Un marido maricón con un hermano violador

Me casé con un hombre que acabó aceptando que lo que le gustan son los hombres. Su hermano aprovechándose de nuestra situación económica me viola y después me entrega a otro hombre. al final me vengo de mi cuñado.

Mi nombre es Pilar, tengo 36 años y la historia que voy a contar empezó cuando recién había cumplido los 30.

Nací en una familia de lo más tradicional, mi padre era Catedrático de Derecho en la Universidad de Sevilla y mi madre, ama de casa. A mi hermana y a mi nos educaron según los valores de las familias cristianas y tradicionales. Una educación muy severa que nunca les he echado en cara a mis padres. Más por tradición que por vocación mi hermana y yo estudiamos derecho y las dos acabamos la carrera con buenas notas. Quizás jugó a nuestro favor que mi padre fuera el catedrático más duro de la carrera y su asignatura: derecho civil, la más difícil de aprobar.

Además de todo lo anterior fuimos educadas en los valores cristianos más estrictos, mis padres y sobre todo mi madre eran apostólicos y romanos a macha martillo, no concebían la vida sin esos valores que yo ahora creo que llevaban a un extremo que me cuesta comprender e incluso perdonar. El concepto del pecado, sobre todo contra el sexto mandamiento y el miedo a los tormentos del infierno estaban presentes en nuestra vida.

Así las cosas, en medio de una infancia y una adolescencia felices sucedió algo que cambió por completo mi vida. Lo recuerdo como si hubiera pasado ayer. Estando de vacaciones en la costa, mi tío Fernando, que vivía con nosotros, y yo nos quedamos solos en la casa, no recuerdo por qué mi hermana y mis padres se fueron a hacer algo. El hermano de mi padre era cuarentón cuando pasó lo que pasó. Yo estaba echándome la siesta en el sofá del salón cuando noté que me estaban sobando, no eran caricias, eran sobos, me desperté, era mi tío el que me estaba tocando las tetas con una mano y la entrepierna con la otra.

  • Que haces.

  • Te estoy acariciando porque se que debajo de esa apariencia de niña buena en realidad eres una zorrita que está deseando que un hombre le dé placer.

  • Por favor tío, déjalo. No quiero que me toques.

  • Estás mintiendo, tu coñito no me engaña, estás deseando que me lo coma

Yo estaba aterrorizada oyéndole y no se me ocurrió otra cosa que amenazarle.

  • Si sigues se lo voy a decir a mi madre.

  • Tu madre, debajo de esa apariencia de santurrona es más puta que tu, no sabes los berridos que pega cuando yo la estoy comiendo lo que te voy a comer a ti, o cuando me la estoy follando. Además, si dices algo tu madre me va a dar la razón porque sabe que, si no me la da, le cuento a tu padre los años que llevo follándomela. Mi hermano se asombraría de saber que yo se que tu madre tiene un pequeño lunar al lado de su coño y otros dos, muy bonitos, junto a su ojete. También le diré lo que le gusta que me coja su culo. Tu padre seguro que no lo ha probado, lo estrené yo. Estoy seguro que eres tan puta como tu madre. De madre puta, hija puta.

Mientras hablaba ya me había dejado las tetas al aire. Yo desarrollé pronto por lo que a esa edad ya tenía un buen par de tetas que me han acompañado hasta hoy.

Al tiempo que me empezaba a comer las tetas metió su mano libre por debajo de mi falda y me arrancó las bragas.

La escena aún me martiriza, una muchachita  tendida en un sofá con un energúmeno que le está comiendo las tetas y al tiempo le está sobando el coño.

  • Te está gustando, zorrita. Dime que te está gustando.

En pánico total le contesté:

  • Si, me está gustando.

  • Yo lo sabía, estaba seguro de que tan pronto te empezara a acariciar ibas a disfrutar como una perra.

No quiero entrar en más detalles, el malnacido de mi tío primero me comió el coño hasta que le pareció que había cumplido y acto seguido enfiló su verga a mi entrada y me violó. La violación en si duró poco porque tan pronto la tuvo metida dentro de mi, al tercer empujón, mi tío se corrió.

Esta escena o parecidas se vinieron repitiendo a lo largo del verano. En las siguientes ocasiones hizo conmigo todo lo que quiso, desde obligarme a chuparle la polla hasta tomar posesión de mi culo.

Quien haya sufrido lo que yo me entenderá, todas aquellas violaciones no me proporcionaron un miligramo de placer, todo lo contrario, la sola presencia de mi tío me daba pánico y asco. Para mi el sexo y los hombres pasaron a ser lo más asqueroso del mundo.

Acabó el verano y la providencia vino en mi socorro, mi tío Fernando, que era funcionario, fue destinado a Madrid. Antes de irse me prometió que, aunque todo iba a ser más difícil, nos iba a seguir follando, tanto a mi madre como a mi. Mi hermana Rocío no cayó en sus redes.

Sus últimas palabras fueron:

  • Voy a seguir follando contigo y con tu madre, y nunca me vas a olvidar.

El resultado de aquella experiencia fue que en los años siguientes yo le tuve terror a los muchachos que se me acercaban. Solo me relacionaba con amigas, cosa que a mi madre le hacía feliz.

  • Los hombres, Pilarcita, son todos unos guarros. Lo único que buscan es arrebatarte tu virginidad y tan pronto como la consiguen huyen. Tu mantente pura hasta que llegues al matrimonio. No te dejes tocar.  Haz como yo y no te arrepentirás.

Yo la oía y me venían a la cabeza las palabras de mi tío, estaba recibiendo consejos de la mujer que le ponía los cuernos a mi padre con su hermano.

Durante ese tiempo tuve alguna experiencia con una de mis amigas, con Luisa, una compañera de clase. Me quedé un día a estudiar en su casa y cansadas de estudiar nos echamos en la cama. Luisa al cabo de un rato empezó a acariciarme, al principio me puse tensa pero luego la dejé hacer. La mano de Luisa acabó en mis ingles y sus caricias acabaron por producirme placer, la primera vez en mi vida que recibía placer sexual, no llegué al orgasmo, pero si disfruté mucho.

De esa noche aprendí que, acariciando mi coño, yo misma me daba placer y a eso me dediqué. Durante mucho tiempo mi única fuente de placer fue mi mano y en cuanto a Luisa la segunda vez que nos metimos en la cama me pidió cosas que me convencieron de que no me gustaban las mujeres.

Fueron pasando los años y aunque solo fuera porque la vida en sociedad así lo exige empecé a conocer chicos. Tengo que decir que, a juicio de todos los que conocí yo estaba muy buena y era objeto del deseo de muchos de ellos. Guapa de cara, buen cuerpo, tetas grandes y un culo de escándalo. Pero yo, aparte del trato social, no di un paso más. Hice caso de mi madre, no porque me lo había dicho, sino porque los hombres me seguían dando asco y miedo.

Con 24 años ya cumplidos y la carrera a punto de terminar conocí a Pedro. Un chico alto, guapo, caballeroso, aunque algo bruto en sus modales. A mi madre no le gustó nada. No era de nuestra clase social, era el primogénito del mayor industrial de la chatarra y los metales de toda Andalucía, y apenas tenía estudios.

En opinión de su padre, él ya había trabajado bastante como para que sus hijos no tuvieran que estudiar.

Pedro mientras estuvimos saliendo no hizo el menor gesto que me indicara que lo que quería era llevarme a la cama. Yo le dije cuales eran mis creencias y el las aceptó de pleno.

Tras una relación serena y carente de pasión y por supuesto de sexo, un día Pedro me pidió en matrimonio. Y acepté.

Nos casamos por todo lo alto. Mi suegro lo pagó todo, un catedrático tiene mucho prestigio, pero poco dinero. Como Pedro era uno de los solteros más solicitados de Sevilla, mis amigas se murieron de envidia cuando supieron de mi compromiso y cuando asistieron a mi boda. Incluida Luisa.

Pasamos la noche de bodas en el Hotel Alfonso XII, el más aristocrático de la ciudad. Cuando nos metimos en la cama yo estaba aterrorizada previendo lo que venía a continuación.

  • Pedro, yo estoy agotada, son demasiadas emociones para un día. No te importa si esta noche descansamos y mañana te prometo que te daré todo lo que me pidas.

Pedro, delicado como siempre había sido conmigo, estuvo de acuerdo, solo me hizo una petición.

  • Quiero verte desnuda, tienes un cuerpo precioso y ahora que eres mi mujer quiero verlo.

Me salí de la cama, me quité el camisón y me quedé en pelota delante de mi marido. No solo eso, me di un par de vueltas para que pudiera verme desde todos los ángulos. En ese momento, yo desnuda delante de un hombre y enseñándole mis carnes noté un momento, un fogonazo de calentura, de deseo. Si hubiera tenido la confianza que no tenía, le hubiera pedido que me acariciara el coño, pero no me atreví.

  • Tienes un cuerpo precioso, me gusta todo, tus tetas, tu culo, tus muslos. Soy el hombre más afortunado del mundo. Te voy a pedir otro favor, quiero que duermas desnuda, yo también me voy a quitar el pijama.

Los dos ya metidos en la cama mi marido me hizo otra petición.

  • Te quiero acariciar las tetas. Tienes unas tetas preciosas y la quiero acariciar.

  • Te dejo, pero con una condición, solo las tetas. Si de ahí pasas a otras cosas voy a perder la confianza que tengo en ti.

Pedro cumplió con lo prometido, estuvo un rato acariciándome las tetas y en ningún momento pretendió pasar a mayores, ni siquiera intentó comérselas. Eso me dio la tranquilidad de que mi marido no me iba a atropellar. Antes de dormirme su pude ver que Pedro se había excitado, su miembro hacía una tienda de campaña con las sabanas.

El bulto que produjo su erección me hizo pensar que mi marido tenía un buen instrumento, el único que hasta entonces yo conocía era el de mi tío, y la diferencia era abismal.

En mitad de la noche me desperté. Había tenido un sueño malo, pero no me acordaba de él. Como siempre he sido muy curiosa y aprovechando que Pedro dormía plácidamente, deslicé mi mano por debajo de las sabanas hasta alcanzar su miembro. La erección había desaparecido pero lo que me encontré fue un pedazo de verga descomunal en comparación con lo que yo conocía: la polla de mi tío Fernando. Años después comprobé que mi tío Fernando tenía una polla muy, muy pequeña. Pensé un momento como sería aquel pedazo de carne en erección entrando en mi y me temí lo peor. Con la preocupación en la mente, me dormí.

A la mañana siguiente, Pedro acostumbrado a un horario laboral se despertó antes que yo, pero le oí cuando abrió la puerta del cuarto de baño. Pensando que yo seguía dormida no se molestó en cerrar y la sensación que tuve al oírle hacer su pis mañanero fue que quien estaba orinando era un caballo. Escondí la cabeza entre mis brazos para poderle ver cuando saliera, pero pareciendo dormida, y a su vuelta vi el pedazo de carne que le colgaba.

Mi situación era angustiosa, por un lado, había visto lo que mi marido tenía entre sus piernas y por otro no podía seguir diciendo que estaba cansada. Me resigne a lo que tuviera que pasar, como los cristianos que llevaban al circo a que se los comieran los leones.

Al cabo de un rato Pedro me despertó. Lo primero que hice fue ir al baño, previendo lo que podía pasar yo había llevado en mi neceser un botecito de gel para lubricar mi vagina. Me embadurné bien y volví a la cama resignada a lo que me esperaba. Estaba muerta de miedo.

Antes de lanzarse al ataque Pedro me hizo una confesión.

  • Perdóname si no soy lo experto que tu puedas esperar, pero eres con la primera mujer con la que estoy en la cama.

  • No te preocupes, yo tampoco tengo experiencia así que tendremos que aprender juntos.

Entonces si, Pedro llevó su mano a mi coño.

  • Que mojada estás mi amor.

  • Es porque este momento me tiene muy caliente y también muy nerviosa. Te voy pedir una cosa, como me vas a desvirgar, si siento dolor y te digo que te pares, tu ¿te vas a parar?

  • Si mi vida, si me dices que te duele yo me paro.

Pedro se arrodilló entre mis muslos lo que me dio la posibilidad de ver de cerca lo que me iba a meter. Pensé que me iba a desgarrar. Estaba fría como un tempano.

Apuntó con su falo entre mis nalgas y en ese primer intento le tuve que advertir.

  • Pedro, mi amor, donde estás haciendo fuerza es en mi culo, me la tienes que meter un poco más arriba.

En el segundo intento acertó con la entrada y del primer empujón me metió media verga. No me hizo daño, pero yo lancé un grito.

  • Te he hecho daño, cariño.

  • Si, he notado como que me rompías algo, estate un momento quieto hasta que se me pase el escozor.

Pedro cumplió mis ordenes y al cabo de un tiempo que consideré prudencial le dije que podía seguir. Otro par de mandobles y sentí como el vientre de mi marido chocaba con el mío. No había sentido el dolor que esperaba, pero tampoco sentía placer alguno.

Pedro, por lo que me dijo si estaba disfrutando.

  • Que rico mi vida, que rico estar metido dentro de ti, me estás matando de placer. Que estrechito tienes el coño, y que caliente.

Segura de que follando con Pedro no iba a obtener el más mínimo placer decidí que debía fingir, y empecé a animarle.

  • Que dentro te siento, me tienes llena y me estás dando mucho gusto, dame suavecito mi vida que así me das más placer. Sigue por dios sigue. Fóllate a tu mujer y hazle una barriga bien grande. Pero despacito.

  • Quieres que te preñe.

  • Si quiero que me llenes y que me hagas un hijo. Dame toda tu leche que quiero sentir como me la das.

En contra de lo que me había pasado con mi tío, Pedro estuvo su buen cuarto de hora entrando y saliendo de mi.

Yo seguí todo ese tiempo fingiendo un placer infinito, pero tampoco estaba segura de lo que hay que decir en esas ocasiones.

  • Que placer, mi vida, que placer me está dando mi marido. Que polla tan grande tienes, me siento llena y me da mucho gusto. Dame polla mi amor, dame polla que quiero correrme, estoy muy caliente y no te voy a poder esperar.

Pero me esperé, esperé hasta que mi marido me dijo que se iba a correr y ahí fue donde hice mi mejor representación. Fingí un orgasmo explosivo, un torrente de placer, el mejor polvo de la historia y Pedro se sintió el hombre más feliz del mundo, y el que mejor follaba.

De esa manera ha transcurrido mi vida sexual durante años. Gracias a dios mi marido una vez pasadas las primeras urgencias se volvió bastante poco activo en cuanto a la cama se refiere. Nunca pasamos de un polvo a la semana y muchas semanas ni eso. Lo que para cualquier otra mujer podría haber sido un infierno para mi fue una liberación, bien es verdad que poco a poco había conseguido mejorar mis actuaciones y cualquiera que nos hubiera visto habría asegurado que yo disfrutaba como una perra.

Durante años Pedro cumplió a rajatabla mi petición de que no me follara con violencia. Le dije que me daba más placer cuando lo hacía despacito, con ternura. También le pedí que no me dijera groserías mientras estábamos follando, ni groserías ni insultos.

  • No me llames ni puta, ni guarra ni esas cosas. Si lo haces se me quitarán las ganas.

Y, así las cosas, de forma repentina murió mi suegro. Las cosas se suelen poner feas cuando se trata de repartir una herencia. Mi marido y su hermano pequeño, Pablo, chocaron como dos trenes. Los dos querían controlar la empresa principal, y la cosa estuvo a punto de llegar a los tribunales.

De los dos, mi marido ha sido siempre el débil y su hermano el fuerte. Suele pasar que los hermanos segundos salen más listos y más osados que los primogénitos.

Al final llegaron a un acuerdo, ventajoso para el hermano pequeño. El se quedó con el momio y a mi marido le compensó con dinero, y con promesas a futuro que nunca cumplió.

Con el tiempo el negocio de Pablo subió como la espuma, la chatarra tiene mala prensa, pero es una fabrica de dinero.

Mi marido puso en marcha varios negocios y fuera porque buscó, o le buscaron a él los socios equivocados, fuera porque se metió en territorios desconocidos, unos pocos años después habíamos pasado de la abundancia a prácticamente a la banca rota. Mi cuñado habría podido ayudarnos, pero ya hacía años que los hermanos no se dirigían la palabra.

Yo que había vivido unos años como una reina, sin privarme de ningún capricho, por caro que fuera, y gastando a capricho, no estaba dispuesta a cambiar de vida.

Bastó que Pedro me comentara que su hermano nos podía sacar de la situación pero que él no le podía pedir el favor, para que yo le comentara que yo si podía hablarle. Según se lo sugerí se negó en redondo, pero no me costó convencerle.

A la mañana siguiente llamé a mi cuñado.

  • Pablo, me gustaría hablar contigo, ¿cuándo podemos quedar?, yo me acercaría a tu oficina.

  • Cuñadita, que alegría me da oírte. Estoy a tu entera disposición. Mañana mismo nos vemos. Ven a mi oficina a las 7 de la tarde.

A día siguiente me arreglé como si tuviera una cita con un amante. Era verano, un vestido ligero, con un buen escote y corto para dejar mis piernas e incluso mis muslos al aire cuando me sentaba. Quería conseguir que Pablo nos ayudara, y yo conocía su fama de mujeriego.

Cuando llegué a las instalaciones de mi cuñado me extrañó que todo estaba apagado menos el despacho de Pablo.

Entré en su despacho y Pablo me hizo sentarme en un tresillo y el se sentó en la butaca de enfrente. La mirada de mi cuñado fue directamente a mis muslos, a los que yo había dejado intencionadamente al aire. Le conté mi historia, nuestra situación, el peligro de perder nuestra casa, en fin, que necesitábamos su ayuda.

Me dejó soltarle todo mi royo sin dejar de prestar atención a mis muslos y cuando hube acabado, disparó:

  • Pilar, ¿has venido a verme con bragas o sin ellas?

Sentí una ola de indignación y de odio hacia mi cuñado. Noté como me ponía roja de ira.

¿Cómo me preguntas eso? Eres un cerdo.

  • Te lo pregunto por una razón, voy a ayudaros, no te van a quitar tu casa, el idiota de mi hermano no va a acabar en la ruina, y tu vas a seguir viviendo a todo plan, pero no te va a salir gratis. Yo no hago nada si no consigo una ganancia. Quítate las bragas y dámelas.

  • ¿Solo me vas a pedir eso?

  • No cuñadita, tus bragas son una anécdota, quiero ser tu dueño, que seas mi esclava, quiero follarte como y cuando yo quiera, quiero cogerme tu culo.  Tu de ahora en adelante vas a hacer lo que yo te diga, sin rechistar. Te voy a follar como mi hermano nunca lo ha hecho. Yo sabía que este momento iba a llegar, y que tu y yo íbamos a acabar follando como bestias.

  • Eres un canalla, me voy ahora mismo y se lo contaré a tu hermano.

  • Tu yo sabemos que no te vas a ir. Sabes que soy tu única alternativa y no la vas a desaprovechar.

El hijo de puta de mi cuñado llevaba razón, las palabras de Pablo me habían producido una descarga de adrenalina, y un odio sarraceno hacia mi cuñado, pero al mismo tiempo sentí una oleada de algo nuevo para mi. Entonces no lo supe interpretar, ahora se que lo que consiguió fue ponerme cachonda. Cachonda como una perra en celo, con un solo pensamiento en mi cabeza, que mi cuñado me follara sin piedad, como un animal, como un caballo cubriendo a su yegua. Por primera vez en mi vida sentí que tenía una fuente entre mis muslos. Noté como mi flujo me empapaba las bragas y el culo.

Me puse de pie, metí las manos por debajo de mi falda, me quité las braguitas y se las entregué.

Pablo las cogió y se las llevó a la nariz.

  • Lo sabía, estás cachonda y mojada. Eres una mujer mal follada. Mi hermano no vale para satisfacer a una mujer. Abre los muslos que quiero ver si llevas el chocho como una campesina o lo llevas depilado.

Me giré ligeramente hacia él y separé completamente mis muslos para dejarle mi chocho enfrente de sus ojos.

  • Me gusta que lo lleves depilado, de ahora en adelante nunca te dejes crecer pelo, ni siquiera un poco. Me gusta que tu coño parezca el de una niña. Date la vuelta que quiero ver como tienes tu culo.

Yo no me reconocía a mi misma. Mi cuñado me había abducido, yo ya era su esclava y estaba feliz de serlo y al mismo tiempo le odiaba a muerte. Estaba sintiendo lo que no había sentido en mi vida.

De rodillas sobre el tresillo me saqué el vestido por la cabeza y me quité el sujetador. Ya desnuda puse mi culo en pompa para que lo viera Pablo.

  • ¿A mi hermano le gusta darte por el culo?

  • Nunca lo hemos hecho.

  • Estaba seguro, pues que sepas que a mi dar por el culo me encanta y estrenar el tuyo me va a volver loco. Tienes un culo precioso.

Se acercó a mi y recorrió con sus dedos desde mi clítoris hasta mi ano.

Sentí un corrientazo de placer desconocido para mi.

  • El algodón no engaña, estás mojada como una perra.

Y en aquella postura, sin mediar más palabras, Pablo se puso detrás de mi, se bajó los pantalones y de una estocada me la metió. Sentí su vientre chocar contra mis nalgas. Tan pronto estuvo dentro empezó un mete y saca bestial, a cada empellón mi cabeza se apoyaba contra la pared mientras yo sentía el placer más grande que había sentido en mi vida. No me hizo falta ningún fingimiento, berreé, gemí, grité y le pedí que me reventara el coño con su polla.

  • Puedes gritar todo lo que quieras, esta habitación está insonorizada, aunque dispararas una escopeta nadie lo oiría.

Mi reacción fue chillar aún más fuerte, por primera vez en mi vida estaba gritando de placer al sentirme penetrada. No fingía, mi cuñado me estaba llevando a terrenos para mi desconocidos. Por primera vez en mi vida sentía el placer de tener una verga dentro de mí.

Mis muestras de placer espolearon a Pablo y con ello a la frecuencia y a la intensidad de sus embestidas. En algún momento pensé que me iba a traspasar mientras recibía oleadas de placer.

Al cabo de un tiempo, para mi interminable, por el placer que estaba recibiendo Pablo me anunció que se iba a correr. Cuando sentí las descargas de mi cuñado me estalló la cabeza, sentí un latigazo de placer que me recorrió el cuerpo y me corrí toda. No tuve un orgasmo, tuve EL ORGASMO, me corrí como nunca me había corrido en mi vida.

En la flojera que se produce después de un orgasmo me dio tiempo a pensar que mi cuñado era el mayor miserable del mundo, un canalla despreciable por el que sentía un odio africano, un ser abyecto que aprovechaba la debilidad de su hermano para chantajear su mujer, pero al mismo tiempo lo que me había dado no me lo había dado mi marido en años de matrimonio, y, sobre todo, que una vez que lo había probado por nada del mundo quería prescindir de ello. Tuve la certeza de que nadie en el mundo me podría dar lo que Pablo me había dado. Aunque sabía que iba a estar follando con el mismísimo demonio.

  • Mañana ponte el vestido más recatado que tengas y a las 9 de la mañana te quiero ver en este despacho. Te voy a dar una sorpresa.

Cuando volví a casa mi marido me preguntó por como había ido la cosa. Le conteste lacónicamente que apenas habíamos podido hablar y que tenía que ir el día siguiente a su despacho.

Pedro, cosa poco frecuente en él, me dijo que tenía ganas de jugar, lo que significaba que quería follarme. Le despaché diciéndole que tenía que madrugar.

Lo que había pasado iba a marcar mi vida, yo lo sabía, y me debatía entre dos sentimientos contradictorios: Pablo me había abierto las puestas del sexo, del placer, de la lujuria y no estaba dispuesta a prescindir de él. Al mismo tiempo odiaba a mi cuñado y me odiaba a mi misma. Mis sentimientos, pensé, eran similares a los que tienen los drogadictos con su droga. No pueden vivir sin ella y por conseguirla matan, y al mismo tiempo la odian desde lo más profundo de su alma.

A la mañana siguiente me encontré a Pablo en su escritorio en mangas de camisa rodeado de papeles.

  • Llevo aquí desde las 7 de la mañana preparando lo que te voy a decir. Ayer ya tuve la idea en la cabeza, pero estas cosas me gusta reposarlas. No he cambiado, os voy a ayudar, pero quiero poder disfrutar de ti a mi antojo. Te voy a nombrar jefa de nuestro servicio jurídico y Secretaria del Consejo de Administración. Vas a ganar un buen dinero y vas a ocupar el despacho que está detrás de esa puerta. Para entrar en este no tienes que pasar por el pasillo. Quiero tenerte a mi disposición las 24 horas del día. Y voy a ayudar a mi hermano para que ponga un negocio.

Y cambiando de conversación y de tono.

  • Me gustó mucho follarte anoche. Yo sabía que dentro de ti vivía una mujer necesitada de macho. Estando casada con mi hermano estaba seguro de que había sido incapaz de sacar a la superficie la puta que vive dentro de ti. ¿A ti te gustó?

Supe desde el primer momento cual debía ser mi papel y me atuve a él.

  • Ayer me corrí como nunca me había corrido en mi vida. Pensé que me ibas a matar a con tu verga, pero me hiciste disfrutar de el polvo mejor de mi vida. ¿quieres que me quite la ropa? Yo estoy cachonda.

-  No cuñadita, antes tenemos muchas cosas que hacer, pero dame un capricho, álzate las faldas que quiero ver que braguitas traes hoy.

Sabiendo que eso era lo primero que me iba a pedir yo había decidido no llevarlas.

  • Me has adivinado el pensamiento. Me hacía ilusión que vinieras sin bragas. Ven, acércate.

Cuando me tuvo a su alcance pasó sus dedos por mi raja.

  • No me has mentido, estás cachonda. Tu coño no me puede engañar. Me gusta que seas tan puta.

Me encargó que revisara una serie de contratos y con ese encargo me fui a mi despacho.

Algo había cambiado en mi, la mujer que yo había sido había desaparecido y su lugar lo había ocupado una hembra necesitada de sexo, una adicta. Estudiando los contratos mi fiebre seguía su curso, me tuve que levantar e ir al baño a por papel para evitar que mis jugos empaparan mi vestido. Una vez en el baño tuve la tentación de tocarme, pero sabiendo que no iba a conseguir lo que me había dado Pablo el día anterior renuncié a ello.

Esperaba yo que mi cachondez remitiera, pero no fue así. Desesperada entre en el despacho de Pablo, el estaba revisando unos documentos.

  • Pablo, estoy desesperada, me tienes muy cachonda desde que te he visto. Hazme algo para quitarme esta calentura porque si no me voy a volver loca.

  • Eres más puta de lo que yo pensaba.

Me pidió que me sentara en su mesa y el mismo separó mis muslos. Sin levantarse de su sillón de trabajo metió su cabeza entre mis piernas y lanzó su lengua a disfrutar de mi chocho.

Sentí sus primeros lengüetazos y casi instantáneamente me subí al cielo. Abrí mis muslos tanto como pude para facilitar su tarea.

Su lengua fue recorriendo desde mi clítoris hasta mi ano. No sabría decir que me producía más placer. Siguió con lengüetadas cada vez más rápidas y en algún momento hizo el simulacro de penetrarme tanto por mi coño como por mi culo.

  • Méteme la lengua en el culo, dame lengua que me estás poniendo a mil, cómo necesitaba que me dieras placer. Ayer me dijiste que querías que fuera tu esclava, ya lo soy, pero a cambio quiero que me des placer a diario. Me vale tanto tu lengua como tu polla, pero dame placer.Me tienes muy cachonda y voy a tardar muy poco en correrme, me estás matando, me voy a venir, hijoputa, me voy a venir, dame lengua duro que estoy a punto de correrme.

Sentí convulsiones de placer por todo mi cuerpo y me corrí. Me corrí muy duro y las ansias que me habían acompañado desde que entré en su despacho se empezaron a calmar. Pablo, conocedor del terreno, después de que yo me corriera siguió dándome lengua como si no se hubiera enterado de nada. En cuanto a mi, tan pronto siguió perforándome con su lengua sentí que me venía otra oleada de placer, preludio de un nuevo orgasmo. Le rogué.

  • Por dios Pablo sigue dándome lengua que me tienes muy arriba y me vas a hacer correrme otra vez, sigue, sigue comiéndote mi chocho que me voy a venir otra vez, me vengo Pablo, me estoy viniendo otra vez, por dios para, que ya no puedo soportar más placer. Eres un canalla y un pervertido, pero me das tanto placer que no puedo prescindir de ti.

Me quedé tendida sobre su escritorio espatarrada frente al hombre que me había llevado al orgasmo.

  • Venga perezosa, vete a tu despacho a terminar tu tarea. Y no le des vueltas a tu cabeza, esta tarde te voy a follar.

Calmadas momentáneamente mis ansias y con la promesa de mi cuñado en la cabeza me dediqué a mi trabajo.

Pablo entró en mi despacho para invitarme a comer. Fuimos a un restaurante cercano y de vuelta en la fábrica mi cuñado me dijo que tenía que salir a hacer una gestión, pero que le esperara que iba a volver.

  • Me has hecho una promesa que espero que cumplas.

  • Pilar, aún me conoces poco pero que sepas que yo siempre cumplo lo que prometo y para que tengas claro lo que te espera, esta tarde cuando vuelva voy a estrenar tu culo.

Pablo tenía la habilidad de ponerme cachonda solo con su voz, una voz fuerte y a la vez pastosa, caliente.

Me dejó con la idea en mi cabeza de que esa tarde le iba a dar mi culo para que hiciera con el lo que quisiera.

Volvió tarde, cuando la oficina estaba ya vacía. Según llegó me dio la primera orden.

  • Quítate la ropa y arrodíllate en el sillón.

Me quité el vestido lo que provocó otro comentario suyo.

  • Has venido sin sujetador, también eso lo quería. Tienes unas tetas preciosas, de las mejores que he visto en mi vida. Estás muy buena cuñadita y tienes un cuerpo divino.

Conmigo en cuatro arrodillada sobre el tresillo Pablo se puso detrás de mi y lanzó su lengua entre mis nalgas. Ahora si todos sus esfuerzos los dedicó a mi ano. Sentí su lengua recorrerlo y de vez en cuando haciendo la intención de penetrarlo. Solo con esos juegos previos estuve a punto de correrme.

Lo siguiente que noté fue la cabeza de su verga apoyada en el centro de mi culo, tuve un momento de pánico pensando en que me iba a doler el recibir semejante barra de carne, pero aguanté el tirón.

Pablo hizo fuerza en mi ano y mi entrada opuso cierta resistencia, pero el no redujo su empuje. Tuve un instante de pánico. Sentí la polla de Pablo atravesar mi entrada y a partir de ahí, su polla se deslizó por mi recto con toda facilidad. Mi conducto de dilató para acoplarse al calibre que lo estaba ocupando.

Sentí como su vientre se apoyaba en mi culo y en ese momento deseé con todas mis fuerzas que me lo destrozara. Me sentía llena y quería recibir y dar todo el placer que fuera capaz.

  • Te ha dolido, mi amor.

  • Tu solo me das placer. Siento toda tu polla metida en mi culo. Me has convertido en la puta más puta de todas las putas. Te odio.

  • No te engañes, cuñadita, yo solo el sacado a la superficie a la perra folladora que tu llevas dentro. Y ahora prepárate porque te voy a reventar el culo a pollazos.

  • Rómpemelo que estoy deseando sentir como me llenas la barriga de leche.

Pablo me sujetó por las caderas y me empezó a dar polla como si el mundo se fuera a acabar. Cada embestida suya me causaba a mi un placer infinito.

  • Me estas dando mucho placer, eres un pervertido, pero me estás matando de dicha. Dame más duro que quiero que me revientes.

  • Tócate el chocho mientras te follo.

Le hice caso y mi mano fue en busca de mi clítoris.

Lo que ocurrió a continuación superó todas mis expectativas. Con la verga de Pablo clavada hasta el fondo en mi culo y mi mano acariciando mi clítoris pensé que me llegaba la muerte. Sentí en algunos momentos que mi mente se salía de mi cuerpo y que me iba a desmayar.

  • Dame tu leche, lléname el culo por dios, lléname el culo que me quiero correr, me estás llevando muy arriba y me vas a hacer correrme. Dame duro que me estoy corriendo.

Cuando creía haber alcanzado la cima del placer sentí como Pablo descargaba su leche en mi y eso me provocó otro subidón cuando yo pensaba que no podía resistir un placer mayor.

Esa primera experiencia anal produjo en mi una reacción nueva. Según sentí su leche entrando en mi cuerpo me corrí, pero al tiempo y sin que yo hiciera nada voluntariamente, empecé a hacerme pis, primero fue un chorrito suave y a continuación me meé como si tuviera una fuente entre mis muslos. Sentí vergüenza, pero Pablo me la quitó con una sola frase.

  • Te estas meando mi amor. No te estás haciendo pis, te estás meando de gusto y eso me pone a mil. Que no te puedas contener y te mees es una demostración de que estas disfrutando como una perra. ¿Te habías meado antes?

  • No, es la primera vez que me pasa y me ha dado mucha vergüenza.

  • No tienes que tener vergüenza. Para mi ver que cuando te estoy follando te meas es el mayor de los regalos. No pienses que eso te va a pasar cada vez que te folle, el algo extraordinario que pasa muy de vez en cuando.

Después de aquella explosión de placer tuve un rapto de sinceridad que luego lamenté.

  • Pablo te voy a hacer una confesión, ayer y hoy han sido las dos únicas veces que me corrido follando. Tu hermano, que fue quien me desvirgó, no ha conseguido en todos estos años que yo tuviera un orgasmo. Ahora entenderás lo enganchada que me tienes.

  • Lo sabía, mi hermano es un inútil. Y como has hecho cuando mi hermano te follaba.

  • He fingido, fingiendo un orgasmo soy una gran actriz.

  • Conmigo has fingido.

  • No contigo me he corrido como no me había corrido nunca. Dime que me vas a seguir follando, ya no me importa si nos ayudas o no, mentí, lo que yo necesito es que me sigas follando a diario. Y me sigas dando los orgasmos que me has dado.

  • No estés preocupada, aunque tus experiencias no hayan sido buenas, follando eres una diosa y no voy a prescindir de este chocho y de este culo, en la vida. Tu no eres consciente, pero yo, que tengo experiencia, se que has nacido para follar. Eres una diosa follando, una señora en la calle y una puta en la cama.

Esa misma tarde me dijo que en mi despacho había un armario del que me dio una llave. El tenía otra y quería que yo viniera cada día a la oficina con vestidos lo más recatados posible. En el armario quería que tuviéramos un arsenal de ropa de puta. Ligueros, corpiños, trajes de tejido transparente, ropa interior, todo aquello que pudiera contribuir a nuestra excitación y a nuestro placer.

  • Este despacho va a ser como Las Vegas, lo que pase aquí se queda aquí. Debemos ser discretos y no dar lugar a comentarios. Ah, se me olvidaba, ahora que lo has probado no quiero que consientas que mi hermano se coja tu culo, el que te folle de vez en cuando no lo puedo evitar, aunque no me guste, pero tu culo es mío.

  • Te lo juro, mi rey, nunca le voy a dar mi culo a tu hermano.

  • Aparte de mi hermano tienes algún amante.

  • ¿Cómo me dices eso? En toda mi vida solo he follado con dos personas. Con tu hermano y contigo.

  • Pues sigue así, si me entero que estás follando con otro, ese mismo día te abandono para siempre. Lo que es mío no consiento que lo disfrute nadie.

  • Y tu con tu mujer, follas mucho o follas poco. Ella te da su culo. Es una mujer guapísima. Tengo celos.

  • No los tengas. Follamos poco y mal. Luisa es muy fría en la cama, yo creo que no le gusta follar, o que no le gusta follar conmigo. Creo que ella si que tiene un amante, pero me da igual. Llevamos meses discutiendo las condiciones de nuestro divorcio. En cuanto a su culo me lo ha dado unas pocas de veces, pero con la misma falta de entusiasmo.

  • No te preocupes, que lo que tu mujer no te de te lo voy a dar yo. Querías que fuera tu esclava, pues ya lo soy, y no porque tu me lo mandes, sino porque soy feliz siéndolo. Soy tu puta y me hace dichosa serlo.

A continuación, viví una etapa con dos sentimientos encontrados, uno la felicidad que me daba el sexo salvaje que me daba Pablo y otro, el odio que sentía hacia él. Alguna noche llegué a pensar en como matarlo, pero el prescindir del placer que me daba no entraba en mis cálculos. Compartía mi día con Pablo y pude comprobar que él necesitaba el sexo tanto como yo. Fue una etapa de sexo desenfrenado y diario. Hicimos todo lo que un hombre y una mujer pueden hacer para conseguir placer sexual.

Mientras tanto mi marido había iniciado, a sugerencia de Pablo, un negocio en Cádiz que le ocupaba día y noche. La consecuencia fue que mi marido se fue a vivir a Cádiz y venía a casa un par de veces al mes.

Mi nuevo trabajo y el que Pedro viviera en Cádiz nos dio la coartada perfecta para dar rienda suelta a todas nuestras fantasías. Acompañé a Pablo a viajes y a convenciones como su mujer.

En una ocasión recuerdo, tuvimos que ir a Venecia. Reunión de la Asociación Europea de Fundidores de Metales.

Pablo me llevó al gran canal y alquiló una góndola. Era otoño y el cielo amenazaba lluvia lo que fue una buena disculpa para pedir al gondolero que echara la capota.

Tan pronto estuvo echada, Pablo metió su mano por debajo de mis faldas, sabiendo, como sabía antes de hacerlo, que yo no llevaba bragas. A el le gustaba que yo fuera sin bragas y a mi me gustaba darle gusto. Me hizo una pajita deliciosa. Tan rica fue que en el fragor de mi placer le pedí que me follara. No lo dudó un instante, me cogió en volandas y me sentó encima de él. Echamos un polvo divino atravesando canales de los que no guardo ningún recuerdo. Mi memoria solo registró que recorrí Venecia con la polla de Pablo clavada en mi coño. Fue, como siempre, un polvo que me provocó un orgasmo bestial. Cuando le dije que me iba a correr Pablo me pidió que no contuviera mis gritos, quería que nuestro gondolero supiera que sus clientes estaban follando.

En otra ocasión, en México, hicimos una pequeña excursión para visitar un pueblecito. Fuimos en un autobús casi vacío. No sentamos en la fila más trasera y tan pronto como arrancamos, sin que Pablo lo esperara, le abrí la cremallera de su pantalón, saqué su polla y le hice una mamada que en opinión de Pablo fue antológica.

  • Me has comido la polla muy rico. Me ha gustado mucho que tomaras la iniciativa, no me lo esperaba y me lo has sacado todo.

Mi posición en la compañía me permitía conocer los más mínimos detalles de los tejemanejes de mi amante. El negocio iba como un tiro, pero no por la genialidad de Pablo, sino porque la mitad de sus ingresos venían de operaciones delictivas.

Compraba coches recién robados, los desmontaba para vender sus piezas y la chapa la convertía en un bloque en una máquina descomunal.

Además de los coches, Pablo sacaba mucho dinero comprando cobre cuya procedencia era el robo. En algunos casos, bobinas enteras de cables tan gruesos como mi brazo. La manera de convertirlo en legal era fundirlo, para después vender los lingotes.

Para todas esas operaciones Paco contaba con una cuadrilla de rumanos que hacían todo lo que Pablo les mandaba.

Sin saber mucho por qué empecé a tomar nota de las matriculas de los coches que los rumanos llevaban a la fabrica. Mi lista pronto tuvo más de doscientas referencias.

En cuando a las bobinas, al ser tan grandes pasaban mas de 24 horas en un patio. Yo les hacía una foto donde venían todas sus referencias.

Mi romance con Pablo se torció cuando él me hizo una proposición que no me esperaba.

  • Vamos a ir a cerrar una operación de compra de chatarra en Moscú, te vienes conmigo. El vendedor se llama Iván, es un ruso ex KGB. Estoy seguro que va a intentar llevarte a la cama y quiero que te dejes. Quiero que te lo folles. Cuando piense que se está follando a mi mujer bajará la guarda y esa va a ser su perdición. Si cierro la operación me voy a hacer de oro.

  • Pablo, yo no quiero follar con nadie que no seas tu. Tu me dijiste que lo tuyo no consientes que te lo quite nadie.

  • Pilar, ya te dije que tu tendrías que hacer todo lo que yo te mandara. Ahora necesito que te folles al ruso y con lo que te gusta follar no te estoy mandando nada que te desagrade. Te lo vas a follar y punto.

En Moscú fuimos al Hotel Da Vinci, uno de los más lujosos de la ciudad. Pedro siempre viajaba a la grand du monde.

Esa misma noche me presentó a Iván Putroff, una bestia de más de dos metros de altura, rubio, de unos cuarenta años y bien parecido. Según él nos dijo había jugado al baloncesto en el Locomotiv y había estudiado cuatro años en Salamanca por lo que hablaba un español perfecto.

Quedamos en cenar con él el día siguiente en nuestro hotel.

Pablo esa noche se preocupó de elegir mi vestuario. Un vestido rojo, escotado, largo, pero con un tejido transparente en el costado que dejaba claro a cualquier observador que no llevaba ropa interior. Era un vestido diabólico que pocas mujeres podían atreverse a llevar, el tejido se ajustaba al cuerpo como un guante por lo que cualquier defecto quedaba a la vista. Mi culo y mis tetas estaban tan marcadas como si fuera desnuda.

Iván me atravesó con su mirada según entramos en el restaurante.

Charlamos y cenamos en una atmosfera distendida. Iván resultó ser un anfitrión encantador.

Siguiendo su plan, Pablo recibió una llamada y nos dejó solos.

Como él había previsto, Iván empezó a coquetear conmigo.

  • Las españolas sois mujeres muy guapas. Rusia está llena de rubias con los ojos azules, pero te miro a ti, morena y con los ojos negros, y me pareces preciosa. ¿Habías estado antes en Rusia?

  • No, nunca. Pero es un país que siempre me ha interesado.

  • Que pena que estéis poco tiempo, yo te lo podría enseñar. Soy un guía perfecto.

Al cabo de un rato volvió Pablo.

  • Me han citado para una reunión mañana en la oficina comercial española. Iván, ¿tu podrías mandar un coche con chofer para que Pilar pueda dar una vuelta por Moscú?

  • Pablo, si tu mujer tiene la mañana libre yo estaré encantado de enseñarle mi ciudad.

De vuelta en nuestra habitación Pablo tuvo el descaro de decirme:

  • Hoy no vamos a follar, quiero que mañana estés fresca como una rosa y con ganas de que ese animal te lleve a su cama.

A la mañana siguiente Iván apareció en el Hotel, vestido de sport, en una limusina con chofer. Yo me había puesto una ropa completamente distinta a la que me eligió Pablo. Una falda y una blusa. En Moscú en primavera hace calor.

Tan pronto entré en el coche, Iván disparó:

  • ¿Por qué Pablo te presenta como tu mujer?

  • Porque soy su mujer.

  • Si empezamos mintiéndonos, vamos mal. Su mujer se llama Luisa.

  • Y tu ¿como lo sabes?

  • Antes de hacer negocios con nadie me gusta saber con quien estoy negociando. Tengo oídos en todas partes. Al principio pensé que eras una escort, pero tan pronto como te conocí supe que no lo eras.

Me indignó que pensara que yo era una puta que Pablo había contratado.

  • No soy ninguna puta, Pablo y yo somos amantes. Los dos estamos casados y los dos nos vamos a divorciar.

  • Voy a ser muy claro contigo. Lo primero, me gustas mucho y soy soltero, lo segundo no le voy a seguir el juego a Pablo. Pablo es un débil.

  • No, débil no es. Es duro como una piedra.

  • Debil en ruso significa idiota. Si cree que trayéndome a su mujer para que me acueste con ella va a negociar con ventaja está equivocado. ¿Por qué haces esto?

  • Le debo mucho.

  • Mucho le debes deber para que te prestes a este papel tan degradante. Te ha pedido que te acuestes conmigo.

  • Si, tengo que hacer todo lo posible para que me lleves a la cama.

  • Pues se va a joder, porque no nos vamos a acostar.

En ese momento tuve una reacción que aún hoy no se interpretar.

  • Iván, yo tengo que hacer mi papel. No puedo volver con Pablo y decirle que he fracasado. No se lo creería y no me imagino cual puede ser su reacción.

  • Puedes mentirle.

  • Lo notaría, me conoce muy bien y sabe que no se mentir.

  • Solo te voy a ayudar si estoy seguro de que lo haces porque quieres. Tu marido es un paleto ignorante, un kuik , que me ha faltado al respeto. Eso es lo que menos me gusta del negocio de los metales, la mayoría de los dueños son unos ignorantes sin educación. Yo soy ingeniero metalúrgico. En la primera reunión que tuvimos le dije que soy descendiente de León Trosky y no sabía quien era.

  • Yo si lo se, y se como un catalán le asesinó en México.

  • Estaba seguro. ¿Quieres que vayamos a mi dacha?

  • Llévame donde tu quieras.

(Las dachas son casas de campo en las afueras de Moscú)

Iván dio las oportunas ordenes por teléfono, supongo para que todo estuviera preparado y fuimos a su dacha.

Según llegamos, después de tomar una copa de champán fui yo la que le dije a Iván, llévame a tu habitación.

Iván me cogió en brazos como si yo fuera un bebé y me subió al piso de arriba para acabar depositándome sobre su cama.

  • ¿Estás haciendo esto para cumplir con Pablo?

  • No, lo estoy haciendo porque quiero que me folles, quiero dártelo todo y ser tuya por un día. Me gustas mucho y estoy excitada. Quiero sentirme una mujer libre que hace con su cuerpo lo que quiere y que no sigue las ordenes de nadie.

Con toda delicadeza aquel gigante me fue quitando la ropa. Antes de que empezara yo ya estaba ardiendo, quería saber si Iván iba a ser capaz de darme todo el placer que yo deseaba o si, mi placer era un territorio exclusivo de Pablo.

Tan pronto me quitó la camisa empezó a comerme las tetas. Tengo muchos puntos débiles, las tetas es uno de ellos. Que me coman las tetas me vuelve loca y me pone caliente como un alto horno.

Se tomó su tiempo con mis tetas mientras sus manos exploraban otros terrenos. Su mano se deslizó entre mis muslos y ascendió por ellos hasta alcanzar mis bragas. Tan pronto como noté sus caricias supe, con absoluta seguridad, que con la calentura que tenía, Iván me iba a dar todo lo que yo necesitaba.

Seguimos jugando mientras nos desnudábamos.

  • Déjame que te vea desnuda. Eres una mujer preciosa y quiero disfrutar viéndote en cueros.

Me puse de pie frente a él y le mostré mis carnes con descaro.

  • No me reconozco, estoy desnuda delante de un hombre extraño y estoy feliz de enseñarte mi desnudez. No soy yo.

Iván mientras tanto me miraba con la boca abierta.

  • Ven que ya no quiero esperar más.

Me tendió en la cama y sin más historias me penetró.

Sentí como si un camión de mudanzas me hubiera caído encima.

Iván empezó lento, como hacen los buenos amantes y fue haciendo que aumentara mi temperatura poco a poco. Sus puñaladas de carne se fueron haciendo cada vez mas fuertes, mas continuas, más profundas y a las primeras de cambio supe que Iván me iba a dar todo lo que yo necesitaba, y no me equivoqué.

Apoyado en la cama, pero con su pecho apoyado en el mío, me preguntó:

  • ¿Te peso?

  • Iván, los amantes no pesan, solo pesan los maridos.

Me echó un polvo riquísimo, lleno de ternura y al mismo tiempo de violencia. Le avisé:

  • Iván, me voy a correr, me vas a hacer correrme. Estoy ardiendo de placer.

Mi anuncio fue como si hubiera tocado una trompeta, Iván redobló sus embestidas y se vino dentro de mí. Su semen entró en mi cuerpo como la lava de un volcán y me hizo sentir un placer infinito.

A cualquiera que nos hubiera podido ver, habría visto a una mujer a la que la echaban un polvo. Para mi fue otra cosa, fue saber que Pablo no era el único hombre en la tierra que me podía satisfacer. Iván me había dado tanto placer como Pablo en sus mejores actuaciones. Me sentí una mujer libre y en ese momento supe que mi historia con mi cuñado tenía los días contados.

Cuando llegó la hora de comer, bajamos al comedor, una mesa inmensa nos esperaba. Iván me sirvió champan.

  • Es champan Kristal, el mejor del mundo, lo hicieron para el zar Nicolás II. Pidió que la botella no tuviera hueco en el fondo porque temía que le envenenaran, por eso la botella es única.

  • Pilar, me vas a ayudar a engañar a Pablo, vamos a decirle que no te has encontrado bien y que apenas te he podido enseñar la ciudad. Quiero que mañana repitamos y ya pensaré como perjudicar a ese ignorante.

En la sobremesa estuvimos charlando de mil y una cosas, hasta que Iván me volvió a coger en brazos y me volvió a llevar a su alcoba.

Tan pronto me cogió en sus brazos recibí la primera oleada de placer. Me sentía absolutamente feliz con un hombre que había conocido el día anterior. Un tabú desapareció de mi cabeza, la idea de que Pablo era el único hombre en el mundo que me podía satisfacer en la cama saltó en pedazos, y con él mi miedo a perderlo.

Como no podía ser de otra manera nos pasamos la tarde follando. Si en la mañana yo había sentido un placer infinito, en la tarde ya sin ningún fantasma en mi cabeza, mi placer fue pleno. Estaba yo dispuesta a darle mi culo si Iván me lo pedía, pero no lo hizo.

Volvimos al hotel antes de lo previsto, Iván llamó a Pablo a su habitación.

Cuando bajó al bar Iván le contó la historia que habíamos acordado, y Pablo se la tragó enterita. Tendemos a creernos que es verdad lo que deseamos.

Iván se despidió de nosotros y se fue.

Todo el interés de Pablo fue saber si habíamos hecho algo.

  • No ha sido posible, me he encontrado fatal, pero tengo la seguridad de que le gusto. Ha coqueteado conmigo y si le hubiera seguido el juego habríamos acabado en la cama, pero le he dicho que me encontraba muy mal y se ha resignado.

Ya por la noche Pablo repitió el argumento para no follar y yo se lo agradecí desde lo más profundo de mi alma. Habría tenido que echar mano de mis artes para fingir, porque de los dos sentimientos que Pablo me provocaba, por un lado, deseo sexual y por otro odio, el segundo ya le había ganado la batalla al primero. Es más, esa noche me propuse hacer todo lo que estuviera en mi mano para hundirle y, pensé, Iván va a ayudarme, lo mismo que yo le estaba ayudando para engañar a Pablo.

El día siguiente transcurrió tal y como habíamos previsto, en esta ocasión Iván vino a buscarme en un coche deportivo. Me extraño que el coche no tenía matrícula, luego supe que los poderosos y la mafia rusa llevan coches sin identificación.

Por el camino Iván no pudo resistir la tentación y a pesar de que iba conduciendo su mano derecha no tardó ni un minuto en empezar a jugar debajo de mi falda. Al vestirme por la mañana yo había dado por hecho lo que iba a pasar, y con esa idea seleccioné mi indumentaria.

Me puse un traje de chaqueta, falda de tubo y chaqueta. En apariencia un aspecto muy profesional, pero que escondía dos travesuras. Debajo de la chaqueta lo único que llevaba eran mis tetas al aire, cosa que mientras no abriera las solapas nadie hubiera sospechado. En cuanto a la parte de abajo, una falda de tubo corta, lo suficientemente estrecha como para dejar bien marcado mi culo, pero con una abertura por delante cerrada por una cremallera que podía subir o bajar a mi voluntad, o a la de mi acompañante.

Debajo de ella también había sorpresas, medias negras de cristal y con costura de esas que solo llegan a medio muslo y para sujetarlas un liguero a juego. Mi última travesura fue ponerme unas braguitas que más parecían un mini bóxer, también de seda negra, de las que los americanos llaman crotch less, que significa que están partidas en dos en el centro, con lo que no hacía falta que me las quitara para tener el coño al aire.

Nada más sentarme tiré de la cremallera hacia arriba hasta dejar el encaje de mis medias a su vista.

  • Hoy me he puesto medias porque el día está un poco más frio.

Iván echó su vista a mis muslos y su mano a mis bragas. Nada más hacerlo comprobó que nada impedía que acariciara mi sexo.

  • Me vuelves loco. Me gusta que pienses en mi cuando estás seleccionado tu ropa. Estás mojada, mi amor.

El viaje, aunque corto fue muy excitante. Como la dacha estaba lejos, para no perder tiempo Iván había reservado una habitación en el Hotel Four Seasons, uno de los hoteles más lujosos de la ciudad, junto a la Plaza Roja.

Subimos a la habitación y dos segundos después ya nos estábamos comiendo el uno al otro. Iván me quitó primero la chaqueta y en ese momento se dio cuenta que no llevaba nada debajo, a continuación, abrió completamente la falda y se paro a contemplarme. No miento si digo que el conjunto de ropa interior que llevaba era precioso. Sentado sobre la cama dedicó un rato a disfrutar contemplando mis carnes desnudas.

  • Tienes un cuerpo precioso que no me canso de mirar. Date la vuelta que vea tu culo.

Sentí como su mirada escrutaba cada milímetro cuadrado de mi cuerpo.

Entregándome a él yo estaba en un éxtasis de placer. Los fantasmas que me habían acompañado toda mi vida, habían desaparecido.

Es verdad que Pablo me había dado placer, pero ese placer venía acompañado de miedo, más que de miedo de pánico. Se me había instalado en la cabeza la idea de que solo el me podía dar el placer que yo necesitaba y que ningún otro hombre podría conseguirlo y no quería volver a mi antigua vida sin sexo. Y pánico a que, a su antojo, un día decidiera prescindir de mi y me quedara sin trabajo y sin dinero.

Me entregué a Iván con mi mente limpia, sin ninguno de estos miedos y el resultado fue que, más que orgasmos, sentí explosiones nucleares.

La habitación tenía una cama del tamaño de un campo de futbol de modo que por mucho que Iván me embistiera no podía sacarme de ella. Digo esto porque más de dos metros de altura y más de cien kilos de peso me podrían haber sacado en volandas de cualquier cama normal.

Mi acompañante empezó por comerme las tetas, había visto como me había excitado el día anterior. Yo adopté una actitud pasiva, le dejé hacer y me dediqué a recibir placer.

Cuando le anuncié que estaba a punto de correrme Iván trepó por mi cuerpo y de una estocada me penetró. No lo había dicho, mi amante era dueño de una herramienta para mis medidas, perfecta. Me llamó la atención más por su grosor que por su longitud, pero lo que para mi era perfecto era su consistencia, sentía como si me estuviera atravesando con una barra de hierro.

Con la relativa confianza de que ya nos conocíamos echamos un polvo tranquilo, sin agobios, pero al tiempo de una brutal intensidad. Aquel hombre me llenaba al completo y me comunicaba una ternura que yo nunca había sentido. Por primera vez en mi vida en lugar de follando estaba haciendo el amor.

En ese primer asalto gastamos casi una hora, no digo, porque no quiero mentir, que estuvimos la hora follando, estuvimos una hora disfrutando del sexo y cerca de veinte minutos en los que Iván perforó mi coño y en los que yo sentí cuatro veces que me llegaba la muerte más plácida que una puede soñar.

En el fragor de mis orgasmos y aunque me había propuesto no hacerlo, recibiendo tanto placer como Iván me estaba dando, me rendí y decidí darle como mi mejor regalo lo único que tenía: mi cuerpo.

  • Iván, me das tanto placer que te quiero corresponder, quiero hacerte un regalo.

  • Cariño, ya me estás haciendo un regalo.

  • Quiero que sepas que me entrego a ti sin reserva alguna, te. Te lo quiero dar todo. Quiero que, si te gusta, te cojas mi culo. Quiero sentirme atravesada por ti y quiero que sientas que soy tuya. Me rindo sin condiciones.

  • Dorogoy revenok…

  • Que me dices.

  • Te he dicho querida niña, me hace feliz tu ofrecimiento, lo estaba deseando, pero no me atrevía a pedírtelo. Tenía miedo a que me rechazaras. Que te entregues a mi sin condiciones me llena de felicidad. De ti lo quiero todo.

  • Yo me había propuesto no decírtelo, pero me has dado tanto placer y tanta ternura que no quiero negarte nada. Soy tuya Iván, completamente tuya. Siento como si te conociera de toda la vida y se que no me vas a hacer daño en ningún sentido.

Cuando empezamos a sentir de nuevo deseo me puse en cuatro ofreciéndole mi rincón más intimo.

  • Tienes el culo más bonito del mundo. Me encanta el acento con el que me hablas, aunque algunas veces me cuesta entenderte.

Se coloco de rodillas tras de mi y dedicó un buen rato a acariciar mi coño con su prepucio. En algún momento hizo un simulacro de penetrarme, pero era solo un juego previo.

Yo estaba encendida como una plancha, sentía mi coño al rojo vivo y deseaba sentirme penetrada. Tanto como para no poder esperar más.

  • Métemela Iván, métemela hasta el fondo, fóllame o métemela en el culo, por dios, estoy muy cachonda. Fóllame, méteme tu verga donde tu quieras, pero fóllame, que no puedo esperar más.

Atendió mi orden, colocó su prepucio en mi entrada y tras una pequeña resistencia hundió su verga en mis carnes.

Sentí que se me iba la vida. Me sentí plena y feliz. Con la polla de Iván clavada en mi culo tuve una sensación casi mística, la sensación de una felicidad total, una sensación que me hizo recordar lo que aprendí en el colegio: la suma de todos los bienes sin mezcla de mal alguno.

Así como follando Iván había sido ejemplo de serenidad, con su verga empotrada en mi, pareció volverse loco. Con cada empellón yo sentía que me iba a traspasar de parte a parte. Me sentía llena y en un estado de excitación mayor a todo lo que hasta entonces había conocido.

Iván me dio polla hasta hartarse, su vigor parecía no tener fin y cuando me anunció que se iba a venir en mi, cuando sentí su semen entrar en mi cuerpo me pasó algo que solo había sentido otra vez en mi vida. Me hice pis. No empecé con unas gotitas, solté un chorro, y me gustó. Esta vez no tuve ningún reparo, no traté de evitarlo, todo lo contrario, sintiendo como me hacía pis subí a la estratosfera del placer sin sentir la menor vergüenza.

Iván lo notó y llevó su mano entre mis muslos para recibir en ella mi regalo.

Una ultima descarga en lo más profundo de mi vientre y los dos nos desplomamos como si nos hubieran disparado en la cabeza.

  • Pilar he conocido a muchas mujeres, pero lo que estoy sintiendo contigo no lo había sentido nunca. No quiero perderte a ningún precio.

  • A mi me pasa lo mismo. Siento mucha vergüenza, pero he sentido tanto placer que se me ha aflojado todo.

Cuando nos tomamos un respiro le conté mi historia completa, bueno completa no, porque de lo sucedido con mi tío no dije nada.

  • Pablo es un canalla, ha estado abusando de tu debilidad. Te ha tenido sometida por el miedo. Dorogoy revenok, yo te voy a ayudar, yo te voy a librar de ese hijo de puta.

Hicimos todo tipo de travesuras, como dos adolescentes. Y se puede decir que nos pasamos el día entero follando.

Apoyada sobre su pecho vi una cicatriz.

  • ¿Qué es esta cicatriz?

  • Me dieron un tiro en la guerra en Afganistán. Yo he vivido mucho, ya te contaré. Voy a hacer que Pablo gane mucho dinero en esta primera operación, que tome confianza, y a la siguiente le voy a arruinar. Este idiota no sabe a quien ha querido engañar.

  • Debes pensar con calma, si arruinas a Pablo me vas a arruinar a mí.

  • Ya estudiaré un plan con mis abogados, le voy a quitar su compañía y a continuación la voy a poner a tu nombre. Tu y yo vamos a acabar siendo socios.

De vuelta a mi hotel Pablo me estaba esperando en la habitación.

Por como me pedía detalles tuve claro que el negocio que pensaba hacer en Rusia era mucho más importante para él de lo que yo me había imaginado.

Tan pronto volvamos a España tengo que revisar toda la contabilidad, pensé. La ansiedad que tiene Pablo por cerrar este negocio tiene que tener una causa.

  • ¿Cómo te ha ido? ¿Habéis hecho turismo o como yo había previsto, lo que ese cerdo quería era llevarte a la cama?

Me propuse halagarle:

  • Ha sido exactamente como tu habías pensado. Me ha llevado al Four Seasons y me ha hecho una encerrona.

  • ¿Pero te lo has follado?

  • Si, me ha echado un polvo, pero antes se había emborrachado. Una mierda de polvo, como amante un desastre. Ese hombre es alcohólico. Ha sido lo más desagradable que he hecho en mi vida. No me vuelvas a pedir que me acueste con nadie porque no te voy a hacer caso. Y menos que repita con él.

  • Acuérdate de lo que acordamos. Tu vas a hacer lo que yo te diga.

Después del día que había pasado sentí una oleada de odio que recorrió todo mi cuerpo, odio, indignación y repugnancia hacia el hombre que me estaba hablando.

  • ¿Crees que haremos el negocio?

  • Está fascinado contigo y feliz por haberte puesto los cuernos. No creo que tengas la menor dificultad para plantear el acuerdo como tu quieras. No me cabe duda, cree haber ganado la partida. Los borrachos solo dicen la verdad, como los niños. Ha sido una experiencia horrible que no quiero repetir, odio a los borrachos.

  • Vámonos a cenar, todo ha salido según lo previsto.

  • Perdóname, me voy a acostar, yo también he bebido un poco de Vodka y me siento fatal. Déjame dormir, mañana después de que te reúnas con él hablamos.

A la mañana siguiente Iván apareció en nuestro hotel, fresco como una rosa.

  • Me ha dicho Pilar que ayer bebiste un poco, pero te veo espléndido.

  • Los rusos bebemos bastante pero el buen vodka no deja resaca. He pasado por mi oficina, todo está en orden, pero se me ha ocurrido que te puedo mandar unas quinientas toneladas más de chatarra al mes, y a mejor precio. Si no la quieres podemos firmar esta misma tarde. Si te viene mejor mi oferta de hoy tendréis que esperar al jueves.

Vi como los ojos de Pablo brillaban de codicia.

  • Si el precio por tonelada es mejor, estoy de acuerdo. Firmaremos el jueves. Yo aún tengo gestiones que hacer con nuestro agregado comercial así que me vienen bien tener estos dos días para cerrar unos flecos.

El hijo de puta de Pablo, con su mente centrada en el dinero, no dudó en regalarme a su socio. Tu me vas a dar dinero, yo te doy a Pilar.

  • Hoy mismo tengo que ir a San Petersburgo. Voy en un avión privado y es un viaje corto. Si Pilar quiere puedo llevarla y que vea la ciudad más bonita de Rusia. Yo no podré acompañarla, pero tendrá un guía.

  • Pilar, siempre me has dicho que te gustaría conocer San Petersburgo. No es verdad.

  • Si cariño, dicen que es una ciudad preciosa.

  • Pues dicho y hecho, te vas con Iván y yo me quedo aquí trabajando. Que disfrutes.

Vi su sonrisa sardónica, yo le había dicho que la experiencia había sido horrible, que no quería repetirla y él disfrutaba imponiéndome la compañía de Iván.

Dentro de una hora paso a buscarte.

Pablo y yo volvimos a la habitación, momento que aproveché para encararme con él.

  • Ayer te dije que había sido una experiencia horrible, que no quería volverme a acostar con otro hombre que no fueras tu y hoy me echas en los brazos de ese bestia alcohólico. Te odio.

  • Tengo entre manos el mejor negocio de mi vida, tengo ya vendida a unos turcos la mercancía que ese animal me va a proporcionar. Y si para conseguir cerrar el negocio te tienes que acostar con el, tu te acuestas con el. Y si lo que quiere es tu culo, se lo das.

  • Me prohibiste que se lo diera a tu hermano.

  • A mi hermano lo tienes prohibido, pero si Iván te lo pide dile que sí. O mejor, ofréceselo tu.

Entre lágrimas, (soy muy buena fingiendo), hice una pequeña maleta y bajé a recepción. Pablo me dejó claro que antes que mis sentimientos estaban sus intereses.

Iván llegó puntual y juntos nos fuimos al aeropuerto.

  • Yo sabía que ofreciéndole a Pablo un contrato más ventajoso iba a esperar lo que hiciera falta y que además te iba a arrojar a mis brazos.  De todas las personas con las que he hecho negocios, Pablo es el más detestable. Hacerte esto a ti demuestra su miseria moral. Seguro que ya tiene comprador para lo que yo le estoy vendiendo.

  • Si, lo tiene, me lo ha dicho, te toma por un idiota que le está regalando el mejor negocio de su vida.

  • Voy a averiguar a quien le está vendiendo. Cuando lo sepa está muerto.

En un momento llegamos al aeropuerto y nos subimos al avión.

A mi me había afectado la postura de Pablo, no podía entender como se puede ser tan despreciable.

Iván debió notar mi tristeza porque salvo una copa de champan que nos sirvió la azafata hicimos el vuelo casi en silencio. Él aprovechó para revisar papeles.

Durante el viaje me fui calmando, la codicia de Pablo me iba a permitir gozar de la compañía de Iván durante dos días completos. Estaba segura de que él no tenía nada que hacer salvo disfrutar de mí y yo de él.

La única verdad que Pablo había dicho era que, al hablarme de Rusia, yo le dije que me gustaría ir a San Petersburgo.

Repetimos hotel, en este caso el Four Seasons Lion Palace. Un antiguo palacio convertido en el hotel más lujoso de la ciudad, sobre el río Devá y cerca de L´Hermitage.

Aunque era primavera hacía frío, la ciudad está muy al norte y según llegamos al Hotel Iván me propuso ir un plan.

  • Vamos a pasear mucho por la ciudad y vas a pasar frío, vamos a ir de compras, te quiero regalar un autentico abrigo ruso, los mejores abrigos del mundo, para que cada vez que te lo pongas te acuerdes de mi.

A pesar del frío fuimos andando hasta una tienda de nombre Barguzinskiy. Según me dijo Iván, el mejor taller de abrigos de Rusia. Eligió para mi un abrigo de marta siberiana.

  • El ignorante de tu marido no debe saber ni lo que es una marta.

Era una pieza maravillosa que me encantó desde el primer momento. Como pagó en rublos no pude saber lo que costaba, cuando tuve tiempo eché la cuenta y vi que en vez del abrigo me podría haber comprado un BMW. Este hombre, tiene el dinero por castigo y además está loco por mí.

No dimos un largo paseo, agarrados del brazo como dos enamorados y con frecuentes paradas para besarnos.

Se me ocurrió decirle una broma.

  • Iván me has traído a un sitio precioso, pero a mi me hubiera dado igual si en vez de a San Petersburgo me hubieras llevado a un sótano. Lo que quiero es estar contigo.

  • A mi me pasa los mismo, pero quiero que disfrutes con esta ciudad, me gusta mimarte. Va siendo hora de comer, te voy a llevar a Art Caviar, está cerca y podemos ir andado, es el mejor restaurante de esta ciudad.

La comida fue simplemente extraordinaria y en compañía de Iván, mejor.

Volvimos al hotel locos por estrenar la cama. Y la estrenamos. Hablo por mí, pero creo que a Iván le pasó lo mismo, ya no teníamos la tensión ni la incertidumbre de la conquista, del primer polvo. Ahora éramos un hombre y una mujer disfrutando del sexo sin traba ninguna, en la seguridad de que nos íbamos a dar placer.

No quiero parecer exagerada, pero cada vez que Iván se metía dentro de mí, yo sentía más placer. El primer polvo que echamos en San Petersburgo fue mejor que todos los anteriores.

Algo no cambió respecto al día anterior, me folló como una bestia, pero al mismo tiempo con una dulzura infinita, algo diferente a todo lo que yo había sentido con Pablo.

El resultado fue que una vez acabamos yo me quedé desmadejada, como a un muñeco de guiñol al que se le cortan los hilos.

  • No he dejado de pensar en Pablo, se lo que tengo que hacer, pero me falta un dato y cuanto antes lo tenga más fácil me va a ser llevar adelante mi plan. Necesito saber a quien está vendiendo.

  • Ahora me acuerdo que dijo algo de unos turcos.

  • Los turcos son los mayores importadores de chatarra del mundo. Me vale el dato para centrar mis averiguaciones. Si a la vuelta a Sevilla descubres algo que me pueda ser útil, mándame un mensaje.

Ni Iván ni yo nos quedamos satisfechos con ese primer asalto y esa tarde volvimos a engancharnos el uno al otro. Y otra vez él consiguió darme todo el placer que yo podía soportar.

Cuando iba cayendo la tarde llamé a Pablo.

  • Cariño, aquí. Hay una niebla terrible, estamos en el aeropuerto y nos dicen que es imposible volar. Mañana parece que mejora, si es así volaremos por la mañana.

  • ¿Te ha puesto un guía o habéis estado juntos?

  • Me ha puesto un guía, la ciudad es preciosa.

  • Bueno pero esta noche te lo puedes volver a follar.

  • Pablo, si puedo voy a evitarlo.

  • Haz lo que yo te digo, fóllatelo. Y dale tu culo.

Cada frase de pablo hacía que aumentara mi repugnancia hacia él.

Me hice la resignada.

  • Me estás echando en los brazos de un borracho, pero si crees que con eso nos va a ir mejor, te haré caso. Pero quiero que tan pronto vuelva a Moscú me folles tú como solo tú sabes hacer.

  • Tu deja que Iván consiga de ti lo que quiere y yo te compensaré.

Para la cena Iván eligió el restaurante del hotel. Un restaurante japonés.

Tan pronto como acabamos de cenar, como dos enfermos nos subimos a la habitación. Estaba claro que los dos estábamos locos por continuar lo que habíamos estado haciendo.

Gastamos un buen rato en los preliminares, nos besamos, nos acariciamos, nos reímos como paso previo a lo que estábamos deseando. No se él, pero yo ya estaba ardiendo cuando me dijo:

  • Me quiero volver a meter en tu culito.

  • No tienes que pedírmelo, ayer te lo entregué y es tuyo. Si lo quieres lo único que tienes que hacer es tomar posesión de él.

Me cogió en volandas y me sentó sobre él con mi cara mirando a sus pies. Y como en mi era natural me penetró casi sin esfuerzo.

A muchas mujeres le gusta follar, pero sufren cuando lo que les piden es su culo. No es mi caso, yo recibiendo por el culo alcanzo cotas de placer que muy difícilmente consigo follando. Creo que mi punto G lo tengo en el recto, como los hombres.

Sentada sobre Iván era yo quien controlaba la profundidad de sus embestidas y si por mi fuera no me hubiera importado que tuviera una verga de medio metro de larga. Me sentía llena, traspasada, completa, pero la fiebre de placer que sentía me hacía desear más, que Iván me atravesara entera.

A mi amante le debía suceder algo parecido porque cuando me tenía engarzada por el culo parecía volverse loco. Bufaba como una locomotora y sus empujones eran bestiales. A cada uno de ellos yo subía y bajaba a través de su falo y en algún momento sentí que iba a dar con mi cabeza en el techo que estaba a cuatro metros de altura.

La postura casi me obligaba a acariciar mi clítoris mientras Iván me perforaba sin piedad. Sentí oleadas de placer que recorrían mi cuerpo y no miento si digo que me corrí media docena de veces, o para ser más exacta me hizo correrme y me mantuvo en esa cumbre de placer durante el resto del combate.

Sentí en el medio de mi catarata de placer que Iván me estaba entregando su leche y eso me produjo el estallido final. La madre de todos los orgasmos recorrió mi cuerpo y ya no sentí más.

Lo siguiente fue notar que me estaban dando palmaditas en la cara.

  • Cariño, ¿estás bien? Me he asustado cuando te has desplomado sobre mi, te ha dado un desmayo y llevas un par de minutos sin conocimiento.

  • No he podido soportar más placer, me he sentido morir y no me ha importado, nunca había sentido lo que me has hecho sentir. Te amo, no quiero perderte a ningún precio. Se que ya no sabría vivir sin ti.

  • Yo también te amo y no temas, nos vamos a tener el uno al otro para siempre.

A la mañana siguiente, antes de salir hacia el aeropuerto, después de un desayuno servido en la habitación, sin necesidad de cruzar una palabra volvimos a la cama a darnos el último homenaje.

Ya en el avión Iván me dijo:

  • Dile a Pablo que en el nuevo contrato le voy a ofrecer 500 toneladas más de Premium al mes, a un precio un 12 por ciento menor.

A mi vuelta a Moscú, Pablo me estaba esperando en la habitación.

  • Que ha pasado, te lo follaste anoche.

  • Follar lo que se dice follar no. Pablo, Iván es impotente. El alcohol hace que le cueste mucho tener una erección. Con una polla medio blanda lo que me ha producido es que estoy escocida. Ha sido una experiencia horrorosa. En medio de la borrachera me ha dicho algo que no entiendo, 500 más al mes de Premium y un 12% mas barato.

A ver repite.

  • 500 más al mes, Premiun y un 12 más barato. Vámonos a la cama Pablo que, aunque estoy muy escocida, necesito que me des cariño. Estoy agotada. ( Estaba segura que me iba a decir que no)

  • Ahora no puedo, tengo que hablar con la fabrica.

Me tendí en la cama y me hice la dormida.

Pablo habló con su encargado.

  • Antonio, localiza a James, si el traductor, su teléfono está en mi escritorio. Dile que llame a Erkan, si, el sabe quien es. Erkan el de la empresa Damir. Que le diga que le ofrezco 500 toneladas más al mes y que le hago un cinco por ciento de descuento sobre el precio acordado. Tan pronto hable con él me llamas y me dices que han acordado.

Pablo pasó el resto de la mañana esperando la contestación.

Volvió a llamar a Antonio para preguntarle sobre la conversación con Erkan. No habían podido hablar con él.

Pablo, ya fuera de control le dijo.

  • Dile a ese inútil de James que, o consigue hablar con Erkan o está despedido.

Iván había fijado las 5 de la tarde para la firma del contrato.

A las 4 Pablo aún no tenía noticias de Antonio.

Pablo estaba absolutamente fuera de control cuando a las 4 y media sonó su teléfono.

  • Está de acuerdo, bien, Antonio dile a nuestro abogado que prepare un contrato y se lo mandáis Erkan esta misma tarde. Vale, vale.

La noticia pareció darle la vida. En menos de media hora Iván le esperaba en el Bussines Center del hotel.

Por lo que me contó después se firmaron los contratos con las nuevas condiciones y no solo eso Iván le ofreció hacer negocios no solo con la chatarra, le propuso comerciar con cobre, cuyos márgenes son mucho mayores.

En Moscú Iván y yo no volvimos a vernos en ese viaje. Antes de volver tuve tiempo de llamarle y darle los datos que había oído. Erkan y Demir.

  • Lo que me has dicho es más que suficiente. Ya no tengo que averiguar nada, se perfectamente quienes son. Unos ignorantes del estilo de Pablo. Ya tendrás noticias mías. Compra un teléfono nuevo y mándame el número y solo lo uses para hablar conmigo.

De vuelta en España, en mi primera conversación con Iván me dejó claro que su plan estaba en marcha, pero que para llevarlo a cabo necesitaba por lo menos 6 meses y como ya tenía toda la información que necesitaba no quería que siguiera trabajando para Pablo. Me quería para él. Debía renunciar a mi trabajo.

Los acontecimientos me fueron favorables. De repente el mundo pareció volverse loco. La mujer de Pablo le puso una demanda de divorcio y le pidió la mitad de lo que tenía. Pablo pasó a tener una preocupación, no quería darle a Luisa lo que ella le pedía.

Mi marido descubrió en su estancia en Cádiz que lo que de verdad le gustaban eran los hombres y nos divorciamos.

Liberada ya de evitar la ruina de Pedro, una mañana renuncié a mi trabajo.

  • Ahora que estoy ganando más que nunca, que eres una mujer libre y que yo me voy a divorciar me dejas, estás ciega. Yo te lo podría dar todo.

  • Me voy a vivir a Granada, con mi hermana Rocío. Saldré adelante sin ti.

El dejar de vivir en Sevilla me dio la oportunidad de ir a Moscú cada vez que Iván me mandaba su avión.

Nuestros encuentros no bajaron de intensidad, cada vez que nos veíamos era como empezar una nueva aventura.

Iván me contó con todo detalle su plan. Le iba a vender a Pablo una enorme partida de cobre, sabiendo que el turco Erkan se comprometería a comprársela, el monto de la operación era de más de 200 millones de euros. Pablo compraría seguro de su ganancia. Una vez hubiera comprado Iván le ofrecería a Erkan cobre a mejor precio por lo que la operación con Pablo se iría al traste. Pablo recibiría el cobre, pero no podría pagar a los bancos y Iván se haría cargo de la compañía sin que le costara un solo euro. Pagaría los 200 millones, se haría con la compañía de Pablo y recuperaría su cobre que valía el dinero que él había pagado.

Su plan salió exactamente como el lo había diseñado.

Ayudó mucho en todo el escándalo que se formó, que apareciera en manos de la policía documentación que demostraba las practicas ilegales de Pablo. Además de su ruina le esperaba un juicio por delitos graves, que inevitablemente le iban a llevar a la cárcel.

Pablo en la más completa ruina, en libertad condicional y a la espera de juicio, había recibido una orden de desahucio y tenía que desalojar su compañía antes de las 12 de la mañana.

A las once y media entré en su despacho, con un vestido precioso y una cartera con documentos.

-Hola Pilar, no sabes como te agradezco que me acompañes en este momento tan dificil para mi, yo sabía que tu ibas a ser agradecida conmigo. La única, todos me han abandonado.

  • Pablo, no te enteras de nada, no he venido a aconpañarte en tu dolor, he venido a disfrutar viendo como te echan de este despacho, por cierto se te ha olvidado preguntarme si llevo bragas.

  • Con todo lo que yo he hecho por ti.

  • si, chantajearme para convertirme en tu esclava. para luego entregarme a otro hombre para ganar dinero. Te estoy muy agradecida, tanto como que he sido yo quien te ha arruinado.

  • Pero bien que disfrutabas cuando te estaba follando.

Fui cruel y le mentí:

  • No me has hecho correrme nunca, follando eres tan malo como el maricón de tu hermano. He fingido y te lo has creído.

Derumbado me dijo:

  • Ya me has visto, ya puedes irte.

  • No, el que se va a ir eres tu, yo me quedo, yo soy la dueña de esta compañía. ah, y los documentos que te comprometen con la Policía se los di yo, llevaba mucho tiempo reuniendo pruebas en tu contra. Mi socio y me amante se llama Iván Putroff, tu me metiste en su cama, imbecil.

Al cabo de un rato llegó el Secretario del juzgado a dar fe de que la Fábrica quedaba libre.

  • Señora, ya puede tomar posesión de lo que es suyo.

Una vez resuelto el tema de Pablo y teniendo dinero como ahora tenía, otro asunto ocupaba mi mente. Quería ver a mi tío Fernando en la cárcel, le podrían caer más de 15 años a la sombra.