Un masaje por sorpresa
Alicia llegó agotada a casa, pero alguien la estaba esperando para relajarla. ¿Sería su marido? ¿Había alguien más?
Alicia llego a casa. Cerro la puerta y se quejo de que no hubiera luz.
Era de noche y apenas se veia. Estaba cansada. Muchas horas de trabajo en un puesto de dirección en una importante empresa y un vuelo con retraso la hacía estar deseando ir a la cama. Además, su marido estaba fuera con sus hijas. Odiaba estar sola en casa.
Llegó a su habitación, se quitó el traje de chaqueta, dejándose sólo la ropa interior y se tumbó sobre la cama.
Estaba medio dormida cuando se dió cuenta de que tenía algo alrededor de sus muñecas. Suave, como seda... le recordó a las pulseras con las que juganba, hacía mucho tiempo, con su marido. Si estuviera despierta, tendría miedo. No veía nada, pero no recordaba tanta oscuridad. Se dió cuenta de que tenía algo en los ojos. Seguramente el pañuelo de seda de Loewe que había dejado en el suelo.
Estaba tumbada en la cama. Desnuda. Con los pies atados y separados.
Boca abajo. Con un cojín bajo el estomago que colocaba su culito en
pompa. Olía a velas y a un incienso extraño que adormecía ligeramente. Sabía que ía que tener miedo. Pero no podía. Se sentía flotar, Quizás no era incienso.
Sintió un liquido tibio y aceitoso en la espalda y unas manos fuertes
que la masajeaban. Sino fuera por las dudas de quien era, sería
agradable, relajante.
Se oia musica suave, pero parecia una pelicula, con voces dulces y murmullos.
El
masaje
, tras desentumecer la espalda, se acercaba demasiado por los
lados a los pechos, que no podian evitar tensar ligeramente los
pezones. El sonido de
la pelicula se tornaba mas sensual, con gemidos suaves.
El
masaje
bajo a los muslos, a la parte externa de los mismos y a los
gluteos. Empezaba a resultar excitante. No estaba segura de lo que sentía en su piel. Las manos eran fuertes, no dejaba de pensar que sería su marido, pero se supone que estaba fuera... pero creía notar otras manos, más pequeñas y más suaves.
Pero nunca coincidían. ¿Sería su imaginación?
El
masaje
llegaba al interior de los muslos, y volvía a subir a los lados de sus
pechos Empezó a acelerarse su respiración mientras el coño empezaba a
humedecerse. De vez en cuando, un gemido suave escapaba de sus labios. Quien la masajeaba tenía que estar intuyendo ya el brilllo entre sus piernas
.
Y debio hacerlo, porque sus dedos se acercaron más y más hasta rozar
los labios de su empapado coño. Primero por fuera y luego, suave pero sin parar, hacia el
interior.
La excitacion era evidente y la respiracion se convirtio en suaves
jadeos, aunque mas comedidos que los grititos de la chica de la peli.
La dió (o la dieron) la vuelta y quedo totalmente expuesta. Boca arriba, las piernas
atadas y abiertas, el coño con su pelo recortadito y húmedo y de nuevo el aceite
caliente por su cuerpo. El placer causado por el
masaje
en las tetas y
los pezones era ya insoportable. Mientras, seguía oyendo gemir a la chica de la peli,
a la que debían estar follando como una loca. Ahora estaba casi segura de que no podía ser solo él. Era imposible que los mordiscos en los pezones y la juguetona lengua en su entrepierna fueran de la misma persona. Pero ahora no podía pensar en eso.
Una pequeña vibración en la puerta del coño fue el principio del
extasis. Tras vibrar a lo largo de la puerta del coño, una polla se
metió dentro. Pero en vez de entrar y salir, empezó a vibrar. Era su
vibrador, que estaba guardado en el armario desde hacía demasiado tiempo. A la vez, una bola rugosa empezó a masajear su
clitoris. Si hubiera podido pensar, se daria cuenta de que era una
especie de J que entraba en el coño y la acariciaba a la vez. Pero ya
no pensaba. Solo sentía y daba grititos de placer. De vez en cuando el
a
rtilugio era sustituido por una polla real que le resultaba más que
familiar. La polla real la follaba sin parar, mientras la punta del vibrador seguía sobre su clitorís incandescente. Ya solo podía correrse durante unos minutos que
parecían interminables, gimiendo y gritando como la chica de la pelicula.
Poco después de su ultimo grito, la polla salio de ella y un chorro de semen le
cayo en la tripa y las tetas. De nuevo, las manos suaves lo extendieron
suavemente, estuvo a punto de correrse de nuevo al sentir esas manos calientes y mojadas de semen en sus pezones...
Su amante se fue, pero el beso de despedida en los labios era inconfundible. Sólo pudo ronronear a modo de despedida.
Nunca preguntaría si había alguien más, pero cuando se recuperara del
placer, tendría que empezar a planear algo para sorprender a su
marido, que llegaría en unas horas...