Un misterioso muchachito

De como pueden llegar a existir perlas en lugares que uno nunca se imaginó pensar, incluso en lo que catalogamos inmoral.

No hace mucho me sucedió algo que muchos lo verían como degenerado pero yo creo, como ya dije en el relato anterior, que cuando las dos partes están de acuerdo, nada está prohibido. Es más, creo que este es mi lema.

Mi trabajo es dibujar y enseñar dibujo. Tengo alumnos de todas edades con los cuales mantengo una relación absolutamente profesional.

De entre todos uno de mis alumnos, llamado Eucidio, de sexo masculino cuya edad apenas llegaba a los 14 años, tenía algo especial.

Yo no lo noté hasta que un día mientras dibujaba había dejado algunos de los lápices sobre mi pierna. En eso que forjaba los trazos sobre el papel me percaté que con el movimiento hacia delante de la silla para acomodarme se me había salido el miembro de la ropa interior, marcándose en el pantalón vaquero y, nada más y nada menos que su mirada estaba fija ahí, como queriendo conocer algo que su curiosidad buscaba.

Por supuesto que me pareció terrible hacer frente a esta situación con aprovechamiento ya que indudablemente Euci no había tenido ninguna experiencia marcante.

Cuando lo atrapé en cuestión de un segundo cambió de rumbo su mirada e hizo de cuenta que no pasó nada. Yo igual.

Se acercaba para la clase próxima un feriado en el cual se suponía no íbamos a tener clases. El me dijo que como los padres de el viajarían y él se quedaría muy aburrido pretendía una clase doble. Yo no tuve problema dado que ese día no tenía casi ocupación debido a la celebración de la fecha.

Luego, me quedé pensando si no tenía segunda intención su plan a lo que puse absoluta atención a su comportamiento No atendí más a la transgresión de mi mente y concluí la hora estipulada.

Fui a casa pero me quedó atormentando esa duda que hasta no me dejó dormir esa noche. Tengo que reconocer que pensaba en la posibilidad y me calentaba en sobremanera ya que el chico es muy limpio e inocente aunque su malicia se hacía ver. Faltaban aun tres jornadas sin embargo no aguanté y mientras pensaba en la cama me franeleaba con el colchón hasta que con toda la facilidad posible me mojé por completo. Después de esto me acogió el peso de ser un atrevido con la naturaleza puesto a que jugaba con fuego.

Al otro día ya estaba con la cabeza en otra cosa y fue así hasta que llegó el susodicho encuentro.

Todo normal. Me puse a acomodar las cosas en la mesa pero comenzó otra vez a intrigarme el panorama. El se fue al baño mientras y yo, acomodé esta vez adrede mi bulto para que se pudiera notar como la vez pasada.

Cuando el volvió me empezó a bajar la sangre sin poder evitarlo, tanto que se me marcó con más voluptuosidad lo cual no pasó inadvertido a sus ojos. Me dio un poco de vergüenza y me tapé para proseguir con la rutina.

A los diez minutos, como era usual, me interrumpió Eucidio con una anécdota. Solo que esta vez venía con carnada.

¡Vos no sabés lo que le pasó a un compañero de mi curso! –Me dijo.

Le respondí con interrogación a lo que retornó:

Había sido que era puto—Me sorprendí de su vocabulario debido mi falta de costumbre de oír esos términos en él, y continuó:

Le encontraron en el baño de la escuela mientras se tocaban con un chico de otro grado—

Y, ¿qué se estaban haciendo?—Le di lugar.

Parece que se estaban masturbando. ¿Vos decís que son putos enserio? Porque después no le dejaron de cargar toda la mañana—

Mirá—Aproveché—A tu edad es muy común la curiosidad y las ganas de probar algo nuevo. Vos, ¿Tenés novia?—

Tuve—

Te voy a hablar sinceramente con todas las palabras—mientras me asentía-- ¿Alguna vez le tocaste las tetas?

Se puso colorado y le dije:

Vamos, no voy a decir nada a nadie. Vos sabés que podés confiar en mi—

Es que—balbuceó—si mis viejos supieran que yo digo estas cosas

Los viejos no entiendes estas cosas cuando son padres—irrumpí—pero bien que cuando eran jóvenes hicieron lo que querían.

En serio, ¿no?-- se tranquilizó.

¿Vos cuantas veces te masturbas por día?—me arrojé.

Entonces, noté que se abrió conmigo.

Bueno, a veces—

¿Y en que pensás?—

En muchas cosas—respondió.

Yo por ejemplo me toco pensado en cualquier cosa que me excite—dije mientras me rozaba el pene que lo tenía casi crecido.

¡Qué grande!—dijo mirando ya casi sin miedo.

Si no lo viste, ¿como podés saber?—y como vi que no le asustó más bien estaba muy entusiasmado, me fui bajando el cierre del vaquero. Tomé su mano y le dije que ponga adentro.

El con suavidad la introdujo y me miró a los ojos pidiendo mi discreción.

Le calmé nuevamente hasta que continuó. Mi miembro estaba por explotar de la emoción. Entonces cuando noté que agarró el palo caliente yo dije que cerrara los ojos y me dejara enseñarle algo.

Cerró tímidamente y empecé a tocar sus piernas hasta llegar a su bulto. Estaba duro como una roca. Le bajé el pantalón y me declaró que sentía que no podía agradarme. Yo le aclaré que su cuerpo estaba creciendo mientras sacaba su aparato de la cueva y lo dejaba expuesto ante nuestros ojos.

Me encantó… era caliente, finito y para su edad bastante largo. La cabecita era un poco más grande que el cuerpo y erguida para adelante. Sus bolas chiquitas y alargadas.

Quiero sentir el olor—le mentí mientras me acerqué lentamente cerrando sus ojos otra vez.

Metí en mi boca y escuché su suspiro profundo. Le di unos lambetazos y cuando noté que se podía venir paré.

Saqué mi verga y le mostré. Miró sorprendido y me preguntó si quería que me sienta el olor. Sin hablar le puse cerca del rostro y el sacó la lengua. Entonces yo le dije que haga de cuenta que era un dulce y él con cuidado me la lamió tanto que no quería parar. Le dije que parara. Me dijo que acabe pero no quise hacerlo en su boca entonces me tapé con la mano y lancé sobre ella pero él me agarró y la comenzó a lamer succionando el líquido concluyendo al meterse nuevamente la cabeza de mi pene en su boca.

Me quedé atónito pero le dejé. Cuando termino bajé y me metí hasta sus huevos en mi garganta dándole el premio por haber sido tan valiente. Con seguridad estaba cargadísimo y muy caliente porque acabó dejando su aroma en mis cuerdas vocales.

Nos recostamos y me preguntó si nos podíamos besar. Le dije que no, que por hoy bastaba pues tenía que entender que solo fue una experiencia. Que tenía que seguir mirando mujeres. Que yo no tenía nada con lo que se pudiera aferrar conmigo.

Entendió y me aclaró que a pesar de todo eso quisiera repetirlo. Esas palabras me dieron mucho que pensar para otra ocasión.

Le mandé a lavarse la boca y borrar las evidencias. Me fui y tuve que luchar contra la idea de haber cometido un error.

Para la clase que siguió me tranquilizó el hecho que separó bien las cosas ya que si hubiera habido algún desliz me hubiera empezado a excusar hasta no ir más a visitarlo. Sin embargo, todo sigue igual que antes y hasta ahora no hubo otro encuentro como aquel que pienso, mejor así, no quisiera caer por mi egoísmo.

Muchas noches me masturbo solamente recordando. Tal vez alguien más también lo haga.