Un largo silencio
Después de tres años de separada de mi hijo, al fin nos reencontramos y que mejor manera de celebrarlo que con una buena sesión de sexo.
UN LARGO SILENCIO
Hola estimados lectores de esta gran página, permítanme contarles este relato, que fue en gran parte una convivencia algo difícil, que sucedió entre mi hijo y yo, pero que felizmente terminó en algo alegre para los dos (agradezco especialmente a la escritora por publicar este relato, y lograr que libere estos demonios encerrados)
Mi nombre es Isabel Cristina, soy una mujer que vive en un distrito cercano a la ciudad de Tumbes en Perú. En la actualidad tengo 40 años, soy morena, tengo el busto grande y creo que aún está firme a pesar de que amamanté a mi hijo, como a la vez a dos sobrinos míos, mis caderas son algo amplias, labios carnosos, mi tamaño es 1.63, las piernas no son tan contorneadas, y la colita pues medida clásica (no soy culona), pero es mi atractiva carta de presentación, en fin, creo que para mi edad, aún conservo cierto atractivo y en lo sexual, solo puedo decir que en mi vida solo estuve con pocos hombres (algunos amigos de la soltería, mi esposo Felipe, un amante de mi trabajo y ahora mi hijo Carlos Daniel). Bueno después de la presentación formal, paso a narrar lo que les interesa a los lectores
Conocí a Felipe, mi ex esposo, allá por el 2000, cuando tenía 20 años, por ese entonces yo estaba por terminar la carrera de secretaría, y como era lógico, me encontraba terminando mis últimas prácticas en una empresa de mantenimiento frigorífico. Él en ese trabajo era el encargado del personal de cierta área, por lo que siempre nos cruzábamos y entre saludos van y vienen, rápidamente simpatizamos, empezamos a conversar, salir algunas veces a comer algo, ir a ver una película, hasta que una noche me entregué a él en cuerpo y alma. Así estuvimos por casi año y medio, hasta que terminé la carrera y a la vez descubrí que estaba embarazada y, por consiguiente, Felipe me pidió matrimonio y nos casamos, para tiempo después mudarnos de la ciudad principal, a un distrito cercano debido a que allí obtuve un puesto de trabajo muy atractivo por parte de una oficina del PODER JUDICIAL y por consiguiente debía mudarme.
Como dije, soy madre de mi único hijo Carlos Daniel, quien lo tuve por un parto arriesgado, pero que felizmente pudo nacer. Aunque años después me di cuenta que ya mis ovarios estaban algo lastimados, razón por la cual, aunque yo siempre ovulaba mucho y tenía deseos de quedar embarazada nuevamente, cada vez que con mi esposo y yo teníamos relaciones sexuales, yo no podía concebir, por lo que decidimos solo quedarnos con Carlitos.
Ahora en mi matrimonio, al principio todo era tranquilidad entre Felipe y yo, pero no sería cuando entrando al 2010, las cosas empezaron a cambiar no para mal, sino para desastre. Ocurrió que de pronto mi ex marido, comenzó a estar más tiempo lejos de casa, según el pretexto que en su trabajo le habían ascendido. Yo creía que era cierto eso, pero luego comprobé que Felipe en realidad, tenía una amante a escondidas y para colmo, él la estaba manteniendo. De un momento a otro sus ausencias se prolongaban demasiado, en especial los fines de semana, se iba de la casa, bajo pretexto de trabajo y no era así.
Por esas causas se volvió frígido conmigo, ya ni siquiera me llevaba a pasear, ni me daba un cariño y en nuestra vida sexual, se volvió prácticamente nula, llevaba bastante tiempo que ya no me hacía el amor y siendo honesta con ustedes, siempre he sido una mujer fogosa que cuando tenía intimidad, las disfrutaba mucho; reitero mi marido comenzó a trabajar en horarios nocturnos casi durante mucho tiempo, así que había días enteros en donde no llegaba y por ello tenía que masturbarme yo misma para encontrar cierta satisfacción en mi lecho, pero eso sí, jamás se me había ocurrido buscarme un amante que calmara mis ansias, y pese a que en mi trabajo, tenía muchos compañeros y amigos, quienes me miraban con cierto morbo.
Precisamente en la oficina, tenía una amiga de nombre Mayra, una mujer de mi edad, a quien le conté lo que estaba pasando en mi casa (como una manera de desahogarme) y ella entonces fue cuando me metió la idea de que debía buscarme un amante a escondidas, así como lo hacía Felipe. Yo al principio le dije que no, que era una mujer criada en valores y siempre debía ser una figura ejemplar para mi retoño, pero Mayra siempre me decía que eso de la moral, los valores, no satisfacen y que la vida era una sola y se debía vivir.
En una parte sus palabras empezaron a calar en mí, pero siempre pensaba en el que dirán y sobre todo en mi hijo Carlos, quien era el motivo de mi existir. De él puedo decirles que siempre me acompañaba a todos lados, me despertaba con un beso, al día había entre 6 a 8 abrazos por cualquier cosa y, sobre todo, cuando en el colegio actuaba, yo era la primera en fila en ver su actuación y corría a abrazarme, a darme un pico en la cara y fotitos. En fin, que más regalo tenía en mi bebé, y yo siempre le aconsejaba que sea un muchacho de bien, sin vicios y sobre todo en moral muy alta. En cierta ocasión cuando él tenía quince años, me contó mientras almorzábamos un domingo, lo siguiente:
_ Mamá te acuerdas de mi amigo Johan, el que se fue el año pasado del colegio.
_ Si hijo, a propósito ¿Por qué se fue?
_ Bueno me creerás lo que te contaré
_ Te escucho mi amor
_ Bueno lo que pasa es él encontró a su mamá en la cama de su casa, con su vecino totalmente desnudos y bueno, haciendo el amor.
_ AYYYYYYYYYYYYY por Dios que descaro.
_ Si mamá, por eso Johan se fue de la casa a vivir con su papá y sus tías.
_ Y esa señora ¿qué pasó con ella?
_ No lo sé mamá, la última vez que la vi, estaba con un bebito recién nacido, supongo que es del vecino.
_ Vaya manera de cagar un hogar. Eso pasa por pensar primero con la concha, antes que con la cabeza.
_ En fin, ya pasó.
Como dije los deseos de amar y ser amada, comenzaron a impacientarme, y encima las palabras de Mayra comenzaron a cada día retumbar en mí y para colmo de males, había un compañero de trabajo llamado Javier de unos 45 años, alto, morocho, no muy guapo, pero con una voz y mirada bien penetrante. Javier comenzó a hablarme seguido, me hacía chistes y todo eso. Lo cierto es que poco a poco nos fuimos cayendo bien y le conté sobre lo que pasaba en mi matrimonio y todo. Javier como todo hombre experimentado, comprendió mi lívido y muchas veces me metía mano o me daba un pico en el trabajo, la cual me terminaban excitando y mucho.
Entre tanto juego entre los dos, una tarde mientras me encontraba en la oficina (ya eran las 4 de la tarde) y como los otros despachos estaban cerrados y justo cuando iba a salir, me pidieron que vaya a la oficina del séptimo piso, mejor dicho, el almacén, a buscar un expediente por un caso de una denuncia por apellido robado.
Me dirigí hacia allá y cuando subo por el ascensor, llegó a la oficina y para colmó no tenía las llaves (no había nadie a los alrededores tampoco), así que llamé a Javier y pregunté si tenía la copia de las llaves del almacén y me dijo subo en el acto. A los 5 minutos llegó y entramos a ver ese expediente, pero por los años estaba muy difícil de buscar (menuda cagada resultó ser el juez, que a esta hora se le ocurre mandar dicho documento) Finalmente Javier lo encontró, y me lo entregó. Le di las gracias por ayudarme para la cual este fue con dos besos que no se esperaba y uno de ellos rozó sus labios, se le notaba tímido. Entonces para mi sorpresa me dijo
_ "se te ve muy sexy con esa falda, te queda perfecto…" Lástima que seas casada, sino …
_ Adelante, quiero saber qué piensas hacer con ella, sentencié.
Se inclinó hacia mí y empezó a acariciarme la cara entonces me acerqué a él y comencé a rozar mis pechos contra su cuerpo mientras le susurraba “gracias”
Me metió una mano por dentro de la parte de debajo de mis bragas y comenzó a acariciar mi vagina suavemente, yo aún sin poder creérmelo le besé y él me respondió, le empecé a morder el labio y a pasar mi lengua por esa carnosa boca mientras le acariciaba el poco pelo con una mano para atraerlo hacia a mí y con la otra mano guiaba hasta mi interior a la suya juguetona. Metió los dedos en mi vagina cada vez con más intensidad y me decía que siempre soñó con este momento durante meses cada vez, desde que le conté de que mi marido no me cumplía como mujer y que le encantaba mi trasero con esas faldas vaporosas que se movían cuando me agachaba a buscar cosas… Yo empecé a gemir levemente mientras seguíamos comiéndonos las lenguas cuando llevó mi mano debajo encima de su cierre y descubrí que ya tenía un buen bulto encima de sus pantalones, así que me dijo.
_ “No puedo aguantarme ahora me estás haciendo despertar a la fiera,
Sus ojos se volvieron de un color negro más intenso que el que ya tenían y notaba como me devoraba con ellos. Pegó su cuerpo contra el mío y me empezó a besar por el cuello y bajaba por los hombros bajándome la falda, yo cada vez estaba más húmeda y más aun notando su entrepierna contra la mía, tenía ganas de sacar a esa fiera de su jaula. Javier iba bajando cada vez más hasta arrodillarse, me besó las tetas mientras yo gemía, me tocaba todo por encima del vestido, hasta que llegó abajo, me levantó la falda, hizo un lado mi braga y empezó a comerme mi conchita ya muy humectada de mis jugos. Le dije
_ “Vaya así que eres travieso. te veía con cara de buen niño"
_ ”¡ Si pensabas eso aún no sabes la que te espera nena!”.
Empezó a chuparme la conchita y a agarrarme del culo contra su cara, yo sólo podía gemir de placer y decidí darle también lo suyo… me agaché y le hice que se sentara. Le bajé el cierre y le vi ese magnífico y tiré de sus pantalones y su bóxer (la cual emitían un olor a macho muy rancio). Me metí su pinga poco a poco, se la chupaba en círculos y bajaba y subía con mi mano (tenía un pene no muy grande, pero si digno de comer), iba lento para hacerle esperar hasta que empezó a gemir y a suplicar. Entonces me la metí entera en la boca rápido, chupando y succionando fuerte y le daba leves mordisquitos, cada vez aquello estaba más grande y duro.
_ “Vamos nena sigue así vas a conseguir que explote, necesito más”
Me la saqué de la boca antes de que se corriera y él, sin ponerse condón, y aprovechando que mi vestido estaba arriba y sin calzón, me la metió de golpe y comencé a moverme… arriba y abajo, despacio mientras nos besábamos salvajes y él me acariciaba el culo haciéndome cosquillas. Empecé a hacerlo más rápido y gemíamos los dos entre apasionados besos, yo le gritaba:
_ “He esperado que me hagan el amor durante mucho tiempo!”
Él me empezó a penetrar duro con esa fiera insaciable suya, yo tiraba de su cuerpo hacia el mío entre gritos y espasmos del placer y entonces los dos explotamos… nuestros jugos se unieron en mi interior mientras nos besábamos y parábamos poco a poco. Salimos y era como las. 4 y 35, cuando al final me vine a mi casa, muy contenta de ese momento de placer. Por supuesto ni mi marido ni mi hijo sospecharon.
Desde entonces las cosas entre Javier y yo cambiaron. En la oficina éramos compañeros de trabajo, pero fuera de ella, salíamos por allí a tomar un trago, a comer y en algunas ocasiones nos íbamos a su cuarto a hacer el amor salvajemente y así estuve como 8 meses. Una de las veces que estuve con mi amante, recuerdo que fue la fiesta de aniversario por el día del abogado e hicimos una fiesta en un local cerca de la oficina y mientras todos bailábamos y como la oficina tenía una puerta secreta, (la que se usa para atender a mercadería y mensajería) Javier me dijo mientras bailábamos:
_ VEN A LA PUERTA TRASERA DEL EDIFICIO.
Fui para allá sin que nadie se dé cuenta y allí estaba Javier. Me tomó de la mano entramos como locos, subimos por el ascensor y llegamos otra vez al almacén y volvimos a hacer el amor como se debe. Luego de una hora estando allí nos regresamos a la fiesta y nadie se dio cuenta.
Pero esta relación prohibida terminó de la peor manera. Sucedió que un día llegué a mi casa muy temprano como las 15.00 y debido a que tenía que archivar ciertas sentencias judiciales, algunas se me quedaron en la oficina. Entonces llamé a Javier y le pedí si podías traerlas a casa y entonces llegó como una hora y como mi hijo estudiaba en la tarde y no venía hasta las 19.00 y mi marido hasta las 22 (y esto si era así a veces llegaba por las madrugadas) y al estar solos, comenzó a besarme desesperadamente (llevábamos 10 días sin hacerlo) y entonces no aguantamos más los deseos y lo llevé mi recamara, en dónde comenzamos a desnudarnos, besarnos y entonces, él comenzó a penetrarme como solía hacerlo y enloquecerme y yo a gemir, mientras que nuestros besos litigaban los gemidos. Estuvimos, así como una hora y cuando volteamos (estábamos en pose de misionero) mi cuerpo entró en terror.
Frente a mí estaba Carlos Daniel, el cual estaba en la puerta y con sus ojos llenos de lágrimas, entonces miré por unos cuantos segundos (que parecían horas incalculables) como el ser que más amaba en este mundo, el que era mi confidente y quien me brindaba su ternura cuando me hacía falta, ahora estaba sumido en una tristeza imposible de describir. Lo único que dije fue:
_ ¡HIJO QUE HACES AQUÍ!
Sin decir nada, mi hijo se fue tirando la puerta con furia y segundos después la puerta de la casa se cerró muy violentamente. Yo me puse una bata y traté de seguirlo, pero era imposible, volví a mi cuarto a cambiarme y Javier solo me miraba sin inmutarse.
_ ¿QUÉ NO VAS A DECIR NADA? LE DIJE
_ QUÉ QUIERES QUE TE DIGA. NADIE LE MANDÓ A VER LO QUE NO DEBE.
Estas palabras no las soporté y le di una cachetada con toda la furia del mundo.
_ ¡LÁRGATE MALDITO IMBÉCIL Y NO REGRESES NUNCA!
Pero lo que me importaba era mi hijo y entonces tras cambiarme salí a buscarlo. Primero fui al ciber café donde siempre suele ir a hacer sus tareas, y al no encontrarlo allí, fui al colegio pensando en que tal vez había regresado, solo encontré a un compañero suyo, a quien le pregunte, si había visto a mi hijo y me comentó que salieron temprano, porque un profesor de matemáticas no había venido y por ello permitieron salir antes de la hora de salida.
Seguí buscando a mi hijo sin éxito alguno. Empecé a llamarlo a su celular y nada, eran como las 11 de la noche y no regresaba y yo estaba muy aterrada (no por el imbécil de mi marido) sino por mi hijo y como iba a mirarme desde ahora. Justo a ese tiempo regresó su padre y para mi suerte, también mi hijo con él. Después del saludo quise acercarme a decirle algo, pero solo me esquivo y se marchó sin decirme ni un hola. Hasta la cena que había preparado como un modo de reconciliación, me la había despreciado.
Esa noche no pude dormir, pese a que mi marido me dijo que tenía muchos deseos de hacerme suya, pero lo desprecié y terminamos discutiendo, así que enojada solo cogí una manta y me fui a dormir en la sala. Pero era como la 1.30 de la madrugada y quise subir a la habitación de mi hijo y al llegar a su puerta, escuchaba que estaba como llorando y maldiciendo. Le toqué la puerta, pero no abrió, yo seguía insistiendo diciéndole:
_ CARLOS DANIEL HIJO ÁBREME, TENEMOS QUE HABLAR POR FAVOR.
_ ……………….
_ SINO ABRES, TENDRÉ QUE USAR LA LLAVE. POR FAVOR NO ME HAGAS ESTO
_ ……………………
Al final fui a buscar la llave, pero mi hijo puso cerradura por dentro y no pude ingresar. Derrotada y cabizbaja en la moral, regresé al sofá e intenté dormir, pero era imposible por mi remordimiento de conciencia. Al día siguiente mi marido se levantó muy temprano y tomó su desayuno y se fue. Yo en ese momento quise hablar con mi hijo, pero el raudamente y puesto su uniforme y mochila, salió sin decirme nada. Yo solo alcancé a decirle:
_ HIJO POR FAVOR. ESCÚCHAME
II PARTE
Aquel día no fui al trabajo, por lo que estuvieron llamándome para preguntar donde estaba. Yo no quería atender a ninguna mierda por decirse así y solo intentaba pensar en la forma en que como recuperaría la confianza de mi hijo. Por ello al ver que no regresaba supuse que estaba en el colegio y me fui muy temprano a esperarlo en la puerta, aunque sea para llevarle su almuerzo, pero eran la 1 y nada. Así me quede esperando hasta que casi eran las dos de la tarde y nunca llegó mi hijo al colegio. Regresé a la casa y tampoco estaba. Llegada la noche, regresó junto a su padre y como fue el día anterior, sucedió igual los hechos.
Así era la situación por varios días, hasta que Felipe comenzó a sospechar que mi hijo me había descubierto en algo delicado, solo que lo disimulaba muy bien. Por supuesto que a la oficina no regresé a trabajar y como es mandato de ley, pasado los tres días sin reportarte, automáticamente estás despedido. El día que me llamaron para entregar la llave, el estado de los documentos y firmar mi liquidación, todos en la oficina comenzaron a murmurar, incluidos mis superiores.
_ ¿PERO QUE HACE ESTA PUTA ACÁ?
_ SEGURO VENDRÁ A BUSCAR OTRO MARIDO
Y muchos otros comentarios así, en resumen, doce años de carrera laboral que se fueron a la mierda todo en una tarde, al igual que mi hogar y todo por no saber poner candado a mi calzón. Para colmo de males, en esos días la tutora del colegio donde estudiaba mi hijo, me llamó urgente a su oficina para comunicarme que mi hijo le había manifestado que no iría al viaje de promoción, así como a la fiesta y al recordatorio final. Cuando escuché esto dije entre mí:
_ POR FAVOR QUE ALGUIEN ME DE UN TIRO O ME DE A TOMAR VENENO.
Y era la verdad porque mi hijo se había esforzado durante más de dos años para ahorrar su dinero para su tan anhelado viaje al cuzco y que ahora por mi culpa, ya no quería ese sueño. Yo no objeté nada y lo único que le dije a su maestra fue que respetaba como madre su decisión. Al salir vi que mi hijo bajaba a dirección a sacar copias, y al verme subió rápidamente sin dirigirme la palabra (situación que observó su maestra y la cual, ayudó a sacar sus conclusiones)
Una semana después Carlitos salió sin decirme nada y cerca de la media noche, llegó totalmente mareado a la casa (nunca lo había visto de esa manera) y al ingresar, al verlo en ese estado le increpé:
_ ¿PERO QUE PASA CONTIGO CARLOS? ¿QUÉ MANERA SON ESTAS DE VENIR?
_ TÚ NO ME DIGAS NADA, QUÉ NO TIENES LA AUTORIDAD MORAL PARA DECIRME ALGO
En eso Felipe escuchó la conversación y se acercó a gritarle:
_ PERO QUE TIENES PORQUE LO GRITAS ASI A TU MADRE.
_ ENTONCES QUE TE DIGA ELLA SI ES TAN HONESTA, PORQUE LA TRATO DE ESA MANERA
Con estas palabras me sentí derrotada. Solo me fui a mi cuarto y me encerré a llorar. Después de esa noche el tiempo transcurrió y las cosas en casa empeoraron, hasta el punto en que Felipe me confesó que mi hijo le contó todo lo que había visto esa tarde. Conocida la verdad, lo único que respondí fue:
_ COMPRENDERÁS QUE LO NUESTRO YA NO TIENE REMEDIO. QUIERO EL DIVORCIO
Y así antes del fin de año, Felipe y yo nos terminamos separando y en el día de la audiencia, en dónde el juez iba a preguntarle a mi hijo con quien decidía quedarse, yo me acerqué a llorarle, un poco más a ponerme de rodillas y suplicarle que se quede a mi lado, pero no conseguí nada. Carlitos se quedó con su padre no sin antes decirme que le daba lástima como mujer.
Terminó el año y yo me quedé completamente sola en la casa, meditabunda, sin tener contacto con el mundo. Apenas dependía de mi liquidación que me pagaron, pero en el fondo de mi ser de madre, extrañaba a mi hijo. Si me preguntan qué pasó con mi vida sexual, luego de quedarme sola, me regalé una abstinencia inquebrantable, no quería saber nada con otros tipos y cada vez que alguien me echaba el ojo, le terminaba o bien por darle una cachetada o enviarlo al lugar que lo trajo al mundo.
Pasaron tres largos años desde el día que me separé de mi ex esposo y también de mi hijo y durante este tiempo no tuve ninguna noticia de ellos, ni una tarjeta por cumpleaños, día de la madre, navidad ni nada. Yo poco a poco me iba resignando a mi nueva situación y comencé solo a pensar en mí (no en el ámbito sexual) sino en mi estabilidad económica, y sobre todo moral.
Pero una tarde, recuerdo un jueves, que alguien tocó la puerta insistentemente, cuando salí a ver de quien se trataba, al abrir la puerta, era mi hijo Carlos Daniel, quien ahora estaba un poco más alto, algo cuerponcito, una barba algo crecida y bigote. Ni bien terminé de verlo cuando le dije:
_ ¡HIJO!
Él solo atinó a abrazarme y llorando muy fuerte, me respondió
_ MAMÁ, SÓLO PERDÓNAME POR FAVOR
Y Le hice entrar a casa, no sin antes de llenarlos a besos por todo su rostro y cabeza. Luego nos pusimos a conversar y me contó que estos tres años lejos de mí las pasó muy mal ya que su padre tenía otra mujer al igual que dos hijos más. Esta situación lo marcó mucho y encima que pasó una decepción sentimental con una novia suya. Como madre le entendí lo que estaba pasando y nos pusimos a explicarnos las cosas que pasamos entre nosotros:
_ ¿Por qué nunca me contaste lo que pasabas con mi padre?
_ No quería que te metieras en nuestros asuntos. Por ello me callé
_ Y ese tipo con quien te vi en tu cama ¿aún sigues con él?
_ No hijo desde ese día lo mandé a la mierda y hasta ahora, sigo sola. No he vuelto a estar con otros hombres y todo por la vergüenza que pasé cuando me descubriste. Por eso te pido perdón, por haberte decepcionado y que, por mis mentiras, pasaste un triste final de secundaria.
_ Ya pasó madre. ¿Puedo pasar a mi cuarto?
Y mi hijo ingresó a su habitación y se quedó en su casa. Desde ese día trataba de ser más acercada, tratar de recuperar el tiempo perdido, etc. Pero algo cambio con su llegada. Observé que mi pequeño era todo un hombre y más aun con esa barba y bigote que lo hacía ver irresistible, sumado a su cuerpo algo esbelto, entonces comencé a tener ciertos impulsos por él (acaso era efecto de la abstinencia)
Los días pasaban y los deseos de ver a mi hijo desnudo y quizá acercarse a mí, me estaban dominando. Como dije siempre fui muy fogosa, pero ahora no lo sé, creo que su llegada y recordando las palabras que me dijo Javier La fiera estaba otra vez despertando. Ese momento me entré a duchar pensando así bajar el bochorno, pero, aun así, nada de controlarme.
Un día, mi hijo estaba enfermo de gripe, estaba debilitado, medio mareado. Como buena madre, le dije:
_Cariño, dúchate, así un poco te bajará la fiebre.
_ No, mami que estoy algo débil. Ni siquiera puedo hacer puños.
_ Bueno eso no es problema, cariño, si quieres te ayudo yo.
_ ¡QUE DICES MAMÁ !, ¡Pero si hace tres años que me has visto bañarme acá y 8 desde que me bañaste por última vez!
_ ¡JA! ¿Y qué crees? ¿Qué me voy a asustar? (me hice la valiente).
Carlos se metió con el calzoncillo puesto, y en ese momento mientras se metía en la ducha, le comenté:
_ ¡Vamos ni qué fueras el primer hombre en mi vida que veo desnudo! (lo dije riendo).
_ De eso no lo dudo, incluso fui testigo de tus hazañas.
Se sacó el calzoncillo y dejó al aire su pene (que era de un tamaño algo considerable) todavía flácido, con un poco de vellos en los huevos, pero el pene límpido y precioso. Me sonreí. No sé por qué, pero ¡estaba feliz!
Empecé a bañarlo. Le enjaboné el pecho y el cuello, y dio un suspiro. Al hacer esto, le dije:
- Carlos hijo, voltéate que voy a limpiarte las nalgas.
Y mi mano rozó su culo sin pelo alguno, tierno, carnoso … Mi conchita comenzó después de mucho tiempo a lubricar y demasiado.
Y se dio la vuelta. Nadie dijo nada, pero se suponía que tenía que limpiarle su pinga también. Lo hice con la mano, acariciando suavemente, junto a sus testículos y empezó a crecer, mucho. Miré para sus ojos y ví que él miraba directamente para el escote de mi bata, que algo dejaba ver. Y con la mano derecha, como un impulso, seguía agarrándole el palo que a su edad era ya de 18 cm., y de repente, en una de mis sacudidas, salió su rojo glande.
No paré en ese momento, ni siquiera me tapé el escote porque sería demasiado obvio.
Me levanté y él intentó darme un beso, pero lo esquivé. Su respiración iba a mil.
_ Bueno, cariño, vamos a secarte...
No pude contenerme y le sequé de primeras su falo, para ver si se pausaba un poco porque hasta yo me asusté. Pero nada, notaba su calor y dureza tras la toalla. Los dos de pie, frente a frente, pecho a pecho, de repente, él me abrazó (había un clima muy propicio). Y le sonreí inocentemente.
_ Gracias, mami. (notaba su pinga en mi bata, clavada).
Y empezó a besarme en los labios, con un pico. Me di cuenta:
_ ¡Hijo por favor, tranquilo!, para...
Pero empezó a apretarme contra él para notar cerca mis pechos, a besarme por la cara y en mi cuello. No sabía qué hacer, y de repente noté como me "sobaba", hacía que me penetraba, pero con mi bata de barrera.
_ NOOOOOO, ¡CARLOS!
_ ¡Mamá!
Me desató la bata y noté su pecho y su vientre directamente con los míos, y su pinga ya rozaba mis labios vaginales. De repente, me pasó su lengua por mi cuello.
_ Contrólate, hijo, qué estamos haciendo.
Me separé bruscamente de él y caí al suelo del cuarto de baño; fue allí, cuando me di cuenta que estaba desnuda. Mi hijo tenía sus ojos clavados a mis pechos, estilizados y que tenían los pezones duros en ese momento.
El muy pendejo, en vez de ayudarme, ¡Se puso encima mía para cacharme!
Apreté mis muslos y noté su pene atrapado en ellos. En un último intento, mientras el acariciaba mis pechos, le puse mi mano en su cara y le dije:
_ Carlos, cariño, no podemos, no. ¡Por favor, para ahora que aún estamos a tiempo!
Contestó mi amor:
_ ¡Mamá, por favor, quiero hacerte el amor! ¿O acaso un extraño fue más importante que yo?
_ ¡Terrible dilema! Era mi tesoro, y en ese momento me sentí derrotada. En el fondo tenía razón y yo ahora quería ser cogida por mi propio hijo. Esta vez le abrí mis muslos.
- Gracias, mamá, ahora está mejor.
Y su pene contactó con mis labios vaginales. ¡Estaba arrechísima!
Él empujaba con fuerza mientras se agarraba de mis hombros. No pude hacer otra cosa...: "consentí".
Di un respiro y dejé que poco a poco me penetrara mi hijo amado. Se puso nervioso, su pene no daba entrado. No pude más. Le dije:
_ Espera mi amor
Le cogí su pinga y lo dirigí a mi conchita. Me penetró, lo sentía dentro, duro, que entraba y salía muy deprisa. A veces se salía del todo, pero entraba perfectamente por lo húmedos que estábamos. Me besó en la boca y yo también se la ofrecía. Me abrí por completo a mi hijo. Era un acto de amor supremo. Lo amaba por completo.
- Mamá, ..., me voy, que me voy
- Tranquilo, cielo, no te preocupes por nada.
Le besé en la mejilla dulcemente, hasta que se puso coloradísimo, eyaculó y acabé besando con lujuria su nuez.
Lo amaba tanto que quise hacer de aquella experiencia algo normal, no traumático:
_ Carlos mi amor. No pasó nada. Lo hicimos como lo hacen muchas familias, no lo dudes, ¿OK?, pero esto no es bueno hacerlo.
Nos vestimos como si nada hubiera ocurrido.
Quise aparentar normalidad, como si nada hubiese ocurrido ¿pero para que hacerse el idiota? Aunque en mi interior tenía enormes dudas.
Al día siguiente, cenamos juntos viendo una peli. Tomamos los dos un buen vino, y reíamos mucho. De repente, Carlos, sin pudor alguno, se puso enfrente a mí, que estaba sentada en el sillón. Me besó en los labios y le sonreí (después de lo que había pasado no iba a estar ahora yo de monja).
- Mamá, me gustó mucho lo de ayer. Fue el día más feliz de mi vida.
Se acercó más a mí agarrándose en las hombreras del sillón con una mano y me besó el cuello.
Le dejé y le acaricié su barriga para darle cariño:
_ Hijo yo también te quiero y más aún que volviste conmigo, pero no podemos hacerlo más, ya te lo dije...
Me besaba totalmente excitado mi cuello con su lengua.
_ Mamá, mira cómo estoy.
_ Ya veo, hijito, pero no está bien hacerlo. Eres joven y has de encontrar un amor de tu edad, no a tu propia madre, cariño.
_ Tócame y verás, por favor.
Le toqué la pinga más bien por arrechura que por curiosidad, pero mi sorpresa fue enorme: Al tocársela estaba ya sin pantalón ni calzoncillos. Tenía el glande fuera, y los huevos muy duros, grandes, muy apretados.
_ ¿Tú estás loco?
_ Sigue, no dejes de acariciármela, por favor.
Yo tenía dudas, seguí masturbándole el pene y mi impulso me llevó a besarle yo a él, en sus labios, en su lengua, en su cuello de todo un hombre.
_ Sigue, Mamá, así...
Con su mano derecha me desabotonó la blusa y quedé en sostén. Me sobó el pecho izquierdo casi hasta hacerme daño. Y noté gotitas en mi mano.
_ Cariño, que te vas a vaciar ya
_ ¿Mamá!, no me dejes así.
Vi triste a mi hijo y me puse de pie, le abracé y le besé en la cara.
_ Carlos Daniel. Esto yo …
Mientras le hablaba, el metió sus manos debajo de mi falda y de mi calzón y comenzó a hacerme una frotada con sus dedos. Yo gemí en el momento.
_ ohhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh
_ Mamá, será la última, te lo prometo, pero hoy te lo suplico, déjame.
Me quitó el sostén y besó todo mi pecho, mamando de los pezones durísimos. Miré al techo y eché un suspiro de emoción y placer, y mi chico me lamió de arriba abajo mi excitado cuello.
Quedé sólo en calzón y él sólo en polo. No era justo, mientras me lo pensaba, le desnudé a él y tomé mi parte: Le besé su pecho peludo y así él sobaba mejor aún mis pechos, caídos por la postura, en todo su esplendor.
Le toqué esa pinga, que explotaba, y supe que quedaban segundos antes de que mi vida, mi verdadero amor se corriera. En ese momento lo amé con todas mis fuerzas y maldije el día que lo cambié por el otro idiota que hablé al inicio del relato. Durante los tres años que no vi a mi hijo, me di cuenta que él ya se había hecho un hombre.
- Carlos, lo hago para demostrarte mi amor...
Le besé todo el pectoral, y mi lengua jugó con su ombligo. Él daba jadeos y suspiros de placer, y yo estaba mojada por completo, tras más de tres años sin tocar una pinga. Ahora me deschavaba, con mi hijo. Le agarré de su culo y besé más abajo del ombligo. Su glande ya rozaba mi barbilla, y le toqué los huevos.
Me incorporé, me desnudé completamente y le abracé como si tratará de un nuevo amante, le metí mi lengua en su boca y le cogí sus manos llevándoselas a mi pecho. Nos juntamos tanto que su pene casi entra de lleno por segunda vez por donde nació.
No quería tener otro hijo, la verdad, y por eso me agaché hasta tener delante al pene j de mi querido. Lo toqué y me lo dirigí con ansia a mi boca. Le chupé su pinga, que estaba empapada, con un sabor a piel húmeda, algo salada, con un tacto rugoso y terso. Y se la chupaba con fuerza mientras mi mano izquierda le acariciaba el vientre. Mi mano derecha le sobaba los huevos, y así soltó su chorro, que no era amargo, era agri dulce.
Se cayó del esfuerzo y suspiraba. Me senté junto a él, me puse encima de él, clavándole mi pecho y le besé en la cara.
- Te quiero, Carlos, hacía 3 años que no tenía un orgasmo como el de hoy.
_ Mami ya no tienes que esperar más, aquí estoy para darte placer toda la noche
En ese momento salí de mi trance y me trate de cubrir mis rosados pezones y mi concha estaba roja de la excitación, en verdad estaba muy excitada, estaba toda mojada, lo supe después de que acabé de chupársela.
Tomé una de sus manos y la besé, sentí su néctar en mis labios. Yo seguía quejándome
-No hijo esto está mal… pero no hacía esfuerzos por quitarme de su lado.
Qué gracioso se me hacia la situación porque le decía que esto estaba mal mientras tenía mi hijo me colocó de un solo golpe, toda su pinga dentro de mi concha.
Nos besamos, de forma apasionada, empecé a agarrarle los huevos y masajearle la pinga que aún a pesar de haber eyaculado no menos de 10 minutos, ahora estaba dura nuevamente.
Ahora los dos estábamos desnudos en el sofá y comenzó a embestirme con más fuerza conchita y a amasar mis nalgas, los agarraba como si yo fuera una puta y no su madre, me pellizcaba sin causarle dolor, me sentía en la gloria, hasta que le dije:
_ Ya no aguanto, hazme tuya, ¡poséeme ya!
Y como si fuera la señal de alguna acción, me clavó toda de un golpe, ella la recibí sin vacilar, me bombeaba a ratos lento y a ratos más rápido.
Cuando se iba a correr le dije que me iba a salir, pero él me contestó que no, que no había problema, que para eso existían las pastillas, entonces descargó como loco, quedé exhausta, incluso ya no me sentía tan sucia o mal pensada, sino que estaba en la gloria
Nos dormimos como dos horas y me despertaron sus caricias en mi pecho, inmediatamente supe que era mi hijo, muy cariñoso.
_ Mamá, por favor, quédate siempre conmigo. Nunca me cambies por otro.
_ Eso júralo hijito. Tú eres solo el amor de mi vida y desde hoy ningún imbécil va a ocupar tu lugar.
Nos besamos durante varios minutos, mientras aprovechaba para apretarme mi culo.
Desde esa primera vez somos amantes, y ahora nuestra relación es cada vez más fuerte. Por supuesto que para evitar el qué dirán, nos mudamos a otro sitio y así vivir sin que nadie nos molesté.