Un paso mas allá de la amistad (1)

Dos mejores amigos dan rienda suelta a su deseo mutuo, la frustración y el conflicto de un amor de hermanos se traduce en sexo desenfrenado..

Un paso mas allá de la amistad.. ( I )

Dos mejores amigos dan rienda suelta a su deseo mutuo, la frustración y el conflicto de un amor de hermanos se traduce en sexo desenfrenado..

Para comenzar les voy a pedir que hagan un ejercicio imaginativo, a mi me gusta hacerlo mientras leo los relatos, yo me llamo Francesco, escribo desde Venezuela, tengo 22 años, soy de ascendencia siciliana, tengo el fenotipo clásico de mi abuelo, mi papá y mis tíos, el de los hombres del sur de Italia, de altura promedio, contextura fornida y algo musculosa, blanco con algunas pecas y bastante velludo en el pecho, brazos y piernas, ojos y cabello castaño, facciones bastante marcadas y masculinas, muy lindo según me han dicho; el otro protagonista del relato es Julio César, mi mejor amigo, tiene 21 años, tiene una ascendencia bastante particular de españoles, venezolanos y negros franceses de las antillas, es moreno, de facciones finas y elegantes, ojos café algo achinados siempre enmarcados en unos pequeños lentes cuadrados montura al aire que le dan ese aire intelectual que tan bien describe su cultivado léxico y amplia cultura, labios carnosos y rosados que bordean unos dientes muy blancos cuyas imperfecciones buscan ser subsanadas por unos aparatos dentales de tipo línea, su nariz es perfilada, tiene un brillante y espeso cabello negro que siempre está un poco desordenado, fornido pero atlético, espalda ancha, cintura estrecha, brazos y piernas musculosos, pectorales grandes y prominentes con grandes y parados pezones rosados y unas nalguitas perfectas, grandes y redondas, duras y muy paradas y apretaditas, su culo es la sensación de las jevas de la facultad. Jul y yo nos conocimos hace 3 años, en el primer semestre de Arquitectura en la universidad, un día de la 3ra semana de clases le pedí ayuda con mis planos de Descriptiva I, hace los mejores planos que conozco, perfectos y sin esfuerzo, sus manos se deslizan por el papel con la misma facilidad que sus brillantes ideas sobre el arte, las construcciones y la vida deambulan por su cabeza, si no hubiera sido por él todavía estuviera repitiendo el taller, ya estamos en el 6to semestre, nuestra amistad siempre ha sido muy intensa y conflictiva, como un enamoramiento con su respectivo noviazgo, muy transferencial y homoerótico, con celos, peleas y demás, tanto así que hace poco mas de un año por diversas circunstancias él dejé de tratarme y todo se hizo de una calma tensamente insoportable, por compartir nuestro grupo de amigos, por tener que vernos todos los días, por tener que evitarnos a cada momento... asi fue hasta hace una semana.

Era una noche de viernes como cualquier otra, estaba con los ojos enfocados en la tele y mi mente pensando en cualquier cosa, pensaba en lo mucho que había cambiado Jul, como cada vez éramos mas lejanos, justo cuando yo creí que todo se solucionaría al ambos comenzar nuestros respectivos psicoanálisis, si bien él no era tan displicente como antes, estaba muy ocupado con su espectacular novia, bella, explotada de buena y una brillante estudiante de Medicina, y sus nuevos amigos atractivos y con dinero y casas en la playa, sus rumbas en los mejores sitios y todo, incluso su cuerpo había cambiado, estaba desarrollando musculatura en el gym y un look casual-metrosexual que traía loquita a mas de una, justo recordando esa silueta y ese porte que incluso a mi me impactaba estaba cuando sonó el agudo tono de los mensajes de mi cel, para mi sorpresa era Jul, él casi nunca me escribía y cuando lo hacía casi siempre estaba tomando, comenzaba a extrañarme, teníamos una conversación intensa, me decía cuanto me amaba, cuanto me necesitaba, que todo iba a cambiar y luego, en cuanto el alcohol dejaba de alterar sus comunicaciones sinápticas seguía comportándose como el mismo patán de siempre, ignorándome, evitando mi mirada, por eso me arrechaba cuando me escribía, me decidía a no responderle, pero luego no lo podía evitar, y esa vez no fue la excepción, se notaba extrañamente cálido y espontáneo, como si nada, después de un par de preguntas introductorias me propuso que nos fuéramos sólo él y yo el sábado para la playa y nos quedáramos la noche allá, así sin mas, como si siempre lo hiciéramos, me molestó la simplicidad con la que hablaba, como si su indiferencia no me doliera, pero para acabar con todo aquello de una vez por todas decidí aceptar su propuesta, iríamos en mi carro y nos quedaríamos en la casa de mi papá, pues él iba a estar allá ese fin de semana, allá le diría que ya estaba harto de sus niñerías de carajito malcriado y que sería mejor que se olvidara de mi de una vez por todas, ya yo buscaría la manera de sacármelo de la mente y del alma.

Así fue, el sábado lo pasé buscando como a las 7 de la mañana a su casa, decidimos ir a una preciosa playa de la costa caribeña cercana a nuestra ciudad, que sin estar muy lejos y ser relativamente accesible casi siempre tiene poca gente, y mas aún en un fin de semana cualquiera, fuera de temporada, llegamos en 45 minutos por la autopista, desayunamos empanadas en la vía, estacionamos el carro en la marina y tomamos una lancha hacia la Isla de Oro, un pequeño islote de arena blanca y aguas cristalinas, llevamos una carpa y una cava, tres botellas de vino tinto, pan francés, aceitunas, jamón serrano y queso manchego, pasamos allá todo el día, como si nada nunca hubiera irrumpido en nuestra amistad, hablamos, jugamos, callamos, nos bañamos y nos bronceamos, Jul usaba un trajebaño gris tipo bóxer corto, al final del día su hermoso cuerpo estaba tan rojo como una langosta cocida, yo estaba mas o menos en las mismas condiciones, nos devolvimos a las 6 de la tarde, llame a mi papá para irnos a dormir a su departamento, me dijo que lo disculpara pero se le había olvidado decirme que estaba recibiendo a mi hermano Luciano en el aeropuerto pues había llegado de Canadá, desde donde dirigió su primer vuelo como Piloto Comercial, pero que me había dejado la llave con el conserje del edificio y que nos veríamos al día siguiente, llegamos en 1 hora, nos habíamos tomado todo el vino y ya estábamos medio prendidos, Jul más porque toma más que yo, al llegar después de comernos unos shawarmas que pasamos comprando vimos tele un rato, nos bañamos para quitarnos el agua de mar y mutuamente nos untamos crema hidratante en la espalda, como estábamos solos le dije que durmiera en la cama de mi papá y yo dormiría en el sofá, él se desvistió mientras yo arreglaba la cama, usaba sólo unos interiores blancos tipo clásico, muy sexy en verdad, cuando le estaba sacando una cobija y eso me dio un almohadazo por la espalda que me ardió mucho por el bronceado, luego le devolví el almohadazo y así hicimos una guerra sobre la cama, justo en medio de nuestra improvisada lucha me dio tanta rabia saber que el lunes en la uni seguramente volvería a ignorarme como lo hacia siempre, que todo esto era solo momentáneo, me arrechó que se comportara así solo cuando el quería o cuando me necesitaba, me dio tanta rabia que el forcejeo se hizo cada vez mas real, comencé a golpearlo mas fuerte, él lo notó y trato de detenerme pero al final yo estaba sobre él y lo tenía inmovilizado, juro que deseaba partirle la cara a ese imbécil, quería golpearlo hasta enviarlo al hospital, enseñarle que no debía jugar así conmigo, él ya estaba asustado, incluso levanté un puño destinado a partirle el tabique de la nariz, pero en un impulso desenfrenado que no pude controlar lo besé en la boca, apasionadamente, con rabia, con la misma fuerza que tenía destinada para pegarle, beso al que él aún dentro de su estupefacción, respondió.

Estaba tan excitado como nunca antes lo había estado, nos besábamos y manoseábamos como locos, era algo casi animal, no sólo físico, la situación era surrealista, estaba a punto de hacerlo con mi mejor amigo, con mi hermano del alma, después de 3 años de tensión, de conflicto, y 1 año de distancia, de indiferencia, le besaba del cuello al pecho, me mordió los labios hasta hacerme sangrar un poco, sin pensarlo dos veces y con un brusco movimiento lo puse boca abajo, él no se resistió, estaba en cuatro recostado de sus codos, levanté su culo y fuertemente le bajé los interioresdejando su precioso culo frente a mi, esas nalgas perfectas que lucían pálidas por el contraste con su rojo bronceado, me bajé mis shorts para sacar mi tieso palo de carne de 16 cms de largo por 6 de ancho, puedo decir que si bien no es muy largo su ancho lo compensa, las gruesas venas que lo surcaban delataban que ya estaba a reventar por las ganas de saciarse, sin mas me puse crema hidratante en la mano y me lubriqué el guevo, separé sus nalguitas y puse algo de crema en su estrecho y fruncido culito, de seguro iba a gozar como nunca al forzar la entrada de mi grueso aparato dentro de ese estrecho y vírgen esfínter, no podía decir lo mismo de él, pensé en ponerme un condón pero quería que me sintiera en carne viva, le restregué mi glande por las nalgas y por la raja y luego de colocarlo en posición lo sostuve de las caderas y comencé a penetrarlo, me costó entrar, hice dos intentos fallidos, él se quejaba y sollozaba pero luego de meter la cabeza con tres embestidas lo empalé casi por completo, luego lo tomé del vientre y lo halé hacia mi, llegándole hasta el fondo, el gritó y se aferraba a la sábana de la cama, las cuales también mordía, ya mis bolas estaban pegadas de sus nalgas, yo sentía al máximo cada centímetro de mi cuerpo y del suyo, el placer que me daba su culo recién desvirgado era indescriptible, totalmente apretado, ajustado como un guante, muy húmedo y caliente, un hilillo de sangre comenzó a escurrir por su pierna, olía su cuerpo sudado, oía sus quejidos y sollozos, sentía mi respiración agitada, ya la intensidad era total, yo sabía que lo estaba lastimando pero eso me excitaba más, quería darle una lección que jamás olvidaría, hacerlo admitir que me amaba, que era mío para siempre, dejar mi marca en él, que todos supieran que el primero en probar su culo, en doblegar su virilidad, en tocar su alma fue Francesco Di Maggio.

Quería hacerlo sentirme, poseerlo por completo, ya estaba todo sobre él, arropándolo con mi cuerpo, separaba sus piernas con las mías y lo penetraba hasta la madre, sujetaba sus manos fuertemente y susurraba cosas irrepetibles en su oreja, le decía que lo iba a partir en dos, que era mi perra, mi puta, le preguntaba si le gustaba, si me quería sentir mas adentro, que lo iba a enseñar a respetar a los hombres y a no ser un mariconcito histérico de mierda que se entretiene provocándome para luego desilusionarme como siempre, desilusionándose a sí mismo, descargando sus frustraciones consigo mismo en la persona que le había hecho recapacitar y adquirir consciencia, que le iba a enseñar quién mandaba, quién era el jefe; mientras mordía su cuello, él lloraba silenciosamente, no sé si de dolor o de placer, tal vez de ambos, cada vez se lo daba mas duro, lo estaba cabalgando sin piedad, aunque suelo tener un problema de eyaculación precoz con las mujeres e incluso con mi novia, con él duré mas de media hora perforándole el culo, se lo sacaba por completo para luego mandárselo hasta el fondo y aceleraba mis embestidas haciendolo brincar de la cama, me vine en su interior con una intensidad mayor a cualquier otra, siento que casi me deshidrato de tanta leche que descargué, le di mas de 6 chorros de mi jugo de hombre, de mi simiente, ahora albergada en sus entrañas, ambos quedamos exhaustos, al bajar mi erección se lo saqué y me bajé de él, quedando acostado boca arriba recuperándome, él se dio la vuelta y quedó contra la pared, sus nalgas estaban enrojecidas por los azotes que le di y mojadas de muchos de nuestros fluidos, mi semen, mi y su sudor, también algo de sangre y de mierda, que empezaban a escurrir de su ahora profanado agujero. Creo que al ver los chupones y marcas de mi tosquedad en su espalda que caí en cuenta de todo lo que había pasado, con mi brutal eyaculación se fue la pasión de mi cabeza y llego la culpa, el miedo y la incertidumbre, no sabía que decirle, como lo trataría de ahora en adelante, como lo vería a los ojos después de la forma en la que le hablé, como lo lastimé, la verdad es que no quería pensar en eso ahora, sólo quería dormir y esperar que el día siguiente no llegara nunca, que la tranquilidad del sueño durase para siempre.

Luego de unos minutos él se levantó de la cama sin decir nada, no me vio, cojeando un poco se introdujo en el baño y cerró la puerta, lo oí hacer varias arcadas para vomitar, luego el sonido del excusado y abrirse la ducha, estuvo como media hora bañándose, yo no sabía que hacer, quise levantarme y decirle algo, que me perdonara o algo así pero no pude, lo oí salir del baño, me hice el dormido, se movió un poco por el cuarto y salió, esperé unos 10 minutos y salí del cuarto, tenía miedo que se hubiera ido por ahí a esa hora, solo y a pie pues yo le hubiera prestado mi carro si quería irse, gracias a dios se había puesto una franelilla, unos boxers, unas medias y se había acostado en el sofá, en posición fetal y abrazando un almohadón, como siempre lo hace, ya estaba dormido, busqué una cobija y lo cubrí, me senté en el sillón de frente y lo contemplé un rato, noté de nuevo los chupones en su cuello, las marcas de mis manos en sus piernas y en sus brazos. Por unos segundos recordé como había disfrutado con ese cuerpecito hace solo momentos, me fui y me acosté, después de un rato de pensar en nada y en todo me quedé dormido. Al otro día me desperté un poco tarde, un poco acelerado al recordar de golpe todo lo que pasó en la noche, ya todo estaba hecho ahora tendría que enfrentarlo de una vez por todas, el no estaba y tampoco sus cosas, encontré una carta escrita a mano a mi lado en la cama, era su letra: "Hola Fran, me dio fastidio tomar un autobús así que me llevé tu carro, te lo devuelvo el lunes en la universidad, con respecto a lo que pasó anoche no tengo mucho que decir, todavía no sé como voy a manejar todo lo que hicimos, pero por si acaso no te sientas mal, a pesar de todo yo también lo disfruté, creo que al final eso tenía que pasar, porque ambos lo deseábamos mucho, y creo que siempre fue lo que necesitamos, creo que por primera vez fuimos totalmente sinceros el uno con el otro, sin embargo prefiero mantenerme alejado de ti un tiempo para pensar, gracias por todo, te quiere siempre. Jul."; yo no comprendí que quería decir, un escalofrío me recorrió el cuello a la vez que se me aguaban los ojos, me embargó un miedo terrible, miedo a que tal vez fuera una despedida, miedo a que nunca fuéramos amigos de nuevo, que todo se hubiera arruinado, miedo que se interrumpió al oír abrirse la puerta seguida de la ronca voz de Luciano avisándome que ya había llegado, era hora de disimular la incertidumbre de quizás haber perdido a un hermano y recibir al otro con toda la alegría del mundo, ya el lunes vería como saldría todo.