Un mundo dominado por la hembras - Capitulo IX

Aquel beso nos unió más el uno al otro, ella cada momento se acercaba a mí y me reclamaba un beso. Cada vez era mejor nuestra unión, ella ya besaba como una leona en celo, cada vez le gustaba más que la estrujara en mis brazos y la besara. Sabía cuando venía a ello, por la mirada que me daba y sus gestos con la lengua y labios. Se mordía los labios y se pasaba la lengua de manera seductora, mirándome a los ojos. Ella sabía que su mirada me tenía prisionero, además de la cara de niña buena e inocente que ponía. Estaba aprendiendo a seducir a marchas forzadas, cada vez lo hacía mejor, y le gustaba atraerme como ella

Primero quiero darles las gracias a todos los que me dan animo, y me apoyan en la serie, además inclusive algunos como Sir de dar consejos sobre algunos detalles. Me parece bien lo de la pistola como dice el con el adn para darle más apoyo a que nadie se la robe para usarla, siendo exclusivamente para el dueño del arma. Tomare eso en cuenta, pero le añadiré otra cosa, pues ya tenía en mente usar otras cosas de la nave, e inclusive tenía una idea similar de la pistola, pero diferente al adn, pero como me parece bien la idea, le pondré ese añadido a lo que ya tenía en mente. Así que gracias por el consejo.

Lo que me pregunta Ariel, que de donde viene Daniel el piloto, he dicho que es similar a los humanos, y vienen de un planeta parecido a la tierra, pero que ya escasea el agua y los alimentos en el, pues lo han destrozado sus habitantes, por ello están buscando y colonizando otros planetas para poder llevar a su gente a vivir a ellos, pues su planeta de origen esta a punto de estallar por las guerras de controlar lo poco que queda de agua y alimentos.

De todas formas más adelante, se hablara de ello con Sibisse.

No quisiera que los esquemas que ya tengo planeados y hechos, como el indice y el epilogo, se vayan al traste, contando cosas antes de tiempo. Pero no quiere decir que no este abierto a sugerencias como las que hizo Sir, las enviada por Eva y Tortolita a mi correo, y otros más que me han hecho. Se lo agradezco a todos, pues me dan a entender que los que leen la serie, les esta gustando y se sienten atraídos por ella, cosa que veo fantástico y me gusta que sea así, agradeciéndoselo a todos. Gracias.

CAPITULO IX

¿Diosa Luna, porque no me dijiste que un beso era así?, y no como decían mis maestras que a los machos no se les besaba, que te podían contagiar cosas grabes y morirte. ¿Porque en mi pueblo son tan mentirosos, ocultando la verdad de las cosas?, todas estas cosas me las preguntaba al sentir aquel beso tan apasionado que estaba recibiendo, llevándome a los cielos de Luna.

Mi pecho estaba muy agitado, mi corazón parecía que se iba a salir de el, que sensaciones tan hermosas producen un simple beso. No pensé que fuera así, que sintiera de esta forma.

Se separo de mí, abriendo yo los ojos para saber que ocurría.

¿Que pasa Daniel, no te ha gustado?, le pregunte temerosa de su respuesta.

¡¡Siii … me ha gustado mucho!!, ¿pero quería saber que te ha parecido a ti?

Que no quisiera que me dejaras de besar, temí que no te gustaba, y que no lo había sabido hacerlo bien. Le respondí con unos ojos que me brillaban de emoción, un pecho que me parecía que estaba corriendo a la máxima velocidad posible, y que se iba a salir de el.

Lo siento si pensabas eso, solo quería darte lo mejor y preguntarte si te había gustado.

Me has dejado sin resuello, parecía que estaba volando por unas nubes de algodón. Daniel, me ha gustado muchísimo, y quisiera que cada momento que puedas me des más besos, como el que me acabas de dar ahora. Si el amor es así, ¡¡que viva el amor!!.

Contando Daniel

Aquel beso nos unió más el uno al otro, ella cada momento se acercaba a mí y me reclamaba un beso. Cada vez era mejor nuestra unión, ella ya besaba como una leona en celo, cada vez le gustaba más que la estrujara en mis brazos y la besara.

Sabía cuando venía a ello, por la mirada que me daba y sus gestos con la lengua y labios. Se mordía los labios y se pasaba la lengua de manera seductora, mirándome a los ojos. Ella sabía que su mirada me tenía prisionero, además de la cara de niña buena e inocente que ponía. Estaba aprendiendo a seducir a marchas forzadas, cada vez lo hacía mejor, y le gustaba atraerme como ella decía, con lujuria y pasión.

Por ahora, solo habíamos llegado a besarnos y acariciarnos un poco de nuestros cuerpos, ella sabía que me gustaba sus alas, por ello me dejaba acariciar sus plumas, el tacto que tenía me chiflaba, y no me cansaba de pasarle la mano por ellas y su pelo.

Su lujuria era cada vez mayor, me costaba más dominarme cuando ella estaba a mi lado. Mantenerla alejada de mí, era cada vez más difícil, pues tanto Sibisse como Negro, estaban siempre a mi alrededor, como abejas en la colmena.

Dormíamos muchas veces, pegados el uno al otro. Negro se ponía a nuestros pies, y si estaba alejada Sibisse, se venía a los míos.

Sibisse se colocaba generalmente a mi lado derecho, cuando nos acostábamos a descansar o dormir. Unas veces se ponía pegada a mi espalda, si yo estaba del lado contrario a ella, abrazándome con su brazo y el ala derecha.

Otras veces yo me pegaba a su espalda, si estaba virado para ella. Entonces era yo quien la abrazaba, cosa que le gustaba mucho, ya que ponía mi brazo izquierdo sobre sus caderas, o sobre la cintura, las alas, los pechos o la cabeza. Lo que tuviera entre mis manos en ese momento, de las diferentes posiciones que podía poner mi brazo, para acariciarla hasta quedarme dormido.

No quería llegar a más íntimamente, hasta que ella no me dijera que estaba preparada para ello.

Muchas veces, cuando estaba pegado a la espalda de ella, mi pene se despertaba, unas veces quedaba atrapado entre sus piernas, o en sus nalgas, o en la espalda. Según en que posición se colocara. Ella se dejaba que me colocara como yo quisiera, poniendo mi mano en donde se me antojaba. Le gustaba sentirme detrás de ella, y la mayoría de las veces dormíamos así.

Cuando yo estaba boca arriba, se abrazaba a mí poniendo un brazo por encima de mi pecho y su ala derecha me tapaba medio cuerpo, dejando parte de los pies y la cabeza al descubierto, como si me echara una manta de plumas por encima, sintiendo la calidez de esta, y sus duros pechos en el mio, quedándose dormida abrazada a mí.

Raras veces me quedaba dormido boca abajo, pero cuando lo hacía, ella apoyaba su cabeza en mi brazo como si fuera una almohada, tapándome con su ala, y colocando su brazo derecho sobre mi espalda, o en mi cabeza. Quedándome dormido, mientras ella me acariciaba el pelo.

Esos momentos eran muy íntimos para nosotros, nos gustaba sentir el cuerpo de uno pegado al del otro. Nuestras caricias y el calor que nos daba, hacía las noches más cómodas y confortables, esperando con ansia la llegada de la siguiente noche.

Me encontraba más a gusto con ella a mi lado, cada vez intimidábamos más, y me sentía más atraído por ella, pero no quería completar el acto amoroso con ella. Primero porque era virgen y según me dijo, no la había penetrado ningún macho en su intimidad, teniendo miedo de ello, por lo que le habían contado sus maestras, hermanas y su madre.

Le decían que la experiencia de la primera penetración era desagradable y dolorosa, por ello tenía miedo de hacerlo. A mí no me importaba esperar a que ella tuviera más confianza, se sintiera más segura consigo mismo y con nuestra relación, de que yo no le quería hacer daño, o el mínimo posible al romperse su himen. No como le decían a ella, que sería penetrada con dureza y dolor.

Nuestros juegos al acostarnos a dormir, eran cada vez más excitantes. No teníamos frenos en acariciarnos uno a otro, sintiendo como nuestros cuerpos sudando de gozo, pero todavía ella no había experimentado ningún orgasmo con mis caricias, pues no llegaba hasta el final, deseaba que se entregara ella misma, queriendo llegar al fin de las cosas.

Fue pasando el tiempo, sentíamos más confianza uno del otro, yo la verdad no podía aguantar más, tenía que descargar o mis huevos explotarían. Ella lo notaba en mí, mis deseos y las ganas de poseerla, el pene se me ponía como una barra de hierro, tenía que aliviarme en donde sea, sino me iba a volver loco tratando de dominarme para no poseerla.

Una de las veces que me fui a bañar a la charca que teníamos cerca, me decidí por desahogarme yo mismo, haciéndome una hermosa paja pensando en ella. Estaba masturbándome con bastante fuerza, subiendo y bajando mi mano derecha sobre el, mientras con la izquierda, me acariciaba los huevos que estaban a punto de reventar.

Pude percibir un movimiento a mi espalda, no sabía si era Sibisse, Negro o cualquier otro ser, pero en ese momento no me importaba, quería terminar de descargarme y estaba a punto, cuando sentí que se pegaban a mi espalda, el olor de su cuerpo me llego claramente, haciendo que mi pene se pusiera más rojo, como si me quemara por dentro.

Ella alargo su mano derecha llevándola a mi pene, mientras sentía sus pechos clavarse en mi espalda desnuda. Diossss … que placer sentí en aquel momento, dejándola a ella seguir, cerré los ojos y lleve mi mano hacía atrás, para tratar de acariciarla a ella también. Sentí en las yemas de mis dedos, su muslo fuerte y suave, estaba cálido. No se si por excitación, o porque todavía lo mantenía caliente de su cama y el calor de sus alas al abrigarse. Sentí cada dedo de ella agarrándomelo, como lo apretaba y acariciaba a la vez, subiendo y bajando su mano. La otra paso a acariciar mi pecho, con una suavidad que siempre me gustaba en ella. Abrió sus alas y las puso alrededor de mi cuerpo, abrazándome con ellas, el calor de estas hicieron que subiera más mi temperatura, dejando escapar suspiros y exclamaciones de gozo.

¡¡Ahhh... siii … !!, sentía mi cuerpo como estaba llegando, ya no podía aguantar más.

¡¡Me corroooo … siii …!!, fueron los gritos que solté, mientras ella me besaba el cuello con gran ternura y pasión, haciéndome sentir un gozo, más allá que otras muchas masturbaciones me  habían dado. Varios chorros de semen salieron disparados hacía la charca, vaciando mis testículos y aliviándolos de su dolor.

Ella miraba asombrada mis descargas como salían disparadas, haciendo un arco en el aire y unas hondas en el agua. Los peces pequeños que habían allí, fueron nadando hacía ellos a gran velocidad, peleándose por tomar ese semen que había caído, para deleite y voracidad de ellos.

Mi cuerpo temblaba como descargas de eléctricas en el, dejándome muy a gusto, no queriendo que pasara el tiempo, para seguir sintiendo aquel gozo que me invadía.

Entonces en ese momento, sentí las caricias de sus labios en mi oído, susurrándome bajito: ¿Estas mejor, Daniel?

No podía responder, sentía mi respiración y mi corazón como un huracán, teniendo que esperar un poco para poder coger resuello, y contestarle como pude. ¡¡Siii …  gracias por ayudarme, lo necesitaba!!

¿Porque no me lo pediste?, diossss aquella pregunta me dejo con la boca seca, parecía que se me había acabado la saliva, no pudiendo tragar y como si me faltara la respiración, me quede congelado, allí de pie delante de ella, pensando que encerraba aquella pregunta.

Ella noto mi cambio, pero con una dulzura y pasión, me volvió a besar en el cuello. Sentí un escalofrió que me puso la piel de gallina, por aquel beso tan tierno y cálido. Aquella criatura era extraordinaria, por la sensibilidad que tenía, la inocencia que siempre me mostraba, dejándome perturbado y a la vez con ganas de amarla, de estrecharla entre mis brazos y sentir su cuerpo. Como el calor de una hoguera, cuando estas muerto frió, queriéndote meter entre sus llamas, para sentir más ese calor.

Gire mi cuerpo para ponerme de frente a ella, ver sus ojos y su dulce rostro. Mientras me seguía abrazando con sus alas, la calidez de ellas hacía que mi cuerpo racionara de nuevo, sintiendo en mi virilidad ese calor que hace que se vaya levantando mi pene, como el sol al amanecer, que va subiendo poco a poco, a la vez que va calentando cada vez más. Mi cuerpo lo sentía así, cada vez más cálido, cada vez más pasional, haciendo que suba y colocándose entre las piernas de ella.

Voy sintiendo su calidez, siento que esta mojada y los flujos comienzan bajar por sus piernas. La abrazo por su cintura pegándome más a ella, que note mi fuerza en medio de sus piernas, a la vez que la voy acariciando por su espalda y nalgas. Esta desnuda, y noto en mi pene sus pelitos suaves pero mojados, no es velluda, más bien es escaso el pelo que tiene en su pelvis, de un rubio plateado a igual que el de su cabeza.

Sus pechos están duros, sus pezones parecen garbanzos que se clavan en mi pecho. Nuestros labios van en busca uno del otro, besándonos con pasión, ternura, jugando entre nosotros, mientras nuestras bocas se abren y esas maravillosas lenguas, hacen una danza para gran placer nuestro. Las movemos una contra otra, las estrujamos entre suspiros y exclamaciones, la pasión va aumentando entre los dos, pasándonos nuestras salivas, sintiendo nuestra respiración agitada. El calor cada vez nos invade más, nuestros cuerpos están completamente pegados, no dejando que quepa ni una alfiler entre nosotros.

Sus manos me acarician mi espalda, bajando y subiendo por ella, en momentos me acaricia el cuello y el pelo, y en otros mis nalgas, apretándome más contra ella. Siento cada vez más flujo en medio de sus piernas, mi pene esta bañado en ellos, dejándose resbalar y frotar cada vez más entre nuestros sexos, sintiendo como nuestros cuerpos se agitan, se mueven como si estuviéramos copulando.

La tensión entre los dos es cada vez mayor, el ansía que tenemos el uno por el otro esta llegando a unos extremos, que sera difícil la vuelta atrás, los dos lo sabemos y continuamos con ello.

Su cuerpo tiembla cada vez más, deja de besarme y pega su cabeza a mi cuello, tratando de coger aire, mientras sus alas se levantan y comienzan a moverse agitadamente, sintiendo el vació bajo mis pies y que nuestros brazos se agarran con más fuerza a nuestros cuerpos, para mantenernos juntos en la altura..

Ella comienza a gritar ¡¡Ahhh … ahhhh …!! dejándome casi sordo del oído, mientras su cuerpo se agita más rápido apretando mi pene entre sus piernas, esta a punto de tener su primer orgasmo, acompañada con otro ser.

¡¡Siii … yaaa … llegoooo …!! ¡¡Lunaaaa... gracias por haberme traído a Danielll … y por este momentoooooo!!, decía ella media asfixiada.

Sentí como me mojaba completamente de flujos, mientras su cuerpo se convulsionaba entre gritos y apretones de sus brazos. Caímos los dos al suelo, menos mal que estábamos a poca altura de este, mojándonos los dos en la orilla de la charca, salpicándonos con el agua en la caída, mojándonos los pies que se quedaron bañados hasta los tobillos, metidos dentro de ella.

Se quedo un rato quieta cogiendo aire, mientras yo seguía con mi pene a punto de estallar, pues me había quedado a media al ser interrumpido con la caída de los dos, a la orilla de la charca.

Contando Sibisse

Después del primer beso que nos dimos Daniel y yo, este me volvió loca de lujuria, pasión y ternura hacía el. Quería cada momento sentir sus labios, su lengua, su cuerpo pegado al mio, necesitaba ese contacto, pero tenía miedo de que el huyera de mí, por la ansía que tenía de acapararlo.

Cuando dormíamos, procuraba pegarme lo más posible a el, sintiendo ese contacto que me quemaba por dentro, sobre todo en mi zona intima, sentía como esta se inundaba de flujos, teniendo que lavarme con frecuencia, en la charca que teníamos cerca.

Veía en sus ojos mucha ternura hacía mí, cosa que me agradaba cada vez más. Sus caricias cuando estábamos pegados, me dejaban a veces que no podía respirar, sintiendo las yemas de sus dedos en mi piel. Sobre todo cuando me acariciaba mis pechos, Ufff diosaaa Lunaaaa, eso era increíble, sentía como mis pezones subían a una velocidad inmensa, parecía que estaba en mi ciclo, teniendo una sensación en ellos indescriptible. El los atrapaba entre sus dedos, pellizcándolos con ternura, quedando casi sin aire en mis pulmones, de la sensación tan fuerte que me alcanzaba.

Mis flujos en esos momentos salían en más cantidad, sintiendo como me mojaba las piernas y mis pelos de la pelvi. A el le gustaba jugar con ellos, sintiendo sus dedos enredarse en mis pequeños pelos, con caricias y movimientos que me excitaban cada vez más. Sentía como sus dedos se acercaban a mi raja, como jugaba con mis labios, subiendo y bajando por ellos, y en ciertos momentos tocaban mi clítoris, haciéndome salta de gusto y decir palabras incongruentes, que me dejaban cada vez con más fuego en mi interior.

Lo dejaba hacer, lo dejaba jugar con mi cuerpo, sintiendo cada vez que me rosaba o me sujetaba mi clítoris con sus dedos, una sacudida en mi cuerpo, que a la vez me hacían mover las alas. A veces me era imposible por la postura que estuviera, si estaba de lado sobre todo, al tener una de ellas prisionera con mi cuerpo, pero la otra la llevaba hacía mi cuerpo apretándolo contra mí, como si fuera un brazo más. Eso le gustaba mucho, pues lo oía suspirar cuando lo hacía.

Cada vez lo deseaba más tenerlo entre mis brazos, besarlo, acariciarlo y sentir sus caricias, el estar junto a el, cuando salimos de la cueva y vamos de exploración, o bañarnos ayudándonos uno a otro.

Me gustaba mucho cuando el ponía su pene en medio de mis piernas, acariciándome con el mi vulva, sintiéndola en medio de mis labios sin entrar en la vagina.

Una mañana lo sorprendí masturbándose, yo sabía que estaba demasiado excitado últimamente, debido a que nuestras caricias son cada vez más asiduas, tanto por la noche como al mediodía, cuando el calor es más intenso, y nos refugiamos en la cueva para descansar.

Me acerque a el despacio, quería ayudarlo en su masturbación, además tenía un deseo enorme de tener entre mis manos su pene. Sabía que en parte la culpa era mía, por no decirle que puede yacer conmigo, pero todavía tenía miedo a la penetración, sobre todo al ver el tamaño de su pene, tanto en largo como en grueso.

Lo acaricie y se lo agarre con cuidado, note en el la excitación que le dio y lo caliente que la tenía. Le besaba su cuello, pegando mis pechos a su espalda, que los notaba muy grande y duro, el sentir su espalda en ello, me sirvió al principio de alivio por el frescor de ella, pero luego note su piel cada vez más caliente también, haciendo que mis pezones se quemaran más de lo que los tenía. Estuve acariciándolo y masturbandolo, hasta que sentí su cuerpo temblar y agitarse, dando descarga a unos hermosos chorros, como si de una fuente se tratara. Fueron varios, que iban formando una parábola, entre las alturas y la charca a nuestros pies, como un arco iris de semen.

Me sentía muy excitada, con la descarga que le hice arrojar en la charca, quería que el me acariciara, haciéndome sentir lo mismo. Se puso de cara a mí, mirándome con aquellos ojos, que parecían que descargaba rayos de fuego sobre mí, dejándome prendida de ellos.

Al pegar nuestros cuerpos, comencé a notar el despertar de su pene de nuevo, se iba clavando en mi vientre, cada vez más caliente y mayor. Con movimientos de su pelvis trasero, lo bajo hasta colocarlo en medio de mis piernas, las cuales las abrí dejándolo pasar. Se coloco en medio de mis labios, frotándose con mis labios, sintiendo cada vez más como mi clítoris se inflamaba más, estaba creciendo de una forma que nunca lo había tenido, mientras el roce con su pene se hacía cada vez más intenso.

Me estaba llevando a un gozo que no me podía imaginar, sentía como mi cuerpo experimentaba un mayor grado de excitación, que me estaba llevando a una situación nunca alcanzada, parecía que mi cuerpo se transformaba en una oleada de calor, pasión y gozo.

¡¡Diosaaa … Lunaaaa …  que me ocurreee …!!, mi agitación era cada vez más fuerte, el calor que subía por mi cuerpo, hizo que mis alas se abrieran haciendo que subieran nuestros cuerpos. Sentí su agitación y los movimientos de su pelvis contra los míos, parecíamos que estábamos copulando, sabía que era el camino para un orgasmo, pues los había experimentado sola, pero esta vez eran más fuertes, gozaba más, y sentía mi cuerpo a punto de explotar.

Nos elevamos como un metro del suelo, apretando más fuerte nuestros cuerpos, mis alas se movían al ritmo de nuestros movimientos pelvicos, manteniendo nuestros cuerpos suspendidos en el aire. Era una sensación nueva para mí, por la intensidad tan grande que despertaba mi ser. Era un momento único que experimentaba por primera vez, sintiendo esa ola cada vez mayor que se acercaba, hasta lograr un orgasmo que me dio una sacudida en mi ser, como perdiendo el conocimiento, que nos llevo al suelo de nuevo, cayendo a la orilla de la charca y mojándonos con ello.

Menos mal que Daniel me agarro, para que no cayera al suelo, pues mi cuerpo parecía de gelatina, de tan fuerte gozo que me dio. No había sentido nunca esa intensidad, ni ese gozo, que me dejo como inconsciente por un rato.

Al recobrar bien el sentido, notaba en mi vientre la fortaleza, dureza y calor, de aquel miembro que me había llevado a tal orgasmo. Seguía inmenso y duro, al pobre lo había dejado a media, al caer por mi orgasmo. Pero me sentía en aquel momento, la hembra más feliz de aquel planeta.

Continuara …