Un largo viaje (3)

Una pareja en un viaje en coche que dará pié a muchas historias. Se mezclan autosatisfacción, no consentido, dominación y erotismo entre otros.

Para entender ésta parte, deberían haber leído la primera y la segunda.

Que lo disfruten!!

Su preciosa sonrisa sólo esbozó una palabra.

-Pruébame.

Sabía que sería castigada, así que ahora intentaría negarse a todo, aunque yo impidiera ése acto de rebeldía.

Paré de golpe, y la levanté del coche, intenté arrodillarla, pero al final, la senté en el asiento del coche, intentó volverme la cara y cerró los labios, así que decidí cambiar la técnica.

Comencé a acariciarme cada vez más rápido, mientras apuntaba a su blusa.

-Sabes que no voy a quitarte las esposas, así que como tú quieras, o me la chupas y tragas o me correré sobre ti, y no pienso dejar que te cambies.

Sus ojos me miraron esperando ver una sonrisa de burla, pero no la encontraron, de manera que se tiró al suelo ella misma, de rodillas, y abrió su boca para mí.

Mi triunfal sonrisa apareció, y la miré con burla, mientras la agarraba del pelo, no iba a darle tregua.

-Si me haces daño, luego te lo haré yo a ti, cariño.

Comencé despacio pero estaba impaciente, así que en minutos estaba follándome su boquita, ella, sólo trataba de mantenerla bien abierta, cuando vi que me corría, la metí hasta el fondo, y apreté su cara contra mí. Cuando terminó de limpiarme, la metí bien en el coche, y entré yo.

Terminé de arreglarle su inmaculada ropa, y le di algo de beber.

-¿Vas a tenerme así todo el camino?

-¿Vas a seguir cuestionándome?

Agachó la cabecita y con un pequeño no, se dio la vuelta, mientras yo sacaba la llave para quitarle las esposas.

-Sabes que aun así no te he perdonado, ¿verdad?

-Si.

Sabía que quedaba poco para llegar al hotel, y me moría de ganas, mientras tanto empecé a arrancar el coche.

-Abre la guantera, y saca las bolas y la balita a distancia.

Su carita fue un poema, pensaba que habría olvidado esa parte, se equivocaba, y mucho.

-¿La bala?- Me preguntó.-Eso no entraba en el trato.

-Tampoco el quitarte las esposas, cariño.

Abrió la guantera, mientras que yo acariciaba sus piernas subiendo su faldita.

-Saca las bolas, la bala y un tanga.

No dijo nada, las sacó y me las entregó.

-O sacas el gel, o esto va a dolerte mucho.

Sacó el gel lubricante, y me lo dio, acto seguido me miró, al ver que estaba esperando, agachó la cabeza y se subió al asiento, quedando de cara al reposaespaldas. Abrió las piernas y se quedó quieta, esperando.

Estaba aún mojada, pues no la había dejado secarse, así que aproveché eso para introducirle la balita que era inalámbrica, me cercioré de que tenía pilas activándola varias veces, y viendo sus reacciones.

Ella gemía muy bajito, avergonzada, y respiraba algo entrecortado.

Decidí entretenerme, y salí del coche, abriendo su puerta.

-El culo.

Se giró y dejó su culito expuesto a mí, le abrí un poco más las piernas, y disfruté de las vistas.

-Las bolas directamente, o…..?

Ella se giró y sacó del bolso un dildo de tamaño medio, y mirando al suelo me lo dio.

-Tu orgullo algún día te perderá, por no pedirlo antes, ahora vas a tener que aguantar mucho mas, cariño.

Sin decir nada, volvió a enseñarme su culo, al cual, nada más tenerlo a tiro, le lancé un par de cachetadas que se vieron seguidas por un pequeño gemido.

-Ay… mi pequeña…

Me encantaba verla así.

Le puse un poco de crema en la entrada del ano, e introducí un dedo, y luego dos, al ver que empezaba a ensancharse cogí el dildo y comencé a introducírselo, estuve un rato deleitándome con ello y ella disfrutándolo, pues tan sólo escuchaba sus leves gemidos, había dejado la balita encendida también, así que le estaba gustando.

Sin darme cuenta, volvía a estar cachondo, y se me ocurrió ser un poco cabrón. Después de todo ésta noche me pertenecía.

Sin que me escuchara, ya que no me veía, me desabroché el pantalón, y mientras, seguía con el dildo.

Saqué el dildo, e introducí las bolas, y tras sacarlas, le comenté que volvería a cambiar.

Ella tan sólo asintió, y sin dejarla darse cuenta, apoyé la punta de mi miembro en su ano, y la penetré.

Gritó, pues aunque la había lubricado, había diferencia con el dildo, y trató de revolverse, pero le agarré los brazos, y comencé a moverme, me estaba encantando, y era mi mitad de la venganza. Cada vez me movía más rápido, hasta que terminé dentro de ella, y nada más salir de ella, le introduje las bolas.

-Para que quedes llenita de mi, amor.

Ella por su parte, me regaló un codazo y una mala cara, pero no se atrevió a quitarse nada de lo que le había puesto.

Entré en el coche, y le di el tanga, se lo puso, y me miró.

Llevaba una blusa holgada, que no dejaba ver ni notar sus anillados pezones, así que cogí una cadenita especial, y la coloqué entre esos apetecibles pezones.

Ella se ruborizó y comenzamos de nuevo el viaje.

La noche prometía.