Un mundo dominado por las hembras - Capitulo VII

La lucha con los gulanas y una amistad entre tres.Mi mano derecha fue a su cabeza, comenzando a acariciar su pelo por detrás. Era muy suave, liso y fino. Sentía su calidez, su mirada estaba atada a la mía, su mano acariciaba la mía con pasión. Sus mejillas se estaban poniendo coloradas, no se si por

Gracias a todos los que me habéis puesto esos comentarios de elogios con la serie, que cada vez tiene más seguidores por los correos que recibo, lo cual me agrada y me anima a continuar con ella, con más animo.

CAPITULO VII

No me interesaba por ahora desatar una lucha entre todos nosotros, sino que quería convencer a ellos, que venía en son de paz, por lo cual era cuestión de que se recobraran los que estaban desvanecidos, para que vieran que no los he querido matar, que no soy enemigo de ninguno de ellos, que solamente me defendí de sus ataques.

Entonces oímos un rugido fuera y una pelea, estaban por la parte superior de la cueva, pero no sabía quienes eran.

Los gulanas miraban hacía atrás asombrados, solo les faltaba que su compañero se encontrara también en apuros, lo que no sabían era con quien. Se oía chillidos y gruñidos, ¿que pasaba allí? se preguntaban ellos.

Estaba escuchando lo que se oía fuera, tenía que ser el gulana que faltaba con algún animal enemigo de el. ¿Nos estaba ayudando a nosotros, o era otro enemigo más que se unía a la pelea?, no sabía que podía ser.

Sibisse se quedó escuchando la pelea que había fuera, me miró a mí y me dijo:

¡¡Negro, es Negro!!

Yo la verdad me quede igual, no sabía a lo que se refería, pero debería de ser con el animal que estaba fuera peleando con el gulana. ¿Sería bueno o malo para nosotros, ese nuevo ser?, era la pregunta que me estaba haciendo.

Para no tener a nadie a mi espalda en aquel momento, decidí dejar fuera de combate a los tres gulanas que estaban en el suelo de rodillas. Les disparé rápido a cada uno, dejándolos inconscientes.

Sibisse me miraba con terror, temblaba de arriba abajo todo el cuerpo. Se coloco de rodilla de nuevo, agachando su cabeza hasta el suelo, pues se había levantado cuando escucho la pelea fuera, al reconocer en los rugidos a Negro.

Me acerque a ella despacio, para que no temiese nada. Le toque en la cabeza con la mano izquierda, mientras en la derecha sostenía mi pistola.

¡¡Sibisse, levantate y ven!!, fue las palabras que salieron de mi boca, a la vez que le hacía señas con ella para que me siguiera.

Ella comprendió, que le pedía que fuera con el hacía fuera. Confirmándome con una afirmación de su cabeza, pero con los ojos alucinando, no comprendía bien lo que quería. Se acerco a mí con temor, todavía no comprendía lo que hacía con aquellos rayos de luz. Solo veía que ellos caían al suelo, como si muñecos se trataran.

La agarre de la mano y tire suave de ella, haciendo que me siguiera. Ella comprendió que no le iba a hacer nada, tranquilizándose y dejando de temblar, pero todavía me miraba con cierto temor y admiración.

Contando Sibisse

Nunca había visto un arma como aquella, soltaba rayos de luz que mataba al que se pusiera en su trayectoria. Aquel ser mataba como si estuviera comiendo, no sentía nada por los gulanas, ni hacía por tomarlos prisioneros, solamente les dispara su rayo y los mataba.

Pensé que era un ser bueno, aunque a mí no me ha hecho nada. Pero mataba con mucha ligereza, y eso no me parecía bueno.

Oí a Negro fuera, tenía que estar atacando al gulana que vigilaba en el exterior, que estaba encima de la cueva. Debió de cogerlo desprevenido por sorpresa, pues era un perro muy pequeño para que venciera a un gulana, con la fuerza que ellos tenía.

¡¡Negro esta en peligro!!, le chille a Daniel, pasando por su lado y precipitándome hacía fuera.

Corrí tirando por la mano de Daniel, preocupada y esperando llegar a tiempo, antes de que el gulana le hiciera daño a Negro.

Contando Daniel

Ella tiraba de mí como una loca, estaba ansiosa por llegar al exterior de la cueva, la seguí comprendiendo que el animal que estaba peleando fuera, era amigo ella. Temía que el guerrero le hiciese daño, por ello quería salir a ayudarlo.

La verdad que tenía merito aquella criatura, no le importaba enfrentarse a un guerrero de aquellos, con tal de salvar a su amigo. Me pareció que trataba de indicarme, que la ayudara a salvar al animal que luchaba por encima de nosotros, según los ruidos que podía oír.

Salimos rápido de la cueva, girando nuestros cuerpo en dirección a la zona donde se oían los ruidos de pelea. Pude ver como un pequeño perro, peleaba con uno de aquellos guerreros, al que ella les llamaba gulana.

Este animal se ve que lo había atacado por detrás, rompiéndole un ala al gulana, pero este ya había reaccionado y tenía al perro atrapado entre sus manos, el cual trataba de morderlo y este de que no lo hiciera. En aquellos momentos el gulana tenía todas las de ganar, había sacado un cuchillo e iba a apuñalarlo.

¡¡Noooo … !! gritaba Sibisse, volando hacía el gulana como una flecha.

Comprendí que tenía que disparar con cuidado, para no darle ni a Sibisse ni a Negro, como ella lo llamo. La distancia era grande, pero puse el arma en mirilla telescópica, que marcaba en la distancia en donde iba a dar, con un punto rojo.

Marque al gulana e hice fuego. El rayo salio disparado hacía su objetivo, pasando a quince centímetros del costado derecho de Sibisse, y dándole en medio de la espalda al gulana, el cual se quedo paralizado al momento con el cuchillo bajando en dirección a Negro, quedándose a unos veinte centímetros de distancia de el.

El gulana al sentir en la espalda la fuerte quemadura del rayo, echo el cuerpo hacía atrás levantando los brazos y no cayendo sobre el perro, lo cual hubiera sido fatal, pues era fácil que lo hubiese apuñalado, lo que hizo que le salvara la vida al perro.

Contando Sibisse

Me quede mirando al gulana tirado en el suelo, a su lado estaba Negro, este estaba atrapado entre las piernas de el. Me dirigí hacía ellos con prontitud, volando rápidamente. Había visto, como el rayo de luz pasaba a mi lado, dándole al gulana en la espalda.

No era un ser malvado, trataba de ayudarme como yo le ayude a él. Comprendió que Negro era amigo mio, ayudándolo en el combate que le podía haber costado la vida.

Miró hacía atrás y vio que la miraba, tenía una intensidad en sus ojos, como no había visto en ningún otro ser. Esa mirada parecía que la hechizaba, dejándola a merced de aquel encantador ser. Se sentía cada vez más atraída hacía el, no sabía como era posible, pero se sentía así.

¡¡Lunaaaa … como lo deseaba!!, fue su pensamiento en aquel momento, de alguna forma quería darle las gracias a su diosa, por haber puesto a aquel macho en su camino. Se sentía eufórica, con ganas de hacer el coito con él.

Llego a la altura de Negro, poniéndose a su lado. Este le gemía con dolor, debió de haberse hecho daño en la lucha. Agarró al gulana para quitarlo de encima de Negro, quedándose sorprendida, notaba que no estaba muerto, sentía entre sus dedos el latir de su sangre.

Miró hacía atrás en dirección a Daniel, este venía caminando despacio, subiendo la ladera. Se quedaron mirándose el uno al otro, el le hizo un gesto, como diciendo lo siento con sus manos, hombros y cara, como pidiendo disculpa por no haberlo matado.

Se quedo alucinando, no esperaba aquello, Daniel no los había matado, seguro que los otros estaban iguales, inconscientes.

Sintió una alegría muy grande en su pecho, suspirando hizo que rodara el gulana, librando a Negro de su peso.

¡¡Luna … que me has traído!!

No me había dado cuenta que estaba explorando a Negro, buscando heridas, roturas o lo que tuviera, para que el se quejara. Lo estaba haciendo inconscientemente, pues mi cabeza estaba en otro sitio en aquel momento.

Estaba pensando, cuando le quite por primera vez las vestimentas a Daniel. Cuando miraba su cuerpo musculoso, a la vez que pasaba mis manos sobre el. Cuando le vio por primera vez, su miembro viril.

Se paro y se ruborizo de si misma, por aquellos pensamientos en aquel momento.

¡¡Lunaaa … no me hagas esto ahora, necesito concentrarme en Negro!!, eran sus pensamientos.

Contando Daniel

Me miró con esos ojos preciosos, que hacía que mi corazón latiera más rápido. Estaba prendado por ella, no me podía imaginar que me ocurriera eso a mí, con un ser diferente. Creo que me estaba encariñando con Sibisse, ¿como podía ser eso en tan poco tiempo?, pensaba para mi.

No conocía a nadie, que le hubiese ocurrido eso entre mi gente, y si pasó alguna vez, no lo contó por alguna razón.

Según caminaba hacía ellos, pude ver que Sibisse me sonreía, con aquella hermosa dentadura blanca, para ponerse enseguida a inspeccionar al perro, al cual le entendí que se llamaba Negro. Ya le preguntare si es ese su nombre, o si trataba de decirme anteriormente otra cosa.

Llegue a unos pocos pasos de donde se encontraban ellos. El perro levanto su cabeza, comenzando a gruñir, mientras se ponía todo erizado con los pelos de punta.

¡¡Grrrr … grrrr …!!

¡¡Tranquilo Negro!!, le dice acariciandolo para calmarlo. “El te salvo la vida”. Le dijo pronunciando sus palabras muy bajas, casi al oído de este, mientras seguía acariciandolo.

Contando Sibisse

Tratada de calmar a Negro, por lo visto no se había dado cuenta, que el extranjero era el que le había salvado la vida. Pensaba que había sido yo, al verme allí al lado de el, y el otro ser en ese momento se aproximaba.

Seguí acariciándolo un rato, susurrándole palabras tranquilizadoras. Mientras con la mano le había dicho a Daniel que esperara, le había indicado con la mano que parara, mientras yo seguía acariciando a Negro.

Al final se tranquilizo, poniéndose a lambiarme los brazos, mientras yo con mis manos lo acariciaba.

El pobre estaba temeroso todavía, se había enfrentado a un ser mucho más grande que el, pensando que yo estaba en peligro, y tratando de ayudarme. La verdad que ha sido un hecho heroico, sintiéndome contenta por ello.

No le importo su tamaño, ni lo que le pudiera pasar. Solamente vio que estaba en peligro, reaccionando como mejor sabía.

Le dí un beso en la pelambrera de la parte superior de su cabeza, a cambio el me paso la lengua por mis labios, como si me hubiera besado en ellos.

¡¡Negro!!, le llame. “Te voy a presentar a un amigo”.  Bueno pienso que sea un amigo, me dije yo misma.

Con la mano, le indique a Daniel que se acercara. Viniendo despacio y mirándome a los ojos, me hizo una suplica como diciendo si era seguro eso, que se acercara al perro.

Alargue la mano izquierda, cuando el estaba solo a menos de un metro de mí. Con ella le sujete su mano izquierda, pues en la derecha tenía aquella arma terrible, que me daba mucho miedo.

Sentí el contacto de su mano y los dedos sobre los míos, la sensación que sentí en ellos fue como una corriente de un rayo, que hubiese entrado por las yemas de mis dedos. La piel se me puso de gallina, notando en el que también se había estremecido. Su mano estaba cálida, me gusto como agarro la mía, con decisión y confiando en mí.

¡¡Lunaaa …  que gozada sentir su mano y dedos así!!

Tenía que calmarme, para que Negro no me sintiera alterada, siguiendo el tranquilo, era fundamental, si quería que se hicieran amigos.

Me sentía orgullosa en aquellos momentos, ya no estaba sola, tenía a dos compañeros o amigos, que luchaban por mí. El tiempo dirá hasta donde llegaremos, aunque yo espero que sea para mucho, sobre todo con Daniel, cada vez me gustaba más, encontrando más cualidades en el.

Me puse a besarle una patita a Negro, cogiéndola con la mano derecha, mientras con la mano izquierda, acercaba también la mano de Daniel a mis labios, besándola. Iba alternando entre uno y otro, besándolos a cada uno. Pasado unos minutos, puse la mano de Daniel junto a la pata de Negro, besando las dos cosas juntas, unidas entre mis manos. Las dos estaban cálidas y tranquilas. Veía que se miraban entre ellos, unificando la amistad que les estaba dando.

Contando Daniel

Aquella criatura era extraordinaria, cuando me dio la mano, sentí su calidez en la mía, y la emoción del toque de sus dedos, la suavidad de su tacto. Tenía unas manos hermosas, con dedos finos y ágiles, parecía mentira que aquella criatura tan noble, estaba tratando de unirnos, para que nos hiciéramos amigos.

Me sentía a gusto, tenía que intentar hacerme comprender por ella, valía la pena intentarlo. Cuando me beso con sus labios la mano y mis dedos, parecía como si me hubiese tocado unas sacudidas y pinchazos eléctricos de los nervios que tenía, y después como una paz y una suavidad increíble.

¡¡Diossss … me gusta cada vez más esta criatura, sus labios son como fuego, que llegan hasta mi corazón!!

Agarrando a uno y otro, nos besaba por separado y luego simultaneo, sintiendo la pata del perro y sus labios en mi mano. La sensación era extraña, pero hermosa a la vez. Tenía que tener un corazón de oro, una dulzura inmensa, para hacer que dos luchadores bajen hacía ella, atraídos por sus dones y amabilidad.

Mire al perro o a Negro como ella lo llamaba, sentí su mirada en la mía, estaba de acuerdo conmigo en que valía la pena ser amigos por ella.

Guarde mi arma en el cinto, para agarrar la pata de Negro y acariciarla como ella hacía. El perro se incorporo y se dirigió hacía mi lambiando mi mano, lo deje hacer, era suave pero áspera a la vez, dio dos ladridos al aire y luego me volvió a lambiar, como dando por buena nuestra amistad.

Los dos reímos, al ver lo que hizo Negro, mirándonos a los ojos directamente, dejando que nuestras retinas jugaran una con la otra.

Mi mano derecha fue a su cabeza, comenzando a acariciar su pelo por detrás. Era muy suave, liso y fino. Sentía su calidez, su mirada estaba atada a la mía, su mano acariciaba la mía con pasión. Sus mejillas se estaban poniendo coloradas, no se si por vergüenza o por pasión.

De su pelo fui y acaricie sus mejillas, estaban cálidas, suaves, sentía su tacto en mi mano, quisiera no dejar de acariciarla, me gusta. Sus ojos brillan como dos luceros, quisiera hundirme en ellos, y no salir de allí.

Contando Sibisse

¡¡Diosa Lunaaa … !!, exclame en un susurro para mí, pero a la vez para los presentes. ¡¡Ufff!!, un suspiro dejo salir mi boca.

¡¡Madre de todas nosotras!!, ¿que estas haciendo?, digo asombrándome yo misma, al sentir las caricias de aquella mano en mi pelo y cara.

Seguidamente me vino a la cabeza, la gulana del tatuaje y su macho. Si ella sintió así, la comprendo porque estaba tan eufórica y dulce con aquel macho, pues ella en aquel momento se sentía así. Pletórica, exuberante, … colmada. Sentía tantas cosas, que nunca me imagine que me pudiera pasar.

Continuara …

Perdonen las faltas ortográficas y los fallos gramaticales, pero trato de hacerlo lo mejor posible.

Mi correo es francisquitoc@yahoo.es para que puedan hacer sugerencias o criticas sobre los relatos, además de elogios si os gusta.

Espero sus mensajes y valoraciones del mismo.

Gracias.