Un médico anal

Tras separarme de mi madre por un hecho vergonzoso, ahora como médico no solo la atiendo como paciente, también como una hembra en busca de ser complacida sexualmente

UN MÉDICO ANAL

Hola a todos me presentó. Soy Javier y en la actualidad soy médico proctólogo de 26 años y necesito contar esta historia, en donde libero gran parte de mis complejos si bien no son graves, pero los considero como una marca que desde mi infancia no ha sido liberada del todo.

Ante todo debo decirles que soy hijo único criado en un hogar de los que la sociedad ubica como normal, mi padre Agustín era un trabajador incansable pues tenía dos trabajos para mantener regularmente bien  a su familia, mi madre Susy era una mujer muy atractiva trigueña clara, de 1,65, algo rellenita, de senos muy pomposos y ni que decir de su señor  culo sobresalían más de lo normal, ojos negros claros, un cabello largo negro, en pocas palabras una linda mujer, que era la envidia de todas las vecinas de la cuadra y no que decir de los amigos de mi papá, quienes muchas veces cuestionaban como mi padre se pudo hacer con semejante mujerón.

La otra protagonista es mi abuela una señora muy guapa, aunque más chata que mi madre, pero de un trato muy amable y sobre todo era la mamá de mi papá.

Vivíamos en un distrito norteño del norte del Perú y un día mi abuela se sintió mal del estómago. Al principio pensamos que solo era una simple infección, como había ocurrido en otras ocasiones, y le dimos una pastilla para tal mal. Pero con el correr de los días, el dolor empeoró con grandes dolores de vientre y entonces la llevamos a la posta más cercana. El médico de turno se da cuenta que el daño es más grave de lo normal y entonces decide, derivarla al hospital de la provincia, ya que allí estaba el proctólogo más cercano.

La ambulancia llegó y mi nonita fue llevada con urgencia, pero justo al llegar al hospital y mientras el doctor estaba en camino, mi abuela había fallecido. Lo único que hizo el médico aparte de certificar la muerte, dio como necropsia que había muerto de un terrible cáncer de colón que había estado en silencio y que avanzó demasiado.

A raíz de la muerte de mi nonita, fue cuando me animé a ser médico proctólogo. Era como una especie de homenaje a ella, y haciéndome la promesa de que salvaría vidas, en especial a las personas que requerían de un servicio de proctólogo, a pesar de ser una especialidad no muy buscada por los colegas ya que se trata de lidiar con la parte baja del aparato digestivo, hablando mal y pronto con la mierda.

Después de ese hecho vivido con mi abuela, ahora contaré lo que es el centro de este relato. Como les digo mi infancia fue normal, feliz, alegre ya que era un chico bastante dedicado a mis estudios y por consiguiente había culminado la primaria con grandes notas y sobre todo el primer puesto académico en todo el colegio a nivel de ese grado de estudios. Por ello cuando pasé a la secundaria, tuve muchas ofertas para estudiar en otros colegios e incluso becado, pero al final me quedé en el colegio donde inicié mis estudios y a esto sumo que me hice fanático del rugby, claro un deporte no muy conocido en mi país, pero que igual lo practicaba junto con otros dos chicos más de mi barrio. En especial lo bueno de este deporte hizo que mi condición física mejorase.

Con todo lo que me he descrito, era el orgullo de mis padres, aunque sería estando en la secundaria, donde mi pesadilla comenzó ¿cómo así sucedió?

Cuando estuve en segundo año de secundaria, llegó un nuevo profesor de educación física, y este en su plan de estudios, quería que practicásemos futbol ya que lo consideraba como el DEPORTE REY y a la vez EL DEPORTE DE LOS MACHOS. La imposición fue dada y con NOTA de calificativo.

Yo me negaba pues nunca me gusto este deporte, además mi físico no se adaptaba demasiado a esa disciplina. Muchas veces me traté de sentar a conversar con él, explicarle que no podía con ese deporte, pero las únicas respuestas que obtenía era:

_ Mire jovencito a su casa haga sus caprichitos, AQUÍ NO. Me entendió.

_ Así se queje con quien se queje, yo muero en mi ley y además yo soy PATA del director, así que, por la hueva, será que reclames.

Con el fin de no quedar como el rebelde de la clase, traté de complacerlo jugando en la defensa de back, pero con mi cuerpo era bastante rudo y lento. Fue por ello que los demás compañeros se quejaban de mí y yo de lo que el profesor me obligaba a hacer.

En definitiva, un conflicto que me valió por primera vez en mi vida escolar, tener dos rojos en el promedio del I y II bimestre del año. Una humillación que ni siquiera la tuve en materias como ciencias o humanidades, pero que paradójicamente las tuve en deporte.

En mi casa nunca comenté este incidente, porque sabía cómo era el carácter de mi madre, pero poco me sirvió ya que ella in día fue al colegio a ver como estaba en mis notas y se llevó la sorpresita al ver mis dos ROJAZOS en la libreta amarilla. En casa me esperó para que le diera una explicación sobre lo sucedido. Fue cuando le conté sobre el actuar de mi maestro, entonces ella decidió que al día siguiente iría a hablar con el director, pero le dije que no hiciera eso, ya que sería un reclamo inútil. Aun así, ella siempre me enseñó a “MORIR EN SU LEY”

Y tal como lo dijo al día siguiente fue directamente a conversar con el director sobre lo ocurrido con el profesor. El resultado fue el mismo. La autoridad se hizo el cojudo y el profesor siguió con lo mismo.

Al final del tercer bimestre, otro ROJAZO. En resumen, estaba condenado a llevar el curso en vacacional. Esta vez Susana, no se quedaría de brazos cruzados y fue directamente a hablar con mi maestro y lo encaró por sus acciones.

Al principio el profesor no le hacía caso, ya que este tipo se ponía en plan de intimidación (y claro con su 1.81, cuerpo musculado y su cara de matón) asustaba a cualquiera. Al principio los reclamos fueron en el patio a vista de todos, pero luego pasaron a la oficina del maestro y como estábamos casi a fin de año, estos reclamos fueron bastantes seguidos, lo que permitió que mis notas subieron e igualaron a las de otras materias. En resumen, mis rojos desaparecieron y volví a ocupar el primer lugar. Y no solo eso, el profe, permitió que hiciera gimnasio, para salvar el año escolar (el barajo que le quedó)

Al año siguiente estando en tercer año, nuevamente el profesor volvió a enseñar en el colegio y otra vez la misma sonsera. Futbol y rojos en la libreta. Y nuevamente mi madre, otra vez insistía en sus reclamos, y de forma diaria, solo que esta vez ya demoraba entre hora a hora y media.

Fue entonces cuando sospeché que había algo más que un simple reclamo. Para esto me baso pues en mi casa las peleas entre ella con mi padre sucedieron de la noche a la mañana, como nunca se había dado. Ella comenzó a comportarse de un modo extraño, se vestía más liberal, para más tiempo con el celular y sobre todo, empezó a salir por las tardes y noches, cosa que a mi padre no le gustaba y mucho menos a mí

Y fue en una de esas ocasiones que ella fue al colegio y se encerró en su oficina (la cual quedaba casi por los salones antiguos, dónde no había alumnos) Yo bajo el pretexto de ir al baño, me acerqué a espiarlos y fue cuando los sorprendí a ella apoyando sus manos en el escritorio y empinando el culo, con su falda hasta abajo y este infeliz, cogiéndola por el culo, también a medio desvestir y dándole por todo el orto como un loco poseído.

Mientras la penetraba le decía:

_ Así papi hay que rico, sigue metiéndomela.

_ Te gusta putita, eh te gusta que te la meta por el culo.

_ Si papi, sigue dame más, préñame con tu leche caliente.

_ Oh si putita, claro que te preñaré. Además, sabes que tienes que venir todo este mes, si quieres que el rojo de tu hijo desaparezca.

Indignado por lo que escuché saqué el celular y los filmé, no mucho pero el tiempo suficiente tanto como para que se note bien su blanco culo, y en especial, las palabras que él le dijo y ella la forma en que salvó mis notas.

Pero de pronto, di un mal movimiento al tratar de acercarme más y la puerta se abrió y ellos me quedaron mirando. Sólo escuché decir.

_ Hijo por dios. ¡Qué haces aquí!

_ Mocoso de mierda ¿Por qué no estás en clase?

No respondí a las cuestiones y en menos de un minuto me salí de allí y llegué a la puerta del colegio. Menos mal que el auxiliar no estaba y pude escapar y llegué a la oficina de mi viejo. Este al verme, me preguntó que había pasado y le conté todo lo que vi.

Él lo sabía, pero no tenía pruebas, pero gracias al video, contactó con su abogado y con ellas inicia el divorcio, junto a mi tenencia. Por supuesto que a la casa de ella no volví y mi padre ese día en la tarde fue a recoger mis cosas. Mi madre trató de explicarle la situación, pero no la escuchó. En la escuela también mi viejo, retiró mi matrícula y me cambié de escuela, con el fin de no perder el año escolar.

En la primera audiencia, ella se acercó a explicarme que se entregó sexualmente al profesor, con el fin de que no perdiera mi invicto escolar y así tener mi beca para ingresar a una universidad, como estudiante prodigio. Tras escucharla, mi odio hacia ella aumentó:

_ Hubiese preferido mil veces haber repetido, a que salvar el curso de esa manera tan infame y nefasta.

_ Por favor hijo. PERDÓNAME, estoy arrepentida de lo que hice, pero no te vayas de mi lado. NO LO SOPORTARÍA

_ Lo siento. Yo estoy muerto para ti.

Así tras idas y venidas, mi padre ganó el divorcio y yo me quedé con él. Así comencé mi vida, sin tener que verla a ella.

Terminé mi secundaria, aunque no pude ganar la beca (debido al traslado escolar) Ingrese a una universidad pública y estudié lo que me gustaba y hace dos años me recibí.

Hice mi CERUM y me doctoré proctólogo cirujano, lo que aspiraba desde niño, en especial mi tesis la dediqué a la memoria de mi abuelita.

Un poco para que tengan idea en que consiste mi especialidad y como lo convertí en mi medio de vida y mi pasión por la investigación de las patologías sobre el tema.

La gente piensa que el proctólogo solo ve culos, no solo el culo toda su tubería desde el ano, el recto, hasta el píloro.

Es decir, desde hemorroides, hasta colonoscopias, pasando por todas las etapas intestinales, cuya misión es extraer de las sustancias digeribles por acción de los ácidos del estómago y la bilis, convirtiéndolas en productos complejos que se convierten en sangre para luego pasar a la zona colónica donde expulsamos la materia innombrable y estas son deshidratadas para agregar agua al organismo y a sus vasos linfáticos.

También entendemos en los músculos que comprometen todo el ciclo hasta la evacuación.

Pero tanto contar de lo que me apasiona me ha llevado a apartarme de lo importante para el lector.

Como dije, comencé a ejercer mi carrera en un hospital del estado y regresé y un día me llaman de urgencia para una intervención quirúrgica, se trataba de una rotura múltiple de los músculos del esfínter anal.

Al llegar me alisto, mientras preparan a la paciente y la llevan al quirófano, con una terrible rotura de los músculos del ano.

Leo la ficha y estaba el nombre de ella, un nombre que no quería escuchar ni oír hace tiempo

¡¡NO PUEDE SER ES MI MADRE!!

Allí un vacío y una batalla emocional se apodera de mi mente, seguir odiándola y negarme a operar o cumplir con mi juramento hipocrático.

Pero al final ninguno de los dos, ganó la promesa que le hice a mi abuelita al morir y por ello, decidí operarla.

Cuando la vi en la camilla, estaba bajo los efectos de la anestesia, pero aun así me vio y dijo:

_ ¡HIJO!

Mis ayudantes no entendían nada, supusieron que la anestesia había tocado algún nervio incorrecto y la señora deliraba.

Tras dos horas de operación, pudimos reconstruir su fisura anal y cuando estaba por retirarme, de nuevo ella grita:

_ ¡HIJO PERDÓNAME POR FAVOR!

Mis colegas quedaron helados me miraban como indagándome, mientras nos higienizábamos. Ante sus dudas, los reúno y les digo;

_ ESA PACIENTE, QUE HEMOS INTERVENIDO ¡¡FUE MI MADRE!!

_ ¿Cómo que fue?

_ Si, hace años, cuando era un escolar, por un hecho muy vergonzoso, me separé de ella y, por lo tanto, dejó de serlo.

Nadie volvió seguir preguntando. Luego fue derivada a sala de descanso a esperar mis indicaciones.

La visitaba todas las mañanas y la herida estaba cicatrizando bien. Si bien me resistía, por mi moral no podía dejar de atenderla.

Y en una de esas visitas, comenzó un dialogo en el que me confiesa que es una mujer con una debilidad sexual muy fuerte, en especial por el sexo anal (Y todo a raíz ya saben de qué hecho)

Fue así que por tratar de autosatisfacerse ella misma, se introdujo muchas cosas anteriormente, pero esa noche se introdujo un pepino de tal tamaño y grosor, casi de 10 cm, que le rompió las paredes del orto y el que yo he restituido. En medio de la plática, ella me cuenta

_ Desde aquella vez que me viste con ese profesor, te juro que desde que me separé de tu padre y pese a mis arrechuras, no volví a estar con ningún hombre. Tengo a Dios de testigo de mis palabras. Hijo mis hormonas no me permiten ser una santa, pero deseo con toda mi alma ser solo tu mujer.

_ ¿Pero mamá que estás diciendo?

_ Te habrás dado cuenta sin ir más lejos como al sentir tus dedos me excite tanto y te moje toda la camilla.

_ Bueno mama suele ocurrir, no eres la única.

_ No me importa no te pregunte si eres casado o si tienes novia. Solo deseo que las migajas de tu semen sean mías, lo que te sobre, no tengo derecho a pedir nada más, mucho mal te he hecho y estoy arrepentida, te lo juro.

_ Mira a tu madre mírame de nuevo mi culo, y veo que tu pinga ha crecido, ¿todavía me amas?

Así terminó esa visita, dejándome muy arrecho, que era capaz de tirarme incluso al maniquí de huesos.

Quede anonadado mi madre me ofrecía su culo, a mí, su hijo, que hacer, y para colmo se me va a parar en su presencia.

Yo sigo siendo aquel musculoso joven ahora un poco más maduro, que ella había conocido, mi pinga no sé si por incidencia de mi especialidad, es un tanto particular, de cabeza pequeña que luego su tronco se va aumentado formando un cono truncado que en su base es realmente grade casi 17 cm.

Mis amigas que me han probado sexualmente, ninguna se ha quejado de ella, muy aparte por las otras virtudes que seguramente poseo.

_ Si mama la viese ¿qué pensaría de la pichula que ella me ha formado, junto a mi padre?

Una de las últimas visitas de reconocimiento, la concreto en su casa y allí pienso jugarme a todo o nada.

Ella lo tomo muy bien, pues supuso con todo acierto que lo haríamos allí para estrenar su nuevo agujero.

Así fue, la revisación de practica y su corrida muy copiosa, un breve descanso y me ubico frente a ella que inclinada sobre el respaldo del sofá para la revisación queda su cara mirando a la pared, me bajo el pantalón y los calzoncillos abre sus ojos desorbitados y ve mi pinga a medio parar, con sus mano la toma y con su boca la saborea,  …..

_ rico hijo…. Riquísima y hecha como para que me estrenes mi nuevo orto. No te la lubriques métemela así que seguramente la he de sentir más.

No me hice de invitar. Fue cuando entonces comencé a lamerle el ano, metiendo mi lengua. Para facilitar la penetración, agarre un lubricante que siempre llevaba en mi botiquín (ya saben para casos de emergencia)  y lo esparcí por todo su culo, ano y nalgas, también me unté la pinga con un poco de ese aceite, y volví a embestirle el ano, la penetración era forzada, oh bueno por lo menos trataba de no hacerle daño, pero entre sacada y embestida le fui rompiendo el culo nuevamente, la estaba destrozando analmente, sentía como mi pinga se abría paso entre las entrañas de mi madre, a mí me dolía, pero era tal la excitación que en lo única que pensaba y concentraba en ese momento era de terminar de rompérselo y yo que hacía días lo había reconstruido, se podrán imaginar a mi mamá, veía su rostro a través del espejo de su habitación, su cara de dolor, como mordía el paño que le había llevado en la boca, sus gemido se ahogaban, sus lágrimas no tardaron en derramarse por sus delicadas mejillas, el maquillaje que con tanto esmero se había hecho se le corría y desdibujaba con las lágrimas y el llanto que le producían mi brutal penetración, sus piernas se flexionaban hacia adentro tratando de sobrellevar el dolor, ahora que lo pienso fue un poco despiadado de mi parte follarle su culo de esa forma, cuando por fin entre metida y sacada, le metí hasta al último centímetro de mi polla vi en su expresión, como casi se salían sus ojos, se puso pálida, se retorcía del dolor, al cabo de un rato, aún ella llorando, comencé a notar cómo se empezó a transformar el dolor en placer, ella empezó a mover su enorme trasero acompasado con el mete saca de mi pene, de repente le llene toda su cavidad anal de leche caliente:

-aah si, por fin me corro dentro de tu culo querida madre. Ahora entiendo porque ese profesor tanto te buscó.

_ Hijo no hablemos de ese hijo de puta. Ahora soy tuya.

_ No mamá. Sabes que esto no puede seguir.

Fue un polvo maravilloso, y luego en la misma posición y después de algunos minutos, ahora la penetré vaginalmente.

No pude resistir más y la besé bruscamente. Ella me abrió la boca, no se resistió (sentí la gloria) y supe que ese día y en adelante, sería mía.

Empecé a bajar y le agarré las tetas y chupé una de ellas y empezó a emitir ciertos gemidos de placer. Le mordí el pezón con cariño. Luego se volteó ofreciéndome su vulva y yo comencé a frotar otra vez mi miembro en su vulva. Estaba con líquido pre seminal. Ella con su mano la dirigió a su vagina

Yo lo introduje suavemente mi pinga porque su vagina estaba húmeda y olía bastante bien.

Se la metí y saqué varias veces. Empezó a gemir. Noté que estaba depilada (pensé que era una señal) Luego llevó una de sus manos a su clítoris y mientras la penetraba, se masturbaba. Yo me metía todo mi pene.

Luego me paré al borde de la cama y la puse en cuatro, Ella no se resistió, aunque, al girarla, noté que estaba con los ojos cerrados. Se la metí por la vagina, pero esta vez violentamente, me levanto el culito y se recostó. Empezó a masturbarse nuevamente y yo la penetraba una y otra vez. Ella respondía con gemidos entrecortados. Gemía como perra para alentarme a que lo hiciera más rápido.

Estuvimos así un par de minutos y de repente empezó a tener espasmos: Se había corrido

Fue una consulta muy feliz.

Así dio recomienzo a mi amor filial, muy tristemente interrumpido.

A todo ello mi novia comenzó a sospechar que su ojete tenia competencia.

Adriana mi amada, una mujer de mi edad con la que hacíamos el amor desde ya dos años cuando en una sola noche me ofreció sus dos virgos, pues era una ninfómana reprimida por sus creencias religiosas que de golpe sin aviso previo eclosionaron para nunca más cesar.

Adoratriz sin remedio de mi pene y también de mi cuerpo pues sus instintos la llevaban a ser la mujer más puta y completa que conocí en mi vida, era para mí también la mujer con la que siempre en mis fantasías había soñado.

Una virgen cuyo cuerpo es la perfección, sus tetas medianas con esas areolas rosadas se destacan por sobre su cutis trigueño claro, ese pelo que cae sobre ellas como queriendo ocultarlas, esos labios bien marcados gordos, golosos capaces de hacer que uno sueñe estar en los cielos, ese vientre ávido de ser llenado con mi esperma a través de esa vagina de niña adolescente o de su ojete arrugadito que cuando lo suelta presenta su bello orificio para que yo lo coja.

Con pesar una tarde me lo dice.

_ Pero Ángel tu acaso, cachas con tus pacientes. Pensé que eras más profesional

_ Pero no puedo resistirme cariño. Es una herencia familiar nuestros deseos.

Le conté la historia que Uds. acaban de conocer pensando que si bien sufriría era necesario hacerlo aun arriesgando lo nuestro.

Asombrado ella me abraza y me felicita por el amor que siento por mi madre ahora luego de tantos años se compadece de ella y me pide conocerla.

La llamo a mama y viene al otro día a casa pues estábamos juntos.

Las presento. Adriana había tomado la iniciativa le da un beso en la boca donde sus lenguas juguetearon y un abrazo parecía confundirlas en un solo cuerpo.

Sorprendido, quede anonadado por la sorpresa, tímidamente pregunto:

_ ¿se conocen?

ambas a la vez contestan ¡NO!

De donde podría ser que una secretaría, ama de casa, y una profesora, con la mitad de años que mi progenitora, se conozcan y se saluden de esa forma tan deliciosa…

Y agrega, solo una pichula nos une y nuestros culos a ella.

Allí mismo una copa de vino por medio pusimos en práctica nuestro delicioso vicio, al que luego de vaciarme dentro de sus respectivos ortos y quedar exhausto, las veo cotorrear como si lo hubiesen hecho desde toda la vida.