Un mundo dominado por las hembras - Capitulo I

Este relato que os voy a contar, es el primero que escribo. Trata de una historia de fantasía, donde no sera todo de sexo, ni mucho menos, sera como un cuento, donde narrare parte de la vida de unos pueblos por su lucha de la supervivencia, los encuentros entre ellos, las alianzas, guerras, costumbres y vidas amorosas. Quiero dejarlo claro, para que no tengáis malos entendidos reclamando más sexo, pues no es un relato solo de sexo. Así que espero que les guste a quien lo lea, haciéndoles un momento agradable y entretenido con la lectura del mismo, procurando que cada vez os metáis más en sus personajes. Gracias de ante mano por leerlo.

Este relato que os voy a contar, es el primero que escribo. Trata de una historia de fantasía, donde no sera todo de sexo, ni mucho menos, sera como un cuento, donde narrare parte de la vida de unos pueblos por su lucha de la supervivencia, los encuentros entre ellos, las alianzas, guerras, costumbres y vidas amorosas.

Quiero dejarlo claro, para que no tengáis malos entendidos reclamando más sexo, pues no es un relato solo de sexo. Así que espero que les guste a quien lo lea, haciéndoles un momento agradable y entretenido con la lectura del mismo, procurando que cada vez os metáis más en sus personajes.

Gracias de ante mano por leerlo.

UN MUNDO DOMINADO POR LAS HEMBRAS

CAPITULO I

Mi gente

Esta es parte de mi historia, de cuando caí en un territorio desconocido, por haberse estropeado mi nave de reconocimiento, teniendo que hacer un aterrizaje forzoso y explotando esta al poco de salir de ella.

Era piloto, de una expedición que mi pueblo (Canatica) había organizado.

Estábamos en aquel planeta, que le habíamos puesto de nombre Tecla, el cual se parecía muchísimo al nuestro materno. Se había descubierto hacia ya dos años por casualidad en un reconocimiento, buscando una nave que se había perdido en aquel sistema, según el último mensaje recibido de ellos.

Después de haberla estado buscando (la nave perdida) durante un tiempo, dimos con este planeta, el cual nos beneficiaba mucho por la cantidad de minerales y alimentos que contenía, además de la gran cantidad de agua, cosa fundamental en nuestra vida, la cual estaba escaseando en nuestro planeta.

Teníamos que buscar en aquel planeta, un lugar donde poder establecer una base de aprovisionamiento de alimentos para nuestro pueblo. Era lo más importante, por estarse agotando estos en nuestro planeta a marchas forzadas. Por ello, buscábamos también un sitio donde pudiera vivir nuestro pueblo, y no verse como estaba pasando, que poco a poco estaba desapareciendo.

Habíamos llegado dos grandes naves, para la explotación y colonización del planeta. Formar si era posible una ciudad habitable, para traer parte de nuestras familias lo más pronto posible, antes de que fuera demasiado tarde.

Localizamos un lugar bastante cómodo, para establecer nuestra base en un principio. Había cerca un pequeño río, arboles frutales, todas las cosas fundamentales para un asentamiento. Todo se había analizado para ver si era comestible, resultando ser productos de un alto nivel alimentario, cosa que nos gusto mucho, sobre todo por el viaje tan grande que habíamos tenido con escasos víveres, los cuales se tuvieron que racionar y distribuir con bastante delicadeza, al ser insuficientes para una buena alimentación.

Los nuevos víveres, hizo que nos recuperáramos pronto de la desnutrición que teníamos, habiendo inclusive muerto varios de nuestros compañeros en esta odisea, pues llevábamos ya varios días sin comer, solo nos estábamos alimentados con pastillas de vitaminas, que quedaban de nuestro pequeño hospital que teníamos a bordo. Siendo insuficientes para algunos, los cuales perecieron un poco antes de nuestra llegada al planeta.

Eramos un grupo de unas cincuenta personas, de edades comprendidas entre los 16 y los 40 años, siendo estos últimos los mandos de la expedición.

Teníamos una gran variedad de profesiones, desde ingenieros, médicos, biólogos, hasta guardias o pilotos como yo. Eramos de diferentes géneros, siendo la proporción mayor el genero femenino con treinta individuos, después el masculino con dieciocho, y al final los hermafroditas que solo llegaban a dos.

Quien mandaba la expedición era una comandante, su nombre era Soraya, tenía 40 años. Su guardia personal era de diez guardias, y solo obedecía las ordenes de ella.

Estábamos los dos pilotos con la graduación de tenientes, y dos copilotos que eran alférez. En cada nave iba un piloto y copiloto.

Donde yo iba como piloto, era la nave principal y en ella iba la comandante Soraya.

Mi nombre es Daniel, tengo 25 años, de pelo moreno, bastante corto como es normal en una persona del ejercito, ojos azules-grisáceos muy claros, nariz y boca bien proporcionadas, brazos y piernas fuertes y ágiles, tórax y abdomen fuertes y bien marcados por unos buenos músculos, como decimos una bonita tabla de chocolate.

Aunque yo era piloto, hacía muchas veces entrenamientos con la tropa, aunque la mayoría de las veces lo hacíamos entre nosotros, con pequeñas naves de combate o de carga, para estar siempre preparados y a punto, por si fuera necesario alguna emergencia. Mi cuerpo estaba muy bien formado, era de una estatura por encima de lo normal, medía casi dos metros, pues me faltaba muy pocos centímetros para llegar a ellos. Era muy inteligente por eso había llegado a aquella posición, y tenía unas cualidades fuera de serie para pilotar. Me había ganado el ser piloto de la nave principal, por méritos propios, aunque el rango no me lo querían subir, para eso estaban ellas, las que dominaban nuestro pueblo.

La otra piloto, aunque era muy buena, no me ganaba en destreza, coraje e inteligencia. Pero le habían dado la clasificación de teniente de primera, aunque yo estuviera por encima de ella en los resultados. Su nombre era Fatima.

La verdad que de cuerpo estaba muy bien, tenía sobre todo unos grandes pechos talla 110, y le gustaba mostrarlos con ropas muy ceñidas, tanto las de piloto, que se le notaba que era una talla menor de la que le correspondía, como el resto de las ropas que usaba. Su mono de piloto, siempre lo llevaba con la cremallera delantera a la mitad, dejándose ver gran parte de su busto.

Varía veces me descubrió mirándola, pues era normal que la vista de uno se fueran hacía ellos, sobre todo por las dimensiones de sus pezones, que parecían que te iban a sacar un ojo, viéndose totalmente en aquella prenda tan estrecha.

Sus palabras eran siempre las mismas: ¡¡Que miras soldado!! no dando merito ninguno a mi graduación. ¡¡Eso no esta hecho para ti, así que no los mires o te arrepentirás de ello!!  Era su segunda frase más famosa que siempre me soltaba, ya me las sabía de memoria. Me tenía que poner firme ante ella, como si fuera una generala y pedirle disculpa por mi atrevimiento. Era la lame culo de la comandante, y todos allí lo sabíamos.

Después estaba mi copiloto, se llamaba Elvira, tenía 21 años. Era una mujer preciosa, nos llevábamos muy bien, con la única en aquel infierno que me trataba como un amigo, yo le enseñaba como pilotar una gran nave, y eso a ella le gustaba mucho, pues quería ser como yo, un piloto excepcional, por eso le gustaba que la enseñara, y quería aprender del mejor.

Todas ellas por detrás lo decían, pero por delante me llamaban de inútil para arriba. Esto me lo dijo ella (Elvira), uno de los días que estábamos descansando, después de haber hecho el amor.

Los dos eramos muy buenos amigos, e inclusive estábamos enrollados o mejor dicho, era con la que hacía la mayoría de las veces ejercicios corporales, tanto físicos, como sexuales, cuando poníamos a nuestro robot en piloto automático, aprovechando el tiempo para hacer los ejercicios diarios, manteniendo nuestros cuerpos en perfecto estado.

Aunque todo esto lo hacíamos entre nosotros, de cara a los demás tenía que poner mala cara, como que no estaba a gusto conmigo, teniendo que aguantarme al estar a mi lado la mayor parte del tiempo. Aunque ella se sentía fatal por hacerlo, me conocía ya bastante bien y sabía que era una persona estupenda, y no como decían todas las demás, que los hombres no valían para nada.

Sus ojos eran azules cielo. Cuando estábamos juntos abrazados, me perdía en ellos, como si estuviera pilotando mi nave directa al cielo. Recuerdo uno de los días que me contó muchas cosas, de sus compañeras, sobre todo de Fatima, diciéndome que tuviera mucho cuidado con ella, que era muy vengativa y que no le gustaba las personas que eran mejores que ella, por eso a mi me tenía entre ojos, mandándome los peores trabajos de piloto con muchas horas de vuelo.

Un día, Elvira y yo estábamos en el gimnasio, habíamos dejado nuestro robot principal pilotando, el cual nos llamaba inmediatamente si ocurría algo fuera de lo normal, sea lo que sea. Hacía días que no habíamos hecho nada sexualmente, y nuestros cuerpos nos pedía guerra.

Ella tenía ese día, una malla amarilla muy ceñida a su cuerpo, parecía que estaba desnuda, como si fuera esta su piel.

Yo estaba con mi pantalón corto, aunque ese día era blanco. Los usamos para hacer deporte. Aparte del pantalón, no llevaba nada más en mi cuerpo.

Los dos estábamos sudando, pero al fijarnos uno a otro sonreímos. Con nuestro sudor, las prendas se habían quedado casi transparente. Reaccionando nuestros cuerpos inmediatamente a esos estímulos.

Era una mujer fuera de serie, joven y hermosa. Además con el sudor se le veía sus hermosos senos coronados por aquellos pezones puntiagudos dentro de una areola mediana, que me encantaban por lo rosadito que eran. Su pubis se le veía casi íntegramente, pues no llevaba ropa interior.

Estaba provocativa, y ella lo sabía. Se había puesto de aquella forma para excitarme, se ve que tenía ganas de jugar y en aquel momento nadie nos molestaría, o eso pensábamos nosotros, pues más adelante nos enteramos, que una de la guardia personal de nuestra comandante, nos espiaba, y por eso me mandaron a aquel viaje de reconocimiento tan lejos, apartándome de mi compañera y única amiga en aquel lugar.

Sabíamos que esa guardia especial que tenía la comandante, estaba formada por mujeres muy fuertes, guerreras bien entrenadas, que odiaban a los hombres y amaban a las mujeres. De ellas se aprovechaba la comandante, utilizándolas sin medida, dándoles las mujeres que no eran eficaz en su cariño hacía ella, o de alguien que se revelaba, o le llevaba la contraria en algo.

Uno de los castigos que les hacía a ellos, sea quien sea, ya sea hombre o mujer, era este. Tenía que tener a su guardia  contenta, aunque para ello tuviera a veces que abrir un poco las manos, pues las torturas que hacían, les llevaba inclusive a algunos a la muerte. Todo el mundo las temían, pues eran unas sádicas.

A Elvira se le veía ese brillo especial en sus ojos, que siempre me anunciaba su apetito sexual hacía mi.

¡¡Dani, quiero que me poseas, asiéndome sentir, esa hermosa pieza que tienes ahí abajo!!

Sera un placer para mi, Elvira.

Pegamos nuestros cuerpos, dándonos caricias por todo el. Nuestras manos jugaban con nuestra piel, no nos importaba que estuviéramos sudados, era el comienzo siempre de nuestra relación, aunque normalmente, casi siempre acabamos haciéndolo en las duchas.

Pero aquel día estábamos los dos muy excitados, sentíamos nuestra ansia y deseo. Queríamos allí mismo, tener nuestro primer contacto intimo de penetración, para luego seguir en las duchas, como nos gustaba a nosotros. Sintiendo el agua cayendo por nuestros cuerpos, mientras nosotros hervíamos de pasión.

Nos pusimos de pie, pegados el uno al otro, como dos tórtolos cuando se besan, unimos nuestras bocas, introduciéndonos las lenguas uno a otro, primero fue ella a mi, luego yo a ella, así seguimos un tiempo en el juego de sentir nuestras salivas, pasando de una boca a otra.

Las manos no se estaban quietas, ella me agarraba a veces por mis nalgas, atrayéndome fuertemente hacía ella, queriendo sentir mi pene en su pubis. Otras veces se agarraba a mi cuello y cabeza, besándome desesperad amente, temiendo que me fuera a quitar.

Al final ella llevo su mano a mi pene, agarrándolo por encima del pantalón, sobándome como si le fuera la vida en ello.

Yo le apretaba sus nalgas, le agarraba los pechos, le acariciaba su pubis, una y otra vez mis manos se movían por todo sitio, haciéndole notar mi deseo y la pasión que cada vez estaba despertando en mí.

Nuestras lenguas seguían jugando, nuestros suspiros y exclamaciones, eran cada vez más fuerte. Se notaba una tensión sexual inmensa, unas ganas de poseernos el uno a otro, como hacía mucho tiempo que no la teníamos.

Fuimos quitándonos la ropa con rapidez, estábamos desesperados de llevar acabo esa pasión que nos envolvía, quedándonos al final desnudo.

Su piel, parecía que me quemaba las manos, del calor que desprendía.

Sus pechos se habían puesto muy duros, nunca los había sentido de esa forma.

Sus pezones se clavaban en mi pecho, como lanzas en una guerra.

¡¡Madre miaaa... Elvira!! ¡¡Estas ardiendo!! le dije.

¡¡Siii ... no se lo que me pasa hoy!! parece como si tuviera fuego uterino.

Ella me empujo hacía atrás, haciendo que tropezara con la colchoneta. Caía encima de ella, mientras Elvira se iba colocando encima mía.

Parecía una leona en celo, nunca la había visto así.

Cuando llegue a tumbarme sobre la colchoneta completamente, ella ya había metido mi miembro en su vagina, comenzando a moverse como si estuviera haciendo una galopada de caballería.

Mi pasión subió a unos limites extremos, sentía como mi pene era apretado por aquella paredes, como si me estrujaran para ordeñar todo mi ser.

Saltaba encima de mí, mientras yo le estrujaba los pechos, y su pelo se movía como una bandera al viento, al ritmo de su cabalgada.

Todo fue muy rápido, a una gran velocidad llegamos a el.

¡¡Siii... me vieneeee … !! ¡¡dale más rápidooo …!!, me dice chillando, aunque era ella la que estaba arriba y llevaba el ritmo.

Yo trataba de penetrarla más rápido y más fuerte, levantando mi pelvis hacía ella y despegando mi culo de la colchoneta unos centímetros.

Ella chillaba más. ¡¡Me vieneeee … siii …!!

Yo quede con mi pene clavado dentro de ella, y la espalda arqueada hacía arriba, tratando de meterla lo más hondo dentro de ella.

Ella se apretaba hacía abajo, tratando de que le llegara lo más adentro posible. ¡¡Siiiiii … yaaaa … !! chillo con un gran grito, que creo que se oyó en todo el recinto.

Sentí sus sacudidas y los apretones de su vagina en mi pene, haciendo que en aquel momento yo también comenzara a chillar. ¡¡Tomaaaa … es toda tuyaaa …! llevándonos a un orgasmo con una pequeña diferencia de segundos, siendo ella la primera en llegar.

Notaba como me mojaba, de los flujos que ella echaba, para inmediatamente comenzar yo a tirar chorros de semen en su interior, mientras, los dos chillábamos aquel momento único, que nos llevaba a una euforia como nunca habíamos sentido.

Al poco caía sobre mi pecho como si le hubiera dado un rayo, quedando inconsciente por un rato, mientras yo me sentía como la humedad y los chorros, bajaban por mi pene mojándome cada vez más.

Cerré los ojos y deje pasar el tiempo.

Así estábamos los dos, esperando que nuestros cuerpos volvieran a su ritmo normal, pues nuestros corazones parecían que se iban a ir de nuestros pechos.

Al final abrimos los ojos, quedándonos mirándonos el uno al otro, mientras una sonrisa se veía en nuestras caras. ¡¡Diosss...!! dijimos los dos a la vez.

Ufff ha sido único esta vez, nos hemos quedado muertos. Dice Elvira riendo.

Si, así ha sido, no se que tenías hoy, que me quemabas, pero la verdad que ha sido una pasada, no se si alguna vez lo vamos a poder repetir el sentir este tan profundo.

Nos levantamos con pocas ganas, pero el tiempo se nos acababa, teníamos que ir a las duchas antes de que llegara alguien más, e imaginarse lo que habíamos hecho.

En la ducha nos enjabonamos el uno al otro, limpiándonos bien todo el cuerpo, para no dejar señal de nuestro encuentro.

A nuestra comandante le gustaba pasarnos revista, y vaya si la pasaba. Nos ponía a primera hora en el salón a todos juntos, civiles y militares, nos echaba un pequeño discurso de lo que teníamos que hacer ese día de trabajo.

Cada vez inspeccionaba un departamento diferente más a fondo, de donde salía el amante de esa noche para ella.

Normalmente eran jóvenes, ya sean hombres o mujeres, a los cuales le gustaba enseñarles todo lo relacionado con el sexo, además de darles una buena clase de quien mandaba en la expedición.

Se sabía cuando alguno no se había portado bien esa noche, porque al siguiente día, estaba haciendo trabajos de los más incómodos, por darles un nombre bonito.

Tales servicios era como la limpieza de los servicios generales, o sea de los baños públicos, o el engrase de algunas zonas de la nave, donde siempre salían con malos olores por todo el cuerpo.

Todos tratábamos de alejarnos de esa persona, la cual se sentía desplazada y puesta en punto de boca de todos, cosa que no nos gustaba a ninguno que nos ocurriera, pero cada vez costaba más dejar contenta a la comandante.

Bueno esto es para que os hagáis una idea, de la gente que vive conmigo, y que además estaban en aquel planeta para explotar y colonizar, mandados por una ninfómana.

Me gustaría que me dijeran a quien le gusta.

Gracias