Un nuevo negocio
Ahora ya no salía a buscar, las vergas llegaban a domicilio
Con mis tetas nuevas, las vergas me llovían, salía a la calle con mis minifaldas y un buen escote y me encantaba recibir piropos a los que yo correspondía con una sonrisa o con un guiño, o incluso con una buena mamada, porque recuerdo que por lo menos una vez uno o dos cabrones me seguían y yo me hacía pendeja, hasta que me alcanzaban y me preguntaban que qué andaba haciendo sola y yo entre broma y en serio les decía que estaba buscando vergas para mamar, me decían que ellos me la podían dar y cuando me di cuenta, ya estaba mamándoles la verga en un callejón hasta hacer que se vinieran, intercambiábamos números y les daba una pequeña propaganda.
Yo iba a mi otro trabajo, ¿recuerdan al viejo del relato anterior?, bueno, mi papá hizo un convenio con este señor, ya que mi papá trabajaba y llegaba hasta la noche y en ese rato yo no producía dinero, yo iba al local de ese viejo a dar mamadas por dinero, en la parte de atrás de su negocio, a muy buen precio tengo que decir, $20 pesos la mamada, y para evitar que se amontonaran los hombres, pasaban de a 2.
Cuando los hombres me veían llegar a su local sonreían y empezaban a sacar sus $20, y como era una zona muy concurrida llegaban muchos, yo llegaba cerca del medio día, saludaba al señor y le daba su respectiva mamada, terminaba con el y me iba a mi puesto de trabajo, era un cuartito atrás, ahí esperaba a mis clientes y prendiendo la luz, llegaba el primer par y órale, me pagaban, unos cuantos besos, me hincaba, me sacaba las tetas, ellos se sacaban las vergas y a ordeñarlas, me encantaba estar ahí, sacándoles la leche para tragármela o que me bañaran en ella.
Se veían muchas cosas en ese trabajo, llegaban chamaquitos, señores, ancianos, a veces gritaban si ya les tocaba, porque ya querían otra mamada, a unos se les salía lo joto y cuando se venían en mi, se besaban o terminábamos con un beso de 3 embarrados en semen, en ocasiones cuando estaba uno por venirse, hacia que se viniera en la verga del otro y empezaba a lamer de ahí, en fin, así estaba todo el día hasta que mi papá me recogiera como a eso de las nueve, pero media hora antes terminaba y esa media hora la ocupaba con Don Fausto para coger, sabía que mi ano no se ocuparía hasta esa hora y se venía adentro aprovechando que estaba libre de semen.
Cuando llegaba mi papá, me subía al carro y yo seguía bañada en semen porque me ordenaba que no me limpiara, literalmente yo era un moco de semen, y mi papá me besaba y me pasaba la lengua por el cuerpo para limpiarme, claro que de regreso a casa yo se la mamaba, ahora, yo no salía a la calle sólo porque si, necesitaba jalar clientes, ya que mi papá prácticamente había vuelto la casa un prostíbulo y yo era la única putita.
Era similar a lo que hacía en el negocio de Don Fausto, al mismo precio la mamada, pero también podían darme por el ano y eso les costaba $100 hasta que se vinieran adentro o afuera y como apretaba el culo se venían rápido, mi cuerpo estaba dividido por una pared de madera que había mandado a hacer mi papá, así de la cintura para arriba mamaba vergas y de la cintura para abajo las recibía en el ano.
Aquello era una gran escena, casi casi había fila, y ahí andaba recibiendo vergas en el culo, era muy popular por ahí, vestida de colegiala con tacones altos, se venían adentro una y otra vez, cuando tenía bastante semen saliendo de mi ano, algunos lo usaban como lubricante, pujaba para sacarlo de mi ano y ponían sus vergas para que les cayera en ellas.
Tenía las nalgas pegajosas de semen, les gustaba bañarlas también y ahí si me podían orinar libremente, de hecho, algunos no iban a cogerme como tal, sólo me metían la verga y empezaban a orinarme las tripas y yo me orinaba al estar llena.
En fin corazones, así se volvió mi vida siendo un contenedor de semen y orina, cosa de la que nunca me queje y cuando estaba caliente, lo hacía hasta gratis.