Un mundo dominado por las hembras - Capitulo VIII

Cuando sus labios se pegaron a los míos, sentí una cosa extraña, como una descarga, además de mucho calor, suavidad, ternura, y el cuerpo que me daba la sensación que iba a prenderse fuego. Su lengua mojaba mis labios, era un placer sentirla, me gustaba. Yo comencé a hacerle lo mismo, lo imitaba en todo lo que hacía, y cada vez me gustaba más

CAPITULO VIII

Seguidamente me vino a la cabeza, la gulana del tatuaje y su macho. Si ella sintió así, la comprendo porque estaba tan eufórica y dulce con aquel macho, pues ella en aquel momento se sentía así. Pletórica, exuberante, … colmada. Sentía tantas cosas, que nunca me imagine que me pudiera pasar.

Negro nos miraba a uno y a otro, moviendo el rabo muy contento, el también me daba a mi, que pensaba que ahora no estaba solo tampoco, tenía a dos compañeros más.

Creo que vamos a formar un grupo muy interesante, de cara a cualquiera que nos vea. Tres seres diferentes unidos, formando un equipo de protección y ayuda

entre nosotros mismos. Al encontrarnos cada uno solo en aquellos momentos, sin ningún semejante a nuestro lado.

Después de reconocer bien a Negro, le pude observar que tenía la pata trasera derecha dañada, el hueso se le había astillado, por ello la tenía hinchada y cojeaba un poco. Al caerle el gulana encima de el, le había dañado la pata, por eso los gemidos de el. Le enseñe a Daniel, que tenía.

Tenía que curarlo, entablillandosela para que se le uniera bien el hueso de forma recta y no se le formara ninguna irregularidad al unirse el hueso.

No sabía nada del pueblo de Daniel, ni nunca los había visto, ni oído hablar de ellos. Seguro que vivían en el otro extremo del planeta, pero tenía que ser de hace poco, puesto que habíamos hecho una expedición hacía unos meses, y no habíamos encontrado por ningún sitio, a nadie semejante a el.

Tenían artefactos que volaban, al ellos no tener alas. Habían encontrado la forma de desplazarse a grandes distancias, según pude ver por aquella cosa plateada que cayo en el lago, después de haber explotado.

Ya tratare de sacarle información, para saber más de su pueblo, sus costumbres, conocimientos, y todo lo que le beneficie a mi pueblo.

Nos habíamos separado, después de un rato de caricias, sonrisas y compañerismo, entre los tres.

Agarre a Negro en mis brazos, para llevarlo volando a la cueva, y no se lastimara la pata más, hasta que se la hubiera entablillado.

Contando Daniel

Estaba muy a gusto con los dos, nos estábamos reconociendo como amigos. Teníamos que confiar en nosotros, si queríamos supervivir en aquella zona. Creo que llegaríamos a formar un buen equipo los tres, además de ser muy buenos amigos y compañeros. Eso me parecía en aquel momento, y teníamos que lograrlo si queríamos seguir vivos.

Ella era un ser fuera de lo normal, tanto por su formación como curandera, como por su forma de entablar amistad y comunicarse. Además de ser un ser muy hermoso, que me gustaba mucho, queriéndola conocer más profundamente.

Examino a Negro con detalle, sabiendo lo que hacía, enseñándome la herida que tenía, y por gestos me dio a entender que tenía el hueso astillado. Indiscutiblemente era una buena profesional, cosa que vendría bien en el grupo.

Por mi parte podríamos decir, que era como un guerrero, pues con mi arma era difícil, que me ganara cualquiera de aquellos enemigos que había visto.

Luego estaba Negro, el perro salvaje, como rastreador era inmejorable, si tenía que seguir cualquier pista, o buscar a alguien. También estaba su oído, que enseguida sabía si alguien se acercaba, o escuchaba cualquier ruido en la distancia con bastante facilidad.

Eramos un trió bien compenetrado si seguíamos con nuestra amistad y unión. Una curandera y vigía, un guerrero y técnico, y un rastreador y observador. Cada uno tenía sus cualidades, que junto con la de los otros compañeros, formaríamos un buen equipo.

Aquello me gustaba, y podría llegar a buen puerto, si hacíamos las cosas bien. Entre los tres podríamos hacer muchas cosas, entre ellas, que los diferentes seres y especies que habitábamos aquel planeta viviéramos en paz y civilizadamente, para no destruir el planeta, como esta pasando en la actualidad, donde vivíamos anteriormente.

Teníamos que regresar a la cueva, curar al pobre perro, e irnos de aquel lugar hacía otro sitio donde no nos encontraran en aquel momento aquellos gulanas, como le decía Sibisse.

Ella salio volando con el perro entre sus brazos, llevaba prisa por curar al pobre animal. Yo mientras tanto iba bajando despacio, para no romperme la cabeza en aquella pendiente, pues una cosa es volar y otra cosa es bajar aquella pendiente caminando.

Al llegar a la cueva examine a los gulanas, para ver que tiempo les quedaba estar inconscientes. A los primeros que derribe le deberían quedar sobre una hora como mucho, no sabiendo en aquellos seres fuertes si sería igual.

Fui a donde estaba Sibisse y le pregunte por cuerdas para atarlos, a lo que ella me contestaba que no me entendía, negando con la cabeza y diciendo no. Para darme a entender une las dos manos  con que estaban sujetas, a la vez que lo dibujaba en el suelo como lo hacía.

Ella comprendió enseguida y me dijo que allí no había, pero que podría traerla rápido volando, después de terminar de curar a Negro.

Tenía unos palitos de madera pequeños que había cortado al tamaño de la pata de Negro, luego con unas tiras de cuero se las ato a la pata, dejándola que no la podía doblar. Acaricio su cabeza y le dijo que se quedara allí conmigo, o eso me dio a entender, para salir luego hacía el exterior e irse volando a gran velocidad.

Me dio tiempo de verla un momento cuando se elevaba, y se perdía rápidamente en la distancia. En una abrir y cerrar de ojos ya se veía lejos, y pensé para mí: “Uff menuda velocidad esa, quien pudiera”

Entre de nuevo en la cueva, Negro estaba echado en el lugar donde ella dormía, estaba tumbado completamente en el suelo, con la cabeza en dirección hacía donde yo estaba. Me miraba con interés, esperando para ver que hacía yo me imagino, pues como no hablaba no sabía que podría pensar.

Busque en el exterior una piedra a modo de silla, para llevarla al interior y sentarme a esperar a Sibisse o a que lo gulanas se despertaran. Cualquiera de las dos cosas era paciencia, a que surgiera una de ellas. Me senté en la piedra cerca de la entrada, por si venía alguien más oírlo, y también para cuando ellos comenzarán a despertar, no salieran huyendo de la cueva.

A la medía hora comenzó a moverse uno de ellos, dando a entender que estaba recobrando el conocimiento. Le dispare de nuevo con la pistola, dejándolo de nuevo en los sueños de Morfeo. Luego despertaron los otros dos, a los cuales les hice lo mismo. Se veía que eran fuertes, pues se habían recuperado un poco más rápido de lo normal entre nosotros.

Contando Sibisse

Después de dejar a Negro en la zona de dormir para curarlo, prepare unos palos para entablillarle la pata, atándoselos con tiras de cuero, para sujetárselos bien a la pata y que no la doblara.

En eso Daniel me pregunto por cuerdas, para atar a los gulanas cuando se despertaran. Le di a entender que allí no tenía y tendría que ir a buscarlas, lo que no le dije a donde, pues no le indique nada sobre la otra cueva, donde tenía de todo eso y más cosas. Se que el esta enterado de que traigo cosas de otro lugar, pero no sabe donde esta ubicado, ni me ha preguntado.

Salí volando a gran velocidad, y darte un rato más de la cuenta para darle a entender que estaba más lejos, dando un rodeo para llegar de nuevo hacía ellos. Tardando una media hora más de la cuenta, si hubiera ido en linea recta y a la velocidad que me perdí de su vista, recorriendo los últimos metros a la mayor velocidad que podría volar yo, para estar acalorada cuando llegase a ellos, dando a entender que había volado muy lejos a gran velocidad.

Recogí cuerdas, mas tiras de cuero, y otros utensilios para llevarlos a la otra cueva. Así les daba a entender a los gulanas que aquella era nuestra cueva principal, ya veríamos como se lo tomaban ellos, si eran rencorosos o estarían agradecidos que no los hubiera matado Daniel.

Al final regrese a la cueva con todas las cosas, entregándoselas a Daniel, el cual me sonrió de tal forma que me dejo desarmada.

¡¡Diosa … Lunaaa … no me mortifiques de esta forma, que me sienta atraída hacía el, dejándome tomar cuando el quisiera!!.

Sentía mi corazón golpeando mi pecho a gran velocidad, parecía que tenía taquicardia. Me senté delante de el en el suelo, con mis brazos agarrando mis piernas recogidas, esperando que me indicara algo.

Contando Daniel

Sibisse llego agitada e intranquila con las cosas, tenía sus mejillas rojas y el cuerpo un poco sudado. Me las entrego, a lo que le di las gracias sonriendo por la prisa que se había dado. Se sentó delante de mi de forma muy simpática, como si ella fuera una alumna y yo el profesor, que iba a dar una clase de ciencias.

Me miraba con atención, sus ojos fijos en los míos, esperando que le indicara algo o eso me parecía a mí. Estuve viendo las cuerdas, parecían bastante fuertes, para dejar inmovilizado a aquellos gulanas. Estaban hechas de lianas de arboles trepadores, muy bien cuidadas.

“Bueno vamos a ello” le dije, a la vez que le daba un pequeño golpecito y caricia en su mano derecha.

Cosa que la hizo sonreír, alegrándome mucho. Creo que era fácil engañarla o enredarla, de forma que viniese a mí sin darse cuenta, pues veía que se sentía muy atraída hacía mí, haciéndola más evidente y comprensible verla bajo mi mando, haciendo lo que yo quisiese sobre ella, dejándose mandar y obedecer enseguida.

Me levante del asiento, y me dirigí hacía el primero de los gulanas que teníamos delante, este era uno de los tres primeros que nos ataco, que vinieron corriendo hacía nosotros. Le dije a Sibisse que me observara, señalándome en mi ojo derecho y luego en los brazos del gulana.

Ella asintió con la cabeza, poniéndose a mi lado y mirando lo que iba a hacer. Comencé a atarle los brazos juntos, a la altura de las muñecas, como me habían enseñado en la escuela de entrenamiento.

Sibisse volvió a asentir comprendiendo lo que había hecho. Le di una cuerda y le señale el siguiente gulana, para que ella lo atara.

Fue hacía el, atándolo despacio como le había indicado, para una vez terminado mirarme y me pregunto: ¿Correcto?.

Me quede alucinando, aquel ser, me había hablado en mi idioma fácilmente, comprendiendo la palabra y su significado. La verdad que era muy inteligente, y por lo que podía observar, para los dialectos era una lince. Se entendía con los gulanas estupendamente, con el perro, y comenzaba a tratar de hablar conmigo, cada vez con más palabras.

Ato al gulana como yo lo había hecho, demostrando un gran don para el aprendizaje manual., pues no era fácil atar a alguien de aquella forma, pues era un nudo especial que aprendíamos en la academia. Si tratabas de forzarlo, este se cerraba más, aprisionándose más fuerte y con más dolor.

Le indique que siguiera con los otros, cosa que hizo al momento muy eficiente, mientras yo vigilaba por si se despertaba alguno. Al final los ató a todos y se viro hacía mí sonriendo, como las niñas cuando hacen una cosa bien y esperan su premio.

¡¡Bienn … !! le dije sonriendo.

Ella se vino hacía donde yo estaba y se sentó de nuevo delante de mi, de la misma forma que la otra vez.

Vamos a buscar al otro gulana, le dije.

Me mira, no comprendiendo bien lo que le quiero decir. Levanta los hombros como le hago yo otras veces, que no comprendo bien las cosas cuando ella me habla. Me hizo gracia su gesto, riéndome por ello. Ella a su vez ríe, sabiendo que lo hago por sus gestos de imitación hacía mi.

Le voy señalando fuera, mientras le voy hablando. Le digo “vamos” indicándole con la mano el salir hacía fuera. Ella asiente, poniéndose de pie y salimos los dos de la cueva.

Le señalo arriba y le digo: Trae al gulana en tus brazos. A la vez que con gestos le indico la parte de arriba de la cueva y digo gulana, eso si lo sabe bien, y luego le indico con los brazos que lo agarre y lo traiga aquí.

Comprendiendo lo que le decía, se levanto del suelo agitando sus alas y sonriéndome se da la vuelta en dirección al gulana que estaba en lo alto. La vi subiendo a gran velocidad, bajo y recogió al gulana en sus brazos, levanto el vuelo y vino en dirección hacía mi de nuevo.

Venía sonriendo y con orgullo, de traer al gulana en sus brazos como yo le había indicado. Se ve que era fuerte, al cargar con aquel grandullón, aunque me había llevado a mí entre sus brazos, y peso más que ella unos cuantos kilos, pero no llego a la envergadura del gulana. Estos guerreros parecían roperos, como nosotros les llamamos a los hombres o mujeres de seguridad. Aunque la mayoría eran mujeres, y si había algún hombre se le conocía por ropero vació, que quería decir mucho musculo pero nada de inteligencia, lo que eran fáciles marionetas de la comandante para todo.

Lo metió en la cueva, colocándolo junto a sus compañeros. Ella lo estuvo examinando, encontrándole un ala rota y varias mordidas y rasguños en los pies y brazos. Debería de ser cuando el perro le agarro por sorpresa por detrás mordiéndole en donde agarrara, pero sobre todo al principio en el ala para que no pudiera volar. Bueno eso hubiera echo yo, estando en su lugar.

Aunque lo más efectivo hubiera sido destrozarle el cuello o la garganta, pero no creo que el pobre perro llegara a esa altura, pues creo que estaba por encima del suelo un poco, por eso sus heridas eran más bien bajas, menos la del ala que sería la primera. La verdad que tenía valor el perrito, sabiendo que tenía todas las de perder contra aquel gigante.

Sibisse comenzó a curar a aquel gulana de sus heridas y ala, poniéndole hierbas para que no infectaran las mordidas y arañazos, y al ala le puso unas vendas sujetas a unos palos, para que se uniera bien, y no quedara deforme, impidiéndole que volara bien más adelante cuando se curara.

Mientras ella curaba al gulana herido, otro guerrero despertó, quedándose un poco confundido mirando para todo sitio, intentando recordar lo que había sucedido. Se miró los brazos y se dio cuenta que estaba atado, hizo un gruñido de disconformidad, no comprendiendo lo que pasaba allí.

Todos sus compañeros estaban en el suelo, atados como el. Adamás estaba la cicata curando a uno de ellos, el que estaba de vigilancia en lo alto. Como podía ella curar a un enemigo suyo, que había intentado capturarla o matarla.

Después estaba aquel ser, no tenía alas, aunque era similar a ellos, veía en sus manos aquel arma terrible, que los había atontado. ¿Que querían de ellos ahora, porque no los habían matado?, pensaba para si mismo, tratando de comprender todo aquello.

Se quedo callado, esperando saber que iba a ocurrir, pues intento liberarse de las ataduras, pero estas le trincaron más fuerte, no dejándole circular la sangre bien.

Cuando Sibisse acabo de curar al gulana, le dije que viniera a mí con la mano y de palabra: ¡¡Ven!!. Ella se levanto y se puso a mi lado, no dando la espalda a los gulanas que estaba comenzando a despertarse.

Quiero que me traduzcas lo que te voy a decir a ellos, espero que tu me entiendas bien y sepas apoyarme en todo. Le iba hablando despacio, y expresándome por señales y mímica, además de unos dibujos que tuve que hacer para aclararlo mejor.

Ella me dio a entender que sí, afirmando sus palabras con la cabeza.

Contando Sibisse

Había recogido al gulana herido, lo cure y fui hasta donde estaba Daniel, que me había llamado. Estaba comprendiendo muchas palabras de las que decía, y que luego me explicaba de varias formas para decirme su significado. La verdad que se explicaba bien, ya sea por mímica, señales o dibujos, captándolas enseguida.

Me explico lo que tenía que decirle a ellos, aunque algunas cosas no las entendí bien, en términos generales recopile la idea, teniendo que meterles miedo, para que no volvieran por allí durante un tiempo.

¡¡Gulanas!!, les dije en voz alta y con autoridad, dándoles a entender que eramos nosotros los que mandábamos allí.

¡¡Aquí el guardián del Lago Verde!!, a la vez que me señalaba a mí. ¡¡Lo mando el Dios del Lago!! haciendo mucha fuerza con aquellas palabras. ¡¡Se ha enfadado con los GULANAS!!, ahí levante más la voz. ¡¡Que han venido a destruir su territorio, además de apresar o matar a una de sus servidoras, que esta haciendo el bien entre la fauna y la flora de este lugar para el bien y deleite de su Dios!!

El jefe de los gulanas mirándonos dijo fuertemente:

¿Como osas hablarnos así, diciendo que viene de parte del Dios del Lago?. Nos han cogido de sorpresa, y con su arma ese guardián que dice ser no nos mato, por ser nosotros muy fuertes. Esa arma solo nos deja aturdido, pero ahora no ahí sorpresa, podríamos entre todos acabar con ustedes, aunque alguno caiga sin sentido, los otros llegaríamos a matarlos, pues somos un grupo bastante numeroso para ello. Lo que tienen que hacer es entregaros, lo dejaremos ir después de entregar sus armas y pertenencias, y a ti te llevaríamos como curandera, aunque estarías prisionera en algún recinto, y podrías ser mi hembra, pues no eres fea y decidida cosa que me gusta, pues la descendencia sería fuerte y valerosa.

Sonriendo miró a sus compañeros, los cuales rieron unos y otros se quedaron serios. No veían muy bien eso, ¿si fuera verdad que era el guardián del lugar?, pensaban. No querían verse involucrados en ese dilema, por culpa de su jefe que no quería reconocer que los habían capturado limpiamente.

Comencé a explicarle a Daniel lo que dijo el jefe, tratando de hacerme comprender, sobre todo con su arma, además de lo que decía de los dos, y llevarme como prisionera, cosa que me asustaba mucho, recordando lo que le hicieron a la hembra aquella que era esclava, ¿que le harían a una prisionera?.

Contando Daniel

Me hizo gracia lo del arma, así que lo primero que tenía que hacer era una demostración del poder de ella, para que se callaran y comprendieran, que si no estaban muertos era porque el no había querido.

Busque por la cueva algo para destruir, y que vieran la potencia de mi pistola. Alrededor de la hoguera donde hacía Sibisse fuego para comer u otra cosa, estaba rodeado de piedras, algunas más grandes que otras, para no dejar que los carbones salieran del hoyo, si hubiese viento o cualquier otra cosa, como agua que se cayera de un recipiente que estuviera al fuego, para que no saliera fuera del recinto y se quemara uno, para eso tenía las piedras.

Elegí una, la mayor de todas, les indique que se alejaran de ella con las manos, a la vez que les dije ¡¡Apártense!!.

Ellos asombrados se fueron hacía un lado levantando sus alas y desplazándose. En ese momento me di cuenta que había cometido un fallo, les había sujetado las manos, pero las alas la podían usar bien. Ya pensaría en eso luego, ahora tenía que atemorizarlos.

Puse la pistola en destrucción y dispare a la piedra, salio el rayo de luz golpeando la piedra, y saltando esta en miles de pedazos, no quedando nada de aquella gran piedra.

¡¡Ohhh... !! fue la exclamación que dijeron todos, inclusive Sibisse.

Luego le hice una señal al jefe que se levantara. ¡¡Levantate!! indicándole con la mano que lo hiciera.

El pobre se quedo blanco como sus dientes, temblaba como una hoja al viento. Miraba el lugar donde estaba la piedra anteriormente, no viendo nada sino polvo a su alrededor.

Se tiro al suelo con las manos delante, poniéndose de rodillas y la cabeza en el suelo, como si me estuviera adorando, y creo que eso hacía.

¡¡Soy tu esclavo, Guardián del Lago y sus tierras!!

Sibisse me dio a entender lo que decía, aunque no hacía falta, solo al verlo ya me daba a comprender lo que manifestaba.

¡¡Quiero que se vayan de aquí, que no vuelvan más a este lugar, pues la próxima vez no les perdonare la vida!!. Después de un rato haciéndome comprender por Sibisse, ella les dijo más o menos eso.

Todos se postraron delante de mi, besándome las botas uno a uno, según iban saliendo de la cueva, y Sibisse les cortaba las ligaduras. El único que no pudo salir fue el herido, al cual Sibisse le indico que se quedara para curarle.

Este se postro delante de mis botas besándolas, y luego de los pies de Sibisse besándolos también.

Ella estaba asombrada, pues nunca la habían tratado así. Miraba hacía y me sonreía con coquetería, estaba emocionada por aquel momento que había vivido.

Negro me miraba con los ojos con temor, al ver la explosión de la piedra saltar por los aires, y a los gulanas como se agachaban con mucho respeto y temor hacía mi.

Veía en mí un aliado fuerte, mostrándose al final contento moviendo mucho el rabo.

Pasaron varias semanas de lo ocurrido con los gulanas, cada vez nos entendíamos mejor entre todos. Además el gulana que se llamaba Curo, nos tenía como unos seres fuera de lo normal, a mí como el Gran Guardián del Lago, y a Sibisse como la servidora curandera de los dominios del Dios y del Guardián del Lago, no queriéndose ir, quería quedarse como servidor y protector de nosotros, o sea un gurruñarían de guardianes, podríamos decir.

Se encontraba ya curado del todo, podía volar muy bien, y cada momento le daba las gracias a Sibisse, por haberlo ayudado.

Negro había recobrado bien su pata, podía correr estupendamente, como los dos eramos los que íbamos por el suelo, nos hicimos más amigos. Dormía a mis pies, como se suele decir con un ojo abierto y el otro cerrado, haciendo guardia por las noches. Yo le decía cualquier cosa y gesto y enseguida me comprendía, haciendo lo que le indicaba.

Note en Sibisse un poco de celos por ello, pues veía que Negro me hacía más caso a mi que a ella. Me tenía como el jefe de la manada, podríamos decir.

Sibisse mientras estuvo el gulana con nosotros, no se acercaba tanto a mí cuando dormíamos, no se que razón tenía. Pues su periodo ya había pasado, según podía observarla, pues no soltaba aquel olor tan característico, como al principio que me tenía loco.

El dialogo era más fluido entre nosotros, inclusive con el gulana, que estaba aprendiendo también mi idioma. El de ellos, tanto el de Sibisse como el de Curo, era muy similar, con algunas variaciones, pero tenían muchas palabras iguales.

Un día le dije a Curo, que se tenía que ir ya, que el era como nuestro guía en su pueblo, que dijera que eramos buenos guardianes los que vivíamos en el Lago Verde, y que no vinieran a apresar a Sibisse, si no querían verse conmigo para castigarles, por tratar de apresar a la sierva del Guardián del Lago Verde.

El nos dio a entender, que procuraría que nos dejaran tranquilo, que podríamos contar con el si algún día lo necesitábamos, que estaba dispuesto a todos por nosotros. Eramos los seres, que mejor nos habíamos comportado con el, y estaría siempre en deuda con nosotros, por todo lo que habíamos echo por el.

Contando Daniel

Después de que se fuera Curo, estábamos más tranquilos en la cueva, Negro seguía echándose a mis pies, y Sibisse dormía ahora a dos metros de mí. Me extrañaba su comportamiento, de cuando estaba Curo a ahora que se había ido, antes dormía en un rincón aparte de todos, y no se acercaba a ninguno para dormir. Tenía que preguntarle que le había pasado, porque esa actitud antes y ahora diferente.

Se le veía más habladora, más cariñosa con nosotros, nos traía cosas que se encontraba y sabía que a nosotros nos gustaba, siempre tratando de agradarnos y de hacernos la vida más confortable.

Yo pensaba de vez en cuando en mi gente, si me estarían buscando, o nos daban por perdidos.

Un día Sibisse me dijo si quería ir al Lago Verde, me quería enseñar donde había caído mi nave como yo le decía ella, después de la explosión. También donde estaba mi compañero, pues lo había enterrado cerca del lago, después de haberlo sacado del árbol donde estaba clavado.

Sus cosas las había escondido en el hueco del árbol, para cuando yo pudiera ir las recogiera, pues no había tenido tiempo de traerlas y si yo las quería.

Pensé que es fundamental reunir todas sus cosas, pues serían beneficiosas para nosotros. Además de tener otra arma, por si nos hacía falta. Enseñándole a ella como se utilizaba, si fuera necesario, aunque en estos momentos todavía no lo haré, hasta conocerla bien y saber que nunca me traicionara. Sabía que ella también tiene sus secretos, y uno de ellos era donde tenía su cueva principal, a la cual todavía nunca me había llevado, ni tampoco me había dicho que la tuviera, pero sabía que tenía una, por las cosas que traía de ella.

Preparamos las cosas para ir hacía el lago, lo que sería necesario para el viaje. Pues tardaríamos dos días en llegar, si vamos ligero y rápido. Aparte que luego tendríamos que traer cosas importantes para mí, como el material de mi compañero. También quería encontrar algunas cosas de la nave si habían salido intacta, como una radio de comunicaciones, ropa, las otras armas que llevaba la nave, … etc.

Para ello tenía que rastrear el lago, y los lugares de la explosión, así que tenía mucho trabajo que hacer.

Sibisse la veía un poco incomoda, como temiendo que me fuera con mi gente, y me lo dejaba caer de vez en cuando si los echaba de menos.

Entonces no me quedo más remedio, que comenzar a contar cosas de mi pueblo.

Le comencé a hablar de Elvira mi compañera de trabajo, y de los juegos sexuales que teníamos entre nosotros.

Sibisse: ¿Ella era tu hembra entonces?

¡¡Nooo, nosotros no actuamos así!!, tenemos libertad en elegir a nuestras parejas, si estamos de acuerdo los dos podemos convivir juntos, el problema esta en que muchas veces la que nos mandaba no nos dejaba hacerlo, tratando siempre de meter cizaña entre nosotros, espiándonos y haciéndonos un poco la vida imposible, sino estábamos de acuerdo con ella.

Con la comandante tuve varias disputas, ella se entero por sus espiás, que nosotros nos llevábamos bien, que estábamos muy unidos en todo, tanto en el trabajo como en el amor, y eso a ella le daba envidia, pues quería estar conmigo para ver como era yo haciendo el amor, pues no veía normal que Elvira estuviera tan unida a mí.

Me pidió varias veces que me fuera con ella a la cama, y yo le daba largas, cosa que no le gustaba. Hasta que al final viendo que yo no quería, mando a dos de sus espiás, que nos vigilaran día y noche, para buscar algo en mi contra, y forzarme a estar con ella o morir.

La última vez que estuve con Elvira haciendo el amor, una de las espiás nos puso una trampa sin nosotros saberlo. Estaba prohibido las relaciones entre la tropa y civiles, fuera del recinto de los dormitorios, que era donde se podía pidiendo autorización al superior de la zona o del grupo, según quien fuera. En nuestro caso, era la Teniente de Primera Fatima, la cual era muy amiga de la comandante, en todo los aspectos, y como ella le había dicho a Fatima que tratara de separarnos, esta cada momento nos mandaba misiones de más riesgo para mí y separándome cada vez más de ella (Elvira).

Bueno al estar en el gimnasio los dos juntos, a una hora que nadie tendría que estar allí, pensamos que podíamos hacer el amor, pues no vimos a nadie en la zona para que nos descubriera, pero fue un error por nuestra parte, habían puesto las espiás cámaras en el gimnasio y los baños, sin que nosotros lo supiéramos.

Fui arrestado por desobedecer las ordenes de la comandante, mandándome a reconocimientos cada vez más lejos y peligrosos, y a ella la pusieron como copiloto de Fatima, amargándole la vida también y aprovechándose de ella, junto con la comandante. Tenía que seguirlas el juego o pasaría también a arresto, y a ser odiada por las otras compañeras, por tener una relación plena y seguida con un único macho indisciplinado, y enemigo de las mujeres, que siempre trataba de hacerlas inferiores. Era también mal compañero con los demás, dándoles a entender a la tropa, que los trabajos penosos se los poníamos nosotros, cuando eramos oficiales de guardia.

Aquello cada vez era peor para nosotros, así que no te creas que quisiera volver, tendría que cambiar muchas cosas allí, además si se enteran de ustedes, no lo pasarían nada bien, seguro que buscaría la forma de esclavizarlos a todos para beneficio de ella.

Se que allí hay gente buena, que no están conforme con lo que ella hace, pero ahora mismo una revuelta, le costaría la vida a quien lo hiciera. Ella ahora tiene el poder y la fuerza para hacer lo que quiere, tendría que levantarse también las mujeres, para que salga todo bien y la revuelta prospere.

¿Te gustaba mucho esa Elvira? me pregunta ella bajando un poco la cabeza, como teniendo vergüenza por hacerla.

Me hizo gracia su forma de ser, su inocencia. ¿Porque lo preguntas?

Por conocer si tienes sentimientos hacía ella, que te hagan regresar aunque tu lo niegues. Fue su respuesta, poniéndose más colorada.

Le agarre la barbilla levantandosela, para que me mirara a los ojos. ¿Dime que quieres saber realmente?

Ella se puso nerviosa, y unas lagrimas cayeron por su cara, mientras me miraba como un corderito asustado y temeroso, de que su madre se fuera de su lado.

No se que es hacer el amor, soy virgen. Tampoco se lo como sería estar con un varón fijo, como dices tu que estaban ustedes. Para nosotras los varones son como animales, que se usan para beneficio nuestro, y cuando te cansas de ellos los vendes, los matas o los haces esclavos para toda la familia o el pueblo.

¿Que es para ustedes la familia? Le pregunto.

Son nuestra madre, abuela, tías, hermanas, … toda la que tenga un parentesco contigo y tenga el mismo tatuaje familiar. Como este que tengo aquí, dijo señalando la estrella que tenía alrededor del ombligo. Este es el tatuaje real de mi pueblo, yo soy la quinta hija de la reina.

¡¡Ohh!! ¿no sabía que fueras una princesa? ¿Como es que estas aquí sola, tu madre no teme a perderte?

Ella sonrió y me contó que eso era ley en su pueblo, y que estaba obligada a hacerlo, si me negaba sería desterrada.

Que fuerte eso, por lo que veo, estamos los dos solos en este momento, como si estuviéramos desterrado de nuestros pueblos, a igual como le ha pasado a Negro. Al final somos tres solitarios, que nos hemos unidos para formar como una familia, ayudándonos unos a otros.

Ella me miró con aquellos ojos, que me pareció que me había caído dentro de ellos. Sintiéndome atraídos por ellos, con una intensidad bastante grande. No sabía si besarla, si sería eso permitido en su gente, o si no sería correspondido por ella. Creo que ella se siente atraída hacía mí, eso me lo da a entender sus ojos y su forma de comportarse, pero ¿si un beso para ellos es prohibido o una cosa mal vista? Me preguntaba yo mismo.

Subí la mano y le acaricie la mejilla, limpiándole con la yema de mis dedos, las lagrimas que habían caído de sus ojos. Ella me agarró la mano y me la beso, sintiendo la calidez de sus labios y el brillo de sus ojos. Me acariciaba la mano, a la vez que la besaba. Sentía dentro de mí un fuego que me abrazaba, quería sentir su cuerpo pegado a mí, besar su boca y acariciar sus pechos.

¡¡Sibisse!! ¿sabes lo que es un beso?

Si se lo que es, pero nunca me lo han dado, solo lo he visto en algunos. Viniéndome a la cabeza la gulana del tatuaje y el macho, los dos disfrutando de su acoplamiento, y los besos que se daban.

¿Quieres conocer como son, en estos momentos?, le dije mirándola a los ojos esperando su reacción.

Estuvo un rato callada, como pensando que hacer y si quería hacerlo, pero no decía nada, solo me miraba a los ojos.

Si me gustaría que me enseñaras como se hace, y que me lo dieras tu por primera vez. Dijo bajando la voz cada vez más, poniéndose los cachetes colorados.

No te tiene que dar vergüenza el decirlo, si es lo que deseas ahora.

Si claro que lo deseo ahora mismo, pero nunca he estado con un varón y tengo miedo, por las cosas que siempre me han dicho de los machos. No se si podre estar a tu altura, a lo que tu estas acostumbrado, sobre todo con esa Elvira, que dices tu que estaban muy unidos en el amor. Yo no se lo que es eso, desconozco totalmente ese campo, solo lo poco que conozco es lo que me decían mis maestras, y mi familia, aunque pocas veces hablábamos de ello. Pero quisiera saber como sabe, y que se siente en ese momento, ¿si tu me quieres enseñar?

Claro que sí, sera un placer para mí hacerte conocer el mundo del amor. Así podrás opinar por ti misma si es malo, y si todos los machos como dicen ustedes, somos ruines, malos y egoístas.

Cierra los ojos ahora, y solo dejate llevar y sentir. No te asustes, no te voy a hacer daño, sino todo lo contrario.

Ella cerro los ojos y espero con la cabeza al frente, sintiendo sus manos en las mías como temblaban un poco, por lo que tenía en su cabeza en estos momentos, que le habían enseñado toda su vida.

Acerque mi cara poco a poco hacía ella, sintiendo su respiración cada vez más cerca de la mía, la cual se encontraba un poco agitada. Puse mis labios encima de los suyos, sintiéndolos temblar, como un cervatillo ante un tigre. Le fui pasando los labios por los suyos, mojándolos con mi saliva, que iba extendiéndola despacio con mi lengua, por todos ellos. Ella se fue relajando, respondiendo a lo mismo que hacía yo, imitando mis movimientos en sus labios. La verdad que era encantadora, su ternura e inocencia, me hacían en aquel momento el ser más feliz de aquellos lugares.

Contando Sibisse

Al decirme si quería sentir un beso, la verdad me dejo muy nerviosa, pero tenía ganas de besarlo como vi en aquella pareja de gulanas, que se veían felices y contentos.

Quería aprender todo lo que el conocía del amor, quería que me hiciera sentir, como dice que sentía con aquella mujer que se llamaba Elvira, aunque no se porque sentía celos de ella, había estado con Daniel disfrutando de felicidad y amor, como el decía.

Al decirme que cerrara los ojos, me dio miedo, al no ver nada de lo que me fuera a hacer, pero tenía que confiar en el, como decía teníamos que ser como una familia, y eso lleva consigo el amor, según sus explicaciones.

Estaba muy nerviosa y las manos y labios me temblaban, según iba notando su proximidad al sentir su calor y su respiración, cada vez más cerca de la mía.

Cuando sus labios se pegaron a los míos, sentí una cosa extraña, como una descarga, además de mucho calor, suavidad, ternura, y el cuerpo que me daba la sensación que iba a prenderse fuego. Su lengua mojaba mis labios, era un placer sentirla, me gustaba. Yo comencé a hacerle lo mismo, lo imitaba en todo lo que hacía, y cada vez me gustaba más. Sentí su lengua golpeando mis dientes, como si me pidiera paso para entrar en mi boca. No se porque razón la abrí, dejando que entrara en mí. Su lengua comenzó a jugar con la mía, sentí como vértigo, calor, mi cuerpo se agitaba cada vez más, y un placer iba inundando mi cuerpo.

¿Diosa Luna, porque no me dijiste que un beso era así?, y no como decían mis maestras que a los machos no se les besaba, que te podían contagiar cosas grabes y morirte. ¿Porque en mi pueblo son tan mentirosos, ocultando la verdad de las cosas?, todas estas cosas me las preguntaba al sentir aquel beso tan apasionado que estaba recibiendo, llevándome a los cielos de Luna.

Mi pecho estaba muy agitado, mi corazón parecía que se iba a salir de el, que sensaciones tan hermosas producen un simple beso. No pensé que fuera así, que sintiera de esta forma.

Se separo de mí, abriendo yo los ojos para saber que ocurría.

¿Que pasa Daniel, no te ha gustado?, le pregunte temerosa de su respuesta.

¡¡Siii … me ha gustado mucho!!, ¿pero quería saber que te ha parecido a ti?

Que no quisiera que me dejaras de besar, temí que no te gustaba, y que no lo había sabido hacerlo bien. Le respondí con unos ojos que me brillaban de emoción, un pecho que me parecía que estaba corriendo a la máxima velocidad posible, y que se iba a salir de el.

Lo siento si pensabas eso, solo quería darte lo mejor y preguntarte si te había gustado.

Me has dejado sin resuello, parecía que estaba volando por unas nubes de algodón. Daniel, me ha gustado muchísimo, y quisiera que cada momento que puedas me des más besos, como el que me acabas de dar ahora. Si el amor es así, ¡¡que viva el amor!!.

Continuara …

Gracias a vosotros, que hacéis que estos relatos sigan para adelante, con los ánimos y buenos comentarios que me elogiáis.

Los espero con mucho agrado en la pagina de comentarios y valores, como en mi correo.

francisquitoc@yahoo.es