Un paseo inolvidable
Dos amigas disfrutan de su relación con sus respectivos novios. Pero al mismo tiempo descubren que hay otras posibilidades por explorar en los cuerpos y las lamas de las mujeres.
Hola a todos, espero que estén disfrutando tanto como yo de los excitantes relatos que está página nos ofrece diariamente. Por lo pronto yo quiero hacer mi propio aporte así que por eso me he animado a enviar algo que me sucedió hace algún tiempo con mi mejor amiga.
Esto me sucedió hace varios años cuando no tenía muy claras preferencias sexuales aun cuando para ese entonces tenía novio y nuestra vida sexual era bastante activa. Si no lo han notado soy una chica, actualmente tengo 26 años y soy de Colombia. Físicamente no me puedo quejar puesto que Dios me ha dado un cuerpo bien formado, unos ojos verdes que embrujan (eso me dicen), una buena estatura (mido 1,75). Y, además, soy rubia con un trasero redondito y firme al igual que mis senos.
Siempre fui una chica muy inquieta y cuando me sucedió lo que luego les contaré ya había tenido una que otra experiencia con chicas pero nada tan profundo como lo que me pasó con mi amiga Dani. Nosotras siempre andábamos juntas, compartíamos nuestros más íntimos secretos y pasábamos horas charlando de todo un poco. Debo decir que para ese entonces Dani, al igual que yo tenía un novio al que adoraba. Ella es una morena espectacular con unos ojos cafés muy lindos, un culo enorme, firme y redondo y con unos senos grandes los cuales he envidiado siempre. Era un poco más baja que yo (podía medir 1,70 o un poco menos). Me gustaba mucho estar con ella porque me hacía divertirme y pasarla bien. Bueno, sin más preámbulos pasaré a contarles cómo sucedió todo.
Cierto día estábamos solas en su casa charlando y viendo televisión. Ella fue a la cocina a buscar algo que comer y al regresar apareció con un pastel de chocolate. Ella tomó un pedazo con la mano, como lo había hecho en tantas ocasiones, y me lo metió en mi boca pero me embarró toda la cara. Ella se acercó a mí para limpiarme la cara y en ese momento yo, por molestar, le tiré a morder el labio. Ella no alcanzó a esquivarme y accidentalmente la mordí. Ella me dijo que si me gustaría que me hicieran eso, que yo era una bárbara y me tiró a morder también pero no me mordió sino que, sin querer, me dio un beso en la comisura de los labios. Sin darnos cuenta prolongamos nuestro beso hasta hacerlo apasionado. Yo después de eso quedé confundida así que me fui de inmediato sin decirle nada.
Al día siguiente, ella me llamó y me dijo que teníamos que hablar. Y así fue. Nos reunimos y acordamos que lo que había sucedido no debía repetirse, que todo ocurrió en un momento confuso. Pero no fue así porque a los dos días volvió a suceder. Esta vez fue en mi carro. Yo la dejé en la puerta de su casa y cuando nos íbamos a dar el típico beso de despedida nuestros labios como por inercia volvieron a juntarse. Desde ese momento todo cambió. Yo le dije que desde que nos habíamos besado por primera vez no había dejado de pensar en ella y que había empezado a tener sueños con ella. Ella me dijo que le estaba pasando lo mismo y que le extrañaba mucho esa sensación (es decir, supuestamente segura de que sólo la atraen los hombres y siendo feliz con su novio, no se explicaba qué pasaba).
Después de aquellos hechos pasaron como cinco meses. Habíamos aceptado lo que sentíamos pero teníamos miedo de lo que podía suceder. Seguíamos con nuestros novios y las cosas entre nosotras andaban de igual manera aunque aún no habíamos llegado más lejos (una que otra vez nos acariciamos pero nada más).
Hasta que por fin, tal vez sin planearlo, pasó lo que tenía que pasar. Salimos de paseo con nuestros novios y otras dos parejas más. A la hora de determinar quién iba a dormir con quién obviamente los chicos querían que durmiéramos emparejados. Dani se opuso rotundamente y sugirió que durmiéramos las chicas en una habitación y los chicos en otra. Ellos protestando aceptaron la decisión. En la habitación de las chicas, había una cama doble y dos colchones tirados en el piso. Acordamos con las otras chicas que seríamos Dani y yo las que nos quedaríamos a dormir en la cama doble. Estuvimos esperando todo el tiempo a que las chicas se quedaran dormidas y mientras estuvimos jugando en la cama "como amigas" (nos tocábamos, nos hacíamos cosquillas y cosas así).
Se hicieron las 4 de la mañana y ellas aún seguían despiertas por lo que no nos aguantamos más y empezamos a "calentar" el ambiente: nos metimos debajo de las sábanas y ella me empezó a acariciar todo el cuerpo. Finalmente las otras chicas se durmieron y ahí empezaron las cosas más fuertes. Yo tenía mucho miedo porque las otras chicas sólo dormían a centímetros de nosotros y podían despertar en cualquier momento. Debido a eso, decidí darle la espalda para que ella se calmara un poco (se notaba que tenía muchas ganas de hacerlo conmigo). Pero eso fue lo peor que pude hacer porque mis zonas débiles son justamente mi espalda y mi cuello. Ella lo sabía perfectamente y aprovechó para calentarme más. Sentí mi cuerpo estremecer, la piel se me erizó toda y estaba mi excitación creció mucho más. No aguanté más y di una vuelta para besarla como antes lo había hecho.
Empecé a ser yo la de la iniciativa en ese momento. Me olvidé por un instante que teníamos compañía y me dediqué a besarle el cuerpo empezando por su cuello. Cuando subí su blusa y le vi los senos por primera vez algo en mí se congeló. Nunca antes había visto su cuerpo desnudo. Ella terminó de quitarse la blusa y yo le bajé los pantaloncitos de la pijama. Dani me volvió a besar y eso me dio a entender que lo que estaba haciendo le gustaba. Seguí besándola por todo el cuerpo y al mismo tiempo la tocaba sin cesar.
Ambas éramos inexpertas así que tratábamos de ayudarnos mutuamente para poder gozar al máximo de nuestra primera vez. Al darse cuenta que yo no sabía hacia dónde dirigir mis manos, ella me las tomó y las llevó a su entrepierna. Pude sentir su humedad (¡qué sensación!). Me dediqué a acariciar su clítoris y noté que eso la volvía loca puesto que se movía como si quisiera que su cuerpo se rompiera en mil pedazos. No gemía porque teníamos compañía pero estoy segura que de no ser así lo hubiera hecho a rabiar. Bajé mi cabeza hasta acercarla a su vagina y pude sentir su aroma por primera vez. Eso me excitó mucho más y me llenó de confianza. Al principio no quería pasarle mi lengua pero después de una lamida no pude detenerme hasta conseguir que ella llegara al orgasmo (fue la primera vez que usé mi lengua para chupar algo que no fuera un helado). Todos sus jugos vaginales me empaparon la cara y aun cuando ella había terminado mi cabeza permanecía enterrada entre sus piernas (sus manos no me permitían separarme de ella).
Cuando terminamos, eran las 5:30 AM. A esa hora nos colocamos nuestros vestidos de baño y bajamos a la piscina del hotel para refrescarnos un poco. luego volvimos y nos acostamos así mojadas. A la mañana siguiente todos se levantaron y nos vieron durmiendo con vestido de baño así que nos preguntaron el por qué. Nosotras sólo atinamos a decir que hacía mucho calor en la habitación por lo que decidimos ir a refrescarnos un poco.