Un paseo increible (Parte 10)

Mis putitas, Lucia y Yolanda, y yo, damos una vuelta por el parque... Pero no es un paseo normal.

Decima parte de esta serie. Gracias por vuestras visitas, puntuaciones y comentarios.

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Aquí esta la primera parte: http://www.todorelatos.com/relato/85904/

Aquí está la novena parte: http://www.todorelatos.com/relato/87154/

El jueves fue un día tranquilo, y nadie escucho nada que no le incumbiese, sobre todo teniendo en cuenta que nadie se acordaba de nada, excepto Yolanda, Lucia y yo. Por la tarde fuimos a la piscina. Esta vez si me bañe y estuvimos jugando en el agua. Si en algún momento me quedaba a solas con Yolanda, Lucia o con las dos a la vez, están se transformaban completamente y eran completamente sumisas a lo que yo les pedía.

En un momento que estuvimos todos en las toallas, entre todos volvimos a quedar para el sábado hacer una fiesta de despedida para Cris, Marta y para mí. En aquel momento mire a Lucia y Yolanda, las cuales se miraban entre ellas y se mordían los labios. El resto de día trascurrió normal, aun que de vez en cuando teníamos algún roce sin querer.


El viernes fue el día mas aburrido de todos, ya que nos dedicamos a hacer compras para el sábado y no hicimos muchas cosas, pero yo, dispuesto a no aburrirme busqué un momento a solas con Lucia. Hasta que finalmente lo tuve.

-Por fin solos.- Dije suspirando, mientras entrabamos en un supermercado.

-Yo también lo estaba deseando.- Me confesó Lucia, que vestía una mini-falda vaquera y una camiseta lisa de color azul. Según me había contado llevaba un tanguita negro, y según pude ver no llevaba sujetador, ya que se le marcaban perfectamente los pezones, aun que ella intentaba taparlos o esconderlos.

-Lucia, deja que todo el mundo pueda ver lo cachonda que estas.- Le pedí y ella no volvía a esconderlos, es mas juraría que cada vez estaba excitada, cuando chicos y chicas miraban atentamente sus pezones duros a través de la camiseta.

-Javi, me da mucha vergüenza.- Me suplicó.

-¿Entonces por qué no te has puesto un sujetador, mi querida putita?- Le susurré al oído, sabiendo que iba a excitarla más.

-Por que... Por qué...- Ella me miró a los ojos, y yo le miré pidiéndole que lo dijera. -Por qué me pone mucho que la gente me vea tan cachonda.

-Estas hecha toda una puta, Lucia. Pero por ser tan sincera, tendrás un premio, aunque no ahora.- Ella sonrió contenta y seguimos con la compra.

-Por cierto, mándale un mensaje a Yolanda.- Le comenté de pronto a Lucia, dejándola sorprendida.

-¿Por? ¿Qué pasa?- Quiso saber Lucia.

-Tranquila putita, os tengo preparado un juego para mañana, pero para eso tiene que estar preparada, igual que tu.- Le sonreí pícaramente. Lucia pareció excitarse mas todavía. -Dile que puede ir vestida como quiera, pero la primera parte la ganara quien llevé la ropa interior más sexy y más pequeña.- Las piernas de Lucia parecieron fallarle, aunque fuera solo por un segundo, casi tirándola al suelo de lo excitada que estaba.

-De acuerdo. La avisare.- Me contestó recuperándose de lo que estuviese imaginando.

-No. Ahora.- Le ordené, y ella saco su móvil y tras repasar el mensaje se lo mandamos. Al minuto de mandar el mensaje, Yolanda respondió.

"No perderé contra ti."

Ambos nos sorprendimos de la rapidez del mensaje y sonreímos al ver su contestación. Terminamos las compras y volvimos a casa donde nos esperaban Cris y Marta. Aquella tarde folle con Cris, como nunca, incluso ella se dio cuenta de que estaba más excitado que nunca, pero lo que no sabía era la razón para querer tanto sexo.


Finalmente llegó el sábado. Un día muy caluroso y sobre las diez de la mañana baje a casa de Lucia para estar con las tres chicas. Me sorprendió mucho verlas a las tres en ropa interior, pero ninguna tenia ningún reparo por aquello. Según me contó Cris, ella y Marta tenían que irse a visitar a un familiar suyo, que vivía en el pueblo de al lado, por lo que pasarían casi toda la tarde fuera. Yo no es que no quisiera ir, pero fue la propia Cris, la que me pidió que me quedase para ayudar a Lucia con la fiesta de la noche.

Sobre la una del mediodía, comimos y para las dos y media, Cris y Marta salían de la casa para coger un autobús e irse. Un minuto después de que mi novia y su hermana se marcharan Lucia me llamo a su cuarto. Yo no fui. Ella volvió a llamarme, pero seguí en la cocina, esperándola, hasta que finalmente vino.

-¿Por qué no has venido?- Me preguntó como si me estuviese regañando.

-Estamos solo...- No dije nada mas, pero ella pareció darse cuenta. -Llama a Yolanda, que venga, ya. Quiero aprovechar la tarde con las dos.- Y tras eso me fui a la ducha, mientras Lucia llamaba a Yolanda.

Quince minutos después Yolanda toco el timbre. Venia vestida con un short blanco y una camiseta de tirantes blanca, en la que se notaban sus duros pezones. A diferencia de como se saludaban normalmente, esta vez se dieron un buen beso en la boca. Cuando vino a saludarme a mí, yo la detuve, pellizcándole suavemente uno de los pezones.

-Eres igual de puta que tu amiga.- Le dije sin dejar de pellizcar su pezón. Yolanda se mordió el labio excitada y miro a Lucia que también tenía los pezones duros, los cuales se notaban a través del sujetador. La solté y me fui al salón. Ellas parecieron al poco y se sentaron a mi lado.

-¿Que haremos hoy, Javi?- Me preguntó Yolanda que ahora estaba solo con unas braguitas amarillas, al igual que Lucia que solo tenía unas bragas verdes.

-Hoy veremos cuan putas sois.- Ambas se quedaron sorprendidas, pero sonrieron satisfechas. -Poneos un sujetador, que vamos a bajar a la calle.

-¿A la calle?- Preguntaron las dos, incrédulas.

-Sí.- Afirme levantándome.

-¿Solo con la ropa interior?- Preguntó Lucia sin creérselo.

-¿Algún problema?- Respondí yo.

-N... No.- Contestó Yolanda levantándose completamente roja. Tras lo que salió corriendo al cuarto de Lucia para buscar un sujetador que ponerse.

-Así me gusta, Yolanda. Ya podrías aprender, Lucia.- Le molesté. Aunque más que molestarla, pareció motivarle a ir a por un sujetador. Cada una volvió con un sujetador a juego con su braguita. -Como me encantáis. Sois súper sexys y unas increíbles putas.- Ambas sonrieron pero estaban completamente rojas. -Aunque me parece que os falta algo...- Me quede dubitativo, mirándolas, hasta que encontré lo que buscaba. -Tacones. ¿Lucia tienes zapatos de tacón verdes?- Le pregunté.

-Si.- Contestó ella sorprendida.

-Pues póntelos. Y tú, ¿Yolanda? ¿Tienes zapatos de tacón amarillos?- Yolanda pareció pensar, pero finalmente negó con la cabeza.

-Yo si tengo.- Contestó de pronto Lucia. -Además tenemos la misma talla, así que le quedaran bien.

-Pues ale, venga.- Les despaché. Segundos después las dos volvieron con la ropa interior y los tacones.

-Buf... Madre mía.- Resoplé al ver a las dos bellezas delante mi. -Muy bien, ya estamos listos.-Cogí unas llaves, ya que era el único con bolsillos, y salimos de la casa. Bajamos en el ascensor, donde les obligue a que se besaran, mientras yo metía mis manos por la parte de atrás de las bragas y les metía un dedo por la vagina. Llegamos abajo, y ambas estaban muy excitadas. Nos acercamos a la puerta del portal y ambas se detuvieron.

-Javi, nos da vergüenza.- Me dijo Yolanda.

-Hace un segundo bien que os besabais y os mojabais.- Les recordé.

-Pero... Pero...- Parecían no saber que responder, o simplemente no se atrevían a desobedecerme.

-Tranquilas chicas. Sois putas. Ahora os da vergüenza, pero poco a poco os iréis poniendo cachondas como dos perras en celo, y os gustará.- Le dije al oído. -Además, yo voy a estar todo el rato con vosotras.- Ambas se miraron. Parecieron intercambiar pensamientos, solo con la mirada, y finalmente asintieron levemente, sin llegar a creérselo ellas mismas.

Abrí la puerta del portal y primero salió Lucia y luego Yolanda, seguida de mi, que me coloqué entre ellas, teniendo a Yolanda a mi derecha y a Lucia a mi izquierda. Las cogí de la mano y comenzamos a andar bajo la atenta mirada de los pocos peatones que allí había. Lucia y Yolanda estaban completamente rojas y de vez en cuando bajaban la cabeza, pero en seguida les obligaba a mirar al frente para que todos pudiesen verlas. Andaban como modelos, moviendo las caderas, lo que provocaba más exaltación entre los peatones masculinos, y obviamente en mi. Estaban nerviosas, pero a la vez, pude ver como en sus sujetadores algo más anchos de lo normal (como si fuesen sujetadores con relleno.) se marcaban ligeramente sus pezones.

-Como os quiero mis putitas.- Le dije dándoles un beso en la mejilla cada una. Ambas sonrieron y parecieron ganar algo de confianza, pero las miradas de los demás peatones las intimidaban pero a la vez las excitaban. Dimos la vuelta a la manzana y entramos en un parque. No era el típico parque con columpios y toboganes, sino que era una zona verde llena de arboles y algunos caminos serpenteantes entre los mismos. Seguimos andando, y allí parecieron relajarse un poco más, ya que había menos gente. El paseo fue tranquilo hasta que de repente alguien toco en mi hombro derecho, solté a ambas chicas y me giré sin saber quién era, pero antes si quiera de ver a quien estaba detrás de mi, esta persona me arreo un tortazo. Debo de admitir que de la impresión casi me caigo al suelo, pero en seguida me erguí mire a mi agresor.

-¿Qué haces?- Pregunté acariciando mi mejilla, mientras miraba a una mujer de unos cuarenta y cinco años.

-¡Pervertido!  ¡Acosador! ¡Maltratador!- Me dirigió varios insultos, que no surtieron efecto en mi. Pude ver detrás de la mujer a un hombre de la misma edad, quizás un poco mas mayor, a unos tres o cuatro pasos, intentando intimidarme, pero a la vez notaba cierto miedo en el. Volví a mirar a la mujer.

-¿Que se cree que hace?- Preguntó Lucia, colocándose entre la señora y yo.

-¿Por qué le ha pegado?- Preguntó Yolanda apareciendo por el otro lado y colocándose también en medio, como si quisieran hacer de muralla entre la señora y yo.

-Pobres chiquillas...- Suspiraba la mujer. -Os tiene amenazadas, ¿Verdad? Seguro que es un maniaco-pervertido de esos, que os obliga a hacer lo que él quiere.- La verdad es que no se alejaba, pero siendo sinceros, si ellas no hubiesen querido salir, no lo hubiésemos hecho. Por lo que yo empecé a reírme por dentro, al escuchar a la mujer.

-Usted que sabe.- Contestó indignada, Lucia.

-Nosotras ya somos mayores para saber lo que queremos hacer y lo que no.- Contestó, Yolanda, un poco enfada. Pude ver como el marido, titubeaba y ya no sabía si temer mi reacción o la de las chicas.

-Pero que decís pequeñas...- La mujer no paraba de mirarlas sorprendida. -Vete de aquí, asqueroso. Seguro que las tienes acojonadas, y te tienen miedo.- Lucia y Yolanda fueron a contestarle, pero yo me adelante.

-Tranquilas, chicas, explicadle la situación.- Les dije, dándome la vuelta y alejándome por el camino.

[Esta parte me la contaron ellas, ya que yo no estaba]

Una vez desaparecí de la vista de la mujer, esta se acerco mas a Lucia y Yolanda.

-Venga, vamos a la policía, y lo denunciáis.- Les sugirió la señora.

-Se está equivocando.- Volvió a decirle Lucia. -Amamos a ese hombre. Es verdad que él nos lo pidió, pero si no hubiésemos querido no hubiésemos salido.

-Además, ¿A usted que le importa nuestras vidas?- Inquirió Yolanda. -Si tan mal estuviésemos ya nos hubiésemos marchado. Somos dos contra uno.- La mujer no lo entendió ni quiso hacerlo, pero sin poder seguir hablando, ambas se cogieron de la mano y se marcharon por donde yo fui. Ahora andaban como si estuviesen vestidas. No les importaba nada que la gente les mirase. Ya no estaban rojas. Ahora, disfrutaban, sin complejos, de aquello y cada vez estaban más excitadas.

[Hasta aquí, su parte, ahora sigo desde la mía.]

Tras alejarme de Lucia y Yolanda me senté en un banco para esperarlas. Me entretuve pensando en la fiesta de la noche, hasta que las vi aparecer, convencidas y sin complejos, seguras de sí mismas, y muy excitadas.

-¿Asunto arreglado?- Pregunté levantándome.

-Si.- Contestó Yolanda.

-Esa vieja...- Maldijo Lucia, a lo que nos reímos los tres.

-¿Que os parece si volvemos a casa?- Les pregunté, a lo que ellas asintieron tras mirarse un segundo. Volvimos casi por el mismo sitio y una vez en el ascensor comprobé lo húmedas que estaban mientras volvían a besarse. -Ahora vamos a pasarlo genial, pero esta noche... Sera de cine.- Les advertí a lo que ellas sonrieron pícaramente mientras entrabamos en la casa.

-Venid aquí y chuparme la polla.- Les ordené anda más llegar al salón. Sin decir nada se acercaron, se agacharon y tras sacar mi pene erecto de mis bóxer, comenzaron a lamerlo. -Aaa... Cuanto lo necesitaba...- Ellas seguían a lo suyo, mientras yo les acariciaba la cabeza. Con cuida, con su permiso, me senté en el sillón y ellas acabaron por desnudarme. Yolanda, desnúdate para mí y déjame comerte entera.- Ella en seguida se levanto, mientras Lucia seguía con la mamada, y tras quitarse el sujetador y las bragas, dejándose puestos los tacones, se arrodillo a mi lado. Nos besamos mientras apretaba uno de sus pechos y acariciaba toda su húmeda vagina.

-Javi... Muermo los pezones... Lo deseo...- Me pidió entre algún que otro gemido. Tal como me lo pidió lo hice. Empecé a bajar por su cuello hasta llegar a sus pechos, y una vez allí mordí suavemente sus pezones, que estaban bien duritos, mientras introducía un dedo en su vagina y con otro acariciaba su clítoris.

Sin previo aviso, Lucia se desnudo, y me sorprendió cuando introdujo mi pene entre sus pechos y comenzó a mastúrbame con ellos. De vez en cuando escupía entre sus pechos para que mi pene resbalase mejor.

-Qué gran puta eres Lucia.- Ella me dedico una sonrisa de satisfacción y volvió a concentrarse en lo suyo. -Yolanda, ponme tu yo coño en la cara.- De nuevo, sin decir nada se levanto y colocó mi cabeza entre sus piernas, dejando gotear un poco de sus fluidos en mi boca, los cuales bebí y tras unos segundo acabe hundiéndome en su rica vagina.

-Javi... ¿Puedo meterme tu polla en el coño?- Me pidió Lucia sin dejar de masturbarme con sus hermosos pechos.

-No, primero va Yolanda, para que aprendas.- Le dije, y tuvo que apartarse ya que obligue a Yolanda a sentarse sobre mí, introduciendo mi pene en su vagina. En cuanto tuve todo el pene dentro de su vagina, ella sola comenzó a moverse. -Mira, como lo disfruta. Ella es una buena putita, tú tienes que aprender de ella.- Tras mi regañina, hice que Lucia se acercara a mí y nos besamos, mientras metía mi mano en su entrepierna. -Por ahora confórmate con mi mano.

-Gracias, Javi.- Me dijo Lucia entre gemidos, mientras agarraba mi muñeca para que no la sacara de su húmeda vagina, en la cual introducía mis dedos y acariciaba su clítoris, mientras Yolanda seguía con su cabalgada sobre mi y su gemidos de placer. Tras un buen rato, Yolanda alcanzo un gran orgasmo que hizo que a Lucia se le pusiera la carne de gallina de la excitación.

-Ahora te toca a ti, Lucia. Pero lo haremos de pie. Así que ponte contra la pared, como la puta que eres.- Le obligue y con los tacones puestos, se acerco a la pared más cercana y apoyo sus manos mientras ponía el culo en pompa, en una posición muy exagerada.

-Dame, Javi, dame.- Me pidió casi gimiendo Lucia. Yo me acerque por detrás y jugué con la punta de mi pene en su vagina. -Métela, por favor...

-Primero dime que eres mi putita, y que siempre que folles te acordaras mi polla.- Le dije, mientras acariciaba su clítoris con la punta de mi pene.

-¡Ah! Javi... Soy tu putita... Y siempre que folle solo pensare en tu enorme polla... Soy tu putita, Javi... ¡Follate a tu putita!- Lucia estaba fuera de sí, pero no le negué aquel premio que se había ganado de sobra, así con mucha fuerza la penetré y comencé a embestirla velozmente. Sus gemidos eran muy altos. Se pellizcaba los pezones fuertemente, sintiendo daño y satisfacción a la vez. Yolanda se colocó a mi lado.

-Yo también soy tu putita, Javi.- Me dijo mientras se acariciaba el clítoris rápidamente.

-Lo sé, Yolanda.- Y la besé con pasión sin dejar de embestir a Lucia que no dejaba de gritar de placer. -Muerde los pezones. Haz que sus gritos los oigan hasta Cris y Marta.- Le dije a Yolanda que en seguida se agacho y se colocó frente a los pecho de Lucia que botaban fuertemente al son de mis embestidas, y sin previo aviso, Yolanda pellizco con todas sus fuerzas uno de los pezones mientras mordía el otro.

-¡Yolanda eres una puta!- Nunca había visto de aquella manera a Lucia que gritaba de placer como nadie. -¡No pares cabrona!- Los tres estábamos mas excitados que nunca,

-Arrodillaros mis putitas, vais a recibir vuestro premio.- Les avisé sacando el pene de la vagina de Lucia, la cual más que arrodillarse, casi cayó al suelo derrotada, pero que gracias a Yolanda, se mantuvo a la altura de mi pene.

-Javi, somos tus putitas. Córrete, dánoslo todo.- Me pedía Yolanda, que ahora solo pellizcaba los pezones de Lucia, esperando mi semen.

-Somos tus putitas.- Repitió Lucia, y ella también pellizco los pezones de Yolanda fuertemente, provocando que gritase de placer y dolor a la vez, llevándome a mi limite, y haciéndome eyacular en sus bocas, de las cuales no paraban de salir gemidos. Cuando todo mi semen salió, tuve que sentarme en el sofá, para no caer en al suelo. Desde allí pude ver como Lucia y Yolanda, no paraban de besarse y pellizcarse los pezones. Tras un buen rato, Yolanda se marchó al baño y Lucia se me acercó. Lamio mi pene en busca de un poco mas de mi esperma y finalmente se sentó a mi lado.

-Javi... Yolanda y yo nunca dejaremos de ser tus putitas. Haznos lo que quieras, cuando quieras, donde quieras y siempre que quieras.- Tras lo que me dio un beso en la mejilla y también se marchó. Me quedé solo sonriendo y recordando todo lo vivido. Había sido genial, y no solo eso, sino que ahora eran completamente mías. Satisfecho por la buena tarde, me duche tras Lucia y Yolanda y me vestí para prepararme para la noche. Ellas no se maquillaron ni se vistieron del todo para la noche ya que había que preparar las cosa.