Un Macho Adolescente

Dos jovencitas salen de fin de semana con sus novios y aprenden a ser sumisas y obedientes

Hola! Mi nombre es Vanessa, vivo en la ciudad de México. Este es mi primer relato y está muy basado en algo real que me pasó hace mucho  tiempo, en la época de travesuras adolescentes

Para festejar los 18 años de Claudia fuimos a la casa de campo de los papás de mi novio, cerca de un pequeño pueblo. Ella invitó a su novio Luis. Ella y yo nos conocíamos hacía poco pero empezábamos a ser amigas, ella era la única que sabía que yo había empezado a tener relaciones con Noé.

Para convencer a nuestros papás de dejarnos ir, les dijimos que también  iban a ir los papas de mi novio. Nos costó bastante pero al fin nos dieron permiso de pasar el fin de semana. Fuimos en el carro de Luis. En el pueblo compramos algo de comer y bastante de tomar. Claudia es bajita, delgada, blanca de cabello negro, sus senos pequeños la hacían ver más chica pero tiene un trasero que todos los chicos decían que soñaban con manosear, también decían que su boca era perfecta para mamar.

Yo soy más alta, morena clara, cabello castaño y alguna vez oí decir  a los amigos que estoy muy buena. Los chicos hablan mucho ya tomados.

Cuando llegamos de inmediato empezamos a beber y a poner música. Claudia se veía muy nerviosa. Supongo que era la primera noche que iba a pasar con Luis. La noche prometía ponerse muy divertida. Hasta que sonó el celular de Luis. Salió a contestar y volvió disculpándose, algo había pasado en su casa, no era grave pero tenía que ir a ayudar a su papá, hablaba muy rápido mientras recogía sus cosas. Nos prometió volver el lunes para recogernos. Claudia quería acompañarlo pero él la detuvo, le dijo que disfrutara el fin de semana, que estaría bien, que ya habría otro momento para estar juntos. Al fin, la convenció. Le prometimos organizar otro viaje y le deseamos suerte.

Ya más tranquilos los tres seguimos tomando y riendo.  Era claro que a Claudia se le subía rápido, pero todos la estábamos pasando muy divertido.  En uno de tantos viajes al baño regresé y nos los encontré, la música seguía pero ellos no estaban, los llamé, Los busqué, incluso me asomé al patio. No tenía idea de dónde estaban hasta que bajé el volumen y escuché… en el cuarto de Noé… gemidos… Claudia gimiendo… cada vez más fuerte…

Estaba petrificada. Quería patear la puerta y gritarles pero no pude, no sabía qué hacer. Caí en una silla con un torbellino en mi cabeza. Los gemidos de Claudia me parecían cada vez más fuertes. No supe cuánto tiempo había pasado cuando se abrió la puerta y Noé salió y se paró frente a mí. Sólo llevaba la camiseta puesta. Le dije que lo odiaba que cómo podía hacerme eso . Que era un patán y me iría en ese instante…

-        Mira nena, si no has hecho nada hasta ahora es que no lo vas a hacer. Sé que te encanta mi verga. Pues si la quieres, la vas a tener que compartir. Si te vas ahora, no vas a volver a disfrutarla.

Me dijo mientras se sobaba la verga frente a mí. Quería gritarle y escupirle, pero no hice nada. Después de un momento, me dijo:

-        Eso pensé. Buena chica. Desnúdate y espera a que yo te diga que entres.

Se dio media vuelta, entró de nuevo al cuarto y cerró la puerta. No podía hacer nada. Lo odiaba, pero no quería quedarme sin mi macho. No tardé en recuperarme y empecé a desnudarme, luego fui a pararme frente a la puerta del cuarto. Unos minutos después me dijo :

-        Entra.

Abrí la puerta y los encontré desnudos. Él de pie y Claudia de rodillas acariciando su verga. Sabía lo que tenía que hacer. Fui a arrodillarme junto a ella y empezamos a chupárselo entre las dos. Le pasábamos nuestras lenguas y nos turnábamos para metérnoslo en la boca.

-        Mírenme  a los ojos… así… bésense como buenas perritas obedientes.

Eso éramos. Sus perras obedientes. Me ordenó voltearme y ponerme en cuatro patas. Mientras me metía su enorme verga, le ordenó a Claudia ayudarme a disfrutar. Así que ella se puso frente  a mí para acariciarme los pechos. Me encantaba sentirme cogida por mi macho y empecé a chuparle los pechos a Claudia. Noé no dejaba de metérmela y darme nalgadas.

  • Esto te ibas a perder putita. ¿Todavía te quieres ir?

-  No papi no! Cójeme duro así, cójete a tus putitas

Tuve un ruidoso orgamos. Me dio una buena nalgada y me la sacó. Era el turno de Claudia. La puso sobre la cama, también en 4.

-        Esto es lo que querías. Sentir una buena verga. Un macho que te enseñe a disfrutar como la putita que eres.

La manoseaba toda, la besaba, le tallaba la verga en su entrada. Ella no paraba de gemir. Qué deliciosos gemidos. Al fin se la metió. Cada vez más fuerte. La tomaba de las caderas y la jalaba para metérsela toda. Me encantaba verlos, pero quería participar. Me acomodé abierta de piernas frente a ella , tomé su cabeza y la empujé hacia abajo.   Ella entendió y empezó a lamerme , meterme su lengua. A veces soltaba su cabeza sólo para oir esos deliciosos gemidos y la volvía a bajar. Noé se la metía cada vez más fuerte. No sé cuantos orgasmos tuvo Claudia. Noé le apretaba las nalgas y la tomó del cabello jalándolo con fuerza. Cuando se la sacó, ella cayó exhausta.

Él se acostó boca arriba y me llamó. Me monté sobre él . Entró con tanta facilidad. Empecé a cabalgar . sabía lo que le gustaba. Le acariciaba el pecho y me movía en círculos. Que dura estaba. Tuve otro orgasmo. Claudia se había repuesto y tomó mi lugar. Noé la tomó de la cintura y con sus fuertes brazos la levantaba y la dejaba caer como una muñeca que gemía y gritaba. Se inclinaba para ofrecerle los pechos a su dueño que le apretaba las nalgas sin dejar de metérsela.  No tardó en tener otro orgasmo.

Noé se levantó, yo corrí frente a él. Claudia no sabía lo que seguía, así que la jaló del cabello para ponerla de rodillas junto a mí. Se empezó a jalar esa deliciosa verga que nos encantaba. El primer chorro cayó de lleno en la cara de Claudia. Luego la puso en mi boca y me puse a chuparla , su leche caía en mi barbilla. Las últimas gotas fueron para Cluadia que ya esperaba con la boca abierta. Cuando Noé se la sacó ya flácida. Nosotras nos dimos un largo húmedo beso, embarrándonos la leche de nuestro hombre.

Nos acomodamos en la cama y cuando estábamos quedándonos dormidos. Se puso sobre mí y me metió su verga apenas erecta. Sólo para recordarme que soy suya.

Desperté con el ruido de unos gemidos… Noé estaba sobre Claudia dándole una suave cogida de buenos días. El sol ya estaba muy alto en el cielo. Las dos nos levantamos a preparar el desayuno. Noé nos ordenó hacerlo desnudas.

-        Vanessa… Me encantó lo de anoche…

-        ¡Sí, estuvo riquísimo!

-        Pero… No tienes miedo de embarazarte…?

-        Estoy tomando pastillas. Al rato vamos al pueblo y te ayudo a buscar en la farmacia lo que necesitas.

-        ¡Gracias!

-        De todas formas… el lunes que vuelva Luis deberías convencerlo de cogerte sin condón. Por si las dudas.

-        Sí, pero ¿No crees que Noé se enojé?

-        Tal vez te dé un castigo, pero seguro te gustará.

Le dije guiñando un ojo. Ella sonrió y me dio  un tierno beso.

-        Si, Vanessa. Lo que sea para complacer a nuestro Amo.

El desayuno estaba listo y él lo esperaba en la mesa tranquilo. Aún le quedaban dos largos días para disfrutar de sus putitas.