Un orgasmo diferente
Lya, una joven ex bailarina, recuerda sus comienzos y el amor de su vida, como los orgasmos la hicieron encontrar lo que realmente buscaba.
Quizás alguna vez te preguntaste: “¿Cómo llegue hasta aquí? ¿Qué me impulso a hacerlo? ¿Está mal? ¿Qué debería hacer? ¿Y si salgo corriendo?...” Probablemente no sea la primera vez que te lo preguntaste, quizás más de dos o tres….o más veces ¿Quién sabe? Lo importante es que lo disfrutes desde que empieza, con las dulces palabras que penetran en la piel, como las abejas hacia un hermoso tulipán, buscando su néctar preciado; hasta el final donde te aseguro que terminara en esa maravillosa explosión de emociones, suspiros y tensión. Donde al final dirás: “¡Realmente valió la pena!”
¡Espera! Aun no empecé con mi historia… ¿En que estabas pensando? No sean traviesos, dejen su imaginación para lo que está por venir.
Mi nombre es Lya MissLov, bueno así me suelen llamar en mi trabajo. Tengo 28 años, soltera, sin hijos, estudio relaciones públicas en la universidad y de noche trabajo en un club de danza, es un club bastante especial, puedo bailar todo lo que yo más quiera, sacarme la ropa los más lento o rápido que desee, puedo mostrar todo mi cuerpo o solo un poco…mido un metro sesenta y ocho, son de tés blanca, pelo castaño claro, ojos verde esmeralda, mi silueta es como la de una modelo, mis pechos son pequeños de tamaño 85 pero hermosos, mis pezones son rosa y del tamaño de un pequeño botón, con una aureola perfectamente simétrica a ellos y mi culo…..ay!! Mi culo!! Es maravilloso!! Tiene una forma sencillamente única, es la manzana perfecta de la discordia. Es por este motivo que me encanta bailar, para mostrar mi bello cuerpo, para elevar a las más altas fantasías a todas las personas que me estén mirando, sean hombres o mujeres por igual…pero hay una sola regla, si me tocas, el juego y el baile se acaba.
No fue hasta hace poco que cumplí 4 años en mi trabajo, que algo me paso, algo ya no era lo mismo. Yo había perdido mi deseo en bailar, mi interés en sentir esa excitación de estar frente a frente, con mi cuerpo semidesnudo, sintiendo tu mirada y tu respiración tan cerca de mí. Todo en mi vida era fantástico, pero algo me hacía sentir insatisfecha, aburrida, me sentía monótona. Al cabo de unas semanas decidí comenzar a buscar la razón de mi insatisfacción, comencé terapia, hice deporte, intente cocinar más de lo normal, Salir con amigas. Comencé yoga…uf yoga!!! Tantas bellas ideas me dio para la danza como para mi vida sexual. Pero al cabo de un tiempo me seguía sintiendo igual, no podía entender que era lo que me estaba pasando…no fue hasta un viernes en la noche que lo descubrí!
En uno de mis turnos de baile, tuve la sensación de que alguien me observaba desde lejos, comencé a bailar más por todo el lugar, buscando esos ojos que sentía que me penetraban desde la distancia…hasta que lo encontré. No era un hombre muy grande, tenía alrededor de unos treinta años, cabello castaño, delgado pero con su cuerpo bien tallado, usaba ropa bastante interesante, sobre todo su pantalón.
A medida que me acercaba a él mi corazón se aceleraba, mis piernas empezaban a temblar, sentía cosquillas en todo mi cuerpo, no entendía que estaba pasando ¿Estoy excitándome? Pero ¿Por qué? ¿Qué está pasando? Y por primera vez en un baile me acerque tanto como para tocarlo, pero él con un suave movimiento se levantó, apenas rozándome sin siquiera ponerme un dedo encima, solo con su mirada fija en mis ojos, se acercó a mi oído derecho y me murmuro: “Te desvestiría lentamente hasta penetrarte y desatar nuestras lujurias más profundas!”
No sé cómo explicarlo, pero mi vagina se mojó como nunca, un escalofríos recorrió toda mi espalda hasta llegar a mi cuello y subir lento hasta mi cabeza. Él dio media vuelta y se marchó, dejando solo una servilleta en su mesa con su número de teléfono. Esa noche al llegar a mi departamento, busque mi vibrador fucsia con relieves y pequeñas protuberancias, me tendí en mi cama, comencé a desvestirme, a masajear mis pechos, a tocar mi vagina…jamás la había sentido tan mojada, tan caliente, palpitando fuertemente mientras recordaba a ese hombre susurrándome al oído, comencé a penetrarme con mi vibrador hasta llegar a lo más profundo de mi útero, mi vagina rebalsaba de gozo, de placer, mis jugos se derramaban por todos lados, me volvía extremadamente loca hasta que en mi último suspiro exclame con gran placer un grito de orgasmo agudo que me estremeció desde los pies hasta mi cabeza…había sido el orgasmo más intenso que tuve en mi vida, el más mojado y el más placentero.
Al cabo de unos minutos mientras tocaba mis labios y jugaba con mi clítoris, intentando recuperar algo de la cordura que me quedaba, tratando de entender porque me sentía tan caliente…¿Sera que hace mucho no tenía sexo? No, eso no era ¿Sera las palabras que me dijo aquel hombre me encendieron a tal punto? No, sus palabras no eran…aun así una última duda surcaba mi mente…¿Habrá sido su presencia? No lo pude descubrir, sino hasta un mes después. Paseando por un parque muy cerca de mi departamento me topo con él nuevamente, mi respiración se agito al instante, no podía entender como pudo cruzarse en mi camino nuevamente, con una cálida sonrisa dijo hola y se presentó, le decían Eros, al igual que yo, tenía un sobrenombre.
Comenzamos a hablar y las horas comenzaron a volar, momentos tras momentos días tras días, nos compenetrábamos tanto el uno con el otro que perdíamos a noción del mundo y del tiempo, hasta que un día nuestra tención no soporto más y nuestras ropas gritaron al ser rasgadas el uno del otro, sintiendo como nuestras manos recorrían nuestro cuerpos, explorándonos, sintiéndonos, él sub cavando en lo más sagrado y profundo de mi ser, yo recorriendo su largo y grosor, haciendo cada vez este mas deseosa de él y de sentirlo dentro de mí; me arrodille y comencé a darle sexo oral, era increíble!! Su sabor, su espesor, su hedor tan particular entre su piel y sus jugos, succionando su pene hasta lo profundo de mi garganta, sentía como el agarraba mi cabeza y me ayudaba llegar cada vez más a la base de su pene…en un momento él me suelta, me levanta y me tira contra la cama, abriendo mis piernas, besando desde mis pies hasta mi vagina, usando su lengua en lo más profundo de mi, jugando con mi clítoris y sus dedos penetrándome, sentía como un orgasmo estaba avecinándose mientras me agarraba de mis pechos con fuerza para que no pudiera escapar, en el preciso momento que el tan glorioso y explosivo orgasmo estaba a punto de salir, me soltó de repente, quise mirar a ver qué había pasado pero no me dio tiempo a reacción y hundió su grueso y largo pene dentro de mi sin darme tiempo a tomar el aire y comenzó a moverse de una manera única, hizo que me viniera rápidamente, pero aun así quise continuar y le pedí que no parece, que siguiera con fuerza, entre besos, suspiros sincronizados, solo miradas intensas de placer entre ambos, la conexión que lográbamos en ese momento, el palpitar de nuestros genitales al mismo tiempo, todo se dio en el momento exacto, con los movimientos exactos, y la profundidad exacta….se acercó a mi oído derecho y me dijo: “Quiero acabarte toda, ¿Me permites hacerlo dentro de ti?” No sé si fue todo lo que pasamos, si fue porque no estaba en mis días de ovulación o simplemente por la seguridad que él me trasmitía al estar conmigo, pero le dije a gritos: “SIII!!! HACELO!!! ACABAME!! ACABEMOS JUNTOS!!!” En ese preciso momento me agarro con fuerza de mis caderas sentándome sobre él, mientras ambos nos movíamos podía sentir como el comenzaba a acabarme y llenarme mi útero, al mismo tiempo mi vagina se estremecía con el orgasmo más fuerte que podría haber sentido, más fuerte que la vez que me masturbe pensando en él, ambos hicimos un desastre en las sabanas, pero nuestros miradas solo se concentraban en los ojos del otro, él se recostó y yo solo me deje caer sobre él, aun con su pene erecto dentro de mí, así nos dormimos.
De pronto un sonido familiar me despertó, era mi despertador, era lunes por la mañana, él ya no estaba, en su lugar había dejado una rosa con una nota: “Gracias por esa noche” y debía ir a trabajar, no podía creer la magnitud de lo que había pasado, mi sabanas estaban empapadas y mi bombacha rebalsada, jamás había pasado algo así y sumándole que había tenido un sueño húmedo tan vivido y realista, estaba en un shock total….ese lunes luego del trabajo busque su número y le mande un mensaje…: “Esposo mío, te espero en casa esta noche para revivir nuestra primera vez juntos, Te Amo!”