Un momento a solas con papá

Una comida se convirtió en el momento más inesperado y necesario con mi padre.

Hola a todos, mi nombre es Carolina, y hoy vengo a contarles un pequeño relato. Un momento que estuve disfrutando en compañía de mi papá. (Para los que son nuevos, mí papá y yo ya llevamos tiempo teniendo relaciones. Este relato no es continuación de ningún otro, pero evitaré contar como si fuera la primera vez que cojo con él). Este domingo, siendo un día de familia, mi tío Alfredo nos invitó a comer a su casa. Al llegar, saludé a mi tía, a mi tío y a mis primos. Papá lucia fenomenal. Muy sexy a mi parecer. Tenía puesto un pantalón negro de mezclilla entubado, camisa informal azul cielo con las mangas dobladas y unos mocasines cafés. Aunque tiene 44 años, siempre se agradece que un hombre de su edad vista muy juvenil. Lo hace más atractivo para las mujeres y más si es guapo. Yo considero guapísimo a mi papá. No es feo pero debido a que me gusta, siempre lo tendré hasta arriba de muchos hombres. Aparte tiene un trasero encantador, que no dudo que las putas de su trabajo le anden espiando. Yo soy una chica de 20 años, de complexión delgada, pechos medianos no muy grandes, piel blanca, y un trasero parado. Para ese día decidí estrenar un vestido rojo muy ajustado de modo que resaltara mi trasero y mis curvas.

Mamá ayudaba a mi tía en la cocina, mientras que mis primos y yo ayudábamos en la mesa. Papá platicaba con mi tío. Mientras colocaba los platos, me estiraba y hacía ruido chocándolos para llamar su atención y volteara hacia mi. Cada vez que lo hacía, levantaba el culo para que me lo viera. Estaba decidida a todo sin importar quien estuviera. Me miraba de reojo cada vez que iba al comedor. Todo estaba listo. Nos sentamos y empezamos a comer. No dejaba de mirarme. Me había sentado frente a él para que nuestras miradas se cruzaran a propósito. Y lo hicieron. Le sonreí, le guiñaba el ojo, mantenía la mirada, incluso metí mi pie derecho en su entrepierna para ver que hacía. Cuando terminé de comer, levanté mis platos y caminé al pasillo que se dirigía al baño. Justo cuando giré la perilla apareció mi papá detrás de mi y me metió empujándome contra la pared.

-          Qué sea la última vez que haces eso, ¿entendiste?, me preguntó seriamente.

-          Pensé que te gustaría

-          Si. Me gustó pero no lo hagas

-          ¿Entonces porque si te gustó, no quieres que lo haga?

-          ¿Acaso eres estúpida?. Pueden darse cuenta.

-          …Lo siento.

Un silencio invadió el cuarto de baño. Mi cara pegaba con la pared al igual que mis pechos. Me tenía inmóvil. De repente su mano derecha acariciaba mi cintura. Podía sentir que me miraba el cuerpo detenidamente.

-          Mmmm te vez muy bien, me alargó con una voz seductora.

-          Lo hice por ti.

-          ¿En serio?

-          Si

Su mano recorrió mis costillas de mi lado derecho. Bajó a mi cintura y luego a mi glúteo para apretarlo.

-          Mira que rico.

Nl dije nada y disfrute de sus apretones. Siguió bajando hasta llegar a la orilla de mi vestido y empezó a subirlo descubriendo mis muslos. El vestido me llegaba por arriba de mis rodillas, así que no fue difícil levantármelo. Quitó su brazo izquierdo de mi espalda para ayudarse con su otra mano para desnudar mi trasero. Al hacerlo, rebotaron mis nalgas levemente.

-          Mmm que culo tienes.

Cubrió mi trasero con ambas manos. Lo frotó. Jugó con mi culito unos segundos. Separaba y juntaba mis glúteos de modo que mi calzón se me metiera y me quedara como una tanga.

-          Que rico oler estos calzones.

Reí sin decir nada. Besó mi nalga izquierda. La mordió ligeramente. Luego hizo lo mismo con la derecha. Me dio una nalgada que hizo encender aún más las ganas de coger. Necesitaba unas manos largas y una buena verga que recorriera todo mi cuerpo. Con sus dedos agarró el resorte de mi calzón y lo fue bajando lentamente haciéndolo resbalar por mis muslos y mi traserito.

-          Mmmm que ricura de culo, dijo.

Dejó caer mi prenda sobre mis pies. Tomó mi colita y la masajeo. Formaba círculos con mis glúteos. Juntaba y separaba mis nalgas. Sentía un poco de pena que me viera toda esa zona pero sus halagos me decían que lo disfrutaba.

-          Tienes un culito hermoso, Caro.

Se levantó y me susurró al oído derecho.

-          Con gusto te comería el culo. Recorrer la lengua por tu rico agujero.

Dios, sus palabras me prendían micho. Aunque sus acciones podrían ser un poco sucias, me gustaba que las dijera, incluso que lo hiciera. Mientras respiraba en mi oído, sus manos apretaron mi trasero.

-          ¿te gusta que te lo agarre?

-          Ajá

Me lo levantaba y me lo dejaba caer.

-          Me dan ganas de romperte el culo, Caro.

-          ¿Aquí?

-          Si.

No dijo nada más. Pasaron tres segundos y sentí uno de sus dedos acariciar la entrada de mi culo.

-          Espera

-          ¿No quieres?

-          Si, pero

Interrumpió mi frase al penetrar mi orificio con su dedo. Apreté los labios.

-          Lo tienes un poco apretadito, que delicia.

-          Sácalo, por favor. No me siento segura aquí.

-          Relájate, preciosa.

Lo retiró y sólo acarició la parte exterior.

-          Que rico lo tienes.

Escuché que se desabrochaba el cinturón y el pantalón. Justo cuando giré la cabeza hacia la derecha para verlo de reojo, untó su vergota sobre mi trasero.

-          Mira que paradota la tengo

No dije nada y sólo disfrute de ese cacho de carne acariciando mi colita. La tenía dura y larga. Dios, se me antojaba chupársela con ganas. Se le sentía muy rica.

-          La tienes muy larga.

-          ¿Crees que estos 19 centímetros te entren en tu culito?

-          No lo sé

-          ¿Probamos?

-          …pues…si

Quito su dedo de mi ano y escupió sus dedos para lubricar su miembro. Volvió a escupir y penetro mi orificio con dos de sus dedos.

-          Au!!

-          Tranquila.

Me dolió un poco cuando me los metió pero a la vez sentí rico. Giró sus dedos para abrir mi hoyito.

-          Lo tienes bien rico, corazón. Me dieron ganas de darte unas ricas lamidas.

-          Jaja no

-          ¿Por qué no?

-          Pues…porque no. No me siento limpia.

-          ¿tú crees?

Acarició de nuevo mi agujero con la yema de su dedo y metió solo la punta. Apreté los dedos de los pies. Lo retiró y lo acercó a su nariz.

-          Huele bien.

-          No, no hagas eso, papá.

Se agachó y separó mis nalgas. Miré hacia mi cola y vi que metió su cara dándome una larga lamida. No creí que se fuera a animar.

-          Te sabe exquisito el culote.

-          No, papá, espera.

-          ¿Esperarme a que?.

-          Es que….

No me dejó terminar al darme otra rica lamida en el ano. Dios, sentía rico. A pesar de que me sentía sucia de ahí, me chupaba con toda tranquilidad. Lubricaba mi entrada con su rica saliva.

-          Me encanta comerte el culo, Caro.

-          A mi igual.

-          ¿Si?

-          Si. Sigue. Chúpamelo.

-          Claro que si, mi amor.

Su lengua recorría toda mi zona. Parecía una brocha. Agarró bien mi culo y me lo abrió para lamerlo bien. Me azoto el glúteo derecho. Se levantó y vi que escupió su mano derecha para lubricar su vergota. La tenía bien paradota.

-          ¿la meterás?

-          ¿Tú que crees?, preguntó apoyando su brazo en mi espalda para empujarme y pegarme bien al muro.

Untó su miembro bien erecto entre mis glúteos. Rozó ese cacho de carne en mi húmedo orificio. Sentía tan rico que no quería que dejara de hacerlo. Apoyó su punta en mi agujero, y me preguntó:

-          ¿Lista?

-          …ajá.

Moría de ganas por sentirla dentro de mí. Quería tenerla bien metida. Empujó lentamente y con fuerza. Tenía el culo un poco cerrado. Meterme sus dedos no fueron de mucha ayuda. Se chupó los dedos, (anular y medio), y me los metió en el ano.

-          Aaahh! Que rico!!

-          ¿Si?, ¿te gusta que te los meta?

-          …si.

Me los empujó hasta adentrarlos bien, y me sacudió haciendo temblar mis redondos glúteos.

-          Mmm…así, dije con los ojos cerrados.

Me los sacó y me los metió a la boca. Me sentía tan excitada que los chupé y lengüeteé con gusto. Tenían un sabor ácido.

-          Eso, chúpalos, mi amor.

Los chupaba como si fueran un delicioso dulce. Los sacó de mi boquita y se jaló la verga un poco colocando su punta en mi agujero anal. Empujó con fuerza hasta meterme su glande.

-          Métemela, cógeme, le pedí.

Con más fuerza me la empujó hasta enterrármela muy rico.

-          Aaahhh!!!, dejé salir un ligero grito

-          Shhhh!!! No grites!!!, me regañó.

Su tremenda vergota había entrado en mi linda colita. Aunque me dolió un poco, lo disfrute como nunca. Tener ese rico miembro duro y venoso dentro de mí, era lo que más necesitaba. Me tomó de los brazos apretándolos ligeramente para no lastimarme y me la sacó poco a poco, dejando la mitad de su pene. Lo empujó nuevamente hasta que su testículos chocaran con mi culo. Me sentía tan llena. Mordía mis labios de lo excitada y de lo bien que me gustaba.

-          ¿Qué sientes, bonita?

-          …rico, sigue.

-          ¿Quieres más verga?

-          Si.

La retiro otra vez dejando su punta y la regresó con fuerza.

-          Aaahhh!!! Que rico!!!

-          Me encanta cogerte por tu culito, corazón. Lo tienes bien paradito y rico.

-          Si. A mi igual me gusta que me la metas por ahí.

Rodeó mi estómago con sus grandes y hermosas manos y pegó su cuerpo al mío. Estaba fascinada estar así. Me sentía protegida y querida.

-          ¿sientes rico, mi vida?

-          …si.

Fui bajando su mano derecha por mi pelvis hasta llegar a mi entrepierna y cubrió mi vagina con la palma de su mano. Dios, que rico. Sus dedos tocaban mis arrugados y húmedos pliegues.

-          Estás mojadita, que delicia.

-          …si.

Bajé mi mano derecha para cubrir la suya, y la tomé para subirla a mi rostro y chupar sus dedos. Lo hice. Me sentía tan excitada que no tenía un límite. Resbalé la lengua sobre la yema de sus dedos y los chupé. Sabían ácidos.

-          Eso, mi amor, chúpalos.

Me sacó su verga y me la enterró con fuerza.

-          Siii!! Que rico!!

-          Te entra bien sabroso. Ya tenía tiempo de no cogerte así.

-          Si. Ya te habías tardado.

Acosté mi cabeza sobre su hombro derecho. Sus labios comenzaron a recorrer mi blanco cuello. Me besaba. Quitó sus dedos de mi cara y los regresó para tapar mi concha.

-          Hueles, hermoso. Mucho mejor que tu mamá.

-          ¿Si?

-          Estás mucho más buena.

Me gustaba que me alagara y me admirara más que a mi mamá. Metía y sacaba su rica verga de mi colita. Me la metía hasta el fondo con fuerza.

-          Que rico la metes.

-          ¿si, preciosa?

-          Si. Me siento muy bien.

-          Lo tienes bien profundo y apretado.

-          Mmm si.

-          Que rico que me apeste la verga a tu rico culote.

-          Jajaja.

Me daba bien rico. Me la empujaba con fuerza casi hasta levantarme.

-          Dios, que rico se siente, decía excitado.

-          ¿Si?

-          Si, corazón.

-          Aaahhh!!!, di un ligero quejido.

Me dio unas palmadas en la vagina. Le dio unas cachetadas a mi rajita. Sus dedos acariciaron suavemente mi clítoris. Tener su verga bien metida en el culo y su mano rascándome la vagina se sentía de maravilla. No podía ser mejor.

-          Debemos terminar, hermosa.

-          …¿ya?, le pregunté con una voz cortada

-          Si, mi vida.

Ese momento tan rico estaba por desboronarse. Y así fue. Me sacó su miembro lentamente. La sensación de retirarme su larga verga, era indescriptible y muy placentera. Me la saco diciendo:

-          Uy, que rico!! Lo tienes bien abiertote!!

No dije nada y sólo sonreír. Me sentía estrecha del ano.

-          Lo tienes listo para meterte toda la lengua.

-          Jaja no, no digas eso.

Aunque le pedía que no dijera eso, me excitaba escucharlo. Sus palabras y sus intenciones me hacían desearlo más. Se agachó y me dio un beso en el glúteo izquierdo. Se levantó subiéndome el calzón al mismo tiempo. Me bajé el vestido y giré para quedar frente a él. Se abrochaba el botón de su pantalón. Dejé que terminara y le di un beso en sus linda boca.

-          Te amo, papi,

-          Yo también te amo, preciosa. Pero vamos con los demás.

Caminé a la puerta y la abrí cuidadosamente, vigilando que nadie viera. Me asomé. Todo normal. Salí y caminé hacia el comedor. Mientras avanzaba me sentía totalmente abierta. Mi orificio estaba dilatado.

-          Oye tú, ¿dónde estabas?, preguntó mi mamá cuando me vio entrar al comedor.

-          Fui al baño y me estaba retocando.

-          ¿Y tu papá?

-          …no se.

-          Iré a buscarlo, dijo levantándose de la silla.

El miedo invadió mi cuerpo. Dios, el nervio me empezó a comer. No se que pasaría si mamá ve salir a papá del baño.

-          Ya llegué!!, avisaba papá.

-          ¿Dónde estabas?, le preguntó mamá.

-          Estaba en una llamada allá afuera.

Mi papá se escuchaba relajado y controlando la situación. Mi estúpida madre se tragó por completo esa mentira. No cabía duda que lo nuestro tenía que seguir. Había pasado un buen momento que hasta las ganas de mear se me habían olvidado.

Habían dado ya las 8 de la noche. Papá le dijo a mamá que ya era tarde y que debíamos irnos. Nos paramos y nos despedimos de todos. Al llegar a casa, nadie tenía mucha hambre. Mi hermano se fue a su recámara, mamá igual, y papá sólo se sentó en la sala. Yo tenía un poco de hambre. Así que entre a la cocina a ver que había. Saqué la mayonesa, el jamón, queso y el pan para hacerme un rico sándwich. Mientras untaba la mayonesa sobre el pan, sentí unas manos apretaban ligeramente mis brazos.

-          Me encantas, hermosa, papá me susurró en el oído derecho.

-          Y tú a mi

-          Buenas noches, preciosa, se despidió dándome una nalgada en el glúteo derecho.

-          Adiós,

Creí que seguiría, pero no fue así. Terminé de preparar mi cena, y fui a mi cuarto para comerlo sola. Al terminar me puse mi pijama. Una blusa gris de tirantes y un short lycra color negro. Fui al baño, me lavé los dientes y me quité el maquillaje. Entré a mi cama y apague la luz.

No sabía cuánto tiempo había pasado pero de repente abrí los ojos tras sentir un peso sobre mi espalda. Giré la cabeza hacia la lampara para encenderla pero una voz me hizo no hacerlo.

-          Soy yo, dijo papá en voz baja.

-          ¿A qué hora entraste?

-          No tiene mucho, contestó besando mi hombro derecho.

Cubría mi cuerpo con el suyo. Su pecho tocaba mi espalda y su miembro rosaba un poco mi trasero. No quería recargarlo bien. Me encantaban sus besos, sus largas manos sostenerme la cintura.

-          Tienes un cuerpecito hermoso.

-          ¿Te gusto?

-          Me encantas

Sus dedos se metieron a lycra y me la empezó a bajar poco a poco. Descubrió mi colita. Siguió besando mi piel y la tela de mi blusa que cubría mi espalda. Continuó hasta llegar mi cadera. Mi lycra la bajó hasta mis pantorrillas. Me sentía completamente desnuda. La lycra era lo único que cubría mi zona más íntima de mi cuerpo. Resbaló sus manos sobre mis nalgas. Me las besó. Agarró bien mis glúteos y los separó para luego darme un beso cerca de mi agujero el cual aún lo tenía un poco entrecerrado.

-          Mmm te huele rico, dijo.

Sólo reí. Sin percatarme su lengua acarició mi orificio de una larga y lenta lamida que hizo lubricar esa zona.

-          …papá, le hablé.

-          Dios, que rico te sabe. Aún lo tienes un poco abierto.

-          Si. No lo hagas.

-          ¿Por qué no, corazón, si te sabe muy rico?

-          No me siento limpia.

-          No importa, aún así te comería el culo con todo gusto.

Sentí su boca sobre mi ano y empezó a lamer suavemente.

-          Mmm papá, no. Ahí no.

-          Tranquila, relájate.

-          Es que…no.

No podía negarlo aunque así quisiera. Me gustaba que me chupara ese lugar. Sentía rico.

-          ¿te gusta?, preguntó

-          …si.

-          ¿Qué sientes?

-          Rico.

Estire el brazo derecho para apoyarla sobre su cabeza. La tenía muy metida en mi culo.

-          Que rico, corazón. No te imaginas las ganas que tenía de comerte el culo.

-          ¿Ajá?

-          Si

De repente sentí que me penetraba el hoyo con la lengua.

-          No, espera, no hagas eso.

Agarró mis nalgas separándolas con fuerza y me enterró su lengua con fuerza.

-          Dios, papá. No hagas eso que por ahí hago del baño.

-          No me importa, te sabe rico tu hermoso culo.

Sus palabras me excitaban mucho. Me hicieron disfrutar más de lo que me hacía. Dejó de chupar y se subió sobre mí. Cuando lo hizo su vergota cayó cobre mi linda colita. Ya se había bajado el pantalón.

-          Papá, está caliente.

-          Y dura, preciosa.

-          Métemela, le pedí

-          Lo que tu digas, mi amor, dijo dándome un beso en la mejilla derecha.

Colocó su punta sobre mi húmedo ano y la empujo lentamente. Mi orificio se comenzó a estrechar.

-          Empújala con fuerza.

-          ¿Segura?

-          Si

Dio un respiro y con fuerza me la metió hasta el fondo.

-          Aaaahhh!!! Que rico, dije.

-          Si, hermosa. Te entró bien rico

-          Si. Está bien larga.

La sacó un poco y la volvió a empujar con rudeza.

-          Si, así!!

-          ¿Te gusta fuerte?

-          …si. Se siente rico

Continuó penetrándome el ano lentamente. Me llenaba el culo que no quería que se detuviera. La tenía bien metidota.

-          Aaahhh!!!

-          No grites, que van a escuchar, me regaño en voz baja.

-          Lo siento, es que me gusta. Me gusta cómo me entra por el culo.

-          A mí también. Lo tienes muy rico.

Me la sacó poco a poco hasta destaparme el hoyo, y luego se arrastró a la cabecera para acercármela a la cara. Sin pensarlo la agarré y la pasé por mi nariz para olerla.

-          Mmm que rico huele.

Abrí la boca y me metí la punta para chuparla.

-          Eso, chúpala.

-          Sabe rica, a culo, dije.

Su vergota tenía un sabor ácido y salado a la vez. Me gustó. Así que seguí probándola hasta metérmela lo que me entrara.

-          Eso, mi amor, cómetela.

Se la limpie con la lengua. La succionaba probando cada centímetro de su miembro. Se apartó y se subió sobre mí. La resbalo por mi ano y mis pliegues. Mi rajita disfrutaba de su rica verga. Sin preguntármelo separó mis arrugados pliegues con su glande y me la metió.

-          Aaaahh!!! Siii!!! Que rico!!, dijo al penetrarme la concha.

-          Mmmm si!!! Se siente rico!!! Métela toda, le pedí

-          Claro que si, mi amor.

Dios, se sentía tan rico. Me la metió por completo. Me llenaba bien sabroso la concha. Su verga rosaba mis paredes vaginales adentrándose en mí. La tenía tan larga y dura.

-          Siento riquísimo, corazón, me dijo

-          ¿Si?. Yo también.

-          ¿te gusta mi vergota?

-          Si. Me encanta. La tienes bien rica.

-          Si pudiera, te la metería todos los días

-          Mmm que rico.

Me la metía lenta y profundamente. Me llenaba por completo. Cambiaba de ritmo. Combinaba de rápido a lento. Disfrutaba de una rica cogida. Estuvimos en esa posición durante 5 minutos.

-          ¿te vendrás?

-          ¿tu quieres?

-          Si, si quiero.

-          Pero…es peligroso.

-          Tomo la pastilla, no te preocupes.

-          ¿segura?

-          Si. Vamos, hazlo, le pedí

-          De acuerdo.

-          Ándale!! Si!! Lléname la concha de semen.

-          Que linda te escuchas.

-          Jaja ¿si?

-          Si. Mucho mejor que tu mamá.

-          Claro que si. ¿estoy más buena que ella?

-          Definitivamente. Estás más ricota.

Me encantaba y me fascinaba que me tomara como su preferida. Fue un gran alago que me hizo adorarlo más.

-          Ya, mi amor. Estoy a punto.

-          Si!! Vamos!! Acaba!!

-          Sii!! Ya!!

Rodeó mi estómago con su brazo derecho y me penetro con ganas. Aumentó el ritmo de su cogida.

-          Aaahhh!!! Siii!!! Que rico se siente!!, decía muy excitado.

-          Vamos, papi!!! Sigue!!! Cógeme bien rico!!

-          Sii!!! Me gusta como lo dices!!! Aaahhh!!!

-          Sii!!! Más!!! Hazlo más rápido!!

-          Lo que digas, preciosa!!

-          Aaahhh!!! Dios, no aguantaré tanto!!

-          Vamos!!! Vente!!! Ya!! Hazlo!!!

-          Sii!!! Claro!!! Eso haré!!! Dios mio!!!

-          Vamos, papito!!! Dame más!!!

-          Dios, sii!! Aquí voy!! Aaaaaahhhhhh!!!! Que ricooo!!!! Sii!!!!!!!

-          Mmmm sii!!! Te sale mucho!! Sigue!!!

-          Dios mio!!!! Que ricura!!!

Su vergota expulsaba mucho semen. Me abrazó fuertemente mientras me penetraba y me bañaba de su espesa leche. Separe bien las piernas y levanté el culo para pegarlo a sus muslos.

-          Que rico, preciosa. No creí que me saliera tanto!!

-          Ni yo, papi. Que rico me llenaste.

Se escuchaba cansado. Descargó mucho semen. Nos quedamos quietos unos minutos.

-          Debo regresar, mi vida.

-          ¿Tan pronto?

-          Si. Nadie debe saber de esto.

-          Si. Lo sé. Está bien.

-          Bueno. Descansa, pequeña, dijo dándome un beso en el cachete derecho y sacándome su verga toda flácida. Me subí mi prenda y me quedé boca abajo y espere a que el sueño me envolviera de nuevo.