Un momento de infidelidad

Esta historio me la cuenta Carmen la mujer de Luis,muy enamorada de él pero Luis le presta poca antención a su mujer,es muy animal y un machista descarado y Carmén es una gran señora que por consejo de la mia ya ha dejado de parir,porque es lo que dice ella,su marido no entiende que la mujer tiene que tener placer y no solamente él para hacer niños, ya tiene cuatro, y si se enterara que toma la pildora Luis algo grave pasaria, pero a pesar de lo hijo de puta que es Carmen lo quiere mucho,!!Tonta".

Asi mi lo cuenta:

Tengo que decir esto o me enloqueceré. Todo comenzó el día que llego el hermano de mi marido a nuestra ciudad, sin previo aviso. Ese día mi marido se encontraba ocupadísimo en el trabajo que desarrollaba en su oficina que la tiene en nuestra casa. Como su hermano tendría que visitar diferentes sitios en la ciudad, mi marido me solicitó que yo lo acompañara, para que no se perdiera ya que él no la conocía muy bien, él tiene 43 años la misma edad que yo y dos menor que Luis.

Ese día me sentía muy tranquila y pensé que sería una buena distracción estar de guía turística. Me había vestido con minifalda corta, negra con una abertura en la parte de atrás, con medias negras de liguero, tacones negros, una blusa color blanco de seda traslúcida, sostén del mismo color; además el tangas que usaba era de las que se quedan entre mis nalgas y hacía juego con el sostén. Eso siempre me mantiene con un poco de excitación extraña. Llevaba en mi brazo, también un abrigo negro para protegerme, pues la ciudad es de clima frío, aunque he parido cuatro veces tengo un buen cuerpo,que me gusta lucirlo,es en la cosa que Luis no le importa,porque el egoista dice que asi ven los demás la hembra que tiene.

Bueno omo salimos rápido, me despedí de mi marido con un beso inclinándome hacia él. Me pareció por un instante que el hermano al que llamaré Javier, busco la forma de mirar en ese momento debajo de mi falda, pero como siempre nos tratamos de manera cordial, pensé que era mi imaginación.

Cuando nos dirigimos al coche, él me siguió y sentí su mirada en mis nalgas y en mis piernas. Cosa que comprobé cuando me dijo:

• Que bien estás querida cuñada, como se te ve de bien esa falda.

• Siguió: - Eres una bella mujer, ¡Cómo me gustan esas formas de mujer elegante, seductora y conocedora de la forma de atraer hombres!.mi hermano estará loco contigo con razón te ha hecho cuatro hijos.

Su tono me dejo ver que en verdad, no hablaba de mi vestido sino de mi cuerpo. Tengo que decirlo, mis piernas son delgadas y junto con mis caderas, son las partes que más me miran los hombres. Aunque mis conquistas cuando estaba soltera siempre admiraban mi cara, mi boca de labios finos, mi voz y mi cuerpo de mujer sensual sin ser exuberante, ya que es delgado, y mis tetas son normales y formas bien definidas.

Por un momento me sentí fuera de lugar, pero no supe exactamente por qué. Hacía rato no me sentía halagada por un extraño.

Como yo conducía, él se sentó a la derecha y desde ese momento, miraba con insistencia como movía mis pies en los pedales del coche, y como mi falda se templaba y subía poco a poco. No hubo un momento en el que no consiguió decirme algo adulador:

• Que linda te ves conduciendo.

• Cómo se te ven de bien esas medias

• Que bonitos pies

• Tu marido debe ser el hombre más feliz teniéndote a ti. Y seguía con comentarios cada vez más subidos de tono.

• Oye, ¿hasta dónde llegan tus medias?.

• ¿Podría mirar ese bello secreto que escondes en tu entre pierna?

Todas esas palabras las recibía de una forma extraña y me hacían sentir bien, seductora y deseada, aún cuando no era mi  Luis. Pero yo tenía que hacer que se comportará y para eso le respondía en un tono serio que él ignoraba todo el tiempo.

-¿¡Que te pasa!?.

-¡Respétame!

-¡soy una mujer casada!la mujer de tu hermano.

-¡Guarda silencio!

-¡Que le digo a tu hermano!

-Si sigues así te bajo del coche.

Al principio me sentí un poco asustada, pero poco a poco sus cumplidos me hacían reír y me hacían sentir muy bien.

Así estuvo toda la mañana, mientras lo acompañaba a los lugares que él quería.

En el transcurso de la media mañana, Javier me invitó tomar algo, por lo que decidimos entrar a un lugar de sillas redondas al rededor de una mesa, en una bonita plazoleta de un centro comercial. Él se sentó frente a mi, de forma que mis piernas se podían ver a través de la mesa que era de vidrio.

Estábamos allí sentados, cuando mi marido me llamó al móvil, entonces él se portó de la forma más audaz y si se quiere osada: Me miró descaradamente mis piernas cruzadas, se agachó buscando quedar al frente mío y mirar dentro de mi falda y me hizo un guiño acompañado de un movimiento con su lengua, como cuando se está frente a un delicioso pastel, que era como él quería tenerme. Estaba aprovechándose de la llamada que me mantenía ocupada para tratar de comerme con la mirada.

Lo mire sorprendida, pero el guiño y el hecho de que hablaba con mi marido evito cualquier otra reclamación. Lo que hizo que girara mi cuerpo del lado contrario y de esta forma evitará que él se comportará tan atrevido. Me distraje un segundo y cuando lo busque con la mirada, me di cuenta que se dirigía a una tienda de ropa. Seguí hablando y cuando termine, lo espere cerca de 10 minutos. Llegó con una pequeña bolsa rosa. Me la entregó y me dijo que me la regalaba.

¿Es para mi?, ¿qué es?

Me dijo - ábrela...

La abrí y descubrí un par de pantys negros de encaje que tenían una forma similar a los que llevaba puestos.

Oye te estas pasando - le dije

Soy una mujer casada, felizmente casada y además soy la esposa de tu hermano, no crees que debes respetarme y respetarlo.

Él muy descarado sólo sonrió

Me dijo que había visto dentro de mi falda unos pantys blancos y pensó que me podían hacer juego unos negros, ya que toda la parte de mi vestuario desde mis caderas era negro.... sonreí, mínimamente para que no lo notara. Al contrario, le hable con dignidad:

Me parece que no nos respetas. Te pido firmemente que lo hagas sino tendré que dejarte aquí y hablar de ello con tu hermano esto es en serio, le dije.

No pareció importarle, al contrario: Me dijo, lo haré si me prometes que ahora mismo buscas la forma de cambiarte esos pantys que llevas por los que te regalé. Después de eso, me comportare como un caballero. ¿De acuerdo?

No vi mayor dificultad y conforme con que dejara de seducirme, le dije, que aceptaba y que iría a buscar un baño para eso... no puso objeción aunque pude ver una luz de picardía que no pudo esconder.

Entré al baño que estaba desocupado y empecé a hacer el cambio: subí mi falda lo necesario, baje mis pantys blancos, los miré y pude ver que estaban un poco húmedos en la zona que tocaba mi chocho; los recogí y los guarde en el mismo y me puse los otros. Saque los negros, los abrí y vi que tenían un encaje y eran prácticamente transparentes. Me parecieron muy sensuales así que me los vestí. Cuando subieron y tocaron mi chocho por un instante los sentí fríos. Los acomode en mis caderas y aprovechando que estaba sola, me subí la minifalda y contemple la parte de abajo de mis caderas. Vi como apretaban mis intimidades, y como algunos pelillos de mi chocho salían por los adornos del encaje. Los ajuste adelante y atrás, acomode la falda y salí.

Pensé: ¿Cómo pudo hacer para descubrir mi talla?,

Debe ser un experto en estos aspectos de la mujer, me respondí.

Acomodé mi falda nuevamente y me mire en el espejo. Me sentía asustada haciendo algo prohibido, pero complacida de ser un objeto de deseo de otro hombre. Espere un momento para no mostrar mi rubor en la cara y me dirigí hasta la mesa. Me senté y le dije: Ahora si, a comportarte, quiero que de ahora en adelante no intentes avanzar más hacia mi, no te permitiré ni miradas, ni cumplidos, ni intentos por mirarme, o cumpliré mi amenaza.

Mi comentario pareció que no lo recibió. No dijo nada, pero tampoco intentó refutarlo.

Tomo el paquete y lo dejo en la silla del lado. Me preguntó cortésmente que si quería almorzar allí mismo, y viendo que era un buen sitio, acepte.

Pedimos y empezamos un almuerzo tranquilo y a hablar de las cosas de su trabajo. Todo iba bien hasta cuando al terminar y levantarnos para salir, él se limpio la boca;  de pronto, me pareció que lo hacia no con la servilleta que también era blanca, sino con mis pantys. Trate de buscar el paquete y no lo encontré.

Vi como lo paso por su nariz, por su boca y sus labios. Lo hizo por un par de segundos y de una forma tan segura que no supe que hacer, así que decidí hacerme la inocente.

Cuando salimos, le pregunte por el paquete y me dijo que él lo llevaría. Se comportaba como si no pasara nada, eso me tenía desubicada.

En la tarde hizo otras vueltas, hasta que como a las 4:00 PM me indico que ya estaba bien por hoy. Yo estaba cansada y le dije que iríamos a casa.

Acepto y nos dirigimos al apartamento. Mi esposo estaba trabajando y cuando nos vio llegar, nos invitó a la sala a hablar Mientras íbamos, Javier entro al baño. Mi esposo me cogió de la cintura, se hizo enfrente mío, me beso apasionadamente y me rogó que me quedara así por que estaba muy linda y quería admirarme. Probablemente tenía todas mis hormonas hirviendo, y él ingenuamente pensaba que era sólo cuestión de mi belleza. Ustedes deben entender; soy una mujer y tanto halago tiene sus efectos.

Pues bien, nos sentamos en el sofá los dos, yo cerca a mi marido y él en el sillón del frente. Me recosté en el hombro de mi hombre y subí las piernas en el sillón, dejándolas cerradas, para no mostrarle mi chocho a Javier que de seguro buscaría la forma de mirarme.

Estuvimos hablando y hablando, hasta que empecé a oír comentarios de Javier sobre su antigua mujer ya que era separado, que cada vez se hacían mas y mas personales. Mi esposo se veía interesado de cada revelación que Javier le hacía, pues los temas eran cada vez mas sexuales.

Yo me encontraba un poco intranquila pero también halagada por lo del día. Me distraje un momento, hasta que le oí un comentario a Javier que me dejo perpleja:

-A Maria (que así se llamaba su exmujer), le gustaba usar sus pantys, siempre que yo se los dejara untados de mi.

¡No pude creerlo!

¿Cómo? - exclamé, No tanto buscando explicación, sino tratando de entender lo que me pasó

él de forma directa, me dijo:

• Si, Maria se ponía sus pantys siempre después de que yo se los llenaba de mi, ya sea con el líquido de los hombres, tu sabes, o ya sea con el olor que impregnaba cuando los restregaba en mi coño.

Quede aturdida. Él no podría ser capaz de hacerme eso, No creo, que me haya hecho lo mismo; pensaba.

Recordé que al ponerme los pantys los sentí fríos. ¿No sería que estaban húmedos?

Inmediatamente, mis piernas se cerraron un poco más como pensando que su leche ha estado tocando los labios de mi coño. Mi instinto me decía que si cerraba las piernas, no los dejaría entrar dentro de mi.aunque no pasaria nada porque tomo la pildora

Al principio sentí rabia, odio, mal genio, confusión, me sentí ultrajada, traicionada, pero también me sentí sensual, infiel, poseída. Otra vez no supe que hacer, así que no hice nada.tambien pensaba que a lo mejor mi cuñado me haria correrme más que su hermano pues con mi marido pocas veces me he corrido en eso es muy machista.

Los siguientes minutos, mi mente sólo pensaba en que cada instante un poco de su leche se mezclarían por primera vez con los míos. Además era la primera vez que tenía la leche de otro hombre, diferente de mi marido en los labios de mi coño.

Recordé que esos pantys estaban entre mis nalgas, que yo los ajuste mas para que tocaran cómodamente mis labios vaginales. Que camine con ellos y en cada movimiento ellos se restregaban en mi.

Me excite. pero guarde silencio.

Estaba en mis pensamientos cuando mi esposo salió un momento a comprar algo de comer por la noche. Fue cuando él me miro a los ojos, con pasión y deseo. Yo no pude mantener la mirada y me sentía incomoda. Vi como otra vez miraba descaradamente bajo mi falda y me mostraba su polla cubierto por unos pantalones que le quedaban bien por que le marcaban la forma tanto de sus nalgas como su polla.

De forma directa me dijo:

-Saboree tus jugos de los pantys blancos, ahora mismo en el baño lo comprobé mirando y oliendo tus pantys que ahora serán míos. Sé lo excitada que estas. No lo puedes negar, te mantuve húmeda mientras te cortejaba en la mañana.

Seguidamente, se abalanzo hacía mi.

Intente salir para ir al baño, pero cuando iba a retirarme, Javier se paró rápidamente y me empujo en forma delicada y segura hacia el sillón, se arrodillo y entreabrió mis piernas, paso sus manos por debajo de ellas y se apropio de mis nalgas, rápidamente me palpo de la forma más descarada, me subió la falda, corrió los pantys llenos de su leche, saco su polla, mientras su mirada me demostraba el intenso deseo que quería calmar en mi. Sentí como ese duro palo de hombre pasaba desde la punta de mi coño hasta mi íntimo culo. Besaba mis piernas, mis caderas, me cogía los pies, palpaba tranquilamente todo mi coño, poniendo y restregando la palma de su mano, su cara, su boca.

Me saboreo por algunos segundos, luego sentí una presión fuerte en mi polla. Era su polla apuntando directamente en mis labios vaginales.

Abrí los ojos con terror - ¿¡Qué me vas a hacer!?, le grité.

Hizo una expresión de pasión que me sedujo completamente. Por lo que callé y concentré mi vista a nuestros sexos, hasta que me la metio. En ese momento, le dije:

• ¿¡Que haces!?, estas follandome, como te atreves. Pero era demasiado tarde.

Mi respiración me delataba, mis ojos se perdieron cuando sentí a esa polla dentro de mi. Mi voz estaba entrecortada y sólo se me salían pequeños gemidos,también me paso que al sentirla toda dentro me empece a correr cosa que jamas me habia pasado con su hermano

Ohhh, ¡por Dios!, noooo

Ahhh, ahhh

No me la metas, ahhh, ahhhh

Mi rechazo cada vez era más débil. Ahhh, Ahhh, ¿Qué me haces?

¡Por favor!, nooo, ahhhh

¡Cómo me follas!, ahhh

¡noo, cuñado, nooo, ahhh, que me haces gozar, noo nooo¡ por favor, por favor, ahh, ahh yo y él seguro setia los flujos de mi interior corriendome de gusto.

Él no me hacía caso, puso sus manos en mis caderas y saco mi culo más; de esa forma me penetro otro tanto. Sentí una polla más gruesa que la de mi marido, con una forma curva, muy dura que me invadía, no tuve tiempo de decir nada por que sus manos subieron a mis tetas, desabotono el sujetador de adelante y me las cogió de abajo hacia arriba varias veces, lo que no pude resistir, así que puse mis manos sobre las suyas y las acompañe en ese movimiento, que tanto gusto me estaba dando.

¡Que hombre para coger las tetas de una mujer!

Me las acariciaba, me las apretaba, me las lambía, me manoseaba toda, ya con mi permiso. Pero lo hacía de una forma tan decidida, que yo solo atinaba a dejarme hacer, me tenía sumida a sus deseos; es mas, estaba sintiendo, suplicando y rogando que me hiciera suya, yo con su mete y saca tenia la sensación que me correria otra vez para mi era de locura tener tanto orgamos seguidos, nunca conocidos.

Oí hablar en el pasillo de afuera. Volví a la realidad, me preocupe y le dije:

• Oye que tu hermano ya esta ahi, ¡Sácala por favor, sácala!, mientras inconscientemente mis caderas seguían el ritmo de sus embestidas. Nos restregábamos sin dejar un milímetro de nuestras pieles en contacto. Mis piernas se abrían para permitirle que me la metiera con mayor profundidad, hasta la matriz donde nunca habia llegado su hermano,entonces recorde que como mi marido me follaba de muy tarde en tarde estaba descansando de tomar la pildora,era peligroso lo que estaba haciendo.

No pude resistir la tentación de sentir esa dura herramienta follandome: Tenía una polla muy dura, dentro de mi, con una forma y un grosor tan espectaculares que me hurgaban más y más y me volvían loca.

Ya no hablábamos, él ponía su boca en mi oreja y respiraba allí, eso me calentaba más. Cogimos un ritmo fuerte pero delicioso, no paraba de tocarme las tetas, las piernas, los pelillos en mi coño. Se mojaba la mano con nuestros jugos y me la pasaba por mi boca, haciéndome chupar.estaba como loca su hermano jamás me habia dado tanto gusto.

Yo literalmente cabalgaba a mi cuñado totalmente abierta de piernas y sostenida por sus manos en mis nalgas, saltaba decididamente en busca de su polla y restregaba mis labios vaginales, mi clítoris y mis pelillos alrededor de esa polla que adentro exploraba muchas zonas íntimas donde nunca habia llegado nadie. Mi espalda en el sillón y mis piernas empujando su trasero para que me penetrará me producían una sensación de placer inmenso. Veía como sus manos amasaban mis tetas y eso me impulsaba inconscientemente a buscar mayor penetración.

De pronto me dijo, no saldré de ti sino hasta que te llene de mi leche.

Comprendí que sería de mi cuñado. Rápidamente recordé que estaba en el momento adecuado para ser preñada, llevaba ya dos meses sin tomar la pildora y le dije:

-¡No que me preñas!, no me llenes de tu leche.sacala a tiempo que yo me preño muy pronto y más con esa polla que tienes que me llega hasta la matriz, tu hermano me ha preñado con menos.

Mientras él me follaba con una firmeza que me dejaba aturdida, ¡cómo me follaba!, por Dios. Le vi su determinación en su expresión. No dejábamos de mirarnos nuestras enrojecidas y excitadas caras y vi como se le acercaba su corrida y yo que tambien lo iba hacer a la par suya.

Me miro y cuando pensé que tenía el control, que podía sacarlo de mi, sentí que su polla creció en largo y ancho, lo que me enloqueció, Decidí esperar un segundo para sentir a ese macho en mis entrañas antes de empujarlo fuera, pero un delicioso y muy intenso orgasmo hizo abrirme más y más para recibirlo, hasta que me volvi a correr diciéndole:

-Hazme tuya, macho, préñame si quieres, más y mas...estamos haciendo cabrón a tu hermano que lo jodan y sepa follar a una mujer como yo.

-Ahhhhhhhhhhh, ahhhhhh, gritamos los dos mientras nos chupábamos, nos besábamos con la boca abierta y penetraba con su lengua lo más profundo de la mía.

Estábamos desbocados y no parábamos, sentía todos los chorros calientes de su leche dentro de mi y le pedí:

mmmmmássssssssss

mmmmmásssssssss dame toda tu leche,  cuñado, gózame, úsame, seré siempre tuya, ahhhhh,ya la estoy sintiendo tu leche me estas preñando como arde que tio.

Así fue: durante unos minutos me lleno de su leche a borbotones, vibraba mi coño y su pene cada uno a su ritmo. No paraba de moverse tocándome todo el interior de mi cuerpo en cada embestida,no se le aflojaba y seguia follandome, cuanta leche tenia en sus huevos, Era la forma más rica que he sentido al hacer el amor. Lo sorprendente fue que en menos de tres minutos sentí como me mandó su segunda corrida mientras nos besábamos apasionadamente. Aquí yo ya era de ese hombre, sentí que nos entrelazamos en una unión perfecta basada en esa entrega íntima de dos cuerpos.y su polla soltando leche.

Lo miraba mientras sentía una mezcla de pasión, de sumisión, de amor, de picardía, cuando me dijo:

• Mira como te sale una polla diferente a la de tu esposo. Si él la ve, sabrá que tu la llenaste de tus jugos por que la deseabas.

Levante mi cabeza y vi como salió de mi interior su preciosa herramienta, toda húmeda, toda gruesa, llena de venas. Sus palabras directas, me excitaban. Por un segundo la desee nuevamente y de manera automática lo empuje con mis piernas hacia mi. Aproveche para llevar mis manos a sus nalgas e hice más esfuerzo para que nuevamente entrará. Vi como me trague nuevamente su pene y goce lentamente, mi pelvis se movió y aproveche para sentir cada milímetro de su órgano.

Pero él manteniendo el control, lo saco lentamente otra vez y lo tomo de la base. Con su polla me comenzó a dar pequeños golpeteos en mi chocho como si fueran latigazos. Me sentí toda suya. Cerré los ojos y nuevamente me penetró. Aproveche para que mis piernas y mis manos lo sostuvieran mientras me restregaba para tener un orgasmo más suave. Cada movimiento era más y más íntimo me sentía en la gloria. Llegue a mi orgasmo y cuando pugaba lentamente, otro chorro de su leche me invadió. Fue delicioso. Manaba su leche como una fuente.

De pronto oímos un ruido exterior y rápidamente, nos separamos, hasta que cobramos un poco de conciencia. Pero sin preocuparse por el tiempo, él se salió de mi, me volteo, beso mis nalgas, mi ano, mis piernas. Fue tan sensual que acabe deseándolo nuevamente.

Luego sin decir nada salió para el cuarto que le habíamos dejado.

Detrás yo salí al baño, cerré la puerta y puse mis manos en el lavamanos. Respire, poco a poco me fui calmando, moje mi cara, respire cada vez mas pausadamente y luego acomode mi falda, mis patíes, mis medias; me moje la cara y salí dejando en el rubor de mis mejillas y en el interior de mi chocho la huella de la mujer que siendo casada fue infiel, aún cuando ama a su esposo.

Continuara: