fuerza, las arremetidas de Magno eran cada vez con mayor voracidad, el cuerpo de mi hija se movía con mucho desenfreno, su cabello se pegaba a su sudorosa frente, y en un momento me estremecí por los constantes aullidos que salían de la boca de mi hija argumentando dolor y placer a la vez, pero luego mis dedos sintieron la contracción del coño de Natalia y comprendí que Magno estaba por introducir su bulbo como normalmente hacia conmigo, lo que me hizo levantarme, abrazar y besara inclementemente a mi hija, para que sintiera la aglutinada y lúbrica bola de carne dentro de ella al momento que su aliento se entrecortaba dentro de mi boca y cerraba los ojos para disfrutarlo. De inmediato acomode mi cuerpo debajo de mi hija, a modo que mi cuerpo quedara dentro de sus extremidades, casi como formando un 69, en el que podía apreciar a todo color la aguda incrustación del bulbo viscoso con la madurada pepita de mi hija, mientras Natalia me comía el coño con la vehemencia que recorría su cuerpo a la vez que magno seguía jadeando y hundiendo toda su verga en la vagina de su febril hembra. En momentos mi Nati dejaba de chupar mi coño, pues no lograba cohibir la lujuria que se derramaba de su in pulcro cuerpo, sus clamorosos gemidos salían de su boca sin pudor moviendo sus caderas adelante y atrás para disfrutar de azadas mas potentes dentro de su matriz, yo desde abajo de su cuerpo le frotaba su coño para prolongar su sensación, pero mi hija se restregaba los pezones con una de sus manos y echaba hacia atrás su cabeza entregándose a la lujuria de su orgasmo, tratando de acabar con su maravillosa tortura, y en efecto, pues dos fueron las embestidas del delicioso perro peludo que llegaron a llenar con mayor amplitud las entrañas de su ambiciosa hembra, quien se desparramaba de placer sobre mi cuerpo. Momentáneamente cayó el viscoso néctar fértil en mi rostro, derramándose en abundancia del nutrido coño de Natalia, mientras ella se llenaba de espasmos recibiendo toda la proteína del esperma de su verdadero macho en celo que tenía como único objetivo preñarla, al mismo tiempo yo desde abajo me merendaba los fluidos que se derramaban, merito de la afanosa copula concebida.
Repentinamente Magno se dio media vuelta y quedo culo a culos con mi hija, aglutinados y totalmente abotonados. Natalia soltó una bocanada de aire y relajó sus temblorosos músculos, aunque aún mantenía sus inevitables espasmos. De inmediato salí de donde estaba, y me acerque a Nati con mi boca rellena de leche, ella me vio con ojos de cansancio, su cara indecorosa, su sonrisa satisfecha, y su cuerpo sudoroso, sin decir una sola palabra lleve mi boca a la de mi hija, la misma que llene de espumarajo y esperma, ella correspondió muy sutilmente, y saboreamos con glotonería el esperma canino de nuestro maravilloso amante peludo, al mismo tiempo que nuestras lenguas se enredaban en un fogoso y tenaz beso. El inconfundible sonido de descorchó interrumpió nuestro lascivo beso, pues mi hija soltó un último gemido al sentir a su bestial mascota desabotonarse y desprenderse de ella, ambas abrimos los ojos, ella se enderezó y de inmediato noté el derrame de semen desde las comisuras de su boca. Al vernos de esa manera, ambas reímos con nuestros rostros aun tensos de la excitación, nos abrazamos y caímos al suelo, mientras la vagina de Nati destilaba el liquido seminal que Magno se había encargado de llevar hasta su útero para abastecer sus entrañas. Luego de esa dichosa mañana, la relación con mi hija cambió radicalmente. Ahora compartimos una bestia descomunal y llevamos a cabo una bacanal relación con nuestro perro, nuestro amante, y nuestro macho. Me siento orgullosa por heredarle ese verdadero placer a mi hermosa hija, y aunque para algunas personas esto es una aberración, para nosotras es el verdadero amor. Ahora mi hija fornica con su mascota en mi casa cuando desea, a veces compartimos a Magno y a veces lo disfrutamos individualmente, al final el afortunado es el, quien se aprovecha de sus dos fructíferas perras en celo.