Un masaje incomparable
Masajista muy particular y su perro, haces conseguir a su clienta placer de una manera... distinta.
La consulta estaba vacía, era la hora que empleaba para desayunar Mariano... el masajista, cuyo trabajo abarcaba todos los masajes habidos y por haber, desde el circulatorio, pasando por el deportivo, el de drenaje linfático, el estético, el descontracturante, y el de relajación o sedativo, que era el que más solicitado estaba, también practicaba la digitopuntura, el quiromasaje, el masaje Gestalt, y por supuesto el masaje erótico, pero ese, sólo lo utilizaba para clientes exclusivos... de ambos sexos y en muy pocas ocasiones, debido a lo caro que resultaba.
Debido a la lluvia que en ese momento caía en la ciudad, no le apetecía sacar a pasear a Rayoi, su perro, si, su perro, lo tenía en la consulta puesto que no tenía con quien dejarlo además de por otras razones... laborales..., tenía por costumbre sacarlo tras tomar su café, así que aprovechó para tomárselo, siempre lo traía preparado en su termo, se sentó a descansar en la silla que tenía preparada para que sus pacientes se descalzaran, abrió sus piernas y se soltó el último botón de su bata relajándose un poco, dejando al descubierto sus muslos y sus partes íntimas, puesto que trabajaba sin ropa alguna, caso de que tuviera que realizar inesperadamente un masaje erótico o se le “antojara”, por la razón que fuese, el “regalar” dicho masaje erótico, dependiendo de lo bien que estuviera la clientela, de la que no le hacía ascos ningún sexo... tanto por detrás como por delante...
Estando en esa postura, Rayoi, que sabía muy bien cuales eran sus funciones, y si no lo sabía Mariano se las recordaba, metió el hocico entre las rodillas de su dueño y comenzó a lamerle el colgajo que en ese momento tenía por pene, en cuestión de segundos y mientras la lengua perruna paseaba entre los testículos y el glande, se le fue endureciendo de tal manera que consiguió una erección con sus lamidas, de modo que estando así, pudo empezar a mamarlo como si fuera un cachorro tomando la teta de su madre recién parida.
Mariano, al que le gustaba mucho la actitud de Rayoi, se dejó hacer, qué remedio, uno no era de piedra, como bien pensaba, y cuando algo así se le presentaba y tenía sobre todo tres cuartos de hora por delante antes de que acudiera otro cliente, pues, disfrutó del ratito de relax que le estaba proporcionando su perro con las mamadas que le daba a su pene, que, hay que decir que no le cabía entero en su morro, pero a Rayoi no le importaba, también sacaba su pimpollo, en agradecimiento de lo que estaba disfrutando a su vez, también era un perro bisexual, al igual que su dueño.
Así que mientras tomaba los sorbos del café con leche, sentía como bullía en sus testículos la leche que estaba a punto de proporcionar a Rayoi, que sabía muy bien como moverse de atrás hacia delante con la polla de su dueño dentro de su boca, después de unos minutos y casi finalizando el desayuno que estaba tomando, lo mismo que se tragó por su boca, consiguió verter en la boca del perro, pero sin café, sólo líquido lechoso en grandes cantidades, tres o cuatro chorros bien densos que se supo tragar Rayoi sin sacarse el pene que había conseguido poner a mil con sólo sus interminables lamidas.
Tras el ratito de placer obtenido, descansó un rato, Rayoi aprovechaba para autocomplacerse lamiéndose su propia polla, y cuando Mariano lo veía así, pensaba “Qué pena que no nos podamos llegar para hacernos lo mismo”, aunque había visto algún video de alguno que lo conseguía y se autoderramaba en su boca sin dejar fuera una gota de semen tragándoselo todo, y había leído que quitándose alguna costilla también podía llegar a hacerse una autofelación, pero, de momento, no tenía eso en mente, sólo era una ilusión...
A las once de la mañana tocaron a la puerta, era la hora del masaje que le proporcionaba a la funcionaria, que tenía esa hora adjudicada, aun cuando estaba en horario laboral, se daba su escaqueo para pasar una hora en el masajista, que tanto placer le daba en todos los sentidos.
Así que abrió la puerta y...
Hola Soraya, bienvenida, ¿qué tal hoy? ¿Lista para tu masaje habitual?
Sí Mariano, hoy estoy superagotada, tanto pensar en cómo mentir a mis jefes para escaparme a estas horas y que no me pillen, me tiene supercansada, ya sabes que no tengo otras horas para realizar mis compras y disfrutar de este ratito de relax que me das.
Así, mientras charlaban de cosas triviales, ella se fue desnudando, sentada en la silla que previamente había utilizado Mariano para que Rayoi le diese esa dulce mamada...
Soraya tenía tanta confianza con Mariano que no dudaba en quitarse la ropa delante suya puesto que no era la primera vez que le daba masajes... de todos los tipos..., así que... una vez se hubo quitado el sujetador, pudo ver como tenía los pezones, totalmente erectos, hoy venía muy caliente la funcionaria... caliente porque estaba con su periodo, terminando esos días de la regla, que a todas las mujeres pone a mil por horas, y es cuando más cálidas se ponen.
Una vez tumbada en la camilla, Mariano comenzó a acariciar sus hombros, haciéndole relajar los brazos, le puso las manos en los sobacos y ella se las agarró poniéndoselas directamente en sus erectos pezones y preguntándole:
- ¿No te gustan como los tengo?
A lo que Mariano le respondió:
- Por supuesto y te voy a dar un tratamiento sin igual, el día de hoy, ya verás.
Siguiendo con sus manos apretaba delicadamente todos y cada uno de los músculos corporales, cambiando de posturas oprimía por aquí, por allá, no se dejaba un músculo detrás, muy finamente, Soraya fue abriéndose de piernas, para mostrarle la pelambrera que tenía en su chocho, que aún estaba un poco rojizo y le dijo:
- Mariano... en los próximos días voy a tener visita, va a venir una prima de Alemania, a la que le gusta mucho disfrutar de mi chocho y a mi de su lengua, ¿podrías recortarme un poco la pelambrera para que cuando venga, esté todo limpio y así no se atragante? Pero sólo un poco, la parte de la rajita, por favor, ya sabes como hacerlo, no es la primera vez...
El masajista ya sabía qué es lo que tenía que hacer, pero estando como estaba, no le apetecía llenarse de rojo su boca ni su lengua, así que, comenzó por acariciar el chocho de su clienta, acariciando a veces delicadamente su clítoris y otras veces, de manera rabiosa, poniéndola a mil, haciéndole salir sus jugos... Mientras Soraya disfrutaba de tal masaje, se abría más de piernas y Mariano, se agachaba para seguir con sus masajes, aunque tenía otras intenciones así que...
- Soraya, hoy vamos a hacerlo más imaginativo, piensa que está aquí tu prima y déjate hacer ¿vale? Para que surta más efecto te pondré una toalla en los ojos, así podrás visualizar la escena.
Una vez así, con la cara cubierta, Mariano volvió con sus masajes clitorídeos hasta hacerla alcanzar el primer orgasmo y tras hacerla correrse la tranquilizó indicándole que ahora le iba a dar lo que quería, trajo a Rayoi y le indicó con señales, que conocía bien el perro, que tenía que pasarle la lengua allá por donde fluían los líquidos del placer de su clienta, como la lengua animal tiene el doble o el triple de tamaño que la lengua humana, en cuanto hizo su primera pasada, los vellos de los muslos de Soraya se le erizaron por completo, sabiendo así Mariano que estaba volviéndose a preparar para una nueva corrida, Rayoi empezó a lamer cada vez a más velocidad, por lo que Soraya movía la pelvis como si estuviera siendo follada o lamida por su prima, que tanto le gustaba, pero aún sin saber que la lengua no era del masajista sino del perro, como no podía más sólo pudo decir lo siguiente:
Prima mía... saca uno de esos consoladores que traes... y fóllame... que no aguanto más...
Nooo, primero voy a recortarte todos los pelos que tienes en tu bonito y mojado chocho, verás que bien te lo dejo y verás lo que vas a disfrutar –le dijo Mariano.
Y empezó a recortar los pelos de su clienta, era una de las cosas que mejor se le daba, lo de recortar... mientras utilizaba la maquinilla para quitarle todos los vellos, de vez en cuando, se la metía enterita dentro de su vagina, follándosela con ella, así disfrutaba de un delicioso corte de vello y de una follada tremenda, metiéndole cada cierto tiempo la máquina de afeitar, hasta que se volvió a correr una vez hubo terminado su corte de pelo.
Tras esta deliciosa operación, Mariano, no pudo más, estando con la polla bien tiesa, empezó a masajeársela pero... su intención también era otra, así que ayudó a Rayoi, poniéndole la silla para que, subido en ella, alcanzase de un buen pistonazo el chocho caliente de su clienta, pasó sus patas delanteras entre los muslos de Soraya, tomó la pollita que ya estaba tiesa, de su perro, y con muchísima puntería, atinó a la primera, como estaba bien caliente, puesto que con la mamada a su dueño se había quedado con ganas de follar, también se ventiló a la clienta de Mariano en unos pocos minutos, se movió con frenesí, sacando y metiendo su polla perruna en ese delicioso chocho ahora sin pelos, rabiosamente, sin parar, haciendo que Soraya disfrutara de unos orgasmos descomunales, hasta que se quedó atorado, sin poder sacar el bulbo que había por fin alojado en el interior de su partenaire humana.
Soraya sin saber pero disfrutando a tope de la situación sólo alcanzó a pedir lo siguiente:
- Ooohhh, Mariano... me tienes totalmente llena... no me saques la superpolla... uhmmm, que me estás incrustando... que me gusta... esto que me haces, siento como llegan... tus superchorros, imparables..., hasta el mismo corazón, de lo dentro que me has metido la polla...
Mariano, absolutamente callado, lo mismo que Rayoi, sólo se preocupó de levantar el rabo de su perro, lubricar un poco el ano del animal y atinar con su erecta polla en el agujero negro perruno, y comenzar a follarse a su mascota para disfrutar de una forma distinta a como normalmente hacía con Soraya... Sabía que su perro aguantaría todavía unos minutos antes de desabotonarse de su clienta, era el tiempo justo para follarse a Rayoi y correrse en su interior, no sería ni la primera ni la última vez que lo haría con su perro, ya se conocían bastante bien mascota y dueño, así que Rayoi también se dejó hacer, mientras Mariano empujaba en su interior, Rayoi, completamente quieto, sólo se dejaba empujar, pero como todavía tenía el bulbo atrapado en el chocho de Soraya, ella también sentía del placer de ambos animales, pues Rayoi aún le lanzaba leves chorritos desde su más profundo interior, así que después de unos minutos de follada al perrito, Mariano consiguió correrse dentro de su cánida mascota, suspirando del placer obtenido, sacó lentamente su polla y a continuación hizo lo mismo Rayoi del chocho de Soraya, que, casi estaba dormida después de tanto placer recibido.
Mariano se acercó a su cara, con la polla aún goteando semen y le quitó la toalla que tapaba su visión, se la puso en la boca y se tragó las últimas gotas que cayeron dentro de su boca, las saboreó, le gustó ese sabor, que tan distinto era, creyendo que estaba mezclado con sus propios jugos...
Soraya se incorporó y vió como Rayoi se lamía la polla y su culito rebosante de semen de su propio dueño, y le dijo al masajista:
- Mariano, tu perro... parece que ha disfrutado del espectáculo que le hemos dado, ¿no?
A continuación soltó unas risitas, se acicaló un poco, pagó al masajista que tanto placer le había proporcionado y se despidió con dos besos agradeciendo tanto placer y relajación conseguida. Y sin saber absolutamente nada de la verdadera realidad.