Un nuevo comienzo.

Primer capitulo de mi primer relato, espero que les guste.

“Y eres tú, solo tú la que me lleva a la luna, la que calma mi locura la que me quema la piel; y eres tú solo tú, ángel de la madrugada, el tatuaje de mi alma para siempre te encontré.”(Elefante – Ángel) -Sonaba esta canción con gran intensidad mientras ella conducía.-

Habían pasado casi 6 horas desde que emprendió su viaje, desde que salió de la seguridad de su hogar, para tomar únicamente las llaves del auto y su bolsa en la cual solo había puesto su cartera, su celular con su respectivo cargador y por supuesto su pasaporte. Le dolían las piernas, la espalda y el cuello; su cuerpo pedía algo de alimento, o al menos 10 minutos para descansar y estirarse, sin embargo, ella no se detuvo bajo ninguna circunstancia, pues su urgencia de llegar era mayor a cualquier necesidad física.

Dos horas y media más tarde, por fin llegó, bajó de su BMW M5 F10 azul turquesa y caminó hacia el puente; ese puente que fue testigo de una cálida bienvenida, de cientos de abrazos sinceros, de algunos besos tímidos, apasionados y otros amargos, de muchas promesas que unas se cumplieron y otras aguardaban hacerlo, y por supuesto… Fue testigo de la más amarga despedida, de las lágrimas que destilaban un par de corazones rotos, indispuestos a separarse, obligados por la razón, el deber y el miedo. Pero también fue testigo, de la más sincera promesa de un rencuentro, de un nuevo comienzo.

Ahí estaba ella, parada, recargada sobre el barandal, con sus lentes oscuros, mirando al horizonte, hacia la puesta de sol, recordando aquel día en que se dijeron adiós; repentinamente las lágrimas se escapaban de sus ojos, pero eran secadas rápidamente, entonces, inhalo fuerte, detuvo el aire en sus pulmones por unos cuantos segundos más, pensando, deseando, que aquella mujer, a la que tanto amaba, recordara su cita, pero más que recordarla, se animara a ir a su encuentro como hace 4 años atrás habían prometido.

Miró su reloj, eran exactamente las 6:00 y con miedo giró su cabeza lentamente a su derecha y ahí estaba… La mujer a la que tanto amaba, venía a un ritmo lento, tranquilo, lucía fresca, como si el tiempo no existiera. Llevaba un vestido por encima de la rodilla color beige, un saco blanco y unos tacones de 9 cm de color igual que el vestido, su cabello estaba ligeramente más corto que el último día que la vio, un poco más arriba de su cintura, suelto, como pocas veces lo había visto, apenas un poco ladeado hacia la derecha, su rostro lucía como siempre, como si el tiempo no hubiera pasado. Decidió caminar, para que a mitad del puente se encontraran frente a frente, como ambas tanto habían anhelado.

Se quedaron estáticas, solo mirándose a los ojos, reconociéndose una vez más. Sonrieron al mismo tiempo, y después de tantos años se abrazaron, con tanta intensidad que parecía que ambas querían fundirse.

- Parece que el tiempo ni ha pasado en ti, mírate, estas idéntica a la última vez que te vi

  • ¡Que va! Estoy cada día más vieja, las arrugas se me notan más y las canas no tardan en aparecer

  • Jaja siempre tan optimista.

-Pero mírate tú, has cambiado tanto

-Claro que no.

  • Sí, ¿qué diablos te hiciste en el labio? Tu cabello está más corto, y tu cuerpo… Cambiaste mucho, ya no eres la niña que recuerdo.

  • ¿Y eso es bueno o malo?

  • Obviamente es bueno, excepto por esa perforación, sabes que no me gustan

  • Creo que no solo eso te desagradará

  • ¿Qué más te hiciste?

  • Ya lo descubrirás. ¿Quieres irte, esperamos un rato más aquí, o qué deseas hacer?

  • Tengo que regresar a mi casa

  • Eso quiere decir que…

  • No quiere decir nada, no hagas conclusiones apresuradas Chäjalle

  • Discúlpame, bueno ¿Te llevo o vas sola?

  • Acompáñame

  • Ven, traigo auto.

Se tomaron de las manos y ambas sintieron una corriente eléctrica con ese pequeño contacto, si miraron y sonrieron cómplices, Chäja quito la alarma del auto, haciendo que Sara lo mirara.

- ¡Es bellísimo! ¿Es tuyo?

  • No precisamente.

  • ¿Cómo?

  • Yo lo compré, pero no es mío.

  • ¿Entonces de quién es?

  • Es tuyo… Feliz cumpleaños, disculpa que venga un poco atrasado.

  • ¿Es enserio? Sabes que no se conducir.

  • Ya te enseñaré, pero sí, es tuyo, la factura está a tu nombre.

  • Gracias mi niña.

Chäja le abrió la puerta del copiloto a su amada Sara, y ella dándose prisa subió del lado del piloto. Sara le indicaba el camino para llegar a su hogar, y en tan solo 15 minutos al fin llegaron.

- No quiero que te hagas ideas que no debes, confía en mí.

  • Sabes que lo hago.

  • Entonces ven, acompáñame.

Bajaron del auto y se dirigieron a la entrada de la casa, una pequeña construcción de dos pisos, muy humilde, pero que Sara construyó con mucho esfuerzo y trabajo en 4 años. Tomó la mano de Chäja y le dijo al oído: -Oye, oye… Te amo. – Chäja se estremeció al escuchar las últimas dos palabras, pero le sonrió y dijo con la mirada yo también te amo, gesto que solo ellas dos podían entender y leer.

Abrió la puerta, y ambas entraron, sin soltarse. Aunque Chäja tenía miedo por no saber que le esperaba, confiaba en Sara, y esta, estaba segura de cada paso que daba, pensando en que las decisiones que estaba por tomar eran las más acertadas.

Llegaron a la sala de estar y ahí estaba su familia, aquellos a los que también había extrañado, pero que habían sido el verdadero motivo porque el que tuvieron que separarse

- ¡Chäja! – Grito con mucho entusiasmo Liz, mientras corría a abrazarla, como cuando era una niña pequeña de 8 años -

  • Hola mi cielo

  • Hasta que vienes a vernos – Dijo en forma de reclamo Frida, y la abrazó -

  • ¿Tú que haces aquí? ¿No te quedo claro que te alejaras? – Gritó furioso Cesar mientras bajaba de las escaleras.

Y ahí venía su gran dolor de cabeza, el hombre al que tanto odiaba y envidiaba, el hombre que la obligó a separarse de Sara.

- Hijas, tengo que hablar con ustedes, pero vayan a su cuarto mientras platicamos con su papá. – Suplicó Sara-

  • No Sara, que se queden a escuchar, creo que fui muy claro la última vez que hablamos y les dije que si ella volvía a aparecer les diría toda la verdad a las niñas. – Gritó Cesar -

  • Sí, lo sabemos, y no estoy en contra de que lo sepan, ¡Ya es hora que les diga la verdad!

  • ¿De qué verdad hablan mamá? – Pregunto confundida Liz -

  • De que yo… Hijas, yo… -Dijo entre dudas Sara -

  • Vamos, no te detengas diles en la cara lo que eres, que sepan el asco de persona que es su madre.

  • ¡No te permito que hables así de ella! – Exigió Chäjalle-

  • ¿Y tú quién te crees que eres para decirme lo que puedo y no puedo decir?

  • Suficiente, no peleen más ¿de qué verdad hablan mamá? – Intervino Frida –

  • ¡La verdad es que yo estoy enamorada de Chäja!

  • ¿Eres lesbiana?

  • No Liz, no soy lesbiana… Solo me enamoré de ella.

Algunos años atrás.

8 de Marzo del 2007

Chäjalle caminaba apresurada hacia la entrada del metro Auditorio, pues la lluvia desató toda su furia sobre la ciudad, cerró su chamarra hasta el cuello se puso su capucha y caminó a toda velocidad, en sus oídos sonaba Nickelback – Savin’ me; nada le importaba más que llegar pronto a su destino y poder protegerse de la lluvia, hasta que vio, a lo lejos a una mujer que luchaba por cargar con todas su bolsas, la pobre estaba completamente empapada, y traía consigo, sus compras del súper mercado, además que estaba sobre unos tacones enormes y vestía con una falda larga y un saco ligero, y como si fuera poco, traía de su mano a una pequeña que se refugiaba bajo su abrigo, haciendo así, aún más difícil su andar, se detuvo un momento y tuvo una lucha interna por si debería ayudarla o no debería hacerlo porque sencillamente “no era su problema” pero terminó de convencerse cuando una bolsa de las que traía la mujer se rompió haciendo que cayeran algunas latas al piso, entonces corrió a auxiliarla.

  • Por favor, permítame ayudarle

  • ¡Oh, muchas gracias!

Ambas recogían del piso lo que se le había caído,

  • ¿A dónde va?

  • Voy al metro, de ahí a refinería,

  • Yo voy cerca de ahí, si me permite puedo acompañarla,

  • Gracias, eres muy amable

  • Ven conmigo pequeña, para que no te mojes.

Chäja, se quitó la chamarra y se la dio a la niña para evitar que se mojara más, la tomó en sus brazos junto a un par de bolsas que le quito a la mujer y caminaron deprisa al metro, entraron y Chäja pagó los tres boletos.

  • Te agradezco mucho tu ayuda, en verdad la necesitaba

  • No tiene que agradecerme nada, lo hice con mucho gusto.

  • Para esto… Creo que aún no nos hemos presentado

  • ¡Tiene razón! Que grosera he sido. Mi nombre es Chäjalle Ezquerra

  • ¿Cómo?

  • Sí, es raro, es Chäjalle Ezquerra, si se le complica solo dígame Chäja ( NOTA DE AUTORA: El nombre sí existe, no es solo una ocurrencia mía, se pronuncia JAYALE o JAYA)

  • Mucho gusto Chäja, yo soy Sara Gutiérrez

  • El gusto es mío

  • ¿De dónde es tu nombre, o que significa?

  • Desconozco su significado, pero es un compuesto judeo-alemán

  • Oh… ¿Eres judía o alemana?

  • Aunque suene raro, soy ambas, judía alemana, y además mexicana, es una larga historia, si quiere después podría contársela, porque creo hemos llegado a refinería.

  • Sería genial hablar contigo otra vez.

Ambas seguían conversando, Chäja la acompaño en un taxi hasta su casa, no sin antes retirarse con la promesa de volver a verse pronto, intercambiaron números de teléfono, quedando en que pronto se llamarían o mandarían algún mensaje.

Chäja, en el camino de regreso a su casa, pensaba todo el tiempo en Sara, una mujer que le parecía increíblemente bella, era de altura baja, 1.60 mts aproximadamente, pero sus tacones le regalaban 9 o quizá 10 cm más; su piel era morena clara, tenía cabello negro intenso, largo un poco más debajo de la cintura, extremadamente lacio pero que olía a lavanda, sus ojos eran grandes, de un color café claro, casi miel, con grandes y profundas ojeras, con cejas delgadas y delineadas naturalmente, pestañas largas y risadas; su nariz un poco respingona, y sus labios… Delgados, un poco pálidos, pero que tenían la hermosa forma de un corazón, sus dientes un poco desalineados, pero que formaban una preciosa sonrisa; tenía una muy buena proporción de pecho, y el vientre ligeramente abultado, pero que no opacaba en absoluto su delgada cintura, seguida por unas prominentes caderas y piernas gruesas, fuertes.  Tenía 31 años.

Pero era completamente diferente a ella, pues Chäja media 1.87 mts, no usaba tacones sino sus inseparables Converse, su piel era extremadamente pálida, solo adornada por el color rosado de sus mejillas, su cabello era corto, apenas abajo del hombro, color amarillo cenizo. Sus ojos eran pequeños, de una extraña pero hermosa combinación entre gris y verde, sus cejas eran delgadas, y largas, pero no se notaban mucho por la falta de color en ellas, su nariz era recta, y sus labios, delgados y de color cereza, y sus dientes, perfectamente alineados, blancos y brillantes. Tenía unas curvas excelsas, su cuerpo era digno de admirar, ella era lo que muchos consideran como “perfecta”. A pesar que tenía apenas 16 años.

“Espero que hayas llegado bien a tu casa. De nuevo gracias por ayudarme. Att. Sara”

Llegaba un mensaje al celular de Chäja, y se encontró sonriendo inconscientemente.

Esta joven siempre estuvo segura de sus preferencias, sabía desde que era muy niña de que le gustaban, le encantaban las mujeres, aunque por su religión y la educación que le dieron sus padres, no podía aceptarlo públicamente.

Para este momento ella se encontraba en una relación de 2 años con 3 meses con una mujer muy hermosa de nombre Danielle, era alta, casi tanto como ella, blanca, pero no tan pálida como su novia, tenía pecas esparcidas por todo su rostro, sus ojos eran de un color verde aceituna, pequeños ligeramente rasgados, su nariz es recta y respingona, sus labios carnosos, rosados, y su cabello pelirrojo estaba un poco rizado, tenía poco pecho, pero una cintura bien definida, su abdomen plano y ligeramente marcado, sus nalgas eran de un buen tamaño, y eran seguidas por un par de largas y torneadas piernas ella era 3 años más grande que Chäja.

Chäja se encontraba confundida, porque si bien, sentía grandes y fuertes sentimientos por su novia, no podía negar que la compañía de Sara la estremecía y le hacía sentir algo más que mariposas en el estómago, sin embargo, quiso olvidarla pues la pequeña que traía consigo, le daba a entender que era su hija, por lo tanto ella cuando menos debía estar casada, con esta excusa solo se “distrajo” comenzó a hacer su tarea y demás deberes para el siguiente día.

Por su lado Sara, en cuanto llegó a su casa, se quitó lo zapatos y se cambió rápidamente de ropa, para evitar que se enfermara, acción que repitió con su pequeña hija. Después, se puso a ordenar las compras que había hecho esperando el momento en que el resto de su familia llegará. Pero en este tiempo, sonreía al recordar lo ocurrido con la amable joven que la ayudó.

Llegó en el momento justo, pues se había desesperado, con el peso de las bolsas en sus manos y la presión de cuidar a su hija pequeña, vino esta hermosa joven, corrió a ayudarla, no solo a recoger lo que se le había caído, sino que cargo a su hija, y le ayudo con algo de su carga. Era hermosa, tenía una sonrisa espectacular y un hermoso rostro y cuerpo, además que era muy amable, muy educada, aun mejor que un auténtico caballero. Pero entonces llegaron a interrumpir sus pensamientos.

  • ¡Mamá, ya llegamos!

  • Que bueno hija, rápido, quítense la ropa mojada antes que se enfermen

  • Tranquila mujer, no nos mojamos, me alcanzo para tomar un taxi.

  • Ah, menos mal ¿Quieren cenar?

Y volvía a su vida rutinaria… Así eran todos sus días.

Sara era una mujer de 31 años, casi cumplía 32 en solo 3 meses, tenía una familia completa a esa edad porque se juntó con su marido desde muy joven, como cualquier otra niña de pueblo. Tenía muchas ganas de salir adelante, de terminar una carrera en psicología, o bueno… Por lo menos concluir correctamente la secundaria. Estaba casada con un hombre que, no era precisamente lo que esperaba, era muy agresivo, machista y solo se ocupaba de aparentar ser un buen padre, un buen esposo frente a todos los que los rodeaban, ella solo callaba. Tenía dos hermosas hijas, Frida la mayor con 15 años y Lizeth con apenas 8 años.

Era cristiana, una fiel devota a su doctrina y cabeza de muchos ministerios pequeños, pero que crecían a un ritmo rápido, como darles lecciones devocionales a los niños, a los jóvenes, en dirigir campañas de Sanidad Divina, Salvación y rescate de almas para Cristo, era líder del grupo de alabanza en la iglesia, era muchas cosas. Pero… Como buena cristiana, le oraba a Dios constantemente y se quitaba toda mascara, se deshacía de toda apariencia y le decía sinceramente todo lo que sentía  a su Señor y esta vez no sería la excepción.

Se hincó al pie de su cama y oró, oró con fervor, con vergüenza pues le confesó a su Dios, que la joven que conoció, aquella que la ayudó, le había gustado y desde que la vio no había podido sacársela del pensamiento, le pidió perdón por faltarle en pensamiento pero así mismo, suplicó ayuda, para que no cayera en el pecado de la homosexualidad, pero entonces, su celular sonó insistentemente y tuvo que contestar, así interrumpiendo su suplica.

  • Bueno

  • ¿Sara?

  • Sí, ¿Quién habla?

  • Hola, espero que no sea muy tarde para llamarte, soy Chäja, la chica del metro

  • Ah, Chäja... ¿Cómo estás?

  • Yo excelente, solo te llamo para saber cómo estás, cómo está tu pequeña

  • Estamos muy bien, rogando a Dios que no nos dé un resfriado después de la tormenta

  • Espero que no… Oye, también te llamo para saber si, puedes, bueno, si quieres y puedes, am… Salir conmigo a tomar un café, o ver una película, o ir a caminar, o no sé… Algo que te gustaría hacer, para, conocernos, bueno, es que quisiera conocerte, bueno si tú quieres y aunque no quisieras yo quiero hacerlo, pero respetaría tu decisión, bueno… Soy mala hablando

  • Jajaja tranquila, claro que me gustaría salir mañana contigo, me gusta el café pero preferiría salir a caminar un rato por reforma. Te veo a las 5 en frente del auditorio si te parece bien

-Sí, me parece excelente, bueno hasta mañana Sara, descansa.

-Hasta mañana Chäja y de nuevo gracias.

Ambas fueron a dormir, esperando ansiosas que el tiempo pasara deprisa, para verse a la brevedad posible.

Hola, mi nombre es Chäjalle, sí... Protagonista y también escritora de esta historia, así que, creo, esto les dará a notar que esto no es un relato erótico más, sino una parte de mi vida, parte que compartí con mi esposa, la mujer que amo, y que atravez de este medio quiero hacerselas saber. Espero sus comentarios. Un gran saludo.