Un nuevo comienzo II

Segundo capitulo. Por favor, comenten y valoren

“My best friend gave me the best advice, he said each day’s a gift and not a given right leave no stone unturned leave your fears behind and try to take the path less travel by…”(Nickelback -  If today was your last day) Sonaba esta canción en el despertador de Chäja, a las 5:45 am y como siempre, ella no tardaba ni un minuto en levantarse, pues era demasiado estricta consigo misma.

Estando en pie se colocó rápido su pantalón deportivo negro, una blusa de tirantes blanca, una sudadera gris y sus tenis, tomo su Ipod y bajó a la cocina por su botella de agua. Salió y se montó en su bicicleta para así comenzar con su rutina diaria; todos los días pedaleaba desde su casa hasta el metro refinería y de ahí hasta la calzada de las armas que eran cerca de 10 km. Al regresar a su hogar, dejaba la bicicleta en su lugar y corría a ducharse.

Al salir, secaba rápidamente su cuerpo, para ponerse unos jeans negros entubados, una blusa de botones color azul y una chamarra negra junto a sus amados converse negros, se desenredo el cabello con agilidad y solo lo sacudió para que quedara perfecto su “peinado”

Bajo deprisa al comedor en donde tomó rápido una manzana y su botella de agua, recogió su mochila y salió a toda prisa, pues el chofer ya la estaba esperando para llevarla al Liceo en donde estudiaba. Se colocó sus audífonos, miró hacia la ventanilla y se perdió en sus pensamientos en los cuales no se cansaba de imaginar, el encuentro futuro con la bella Sara.

Algunas cuadras más lejos… El celular de Sara sonaba a las 6:30 ella abrió los ojos y aun medio dormida, redactó un mensaje, para enviarlo a los 16 hermanos que estaban integrados en el equipo de oración, para informarles de las necesidades que tenía “el pueblo de Dios” y así todo se unieran en una súplica, como hacían hace 2 años y medio. Ella, aun cansada y fastidiada se hincó nuevamente al pie de su cama, pero por más que trataba de concentrarse en las necesidades de sus hermanos y pedirle a su Padre Celestial, se enfocaba en los hermosos ojos de Chäjalle, esa preciosa joven quien sin permiso, invadió sus sueños.

Sin lugar a duda, esta situación no le gustaba en absoluto a Sara, pues se sentía sucia, culpable, no ante los ojos de los hombres, pues nadie más que ella sabían lo que sentía, sino con su Dios quien la miraba en secreto, pero ella no quería, ni estaba dispuesta a cambiar su sentir, o al menos no por ahora.

Se levantó, y fue a la recamara de sus hijas, Frida, la mayor ya estaba saliendo de ella, con su mochila en el hombro, pues su padre ya la esperaba para irse, él la llevaba hasta la entrada de la escuela y después se seguía hasta su trabajo. Le dio un beso y le dijo un “Dios te bendiga”. Después de su despedida, entró a hacerle algunos cariños a Liz, pues de otra forma no la convencería  de levantarse, ella era una de las que se aferraba completamente a las sábanas y era un verdadero dolor de cabeza para su joven madre. Sara logró su cometido y pronto la pequeña se encontraba bañándose y arreglándose para ir pronto a la primaria. Una vez que todo estaba listo, su familia en sus respectivas actividades, ella se dedicó a su casa, a dejarla limpia y con la comida lista.

Al final, quedó ella, se duchó de la forma más rápida y cuidadosa que podía. Después estaba frente a su closet, pensando en que ponerse pues, quería darle la mejor impresión posible a la joven rubia, quería lucir hermosa para ella. Al final, después de probarse todo lo que tenía guardado, eligió un hermoso vestido que le regalaron en su cumpleaños de un color azul verdoso, que no le quedaba demasiado largo, incluso lo consideraba corto, le llegaba justo arriba de la rodilla, y tenía un muy discreto escote que acostumbraba a cerrar con un alfiler o un seguro de ropa, pero esta vez lo dejó así, no quiso opacar su atuendo con algo encima como solía hacer, solo se subió a sus zapatos negros de 11 cm, con tacón de aguja, (atuendo un poco incómodo para su trabajo) y salió deprisa, para llegar lo antes posible a la casa en donde trabajaba, para así, también salir cuanto antes y no hacer esperar a Chäja.

“Hola, espero que tengas un hermoso día, te deseo mucha suerte y recuerda <> PD. Nos vemos en la tarde. Estaré en el mismo lugar que ayer. Chäja.”

Sara leyó una y otra y otra vez el mensaje, y dudo en contestarlo o no, pero pensó que sería descortés si no lo hacía, pero ¿a quién queremos engañar? Ella moría por escribirle, por platicar con ella aunque fueran solo 5 minutos, aunque fuera solo por mensaje.

“Hola, yo también te deseo un excelente día, pero más que esperar que tengas suerte, mejor te deseo que “Dios te bendiga” Y claro que nos veremos en la tarde, estaré ahí puntual, espero que este día no llueva para que me encuentres toda mojada”

“Pues así como veo el cielo… Creo que sí lloverá, aunque te confieso, no me molestaría encontrarte empapada si así puedo hablar contigo una vez más”

Sara no supo si debía contestar de nuevo el mensaje, pues solo se le ocurrían respuestas que delatarían que ella también ansiaba, verla de nuevo, aunque estuviera lloviendo, nevando, con un día soleado o nublado, así que solo prefirió leer el mensaje y dejarlo así, sin respuesta, para “evitar” ser descubierta.

Sara llegó pronto a su trabajo, y su día siguió con una normalidad casi molesta, deseaba ahora más que nunca que llegara la hora en que pudiera irse; por otro lado, Chäja, tuvo un día difícil, estaba por tener los primeros exámenes parciales del cuatrimestre, y  las guías que le daban a realizar eran para ella demasiado difíciles, además que tenía muchos trabajos atrasados, ensayos, proyectos, exposiciones, investigaciones y demás, era un verdadero dolor de cabeza, pero ella quiso meter 11 materias para terminar cuanto antes la preparatoria, durante el día tuvo largas sesiones de las materias que más odiaba, filosofía, biología, física e historia. Casi en su totalidad, materias de relleno, pues nada tenían que ver con la carrera que deseaba estudiar, pero que al final, tenía que cursar y aprobar.

Además de eso había olvidado, que había quedado en reunirse con algunos de sus compañeros para realizar un trabajo en equipo para el detestable profesor de historia, y viendo la situación sabía que tenía que cancelarle a Sara o sus compañeros sabiendo que podría reprobar.

Y pues… No lo pensó dos veces, tenía muy definidas sus prioridades así que tuvo que cancelar su cita con fines educativos, porque ni loca, perdería la oportunidad de ver  a Sara de nuevo. Continuó con su día, comer en la cafetería cualquier cosa que se le antojara, y salir lo antes posible a Chapultepec, siendo más precisa al museo de antropología, para tomar sus clases de talento artístico. Ella se enfocaba en el área visual, pues le gustaba dibujar, pintar, esculpir  y un sinfín de cosas más que después me encargare de hacérselas saber. Terminó rápido con ello y caminó sin mucha prisa hacia el metro, el lugar en donde quedó de verse con Sara, pues aún tenía 25 minutos de sobra.

  • ¡Hey niña! ¿No quieres comprar alguna flor? – Preguntó una anciana mientras se le acercaba

  • Disculpe usted señora, pero me parece que no traigo cambio.

  • Anda, anímate, será un buen detalle para la mujer que esperas.

  • ¿Usted como sabe que espero a una mujer?

  • Tus ojos niña, ellos te delatan.

  • ¿Así que puede leer mi mirada?

  • Así es, y si te animas también podría leer tu mano.

  • Pues si fuera verdad lo que dice, sabría que yo no creo en ese tipo de hechicerías.

  • No lo crees porque nunca lo has intentado, porque tu religión, porque fuiste cegada desde pequeña, pero anímate, puedo demostrarte que sí existe esta ciencia.

  • ¿Le llama ciencia a un par de trucos baratos? (ACLARACIÓN: No tengo nada en contra de los adivinos)

  • Sí, porque lo es, pero pruébame y te demostrare que no son trucos.

  • Está bien, pero no tarde mucho

  • Tranquila, no tardaré ni dos minutos.

Chäja, le extendió sus dos manos, la anciana examinó primero su mano izquierda, palpándola, mirándola con detenimiento, pero a cada segundo su rostro parecía extrañarse, después tomó la derecha, y dio un suspiro de alivio.

  • Tu familia no es muy unida niña, tuviste un pasado oscuro, lleno de dolor y de traición que tuviste que callar por miedo al qué dirán, tu corazón está herido hasta lo más profundo, y la herida no ha sanado por más que has intentado, porque sabes que aunque haya cerrado, está podrida por dentro, creíste encontrar la felicidad y la paz con alguien que solo te la da por momentos, porque sabes que aunque esa persona te quiere, tú no confías lo suficiente para abrirte y dejarte querer. Pero tu futuro… Te espera mucho, para empezar, acabas de conocer al ángel que te traerá paz, aunque todo parezca que está en contra tienes que luchar por esa persona, sin embargo… Tendrás dolor porque te viene una grande enfermedad, te repondrás pero cuando todo parezca bien, ese ángel se distanciara y entonces vendrá tu derrumbe moral, pero no te angusties, volverá y nunca jamás se irá. Hay… Algunas cosas que no se ven bien, veo a un hombre que te hará sufrir mucho, y también veo a tres personas que estarán de barrera principal entre ustedes, pero además de eso, hay muchas espinitas en el camino, tantas que no podrás evitarlas, tendrás que pisarlas hasta hacer tus pies fuertes, para hacerte un callo que no permita que los hiera. Niña… Lucha, porque no será fácil.

-¡Vaya! Sí que tiene imaginación

  • Sabes que dentro de ti crees en lo que te dije, mira, ella está por llegar, apresúrate y espérala y toma, dale esto, seguro que le gustará. – Dijo entregándole un hermoso alcatraz blanco. - Y no, no es nada, es el obsequio que puedo darle a ambas.

  • Gracias…

Se alejó la anciana de ella y continuó vendiendo sus flores, mientras tanto Chäja, contemplaba esa bella flor: ¿Será cierto lo que me dijo? ¿Sara podría ser el ángel del que esa señora me dijo? Vamos Chäja, esos son disparates, obviamente la anciana quería ganarse algo de dinero e invento toda esa absurda y trágica historia, bueno… Por lo menos tengo algo que darle a ella, es mejor apresurarme, puede llegar en cualquier momento. Pensaba mientras caminaba.

Al final llegó al lugar pactado, pero aún no llegaba la bella mujer, entonces se sentó un momento y dos minutos más tarde la vio acercarse a lo lejos. Sí la consideraba hermosa ahora no encontraba adjetivo para describir completamente su belleza, pues se veía radiante, la dejó sin palabras, sencillamente era perfecta. El vestido que traía le mostraba apenas el nacimiento de sus pechos y ahora podía observar detenidamente sus fuertes piernas, además que le quedaba un poco entallado, revelando sus bellas curvas. Y no es exageración cuando digo, que casi se le cae la quijada al verla. Le parecía increíblemente sexy, pero sin llegar a ser vulgar.

  • Hola Chäja ¿Llevas mucho esperándome?

  • Hola, no, no tiene mucho que espero, en realidad, llegué dos minutos antes que tú.

  • Bueno, me alegra eso.

  • Mira… Te traje algo, es muy pequeño y sencillo, pero espero que te guste – Dijo entregando el alcatraz en sus manos.

  • ¡Es hermoso! Muchas gracias, pero… ¿Cómo sabías que los alcatraces son mis flores favoritas?

  • En realidad no lo sabía, creo que fue suerte.

  • Pues entonces tuviste mucha suerte, y me da algo de pena, pero yo no pude traerte nada.

  • No te preocupes, digo no es que tuvieras que hacerlo.

  • No, pero me hubiera gustado hacerlo, es solo que me vine casi corriendo del trabajo.

  • No tenía idea, de ser así, hubiera preferido vernos más tarde, para que no te presionaras.

  • Descuida, no fue nada.

Ambas sonreían con sinceridad, y Sara le hizo una seña con las manos, indicando que caminaran. Chäja la siguió y caminaron a un paso lento por todo el paseo de la reforma.

  • Entonces… ¿Judeo-alemana-mexicana?

  • Así es… Verás mi padre Wilhem es Alemán de nacimiento, el nació en Leipzig, Sarjonia, sin embargo, el junto a toda su familia llevan la religión judía, a los 22 años viajo a Israel, y ahí conoció a mi madre Rivka, judía de una familia ultra-ortodoxa, nacida en Beerseba, se conocieron enamoraron y se casarón. Sus familias les dieron la espalda y vinieron a México, porque escucharon que aquí, no se les discrimina a los judíos, procrearon a una hermosa hija que nació en este país llamada Débora Chäjalle Ezquerra. Y de ahí, la mezcla de mi sangre judo-alemana-mexicana.

-¡Vaya! Que persona tan interesante eres

  • Pues, sí, de algún modo lo soy.

  • ¿Cuántos años tienes? ¿A qué te dedicas? ¿Por dónde vives? Bueno, para no preguntar tanto, mejor cuéntame de ti.

  • Bueno, tengo apenas 16 años, soy estudiante, planeo terminar una ingeniería en sistemas, vivo cerca de la refinería, más específicamente en clavería. Contarte de mí… Creo que jamás terminaría de decirte, no soy muy religiosa, pero sí creo en Dios y las cosas que me enseñaron mis padres, soy muy creativa y me gusta mucho el arte, disfruto dibujar, pintar, esculpir, escribir, leer, crear canciones, tocar cualquier clase de instrumento, soy una cursi romántica del siglo pasado. Pero… ¿Qué hay de ti?

  • Yo… No soy tan interesante como tú, mi nombre es Sara Gutiérrez Morales, tengo 31 años, estoy casada, mi esposo se llama Cesar y tengo dos hijas, Frida, la mayor y Lizeth, quien ya conoces, soy cristiana evangelica, y pues… Trabajo como cocinera cerca de aquí en bosques de lomas. Y lo que me gusta hacer, pues creo que disfruto mucho estar en el templo, caminar… No sé, soy muy sedentaria.

El cielo comenzaba a tronar y las dos mujeres se miraban con firmeza, terminando por conquistarse con la mirada, las primeras gotas no tardaron en aparecer, y conforme el agua se posaba en el rostro de Sara, en la cabeza de Chäja resonaban las palabras de la anciana: Lucha niña…

  • Sara… No puedo evitar decirte esto, pero hoy te ves hermosa

  • Gracias, pero no puedo compararme en nada en cómo luces tú.

  • Disculpa mi confesión, pero no puede esto no puede permanecer más en secreto, tú… Me gustas demasiado, más que cualquier otra mujer que haya conocido

La lluvia caía con más fuerza, pero parecía que el agua anestesiaba a todo reproche dela razón, Chäja, miraba con firmeza, pero ternura a Sara, mientras se le acercaba lentamente, hasta que sus labios estaban tan cerca que podían rozarse

  • Por favor, hazlo ya – Suplicó Sara

Entonces ambas se fundieron en un beso, tierno, amoroso, apenas se aplastaban sus labios, pero con paciencia se fueron abriendo, Chäja se arriesgó y con temor introdujo su lengua en la boca de Sara, quien la recibió con gozo, su beso se convirtió en apasionado, unas manos estaban en una cintura, las otras aferradas a un cuello.

Gracias por sus comentarios y valoraciones. Un gran saludo.

Aurora la Diosa. Sí, mi nombre es algo "exótico" Pero creo que lo agradezco, no conozco a nadie que se llame como yo, eso me hace aun más autentica.