Un mundo dominado por la hembras - Capitulo XI

Todo aquello me gustaba pues le veía que era como yo, una persona que no le gustaba que los demás sufrieran, pero por otra parte los celos me comían, por las atenciones que le hacía a ella.

Gracias por los comentarios, pero el trabajo me tuvo bastante ocupado y no pude hacerlo antes. Así que espero que les guste, como el resto de la serie.

CAPITULO 11 (XI)

Todo aquello me gustaba pues le veía que era como yo, una persona que no le gustaba que los demás sufrieran, pero por otra parte los celos me comían, por las atenciones que le hacía a ella.

Al final me quede dormida sin enterarme, se noto que estaba cansada, pues dormí todo el rato de un tirón, sin despertarme para nada.

Por la mañana, el ruido de algo hirviendo en el fuego me despertó. Abrí los ojos rápidamente, encontrándome con Negro a mi lado enrollado al lado de mi cuerpo, dándome el calor que necesitaba por las mañana.

Al lado del fuego estaba Daniel, estaba haciendo alguna infusión, como me había visto hacer a mí. Me agrado su imagen, y una sonrisa ilumino mi cara. Gire la cabeza y entonces la vi tumbada en la manta, parecía dormida, pero por lo menos estaba tranquila, que eso era importante.

Me levante despacio, tratando de asimilar todo lo ocurrido en el día anterior. ¿Que había pasado con  los gulanas? ¿Me habían seguido el rastro? Mi cuerpo sentía todavía el esfuerzo que había hecho, mis músculos estaban un poco dolorido, como si tuviera agujetas por el esfuerzo realizado, pues no fue poco llevar a la fleper a cuesta desde tan larga distancia, llegando con los brazos casi dormidos.

Camine hasta donde estaba Daniel, sentándome a su lado y pasándole la mano por encima de sus hombros, acariciando su pelo por encima de la nuca, pues se que le gusta mucho. Nos miramos y nos damos un beso en los labios, con una sonrisa de cada uno.

¿Has dormido bien? Me pregunta sonriendo, que me hace ponerme colorada, pues me había quedado dormida toda la noche desde que me acosté, no ayudándole a él en el cuidado de la fleper.

Lo siento, se ve que estaba rendida, pues no me desperté para nada en toda la noche. ¿Como lo ha pasado ella? A la vez que me dirigí hacía donde estaba para examinarla.

Parece que bien, se quejaba un poco, pero la infusión que le diste la dejo más tranquila pasado un tiempo. Ahora no tenía fiebre, y le prepare a lo que tu le llamas Hierbas de la Vida, para que recupere su sangre más rápido, pues se nota que perdió mucha, pues lleva bastante tiempo desvanecida.

¿No se despertó en toda la noche, por lo que me acabas de decir? Le pregunte mirándolo a la cara, pues quería verle su cara con lo que me dijera, para saber su reacción.

Contando Daniel

Me había levantado tarde junto con Negro, pues sabía que ella se iba a perder por un tiempo, para ir a su otra cueva e investigar los alrededores. Tenía que decirle el porque no quería que yo conociera su otra cueva, ¿tenía algo que ocultar? ¿tenía algún otro compañero o compañera, en la zona y no quería que yo lo supiera? Me estaba comiendo el coco, con tantas preguntas sin respuestas, pero tenía que salir de dudas de todo esto, o es que ella ¿no se fiaba de mí todavía?.

Deje de pensar en ello, y prepare mi desayuno dándole de comer también a Negro, el cual saltaba a mi lado muy contento, pues sabía que se iría conmigo a explorar los alrededores, cosa que le gustaba pues siempre casaba algo, además de ejercitar nuestros cuerpos y conocernos mejor en la caza.

Teníamos ya nuestro dialogo por señales, y palabras concretas que daban una orden o indicación, que nos hacía más efectivo en el momento de buscar y cazar.

Terminamos de desayunar y nos fuimos a la charca para nuestro aseo diario y baño, donde estuvimos un rato practicando la natación los dos juntos, demostrando que cada vez nadábamos más rápido.

Nos fuimos de nuevo a la cueva y me puse el pantalón de supervivencia, el cual había cortado más o menos a medio muslo para aprovecharlo, pues se había roto con la caída cuando aterrice en aquella zona. Era incomodo llevarlo con trozos desprendido por todos lados, rajado por varios sitios, esto más bien lo que me hacía era estorbar. Al final me quedo un pantalón corto muy práctico por el calor que hacía en aquella zona, aunque según por donde fuera a veces me era perjudicial, sobre todo cuando me metía por zarzales, ahí me hacía las piernas un desastre, teniendo siempre Sibisse que curármelas, pues no era lo mismo volar y pasar por encima de ellas como ella hacía, a lo que teníamos que hacer nosotros, que teníamos que cruzarlos por medio de ellas, con el problema de los arañazos y picaduras de sus ramas.

Las botas era otro cantar, la verdad que eran estupenda para ir por toda aquella zona, me protegía muy bien los pies y me hacía como un todo terreno, podía escalar, correr, saltar, pisar zarzas, y todo lo que no pasara por encima de media tibia no era problema, pues no me hacía daño al protegerme estas.

Al final me puse el pantalón corto, el cinturón con un cuchillo y mi arma, poniéndola en aturdir pues era lo mejor para lo que fuera que me podía encontrar. El pecho lo llevaba al descubierto, y mi piel ya comenzaba a tener un color más moreno, bronceado por los rayos solares, haciendo mi piel un poco más dura de cara a los insectos, aunque cada tiempo Sibisse me untaba con una pomada todo el cuerpo, que hacía milagros con las picaduras y cicatrices, que me hubiera hecho en ese tiempo.

El pelo me había crecido bastante a como lo llevaba antes, pues era muy corto. Ahora estaba cogiendo más forma y un color más claro. A ella parece que le gustaba más vérmelo más largo, me lo agarraba y como si lo midiera con los dedos sonreía y me lo peinaba con sus dedos. Esto la verdad me agradaba mucho, y si me descuidaba me ponía a tono queriendo jugar con ella. A veces ella lo hacía, para indicarme que quería jugar, era una forma más que teníamos de declaramos nuestro interés del uno por el otro.

Después de haberme vestido, agarre también una de las lanzas de Sibisse, pues me servía como bastón para meterla en agujeros o en zarzales, para hacer salir a alguna pieza que se hubiera ocultado en ellas.

El casco no lo cogí, pues por el día era incomodo llevarlo para hacerme entender por Negro, era mejor por las noches, pues me dejaba ver en la oscuridad y me protegía mejor de cualquier problema. Aunque pocas veces habíamos salido por las noches a explorar, solamente cuando oíamos ruidos lejanos para investigar si había algún problema cerca de nuestra cueva.

Al final me puse en marcha en dirección este, Negro iba delante, observando todo y buscando rastro de cualquier pieza para comer. Estuvimos un tiempo caminando, y atrapamos dos conejos. También pudimos encontrar un nido de gallinas salvajes, que le quitamos la mitad de los huevos que eran muy nutrientes y grandes.

Se acercaba la hora del mediodía y teníamos que regresar para encontrarnos con Sibisse, íbamos contentos pues llevábamos comida para hacer, pues me imaginaba que ella más bien iría a buscar cosas de su otra cueva para traer, y no comida. Eso lo dejaba más bien para nosotros, ella se dedicaba más bien a buscar hierbas y otras cosas, que les sirvieran para sus pomadas, cataplasmas y todo lo que sea referente para curaciones.

Eso me parecía muy bien, pues podría significar nuestra salvación en cualquier momento, por la mordedura de alguna serpiente, escorpión u otro animal venenoso, o las plantas del lago verde, a las cuales temía por lo que ella me decía. Siempre procuraba estar lo más lejos de esa zona, lo contrario de ella que iba con más frecuencia para hacer investigaciones de ellas.

Cuando ya nos quedaba poco para llegar a la cueva, pudimos observar que Sibisse venía de sus inmediaciones, la llamamos gritándole yo, y Negro ladrando. Pero parecía que no se enteraba, la note extraña, como si estuviera pensando en algo y se había olvidado del mundo exterior. En su volar se le notaba cansada, cosa que no era normal en ella, pues siempre trataba de reservas fuerzas por si ocurría algo, y tenía que volar a gran velocidad para salvar su vida o la de otro, pues siempre trataba de ayudar a los demás. Cada momento nos encontrábamos a ella en la puerta de la cueva con un conejo herido, o un ave con el ala rota, y ella tratando de ayudarlos, curándolos y haciéndoles que sufrieran lo menos posible.

En aquel momento estaba preocupada por algo grabe, y por ello no se había enterado que la estábamos llamando. Los dos salimos a la carrera en su dirección chillando y ladrando, haciendo el máximo de escándalo para que nos oyera.

Cuando ya estábamos a cierta distancia de ella, parece que al final escucho los ladridos de Negro que estaba más cerca de ella, mirando en nuestra dirección. Su cara me impresiono, la tenía totalmente mojada de lagrimas y roja, aunque sonrió al vernos, se le notaba muy triste.

La vi dirigirse hacía mí rápidamente, sollozando y abriendo los brazos. Mi corazón en ese momento parece que se paro, sintiendo una angustia fuerte en mi pecho. ¿Que le ocurría y porque estaba así? Fue la primera pregunta que me vino a la cabeza, que algo grabe pasaba, cosa que no me gustaba nada.

Cuando llego a mi lado se tiro a mis brazos, estaba llorando como una niña pequeña cuando se pierde y no encuentra a sus padres. Los sollozos y su pecho convulsionando me dejo bastante sorprendido, pues nunca la había visto así.

Le comencé a acariciar el pelo con una mano mientras con la otra la apretaba contra mi cuerpo, mientras el de ella temblaba por los sollozos. Me explico lo que le había pasado, y la pena que tenía de que no pudiera salvar a la fleper, pues le iba la vida en ello el tiempo que fuera pasando.

Vamos hacía donde la has dejado, veremos que podemos hacer, y trasladarla lo antes posible a la cueva. Yo pensaba que era algún ser similar a ellos, como los gulanas, pero cuando llegue a donde estaba ella, me quede muy sorprendido al ver el ser que estaba encima de la manta, mi cabeza enseguida pensó en los cuentos mitológicos que teníamos en mi pueblo, ¿como era aquello posible?

Era parte mujer y parte como una leona, me recordaba a la esfinge, pero en aquel caso estaba ante mis ojos hecho realidad, me acorde también de los centauros, ¿existirían esos seres aquí también?

Su cuerpo estaba lleno de sangre por todas partes, pero se veía su belleza tanto en la parte humanoide como en la de felino. Era un ser maravilloso, estaba atontado observándola, hasta que Sibisse me despertó de mis pensamientos.

¡¡Daniel!! me llamo con una voz un poco más alta de lo normal, pues me veía perdido en mis pensamientos y no la estaba escuchando en ese momento.

¿Te estoy hablando y no me escuchas? ¿Estas bien? ¿Pareces como si hubieras visto un muerto viviente? Me dijo mirándome con atención.

Perdona Sibisse, nunca había visto un ser así, y me recordó a las leyendas y mitos antiguos que tienen mi pueblo.

Ella sonrió y comprendió mi sorpresa y extrañeza, ella también cuando vio uno por primera vez le llamo mucho la atención.

Debes ayudarme a llevarla a la cueva, yo ya no puedo con ella, tengo el cuerpo muy cansado y agotado de tanto esfuerzo. Por favor date prisa o morirá, y no me gustaría que el sacrificio que he hecho fuera en balde.

¡De acuerdo, procurare llevarla lo más rápido posible!. Terminando de hablar y echármela al hombro fue todo muy rápido. La verdad que pesaba bastante, pero el ejercicio que todos los días hacía, no fue en vano.

Pensé que nunca llegaría a la cueva, pues cada vez sentía más el cansancio en mis piernas. Negro seguía a mi lado, iba corriendo de un sitio para otro muy agitado, y Sibisse ya se había perdido en la distancia.

Al final logre llegar, estaba sudando de pies a cabeza, no se como ella pude traerla, esa distancia que me dijo. La verdad que tenía mucho merito, aunque para ella era más fácil volar, que el tener que subir y bajar cuestas para llegar, que se hace más pesado.

Cuando llegue ella tenía todo preparado, la coloque al lado de la hoguera, pues notaba su cuerpo más frió de lo normal, eso quería decir que había perdido mucha sangre, cosa que no era bueno, pues su vida dependía de ello.

Me puse a observar como la limpiaba, teniendo cuidado con las heridas. Su cuerpo era hermoso, se veía que era todavía joven, y que no había sido todavía madre, o eso pensaba yo, y para salir de dudas le pregunte a Sibisse.

¿Es muy joven todavía para tener relaciones con un macho, o ya habrá tenido?

No todavía no, es joven pero ya le queda poco para llegar a ello, su cuerpo se esta preparando. Como podrás observar sus pechos son todavía jóvenes, y su órgano reproductor se esta preparando para ello, todavía es pronto, pero en dos meses como mucho, ya esta preparada para ser madre. Se desarrollan muy rápidos al principio, pues la supervivencia así lo exige. Lo que no entiendo es porque estaba separada de sus compañeros en la lucha, como si la hubieran abandonado a la suerte, y tan pronto callo se retiraron. Parecía como si estuviera premeditado o esa impresión me dio a mí.

¿Es posible eso? Que sus compañeros la abandonasen para que muriera en la lucha, a una hembra joven y bonita, ¿pues me imagino que así es para su especie?.

Si, es joven y bonita, dentro del cano de su belleza, por eso a mi me extraña también lo que vi. Todo macho estaría encantado de tenerla a su lado, pues es valiente y en la batalla lo demostró, mató ella sola a unos cuantos jóvenes gulanas, y si no llega a ser porque se metieron tres contra ella y estaba desprotegida de sus compañeros, seguro que habría matado a muchos más.

Debe de ser triste y frustrante, ver como tus compañeros se separan de ti, cuando en esos momentos es cuando deberían de estar más unidos, para ayudarse unos a otros ante el enemigo. Le respondí a Sibisse un poco apenado por aquella joven fleper.

¡Tienes que hacer todo lo posible para que viva, se lo merece, en eso tienes razón! Yo te ayudare en todo lo que pueda, pues odio la traición. Eso lo vi mucho en mi pueblo, y trataba de hacer todo lo posible para que no ocurriera, pero los que dirigían o mandaban, preferían tenernos unos en contra de los otros, para así podernos dominar mejor. Pues no les interesaba la unión entre nosotros, eso nos daba más fuerza, cosa que ellos deseaban lo contrario, o mejor dicho ellas, pues la mayoría de los jefes eran mujeres, muy pocos hombres llegaban a tener poder, y los que lo conseguían, duraban poco en el poder.

La fleper tenía dos pechos mayores en el tórax humanoide, y después varias más pequeñas,  que podrían decirse que eran más bien pezones, en el bajo vientre como felino. La verdad que era digna de estudio, un científico de mi pueblo, se volvería aquí loco, tratando de abrirla por dentro para ver como es. Hasta yo tenía curiosidad, por saberlo.

Las garras eran grandes, con unas fuertes uñas que cortaban como cuchillos. Me puse a limpiarlas, admirando su forma y potencia. Estaba llena de trozos de piel, y algún trozo de carne, que estaba trabado entre ellas. La sangre salio fácil con el agua, pero el resto de las cosas tenía que ir limpiándola una a una.

Me dí cuenta como Sibisse me miraba, parecía que no le gustaba mucho que le prestara mucho atención a la fleper, me hacía gracia, parecía como si estuviera celosa de ella por mi atención.

Sibisse estaba muy cansada, y así me lo hizo saber.

Daniel, ahora mismo no puedo hacer nada más por ella, le he dado las infusiones, la he limpiado y cocido la herida de la espalda, ahora solo queda esperar que ella por si sola recupere sus fuerzas, y sobre todo la sangre que ha perdido. Debo descansar para mañana observarla de nuevo, y ver si ha habido algún cambio en su estado. Te quedas tu de guardia por si despierta o pide agua, además de irle cambiando los paños frescos, para que baje el poco de fiebre que le ha subido. Cunado sientas el paño caliente lo retiras, poniéndole otro fresco, mientras el otro lo metes de nuevo en el agua para que se enfrié.

De acuerdo eso haré, si ocurre cualquier problema te aviso.

Me acerque a ella y le di un beso en los labios, pasando la mano por su pelo para tranquilizarla y que se quedara dormida.

Ella sonrió cerrando los ojos, y al poco tiempo estaba en un tranquilo sueño.

Yo seguí cambiándole los paños frescos a nuestra nueva amiga, podríamos decir. Pues si salía de aquello, seguro que lo agradecería mucho, y no creo que quiera volver con su gente, por lo que me dijo Sibisse, lo más seguro quería quedarse con nosotros hasta encontrar donde vivir. Aunque el tiempo ya lo dirá, y si esta conforme con estar aquí mientras tanto.

A media noche, estuvo un poco delirando por su fiebre, y tuve que cambiarle los paños más seguido. Me daba mucha pena, y con caricias en su cabeza, trataba de hacerle entender que estaba en buenas manos. No llego a despertar del todo, le di varias veces agua, levantando su cabeza para que no se ahogara, pero parecía que no se enteraba de nada.

En uno de los momentos se quedo con su espalda y lomo pegado a la manta, y las garras hacía arriba, como tratando de refrescar la parte baja de su cuerpo. Pude observar con detalle toda su fisonomía, los pequeños pezones que estaban empezando a desarrollarse en su parte baja, sus jóvenes genitales, el cual estaba bastante cerrado, y hasta tuve un mal pensamiento, preguntándome como sería el acoplamiento entre ellos. Agarre un paño fresco y comencé a pasárselo por todo el cuerpo, notando en su cara un alivio, pues tenía parte del cuerpo húmedo del sudor, la fiebre estaba haciendo que se comportara así. Abrió más sus patas, exponiendo más su órgano. Me hizo gracia verla de aquella forma, seguro que estando bien sería más cuidadosa en ello, o no, pues no conocía sus costumbres.

Los paños frescos le agradaban muchísimo, e iba notando que el calor iba bajando en su cuerpo. Se recuperaba bastante bien de la fiebre, cosa que me agradaba mucho.

Fue pasando el tiempo, y en breve comenzaría a amanecer. Me fui a la hoguera que había preparado Sibisse, y a la cual le iba echando de vez en cuando un tronco pequeño para mantenerla encendida. Cogí uno de los recipientes que ella utiliza para hacer infusiones, y comencé a preparar una para dársela a la fleper, la Hierba de la Vida, que hacía que renovara más rápido la sangre. Pues era lo más problemático según me dijo ella, al haber perdido mucha sangre.

Mientras estaba con esto, oí a Sibisse que se había despertado. Miré hacía ella dándole los buenos días, viendo como se acercaba a mí con su preciosa sonrisa, mirando de vez en cuando a la fleper. Nos dimos un beso en los labios, y le hice una caricia en su cara y pelo, pues sabía que le gustaba mucho, a igual que ella me la hizo a mí.

¿Has dormido bien? Le pregunto mirándola a la cara. Ella se sonroja, pues se había quedado dormida toda la noche.

Lo siento, se ve que estaba rendida, pues no me desperté para nada en toda la noche. ¿Como lo ha pasado ella? Acercándose a la fleper, y observándola con detenimiento. Le toco la frente para ver su temperatura, alegrándose al descubrir que ya no tenía, pues estaba más bien fresca.

Parece que bien, se quejaba un poco, pero la infusión que le diste la dejo más tranquila pasado un tiempo. Ahora no tenía fiebre, y le prepare a lo que tu le llamas Hierbas de la Vida, para que recupere su sangre más rápido, pues se nota que perdió mucha, pues lleva bastante tiempo desvanecida.

¿No se despertó en toda la noche, por lo que me acabas de decir? Me pregunto mirándome a la cara, no se que pensaba pero parecía que quería indagar si había ocurrido algo con ella. La verdad que me hacía gracia aquello, se le notaba un poco celosilla, pero me agradaba, quería decir que me tenía cariño y temía perderme.

Se puso a ponerle unas cataplasmas en las heridas, y le lavo de nuevo el cuerpo, fijándose con más detalle en todo el, por si se le había quedado algo atrás.

¿Como la encuentras? Le pregunte mirando lo que hacía.

Esta mejor, se recupera bastante rápido, así que en breve se despertara pero temo su reacción y que se haga daño si se mueve muy rápido, abriendo la herida de la espalda de nuevo, pues se le ha formado una costra protectora muy buena en ella, eso hace que no coja infección y se recupere antes.

¿Que podemos hacer, para que no ocurra eso?

Podrías darle con tu pistola, para dejarla dormida un tiempo más, y así se recupere mejor. ¿Te parece bien?

Sí, es buena idea, le dije levantándome e yendo hacía la pistola, que estaba al lado de la cama con el resto de las cosas. La coloque en aturdir suave, para no hacerle daño y le dispare en el hombro derecho, que era el que daba para mí. Hizo un pequeño movimiento, pero no volvió a moverse más.

¿Que tiempo estará dormida? Me pregunto ella.

No lo se, debería de ser unas horas, pero no conozco la constitución de estos seres y su resistencia, acuérdate de los gulanas, se recuperaron un rato antes de lo que lo haría una persona de mi pueblo. Con ella no lo se, pero es fuerte, me imagino que pasara como con los gulanas, que en tres horas despertara de nuevo.

Bien tendré tiempo de darle unas hierbas para que descanse, y se recupere mejor, no quiero que hasta mañana no se mueva, para que su herida no corra tanto peligro.

Me parece bien, tratare de tenerlo en cuenta y de dormirla si veo que se esta despertando.

Ahora quisiera irme a bañar, pues todavía tengo los músculos un poco doloridos de traerla a aquí. También quisiera descansar un rato, así nos podremos turnar en su cuidado, ya que tu anoche descansaste mientras yo me quede de guardia. Aunque también esta Negro, que nos avisaría si la ve moverse.

Lo de Negro no me parece bien, la podría asustar, y no quiero que eso ocurra, puede ser perjudicial para ella, y de cara a la situación en que esta. Ten en cuenta que se despertara en un lugar extraño, herida y viendo gente a su alrededor que no ha visto ni conoce. Yo en su lugar me asustaría y trataría de huir lo más seguro.

Si eso sería lo más normal, pero también se ira despertando poco a poco, y al no verse atada ni encerrada pensara que no somos enemigos, si fuéramos enemigos la tendríamos prisionera encerrada en algún lugar o atada para que no se moviera, cosa que no esta, y también vería que tiene vendas y cataplasmas, que la están curando. Eso un enemigo no lo haría, y si lo hicieran, la tendrían atada para que no se fugara. Nosotros aquí no estamos haciendo nada de eso, sino lo contrario.

Tienes razón, no la dormiremos más, para que cuando se despierte se alimente, pues eso es fundamental en su recuperación, además de conocer la historia de ella y su nombre.

Me levante una vez que estaba la infusión lista, dejandosela a Sibisse e yéndome a la charca, para darme un baño y relajarme.

¿Quieres venir a bañarte conmigo? Le pregunte

Ella me miro con cara de lujuria y una sonrisa, le gustaba la idea, pero estaba indecisa mirando a la fleper.

Tranquila, Negro se quedara con ella vigilándola, no se despertara hasta dentro de bastante tiempo, así que tendremos tiempo para nosotros un rato, pues lo necesitamos.

Espera le daré la infusión, y vamos.

Me dijo con cara más alegre y sonriendo, sabía que eso le encantaría, por su comportamiento con la fleper para que supiera que pensaba en ella. Alargo el ala derecha y la puso por mi espalda y costado, atrayéndome con ella hacía su cuerpo. Me hizo gracia y me deje llevar, hasta pegar nuestros cuerpos por los costados, el de ella estaba más caliente que el mio, se notaba que había dormido y tapado con sus plumas, que le daba un calor agradable por las noches.

Giro un poco su cuerpo hacía mí, dándome un beso en los labios y acariciando mi pecho. Tenía ganas de jugar, se le notaba en su cara y en su forma de comportarse.

Le dije a Negro que se quedara vigilando a la fleper, mientras nosotros íbamos al baño a refrescarnos.

Fuimos bastante rápido, los dos lo deseábamos por el cansancio del día anterior y que todavía sentíamos en nuestros cuerpos, pero sobre todo yo, pues no había dormido casi nada.

El agua estaba fresca, y me zambullí en ella con gran placer. Nadando un rato para hacer un poco de ejercicio, aflojando los músculos en el liquido fresco. Sibisse se había metido también en ella, y disfrutaba mojándose el cuerpo, aunque no nadaba como yo por el problema de sus alas. Ella las mojabas para limpiarla a igual que su cuerpo, sobre todo su pelo que le caía por la espalda chorreando del agua que tenía, al haber metido la cabeza bajo el agua.

En uno de los momentos se puso a mover sus alas, sacudiéndose el agua de ellas, y formando una lluvia a su alrededor. El contemplarla era hermoso, su figura morena bañada por los primeros rayos de sol, que brillaba por las gotas de agua en el, formaba un hermoso espectáculo. Me gustaba mirarla así, la verdad me parecía como si fuera un hermoso ángel. Ella me miraba como nadaba, le gustaba verme como me movía por el agua, decía que parecía un pez. Yo con tal de ver su sonrisa, me metía bajo el agua y luego salía como saltando del agua, como hacen los delfines en el mar, pero además de ello dejaba un buen buche de agua en mi boca y luego lo soltaba como un surtidor en dirección a ella. Eso le gustaba mucho, y reía divertida mientras el agua daba y caía por su cuerpo, haciéndole cosquillas según ella.

Estuvimos un buen rato mojándonos y jugando en el agua, salpicándonos uno al otro, eso nos hacía refrescarnos más, cosa que nos agradaba por el calor que estaba empezando a hacer aquellos días. En uno de los momentos que nos acercamos el uno al otro jugando, nos quedamos pegados por nuestros cuerpos. Nuestras miradas enseguida se encontraron una con la otra, parecíamos como dos imanes cuando se atraen entre sí.

Los dos deseábamos estar pegados, sentir nuestros cuerpos acariciarse entre ellos. El roce y las caricias de nuestra piel, sintiendo la unión que se va formando entre los dos, cada vez mayor. Comenzamos a besarnos, a la vez que nuestras manos, iban pasando por cada poro de nuestra piel. Esta se sentía cada vez más de gallina, con los poros levantados formando esa sensación tan extraña y a su vez tan gustosa, puesto que nos gusta sentirnos así.

Sus pechos duros, parecen que se clavan con sus pezones en el mio. La satisfacción que voy sintiendo, y el gozo que voy teniendo, van haciendo del momento, que no queramos separarnos, sino seguir sintiendo cada vez más, el calor que se va formando en nuestro interior, que parece que nos va quemando con más ardor, según va pasando el tiempo.

Sentíamos como nuestros cuerpos, cada vez se iban poniendo más lujuriosos, nuestras yemas de los dedos, iban pasando por cada zona que nos daba placer, sintiendo como se iban agitando y revolucionando cada vez más. Nuestras caricias se iban haciendo más íntimas, queriendo sentir placer por cada poro. Estábamos abrazados, besándonos, sintiendo la transpiración de nuestros cuerpos. Estábamos contentos y alegres, sentíamos cada vez más como nos íbamos transportándonos, a la euforia del placer.

Llegamos a acariciarnos mutuamente nuestros órganos genitales, notando la excitación que teníamos cada uno. Por mi parte sentía y parpaba, la humedad tan grande que ella tenía en medio de sus piernas. Estaba preparando su cuerpo para ser penetrada, aunque en este caso fuera solamente por mis dedos, en la parte externa de su vulva. Sus labios estaban mojados, con la humedad que salía de su interior, pues cada vez soltaba más flujo, como si de una fuente de agua se tratara.

Mis dedos jugaban de arriba abajo, o de abajo arriba, pero siempre alrededor de tan preciada gruta. Cuando al rato de jugar y sentir como su cuerpo se movía, intentando que mis dedos la penetraran hasta su interior, pero que nunca llegaban a traspasar más de un centímetro hacía adentro, desplazándose al final hacía arriba, en dirección al hermoso clítoris que tenía en la parte superior de aquellos magníficos labios.

Sus suspiros y gemidos cuando llegaba a el, eran escandalosos, teniendo muchas veces, que tapar su boca con besos o con la otra mano. El clítoris le salía bastante, crecía rápido, haciéndola llegar a un orgasmo con bastante facilidad. El primero solía ser bastante rápido, pues normalmente ya tenía su cuerpo preparado para ello, y el solo tocárselo hacía que le surgiera como un volcán, explotando en un inmenso placer.

Ella a su vez, acariciaba mi pene. Me hacía sentir un placer muy gratificante, pues cada vez lo hacía mejor. Me masturbaba con gran maestría, llevándome a momentos de lujuria indescriptibles. Sus suaves dedos, hacían que mi pene creciera de forma rápida, llevándome a esos momentos que no quieres que nunca se acabe. Que se pare el tiempo , pero tu seguir con ese gozo hasta el infinito.

Sus caricias en mi pene y testículos, me llevan cada vez más a olvidarme de lo que tengo en mi alrededor, cosa peligrosa en aquellas tierras, pero para mí ese momento era más importante, sentir ese placer que me transportaba al deleite. El gusto y el agrado, eran superiores a todo lo demás.

Estuvimos gozando durante un buen rato, sintiendo los orgasmos de cada uno. Hasta que al final ya cansados nos dejamos tumbar en la playa. En ese momento si hubiera llegado un gulana, un fleper, o quien sea, no nos hubiera levantado de ella.

CONTINUARA …

Espero sus opiniones y comentarios, siempre es bueno saber lo que piensan ustedes de la serie, pues el mejorar y recibir noticias de ustedes, siempre es aceptable, tomando todas las cosas, y que haga de ella, una buena serie. Espero sus noticias. Gracias a todos y un saludo.

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