Un nuevo encuentro con Per

Nuevamente, “per” solicita a mi amo permiso para un nuevo encuentro. Como en las dos veces anteriores, mi amo marcó los límites. A primeros de abril, envié el siguiente correo.... (real)

MI ENCUENTRO CON "PER"

Nuevamente, "per" solicita a mi amo permiso para un nuevo encuentro. Como en las dos veces anteriores, mi amo marcó los límites. A primeros de abril, envié el siguiente correo:

"Hola per:

Tal y como me pediste, solicité autorización a mi amo para un nuevo encuentro y me la ha dado. Las condiciones serían las siguientes:

Puedes mirar todo lo que quieras, siempre y cuando no me quite ninguna prenda.

No puedes azotarme con ningún objeto ni en ninguna zona, excepto en el culo que puedes hacerlo con la mano. Es el único sitio y de la única manera que tus manos pueden tocarme directamente.

Si es tu deseo tocar en más sitios, puedes hacerlo con el juguete que quieras o con cualquier otra parte de tu cuerpo, excepto con las manos.

Yo llevaré una bolsa con juguetes (poca cosa). Que los uses o no queda a tu antojo.

No puedes follar ninguno de mis agujeros.

Ni señales, ni marcas, ni sangre. Las agujas están incluidas aquí.

Si quieres que tenga un orgasmo, la decisión es tuya con una matización: yo debo intentar por todos los medios no correrme. Si lo consigo, mi amo me premiará. Si no lo consigo, tendré castigo, probablemente uno por cada orgasmo que hagas que tenga.

Como este correo va también para mi amo, a fin de que vea que he cumplido sus instrucciones, en caso de que se me haya olvidado algo (que no creo), te lo haré saber.

En cuanto al día, a partir del viernes 7, tu decides día y hora.

A la espera de tus noticias, un beso"

Respuesta de per

Acepto esas condiciones. Estaremos en contacto.

Beso

_________________________

Los días empiezan a transcurrir lentamente. Mi amo, sabedor de los nervios que me producía este encuentro empieza a jugar conmigo: provoca las conversaciones que más me excitan para no permitirme siquiera tocarme, me tiene varios días excitada y sin correrme, de pronto me ordena hacerlo dos veces seguidas, me humilla obligándome a masturbarme delante de una mujer sabiendo que no lo deseo... Mi clítoris parece que va a reventar de sobreexcitación, permanece día a día, terriblemente abultado y hasta la higiene personal me resulta molesta en cuanto rozo, aunque sea levemente, mi sexo.

Mi imaginación desbocada. No saber los gustos ni la forma de actuar de "per". Su capacidad para buscar los resquicios por donde colarse. La promesa de un castigo por cada orgasmo que tenga, las provocaciones de mi amo y el libre albedrío para lo no escrito, hacen que desee que el encuentro llegue y pase lo antes posible para poder relajarme.

Por fin, el día 10 empiezo a recibir varios sms de "per" concretando el encuentro: a las 17,15 h., como siempre en la puerta de El Corte Inglés, reserva en un hotel para un par de horas, mis juguetes y un "Todo 100" donde poder comprar varias cosas.

Para la ocasión, me he decidido por un corpiño con liguero color champán y medias a juego, botas altas negras con tacón fino, una minifalda gris, una camiseta negra escotada y una chaqueta beige que me resguarde del fresco de la tarde. Por supuesto, tal y como le gusta a mi amo, llevo las bolas chinas en mi sexo, sin bragas ni tanga.

No presto atención a las cosas que "per" compra en el "Todo 100", excepto a varias varitas de madera flexibles que me hace escoger a mí, todas ellas de similar tamaño.

En una bolsa de tela llevo alguno de mis juguetes: 5 pinzas, el vibrador, una venda, una vela, unas tijeras y lubricante.

La habitación es pequeña y carente de adornos: dos camas, una mesilla, una cómoda y el baño componen toda la estancia.

Nerviosa, me quito la chaqueta y espero las instrucciones de "per" que, tumbado en una de las camas, se dedica a contemplarme sin hablar. No sé que hacer. Repaso mentalmente las instrucciones de mi amo.

De repente, "per" habla:

¿Así es como le gustaría a tu amo que estuvieras delante de mí? ¿Toda vestida y sin hacer nada?

No sé. ¿Qué quieres que haga?,- respondí sin saber a donde mirar, secando el sudor de mis manos en la falda, mordiéndome el labio inferior como hago cada vez que estoy nerviosa, mis mejillas probablemente rojas y notando como las piernas me temblaban.

Desde el principio, sabía que "per" respetaría todas y cada una de las condiciones impuestas por mi amo, puesto que siempre ha sido así, pero también es cierto que había pensado que nada más entrar en la habitación empezaría a darme órdenes o a humillarme y nada estaba saliendo como yo esperaba. La situación me tenía desconcertada, incómoda, insegura, temerosa y humillada por no saber qué hacer, qué no hacer o qué se esperaba de mí.

Entra ahí (en el baño) y sal tal y como crees que a tu amo le gustaría que te mostraras

Ufffffffffff, ¡qué difícil!... yo sé bien como le gusta a mi amo que me muestre ante él, pero... no tenía ni idea de cómo le gustaría que me mostrara ante otro hombre, y además, en esta situación quedaba a mi libre albedrío, así que, respiré hondo y delante del espejo, (imaginando a mi amo al otro lado), decidí que a mi amo le gustaría lo que más me humillara y avergonzara por lo que subí la falda hasta dejar mi sexo al descubierto; también subí la camiseta y bajé un poco el corpiño para dejar mis pechos al aire, giré el pomo de la puerta y salí, quedándome de pie, con las manos detrás de mi espalda, pero a una distancia prudencial, de "per".

"Per" se levantó de la cama muy despacio y empezó a dar vueltas a mí alrededor. Contemplándome, evaluándome... avergonzándome.

Mmmmmmmmmmmm, me gustas

Estás muy bien

Me gusta lo que veo,- decía una y otra vez

Yo estaba tan nerviosa que a punto estuve de decirle que empezara ya o que nos fuéramos, pero no hizo falta porque cogió la venda y empezó a darle vueltas tapando mis ojos. A partir de ese momento, el resto de mis sentidos se agudizaron.

Empezaremos por un bondage. Será suave porque la cuerda no es adecuada.

Y dicho y hecho. Pasó una cuerda alrededor de cuello. Yo recogí mi pelo largo y lo sujeté con dos pinzas en lo alto, cosa que fue de su agrado. Luego, estiré mis pezones para que pudiera pasar mejor la cuerda alrededor de mis pechos. Terminó pasando la cuerda entre mis labios vaginales e introduciéndola por en medio de la cuerda de las bolas chinas. Luego subió la cuerda restante hacia arriba para que la sujetara con mis dientes. Aunque trataba de disimular mi excitación, ésta se hizo evidente cuando sin poderlo evitar, una de las bolas se salió de mi sexo. Por tres veces tuve que volver a metérmelas, pues se me hacía imposible retenerla dentro de lo mojada que estaba.

Estoy seguro de que te gustaría verte como estás, ¿verdad?

Sí, me gustaría mucho,- susurré más que dije

Me hizo caminar por la pequeña habitación a fin de que comprobara el roce de la cuerda entre mis labios y encima del clítoris, mientras las bolas se iban moviendo dentro de mí por el efecto de mis pasos y la tensión de la cuerda entre mis dientes. No pude evitar el primer gemido de la tarde, lo que le causó una ligera risa de satisfacción. Yo iba tocando la pared y golpeándome con la cama, pero ni cuenta me daba, consciente tan solo de mi propia excitación.

Al volver a colocarme ante él, me puso dos pinzas en los pezones sin tocarme siquiera y con el vibrador al mínimo, empezó a acariciar mi cuerpo muy despacio, buscando los puntos más sensibles.

Me hizo tumbar en la cama, boca arriba. Yo subí las menos por encima de mi cabeza, metiéndolas debajo de la almohada y agarrándome a la colcha en un simulacro de estar atada y a su disposición. Las piernas las mantenía totalmente abiertas. Afortunadamente, la venda de los ojos me impedía mirarlo y eso hacía que mi vergüenza fuera menor.

Había llegado el momento de usar la vela. Lentamente, gota a gota, notaba como iba cayendo en mis pechos, mi estómago, mi sexo. Alternaba esta acción con pequeños golpes que no llegaban a azotes de las varitas que había comprado. Todas juntas, caían sobre mi pecho y mi sexo en su mayor parte. Golpes suaves que combinados con la cera hacía que mi pecho subiera y bajara y que me mordiera los labios para no gemir en voz alta.

Al poco, cogió de nuevo el vibrador, y jugando con la potencia del mismo, lo fue pasando por todo mi sexo: los labios mayores, menores, el clítoris, la entrada de la vagina...

De vez en cuando me preguntaba si me gustaba. Yo no quería contestar, pero él insistía. Respondía con monosílabos, pero "per" no se daba por satisfecho y volvía a repetir la pregunta.

Siiiiiiiiiii, siiiiiiiiiii, me gusta,- respondía casi enfadada conmigo misma.

Pero, ¿mucho o poco?

(Maldita sea, pensaba yo, odio ese tipo de preguntas). Mucho, siiiiiii, me gustaaaaaaa mucho, (me veía obligada a responder aun a pesar de mi misma).

Llegados a este punto, empecé a perder el control. Yo misma buscaba acercar mi vagina al vibrador cuando notaba que lo alejaba o que la intensidad no era suficiente. Empecé a retorcerme en la cama (aún con la cuerda que unía las bolas a mi boca). Empecé a gemir. A pedir más. Que no parara. Que siguiera.

¿Vas a correrte?

Ummmmmmmmm, nooooooooo, no me voy a correr, ayyyyyyyyyy, que ricooooooooooo, sigueeeeeeeeee

Córrete, venga

Noooooooooo, haz lo que quieras, pero no me correré, ohhhhhhhhh como me gustaaaaaaaaaaaaaaaa

Estaba firmemente decidida a no tener un orgasmo. Cuanto más insistía él, más me negaba yo, a pesar de que me estaba volviendo loca de gusto. Cinco veces estuve a punto de hacerlo. Y cinco veces conseguí evitarlo. Cierto es que "per" disminuía la frecuencia o la intensidad cada vez que estaba a punto de llegar. Él quería que yo lo pidiera, y yo... antes muerta que hacerlo a pesar de estar retorciéndome y gimiendo sin parar. De la frustración que sentía cada vez que se negaba a proseguir con la intensidad que yo le pedía. A pesar de que la venda de los ojos hacía rato que se había caído, yo mantenía los ojos cerrados. Cualquier cosa con tal de no detener el momento. Cualquier cosa, excepto correrme.

Sin embargo, como ya dije al principio, "per" supo encontrar la fisura por donde colarse, así que, de repente, me dejó el vibrador puesto y se tumbó en la cama de al lado.

Ahora mastúrbate. Has perdido tu oportunidad. Si quieres correrte, tendrás que hacerlo sola.

No, por favor, no paressssssssssssss, sigueeeeeeeeeeee.

Perdiste la oportunidad. MASTURBATE CON ÉL VIBRA

Desesperada, cogí el vibrador y empecé a follarme con él. Al principio lo hacía despacio. Sabía que podía pasarme horas así y no me correría. Sé muy bien como controlar el vibrador para evitarlo, pero, una vez más, mi amo se metió en mi semi inconsciencia. Sabía que había llegado la hora de la verdad. Podía evitar el orgasmo con una falsa masturbación, pero eso haría enfadar a mi amo. No sólo por el "engaño" a "per" sino por no hacerlo real. No me hubiera comportado como la sumisa dócil y obediente que le gusta a mi amo. Así que, me centré en el vibrador, en mi sexo, en mi excitación y me corrí como siempre hago, de una forma salvaje, convulsionándome, retorciéndome y sintiendo durante unos minutos los estremecimientos de mi cuerpo ante un "per" sumamente complacido.

No pude evitar, al terminar, mirarlo sonriente y decirle: "Te odio, has hecho que me corriera". Hubiera querido decírselo seria, enfadada, pero... si algo me caracteriza es mi sonrisa y mi dificultad para el enfado.

Al llegar a casa, la cera que aún quedaba en mi cuerpo empezó a pinchar. Pensé en quitármela, pero a mi amo le gusta mi incomodidad, así que me la dejaré puesta hasta que se caiga por sí sola.

Ahora solo me queda esperar la decisión de mi amo. Un castigo a cambio de mi orgasmo. Esa era una de las condiciones para autorizar el encuentro. Solo espero que considere la honestidad de su sumisa y que sea leve.