Un nuevo vecino para conocer
Aunque a primera vista nos causó mala impresión, pronto veríamos que tenía algo muy grande que ofrecer a mi mujercita
Hace unos meses estábamos en el salón y empezamos a oír ruidos en el piso de enfrente que había estado una temporada vacío, y oímos ruidos de meter cajas y cosas así. Unos días después vimos a los nuevos vecinos. Eran una pareja rumana de unos 50 años. Ella se llamaba Christina, era delgadita con buen tipo y rasgos como agitanados. El era rellenito con chándal y cadenas de oro, y se llamaba Radu. Sé que va a sonar mal, pero parecía el típico rumano que va a robar cobre, pero la verdad es que luego fueron una pareja maja y que no dieron ningún tipo de incidente. Bueno, casi……..
A las dos semanas de llegar veníamos de la calle y nos cruzamos con ellos en las escaleras. Él como siempre iba en chándal y estuvimos hablando un momento en el rellano. Nos dijeron que ella se tenía que ir unos días a Rumanía porque su madre estaba algo enferma. Cuando entramos en casa, me dijo Maricruz:
- Joder, ¿te has fijado en el vecino?
- No, en qué tenía que fijarme.
- Pues que el muy marrano iba sin calzoncillos, y con la tela del chándal se le notaba todo el paquete.
- Jajajaja, bueno. Así va más cómodo ¿no?
Me fui a colocar unas cosas y cuando volví pregunté:
- Oye, por curiosidad ¿y qué tal tenía la polla el vecino?
- Pues eso es lo que te iba a contar, pero te has ido. Que parece que tiene un muy buen aparato ahí debajo, se le notaba un buen bulto.
- Bueno, así se lo pasa mejor Christina.
Dos días más tarde por la noche, y tenía a Maricruz con todo su culazo delante de mí y su coñito chorreando por la excitación, apoyé mi polla erecta entre sus labios y apreté despacio hasta que noté como se deslizaba dentro de su mojado chocho. Empecé a menear mi culo lentamente y oí como ella empezaba a jadear despacito al principio y luego más fuerte. Entonces levanté la cabeza y vi como en la parte de afuera, en la oscuridad, brillaba una luz pequeñita y naranja. Ahí fue cuando caí en la cuenta que no habíamos cerrado la persiana ni la cortina y que el vecino nos estaba viendo desde su ventana, que estaba como a unos tres metros de la nuestra. Eso me excitó todavía más e incrementó la dureza de mi polla que empujé más adentro del coño de Maricruz, y bombeando más rápido me vacié rápidamente en su interior. Ella se enfadó un poco y me dijo:
- Joder, me has dejado a media corrida. ¿Por qué le diste tan rápido sin avisarme?
- Es que me excité mucho por una cosa. Te lo cuento, pero no te enfades, ¿vale?
- Bueno, a ver.
- Pues es que mientras te estaba follando, me di cuenta que el vecino nos estaba viendo desde el balcón, y la idea de que nos vieran me excitó mucho y me acabé corriendo.
Ella se quedó callada y pensé que se iba a enfadar.
- Así que el muy cerdo nos estaba viendo ¿eh?
- Sí, estuvo un buen rato.
- Bueno un buen rato no, porque te has corrido muy pronto tú.
- Ya, lo siento.
- ¿Y viste qué hacía mientras nos miraba?
- Pues no se veía muy bien. Pero imagínate lo que estaba haciendo, o por lo menos sé lo que haría yo.
- Jajajajaja, no, si ya sé que a ti te gusta masturbarte mientras ver a otros follarse a tu mujercita – dijo haciéndome unos mimos.
- Jajaja, reconozco que soy un cerdo. Pero seguro que él se estuvo haciendo una buena paja mientras nos miraba. Una paja con ese enorme pollón que tiene, si es verdad lo que dices tú.
- ¿Cómo? ¿Pones en duda que no reconozco un buen pollón cuando lo veo debajo de un pantalón? – dijo ella fingiendo indignación.
- Ummmm, quizá estás perdiendo facultades.
- Pues entonces sólo hay una forma de comprobar si tengo razón ¿no crees?
- Lo que creo, cariño, es que desde que tú dijiste que habías visto que tenía un buen aparato, los dos estábamos deseando lo mismo – dije besándola.
- Que cerdo eres.
Y ahí quedó la cosa hasta que el sábado mi mujer se fue a la compra y cuando volvió dijo que se había encontrado al vecino abajo y que como no estaba su mujer, que le había invitado a comer el domingo. Llegó puntual a la hora que le había dicho Maricruz, que estaba vistiéndose en nuestra habitación. Yo estaba preparando la comida e iba a estar metido en la cocina hasta la hora justa de comer, por lo que ellos tendrían que estar en el salón un rato ellos solos. No estaba preocupado hasta que vi como se había vestido la muy puta. Se había puesto tacones y medias de rejilla, y una blusa blanca bastante escotada, que además era acompañada por un wonderbra que aumentaba el tamaño de sus tetas, ya sabéis por otros relatos, que tampoco es que tenga unos pechos muy grandes. Pero lo mejor era la minifalda vaquera que se había puesto. Ya no se la ponía por la calle porque la quedaba muy corta y demasiado ajustada, y sólo la usábamos ya para nuestros juegos sexuales. Pero se la había puesto esta vez y la quedaba increíble. La llegaba justo por debajo del culo, y la quedaba tremendamente apretada, marcando todas las curvas de las caderas y la pierna. Estaba espectacularmente sexi y espectacularmente zorra. Nos quedamos con la boca abierta los dos y el único que reaccionó fue él para decir:
- Vaya vecina, está usted guapísima.
- Pues muchas gracias.
El muy cabrón se la estaba comiendo con los ojos.
- Cariño, por qué no nos pones un vermut a Radu y a mí y sigues haciendo la comida. Así tenemos tiempo para charlar un rato.
- Claro que sí.
Les puse el vermut y ellos entraron en el salón. Mi mujer cerró la puerta y me dedicó una sonrisa llena de picardía. Mientras terminaba la comida, me acerqué un par de veces a la puerta, pero no escuché nada, sólo como mi mujer se reía. Cuando acabé abrí la puerta y estaban sentados en el sofá muy juntos. Se levantaron para ir a la mesa y ahí fue cuando me di cuenta que mi mujer tenía razón porque en el pantalón de Radu aparecía un bulto tremendo que era incapaz de ser sujetado por el pantalón. Nos sentamos en la mesa a comer, y me di cuenta que estaban todo el tiempo riéndose y bromeando. Cuando acabamos, mi mujer dijo que ella iba a fregar y a recoger lo que hubiera. Radu dijo de repente:
- Vecina, voy contigo a ayudarte, si no te importa.
- Claro que no, siempre es bueno tener a un buen mozo con una, jajajaja.
Se fueron para la cocina. Esperé unos minutos antes de ir y cuando fui ella estaba en la pila fregando alguna cosilla mientras él estaba pegado a su culazo restregando todo su paquete, con sus manos en las caderas de mi mujer y diciéndole cosas al oído. Cuando me oyeron entrar, giraron sus cabezas y sonrieron los dos. Pero ninguno de los dos se movió ni dejó de hacer lo que estaba haciendo.
- Ya ha venido tu maridito. ¿Por qué no empezamos ya? – dijo Radu.
- Jajajaja –rió ella- ¿Empezamos qué?, dijo ella dándose la vuelta y empujándole despacito hasta la mesa, mientras le agarraba la polla por encima del pantalón: Y por cierto, ¿por qué eres tan marrano que no te pones ni calzoncillos?
- Pues para que las putas como tú puedan ver la enorme polla que tengo.
Mientras decía esto, se bajó el pantalón del chándal hasta las rodillas dejando asomar una bamboleante verga sin descapullar que estaba todavía a media asta. Tenía razón en decir que era enorme, muy gorda y con un buen trozo de pellejo en la punta. Fue muy excitante ver como ella se relamió los labios mientras me miraba y se agachaba a pasar la lengua por ese tronco. También fue muy excitante como en cuando empezó a recibir las caricias de su lengua, reaccionó levantándose como por resorte. Con su mano llevó hacia atrás la piel de la punta para dejar ver una cabezota morada y gorda que inmediatamente recibió el calor de su boca. Su lengua empezó a pasar por todo lo largo del rabo hasta que notó que ya estaba totalmente duro, y entonces empezó a meterse toda lo que la entraba en la boca. La gusta mucho chupar el glande y excitar al macho. El reacciono empezando a gemir y lo que me excitó más a hablar conmigo:
- Ufffff Pedro, vaya putita que tienes en casa.
- Si, lo sé.
- La chupa de maravilla. ¿Y a ti se te ha puesto la pollita dura de verla comer mi rabo?
- Si, Radu.
- Pues sácatela y así la comparo con la mía.
La saqué del pantalón y se echó a reír cuando la vio. Parecía menos de la mitad de la suya.
- No me extraña que esta perra busque fuera de casa buenas pollas de machos porque lo que tiene dentro….
- Es mucho más pequeña que la tuya – dijo Maricruz sacándose el cipote de la boca.
- Tú calla y chupa perra.
La agarró la nuca y empujó su cabeza hasta el final de la polla para que ella le hiciera una garganta profunda pero también para demostrar quién es el que mandaba en aquella follada. Pero no contaba con que mi mujer le iba a pagar con la misma moneda. De repente, dejó de chupársela, se levantó, le agarró de la polla y dijo:
- Vamos a la cama, que quiero tener dentro esa cosa ya.
Fuimos todos en procesión a nuestro dormitorio. Nos quitamos la ropa rápidamente y mientras yo me sentaba en una silla para verles, Radu se tumbó boca arriba en la cama. Ella se subió, se puso en cuclillas, puso la punta de la verga en su coñito y se dejó caer. Casi a la vez se oyó un “flop” del ruido de la polla entrando en el chocho de ella y un largo gemido:
- Diooooooooooosssssss, que bueno.
- Que ganas tenías de tener dentro un buen cacho de carne, eh, zorra.
- Ufffff, cariño, estoy disfrutando mucho. La siento muchísimo dentro de mi – dijo dirigiéndose a mí.
- Ya veo como disfrutas, cielo – dije yo.
Realmente la cara de placer que tenía era indescriptible y me excité mucho, masturbándome lentamente mientras miraba como aquel semental hacía morir de placer a mi mujer. La potencia de Radu era tremenda. Mi mujer se movía adelante y atrás moviendo sus caderas de manera unas veces lenta y otras rápidamente. Así se corrió entre gemidos fuertes dos veces mientras él no daba ningún síntoma de que se acercara el momento de descargar el contenido de sus huevos. Después que se corriera por segunda vez, agarró a mi mujer con sus fuertes brazos y la cambió de posición. Ahora fue él el que se puso encima de la cama sobre sus rodillas, agarró a Maricruz por los muslos y clavó su miembro en el coño de ella. Era él quien hacía todo el trabajo, movía adelante y atrás a Maricruz, que veía como la polla de Radu entraba y salía en toda su longitud de su vagina. Ella estaba disfrutando mucho porque nunca había sido jodida en esta postura. Radu empezó a ponerse más colorado por el esfuerzo y también porqué estaba a punto de correrse. Yo me levanté para ver la escena mientras no paraba de pajearme. Una serie de bufidos indicaron que el rumano estaba llenando el coño de mi mujer de una leche caliente y espesa que pronto empezó a escurrir entre los muslos de mi putita. Lo fantástico de la escena fue que a pesar de haberse corrido, y de qué manera, la polla de Radu no daba síntomas de aflojar, y siguió bombeando hasta conseguir que mi mujer se corriera de nuevo, esta vez gritando de placer.
- Qué bueno, cabrón. Te has corrido y no has parado de follarme. A este cornudo cuando se corre ya no se le levanta más la polla.
- Jajajaja, vaya cornudo. Menos mal que está aquí el vecino para ayudarte.
Al final con todos estos comentarios me excité mucho y noté como mi polla se hinchaba y acabé descargando todo mi semen sobre los pechos de Maricruz.
- Así, así, cariño. Échame toda la leche encima, que ya sabes que me gusta.
- Ummmmm tómala y sigue follando a este animal.
El pasaba de nosotros y seguía a lo suyo enterrando su verga una y otra vez en la vagina de mi mujer hasta que de nuevo entre gritos de los dos, acabó echando de nuevo su semen dentro. De nuevo la corrida fue espectacular y cuando sacó la polla, ésta salía toda empapada y pringosa, y del coño de mi mujer salió una mezcla de fluidos que cayó sobre la sábana. Ellos estaban cansados y se quedaron durmiendo, y yo me fui al salón pensando que nos habíamos echado unos buenos vecinos y que había que aprovecharlos cuando pudiéramos….
Si os ha gustado o queréis decir algo, mi mail es mrmp1969@hotmail.com