Un nuevo principio
Mi historia con Jorge se acabó.
Solo faltaban 15 días para mi operación de resignación de cambio de sexo cuando Jorge me dijo que lo nuestro se había acabado, su ilusión por mi ya no le llenaba, no es que hubiera conocido a nadie. Pero no se veía capacitado para seguir a mi lado. En un principio el mundo pareció hundirse a mis pies y estuve un par de días en un mar de lágrimas, pero si algo me ha echo mi condición es sobreponerme a los reveses de la vida. Por eso, volví a replantearme mis siguientes pasos, y decidí aplazar de nuevo mi operación. Comunique a mi familia lo que había sucedido y volví a mi trabajo como si nada hubiese pasado. Se que para mis empleados era la comidilla de continuo, pero bueno así tenían algo de lo que hablar.
Noemí, mi secretaria, estaba continuamente pendiente de mi, y la sorprendía ver lo entera que se me veía. En un principio, iba de casa al trabajo y viceversa, ninguna distracción, e incluso me di el gusto de ignorar las llamadas y los washapps de Jorge, él había decidido cerrar nuestra etapa en común y yo no tenía intención de volverla a abrir. Gladys, procuraba no salir de casa para hacerme compañía, y era yo la que la obligaba a continuar con su vida, era notorio que tenía una relación, y no debía de renunciar a disfrutar por mi. Mi madre, parecía estar mucho más afectada, su relación con mi ex, era muy buena, y se preguntaba que habría echo yo para estropearla. Por supuesto le echaba la culpa a mis continuos engaños a Jorge, ella no sabía que en el último año casi todos sus cuernos habían sido consentidos y que me había puesto a disposición de su padre para que me follara como a una puta, o me había dejado en parqués para que hombres cutres me hicieran chupar sus pollas, mientras el disfrutaba mirando. Mis cuñadas y mis hermanos, se volcaron en hacerme salir con ellos a cenar o a tomar algo, para que no me encerrara en mi misma. Nadie en el fondo sabía que cada dia que pasaba me encontraba más liberada de haber salido de aquella relación. Había sido muy feliz con Jorge, realmente estaba enamorada de él, pero todo pasa, y el buscar sexo con otros hombres me indicaba que algo faltaba en mi vida. Yo era promiscua y por supuesto tenía una vena muy puta, seguramente noiba a volver a tener una relación tan duradera. Volvería a mi vida anterior, saldría cuando quisiera y me dejaría follar por quien me apeteciera. Y así transcurrieron un par de meses.
Una tarde fui con mi madre a hacer una visita a una de sus hermanas al hospital. Al salir, y de lejos, vi una figura muy familiar que reconocí al momento, pidiéndole a mi madre que me esperara, me acerque y vi que estaba en lo cierto, era Rita, una amiga travesti de hace años, y que me ayudo en tiempos muy difíciles, me introdujo por momentos en la prostitución, y que posiblemente fuera la persona que me desvirgara analmente, y si no fue ella, si sabía quien había sido. Mis dos primeros clientes y ella, no me dejaron ver quien fue, pero me follaron 3 veces. Nunca me lo contó. Por un par de años estuvimos muy unidas, al menos hasta que yo termine mi carrera, inicie mi negocio y pude dejar el trabajo de sexo por dinero. Ella fue la que luego poco a poco se distanció, decía que nuestros mundos eran diferentes, aún a pesar de que nos unía haber nacido con el sexo equivocado. La salude y las 2 lloramos de reencontrarnos. Ahora trabajaba en la cocina de el hospital, también había dejado de ejercer la calle, tenía pareja, casa propia y su aspecto a pesar de los años pasados era inmejorable. Ya andaría rondando los 60 años, pero ahora tenía el aspecto de una señora mayor, vestida muy correctamente, y nadie podría decir que era una travesti muy trabajada de la calle. La convencí, para que me acompañará a llevar a mi madre a su casa, y que luego tomáramos algo para ponernos al día. Así lo hicimos, ella me contó como habían sido sus últimos años y yo también. Hablamos absolutamente de todo y nos reímos mucho de aquellos recuerdos de cuando éramos putas. Me invito a su casa, y conocí a su marido. El había sido un cliente habitual de ella, y cuando enviudo de su esposa, la propuso retirarla de la calle, y casarse con ella. Era un hombre bastante más mayor, impedido de un brazo, y al que se le notaba una homosexualidad muy latente. Imagine que en sus noches de sexo, era Rita la que le follaba con aquel pene de considerables que tenía, yo lo había probado muchas veces. El rabo de Rita llenaba, era grueso, muy largo, y era extraordinario su vigor. Además su capacidad de aguantar la corrida era muy grande también. Recordaba noches de auténtico vicio con ella, en la que me había penetrado 3 y 4 veces. Ella era más de dar que de recibir, y eso la había echo tener una buena cartera de clientes.
Tomé algo más con ellos y me despedí, prometiendo que pronto nos volveríamos a ver.
El reencuentro con Rita, los recuerdos y los 2 meses que llevaba de abstinencia, me hicieron darme cuenta de que estaba cachonda. Recorrí mentalmente donde poder ir a ligarme un semental, no sabía si ir a un bar de copas o directamente ir al parque donde Jorge me había compartido. Me apetecía sexo sucio, no quería ligoteos, comerme un buen rabo y que un hombre me echara un buen polvo, y si en lugar de uno eran más, tampoco me iba a negar. Me sentía guapa, libre y puta. Decidí ir a aquel parque de las afueras. Los tíos desaliñados, sucios, a los que les gustaba comprar sexo me ponían especialmente, y si además se juntaba que pudiera ser mayor, me mojaba de pensarlo. Los zorros plateados, son un bocado delicado.
Ya en el coche, me quite el tanga, repase mi maquillaje. Llevaba un vestido blanco de lino, abotonado en el pecho, y al cual solo dejé un botón en su sitio. Como siempre iba con mis tacones, el atuendo daba juego para pedir guerra. Aparque y salí del coche, un par de travestis me hablaron agresivamente y me hicieron cambiar de sitio. Estaba claro que mi aspecto las podía robar clientes. Me sitúe en un jardín y espere que alguno de los coches reparará en mi. Pasados unos 10 minutos, uno paro a mi lado. Por su aspecto, había acertado, era un hombre de unos 50, con aspecto cansado, y con alianza de casado. Me preguntó si le podía enseñar mi rabo. Mis esperanzas se desvanecieron, buscaba lo mismo que yo, chupar y que le follaran. Cuando le dije que no podía ser, arrancó rápidamente. Al poco otro coche paro. Era un hombre de mi edad más o menos, y también quería chupar. La noche se ponía rara. Pero iba a resistir. Poco a poco mis ganas se fueron perdiendo, 3 o 4 coches más me preguntaron, pero todos eran pasivos. Esa noche solo habían salido hombres con ganas de ser follados. Cogí el coche y decidí irme a casa. Cuando salí del parque, me di cuenta de mis ganas de orinar, y vi un bar pequeño en una calle oscura. Entraría, me tomaría algo y haría pis. El bar era feo, y con aspecto desaliñado. No había un solo cliente, y el hombre que había detrás de la barra, era mayor, gordo, con barba descuidada , calvo y vestía una camisa que hacía años habría sido blanca. Me miró con poco interés cuando le pedí un café y que me indicará donde estaba el servicio. No me puse el tanga, orine y salí decidida a tomar el café e irme de allí. Me lo había servido justo donde el leía un periódico atrasado. Le abone lo que me dijo y cuando me disponía a dar el primer sorbo, me preguntó que si era mi primera vez por allí y que tal se me había dado la noche. Realmente tendría pinta de puta. Le segui el rollo y le conté que la noche había sido malisima. Me puso al día de la zona y que allí paraban casi todas las putas y travestis del parque, al ir o venir, que por eso no me conocía. Charlamos algo más sin que nadie entrarà en el local. Cuando me iba a ir, salió de la barra y me hizo darme la vuelta.
—Realmente das el pego, y además estas buena.
—Gracias guapo, le dije.
Hablamos de una cantidad mínima de dinero, y que si quería podíamos ir a la parte trasera del bar, y que allí me echaría un polvo. Yo estaba tan cachonda que ni me lo plantee. Abrió una puerta detrás de la barra y llamó a alguien, al momento apareció un chico de unos 25 años o así, con un aspecto tan descuidado como el camarero.
—Chico quédate aquí un rato, que voy a charlar con esta nena hay detrás.
El muchacho debía de tener algún problema psicomotriu, porque parecía que le costaba tanto caminar como decir algo coherente, si que repare en la sonrisa que le iluminó el rostro.
Seguí muy sumisa detrás al camarero, atravesamos otra puerta roida por el paso del tiempo, y entramos en un almacén en el que se veía que hacia mucho tiempo no se había echo nada de la limpieza. Corrió una cortina y allí había un camastro, solo con un colchón lleno de manchas que no quise imaginar de donde procedían. Mi amante no se frenó ni un instante, enseguida se abalanzó sobre, me di cuenta que de su boca salía un olor fétido, le faltaba más de la mitad de la dentadura, su aroma corporal era a sudor y cocina, su prominente tripa se clavaba en mi vientre. Pero yo no quería pensar en ello, saboree su lengua, deje que la suya recorrerá todo mi rostro, mi cuello, su saliva corría hacia mis tetas, sus manos acariciaban todo mi cuerpo, con velocidad bajo mi vestido al mismo tiempo que yo desabrochaba su pantalón, al momento el ambiente se cargo aún más de un olor ocre y fuerte. Sus calzoncillos eran de un color desconocido, respire su aroma a orín y suciedad, pero aquello no me iba a frenar, yo en ese instante era la más guarra del mundo. Quería un rabo y aquel era el más asequible, no había otro. Me arrodille y empieze a acariciar aquella poya de buen tamaño. Al descapullarlo vi como una capa blanquecina rodeaba todo su capullo.
—Chupa, puta, comete mi cremita, ya verás que dulce es....
Juro que yo siempre había sido muy exquisita, había follado con muchos hombres pero había sido exclusiva y la higiene y la limpieza habían sido fundamentales, pero ahora me dominaba el deseo, y me iba a dejar follar por el hombre más repugnante que había conocido. Introduje ese aparato en mi boca y lo empeze a devorar. En un principio note en mi paladar ese sabor rancio, pero mi mente me obligaba a seguir comiendo. Cierto era que aumentaba de tamaño a mucha velocidad. Lo introduje por completo en mi boca y mi nariz ya rozaba contra su vello púbico. Mi hombre apretaba sus manos contra mi cabeza y follaba mi boca. Sus gemidos eran altos, seguro que el muchacho del bar lis estaría escuchando. Mis labios apretaban su tronco y sabía que si seguía así, que se correría pronto. Fui bajando la velocidad, y empeze a comer sus huevos, también olían mal, pero ya todo daba igual, de repente me cogió del pelo y dijo que quería follarme. Subí al camastro y le enseñe mi culo. Fue delicado por un instante y dijo que me lubricara. Yo estaba en un estado salvaje y le pedí que me la clavara así, que con mis babas en su polla era suficiente. Ni por un instante pensé en utilizar preservativo, se que era una inconsciència, pero el deseo y el vicio me arrastraban. Él con una gran cara de satisfacción se situó detrás de mí, y la clavo hasta el fondo. Mi ano reaccionó con tranquilidad, admitió rápido a su invasor, también echaba de menos estar lleno. Creo que antes de que me la enterrara del todo, yo ya estaba disfrutando mi primer orgasmo, me corría viva, llevaba dos meses sin sexo, y había elegido un amante horrible. Pero lo estaba gozando. Mi hombre cogió gran velocidad enseguida, y yo le demostraba lo que me estaba gustando, chillando y pidiéndole más. Mi micropene expulsaba mi lechecita, despacio como un surtidor, mi columna vertebral se combaba debido a mi continuo orgasmo, mi hombre tiraba de mi pelo como de una yegua, y notaba su saliva como corría por mi espalda. Debido a la violencia de como me follaba, supe que su corrida era inminente. Dio un golpe tremendo de cadera y note como se corría, sus voces se unían a las mías. Mi orgasmo era interminable, profundo, salía de mi alma....
—Hostia puta tía, eres buenísima, me has sacado toda la leche....
Poco a poco, su rabo salió de mi culo, note como su semen también salía. Me deje caer en aquel colchón mugriento. Me había gustado.
Entonces paso lo impensable.
Bueno guarra, dame solo 50€, otro día te cobraré la tarifa habitual.
Era yo la que le tenía que pagar!!!! Ni lo pensé, busque en mi bolso y le di el billete.
Yo, Joana, la tranx más lograda de todo el entorno, había pagado por sexo. Y no a un mulato musculado, sino a un hombre feo, descuidado y sucio. Aquello era cómico, pero ya estaba echo. Como pude recompuse mi vestuario, y dejé que por última vez, aquel chulo, metiera su lengua en mi boca.
En el coche camino de casa, me reía de la situación, debería de ser más cauta la próxima vez.
Al llegar a mi chalet, vi el coche de Jorge, y a él en el interior. Me llamó pero no le preste atención, simplemente abrí mi bolso y le tire mi tanga.