Un nuevo trabajo
Un conjunto de sentimientos que se mezclan para formar una aventura cargada de sexo, placer y problemas maritales
Nostalgia
Juan empieza una nueva etapa, un nuevo trabajo, nuevos retos. Fue reclutado por un bufete internacional de abogados, después de conocer sus habilidades como abogado en litigios internacionales. Sus primeros trabajos los hace junto a una abogada de gran experiencia, Catalina, la cual estaba radicada en un país extranjero.
Con Catalina compartió mucho tiempo y viajes fuera del país para trabajar con clientes especiales, hicieron un excelente grupo de trabajo. Ambos compaginan mucho, se hicieron muy buenos amigos. Cuando Catalina visita el país de Juan, esta conoce a Mishelle esposa de Juan, de inmediato se hacen muy buenos amigos hay buena química ya que es muy fácil tratar con Catalina.
Un día, Catalina confiesa a Juan, que ella y su esposo son parte de un grupo Swinger en su país. Una noticia fascinante, pero sobre todo muy conveniente, pues compagina perfectamente con la forma de vida que en ese entonces Mishelle y Juan llevaban.
Juan con permiso de Mishelle le propone a Catalina hacer un trio, pues ellos también son una pareja Swinger. A Mishelle, Catalina le parece una chica muy interesante, muy inteligente y muy bonita, pero sobre todo le atrae sexualmente y por lo tanto está dispuesta a hacer un trio con Catalina y su esposo. La experiencia para la pareja es realmente alucinante, los tres disfrutaron más de lo que se habían esperado, en el morbo del momento Catalina les convence de hacer una video conferencia en internet para que participe su esposo. El siguiente fin de semana, repiten la experiencia esta vez el esposo de Catalina está presente, las dos parejas se entregan libremente como buenos conocedores de placeres sexuales.
Seis meses después Catalina tiene que hacer un viaje imprevisto al país de Juan. Cuando Catalina llega a la oficina, se encuentra en el ascensor con Juan, de inmediato se abrazan y saluda efusivamente, un sentimiento de nostalgia por los viejos tiempos invadió a los dos. Catalina se ve algo afligida, un estado de ánimo muy distinto al que solía tener. Juan se ofrece ayudarla, Catalina decide abrirse y contarle a Juan los problemas su relación marital. Ella confiesa que las cosas con su esposo, fueron mal desde que regresó hace seis meses a su país, sus diferencias y reclamos se incrementaron.
Con el tiempo ella terminó separándose de él, eso había pasado exactamente hace tres meses. Tres meses en los cuales no ha tenido ningún tipo de contacto sexual. Catalina había estado acostumbrada a una constante y gratificante actividad sexual, algunas veces con más de un amante a la vez. Para ella no tener sexo era absolutamente frustrante. Catalina le cuenta que está tan excitada, está deseosa de ser poseída, pero le da mucha vergüenza ofrecerse a un desconocido.
Catalina angustiada confiesa que tuvo que mover sus influencias para que la dejen viajar, y había elegido su país pues Juan era su única oportunidad de obtener satisfacción. Ella le propone una aventura de índole puramente sexual y dado que la esposa de Juan ya la conocía y habían compartido juntos estaba segura que no pondría objeción.
Juan quiere ayudar a Catalina, de hecho le hubiera encantado repetir la experiencia de hace seis meses, quiso llamar para consultar con su esposa, seguro ella no pondría objeción en volver a hacer un trio. Pero hay un problema, Juan sale de viaje mañana muy temprano y este día tenía que cerrar muchos pendientes en su oficina. Juan no podía perder esta grandiosa oportunidad, estaba tan excitado por la propuesta de Catalina, que no podía concentrarse, tenía que idearse la forma de poseer esta maravillosa mujer. Era una pena, Juan tenía tanto trabajo y tan poco tiempo, que no le alcanzaría ni llevarla a un motel cercano, para colmo ese día había dejado su auto en la mecánica y dependía de su esposa Mishelle para que lo pasara recogiendo.
Complicidad
Después de pensarlo bastante, se le ocurrió una idea, podía usar el parqueadero del edificio al medio día. Casi todos sus compañeros lo usaban para dejar sus autos en la mañana y los retiraban por la tarde. Al medio día, no era más que un subterráneo vacío y oscuro. Prácticamente a nadie se le ocurriría bajar, a menos que sea una emergencia, por lo cual el lugar parecía bastante seguro, discreto y cercano.
Otro punto a favor es que conocía muy bien a los guardias, podría convencerlos o sobornarlos si fuera necesario, para que le avisen si hay algún peligro. El plan parecía perfecto, solo faltaba un detalle, tenía que conseguir alguien que le preste el auto, en donde podría perpetrar sus bajos instintos.
Había mucho de donde elegir, pero no podía correr riesgos, necesitaba alguien con confianza. Pensó entonces en Sonya, una antigua novia de la universidad, seguía soltera, tenía novio y estaba seguro que ella ya no sentía nada por él. Además conocía y respetaba mucho a Mishelle, pero algo que llamaba la atención a Juan esta que Sonya era una mujer fiel, una gran amiga a la que podía confiar todo y jamás lo traicionaría. Sonya siempre se caracterizó por ser muy colaboradora, atenta y siempre estaba dispuesta a ayudar a Juan, si había alguien en quien podía confiar era ella.
Juan fue con Sonya, le pidió prestado el auto, le dijo que necesitaba llevar a Catalina a comprar unos recuerdos de su país. Sonya aceptó gustosa pero no entregó las llaves a Juan en ese momento, aduciendo que tenía que sacar algo de su auto. Juan no se preocupó y de inmediato informó a Catalina cual sería el plan para ese medio día.
Cuando eran cinco minutos antes de las 12. Juan fue a buscar las codiciadas llaves, casi sincronizadamente Catalina se levantó y salido de la oficina, según el plan, esperaría unos minutos en los asesores donde casualmente se encontraría con Juan.
Cuando Juan se acercó a Sonya está se levantó con una risita de complicidad . Sonya tenía todas las intenciones de ir con él. Sonya le explicó que su nuevo kit de seguridad exigía que ella personalmente desbloqueara el auto. Un poco incrédulo, Juan aceptaba todas las recomendaciones referentes a cómo debía llevar su adorado auto nuevo, incluso Sonya muy presuntuosa se ofreció a sacar el auto del parqueadero. Juan dijo que no era necesario, pero ella insistió.
Sonya y Juan salieron de la oficina y sorprendieron a Catalina esperando el ascensor. Catalina no entendió que hacia ahí Sonya, pero trató de disimular su extrañeza. Cuando llegaron al auto, Sonya dio todas las indicaciones a Juan, pero cuando estaba por irse, se arrepintió, le dijo que podría aprovechar que iban al centro comercial para hacer ella también unas compras y que le vendría bien salir de la oficina un rato.
Desconcierto
Juan y Catalina se miraron con desconcierto , Sonya parecía no entender la necesidad que tenía la pareja de estar solos, menos podría haberse imaginado lo que se traían entre manos. Juan trató por todos los medios de persuadir a Sonya, pero no había forma de convencerla, entonces Catalina fue un poco más directa.
- Cariño, hay algo privado que necesito hablar con Juan, nos podrías dejar un rato a solas, por favor
Sonya pareció entender y Juan se pasó al asiento trasero junto a Catalina. Pero Sonya en lugar de salir del auto tomó sus audífonos, se los colocó y puso música en su teléfono.
- Pueden hablar lo que ustedes quieran yo no voy a escuchar, me avisan cuando estén listos
Catalina y Juan estaban algo enojados, sus planes parecían estar arruinados por la ingenuidad de esta mujer. Necesitaban hacer algo pero justo entonces, Sonya salió del auto sin decir nada.
Juan y Catalina al fin parecían haberse hecho entender y aprovecharon el momento. Catalina se lanzó sobre Juan y lo besó frenéticamente introduciendo su lengua con pasión. Rápido fue a su oído y le explicó cuan excitada había pasado toda la mañana, deseando con ímpetu fornicar con Juan. Del bolcillo de la chaqueta, sacó su ropa interior, se lo entregó a Juan, para que este pudiera cerciorarse de la completa humedad de la tanga.
Juan tomó la ropa interior y se la llevo a la nariz, percibió ese olor a sexo, sitio la humedad completa, su pene de inmediato reaccionó, sus labios continuaron besando los de Catalina. Esta no perdió tiempo, desabotonó la camisa completa y de inmediato se dedicó a acariciar los bien formados, pectorales de Juan.
Juan levantó la mini-falda y descubrió la perfecta y depilada vagina de la mujer, introdujo rápidamente dos de sus dedos y jugueteó con la cavidad completamente mojada de la mujer. Catalina no pudo más, su excitación era tal que decidió apoderarse rápidamente del miembro de Juan, desabotonó el pantalón, bajó la bragueta, reconoció el falo grande, lo sacó apresurada, lo agarró fuertemente con su mano izquierda.
Juan de inmediato retiró completa la blusa de la mujer, bajó besándola por su cuello, no había más ropa interior, sus deliciosos senos lucían orgullosos, unos pezones duros, deliciosos, él los tomó chupó, mordisqueó.
En ese preciso instante la puerta del conductor se abre y Sonya, ingresa al auto como un rayo. La imagen que encuentra era difícil de entender. “¿Qué está pasando?” preguntó. Era una locura Catalina su compañera, completamente desnuda, en una posición comprometedora con Juan, su ex novio. Por alguna razón, su reacción fue entrar al auto y cerrar rápidamente la puerta avergonzada, intentó taparse, ocultarse, como si ella fuera la que estaba desnuda haciendo algo ilegal.
Juan y Catalina, se apartaron unos cuantos centímetros, pero ya era demasiado tarde, Juan lucía su pecho perfecto desnudo, había retirado sus dedos de la vagina de la mujer pero no sabía dónde esconder su mano, mojada completamente. Su pene erecto, estaba completamente expuesto, apenas tapado por la mano izquierda de la mujer que se aferraba al falo.
- ¡Por Dios Chicos! si querían ir a un motel solo tenían que decirme – dijo al fin Sonya, quien había virado su cabeza para reprender a la pareja en la parte posterior de su auto.
- En realidad no queríamos ir a un motel, queríamos tener sexo aquí mismo en la parte posterior de tu auto contesto Juan displicente
A Sonya, eso le pareció asqueroso, ella jamás había siquiera pensado en tener sexo en su auto y ahora Catalina, prácticamente una desconocida y su ex novio lo estaban haciendo, esto parecía una aberración de las que se muestran en algunos de esos canales de televisión pagada.
- Disculpa –dijo Juan tratando de buscar las palabras - sé que es… raro pero no teníamos mucho tiempo, mañana salgo de viaje y necesitábamos un lugar seguro y cercano… no sé cómo explicarte
- Juan... ¿Qué te pasa? este no es el lugar, de hecho creo que tu no deberías buscar ningún lugar, para hacer algo como esto
- Mira cariño – dijo Catalina tratando de hacer entender a Sonya – sé que esto no es normal, discúlpanos por el atrevimiento, pero en verdad necesitamos que nos des un poco de privacidad. Ya estamos aquí y míranos en qué condiciones, es muy difícil que nos detengamos, te prometo que esto será rápido, solo necesitamos que nos dejes unos minutos
- ¡Por dios! esto no está bien, no… no puedo solo irme y dejarlos, esto va contra mis principios, esto… es demasiado para mí, además se supone que iba al supermercado con ustedes
- Ok, si quieres puedes quedarte ahí, se discreta nosotros nos ocupamos de nuestros asuntos y en serio te prometo que será rápido
Sonya seguía sin entender, lo que le pedía esta mujer no tenía nombre, había entendido todo mal, ella estaba en contra de esta traición, qué pensaría Mishelle si se enteraba de esto ¿es que a Juan no le importa? Sonya estaba azorada, enojada pero por alguna razón decidió quedarse, algo no le permitía moverse de donde estaba, las imágenes de la mujer desnuda, del espectacular cuerpo de su ex novio también desnudo, tal como ella lo recordaba.
Sonya había tenido su historia con Juan. Había llegado a hacer el amor con él algunos años atrás, aun le atraía físicamente. Pero amaba profundamente a su novio, el hombre de su vida y posiblemente futuro esposo, jamás había pensado en traicionarlo. Sin embargo, ver a Juan de esta forma, provocó un estremecimiento en su bajo vientre. De alguna manera llegó a imaginarse a su ex novio teniendo sexo con alguien más, no con ella y eso le provocaba una satisfacción difícil de explicar. Un sentimiento que no era del todo malo, de ninguna manera se trataría de una traición, cientos de veces se había imaginado a ella con Juan mientras tenia sexo con su novio. Era un pensamiento, sucio, morboso, algo estúpido pero le causaba mucho placer y era lo único a lo que se podía aferrar en ese momento.
Sonya, trató de olvidar lo que estaba pasando, se acomodó los audífonos, cerró los ojos y se acurrucó en el asiento del conductor. Catalina y Juan, se miraron, entendieron eso como algún tipo de aprobación, un permiso para continuar lo que estaba a punto de pasar en el asiento trasero. Sin pensarlo más, la pareja volvió a lo suyo.
Catalina que no podía aguantar más necesitaba ser penetrada, dio vuelta y de inmediato monto a horcajadas a Juan. Acomodó el gran miembro de Juan en su entrada principal, bajó tan rápido como pudo. Ella misma se provocó una penetración violenta que le arrancó más de un gemido. Catalina empezó a brincar, arriba, abajo cada vez con más rapidez, en menos de cinco minutos Catalina alcanzó un orgasmo que acompañó con fuertes gemidos.
Juan la penetró gustoso pero antes que él pueda concentrarse para terminar, Catalina se levantó y dio vuelta, esta vez dando las espaldas a Juan. Separó nuevamente sus piernas, volvió a sentarse sobre el tronco de su amante. Su vagina estaba tan mojada que no puso ninguna objeción, cedió rápidamente y fue penetrada una vez más.
Sonya se colocó sus gafas, acomodó audífonos, jugaba con su celular nerviosa, mientras sentía claramente las vibraciones de su auto. Tratando de olvidar lo que pasaba atrás, pero su curiosidad ganaba, de vez en cuando miraba el espejo retrovisor. Podía ver claramente a la mujer desnuda, montando a su antiguo amante. Recordó cuando ellos practicaban esa posición, todo el placer que tuvo con ese hombre, jamás en un auto pero con igual fogosidad, igual calentura.
Sonya empezó a transpirar, empezó a imaginarse a ella misma en esa posición, en su auto, tomándola a ella y no a la otra mujer, su imaginación era tan buena sentía claramente las caricias de Juan en su espalda, en sus senos, era difícil contener sus gemidos, pero lo hacía como podía, esto era nuevo, esto era realmente excitante, no podía despegar sus ojos de la imagen en su retrovisor, sus gafas disimulaban su mirada indiscreta, sentía calor, quería despojarse de sus ropas, quería sudar toda esa pasión.
De pronto, la mujer se puso de pie, Sonya se sintió descubierta, palideció. Catalina se encorvaba en el pequeño auto, tratando de acomodarse, se sujetó de los cabezales de los asientos delanteros. Sonya espero un regaño o reprimenda, por su pésima actitud pero nada pasó, ni una palabra. Este abrupto regreso a la realidad hizo que Sonya pudiera observar mejor el cuerpo de esta chica, un cuerpo perfecto ¿Cómo es que lo mantenía así? Sus rasgos étnicos definitivamente ayudaban, pero además debía dedicar horas al gimnasio o quizás tiene muchas operaciones. Sonya hizo una anotación mental “debo recordar ir más seguido al gimnasio”
Sonya, sintió cierta vergüenza ella no era tan perfecta, no se sentía tan bella. <>
Catalina continuaba, tenía el poder, saltaba sobre Juan con más fuerza que antes. El auto de Sonya se balanceaba temerosamente. Si alguien pasara cerca en ese momento, sería muy obvio lo que estaba pasando ahí dentro. Sin embargo, a Catalina eso parecía no importarle, chocaba sus grandes nalgas con tanta furia que llegó otra vez, a un segundo orgasmo, mucho más fuerte que el primero. Ahora Catalina gritaba casi en el oído de Sonya, el ruido era impresionante. Sonya se asustó y quiso pedir discreción a la pareja, pero en ese preciso momento escucho algo que la dejó helada.
- Mételo por detrás papi
No lo podía creer ¿le estaba pidiendo sexo anal? ella jamás lo había practicado y tampoco quería intentarlo, no podía imaginarse a ninguna chica que le gustara tal aberración y sin embargo esta mujer lo estaba solicitando, se asustó ¿Qué tipo de gente había metido en su auto? Esta mujer debía estar un poco loca o algo así. Quizás es masoquista, de esas que les gusta el dolor, Sonya había escuchado de esa perversión, eso explicaría el por qué una mujer podría solicitar algo tan depravado como el sexo anal.
Vergüenza
La petición de Catalina fue bien recibida por Juan y este experto en esos artes acomodó fácilmente su pene, remojó primeramente el agujero con los mismos líquidos que la mujer escurría. Luego introdujo su falo casi sin dificultad. Sonya se imaginaba lo difícil que sería meter un miembro como el de Juan, en un agujero tan pequeño, pero tan pronto como lo pensó, la pareja parecía haberlo logrado. Catalina se balanceaba, una y otra vez, soltando unos desgarradores gritos, eso parecía dolor. Subía y bajaba sin descanso y en algún momento, Catalina explotó con gemidos y espasmos, por todo aquel sudoroso cuerpo. Sonya de pronto gritó como maniática
- Yaaaa… -gritó Sonya- por favor, ya basta, esto no puede estar pasando – Su voz entrecortada, su respiración dificultosa era casi estremecedora
Sonya se levantó y salió del auto pero solo alcanzó a dar dos pasos, no pudo caminar más, se detuvo en seco, sintió algo terrible, un temblor en su cuerpo completo, horror, su entrepierna estaba absoluta mente mojada. Bajó su vista y su peor presentimiento se hizo realidad, su pantalón blanco estaba mojado, manchado, justo entre sus piernas, no podía creer lo que estaba pasando, la situación era por demás bochornosa, su estado era tan catastrófico que parecía haber tenido un accidente en sus días de periodo, tenía que pensar que hacer, huir no era una opción. Nada en los recuerdos de Sonya podía igualarse a la vergüenza que sentía ahora.
De pronto, se abrió la ventana trasera del auto con aquel peculiar sonido eléctrico. La dulce voz le Catalina la llamaba
- Cariño, ven ya terminamos – de inmediato abrió la puerta trasera indicándole que entre
Completamente abochornada, a Sonya no le quedó de otra que aceptar la petición. Dio vuelta y se introdujo por la puerta trasera, buscó el asiento libre. Observó en el extremo izquierdo, Juan sentado con su mirada al frente, parecía distraído. Catalina en el asiendo del centro, completamente desnuda, su piel sudorosa, sus pómulos rosados y una sonrisa amplia que le invitaba a entrar en confianza. Sonya se acomodó en el asiento tratando de ocultar la causa de su bochorno.
Catalina a su vez, lucía radiante revitalizada, hermosa, quería agradecer a Sonya pero notó que algo le pasaba.
- Qué te pasa mi amor, discúlpame por favor no quería causarte inconvenientes, de verdad que…
- No… tranquila no es eso
Sonya no sabía cómo explicar lo que le pasaba, no sabía cómo justificarse pero de alguna manera en ese lenguaje femenino que no requiere palabras, las mujeres se entendieron y Catalina dedujo la embarazosa situación en que se encontraba.
- Tranquila mi amor… vas a tener que sacarte el pantalón para secarlo con la calefacción, tranquila tomará solo un momento, yo me encargo, siento que te lo debo
Sonya se negó a sacarse el pantalón ahí, pero al final terminó cediendo porque se dio cuenta que era la única forma de solucionar su problema. Catalina se encargó de limpiar el pantalón y colocarlo en la parte delantera del auto. Encendió la calefacción para que seque la parte húmeda. Luego regresó a su puesto atrás y se dio cuenta que la blanca tanga de Sonya tenía el mismo problema. Estaba tan mojada que usarlo bajo el pantalón le provocaría aún más problemas. Entonces Catalina la convenció de sacarse la ropa interior y taparse con su blusa. Catalina lucia tan natural, tan segura de sí misma, parecía no tener intención de vestirse aún, como si su desnudez la hiciera invencible.
Luego Catalina volvió a dedicarse a Juan, se acercó lo besó nuevamente en la boca y le agradeció el gran placer que le había brindado hace rato, estaba muy agradecida, necesitaba tanto el sexo y como lo esperaba fue completamente satisfecha, el viaje valió la pena. Estaban en eso cuando Catalina se dio cuenta de algo impresionante, el pene de Juan seguía erecto y duro como una roca.
- Mi amor ¿no terminaste? ¿Por qué no me dijiste? Hubiéramos continuado hasta que me llenes con toda tu leche ardiente
- No tranquila, lo importante es que tu estés satisfecha – respondió Juan
- ¡Por dios ya paren! – agregó Sonya – no quiero más escenas de sexo en mi auto miren lo que me pasó, por favor entiendan
- Pero mi amor – agregó Catalina – mira esta tranca, tan grande, tan dura, tan deliciosa, te parece correcto dejarla así, no me digas que no se te apetece, me ha dado tanto placer hoy, que merece descargar todo ese semen, no podemos dejarla así
- No seas vulgar, no hables de semen aquí en mi auto, si mi novio se entera de esto me mata, no quiero ni una mancha de semen. No quiero más coito y menos eyaculaciones es definitivo
- Tranquila, se bien que hacer, solo voy a practicarle sexo oral y lo haré terminar el mi boca, te prometo que no va a quedar ni una gota en tu auto
Por alguna razón Sonya siempre terminaba aceptando lo que Catalina le pedía. Catalina, no perdió más tiempo, se acomodó entre las piernas de Juan y empezó a lamer el falo, chupar, saborear, desde sus testículos, lo remojaba, luego lo tragaba completo, cuando lo introducía en su boca, sus labios llegaban a tocar sus bolas, el glande del hombre ocupaba completa la garganta de la mujer. Catalina devoraba con tanta ferocidad ese falo que Sonya empezó a humedecer nuevamente.
Empatía
Juan empezaba a retorcerse y al mismo tiempo Sonya apretaba sus piernas y mordía sus labios, ansiosa de ser poseída, la sensación era de lo más extraña y prohibida. Catalina, observadora como solo ella, se había dado cuenta de la reacción de su compañera y de pronto se animó a preguntar, dejando un momento el falo.
- ¿Quieres probar? – los ojos de Sonya se abrieron como platos y su rostro enrojecido parecía indignado por la pregunta
- ¡No! De ninguna manera ¿qué te pasa? – Sonya no entendía como Catalina se había atrevido a zampar una petición tan grosera como esa, << claro que me gustaría>> pensó pero de ninguna manera aceptaría
- Vamos cariño –dijo con dulzura- es evidente que estas absolutamente excitada. No trates de mentirte a ti misma, estas aquí porque te excita verme follar con tu ex novio, seguro te excitará mucho más fornicar con él. Te mueres porque te toque, estas tan mojada, que darías cualquier cosa para que él llene tu vagina con su delicioso falo, matarías por llegar al éxtasis ahora, aquí con nosotros. No puedes mentirme, soy mujer como tú, puedo oler la humedad de tu sexo, casi puedo sentir la lujuria que irradian tus ojos y el calor que emite toda tu piel
- No –farfulló Sonya, de pronto sintió que le faltaba el aliento – bueno… no lo puedo negar, es como tú dices, pero jamás lo haría
- Mi amor – repitió Catalina, en un tono apaciguador que parecía su madre – no nos engañemos, tú sabes que lo vas a disfrutar, ya has hecho esto antes. ¿Verdad?
- Si pero…
- Pero nada, lo que pase aquí, se queda aquí… ya somos adultos y sabemos que eso viene a ser una aventura, una oportunidad que no puedes desaprovechar. Atrévete a darle un gusto a tu cuerpo. Ven, no digas nada, voy a tomar asiento y tú te acomodas donde yo estoy ahora… hazlo, pruébalo
Una vez más Catalina terminó convenciendo a Sonya, quien se acomodó sin decir nada en el espacio entre los asientos delanteros y los traseros. Se arrodilló y con delicadeza tomó el pene de Juan y se lo introdujo en su boca, probando aquello que le causaba tanta excitación. Experimentó, saboreó y finalmente lo tragó completo, chupando con devoción, como lo había hecho años atrás, cuando Juan fue su pareja.
Catalina sonrió satisfecha empezó a sentir cierta empatía por la chica con quien parecían compartir los mismos gustos. Catalina sentada junto a Juan, lo acariciaba con su mano izquierda y luego le plantó un beso apasionado. Juan disfrutaba la epicúrea sensación, acariciando la espalda desnuda de Catalina, llego hasta el final de su columna y rozó las nalgas de la mujer buscando el punto medio, cuando lo encontró empujó su dedo medio por la hendidura trasera y esta cedió sin esfuerzo. Catalina gimió satisfecha por la hazaña y se decidió por incrementar su placer, entonces acarició los cabellos de Sonya, quien continuaba pegada al falo de Juan.
Catalina bajó por la espalda de Sonya aun cubierta por su blusa, hasta llegar a lo que le interesaba, los glúteos aun cubiertos por el trozo de tela que le pertenecía. Acarició, Sonya parecía no inmutarse, entonces retiró la franela que cubría y dejo al descubierto unas nalgas blancas, pequeñas pero bien formadas.
Sonya reaccionó sin entender. Catalina en cambio, le respondió con una sonrisa grande y su mirada fija en aquellos ojos incrédulos “eres hermosa” completó. Sonya tuvo que bajar la mirada abochornada. No podía concebir que estaba pasando, algo en ese lugar, algo en el ambiente le hacía actuar de manera inesperada, de manera casi hedonista.
Catalina siguió acariciando aquellas estrechas y redondeadas nalgas mientras Sonya continuó devorando el exquisito falo en su boca. Catalina rosaba delicadamente sus largos dedos por entre los glúteos y en una de aquellas caricias, rozó el agujero trasero de su compañera, causándole un respingo involuntario. Sonya tuvo que soltar el pene, para evitar atragantarse, toda su feminidad se contraía ante aquellas caricias prohibidas, indiscretas, algo tenía que hacer.
- No por favor, no me gusta
- Tranquila mi amor, tu concéntrate en vaciar este falo, que yo sé lo que hago
Catalina tomó con su mano izquierda el erecto pene de Juan, lo acarició y luego colocó dos de sus dedos en los labios de Sonya, por alguna razón, esta los chupó como si se tratara del miembro de Juan. Tan rápido como saboreó los dedos de la mujer, los soltó algo asustada por su reacción tan atrevida.
- Eres una mujer tan sexy, nunca me habría imaginado – dijo Catalina, aprobando lo que acababa de pasar – te voy a dar un concejo para que disfrutes aún más. Ven acerca tus labios alrededor del glande, abre tu boca todo cuanto puedas, ahora deja que entre en ella, intenta no tocarlo, solo deja que entre. Debes llegar a tocar tus labios con sus testículos y cuando lo hagas intenta más abajo, ahora chupa con toda la fuerza que seas capaz, siente ese delicioso glande en tu garganta, trata de tragarlo.
Sonya obedecía sin decir nada, como si de una esclava se tratara, cuando tuvo el falo lo más profundo que pudo, sintió como dos largos dedos entraban en su húmeda vagina, todo su cuerpo se estremeció, quería liberarse, pero por extraño que parezca su cabeza hizo todo lo contrario, empujó contra el falo, provocando que aquel mástil perforara su garganta tan profundo como ningún pene antes había llegado. Al mismo tiempo sus entradas de aire se obstruyeron, una sensación de ahogo, terror y desesperación la invadió. Sus músculos no reaccionaban, su reflejo de supervivencia parecía haberse perdido, la falta de oxígeno de pronto le causó una alucinación efímera. Sonya estaba flotando o muriendo como podría saber la diferencia, todos sus órganos inferiores se contraían, como queriendo implosionar, de pronto el caos total la inundó como si la razón volviera de repente. Retiró el enorme miembro de su garganta, tomó una bocanada grande de aire y gritó fuerte. Lo hizo como quizás nunca lo había hecho antes, al mismo tiempo todo su cuerpo explotaba en incontables pequeños terremotos de placer.
Catalina que había estado empujando sus dedos dentro del sexo de la mujer, había logrado el orgasmo quizás más rápido de la historia, en una perfecta desconocida. Sus conocimientos en sexualidad femenina y su experiencia como amante bisexual, le había permitido encontrar fácilmente el punto G de la mujer y provocarle una experiencia difícilmente repetible.
Todas las inhibiciones de Sonya habían desaparecido en el asiento trasero de su auto, todo el estrés contenido, la energía sexual retenida y la falta de sexo las últimas semanas, salían de su cuerpo como gemidos o graznidos inconmensurables, su piel era un mar de emociones, todos sus músculos salpicaban espasmos.
- Por Dios, cuanta energía reprimida ¿hace cuánto deseabas esto? – preguntó Catalina, dejando un buen tiempo para que se recupere
Sonya se demoró un poco más en responder, no entendía nada más que las alucinaciones de su mente inquieta y distendida.
- ¿Qué quieres decir con que deseaba? – aun medio adormitada, contestó con otra pregunta
- Es claro que… - trataba de explicar Catalina, cuando Sonya la interrumpió toscamente
- Que haya pasado un poco de tiempo desde mi última relación sexual, no quiere decir que hubiera deseado hacer un trio y menos con ustedes
- No mi amor… eso no es del todo cierto… la forma en la que actúas, la forma en que te excitas y aún mejor, la forma en que llegas a un orgasmo, no solo es falta de sexo, me atrevería a decir que es un mórbido deseo. No, no… aún más que eso, debe ser algo como una obsesión por poseer un ente de placer no alcanzable, el cual asumo que es Juan
- ¿De que estas hablando? Eso no es cierto
- Y no es todo, puedo notar grandes rasgos de voyerismo, claramente lo disfrutas, también algo de sadismo y porque no, serios indicios de bisexualismo, todo eso dibujan en ti una conducta sexual casi aberrante, eso podría generarte problemas a corto plazo. Te recomiendo liberar esa tensión sexual más a menudo y dejar de ocultar tus deseos o perversiones. Eres una mujer hermosa, puedes conseguir tantos amantes como quieras, yo… - Sonya lucía perturbada << ¿Quién se creía esa mujer para hacerle un examen psicológico? Es ella la que quería tener sexo en mi auto y piensa que yo tengo problemas >> pensó. Entonces interrumpió a la mujer en tono irónico
- Bueno doctora corazón ¿te parece si dejas de hablar toda esa mierda de tensión sexual? en primer lugar, no soy lesbiana ni tengo intenciones de serlo. En segundo lugar me empujaste a esta posición, para poder vaciar este falo ¿me vas a ayudar o vas a hablar de mis problemas?
- Ese es el tipo de chica que me gusta – dijo Catalina y de inmediato se lanzó sobre el pene aun erecto de Juan
Sonya sujetaba fuertemente el duro palo con su mano derecha, mientras pasaba su lengua sobre el hinchado glande de Juan. Luego, sin soltarlo entregaba a Catalina para que esta también lo saboreara. Sonya masturbaba fuerte y luego probaba. En algún momento, las dos mujeres coincidieron, devoraron el mismo miembro varonil. Sus labios y lenguas desesperadas chocaban displicentes, las mujeres se miraban, derrochando sensualidad, reían, flirteaban y continuaban.
El juego de las mujeres continuó por unos minutos, pero Catalina no aguantó más y de pronto se abalanzó sobre Sonya besándola apasionadamente, esta se quedó atónita, no respondió al beso. Catalina iba a decir algo pero Sonya no se lo permitió:
- Espera tengo una mejor idea – soltó Sonya, con una seguridad que antes parecía no tener, algo cambió de pronto a esta mujer, parecía tener el control, parecía segura de sí misma
Sonya se levantó y retiró su blusa y sostén, dejando caer unos senos grandes, que no encajaban muy bien en el resto de su delgada fisonomía, pero que aun así lucían sexys y provocadores.
- Quiero que mames mis tetas – expresó Sonya, mirando el suelo
Catalina estuvo a punto de lanzarse sobre esos bien definidos pechos, cuando se dio cuenta de su error. La proposición no había sido para ella sino para Juan. Este la tomó por la cintura la acercó y de inmediato empezó a succionar con fuerza, las mamas de la mujer. Al mismo tiempo deslizó sus manos hacia las nalgas de Sonya, empezó a manosearlas, sus grandes manos cubrían completos los redondos glúteos de la mujer.
Catalina se negó a pasar a segundo plano, se colocó detrás de la mujer, apoyó sus enormes senos en la espalda de su compañera, restregó su cuerpo completo en Sonya. Sus manos llegaban hasta Juan acariciaba el cabello, bajaban por la espalda del Hombre. El procedimiento arrinconaba a Sonya, la empujaba hasta aplastar los senos contra los pechos de Juan.
Los largos brazos de Juan se estiraron para alcanzar ahora las enormes caderas de Catalina, la diferencia abismal se sentía claramente, ahora tenía en sus manos, unas nalgas enormes. Casi no podía contener, por más que estiraba sus largos dedos. Juan disfrutaba esta experiencia por demás carnal, por demás sibarita. Su pene parecía explotar, necesitaba vaciarlo, necesitaba poseer a alguna de estas excitantes mujeres.
Mezquindad
Sonya se cansó de sentir a Catalina en su espalda, mientras Juan la presionaba en una especie de sánduche pervertido. Creyó que era suficiente y tenía que poner fin al jueguito
- Ahora quiero que me penetres – expresó Sonya mirando fijamente a los ojos de Juan. Este quiso acomodarla en la misma posición y penetrarla sentada a horcajadas sobre él, Sonya se negó –Así no –le dijo firmemente- te quiero dentro de mí, como a mí me gusta
Juan trató de recordar, pero Sonya más rápida les hizo moverse a los dos de sus puestos, mientras ella se colocaba de rodillas ocupando todo el sillón trasero del auto. Luego acomodó sus codos sobre el asiento y levantó su delicado culo como más pudo. Finalmente, abrió sus piernas y separó un poco sus nalgas con ambas manos, como tratando de dar mejor visibilidad. Juan recordó que Sonya era una conocedora del Kamasutra. Una de sus posiciones preferidas era justamente la conocida como “furor salvaje”
Juan no espero más, se colocó tras la mujer y de inmediato la penetró vaginalmente, haciendo gala de su fuerza. Catalina también se acomodó al frente de Sonya, con su pierna izquierda sobre el asiento la otra bien separada. La intención de Catalina era dejar completamente visible su dilatado sexo, mientras ella acariciaba suavemente su clítoris. Catalina, en esa posición esperaba, que en algún momento la otra mujer se animara a saborear su hermosa vagina.
Sonya no puso la menor atención a la mujer, se dedicó a recibir las embestidas de Juan por detrás, unas cuantas veces su rostro fue a coincidir con los labios menores de Catalina. La excitada mujer esperó que sea el inicio de un gran placer para ella, pero nada más pasó, Sonya nunca abrió los ojos, nunca se interesó en su hermoso y desnudo sexo.
Catalina se disgustó un poco, no entendía el egoísmo, ni la razón de su mezquindad , ¿Por qué Sonya buscaba solo placer para ella? Algo tenía que hacer, en la posición que se encontraba, jaló a Juan y lo besó ferozmente, sin que este dejara de penetrar a la otra mujer. Luego acarició las nalgas de Sonya, las abrió para que Juan pudiera entrar aún más. Sonya gemía más duro, gritaba y el auto se balanceaba sin control. Entonces Catalina encontró ese pequeño tesoro, un rosado agujero por demás ajustado, sonrió maliciosa, esa sería su pequeña venganza. Catalina se justificaba pensando que esto lo había planeado como una pareja sexual, hubiera aceptado un trio, pero no era ninguno de los dos. Sonya era egoísta parecía querer placer solo para ella y Catalina no lo aceptaba ella también quería placer. Entonces Catalina mojó sus dedos en su boca, luego los introdujo salvajemente en el ano de Sonya y apretó en sus entrañas, al agujero cedió dilatándose forzadamente.
Sonya gritó desesperada y trató de levantarse pero Catalina la detuvo con toda sus fuerzas. Juan empujó con más potencia, al ver la acción de las mujeres. Entonces, la situación se repitió, un orgasmo que nacía del dolor y la impotencia, un placer provocado a la fuerza, algo así como una violación consentida.
Juan estaba a punto de terminar, pero esta vez Sonya logró liberarse rápidamente de sus captores. Entre espasmos y convulsiones involuntarias logró farfullar entre gemidos, algunas incoherencias con su último aliento “leche dame…”
- No mi amor, esto es todo mío – dijo Catalina, cerrando con broche de oro su improvisada venganza, de inmediato se lanzó sobre el mojado pene
Bastaron unos cuantos manoseos y pocas chupadas. Juan expulsó su semen estrepitosamente en el rostro y boca de Catalina. Sonya quiso participar pero Catalina muy egoísta se lo negó.
- Quieres probar – retó Catalina – tómalo de mi boca, tengo mucho para compartir
Sonya dejó que se acerque hasta tocar sus labios húmedos del blanquizco líquido. Sonya sacó ligeramente su lengua y la pasó una vez rozando los labios de Catalina, probando un poco, pero luego se retiró.
- Es suficiente para mí – les dijo, mientras se acostaba con desdén a lo largo de los tres asientos traseros
Catalina digirió el semen un poco disgustada, jugó con él en su boca y luego vio las nalgas de Sonya separadas, se le ocurrió algo. Guardó el semen que le quedaba en su boca y luego lo escupió en sus dedos. Con su mano mojada, acarició las nalgas de la mujer y nuevamente busco el agujero. Sonya parecía conforme, mientras la mujer introducía los dedos en el apretado orificio. Catalina acariciaba y humectaba con los residuos del blanquecino líquido proveyendo alivio a las maltratadas paredes anales.
- Me pareció que le hace falta un poco de experiencia a esta parte de tu cuerpo – agregó Catalina en tono conciliador - si quieres Juan te podría dar un poco de placer por ahí – soltó Catalina
- Me gustaría de verdad que me enseñaran a disfrutar de eso… pero no hoy – de inmediato dio vuelta y se acabó el juego - prefiero no hacerlo, tengo algo de miedo y creo que he tenido suficiente por hoy
- Como tú quieras amor
Sonya sonreía coqueta tomando sus dos senos con ambas manos, como ofreciéndole a Catalina. Esta no esperó y fue a saborear aquellos rosados pezones en punta, lamiendo, mordiendo. Los mojaba con una mescla de semen y saliva que impregnaba aquel olor característico del sexo.
- Esto me está gustando demasiado – dijo Sonya pero ¿se fijan que hora es? creo que no podemos seguir
- ¡Oh por dios! – soltaron Catalina y Juan al unísono
Los tres se vistieron apurados y fueron a continuar su trabajo. Catalina pidió permiso toda la tarde, aduciendo un dolor de cabeza, la verdad era que su ropa estaba casi desecha y mojada, no podía trabajar no podía concentrarse. Juan se dedicó a trabajar sin poner atención a las miradas indiscretas de Sonya, quien mordía el lápiz cada vez que recordaba el enorme placer que había sentido ese día.
Hostilidad
Cuando dieron las 10 pm, Juan terminó todos sus pendientes en la oficina tomó un taxi rumbo a su casa. Mishelle lo esperaba impaciente Juan se había demorado tanto que no pudo esperar, decidió ir a casa y hacer algo especial antes que su esposo salga de viaje.
- Amor he llegado – gritó Juan entrando al departamento
- Mi amor te tengo una sorpresa – contestó Mishelle desde el dormitorio– tu despedida antes que salgas de viaje
- Yo también te tengo una sorpresa, tengo algo que contarte sé que te va a gustar
- Yo también, compré una ropa interior muy sexy y quiero que me la quites… pero ahora te explico cómo, primero tú, dime que es lo que quieres contarme
- Huy eso es muy excitante, aunque no se cuanto pueda aguantar con una mujer tan sexy como tu
- Ya veremos, pero cuéntame rápido para que podamos disfrutar el tiempo que nos queda
- Seré rápido. Recuerdas a Catalina mi compañera, con la que pasamos un buen rato hace unos meses
- Hmmm si, la recuerdo ¿y? – contestó Mishelle algo molesta
- Pues imagínate que llegó hoy a la oficina – Juan hablaba entusiasmado
- Sigo sin entender – Mishelle parecía intranquila
- Pues, esa vez la pasamos tan bien que decidimos recordar esos viejos tiempos
- ¿Decidimos dices? ¿Decidimos quiénes? ¿Tú y la perra esa? – intempestivamente Mishelle empezó a gritar
- Pero, ¿porque reaccionas así? – respondió Juan asustado al ver la reacción
- ¿Y como quieres que reaccioné? ¿cuéntame que fue lo que hiciste con la perra?
- Pues… – Juan dudó- fuimos al parqueadero y la tomé
- Mierda, mierda lo hiciste con ella ¿y me vienes a contar como si nada? ¿por eso llegas a esta hora? ¿y que estuvo tan bueno que te tomaste tantas horas para revolcarte con la perra? Y yo como idiota aquí esperándote
- Pero amor, fue solo un momento a medio día ¿Por qué te enojas? ya antes estuve con ella y no te molestó
- Antes, de verdad que tu no usas la cabeza, aquella vez yo estaba presente, yo estuve de acuerdo, no solo se acostaron, sino que compartimos como una pareja Swinger, estábamos en la misma habitación. Yo estuve con su esposo y tú te acostaste con ella, eso es lo que significa ser Swinger ¿No?, me lo has dicho cientos de veces. Ambos nos permitimos compartir con otras parejas, no nos revolcamos con la primera que te encuentres. Por lo menos me hubieras preguntado imbécil
- Pero amor, todo fue tan rápido, con esto del viaje no tuve tiempo
- Eres un completo idiota, esto es una traición, no voy a tolerarlo
- No lo tomes así, fue solo sexo, no quería lastimarte
- ¿Qué te parece si me acuesto con todos los hombres que pueda mientras no estés?
- Buenooo, tal vez si es alguien de los que conocemos
- Idiota es tan fácil para ti, no entiendes nada, ya no quiero nada contigo
- Pero ¿y mi sorpresa?
- ¡Sorpresa! ve a buscar a esa puta y que te de tu sorpresa, mejor vete de aquí y no regreses más – Mishelle dio vuelta haciendo gala de toda la hostilidad de la que era posible, fue a encerrarse en el otro dormitorio a llorar desconsolada
Juan tuvo que adelantar su viaje al aeropuerto pues Mishelle parecía completamente fuera de sí, quizás cuando regrese podría arreglar las cosas. Juan seguía sin entender, según él no había cometido ningún error <> pensó mientras trataba de conciliar el sueño en uno de esos incomodos asientos en las salas de espera del aeropuerto.
FIN