Un nuevo amante
Aunque sería un encuentro de trabajo, mi exito no fue sólo laboral, al tener el placer de encontrar al hombre maduro de mis sueños mojados.
MI NUEVO AMANTE
Sé que llevo mucho tiempo sin escribir, pero por cuestiones de viajes y trabajo, no he podido volver a relatarles algunas de esas historias verdaderas que sólo les puedo contar a ustedes, fieles lectores que siguen escribiéndome, comentándome y preguntándome diversas cosas.
Ahora, quiero comentarles algo que viene sucediendo desde hace seis meses y que tuvo un último encuentro el pasado jueves.
Eran las ocho de la noche de ese día cuando pasé a recogerlo al Hotel Capital, ubicado en el occidente de Bogotá, donde él siempre se hospeda cuando llega al país.
Él, Arturo, es un hombre argentino de 42 años, casado, con familia, que vive en Miami y viene a Colombia dos o tres veces al año por cuestiones de negocios, pues trabaja para una empresa de canales internacionales, muy populares en el país.
Al ser una visita de negocios, viene cada tres o cuatro meses y se queda de martes a viernes, habitualmente no se puede quedar más tiempo porque su esposa sospecharía. Además, al ser casada, sería difícil poder dedicarle yo más tiempo.
Es muy curioso, pero Arturo es un hombre con el cabello completamente blanco con un rostro de un hombre que no supera los 35 años, una altura de 1.80 y bueno. No es perfecto, pues tiene un poco de sobrepeso, pero cuenta con el encanto italiano heredado de sus abuelos.
Pero antes de relatarles lo que ocurrió el jueves pasado, les contaré cómo nos conocimos.
Hace aproximadamente seis meses llegó a la oficina una convocatoria que se le realizaba a las principales agencias de publicidad del país, para manejar la cuenta publicitaria de una de las más grandes empresas internacionales de gran variedad de canales de televisión, y así, lograr que empresas colombianas pautaran en dichos canales, que son de alto rating en el país.
En fin. Un grupo de publicistas quedamos a cargo de realizar la propuesta, y de ganar, tendríamos un bono extra al final del mes, lo que aun nos motivó más.
Pasamos dos semanas entregados a ese sólo proyecto, hasta que llegó el día X, cuando vendrían de Miami un grupo administrativo de dicha empresa, para atender a cada una de las agencias y su propuesta.
Yo asistí, pero no hice parte activa de la presentación, sería el apoyo, resolvería cualquier duda al final de la presentación, pero ellos son tan estrictos con el tiempo, que sólo ingresaron a la sala los expositores y a la hora exacta volvieron a salir y punto.
No sabíamos que pensar, pero a nadie le habían dado pista alguna de la posible decisión de dicha empresa. Pasaron las semanas y cuando pensamos que todo estaba perdido, una llamada de Miami nos alertó que éramos una de las dos agencias finalistas, y que sólo se requería una reunión previa para aclarar algunas dudas y al final de la semana, se sabría quien firmaría en jugoso contrato.
Como yo había sido la cabeza del proyecto, yo fui asignada para ir a la cita, que sería un almuerzo con uno de los gerentes de esa empresa. Al tiempo, en otro lugar de la ciudad, estaría, un representante de la otra agencia con el otro gerente.
Quería impactar desde la entrada, por lo que me tomé la mañana para arreglarme, colocarme el sastre que mejor me queda, que sin ser ultrasensual, me hiciera ver como una ejecutiva activa, emprendedora, y por supuesto, hermosa.
La cita era a las 12:30 del mediodía en el restaurante Michel, en el norte de Bogotá. Dicen que las mujeres debemos llegar después de la hora de la cita, pero esto eran negocios, así que llegué e ingresé al parqueadero del Centro Comercial Andino a las 12:20, parqueé allí y salí caminando hasta el restaurante que sólo queda a algunos metros.
Cuando ingresé, me percaté que sólo quedaban un par de minutos para la hora de la cita, así que me quedé tranquila, aunque algo sorprendida cuando uno de los meseros me dirigió a la mesa del Señor Arturo, y él ya estaba allí, con una copa de vinotinto y leyendo algo.
En ese primer instante, al verlo a lo lejos, por su cabello blanco, pensé que era un hombre incluso cercano a los 55 años, pero cuando sintió mi presencia al lado de su mesa y levantó la mirada, al ver sus hermosos ojos negros intensos, y su sonrisa de galán de serie norteamericana de los ochenta (siempre lo molesto diciéndole eso), note que era más joven de lo que aparentaba.
Lo único que pensé era que iba hacer un almuerzo a gusto, más allá de lo que ocurriera con la cuenta publicitaria, así que hicimos nuestra solicitud al mesero y entramos en materia, le conté cada una de nuestras estrategias e intenté aclararle cada una de las dudas que tenía al respecto.
La verdad tenía calor, pero no sabía si quitarme la chaqueta o no, pues mi blusa, aunque con escote, mostraba perfectamente la redondez de mis senos, que recuerden son talla 36, así que no pasarían desapercibidos.
En efecto, cuando me la quité, noté que por varios segundos Arturo no parpadeo al mirarlos. Es más, durante el resto del almuerzo, siempre les hacía una inspección. No les voy a negar que me gustaban esas miradas, pero la regla número uno es no enredar el trabajo con el placer.
Busqué siempre mantener la conversación en el asunto laboral, incluso en el postre, pese a los intentos de que Arturo, intentaba llevarla a lo personal.
En fin, cerca de las 3 de la tarde, ya tendríamos que irnos, así que salimos del restaurante, él tenía un chofer y un auto a su disposición, así que nos despedimos con un beso en la mejilla e intercambiamos tarjetas, por si alguna duda tendría más adelante.
Para no hacer la historia más larga y aburrida, logramos la cuenta, y sólo algunos días más tarde de la buena nueva, recibí al móvil una llamada de Arturo, quien me decía que había hecho una gran labor, que le gustaría invitarme a salir para charlar, más allá de lo laboral.
En ese momento debí decirle que era casada, pero la verdad pensé que era mejor primero conocerlo, y si no me animaba con él, pues le diría que era una mujer casada. Es más, no sabía que era casado, pero intuía que lo era, una razón más para salir con él y en caso de mantener el rigor profesional, podría detener las cosas con mucha diplomacia.
Fue también un jueves y la cita fue a la una de la tarde. Le dije a mi jefe que iba a tener una reunión con los gerentes de la empresa, que iría a almorzar a casa, y de ahí directo a la reunión, todo para tener tiempo suficiente para Arturo, quien tenía el primer vuelo de Bogotá-Miami el viernes.
Mujer precavida vale por dos jejeje, pues a mi marido también le dije que tendría una reunión que se podría prolongar un poco, él no sabía del exitoso negocio de su mujer.
Como era una cita personal, llegué pasada la una de la tarde al restaurante Matiz, en el norte de Bogotá. Ese día no podía llevar el auto, así que llegué en taxi y esta vez si de manera sensual y provocativa, con mi pantalón más ajustado y un buen escote, que no conoce mi marido, pues se disgustaría por atrevido.
Arturo fue más efusivo en su saludo que en el primer encuentro, además, no me senté al otro extremo de la mesa, sino a su lado, por lo que de inmediato me ofreció un vino como aperitivo, a lo que le dije:
No sé, si pueda aceptarlo, porque a mí el vino me embolata la cabeza.
Siendo así, insisto, dijo entre risas.
A través de sus ojos veía todo lo que me gusta de un hombre, y gracias a su acento marcadamente argentino, con su voz gruesa, ya estaba decidida a llegar a donde él quisiera.
Pasadas las 3:30 de la tarde, ya habíamos hablado de nuestras vidas, y le sugerí que diéramos un paseo caminando por el Parque de la 93, a dos cuadras del restaurante, pero él tuvo una mejor idea, de tomar un café en su hotel, todo con el fin de mostrarme algunos de los proyectos de programación de sus canales para la segunda mitad del año e incluso 2006.
Yo sabía cual eran sus sucias y calientes intenciones, pero me hice la inocente y sólo le dije: "perfecto, así podremos tener más elementos para trabajar".
Llegamos al Hotel Capital, donde él se alojaba en una especie de apartamento, con dos habitaciones y una sala de lujo, donde Arturo instaló al televisor, un pequeño computador portátil, para hacerme la demostración, mientras por teléfono pedía una botella de vinotinto. Primer engaño, no era un café lo que me quería dar jejeje.
Así, nos sentamos los dos en el sofá y empezamos a ver los principales avances mientras llegó el servicio a la habitación con dos botellas de vino. No dije nada, pero sabía para donde iba.
Ya caía la tarde y habíamos consumido la primera botella, cuando llegamos a los avances de la segunda temporada de una serie controvertida sobre dos cirujanos plásticos en Miami, entonces se me ocurrió hacer un comentario:
Debería sacar una cita con ellos.
Para qué (respondió Arturo).
Para hacerme unos retoques que necesito en el cuerpo...
En ese momento Arturo se levanto, tomó mi mano y me levantó, y haciéndome en un eje, me dijo que estaba perfecta, que no tenía nada que mejorar.
Es que ahora la ropa de hoy en día mejoran mucho la figura de la mujer, pero desnuda es otra cosa.
Me encantaría verte desnuda para demostrarte que sigues siendo perfecta.
Mientras me decía eso se sentaba en uno de sus descansábamos y quedamos a la misma altura, con una mirada fija. Así me trajo a él y medió un primer y apasionado beso. En ese instante ya no había nada que hacer.
Yo seguía de pie y él sentado, así podría recorrer mi espalda, mis nalgas y mis piernas mientras seguíamos besándonos, me encantaba como me apretaba el culo, haciéndome pegar mi cuerpo más a él, hasta que luego del largo beso descansamos y me lo confesó.
Soy casado.
Yo soy casada, pero en este momento sólo existe para mí esta habitación, nada más en el mundo.
Creo que esto lo animó un poco más, pues me levantó, como recién casados y me llevó hasta su habitación donde nuevamente me dejó de pie, él sentado en la orilla de la cama, y cuidadosamente, con lentitud, se dedicó a despojarme de cada una de las prendas que yo vestía.
Cada parte de mi piel que quedaba desnuda él la besaba, la lamía y la mordía con mucha ternura. No recuerdo cuanto demoró en ese proceso, en especial cuando me despojó del sostén y se dedicó a acariciar y a consentir mis pechos.
Jamás había probado manjar tan exquisito.
¿Lo quieres? Le dije.
Sí
Es todo tuyo esta noche.
Así se apoderó y me demostró que sabía bien cuál era el arte de amamantar, pues sólo con sus caricias, besos y succiones en mis senos, mi cuevita del placer estaba inundada, mientras que sentía que mis rodillas me estaba fallando.
Lo detuve y me dediqué a devolverle los favores recibidos, así lo desnude por completo aplicándole la misma dosis que él me había dado, aunque yo continuaba con las tanguitas hilo dental doradas que traía esa tarde.
Sus boxer eran ceñidos y dejaban ver la fortaleza de la erección que lo aquejaba, así que subí con mi boca por sus muslos gruesos y velludos, y liberé su encanto erecto, venoso y carnudo listo para mí.
Al primer contacto de mis labios y lengua con su mástil, escuché un gemido que temí que fuera a explotar prematuramente, pero no fue así y sólo dijo:
A mí nunca me la han mamado.
Te lo juro a mi esposa le da asco, nunca ha querido.
Mi marido dice que soy toda una experta. Ahora tu me darás tu opinión.
Siempre que me imponen un reto y lo acepto, sea laboral, personal, familiar o sexual, quiero demostrar que soy la mejor, así que durante largos minutos me dediqué, pese a la suplica de él que parara por la excitación que le producía, no dejaba de chupar, succionar, lamer y morder su pene y sus testículos, afortunadamente limpios de vellos, lo que permite un mejor accionar de mi lengua y labios, más placentero para él y para mí.
Más adelante, me puse encima de mí, para que mientras no dejaba de devorar con mi boca su pene, el hiciera a un lado mi tanguita y me demostrara que tan bueno podría ser con su lengua y sus labios, en una de las partes más sensibles y calientes de mi cuerpo.
Era tan intensos sus lametazos en mi chochita que me hacía morder suavemente el nacimiento de la cabeza de su pene, que no era muy grande, era de un tamaño de 16 o 17 centímetros, un buen grosor y una cabecita circuncidada, lo que hacía que fuera una verga preciosa.
De un momento a otro, suavemente aunque con firmeza, me hizo a un lado y me dijo:
Ya no soporto más, tengo que comerte, te la tengo que meter.
¿Quién te lo impide? Mientras levantaba las piernas invitándolo a que me quitara la tanguita, que era la único que faltaba.
Debo admitir que en ese instante jamás pensé en que nos faltaba una cosa, el condón, pero la calentura esa máxima y no sabía ni de donde era vecina.
Hoy en día, antes de mis documentos de identidad, las llaves del carro y el labial, empaco en el bolso uno o dos condones, por precaución.
Pero sentir su pene al natural, mojado con mi saliva, entrando en mi caliente vagina, me hizo empezar a gemir y a gritarle cositas un poco subidas de tono.
- mmmmmchurrasco argentino siempre me gusto...no sabía que la carne en rollo estabas incluido en él....
Esto lo animó mucho más a seguírmela clavando en la pose de misionero, con su ritmo frenético, concentrado con los ojos cerrados, pues se excitaba más cuando me veía, y al ritmo de sus empujadas se movían mis grandes tetas....
Hasta que no pudo más, la sacó y lanzó una descarga de leche masculina como a mí me gusta, caliente, espesa y abundante.
Se apenó un poco, porque como todo hombre, sintió que se había venido muy rápido, y sí, fue relativamente rápido, pero yo entiendo perfectamente que un hombre que un hombre que lleva más de una semana sin sexo (el mismo me lo dijo), y tras el largo preludio que tuvimos, le pase eso.
Yo no lo tomé a mal, es más, lo asumí como un reto, pues me abalancé a mamarle la verga que estaba perdiendo erección, y me dije a mi misma: No voy a dejar de chuparla hasta que esté lista para clavármela.
Efectivamente, tiempo después estaba tan dura como al principio y le dije a Arturo:
- ¿Eres capaz de demostrarme que tan buenos son los argentinos en la cama?
Fue un polvazo delicioso, en especial cuando me puso en cuatro y yo podía ver, a través del espejo de la cómoda de la habitación, como parecíamos dos perros en celo, a veces él con sus manos manoseando mis tetas (lecheras), como él les dice, o en otras ocasiones, totalmente vertical, colocaba sus manos en mis caderas o apretando mis nalgas, lo que me excita más.
No quise cambiar de pose, hacíamos pequeñas variaciones pero siempre en 4, hasta que se corrió en mis nalgas. No les voy a mentir, y como consejo para todos, la mejor corrida, en cuanto a leche abundante, espesa y caliente, es la primera, aunque las demás son ricas. Pero la primera, es la que hay que tomar, si se quiere tomar.
Descansamos un poco, pero ya era tarde, así que le dije que debía irme. 15 minutos más de caricias, besos, toqueteos, un rápido baño y salí del hotel rumbo a mi casa a dormir en brazos de mi esposito, a quien le di la noticia de los logros de su esposita en lo laboral, resultado de las largas jornadas laborales como las de ese día.
Espero que les haya gustado y que esperen la segunda parte de este relato.
SEGUNDO RELATO
Nos encontramos y nos fuimos al parque de la 93 donde comimos en el Sitio y rumbeamos hasta la una de la mañana
el no dejaba de manosearme cada vez que podía
y cuando bailábamos sentía como su pene erecto se tallaba en mi
llegamos casi a las 2 al hotel
donde de inmediato empezó la faena sexual
fue una hora de mamar y follar como locos
delicioso
hasta que nos dormimos
a las 5 am
me despertó colocandome su miembro en mi boca, el cual se lo mame hasta que me lleno de leche
luego el se dedico a manosearme entera como hasta las 6
dormidita
y a las 7 me levantó clavandomela rico
y de paso se comio mi culito de lo más delicioso
desayunamos
y luego nos bañamos donde nos manoseamos como una hora bajo la ducha
llamo el botones
y mientras este bajo las maletas
ya vestidos
le hize una mamada rica hasta que se derramo
siempre me gusta quedarme con el sabor a semen y verga en la boca
en este momento paso saliva y aun siento el saborcito y me caliento
y luego lo deje en el aeropuerto no sin antes manosearme entera
al trabajo llegue a las 11
ya sabras que estoy colgada en trabajo
aunque ayer dije que iba en la mañana al medico
sabia que el sexo me mantendria ocupada