Un ligue con trampa

Un chico conoce a una chica estando de fiesta, acaban en su casa y las cosas no van como ambos esperaban. He borrado el relato y lo he vuelto a subir porque se había repetido el texto completo.

Claudia estaba terminando de ducharse cuando Pablo abrió la puerta y entró.

  • ¿Te falta mucho? Ya lo tengo todo listo.

  • Justo estaba a punto de salir, acércame la toalla.

Abrió la mampara y alargó la mano para coger la toalla que le alcanzaba, pero Pablo la apartó. Se recreó viendo su cuerpo desnudo, cubierto por gotas de agua. Tenía unos pechos discretos por su tamaño, pero le volvían loco; redondeados, suaves y con unos pequeños pezones que, ahora, sobresalían en el centro de su aureola. Le encantaba recoger sus senos entre las manos a la vez que los succionaba. Su cintura se ensanchaba para dar paso a la cadera, a la que daban forma unos glúteos firmes y con una curvatura perfecta. Le gustaba agarrarse a ellos con fuerza cuando hacían el amor. Apenas tenía un rectángulo de vello púbico en su monte de venus, debajo de la cual se veía ahora una húmeda abertura, aquella que tanto le gustaba degustar.

  • Venga, dámela. - Sonrío y se tapó coquetamente los pechos a la vez que cruzaba ligeramente las piernas y le miraba con ojos fingidamente inocentes. Disfrutaba con sus miradas lujuriosas.

Pablo la rodeó con la toalla, echándosela sobre los hombros y comenzó a frotar con cuidado para secarla, al mismo tiempo que la besaba. Ella le devolvió el beso y dirigió sus manos a su entrepierna, desabrochándole el pantalón.

  • Me apetece darte un pequeño adelanto de lo de esta noche.

Salió de la ducha, aún goteando, se agachó y, tras bajarle el pantalón junto a la ropa interior, se introdujo su pene semierecto en la boca, jugueteando con él con la lengua y haciendo que su miembro aumentase rápidamente. Disfrutaba sitiendo su erección creciendo dentro de su boca. Una vez que ésta fue plena, comenzó a lamérselo de arriba a abajo. Estaba deseando sentir su duro pene llegando hasta su garganta, pero le gustaba que él tomase la iniciativa, algo que no tardaría en suceder. Efectivamente, cuando sus atenciones le pusieron tan cachondo que no aguantó más, Pablo le sujetó la cabeza con ambas manos y la hizo introducírselo de nuevo en la boca, moviendo las caderas para llevar él mismo el ritmo de la penetración. Ella se agarró a su cadera y, cuando sus profundas penetraciones duraban demasiado, empujaba ligeramente para indicarle que retrocediese.

  • Joder, qué boca tienes, me encanta follártela.

En un momento dado ella le indicó que se sentase en el borde de la bañera. Su boca comenzó a subir y bajar envolviendo su miembro, lubricándolo con su saliva y estimulándolo con su lengua. Él llevó su mano a uno de su senos, recogiéndolo y comenzando a estrujarlo y a pellizcar con suavidad el pezón entre sus dedos. Pronto sus gemidos indicaron que estaba cerca del orgasmo, momento en que ella se apartó y, cogiéndo su miembro suamevente con la mano comenzó a masturbarle lentamente.

  • ¿Quieres correrte verdad? Vas a tener que esperar, quiero ver tu semen saliendo a chorros por esta dura y preciosa polla, pero aún no.

Se levantó tras besarle el glande y recogió la toalla del suelo, dándole la espalda para que pudiera admirar su perfecto trasero. Él no quiso esperar a más tarde, así que se levantó tras ella y, agarrando su cadera restregó su pene por entre sus nalgas, rozando así los labios de su vajina, empapada por sus flujos.

  • Pero si estás tan cachonda como yo, esto no puede acabar así.

Ella no dijo nada, se limitó a dejarle continuar. Aprovechando la postura y que ella parecía dejarse hacer, colocó la punta de su miembro en su ano y apretó ligeramente. Gracias a la lubricación provocada por su la saliva de ella, que aún cubría su miembro por completo, comenzaba a abrirse paso en su estrecho esfínter, pero ella se apartó al instante.

  • ¡No! Ya sabes que por ahí no quiero.

Se apartó y rodeó su cuerpo con la toalla visiblemente enfadada. Ya en otras ocasiones había intentado practicar el sexo anal con ella, pero siempre se había negado siquiera a intentarlo, de modo que sabía por experiencia que si insistía sería peor, por lo que no intentó hacerla cambiar de opinión. se limitó a recomponer su ropa y a abandonar el baño.

  • No tardes, que nos espera una noche larga y tengo ganas de llegar a la última parte.

  • Ahora salgo. Joder qué cachonda estoy, - pensó - con la tontería me he quedado yo también con ganas de más...

Apenas 15 minutos más tarde salían de la habitación del hotel. Claudia llevaba unos vaqueros ajustados y una camisa con un escote llamativo, sin ser exagerado, que dejaba fantasear con unos bonitos pechos, redondondeados y firmes. Quería estar atractiva, pero sin llamar demasiado la atención. Se pusieron en marcha hacia el centro de la ciudad en el coche de Pablo. Una vez llegaron a la zona elegida y tras aparcar a apenas 15 metros del local al que iban, se dirigieron a su interior por separado. Él se encaminó a la barra y ella fue hasta el fondo para echar un vistazo, y luego se dirigió también a la barra, no muy lejos de él.

Juan había quedado esa noche con unos amigos que le llevarían a un local nuevo. Una vez allí pidieron en la barra y se dieron una vuelta por el local. Uno de sus amigos entabló conversación con un grupo de chicas, y llamó al resto para presentárselas. Juan olvidó sus nombres al instante, pues no le llamó la atención ninguna de ellas. Demasiado alta, demasiado baja, con risa chillona... Se acabó su vaso rápidamente con el fin tener una excusa para irse y vovió a la barra, dejando allí a sus amigos con la alta, la baja, la de la risa chillona... Cuando volvió todo seguía igual de poco interesante, así que repitió la operación de beber rápido y volver de nuevo a la barra. A este ritmo se pasaría la noche entre la barra, sus amigos y los baños.

Claudia se había fijado en un chico que llevaba al menos dos copas en apenas un cuarto de hora y acababa de volver a la barra a por otra. Se dirigió hacia Juan. Llegó a su lado justo cuando habían acabado de servirle y, simulanzo un tropiezo, chocó con él y le tiró la copa.

  • ¡Ay perdona! - dijo agarrándose a su hombro para incorporarse.

Juan la sujetó y la ayudó a recuperar el equilibrio.

  • ¿Estás bien?

  • Sí, lo siento, es que he tropezado. ¡Ay! Te he tirado la copa. ¿Qué era? Por el color diría que whisky con Coca-cola, igual que yo.

  • Sí, eso, whisky con Coca-cola. Pero parece que me quedaré sin él, una pena.

  • No no, ahora mismo te pido otra. ¡Un whisky con Coca-cola por aquí!

Juan no opuso resistencia a la invitación, no por recuperar la copa, que era lo de menos ya que de hecho en realidad era una Coca-cola sola, sino por pasar más tiempo con aquella chica. No era la típica en la que se fijan todos los tíos de un local, pero era guapa, muy guapa incluso, aunque hubiera que fijarse para darse cuenta. Ella se propuso conquistarle para que la invitara a su casa, así que le rió los chistes, se arrimó a él, aceptó sus invitaciones a copas y se dejó besar cuando al fin se lanzó. Acababa de pedir otra copa y según se volvió la besó sin mediar palabra. Ella le devolvió el beso, abrazándole y separando los labios para que sus lenguas se encontrasen. Juan, animado por su respuesta, bajó sus manos hacia su culo, tocándolo por encima de los vaqueros y deseando que hubiese llevado una falda o algo más fino. Cuando se separaron ella tiró de la red que había preparado.

  • Me pareces un chico genial, simpático, guapo, besas bien... Podíamos ir a tu casa a rematar la noche y hacerla perfecta.

Juan no se lo tuvo que pensar. Era justo lo que deseaba desde el principio; llevarla a casa, desnudarla, acariciar su cuerpo... Nunca le había resultado tan fácil conquistar a una chica, así que aprovechó la oportunidad.

  • Tengo el coche aquí cerca.

Pablo los observaba desde lejos. Dejó su copa, salió tras ellos, se dirigió a su coche y esperó a que Claudia le enviase la dirección o una posición de GPS.

Juan y Claudia llegaron al coche y se dirigieron a su casa, a la que llegaron en apenas 10 minutos. Al entrar Juan comenzó a besar a Claudia y, bajando las manos por su espalda agarró sus gluteos por segunda vez. De nuevo pensó que era un culo sensacional.

  • Antes podríamos tomarnos la última copa en el sofá. - Dijo ella apartándose ligeramente. - Saca el alcohol que yo voy a la nevera a por los refrescos y los vasos. ¿La cocina es esa puerta del fondo?

  • Sí, aquella - dijo él, algo decepcionado.

Hubiera preferido desnudarse directamente, pero prefirió no oponerse. Al fin y al cabo esperar una copa más no parecía mucho sacrificio para disfrutar de semejante cuerpazo. Se dirigió al mueble donde guardaba el alcohol, sacó una botella de whisky y se encaminó a la cocina. Cuando llegó, Claudia ya había servido los refrescos, y vió que estaba echando el contenido de un pequeño frasco en uno de ellos y luego lo guardaba en un bolsillo rápidamente. Retrocedió de nuevo al pasillo sin hacer ruido y fingió no haber visto nada.

  • ¡Ya traigo el alcohol! - dijo dirigiéndose nuevamente a la cocina.

Tras rellenarlos con el whisky, Claudia le entregó uno de los vasos y se dirigieron al salón. La mente de Juan le daba vueltas a lo del extraño frasco, y estaba repasando la noche. Aquella chica se había tropezado con él, le había invitado a la copa que le había tirado, era muy guapa, le había sido muy fácil llevarla a su casa... De hecho era ella la que lo había propuesto. Decididamente aquello tenía mala pinta, así que decidió cambiarle la copa. Necesitaba despistarla para hacerlo sin que se percatase.

  • Podíamos hacer más interesante esta copa tomándola en ropa interior.

Sin esperar respuesta dejó la copa sobre la mesa y se quitó la camiseta.

  • Cada cosa a su tiempo, primero la copa y luego pasamos a la acción.

  • No, insisto. Además yo ya me he quitado la camiseta. - Dijo tirándola al suelo en una esquina del salón.

Claudia evitó discutir para no levantar sospechas, así que dejó su copa en la mesa y se quitó la camisa. Cuando se giró para tirarla junto a la camiseta de Juan, éste cambió rápidamente las copas y comenzó a quitarse el pantalón.

  • Te toca. - Dijo lanzándolo junto a lo demás.

Mientras ella se quitaba el pantalón se fijó bien en su cuerpo. Tenía un cuerpo delgado, pero no en extremo. De hecho sus formas eran sensualmente redondeadas. Sus senos eran más bien pequeños pero, a falta de verlos bien cuando se quitase el sujetador negro semitransparente, parecían firmes y se le adivinaban unos pezones pequeños acordes a su tamaño, como a él le gustaban. Las piernas eran largas y en sus glúteos había claramente donde agarrar. Le pareció que tenían una forma perfecta. Sin ninguna duda era la chica con mejor cuerpo con la que había estado, y encima era guapa, muy guapa, con facciones suaves y dulces. Desgraciadamente se temía que tramaba algo, y no lo averiguaría hasta que ella no se tomase "su" copa para comprobar el efecto del contenido del extraño frasco.

  • Y ahora a tomarnos la copa - dijo Claudia, vestida únicamente con unas braguitas negras semitransparentes, las cuales dejaban adivinar el pequeño rectángulo de vello que cubría su pubis, y el sujetador a juego.

Juan había logrado su objetivo cambiando las copas, pero decidió disfrutar un poco de aquel cuerpo antes de confirmar sus sospechas, por si la cosa se torcía. Cogió su copa y se acercó a ella, agarrándola del culo y atrayéndola hacia él, sintiendo como su pene tocaba su cuerpo a través de la ropa interior.

  • Ey, habíamos quedado que primero nos tomábamos la última copa.

Él le dió un pequeño trago, tras lo cual introdujo la mano bajo sus braguitas, acariciando las suaves nalgas que le esperaban debajo.

  • Y me la estoy tomando, pero poco a poco para disfrutarla más.

Ella decidió no protestar, no quería mostrarse demasiado distante y que sospechase, así que se abrazó a él y le dejó seguir. Su dedo índice recorría el espacio entre sus nalgas de arriba a abajo, desde el final de su espalda hasta casi llegar a su vagina, haciendola suspirar en ocasiones. Su boca bajaba por su cuello, pasó la clavícula y comenzó a bajar hacia su pecho, apenas rozando su piel con los labios. Empezó a disfrutar de las caricias de Juan, y comenzó a acariciar su espalda, llegando en ocasiones a introducir sus manos bajo su ropa interior, acariciando el principio de sus glúteos. Juan llevó su mano al interior del muslo de ella, y comenzó a acariciarlo, subiendo cada vez más. Apartó su sujetador y rozó el pezón con el vaso. El frío hizo que se endureciese, encogiendo su aureola que enseguida fue cubierta por la calidez de los labios de Juan, cuya lengua comenzó a juguetear con él.

Claudia estaba empezando a disfrutar, pero pensó que había llegado demasiado lejos para haberle dado tan sólo un trago a la copa. Era cierto que sus caricias la estaban poniendo bastante cachonda, pero el plan era que se bebiera la condenada copa, y bebía demasiado despacio. Decidió acabar con aquello para no alargarlo más.

  • Me estas poniendo muy cachonda, pero no quiero desperdiciar estas copas, así que nos las tomamos de un trago a la de tres y luego me enseñas el dormitorio. - Dijo guiñándole un ojo y mordiéndose el labio a la vez que le acariciaba el torso desnudo. - Espero que tus vecinos duerman bien, porque no soy de las que se aguantan los gemidos...

  • Me parece perfecto, - así se tomaría ella la copa, que aún no la había tocado - y por los vecinos no te preocupes, que está todo el bloque de vacaciones, así que puedes gemir y gritar tan alto como quieras. Eso sí, antes me gustaría que me mostrases tus "habilidades orales". - No perdía nada intentándolo.

Claudia no se esperaba aquello. No formaba parte de su plan, y de hecho creía que podía evitarlo insistiendo un poco. Pero sin embargo era algo que le encantaba hacer y además estaba bastante cachonda. Quería hacerlo y, al fin y al cabo, Pablo no se enteraría. De hecho le daba igual si se enteraba.

  • Ah... ¿te gustaría que me metiese tu polla en la boca? - dijo agarrándosela a través de la tela. - Uy, pero si está como una piedra...

  • De las ganas que tiene de conocerte.

Se arrodilló y, lentamente, le bajó la ropa interior. Mirándole a los ojos acercó su lengua hasta su glande, recogiendo la gota de líquido preseminal que había asomado debido a su excitación. Lo lamió delicadamente, apenas con la punta de la lengua, bajando por el tronco hacia sus testículos. Presionó la lengua contra su pene y comenzó a subir por él, lamiéndolo nuevamente para, al llegar de nuevo al glande, recibirlo en el cálido y húmedo interior de su boca, donde su lengua lo esperaba para acariciarlo. Comenzó a introducírselo lentamente en la boca hasta que su barbilla tocó sus testículos, haciendo que la excitación de Juan fuese en aumento. Se mantuvo unos segundos así y se retiró a la vez que lo succionaba.

  • Joder, qué bien la chupas...

  • Y lo que te espera.

Aunque estaba segura de poder hacerle terminarse la copa ya mismo, se había puesto realmente cachonda y estaba disfrutando de aquella mamada, así que decidió continuar un poco más. Le agarró el pene y se lo introdujo de nuevo en la boca, chupándolo a la vez que le masturbaba con una mano y con la otra le acariciaba los testículos. Él colocó sus manos sobre su cabeza y comenzó a mover ligeramente las caderas, acompasando su movimiento al de ella, que disfrutaba saboreando su duro miembro, el cual no dejaba de entrar y salir de su boca. Juan apenas se acordaba ya del frasco.

  • Así, así, sigue... sigue que me voy a correr. Quiero llenarte la cara de semen.

Ella se retiró y siguió masturbándole, aunque más despacio para evitar que eyaculase.

  • Si quieres correrte en mi cara tendremos que terminarnos antes la copa.

Se levantó y, agarrando la copa, comenzó a contar.

  • Uno, dos y... ¡tres!

Juan no protestó, sólo pensó en acabar la copa e ir al dormitorio con ella. Cogió la copa, se la llevó a la boca y se la bebió de un trago.

Según terminó la copa ella se apartó de él un par de metros.

  • He disfrutado mucho chupándotela, pero debo decirte que te he drogado con la copa que te acabas de tomar, y en breve perderás el conocimiento. Cuando despiertes yo ya no estaré y tu casa estará un poco revuelta. Seguro que ya empiezas a sentirte adormilado. - Dijo ella, doblemente feliz por haber conseguido al fin su objetivo y por haber podido disfrutar de aquel miembro que tanto le había gustado saborear. Se había quedado con ganas de ver su semen saliendo a borbotones sobre ella, pero estaba segura de que pronto cubriría ese deseo. Mientras decía esto sacó su móvil para enviarle la dirección, pero comenzó a sentirse mareada. Juan, que se había quedado quieto con el vaso en la mano mientras hablaba, dejó el vaso sobre la mesa y le quitó el móvil de las manos sin dificultad.

  • Te noto mareada. Tal vez tenga que ver con que he cambiado las copas. Tú te has bebido la mía, y yo la tuya. Es una lástima que hayas intentado drogarme, porque podríamos haber pasado una noche magnífica juntos.

Ella le miró visiblemente asustada, al darse cuenta de que sería ella la que perdería el conocimiento. Intentó alcanzar la puerta, pero no podía mantener el equilibrio y cayó al suelo de rodillas. Juan la levantó en el aire y la tumbó sobre el sofá. Había quedado ya completamente inconsciente. Se recreó en su cuerpo semidesnudo y se le pasó por la cabeza aprovechar su estado para disfrutar un poco más y terminar lo que habían empezado antes. Sin embargo decidió que era mejor no meterse en líos y llamar directamente a la policía. Cuando se disponía a coger el teléfono sonó el móvil de Claudia. Le entró curiosidad y fue a buscarlo. Era un mensaje de un tal Pablo: "¿Por qué tardas tanto? Envíame la dirección."

  • Este debe ser un compinche o algo similar, le voy a dar una vuelta por la ciudad en lo que viene la policía. - Le envió una dirección en la otra punta de la ciudad con el mensaje: "Hemos pasado por casa de un amigo suyo. Hay mucha gente, pero ahora vamos a su casa y te escribo".

Ya que tenía el móvil en la mano se entretuvo fisgoneando un poco en él. Al entrar en la galería de imágenes descubrió lo que le podía haber pasado. Había fotos en las que salían Claudia y otro chico, seguramente Pablo, enseñando el dinero y otras cosas de valor que habían encontrado en las casas asaltadas. También había fotos en las que se veían las casas destrozadas; muebles y televisores rotos, sofás rajados de lado a lado, lámparas arrancadas, etc. Había también muchas fotos en las que aparecían ellos dos follando o desnudos, sobretodo ella, posando para la cámara. Algunas fotos mostraban a los inquilinos inconscientes, y en ocasiones éstos aparecían con magulladuras, e incluso alguno con cortes superficiales. No sólo se dedicaban a robar y a follar en las casas de los chicos a los que drogaban, sino que se ensañaban con sus víctimas, agrediéndoles mientras estaban inconscientes.

  • ¿Pero qué tipo de gente hace algo así? Espero que pasen bastante tiempo encerrados, se merecen un severo castigo por lo que han hecho.

La siguiente foto que abrió, y la última que pensaba ver, mostraba a Claudia desnuda, con el vello púbico completamente depilado y abierto por ella misma con sus dedos, a la vez que introducía otro en su interior. Sintió un cosquilleo en su entrepierna, miró al sofá donde yacía ella, inconsciente, y decidió no llamar a la policía.

Pasada una hora escasa Claudia comenzó a despertarse. Al principio se sintió atontada, pero pronto se percató de que estaba atada. Sus pies se apoyaban en el suelo, con los tobillos atados a distintas patas de la mesa de salón, haciendo que sus piernas quedasen separadas. Su cuerpo quedaba boca abajo sobre la mesa, formando una L, al estar sus muñecas atadas a las otras patas de la mesa, con los brazos en cruz. Estas cuerdas no estaban muy tensas, de modo que podía incorporarse un poco si se apoyaba en los codos. Al menos seguía teniendo puesta la ropa interior.

  • Hola.

Al girar la cabeza hacia la voz vió a Juan. Se había puesto un pantalón corto y tenía su móvil en la mano.

  • Llevo un rato escribiéndome con Pablo, le he hecho dar un par de vueltas por la ciudad para entretenerle. Está un poco enfadado contigo por no conseguir llevarme a mi casa, pero ya le he dicho que hemos llegado y está más tranquilo. También he visto las fotos que guardas aquí, y creo que alguien debe castigarte, así que me temo que hoy te va a tocar la parte menos divertida de la noche.

  • ¿Qué parte menos divertida? ¿Qué vas a hacer? ¡Socorro!

  • Voy a hacer exactamente lo que estás pensando. Y recuerda que nadie puede oirte gritar, ya te lo dije antes.

Se acercó a ella y le acarició la espalda con el dorso de la mano, bajando hacia su culo, acariciándolo también con suavidad por los bordes de sus braguitas. Ella, asustada, intentó apartarse a un lado mientras le decía que la soltase, pero las cuerdas apenas la dejaban margen de movimientos. Cuando él dirigió su mano hacia sus pechos echó su cuerpo hacia delante para impedírselo, pegándose a la mesa.

  • No he dejado las cuerdas flojas para que estés cómoda - dijo agarrándola del pelo y tirando hacia atrás - sino para disfrutar de esas tetas preciosas que he visto en las fotos.

El tirón del pelo la hizo incorporarse, de tal forma que la mano de Juan llegó hasta uno de sus pechos y comenzó a estrujarlo suavemente sobre el sujetador. Le soltó el pelo, le desabrochó el sujetador y llevó su mano al otro pecho, ahora desnudo. Ella se sacudió, intentando resistirse pegándose a la mesa de nuevo, pero Juan la sujetó y le apretó con fuerza ambos pechos.

  • Levántate o apretaré más aún.

El dolor la hizo obedecer, y él disminuyó la fuerza con la que apretaba sus senos. Sin soltarlos se puso tras ella y comenzó a restregar su pene, casi completamente erecto ya, entre sus nalgas.

  • Apenas hemos empezado y ya estoy muy cachondo. Estoy deseando follarme ese coño que he visto en las fotos, aunque ahora ya no lo lleves tan depilado por lo que he podido comprobar. Voy a tener que hacer un gran esfuerzo para no terminar contigo antes de tiempo.

Sonó el móvil de nuevo.

  • Ese debe ser tu novio.

Se separó de ella para alcanzarlo. Efectivamente era otro mensaje de Pablo; "¿Le has dejado ya KO?"

  • Parece que está impaciente. Creo que es el momento de que él también empiece a sufrir un poco.

Le hizo una foto del culo, expuesto como estaba, y se la envió. Al momento llegó otro mensaje.

  • "Ya estás en bragas sin esperarme? Espero que no te aproveches de ese gilipollas.. Envíame la dirección"

  • "Aún no, espera un momento que tengo que hacer una cosa".

Juan cortó sus braguitas y cayeron al suelo, dejando a la vista su culo perfecto. Cogió el lubricante que tenía en casa para sus noches solitarias y se lo echó entre las nalgas, de tal forma que resbalase entre ellas, pasando por su ano hasta su vagina mientras se desnudaba.

  • Esto es para que te entre bien, que tampoco hace falta que sufras más de lo necesario. Y ahora no quiero que hagas mucho ruido, así que te voy a amordazar un rato.

Cogió una tela que tenía preparada para ello y se la puso a modo de mordaza para que no pudiera gritar. Por último se puso un condón y comenzó a grabar en vídeo con el móvil. Le abrió las nalgas con la mano libre, dejando aún más expuesto su lubricado sexo, y colocó la punta de su pene en la entrada del mismo. Comenzó a empujar lentamente, abriéndose paso dentro de ella sin problemas gracias al lubricante, mientras ella tiraba de las cuerdas inútilmente para intentar liberarse. Una vez la penetró por completo detuvo la grabación y le envió el vídeo a Pablo. Claudia se revolvía sobre la mesa, pero atada como estaba no podía hacer nada para detener aquello.

  • ¿Tú crees que Pablo se enfadará mucho porque te esté follando este coñito de zorra que tienes? Seguro que con él no te revuelves tanto como ahora. Aunque deberías, porque es una pasada sentir como te mueves así con mi polla dentro. No tengo ni que moverme para disfrutar.

Tras apenas unos instantes llamó Pabló. Le colgó. Tras tres llamadas igual llegó otro mensaje. "Qué cojones estás haciendo maldita zorra!!?? Le voy a cortar la polla y luego te voy a matar a ti!".

  • Qué celoso es tu novio, si apenas hemos empezado. ¿Quieres que le hagamos una videollamada para que te vea la cara mientras te follo?

Así lo hizo sin esperar una respuesta. Colocó el móvil frente a Ella, de tal forma que sólo se le veía la cara, hizo la videollamada y continuó penetrándola, chocando contra sus glúteos una y otra vez. Pablo descolgó al instante y en la pantalla de su móvil apareció la cara amordazada de Claudia, con los ojos llorosos.

  • ¡Claudia! ¿¡Qué haces amordazada!? ¿¡Qué cojones te está haciendo ese hijo de puta!?

Juan la agarró del pelo y tiró, haciendo que levantase la cabeza y el cuerpo, de modo que sus pechos bamboleantes por las embestidas apareciesen en la imagen de la pantalla. Llevó sus manos a sus pechos y apretó con fuerza. Claudia gritó y, aunque quedó amortiguado por la mordaza, Pablo pudo oirlo perfectamente.

  • ¡Maldito seas cabrón! ¡Déjala o te juro que te mato!

Se cortó la videollamada. No sabía qué hacer. No tenía la dirección de la casa y tampoco podía llamar a la policía. Aunque detuviesen a aquel desgraciado descubrirían que eran ellos los que habían intentado drogarle. Además durante la investigación descubrirían que los demás atracos similares habían sido obra suya.

  • Menos mal que no tiene la dirección y no puede interrumpirnos. Tienes un coño y un culo deliciosos. Y tus pechos son perfectos, pequeños pero perfectos para estrujarlos.

Tras un último apretón a los mismos llevó las manos a sus nalgas, abriéndolas.

  • Me encanta verte el ojete mientras mi polla entra y sale de tu coño. Creo que debería follártelo también, ¿tú qué opinas?

A pesar de la mordaza su negativa quedó más que clara, pero él hizo caso omiso de ella e introdujo el pulgar en su ano.

Volvió a sonar el teléfono de Pablo, era otra videollamada. Descolgó inmediatamente y apareció en la pantalla la imagen del culo de Claudia penetrado por el dedo de Juan, a la vez que su pene la penetraba una y otra vez, haciendo que su glúteos vibrasen con cada embestida..

  • Qué coño más caliente y acogedor tienes, es incluso mejor que tu experta boca chupapollas.

Retiró el dedo de su ano y sacó su pene lentamente, momento en que ella pudo relajarse dentro de lo posible en esas condiciones, dejándose caer sobre la mesa. El descanso duró poco, porque Juan colocó su pene en la entrada de su ano y comenzó a presionar.

Pablo podía ver perfectamente como el ano de Claudia se iba abriendo por la presión aquel pene ajeno. Era algo que en muchas ocasiones había deseado hacer él, y lo estaba haciendo aquel hijo de puta en su lugar. Claudia no paraba de revolverse para impedirlo a la vez que intentaba gritar, y a Juan no le estaba resultando fácil penetrarla a la vez que sujetaba el móvil.

  • ¡¡¡Hijo de... - de nuevo había colgado.

Juan dejó el móvil sobre la mesa para poder sujetarla con fuerza. A pesar del lubricante que había echado antes, le estaba costando penetrar aquel estrecho culo, debido a que ella no paraba de apretarlo y moverlo, intentando evitar ser sodomizada.

  • Cuanto más aprietes más te va a doler, así que tú misma, porque te aseguro que te voy a encular sí o sí.

Una vez que la tuvo bien sujeta la penetración fue más fácil, y a pesar de que ella intentaba revolverse y apretaba su esfínter, enseguida tuvo su pene dentro de él.

  • Un placer visitar esta habitación. Por lo estrecho que está parece que tu novio no ha atravesado mucho esta puerta, pero yo voy a entrar y salir unas cuantas veces, así que intenta ponerte cómoda.

Comenzó un mete-saca continuo, y cada vez golpeaba sus nalgas con más fuerza a medida que aumentaba el ritmo de sus embestidas. Ella seguía intentando resistirse, pero lo hací en vano. El hecho de estar atada a aquella mesa hacía inútil cualquier resistencia.

  • Una lástima que tu novio no haya podido verte enculada completamente. Vamos a enviarle una foto, que seguro que le gusta.

Sacó la mitad de su pene para que se apreciase bien el dilatado ano de ella, e hizo una foto que enseguida envió a Pablo. "Me ha costado un poco, pero ha merecido la pena. Tu novia aprieta que da gusto..." Silenció el teléfono para que no les molestase más.

Tras unos minutos de placentera penetración para Juan, y de agotadora lucha para Claudia, ésta ya apenas se resistía, y él comenzó a bajar el ritmo.

  • Joder, qué cachondo me pone follarte el culo, estoy a punto de correrme. Sería una pena echar el semen en un condón teniéndote aquí. Además, antes cuando me la has chupado me he quedado con las ganas de llenarte la cara de semen...

Siguió penetrándola cada vez más lentamente para retrasar el orgasmo. Finalmente la sacó, se quitó el condón y se colocó frente a ella, que apartó la cara lo más lejos que pudo de él.

  • ¿No te has enterado de que quiero correrme en tu cara? Si además antes me ha parecido que tú también te quedabas con ganas, estoy seguro de que has disfrutado como una perra chupándomela y metiéndotela hasta la garganta. Ven aquí - dijo tirándole del pelo para poner su cara frente a él mientras se masturbaba - que te voy a dejar la cara blanca de la corrida que voy echar gracias a tu precioso y estrecho culo.

Según terminó la frase su pene comenzó a expulsar semen sobre su cara, que quedó chorreante de su blanco fluido, el cual goteaba sobre la mesa. Ella se dejó caer sobre la mesa, rendida por el esfuerzo de resistirse, y él se sentó en una silla frente a ella.

  • No te lo vas a creer, pero me he quedado con ganas de más. No todos los días tengo a mi disposición un cuerpo como el tuyo, así que creo que en cuanto mi polla se recupere te voy a follar otra vez. Te voy a quitar la mordaza para que puedas elegir si quieres que te folle el coño o el culo.

  • El coño - dijo según le quitó la mordaza - elijo el coño.

  • Parece que lo tienes muy claro, pero no es así como tienes que elegir. Si quieres que te folle el coño tienes que lamer mi semen de la mesa, y si no te follaré otra vez el culo.

Ella dudó apenas un instante, y comenzó a lamer el semen, a lo cual el pene de Juan reaccionó inmediatamente.

  • Pues sí que lo tienes claro. Espera, que quiero que te lo comas todo.

Pasó su dedo por su cara, haciendo que la mayor parte del semen cayese sobre la mesa y ella lo recogiese.Cuando terminó su pene ya estaba de nuevo completamente erecto, así que se colocó de nuevo tras ella y comenzó a penetrarla nuevamente, esta vez sin ponerse condón siquiera. Agarrando sus nalgas con ambas manos, tiraba de ellas para separarlas, pudiendo así verle el ano que había penetrado antes.

  • Tienes un ojete precioso, deberías dejar que te lo follen más a menudo.

  • Vete a la mierda hijo de puta.

  • Vaya, una pena tu lenguaje, ahora tendré que castigarte. - Diciendo esto introdujo de nuevo su pulgar en su ano.

  • ¡Cabrón, elegí coño, no seas hijo de puta! He lamido tu semen para que me follases el coño y no el culo.

  • Exacto, elegiste que te follase el coño, y eso estoy haciendo, así que cállate si no quieres que me enfade. - Dijo a la vez que le daba un fuerte azote, que fue seguido de un quejido de Claudia. - Y ahora incorpórate un poco, que quiero amasarte las tetas mientras te follo.

Ella esta vez no opuso resistencia y, obedientemente, apartó su cuerpo de la mesa, dejando sus pechos a su alcance. Juan recogió uno de ellos en su mano y comenzó a acariciarlo y estrujarlo sin dejar de penetrarla ambos agujeros.

  • Muy bien zorrita, veo que has aprendido la lección. Enseguida me correré y te dejaré ir.

Efectivamente, instantes después comenzó a notar que se acercaba el orgasmo. Se agarró a sus caderas con ambas manos y la penetró con fuerza una y otra vez.

  • Me voy a correr y te voy a llenar la espalda y este culazo son mi leche. - Dijo sacando el miembro y comenzando a masturbarse apuntando a sus nalgas.

  • Maldito cabrón, acaba de una vez.

  • Veo que no aprendes, ahora lo que te voy a llenar de semen es tu culo, pero por dentro.

La penetró el culo de golpe, a la vez que su pene empezó a contraerse, eyaculando en su interior. Una vez terminó se recostó sobre ella sin sacarlo, cansado por el esfuerzo. Tras un par de minutos su pene se había salido sólo, debido a su reducción. Se sentó en el sofá, sintiendo remordimientos por lo que había hecho. Es cierto que ella se merecía un castigo, pero no podía evitar sentirse mal por haberla violado de aquella manera.

Cuando se despertó se sentía atontado. Estaba tumbado junto a la mesa. Le sorprendió estar con la ropa interior a la altura de las rodillas y que Claudia no estaba atada a la mesa. Se incorporó. En la mesa sólo había un vaso lleno de un líquido oscuro y una nota. La recogió torpemente y leyó:

"Muy buena la jugada de cambiar los vasos, pero fue mejor la mía de echar la droga en los dos y no beber de ninguno. Un beso."