Un mundo dominado por las hembras. Capitulo III

Estaba sorprendida de lo que veían mis ojos, la forma de comportarse y la unión que había entre aquella pareja, era totalmente diferente a la otra, debido a que esta hembra era una esclava.

Gracias a las personas que me han leído y que les ha gustado los relatos, historia, o cuento que estoy contado. Unos me dicen, que deje la primera parte a media. Bueno parece que se ha quedado, pero no es así continuara más adelante pero de forma diferente, pues Daniel, uno de los protagonista de estos relatos, se lo ira contado a la otra protagonista en unos capítulos más adelante. Pero no puedo comentar más, porque sino, quitamos la intriga y el suspense que quisiera llevar. Gracias de todas formas por decírmelo, pero no os desaniméis, que no es así. Solamente se ha retrasado ese momento, para más tarde.

Capitulo III

Estaba sorprendida de lo que veían mis ojos, la forma de comportarse y la unión que había entre aquella pareja, era totalmente diferente a la otra, debido a que esta hembra era una esclava.

Podía ver que con la hembra del tatuaje, había afecto entre ellos. Eso era importante en la rotura de su virginidad, no era tan traumática, Cuando la rotura de un virgo se hacía brusca, hacían que odiaran normalmente a ese macho, por hacerla sufrir más de lo necesario, pudiendo ser más leve y no tan trágico. O una frustración por parte de ella, al reconocer la falta de experiencia del macho, o la brutalidad del mismo. A parte del dolor que le puede ocasional a esa hembra.

Estas conclusiones las estaba sacando por lo que podía observar en aquellos momentos, entre las dos parejas que tenía delante de mí.

La hembra del tatuaje, se permitía sonreír mirando al macho que estaba detrás de ella. Inclusive levanto sus alas, dando a entender que estaba disfrutando de aquel momento.

En mí pueblo no se permitía eso, el macho no servía para nada, solo para fecundar en ese breve momento de la copula, y el resto de las veces trabajaba como eslavo, hasta que muriera o fuera vendido en el mercado de esclavos. Otras veces eran cambiados por hembras de otro pueblo, que no tuvieran machos suficientes para darles el placer, trabajar o fecundar a las hembras.

Pensaba en aquellos momentos, si yo me encontrara un macho que me desvirgara sin sentir dolor, o el mínimo posible. Era una ilusión que quería en aquel momento, al ver a la hembra del tatuaje.

El macho de aquella hembra, seguía acariciándole su vulva. Mientras la hembra, comenzaba a dar síntomas de gozo a la vez que movía sus alas. Estas eran blancas y negras, combinando ambos colores, en lineas horizontales. Su pelo era negro, corto como el mio. Su cara redonda, con unos cachetes colorados. Seguro que eran por la agitación que estaba teniendo en aquellos momentos.

Pararon un momento, besándose en sus bocas. No conocía aquella forma de comportamiento, mis superioras o maestras, no me lo habían comunicado. Solamente decían que cogiéramos al macho para la copula, y luego nos desasiéramos de el.

Estos tenían cara de gozo, del disfrute de aquel instante.

Tenía que procurar que no me descubrieran, aunque tenía la ayuda, de que cada vez la noche era más oscura, haciendo que la visibilidad se fuera reduciendo, pero mejorando la mía hacía ellos. Al tener fogatas en su campamento, las cuales las iban aumentando en número, prendiéndose cada vez más de ellas para sentir menos frió, o dar fuerza al grupo de cara a los que los pudieran ver en los alrededores como que eran un grupo grande, y era peligroso meterse con ellos. Así se sentían más seguros y nadie los molestaba.

La pareja mas cercana a mí, volvieron a ponerse en la misma posición que antes, lo que ahora el macho gulana estaba agarrando su pene para introducírselo a la hembra. Esta miraba hacía atrás, sonriéndole y moviendo sus alas, a la vez que le dice: ¡¡Hazlo ya!!

El joven le puso su mediado pene, en la entrada de su vagina, comenzando a empujar poco a poco. No lo hizo como el otro a la esclava, que se la metió de golpe haciéndole mucho daño. Este iba lento, miraba a los ojos de ella, mientras iba entrando el miembro despacio pero sin parar.

Ella trincó los labios en señal de dolor, pero no dio ningún grito, lo miraba directo a los ojos, sin temor.

El joven paro, había pasado el himen de ella y esperaba para que se recuperara.

Un retroceso de ella, le indico al joven gulana que podía continuar.

Aquello me dejo asombrada, como era posible tanta amabilidad en un macho gulana.

Comenzaron a moverse los dos juntos, cada vez con más intensidad. Se les notaba en sus rostros, el gozo que estaban teniendo. En sus miradas había ternura, pero dejando a entender que había algo más. Algo que yo desconocía en aquellos momentos, y que más tarde conocería como el amor entre una pareja, la compenetración y el cariño.

Mis esquemas se habían ido al suelo, siempre me ponían al macho como el malo, el ruin que solo gozaba haciéndoles daño. Yo no veía eso en aquella pareja, sino lo contrario.

¿Porque en mi pueblo querían dar a entender que el macho es un sádico, un veneno para ellas, que las usan para su goce, sin pensar en ellas si les hacían daño o no?.

Todo aquello cada vez lo veía peor, no eran tan salvajes con ellos mismo, ni con sus hembras, aunque si con las esclavas u otras hembras posiblemente.

No hacían como ellos, que tenían a los machos encerrados, dándoles solo de comer o usándolos para procrear. Rara vez los dejaban salir de sus cabañas, que eran como prisiones, donde metían a varios juntos. Solamente una vez en semana los sacaban de su encierro, pero les ponían una cuerda amarrada al pie, para que no se escaparan.

Les dejaban volar un poco, unos metros por encima del suelo, para que no se les estropearan sus alas o tuviesen algún cambio genético por no usarlas, querían que las prole que salieran de ellos, fueran fuertes y con buenas alas, sobre todo las hembras. Los machos que tuvieran, eran vendidos a otros pueblos o intercambiados por otros machos, para no tener consanguinidad entre ellos muy elevada.

Por eso mandaban a las hembras a buscar un macho fuera del pueblo, para perder la virginidad y si era posible quedar preñadas.

Al macho lo expulsaban de su lado si había sido un buen amante. Otras veces lo hacían prisionero, para disfrute de las demás. O lo vendían o mataban, según cada hembra y las necesidades del poblado.

Aquello que tenía delante de mis ojos no me cuadraba, no era lo que me decían de ellos. Mientras veía a aquella pareja como gozaban, pensaba a la vez, ¿porque mi pueblo hacía aquello?. No tenía que tragarme las enseñanzas de los maestros, sino veía eso correcto, como me habían enseñado para curandera.

Tenía que probar, aprender y observar en los demás lo que hacían, sobre todo con relación a mi futura profesión, de las hierbas, infusiones, y todo lo que con lleva consigo, para poder llevar esos conocimientos a mi pueblo, o ayudar al necesitado a cambio de otra cosa, como un trueque.

La pareja chillaban como demonios, pero no de dolor, sino de gozo del uno con el otro. Tenían sus cuerpos mojados del sudor, parecían que acaban de tirarse al rió. Al final cayeron los dos al suelo, el encima de ella medio muerto, como si hubiera estado haciendo una gran batalla.

La hembra tenía cara de felicidad, sonreía con los ojos cerrados, tumbada en el suelo boca abajo, cargando el peso del joven en su espalda, aunque parecía que no le importaba.

Había visto bastante y temía ser descubierta. Tenía que buscar un lugar para pasar la noche, descansar su cuerpo molido por el viaje tan largo que había hecho, y la tensión por el encuentro con los gulanas.

Me retire hacía el bosque con cuidado, yendo paralelo a la cordillera en dirección al este, tenía que dejar cierta distancia entre los gulanas y yo, no quería que me encontraran en aquella zona a mi sola, aunque eran jóvenes como yo, era un grupo muy grande para luchar contra ellos, así que tenía que poner por medio una gran distancia, con cuidado de no ser sorprendida.

Iba despacio, avanzando con cuidado de no llamar la atención de nadie. Recorrí una buena distancia, para estar segura que los había dejado atrás. Había oscurecido bastante, ya no se veía bien sino a corta distancia.

Después de unos minutos observando la zona desde el lindero del bosque, pude ver que había varias cuevas delante de mí.

Movimiento alrededor de ella no se veía, pero podría haber alguien dentro, así que con cuidado me fui acercando a la mas alta, que tenía el acceso más difícil, pudiéndose decir que solo se podría llegar a ella por el aire, cosa que me interesaba, pues no son tanto los animales que se meten en cuevas volando por el aire. La mayoría de estos seres lo hacen en los árboles, a igual que nosotras.

Volé hacia la entrada, quedando un rato quieta delante de ella, tratando de escuchar algún ruido que viniera de su interior.

Al no escuchar nada, ni ver nada en los alrededores, decidí entrar en ella. Saque mi cuchillo de la cintura, a la vez que ponía los pies en tierra. Sentí en ellos el fresco de la piedra, y procurando no hacer ruido fui entrando en la misma. Estuve un rato parada, tratando de hacer mis ojos a la oscuridad que allí reinaba.

Pasado unos minutos, podía ver mejor y en principio, no se veía a nadie que perturbara mi soledad.

Sentí mi cuerpo más caliente, a la vez que iba teniendo más confianza en mí misma. Recordaba todas las enseñanzas que había aprendido de mis maestros, de mi madre, y de mis hermanas mayores.

Parecía que no me sentía tan sola, como si estuvieran ellas allí mismo. Mire cada rincón de aquella pequeña cueva, que tenía tan solo unos cinco metros de fondo, tres de ancho y dos y medio de alto. Estaba muy bien para mí, al estar sola no necesitaba nada más, así podía mantener mejor el calor de mi cuerpo.

No vi nada malo una vez inspeccionada. Tenía que traer unas cuantas ramas, para poner en el suelo y poner la manta de dormir encima de ella, para poderme tumbar con tranquilidad, descansando un poco mientras el tiempo me lo permitiera.

El canto de unos pájaros por los alrededores, me despertaron. Había descansado, y la verdad no me entere de nada de lo que ocurría a mi alrededor. Podían haber entrado los gulanas, o los carnívoros que estaban por aquella zona, que no me hubiera enterado por el cansancio tan grande que tenía.

Me comí los restos de comida que me quedaban, pues no quería perder el tiempo en cazar, o recolectar algo para comer. Era mejor ponerse en camino, antes de que el bosque se pusiera en ebullición con todos los seres que vivían en el.

Me fui a la entrada con cuidado, mirando de que no hubiese ningún enemigo por los alrededores. Una vez observado, lo que podía apreciar desde aquel lugar, agite mis alas con cuidado, para no llamar demasiado la atención sobre mí, lanzándome en picado paralela a la ladera de la cordillera, en dirección a la zona baja de ella, para luego seguir hacía el bosque que tenía enfrente. Iba observando en todas direcciones, pendiente de cualquier movimiento sospechoso, que me llamara la atención.

Al no apreciar ningún contratiempo, comencé a subir hacía las alturas de los árboles. llegando a los copos de ellos. Mire la alfombra verde que veía delante de mí hasta el horizonte, fijándome con detalle en la zona norte, que era donde tenía mi destino.

El sol comenzaba a salir, calentando mi cuerpo algo fresco de la noche en la cueva. Mis alas ya se habían preparado para el gran viaje, tenía que hacer un buen recorrido y tendría que darme prisa, si quería llegar en los tres día que me faltaban a la zona del Lago Verde.

Ciertamente estuve volando durante los tres días, descansando por las noches en cuevas, para recuperar las fuerzas que necesitaba para seguir.

No llegue a encontrar mas grupos de gulanas, ni ningún enemigo peligroso que se pudiera enfrentar a mí. No teniendo que dar rodeos, ni meterme entre los árboles para no ser vista.

Hasta ahora había tenido suerte, esperaba llegar sin problemas.

El Lago Verde

A lo lejos pude divisar el Lago Verde, eso me alegro, pues había llegado a la zona que me habían indicado.

Tenía que buscar ahora un lugar apropiado, para esa estancia tan larga que me esperaba. Me pare un momento, buscando en la zona un lugar idóneo. Desde aquella altura no divisaba ninguna montaña que tuviera cuevas, estas se veían a más distancia de lo debido para explorar toda aquella zona, como me habían indicado mi reina que era mi madre, y sus maestras, tanto en la rama de curandera, como política y militar.

Me habían enseñado todo lo necesario para mi supervivencia en aquella zona, ahora todo dependía de mi. Como había asimilado sus enseñanzas, para llevarlas a la práctica.

Baje en dirección al lago, mirando a mi alrededor por si hubiera alguien en aquellos dominios que tratara de matarme o de capturarme.

En principio no distinguí nada fuera de lo normal que me llamara la atención. Solamente pude observar las aguas verdes de aquel lago tan extraño, y la flora que había a su alrededor.

Sabía que tenía que tener cuidado, pues había seres que se camuflaban como si fueran plantas. Esos seres eran más difíciles de ver, sobre todo desde la altura en que me encontraba ahora en aquellos momentos. Aunque tenía una vista muy aguda, pues podía observar a mucha distancia, cualquier ser que sea superior a cincuenta  centímetros.

Si quisiera ver mejor los seres más pequeños, tenía que bajar a una distancia más cercana, pero tener más prudencia por ser más fácil que me atacaran a aquella distancia de treinta metros, no como ahora que me encontraba a unos doscientos metros del suelo. Aunque mi vista era extraordinaria, a gran distancia es fácil pasar desapercibido algún ser pequeño, pero que pudiera ser mortal en aquellos lugares, por las toxinas tan grandes que se les conocía en aquella zona. Como si el lago aquel de color verde, les hubiera dado esos venenos tan fuertes a esos seres, tanto planta como animales.

Tenía que investigar mejor aquel lago, para conocer toda su flora y fauna que vivían en el y sus alrededores. Sabía que sería un largo trabajo, encontrándome con muchos problemas, puesto que en aquella zona abundaban muchos seres peligrosos, sobre todo por lo toxico que eran.

Decidí al final bajar a una altura prudencial, sobre los veinte metros del suelo. Localice el árbol mayor que se encontraba pegado al lago, al cual me dirigí despacio, tratando de hacer el menor ruido posible.

Iba planeando en círculos concéntricos cada vez más cerca de el, mientras observaba mis alrededores con mucha atención.

Otra de mis cualidades que sorprendía a mis superiores, era que tenía una gran facilidad para comunicarme con todo ser vivo. Aprendía rápidamente su dialecto o la forma que tenía para expresarse.

Eso me dio ante mi gente un lugar destacado en las reuniones y asambleas, con las disputas o negociaciones con otros pueblos. Ya conocía muchos dialectos, unos por que me los habían enseñado entre varios maestros. Otros sobre la marcha los iba adquiriendo, según se los oía a los demás.

Los dialectos que mejor conocía, eran la de los pueblos con quienes comerciábamos o peleábamos, siempre para saber lo que decían cuando hablaban entre ellos o ocultarnos algunas cosas, cuando dialogaban con nosotros y los habíamos oídos a ellos decir otras cosas. Así llegue a descubrir muchas trampas comerciales, problemas políticos, etc que fue beneficio para mi pueblo.

Siempre que había alguna reunión con gente importante, me ponían a llevarles bebidas e iba una traductora conmigo para indicarme que eran lo que querían, haciéndoles creer que yo no conocía su idioma o dialecto. Mientras yo me iba a buscar las bebidas, ella se quedaba allí, así ellos no hablaban nada de temas importantes mientras ella estuviese allí, para que no informara a las demás de lo que decían.

Cuando yo llegaba con las bebidas, ella les preguntaba si estaba todo correcto, dejándome allí con ellos sirviéndoles, pues llevaba botellas con las bebidas que pedía cada uno, para así hacerles hablar con el alcohol, y como ellos pensaban que yo no les entendía, no les importaba que estuviera con ellos, mientras ellos criticaban o comentaban algo para decir, o algo que ocultar para que no nos enterásemos de ello. No sabiendo que yo me estaba enterando de todo, para luego decírselo a mi madre, la reina.

La verdad que fueron unas ideas muy buenas, que nos sirvió de mucho. Estando muy bien considerada por la memoria que tenía, pues decía con todo detalle, lo que habían comentado ellos.

Al final me coloque en una rama a unos quince metros del suelo, quedándome un rato mirando toda la zona que tenía alrededor, no quería sorpresas de última hora, pues al estar sola y no conocer aquellos dominios, era peligroso descuidarse, me podía costar la vida.

Estuve un buen rato observando todo, al final llegue a la conclusión, de que los seres que estaba allí en aquellos momentos alrededor mio, eran pequeños para sentir amenaza, lo único que tenía que tener cuidado, era que ninguno me picara por las toxinas que engendraban.

Una vez que no vi ninguna gran amenaza sobre mí, tenía que dedicarme a buscar un sitio para vivir lo antes posible. Pues dentro de poco iba a comenzar a caer el día, acercándose las sombras de la noche. No queriendo que me agarraran en medio de aquella zona, sin tener un sitio para dormir.

Me fije en los árboles, que no tuvieran grandes nidos, ni cabañas, ni nada que diera a entender que vivía alguien allí, pues podría ser un enemigo o algún ser que me considerará un libar para el.

Tampoco vi nada que me indicara algo de eso, así que decidí bajar al suelo, para buscar mejor un lugar donde pasar la noche.

A unos centímetros del suelo voy avanzando despacio, moviendo mis alas con cuidado de no golpearlas con ramas, árboles o arbustos. Me voy fijando en todo lo que tengo a mi alrededor, tanto en la flora como en la pequeña fauna que me rodea en aquellos momentos.

Me encuentro con bastante variedades de seres, pero la mayoría no pasan de los veinte centímetros. Mientras voy buscando un lugar para dormir, busco alimentos para sobrevivir. De lo que me había llevado para el viaje, solo me quedaba un poco de carne seca, y unas manzanas que había encontrado en el camino. Al final encontré un pequeño hueco, dentro del tronco de un gran árbol, varias frutas y una pequeña tortuga, que esperaba que no fuera venenoso, nada de aquello. Inspeccione con cuidado el hueco, no encontrando ningún ser, ni huellas que demostrara que estaba ocupado  en aquel momento. Ya tenía lugar para dormir y descansar, además de comida para alimentarme.

Las frutas que había conseguido, se parecían a unas descritas por una de mis maestras, que estuvo viviendo aquí durante tres meses, hacía ya unos cinco años. Fue la que mejor me indico, donde podría encontrar sitios para dormir, comida para encontrar, y agua para beber.

Como ya estaba oscureciendo, me dirigí hacía el hueco del tronco, para descansar después de tan grande viaje.

Notaba que mi cuerpo, ya se estaba preparando para tener mi primer periodo de apareamiento. Ya había cumplido mis dieciocho años, que era la edad para pasar de pequeña a adulta. Mis pechos ya se habían desarrollado, para que cuando quedara preñada dar de comer a mi prole. Normalmente teníamos uno o dos hijos la primera vez, después solían venir de dos a tres, hasta que llegábamos a la edad de veinticinco a treinta años, que dejábamos de procrear.

El índice de supervivencia en los pequeños, era de un cincuenta por ciento. Dentro de este, estaba la posibilidad de que no fueran hembras, lo que hacía que al final el incremento de la población era baja. La mitad eran cambiados, vendidos o morían antes de llegar a los cinco años.

Teníamos nuestro periodo de fecundidad, cada seis meses. Una vez preñadas, tardábamos en dar a luz unos seis meses, pero no volvíamos a estar preparadas para quedar fecundadas de nuevo, hasta dos años después de haber dado a luz.

En resumen, teníamos de catorce a veinticuatro veces, la posibilidad de poder quedar preñadas en nuestra vida. Pero como máximo, podíamos quedar preñadas de tres a seis veces, según tuviéramos nuestro periodo hasta los veinticinco o treinta años.

Los días de fecundación, duran solamente una semana. En esos días segregamos un flujo muy fuerte, que atraemos a todos los machos que estuvieran en un radio de un kilómetro alrededor nuestro, encontrados estos o este, escogemos a quien o quienes queremos que sean nuestros machos, para fecundarnos. A veces no quedamos fecundadas, pero generalmente la mayoría de las veces, quedamos. Por eso es importante, buscar un buen macho o sobre todo varios, para asegurar quedarse preñada.

Por mi parte, veía que no era importante eso en aquellos momentos, pues quería encontrar un macho similar al de aquella hembra gulana del tatuaje de la flor.

Comencé a notar mi cuerpo más alterado, las hormonas comenzaban a segregar los flujos afrodisíacos que atraían al macho. Mis pechos habían aumentado de volumen, y los pezones comenzaban a estar de punta todo el rato, cosa que al principio me dolía, pero con los días me fui acostumbrando.

El que llamara la atención hacía los machos cercanos no me gustaba nada, pues todavía no tenía el territorio de los alrededores explorados totalmente, y me parecía más importante eso en aquellos momentos al encontrarme sola, pues cuando descansaba me podría sorprender cualquiera, cosa que no me agradaba mucho, sobre todo si caía en poder de los gulanas, que eran nuestros rivales más fuertes, con los cuales teníamos una lucha constante.

Nosotras las curanderas conocíamos unas hierbas, para hacer que nuestros flujos no fueran tan fuertes, y poder pasar más desapercibidas en nuestro ciclo. La distancia de los olores de nuestros flujos, se reducían mucho. Llegaban solamente a unos metros a nuestro alrededor, haciendo que el riesgo que nos localizaran fuera muchísimo más bajo.

Por ello, enseguida prepare una infusión para tomármela, así no atraía a los machos que estuvieran por aquella zona.

Al comenzar con mi ciclo, todavía el flujo que producía era débil, así que tenía tiempo para evitar un mal mayor.

Me la tome rápidamente, para salir a inspeccionar la zona norte que lindaba con el lago, donde me había dicho mi maestra que estaban las cuevas subterráneas mayores, pero también donde iban más los gulanas a buscar a sus presas, pues eran los lugares más cómodos, donde podías tener un dormitorio ya preparado, una zona de alimentación, zona de almacenamiento y lugar para preparar pociones, cataplasmas, ungüentos, etc.

El tener todo eso preparado, me sería más cómoda la estancia, como si tuviera mi hogar allí.