Un perro llamado placer

Como era de costumbre de transformarme en Julieta se fue haciendo más común en la tranquilidad de la fabrica, y el personal de seguridad ya esperaba mi llegada, pero esta noche no fue así.

Un perro llamado placer

Ya me conocerán de mis relatos anteriores.

Como era de costumbre de transformarme en Julieta se fue haciendo más común en la tranquilidad de la fabrica, y el personal de seguridad ya esperaba mi llegada, pero esta noche no fue así.

Como todas las noches tenía tiempo a mi disposición. De manera que con paciencia, me maquillé con una capa de base en polvo, y el rubor. Me pinté los ojos con delineador líquido, curvé mis pestañas con rímel y me pinté los labios con un lápiz rojo fuego brillante que no se corre ni mancha, es decir, queda permanente durante horas. Luego de eso me puse algo más llamativo como es de costumbre, un portaligas con medias doradas de látex y un pequeño vestido muy ajustado de color azul brillante de lycra sumamente ajustado y unas botas tipo bucaneras negras de charol con taco de acrílico aguja de más de quince centímetros.

Me miré al espejo y me encanto, estaba muy feliz. Comencé a pasear por la fabrica, para ver quien me encontraba, pero al ver que había muy una gran desolación me dirigí a la la oficina de uno de los chicos de vigilancia, (Juan) y el me comento que hoy habían dado asueto.

Yo me encontraba hay sola, con unas terribles ganas de tener sexo y solamente Juan le gusta que se la chupe, por lo tanto después de hacerle una buena mamada y tomarme toda su leche, yo me pensaba ir pero me acorde del perro que tiene el dueño y como siempre una de mis fantasías es hacerlo con un perro, me fui donde estaba.

Como es un gran danés, es un animal grande pero muy cariñoso, él se dedicó a olfatearme, a poca distancia y enseguida una lengüeteada. No tardó en dirigir su desenfrenado deseo hasta mi entrepierna, pero yo me di media vuelta y empecé a disfrutar de la húmeda y caliente lengua, calidez que me procuraban aquellas estocadas. Mis manos empezaron instintivamente a acariciarle la cabeza, gesto que lo incitó a atacar con mayor fuerza, terminó por abordar el orificio de mi culo.

El perro se abalanzó sobre de mí, empezando a lengüetear todo mi culo, de a poco yo me fui recostando sobre el piso, para quedar boca arriba, y así crucé mis piernas como queriendo jalarlo hacía mí, mientras él con su hocico degustaba cada centímetro de mi culo, el placer era indescriptible, mi ano se encontraba muy dilatado por lo que permitía a la extensa y áspera lengua del perro llegar más profundo, no se cuanto duro aquella experiencia, fueron dos orgasmo que tuve y aquella sesión de placer fue algo espectacular, finalmente el cansancio me invitó pero me coloque en cuatro patas esta vez, ya no me aguantaba, en cuanto lo hice, el glorioso perro, no perdió el tiempo, se prendió de mi cintura y tuve que acomodarle las patas para que no me rasguñara, ahora podía sentir que se aferraba a mí con mayor fuerza, logró sujetarse aún mucho mejor. No tarde en sentir su pené húmedo chocando contra mis nalgas tratando de penetrarme, su pené me causo un delicioso placer, no tardé en desear sentir aquel erecto pené dentro de mí culo. Sentí cuando logró hundirlo en el primer intento, tan solo exclamé en ese instante y todavía me la enterró un par de veces más, antes de que finalmente me la introdujera por completo.

Tan solo procuré abrir las piernas y levantar un poco más mis nalgas arqueando mi espalda sintiendo como entraba su pené totalmente. Me sentía como una perra, su pené entraba y salía con mucha facilidad por lo lubricado que estaba mi culo, empleaba toda su fuerza en cada embestida que daba, yo casi mordía mis labios de placer, mi cuerpo se estremecía con cada cogida que me daba este animal, por vez primera sentí como mi alma iba y volvía con cada acometida. El extraño olor y sudor a perro que aspiraba era de locos.

Finalmente me llegó el orgasmo, nunca había expulsado tal cantidad, logrando empaparme por completo, mis rodillas temblaban de agotamiento. Con semejante orgasmo se me aflojaron las piernas y termine con mi culo levantado, pude apreciar como el perro se había quedado con ganas, ya que seguía cogiendo en el aire. Pero ese pené parecía tan largo y duro como una estaca, y pude ver el enorme pené como le crecía la bola en la punta, era una extraña inflamación pero sumamente tentadora.

Fue cuando decidí que antes de que este creciera más lo tenía que tener dentro, levante mi culo un poco y el largo pené del perro entró de un solo golpe dentro de mí, sentí como si me atravesara completamente, obligándome a emitir un terrible alarido. Mientras que el perro me metía cada vez más su enorme pené, con cada embestida él me empujaba para adelante, podía sentir como por breves instantes me levantaba del suelo, después de varios minutos, aquellas cogidas se transformaron en una satisfacción indescriptible debido a un bombeo muy rápido y profundo.

Continuaba metiendo y sacando su pené a un ritmo ya sin control. Podía sentir como aquella rígida estaca se había tornado más grande y voluminosa, por lo que me di cuenta y pude comprobarlo que ya se había inflamado a tal punto que al momento en que el perro se movía me jalaba a su antojo. Aquel pené comenzó a ocupar todo mi culo, aquello era generado por la extrema inflamación de su pené, ya estábamos pegados, así que dejé que finalmente me diera con todo, como si yo fuese su perra, él seguía su penetración descontrolada, pero en unos instantes sentí como borbotones de semen hirviente llenaban mi culo, y que aquel calor llegaba hasta mí estomago, la presión de aquella erupción fue tal que parte de ese líquido se salía de mi culo, resbalando por mis muslos.

El perro tenía grandes espasmos y yo sentía como seguía vaciándose en mis intestinos, mientras que mi ano estaba extremadamente dilatado por aquella fenomenal estaca.

No se realmente cuanto tiempo duramos pegados, quizá una o como mucho dos horas, pero a mi me parecía eterna aquella situación, en un momento y de un certero tirón saco su pené, sentí lo dilatado que se encontraba mi culo y en ese momento podía meter con facilidad un par de mis dedos.

Estaba toda sucia, con manchas de semen, pude ver que mis muslos y pantorrillas escurrían de semen de perro, no me importo y tome aquel instrumento de placer para poder chuparlo y así poder saborear su semen. Yo quedé por fin tendida en el suelo, exhausta, y con mis orificio lleno con ese hermoso semen, y en un momento vi a Juan como me observaba fascinado por ver semejante experiencia.

Si les gusto espero respuesta a arde-julieta@educ.ar

Julieta 11