Un paseo en bici
Esta es la continuación de una noche de cumpleaños, mi anterior relato, por circunstancias Héctor y yo volvemos a quedarnos a solas y esta vez consigue que pruebe algo que hasta el momento siempre ha sido muy doloroso
Esta es la continuación de una noche de cumpleaños, mi anterior relato, aunque irán en diversas categorías todas serían una única serie, pero aún no he decidido el nombre, por lo cual estoy abierta a sugerencias, muchas gracias a todos por leer
Este relato comienza un par de meses después de aquella noche que os conté, Héctor y yo no habíamos vuelto a estar a solas desde aquella noche, la cual cada vez parecía más un sueño que una realidad, aquello que habíamos hablado de repetir pero esta vez los tres también se alejaba, yo seguía con mi novio, todo se mantenía en una tranquilidad muy normal, y de esta forma todo habría acabado desapareciendo en una bruma de deseo si no hubiese pasado dos cosas que lo cambiaron todo, una fue que mi novio empezó a trabajar, era solo media jornada para que pudiera continuar con sus estudios, pero aún así pasaba muchas horas en esa pequeña tiendecita, lo cual me dejaba a mí muchas horas libres que no sabía con que cubrir, pero la respuesta vino sola y fue el otro motivo que lo cambió todo, mis padres me regalaron una bicicleta nueva, era su indirecta para insinuarme que debía hacer algo de ejercicio, cosa que mi médico solía insistir para reforzar mi espalda.
La misma noche que mis padres me habían regalado la bicicleta salimos todo el grupo y entre cerveza y cerveza surgió la conversación de salir por las tardes, a última hora, todos los que estábamos libres quedamos a las seis al día siguiente para hacer la primera, de la que esperábamos fueran muchas, ruta.
Pero la tarde siguiente me lleve una sorpresa cuando solo dos personas nos presentamos, desde por la mañana la gente se había ido excusando, cada cual peor que el anterior, y los dos últimos, que eran una pareja, pusieron a la misma hora que habíamos quedado que les había surgido un compromiso familiar.
De esta forma por una nueva casualidad Héctor y yo nos volvimos a encontrar los dos solos, su sonrisa me recordó ciertamente a la de un lobo hambriento, pero no mencioné nada y únicamente me apresuré a empezar la marcha.
La tarde fue muy agradable, no comentamos nada de lo que paso aquella noche, aunque el cabrón de Héctor iba siempre detrás de mí solo para ver como el maillot me marcaba el trasero.
-Deberíamos empezar la vuelta- sugirió él, yo le dije que siguiéramos un poco más, a lo que él únicamente me respondió- ya verás tu culito luego
Una hora más tarde le daba la razón, nos quedaba poco de vuelta pero mis posaderas ya pedían un buen descanso, sentía que no iba aguantar llegar a mi casa, por lo que Héctor me sugirió pasar por su casa para descansar un poco, darme una ducha y me dejaría una crema bastante buena para suavizar dolores musculares.
Muchos pensaréis que aquí yo debí olerme el plan, y he de reconocer que por supuesto que me dí cuenta, pero también es cierto que los paseos en bici suelen despertarme ciertos instintos básicos y decidí tentar al destino.
Mis suposiciones se confirmaron según cruzamos la entrada y vi que no había nadie en su casa.
-No están mis padres, se fueron al chalet del campo- me aclaró rápido Héctor- ¿Quieres una cervecita?
Acepté cortésmente, sabía que por una no me iba a emborrachar y confiaba en mí lo suficiente como para controlarme.
Me la bebí rápidamente y me metí a duchar, una parte de mí esperaba que él me siguiera, incluso cuando ya estaba bajo el agua me imaginaba que él se colaba en el baño y empezaba a tocar todo mi cuerpo, suavemente, sin prisa, bajo aquel agua que hacia todo aún más cómodo.
Pero no hizo nada, y yo salí del agua con unas ganas enormes y un gran dolor de culo por culpa del maldito sillín.
-Tengo que comprar uno de gel- me dije.
Como no tenía ropa de cambio salí con la toalla, al fin y al cabo había confianza, demasiado incluso.
Me senté con todo el cuidado que pude en el sofá mientras el se metía a duchar, solo tardó dos minutos, saliendo también con la toalla. En ese momento me dí cuenta que su físico había cambiado un poco desde la última vez que le vi sin camiseta.
-¿Has ido al gimnasio?
-Si- contestó el- Ya llevaba un tiempo pero ahora en verano reconozco que he ido bastante más y encima como también hago natación me estoy poniendo bastante en forma- me sonrió de una forma muy natural, por lo que yo le contesté:
-Claro y sales solo con la toalla para lucir palmito
El negó con la cabeza y me volvió a sonreír
-Salgo así para que estemos en igualdad de condiciones.- bromeo.
-Oye, ¿y esa crema que tenias para dolores musculares?- cambié de tema rápidamente para intentar evitar mirarle más los músculos que ya estaban bastante definidos
Se levantó a por ella mientras me pedía que me colocara sobre el sofá bocabajo para que me diera la crema él, total no me iba a ver nada nuevo, siguió bromeando, aunque le tuve que dar la razón y colocarme como me pedía.
Le oí regresar y pude sentir el frescor de la crema en las zonas doloridas, además empezó a repartirla con un suave masaje por toda la zona, yo no podía evitar relajarme, aunque me puse en guardia cuando vi que cada vez se acercaba más al centro
-Relájate, que no puedo extenderla bien si no- me regañó él
-No te aproveches ¿eh?
El sensualmente se inclinó sobre mi y me susurró
-Si quisiera aprovecharme el masaje estaría bajando hacia aquí
En ese momento sus largos dedos se deslizaron hacia abajo y me penetraron sin miramientos, yo que por la situación estaba totalmente mojada y receptiva no pude evitar soltar un ruido de satisfacción
-Como ves sigo ganando yo, así que como castigo estate quietecita y déjame seguir.
No me quedó más remedio que obedecerlo, el problema era que si ya antes me estaba encendiendo con la situación después de eso estaba a mil, una parte de mí me decía que debía enfadarme por lo que acababa de suceder pero la otra se entusiasmaba al ver que él estaba mucho más pícaro.
Es cierto que en aquel momento yo no tenía planeado repetir lo de aquella noche, pero todo se estaba acercando cada vez más.
De repente noté como uno de sus dedos se colaba por mi culo, entrando todo lo largo que era
-Upss- exclamó Héctor como quien no quiere la cosa- se me resbaló, aunque eso esta muy cerradito ¿no?
-Normal, no esta muy acostumbrado a las invasiones
-¿Eres virgen?- Al hablarle le había mirado y pude comprobar que su cara de vicioso estaba aumentando con ese pensamiento
-No, virgen no, pero han sido pocas veces y siempre me ha dolido mucho, no me gusta...
Mi voz murió en mi garganta ya que sin previo aviso aquel chico me había besado al mismo tiempo que volvía a penetrar con un dedo mi culo
-Si quieres puedo hacer que lo pases muy bien
Reconozco que las hormonas me dominaban desde hacía rato y además había que añadir que gracias a la crema las dos intrusiones me habían resultado incluso estimulantes por lo que asentí.
Se levantó dejando caer la toalla, estaba totalmente empalmado, en ese momento fui consciente que pretendía que todo eso entrase en mi culo, un escalofrío nada agradable me recorrió, una cosa era un dedo, pero aquello...
Debió de ver la duda en mis ojos por que me dijo con la voz más tranquila que pudo:
-Tranquila, para cuando esta amiga vaya a entrar eso va a estar más que preparado, además si en algún momento quieres parar paramos, solo quiero que pasemos un buen rato
Tras esta frase me sonrió con un aire relajado y me puso bocarriba.
Empezó por el cuello besándome, daba besos pequeñitos, iba bajando hasta llegar al final del cuello y volvía subir hasta el lóbulo, aquello me encantaba y el muy cabrón lo sabía.
Tras un par de veces en lugar de volver a subir continuó bajando, creía que iba a detenerse en mi pecho pero lo esquivó rodeándolo con besos y fue bajando hasta el ombligo, desde allí subió hasta mi pecho, primero el izquierdo y después el derecho, primero con suaves besos pero luego empezó a meterse el pezón en la boca y a jugar con su lengua, aquello hacía que me subiese un calor muy superior al que había sentido hasta el momento, cuando acabó de jugar con la lengua empezó a mordisquearlos suavemente aquellos pinchazos me parecían la gloria, encima bajó su mano y empezó a tocarme pero esta vez por delante, jugaba con clítoris y me penetraba de forma aleatoria, cuando yo solo me dedicaba a disfrutar de repente noté que me introducía un dedo por el ano, no me resultó extraño, fue agradable, de hecho lo note muy suave, a partir de ese momento alternó unas veces jugaba con mi clítoris, otras metía los dedos por delante, otras por detrás, al estar mi coño muy lubricado aquello se hacía muy fácil.
En ese momento continuó la bajada por mi cuerpo y su boca paró en mi clítoris, pero mientras llegaba a la gloria noté como introducía dos dedos en mi culo, yo por única respuesta le coloqué las manos sobre la cabeza obligandole a seguir comiéndome el coño, yo sentía que ya mi cuerpo no me pertenecía, que había perdido el control sobre él.
En es momento Héctor se levantó y me obligó a volver a tumbarme bocabajo, sin dejar de alternar los dedos entre el culo y el coño nuevamente me besó el cuello y cuando pasó por mi oreja me habló:
-Todavía no es el momento, aún me queda por jugar un poco más
En ese momento noté como entraba el tercer dedo, a diferencia de las otras ocasiones que había tenido sexo anal en aquella ocasión eso me excitó todavía más, y podía notar como incluso mi culo crecía, como me iba pidiendo que entrara algo más, me parecía increíble aquellos escalofríos, lo agradable que se sentía todo.
Cuando terminó el recorrido por mi espalda noté como sacaba los dedos y algo más ancho “llamaba a la puerta” pero cuando parecía que iba a entrar cambió de dirección y me penetró la parte de delante y me sometió a varias embestidas, la volvió a sacar y la volvió a pasear cerca de mi entrada de atrás, note como la punta hacia un amago de entrar para volver a salir y cambiar de destino. Hizo esto varias veces introduciéndola cada vez un poco más.
Cuando ya había conseguido meter como la mitad ya se puso más en serio, en este punto yo si que tenía algo de resistencia por lo que él empezó a mecerse lentamente y ha hablarme al oído:
-Tengo todo el tiempo que haga falta, que sepas que tenerla así me pone mucho y me puedo pasar horas follándote sin cansarme, quieres que apriete un poco más
A pesar que me empezaba a resultar algo incómodo asentí ya que mi excitación seguía muy alta, así de un último apretón terminó de metermela, a partir de ese momento empezó el vaivén, yo sentía algo de dolor pero de repente un pinchazo distinto recorrió mi espina dorsal, y aquello me gustó, era cierto que aún sentía algo de molestias pero aquellos escalofríos iban en aumento y se me empezaron a escapar gritos cuando el se apoyo en mi oído y empezó a gemir, de siempre el gemido de un hombre en mitad del polvo me pone mucho y el se dio cuenta y no se contuvo, aún así notaba que mi culo no iba aguantar mucho más y se lo dije, Héctor aceleró el ritmo y dejó escapar varios gemidos que yo acompañe antes que se corriese en mi culo.
-Y así se extiende bien la crema- bromeó levantándose- ¿Todo bien?- en ese momento la cara le cambió y se mostraba realmente preocupado
-Perfecto- suspiré girándome- pero creo que necesito otra ducha.
En esta segunda ducha si pasó lo que había imaginado antes, se colo en el baño y empezó a follarme, esta vez fue únicamente vaginal pero ya terminé con mi última reservas de energía, así que me puse una camiseta que me prestó y unos boxers a modo de pantalón, pedimos unas pizzas y me quedé a dormir poniendo algunas escusas en casa, a mi novio simplemente le dije que me iba a dormir por que estaba cansada. Tras mandarle aquel mensaje decidí que era el momento de hablar con Héctor.
-¿Qué vamos hacer a partir de ahora?
Era una pregunta que había rondado en mi mente cada vez que me planteaba si aquello se volvía a repetir, me seguía pasando lo de aquella noche, quería a mi novio, pero aquel chico tenía algo que hacía que se despertaran mis instintos más básicos, aparte siempre conseguía que viera el cielo, pero por otro lado cuando le miraba si no estábamos en el tema no sentía nada, solo le veía como un amigo, era algo que nunca me había pasado...
Y él estaba exactamente igual, no me quería, me veía como una gran amiga, pero también notaba esa química sexual, por lo que me acabó proponiendo que siguiésemos como hasta ese momento, seguir saliendo con las bicicletas y si se repetía la situación pues poder desfogarnos, todo por supuesto en estricto secreto, yo acepté, nunca había sido de las personas que engañan a sus novios pero sabía que nadie entendería lo que nos pasaba.
Aquel fue el comienzo de un pacto que nos duraría mucho tiempo y de una situación que se volvería aún más interesante, aunque también por raro que suene nos sirvió para forjar una gran amistada, ya que no siempre acabábamos haciéndolo, muchos día sencillamente veíamos la tele o hablábamos como amigos.
Hasta que ha finales de agosto sucedió algo que cambió la situación...
-Mi tío quiere dos nuevos camareros- me dijo Héctor- Uno voy a ser yo, si quieres ser tu la otra, podrías ahorrar hasta que te salga algo de lo tuyo, solo tiene un pero.
En ese momento me explicó que si quería tendría hasta el alojamiento gratis, ya que su familia tenía un piso en Madrid que no alquilaban, se apresuró en decirme que no había dobles intenciones, que cada uno tendríamos nuestra habitación y mi novio podría venir en cualquier momento.
El dinero me venía muy bien y las condiciones inmejorables, de esta forma acabé en Madrid con Héctor, pero eso ya os lo contaré en otra ocasión