Un pequeño orificio (2)
Su verga se erguía imponente delante mío. El momento había llegado.
Un pequeño orificio
Un mundo ante mis ojos
(segunda parte)
Mis ojos estaban fijos en su dura carne. El me miraba y esperaba que yo hiciera algo. Pero jamás lo había hecho. Toda mi sexualidad estuvo detrás de puertas de baños. Desde allí lo había visto. Pero ahora, nada me separaba de él. Por primera vez un hombre me veía y me ofrecía de esa manera su verga.
Con su dura verga saliendo de su pantalón, se acercó a mí y me dijo: ¿es tu primera vez, verdad? Le contesté que sí, que nunca había estado con un hombre y que tenía mucho miedo. Incluso le dije que prefería irme, que no se enojara.
El se acerco a mi y poniendo un dedo en mis labios me dijo que me callara, que no dijera esas cosas.
Tú sabías que este día llegaría. Lo deseabas. Y no puedes dejarlo ir. Su dedo comenzó a recorrer mis labios con ternura. Sentía el contacto de su mano, el calor de sus dedos, el aroma de su piel, y poco a poco, fui cayendo en su encanto. Sin darme cuenta, mi lengua se asomó por entre los labios y humedeció levemente el dedo de este hombre, que se sonrió al ver lo que sucedía.
Así me gusta, que te vayas entregando lentamente. Que finalmente puedas hacer, lo que tanto deseas.
Acerco su rostro al mío y me dijo: te voy a besar y no te vas a resistir. Me tomó de la cintura. Su dura verga golpeó sobre mi entrepierna y sus labios se fueron acercando a los míos. Sentía ya el aroma de su boca. Cerré mis ojos y dejé que suceda. Con ternura, comenzó. Con pasión continuó. Con lujuria terminó. Jamás creí que un beso podría ser tan excitante. Tanto, que incluso sin darme cuenta, me había corrido.
Me gustas, me dijo mira como tengo la verga para ti. Ella te necesita. Quiero que la hagas tuya, y lo hagas tal como miles de veces te habrás imaginado hacerlo. Con una leve presión en mis hombros, consiguió que cayera a sus pies. Frente a mi rostro, su verga. Una hinchada vena surcaba la carne, brillante, roja, caliente. Veía como palpitaba. Y el olor, ese olor a verga, llegaba a mi.
No lo dudé más. Mis labios se abrieron y permitieron que esa maravillosa verga, la primera, la deseada, estuviera en mi boca. El me dejó a mi actuar. Solamente escuchaba sus gemidos y suspiros. Le gustaba lo que hacía y yo parecía un experto. Tantas veces lo había imaginado, tantas veces chupé mis dedos e incluso algún desodorante con forma de verga, que parece que tenía practica.
Pero esto era diferente. Era una verga verdadera. Por fin. Me sentía en la gloria. Y este hombre, tan dulce, tan excitante, tan desconocido por mí, me estaba permitiendo aprender qué es verdaderamente gozar.
Sus manos se aferraron a mi nuca. Comenzó a presionar. Apuraba mi mamada. Sabía lo que estaba sucediendo. Estaba por correrse. Traté de sacar su verga de mi boca, pero no me lo permitió. Sentí contraerse su carne y pronto, demasiado pronto, su caliente y espesa leche comenzó a inundar mi boca. La leche se escapaba por los costados de mi boca, pero mucha estaba en mi boca.
Llegó su voz a mis oidos, casi una orden: trágatela. Y no lo pensé. La tragué.
El comenzó a retirar su verga de mi boca. Yo comencé con mis dedos a quitar el resto de semen del costado de mi boca. ¡Tragatela! Volvió a decir. Chupé mis dedos y lo trague. Ahora, limpia mi verga y así lo hice. Una verga que seguía intacta, dura, hermosa.
Me hizo levantar. Me sonrió. Me dijo: eres un lindo putito me gustas. Jamás nadie me había llamado así, pero en su voz, me agradó.
Sabes que esto es solo el principio, dijo pero aquí no podemos seguir. Como sea, hoy ya me sacaste la leche. Pero mañana, mi leche estará en tu culo mañana te voy a coger. Quiero que estés en ese mismo baño, a las 5 de la tarde. Yo entraré y sacaré mi verga. Tu la mirarás y sabrás cuando salir.
Ok, le dije. Ahí estaré.
Me olvidaba. Mañana, tendrás una sorpresa.
¿Cuál? Le pregunte.
Si te lo digo ahora, no será sorpresa. Imagina todo el día. Eres de mucha imaginación, por haber estado tanto tiempo en el closed. Pero supongo, que cualquier cosa que imagines, no será la sorpresa que te espera mañana.
Despídete de mi verga con un rico beso Otra vez me agache, la besé y comencé a mamarla nuevamente. Me dijo: eres bien goloso, eh? Mañana la tendrás de nuevo. Tranquilo
Mañana, a las cinco
Se fue y ni siquiera le había preguntado su nombre, su teléfono.
Solo sabía que tenía una verga deliciosa y que una gran sorpresa me esperaba para el día siguiente.
Continuará