Un juicio y un soborno

Una mujer es chantajeada por su propio hijo. Ante el miedo a perderlo todo en su divorcio ella va cediendo cada vez mas y acaba masturbandole.

Mi nombre es vanessa y nací en una familia humilde. Acostumbrada a carecer de todo, me tuve que esforzar mucho en la vida para conseguir las cosas. Merced a mi esfuerzo y no puedo negar que a mi favorecedor físico, acabé casándome con un hombre bastante rico. Mateo que es su nombre, se dedicaba a los negocios en Internet y es un hombre reservado pero muy tranquilo e inteligente. Fuimos muy felices durante algún tiempo. Tuvimos un hijo que se llama Antonio que nos sirvió para querernos aún más. Sin embargo con el tiempo las cosas se fueron enfriando entre Mateo y yo. Él estaba muy volcado en su trabajo y me sentía un poco aburrida en casa así que tuve algunas aventuras que creo pude ocultar del conocimiento de mi marido. La educación de nuestro hijo acabó siendo un motivo continuo de enfrentamiento entre nosotros. Mateo era muy indolente y mimaba mucho a nuestro Antonio. Yo trataba de que desarrollase un poco de autodominio y sensatez y al final acababa siempre siendo la mala de la película. Siempre era yo la que le acababa castigando y negándole sus caprichos y mi marido aunque no me ayudaba, me dejaba hacer. Conforme iba creciendo Antonio las cosas se ponían más y más difíciles. Quería salir hasta tarde, tener televisor en su propia habitación, su propio dinero, una moto. A todo le tenía que decir que no y su padre acababa concediéndole lo que podía. Hubo un momento en que le planté un ultimatum a mi marido al respecto y esto, unido a que apenas si teníamos sexo en la cama y a que tal vez tenía alguna sospechas de mis correrías, acabó desembocando en nuestra separación. Por aquel entonces nuestro hijo Antonio tenía 15 años. Traté de llevarlo por el buen camino pero creo que a esa edad ya era demasiado tarde. Siempre he dicho que Antonio no debía ser hijo natural nuestro, que en el Hospital nos lo debieron cambiar por error, porque no me explico que de un hombre de rasgos tan suaves como mi marido y yo, que soy muy femenina, haya nacido un chico tan brutote. Es muy alto comparado con su padre, pues mide 1,85 mientras que mi marido y yo medimos 1,72. Se afeita desde los 12 años y tiene barba abundante. Tiene además mucha personalidad y con ella y el dinero que mi marido le solía dar siempre tenía para estar de fiesta y no para estudiar. Antonio tuvo novias desde antes de los 15 años y nunca fui capaz de controlar lo que hacía y dejaba de hacer. Llegaba tarde a casa tras salir con ellas y creo que se había estrenado en la cama muy pronto porque a pesar de revisarle la habitación nunca le encontré revistas pornográficas, que hubiera sido lo propio a su edad. Su precocidad me preocupaba así como su dejadez con los estudios. En cuanto su padre dejó nuestra casa hice lo que pude por cambiar todo eso, tal vez sin éxito. Al menos conseguí atarlo un poco más en los horarios de salida y entrada y tenía que rendirme cuentas de las notas del instituto. Y el flujo de dinero continuo algo se le cortó porque noté que gastaba menos. Tras dos años de separación mi marido acabó conociendo a una mujer, llamada María que empezó a meterle malas ideas en la cabeza. A pesar de nuestra separación mi antiguo marido había sido muy benévolo concediéndome la casa y una asignación lo suficientemente elevada como para que no tuviera que trabajar y pudiera disfrutar de los caprichos que una mujer aún joven se merece. Además creo que era justo que el se encargara de todo, pero la tal María comenzó planeando que cortase el pago de esas mensualidades. Y como Mateo era muy cordial, acabó optando por pedir el divorcio formal y según me indicó él mismo "me asignaría la cantidad que el juez decidiera". Con la custodia de nuestro hijo, estaba claro que la casa sería para mi. Además podría exigir una manuntención elevada. Era una suerte que todo hubiera ocurrido antes de que nuestro hijo se emancipara, pues entonces tenía 17 años. Por todo ello ambos tratamos de agilizar el divorcio. Un día estaba viendo la televisión con mi hijo tras la cena y este me dijo que María, la nueva novia de su padre, había estado hablando con él, tratando de convencerle de que se pusiera de su parte y que mintiera sobre mí. No podéis imaginar lo enfadada que estaba. Hasta dónde puede llegar la maldad de algunas mujeres. Para colmo me contó mi hijo que esta malvada mujer le había propuesto que mintiera en el juicio de divorcio y dijera que yo le pegaba a mi hijo, o peor aún que había abusado de él, prometiéndole una cantidad de dinero muy elevada. Esa noche no pude dormir del enfado. Hablé con mi abogado y me dijo que no se podía hacer nada al respecto sin pruebas y que esas cosas eran normales, que tenía que alegrarme de que mi hijo hubiera estado ahí dando la cara. Pasaron pocos días y llegó mi hijo tarde a casa una noche. Le eché una bronca considerable pues hacía tiempo que lo tenía bajo control. Le castigué sin ver la televisión y eso que echaban un partido de fútbol de su equipo. Se enfrentó conmigo pero soy una mujer muy firme en mis decisiones y siempre acaba haciéndome caso. Ese día sin embargo me amenazó: - Si sigues con esa actitud voy a tener que hacer caso a lo que dice María y mentir en el juicio. Me quedé de piedra ante lo que oí, no fui capaz de reaccionar, que manera de tratar un hijo a su madre. Le pregunté si era consciente de lo que había dicho y me dijo que sí con toda la sangre fría del mundo. Vi pasar ante mis ojos un futuro de pobreza y miseria y le acabé dejando ver ese partido. Me arrepentiré de esa decisión toda mi vida. A partir de entonces mi hijo comenzó a darse cuenta de que tenía algo muy bueno con lo que negociar. Y no podía permitir que por una denuncia falsa se arruinase mi futuro. Primero mi hijo comenzó a llegar tarde y cuando le recriminaba me decía "al final tendré que hacer caso a María" cortando mis argumentos de raíz. Viendo que aquello funcionaba comenzó a limitar mis acciones. Un día me lo encontré comienzo en el cabecero de la mesa (almorzamos en una mesa rectangular bastante larga y ese sitio siempre ha estado destinado a mi) y tuvo la desfachatez de decirme "a partir de ahora yo comeré en este sitio". Poco a poco con pequeños gestos me fui plegando a su voluntad. Faltaban pocos meses para el juicio y después podría despreocuparme por el resto de mis días. Cedí demasiado. Mi hijo faltaba a clase y no podía decirle nada. Se quedaba hasta tarde viendo la televisión y tomando cervezas, cuando en mi casa el alcohol siempre había estado prohibido. No tuve sino que dejarle hacer. De aquello pasó a pedirme que yo le comprase las cervezas. Y luego a que se las trajera al sofá. No sé que me pasó, a mi una mujer de tanto carácter, pero acabé teniendo que ceder. Ya no pronunciaba la amenaza de María, pero estaba implícita en sus indicaciones. Un día Antonio, mi hijo, me recriminó que siempre fuera en casa hecha un asco. No iba mal vestida pero a él pareció no gustarle que fuese con prendas cómodas cuando él bien que se tiraba sobre el sofá descamisado en pantalones cortos. Un día decidí arreglarme un poco más, como para una cena formal, tratando de llamar al lado más humano de mi hijo. Pero aquella fue una mala decisión también. Mi hijo Antonio me dijo: - Así mejor en casa mamá, pero también te podrías poner una falda, que los pantalones son para los hombres. Al día siguiente, para complacerlo, me arreglé un poco y me puse una falda muy bonita pero de nuevo me dijo: - Mamá, esa falda no está mal, pero hoy en día se llevan faldas más cortas, parece que fueras de otra época. Su comentario me ofendió mucho pero quise enseñarle que aún tengo buen cuerpo y soy una mujer que puede vestir bien con una falda por encima de la rodilla. Pero de nuevo no le gustó: - Mamá, esa minifalda es de las primeras que salieron al mercado. Las minifaldas ya no son así. Ya me estaba tocando en lo más profundo de mi feminidad así que fuí a propósito a una tienda y me compré una minifalda muy corta, excesiva para mi gusto pero a la que no tendría nada que objetar. Antonio se quedó sorprendido al día siguiente cuando me vió así vestido, pero aún así volvió a replicar: - Mamá, esa falda ya está mejor, pero ¿Desde cuando se ha vestido falda sin tacones? Por comodidad había decidido ir con unos zapatos planos pero su comentario me ofendió una vez más. Al día siguiente me puse mis tacones más pronunciados. Cuando me miré en el espejo sentí un poco de verguenza por ir vestida así en casa, cuando una mujer como yo anda con unos tacones tan altos y una falda tan corta no deja de llamar la atención de todos los hombres. Pero pensé que como estaba ante mi hijo no pasaría nada. A la noche siguiente mi hijo me vió de esa guisa y no podía quitarme ojo de encima. Sentí el halago de toda mujer que agrada, pero también pena porque no dejaba de ser mi hijo el que me estaba mirando. Pude notar una escandalosa erección en su pantalón corto. Me arrepentí de haberle seguido el juego tan lejos. Al día siguiente me presenté de nuevo en ropa normal de andar por casa una señora. Pero se enfadó muchísimo y volvió a recordarme después de mucho tiempo la amenaza. Me dijo que para una vez que me había vestido bien que lo hacía como algo excepcional, que quería que fuera siempre así cuando el estuviera en casa. Aquello fue un horror, acabé llorando en mi habitación pero al día siguiente no tuve otra que aceptar e ir vestida así por casa. A una cosa siguió a la otra. Tuve que ir siempre maquillada y a la falda extracorta le siguieron unos tops de quinceañera y blusas demasiado cortas. Me plegaba a los deseos de mi chantajista hijo, al fin y al cabo pronto estaría divorciada y liberada de mis obligaciones. Con el tiempo pasé a estar al servicio de mi hijo el poco tiempo que pasaba en casa. Le llevaba la bebida y la comida al sofá. Cuando cenaba en el salón insistía en que yo comiera en la cocina y le sirviera los platos con una bandeja. Un día se trajo a unos amigos suyos a ver un partido. Me avisó que quería que les atendiera a ellos tan bien como a él, y que el flujo de cervezas frías no podría cortarse en ningún momento. Pero me dijo que no quería que pensara que era su madre así que a ellos les diría que era la criada. Me dió una tremenda verguenza e ira que mi hijo me tratase así pero tuve que conceder. Cuando llegó el día del partido tuve que ocultar todas las fotografías familiares del salón para que los amigotes de mi hijo no supieran que yo era su madre. No sabía si debía vestir cómoda o como a mi hijo le gustaba. En la duda decidí evitar sus iras con la minifalda y los tacones. Me sentí sucia y observada por sus amigos constantemente. Cuando veían el contoneo de mis caderas al marcharme lentamente caminando en mis tacones con la bandeja llena de botellas de cerveza vacías se hacía el silencio y todos me miraban abobados. He de reconocer que a una parte de mi le agradaba esto, pero no era nada comparado con el sentimiento de degradación que sentía. Como no bebieran cervezas a ritmo suficiente como para verme mover el trasero, comenzaron a pedirme que les trajera diferentes bebidas y cuando llegaba con la bandeja me decían que me había equivocado, que en realidad habían pedido algo distinto. Como Antonio mi hijo no saliera en mi ayuda no pude sino complacerles, sintiéndome desnudada a cada instante por las miradas lascivas de sus adolescentes amigos. Quiso que Antonio fuera el mayor de todos y el cabecilla que los compañeros borrachos no quisieran tocar lo que tanto habían mirado porque con tantas cervezas bien que los instintos les llamaban. En algún momento mi Antonio recuperó la cordura y los mandó a todos a sus casas. A partir de ese día Antonio decidió empezar a llamarme por mi nombre, ya nunca decía "mamá". Ese fue uno de los momentos más duros para mí. Me trataba como a una criada y un día me dió un cachete en la nalga para que le trajera la cerveza fría. No quise entender mal el gesto, pero pronto vi que nada tuvo de inocente, con el tiempo me tocó recibir sus caricias en las piernas mientras intentaba servirle la bebida sin tirarla. Las caricias se volvieron constantes, luego fueron palmetadas en el culo, que me hacían hasta daño. Perdí el ritmo de los días. Mi hijo comenzó a ver la televisión semidesnudo conforme el calor del verano se iba acercando. Tengo que reconocer que sentía una mezcla de rabia por su actitud hacia mi y a la vez admiración por tener un hijo tan guapo y vigoroso.

Algunas veces cuando le llevaba la cena a la mesa o le acercaba una bebida el me agarraba de la pierna y me hablaba, de cosas triviales pero yo ni podía pensar, sentía su mano caliente, el la subia delicadamente y la bajaba y por un instante deseaba que la subiera mas arriba, pero al momento salía de mi fantasía y recobraba el juicio. No dejaba que me tocase demasiado tiempo.

El verano llegó y volvimos a abrir nuestra piscina. Una mañana pensando que Antonio estaba en la escuela me estaba bañando cuando de pronto salió de la casa.

  • Mama, me acabo de levantar, prepárame algo.

Como creía que estaba sola no había preparado ropa en el patio y tuve que entrar con un minúsculo bikini a la casa. Le dije:

  • Deja que me vista y voy después.

El me respondió:

  • Que mas dá si hace mucho calor, así estarás mas cómoda.

Le preparé el desayuno y fuí a llevarselo. El no perdía oportunidad de observarme. Noté que no paraba de mirarme las tetas y el culo. La verdad es que mi bikini no dejaba nada a la imaginación y mis pechos se veían enormes. Mi intención era dejarle el desayuno e ir a cambiarme pero me dijo que me quedara. Empezó a hablarme de cosas triviales, se notaba que no le importaba mucho de lo que hablaramos solo quería que me quedara.

  • Mama, sientate a mi lado.

Me senté a su lado y puso la tele. Cada vez que yo miraba a la tele el me miraba a mi. Casi con su codo podía tocarme las tetas. El estaba desayunando pero le notaba muy tenso. Cuando terminó me pasó su brazo por encima de mi hombro y nos acomodamos hacia atras.

  • Mama, tengo que reconocer que ahora con el calor se va mas cómodo sin camiseta o en bañador como vas tu. Deberíamos ir así siempre.

Yo notaba el bulto que se le estaba haciendo en su pantalon corto de estar por casa. El me acariciaba el hombro con la mano que tenía encima pero esta intentaba bajar hacia mi pecho. Cuando noté sus intenciones le dije que me disculpara que creía que sonaba mi telefono movil y me levanté rapidamente. Se quedó un poco chafado y con un bulto enorme en su pantalon.

Desde aquel mismo día cada vez que salía de la piscina el estaba esperándome y me coaccionaba para que me quedara en bikini por la casa.

Apenas faltaba una semana para el desado juicio y una mañana se metío conmigo a la piscina. Estuvimos jugando un rato. Yo estaba feliz, el se portaba mejor y hacia diás que, aunque me pedía que estuviera en bañador, a cambio parecía que tuviera una mejor actitud conmigo.

El aprovechaba para magrearme dentro del agua y bueno, yo me dejaba hacer. Cuando salimos de la piscina fuimos a secarnos. Estabamos en la cocina y yo le pedí que me diera el bañador mojado para meterlo a lavar. Cuando me quise dar cuenta lo tenía desnudo a mi lado con el bañador en la mano.

  • Pero antonio que haces... le dije

  • No pasa nada, nuestra relación es muy abierta y nos llevamos tan bien que voy a apoyarte en todo en el juicio.

Ese comentario me dejo helada, hacia mucho que no me hablaba del juicio y parecia un comentario con cierto aire a soborno.

  • Es mas mama, tu puedes poner a labar tu bikini ahora mismo que no pasa nada.

Estaba estupefacta, mi hijo Antonio me estaba literalmente pidiendo que me desnudara delante de él. Lo hice sin pensarlo demasiado, el juicio estaba a punto de empezar y me daba miedo lo que pudiera llegar a pasar.

Me quité la parte de arriba del bikini y me agaché para quitarme la parte de abajo. Mis tetas se balanceaban como si de dos columpios se trataran. Antonio tenía clavados sus ojos en mis pechos. Terminé de quitarme todo y puse la labadora. Estabamos desnudos los dos. El después de casi un minuto sin decir nada me soltó:

  • Eres preciosa, preciosa.

-Tranquilo hijo, no te pongas bruto, mira como te estas poniendo.

Tenía una erección enorme. Su pene estaba muy hinchado y duro. Entonces el se miró a su miembro y empezo a tocarselo.

  • Puff mira como estoy. No puedo creer que esté así.

No paraba de decir como estaba pero tampoco paraba de tocarsela mientras me miraba. El estaba en la puerta de la cocina, yo quería irme a vestir pero tenía que pasar por donde estaba el. Me estaba poniendo tan nerviosa que le dije:

  • Me vas a dejar ir a vestirme o tengo que estar aquí desnuda hasta que te la machaques del todo.

No se que clase de reacción tuvieron mis palabras en el pero empezó a brotar semen de su polla. Salieron varios chorros superfuertes incluso uno me alcanzó en mi pierna. El exclamo:

  • Lo siento mama, no puedo parar, lo siento.

Yo no sabia que decir ni adonde mirar. Así que cogí el rollo de papel de cocina y me agaché a limpiar el charco de lefa. Antonio seguía sin soltar su pene. Me dijo:

  • Me puedes pasar papel.

Yo arranqué un trozo del rollo y fuí a dárselo. El tenía sus dos manos en el pene y me toco ponerle el papel encima. Cuando estaba apunto de ponerle el papel ocurrio algo que me dejó fuera de combate. El me agarró de los hombros con fuerza y me dijo:

  • Límpiame mama.

Yo estaba de rodillas y sus manos me hacian daño en mis hombros. No tuve mas remedio que obedecer y limpiarle el pene. El simple contacto de mi mano en su pene a traves del papel le hacían temblar y su cosa no bajaba. Allí estabamos los dos completamente desnudos y yo de rodillas acariciandole su polla.

Cuando terminé de limpiarlo me levante rapido y salí corriendo a mi habitación. Estuve una hora llorando. Cuando llegó la hora de comer salí y no lo ví por la casa. Hice la comida, deseaba no volver a verlo nunca más.

La comida estaba lista lo llamé para comer. Imaginaba que estaría en su cuarto pero no respondía. Fui a su habitación y sigilosamente me acerqué a la puerta. No oía nada. Abrí la puerta y lo ví dormido. Seguía desnudo pero su pene estaba flacido y dormidito como el. En ese momento solo veía a mi hijo chiquitin que tanto adoraba.

Le abracé dulcemente y le desperte dándole besitos. El sobresaltado me miró medio dormido y me abrazó. Le dí varios besos más y le dije que la comida estaba lista.

Estabamos comiendo y ninguno decía nada. Cuando ya ibamos por el postre el soltó:

  • Te ha dado asco lo que has visto en la cocina?

Yo me quedé pensando la respuesta un rato.

  • No Antonio, pero es una situación que no debería darse entre una madre y un hijo.

  • Yo lo siento mucho, pero es que no se que me pasó. Me estaba rascando al principio pero al verte desnuda solo tuve que sacudirmela 3 o 4 veces y me vino.

  • No te preocupes, es una cosa que a mi no me repugna y no voy a darle más importancia. Pero no debiste pedirme que te limpiara tu cosa. Te quiero mucho y espero que cuando llegue el juicio me apoyes porque eso si es importante para mi.

  • Claro que te voy a apoyar mama, te quiero mucho.

Despues de decir esas palabras yo misma noté que se habían cambiado las tornas. Ahora era yo la que a cambio de lo ocurrido le coaccionaba para que en el juicio estuviera de mi lado. Pasaros 2 días mas y a falta de 4 días para el juicio ocurrió otra cosa.

Erán las 5 de la tarde. Yo me había quedado dormida en el sofá viendo la tele en bikini cuando antonio entró de la piscina. Al verme dormida se sentó a mi lado. Imagino que la excitación de verme casi sin ropa y el recuerdo de lo que pasó en la cocina le hizo ponerme muy bruto y empezó a acariciarse. Se quitó el bañador y se quedó sentado a mi lado tocandose lentamente. Yo desperté.

  • Antonio que haces?

  • Es que estaba el bañador mojado y me lo he quitado.

Eso fué lo único que acertó a decir porque aunque veía en mi rostro la cara de susto el seguía tocandose la polla y su manoséo ya cogió el cariz de paja. Incluso se recostó hacia atras y estiró las piernas. Yo no daba credito.

  • Hijo por qué no te vas a tu habitación a hacer eso.

  • No mama, deja que me quede aquí. Te prometo que en el juicio diré todo lo que tu quieras.

Su respuesta me dejo anulada, yo sabía que si frustraba sus intenciones y nos peleabamos probablemente su enfado le haría chantajearme de nuevo asi que ni lo intenté. El seguía masturbandose y cada vez lo hacía mas rápido. De repente dijo:

  • Mama trae papel.

Yo me levante corriendo y fuí a la mesa y cogí papel de cocina. Me quedé de pie esperando a que explotara. El me dijo.

  • Sientate a mi lado.

Me senté a su lado y le miraba su polla como cada vez estaba mas roja e inchada. Me dijo:

  • Dame papel.

Corte un trozo y alargué mi brazo para dárselo. Pero mi sorprendió agrarrandome la muñeca con su mano libre y posando mi mano sobre su pene.

  • ¡Ayudame mama!

Sabía que tenía que acabarlo si no quería problemas asi que agarré su polla y empezé a subir y bajar. Estabamos masturbando su pene los dos. Mi mano mas cerca de su glande y la suya en el tronco. El empezó a respirar muy fuerte y grito:

  • Me corro mama.

Solto su mano y me dejo hacer. Hacia bastate tiempo que no masturbaba a alguien pero eso no significa que no sepa hacer una buena paja. No pude contar la cantidad de chorros que soltó. Y los espasmos que le dieron. Terminó de correrse y me quedé quieta sin soltar su pene. El casi lloraba de placer. Me quiso dar un beso y yo lo esquive y me puse a limpiarle la polla. Cuando terminé me fui a la cocina y tiré el papel. Volví al salon y el seguía tumbado en el sofá con cara de alucine.

  • Hijo si lo que quieres es que te masturbe, yo lo haré. Pero por favor, por lo que mas quieras no vuelvas a amenazarme con el juicio.

El simplemente asintio con la cabeza. Yo me vestí y me fui de la casa a hacer unos recados. Mientras estuve en la calle me pasaron miles de pensamientos por la cabeza. Me intentaba convecer a mi misma que solo quedaban 2 dias y despues todo volvería a la normalidad. Que ilusa.

Esa noche al volver a casa Antonio no estaba asi que me fui a la cama y no lo ví mas.

A la mañana siguiente y a falta de 1 día para el juicio estaba con el pijama desayunando en el salon cuando Antonio pasó desnudo. Se sentó a mi lado. Yo le miré con mala cara e iba a regañarle pero pensé que no era lo apropiado. El me dijo:

  • Hola mama, que tal has dormido hoy, yo genial.

Yo le respondí en un tono jovial:

  • Claro ayer te quedaste muy descargado y agusto, normal que hayas dormido bien.

Nos reimos un rato y parecía que no iba a ir la cosa a mas cuando se acercó mas a mi y me dijo:

  • Mama puedes masturbarme otra vez.

Yo quería estrangularle. El muy sinverguenza ni me había dejado terminar de desayunar y ya me estaba pidiendo que se la machacara. Pero a menos de 24 horas del juicio que iba a hacer.

Sin decir palabra alguna estiré mi mano y empezé a acariciarle su tripa y su pelvis. Sin ni siquiera haberle tocado el pene ya lo tenía muy duro. Se lo agarré y empezé a masturbarlo muy rapidamente. El estaba flipando por lo menos. Pero de repente me dijo que me parase:

  • Mama llevas mucha ropa, quitatela.

Yo hice caso y me quite la camiseta y el pantalón corto quedando solo con unas braguitas. Seguí masturbándole. El acercó una mano y me cogió una teta:

  • No me toques Antonio.

  • Por favor, solo la teta.

El me agarraba una teta y luego la otra. Las meneaba y pellizcaba los pezones. Para entonces yo ya los tenía como garbanzos. Se inclinó hacia mi y empezó a chupar el que mas cerca tenía mientras con la otra mano seguía sobandome la otra teta. Sabía que no iba a guantar mucho mas y le dije que si no iba a por papel se iba a manchar todo.

Por un instante se acabó la magia mientras fuí a la cocina a por papel. A la vuelta me pidió que me pusiera de rodillas en el suelo para verme la cara. Yo hice lo que me pedía y me puse de rodillas en el suelo entre sus piernas y seguí masturbandole. El no gritó ni puso caras raras. El muy cabrón no me hizo advertir que se corría y de repente su primer chorro saltó hacia mi cara y me calló en la nariz y los labios. Yo giré la cabeza pero el se agarró su pene y siguió dirigiendo sus chorros hacia mi mejilla derecha. Cuando todo acabó tenía la cara llena de semen y notaba que tenía algo dentro de la boca.

Era salado y me dió una pequeña arcada. El disfrutaba viendome así. Yo me puse furiosa y le dije:

  • Eres un cerdo.

El sonreia y su pene se mecía a centimetros de mi cara orgulloso de su azaña. Me fuí a limpiar y el día trancurrío con normalidad. Llego la noche y yo estaba muy nerviosa por el juicio. El hablo conmigo y me dijo que me tranquilizara que me iba a apollar en todo incondicionalmente.

Me quedé mas tranquila pero aún así no pude pegar ojo en toda la noche. El juicio era a las 10 y teníamos que levantarnos a las 8. eran las 6 de la mañana y yo ya andaba por la cocina preparandome un te. Antonio apareció por la cocina y me preguntó que hacia despierta tan temprano. Le dije que no podía dormir y me puse a llorar.

-Cariño y si pierdo, y si se quedan con tu custodia.

-Mama eso no va a pasar, porque el juez me va a preguntar que con quien quiero estar y le voy a decir que solo contigo.

-Gracias cielo. Te quiero muchisimo. Fuí a darle un beso y el me puso los labios. No se porque lo hice pero le besé como se besan a los novios. Nuestras lenguas se buscaban. El me quitó la bata y me dejo en bragas y sujetador. Me desabrochó sutilmente el sujetador y empezó a magrearme mis enormes pechos mientras seguíamos besandonos, yo ya había perdido el juicio cuando me pidió cortesmente que se la chupara. No supe decirle que no, después de tanto.

Me agaché y me puse de rodillas en la misma cocina. Me introduje su miembro en la boca como buenamente pude. Era grande. Era grueso y no muy limpio. Yo chupaba su polla mientras él pronunciaba todo tipo de obscenidades. "Tómate mi biberón" era la que más repetía. Yo no hacía sino tragar y tragar y él se movía frenéticamente haciéndome daño en la garganta. "Tu me amamantaste, ahora me toca a mi" decía el muy degenerado. Cuando sentí que terminaba saqué rápidamente mi boca de allí pero espesos rayos de esperma me cayeron por toda la cara.

-No te retires- dijo suspirando de placer y me obligó a beberme toda esa suciedad mientras sonreía complacido.

Llego el juicio y el se portó bien y gané. Me quedó una buena paga y la custodia de Antonio. Comimos fuera para celebralo y pareciamos novios. No parabamos de cogernos de la mano y de sonreirnos. Cuando llegamos a casa el se fué a dar una vuelta y yo quedé sola. Me sentía un poco sola quería estar con el y celebrarlo pero tambien pensé que mejor que fuera con los amigos y volviera a su rutina normal. Me dije a mi misma que cuando volviera a casa hablaríamos y nunca mas volveríamos a tener un acercamiento sexual.

Ya no llegué a verlo porque llegó muy tarde y creo que borracho. A la mañana siguiente entré en su habitación. Habia olor a alcohol y el estaba desnudo tirado en la cama. Se despertó al verme y se puso un short. Fuimos a la cocina y hablamos. Yo le dije que estaba muy contenta por como habia salido el juicio y el no parecía tener mi optimismo. Imagino que la resaca no le dejaba pensar bien.

Terminamos de desayunar y me acarró de la muñeca y me llevó al salón yo creia que iba a decirme algo del juicio, pero al llegar al salon se sentó y se quitó el short y me dijo:

-Chupamela mama.

Yo me quedé de piedra. No sabía que decir y dije que NO.

-Si no me la chupas no volveré a apoyarte mas, es que te piensas que papa no va a recurrir la sentencia?

Estaba helada, entendí que el chantaje sexual no iba a ser temporal. A partir de ese día la rutina no hizo sino empeorar: cada mañana me tocaba "tomarme el biberón" que no era sino tragarme toda la lefa que hubiera sido capaz de fabricar durante la noche. Me sentía humillada hasta lo más profundo de mi ser, incluso me planteaba perder la apelación y que se fuera con su padre para siempre.

Las felaciones se las hacía mientras el estaba sentado en el sofá. Yo me tenía que arrodillar en frente de él, algunos días totalmente vestida con tacones y falda. A veces ponía la televisión mientras se la chupaba o me cogía las tetas con poca delicadeza, por encima de la ropa. Por las noches comenzó a abusar sexualmente de mi y yo no podía hacer nada. Me pedía que le llamase "papito" y yo le complacía también en eso, siguiéndole el juego en la medida de lo posible. Trataba de disfrutar de su tremenda hombría cada vez que me arremetía con sus empellones y le decía el tipo de frases que parecía que le gustaban para que no se sintiera violento y me obligara a decírselas: "Haz una mujer de tu madre", "Córrete en mis entrañas que quiero un hijo tuyo semental", "Métasela por detrás a esta pobre fulana", "Cuánto hombre para una mujer tan puta", "Déjame que le chupe las pelotas a mi hijo", "Ay papito no tan dentro que me haces daño con tu cosota". Y cuando el me decía "Te la meteré hasta las pelotas" yo tenía que decir "sí, sí rómpeme toda que me lo merezco por provocarte a diario con mis caderas". Me provocaba unos orgasmos largos e incontrolables, que me hacían sentir una puta de carretera. Él iba a lo suyo y parecía no fijarse, bien podía terminar yo dos veces antes de que me inundara con su abundante leche por cualquiera de los agujeros de mi cuerpo.

Al final para cuando llegó la apelación la ganamos tambien. Pero para entonces ya no importaba que mantuvieramos relaciones. Yo estaba tan enganchada como mi hijo y disfrutaba tanto o mas que el.

Esta relación duró hasta que el cumplió 18 y se fué a la universidad. Allí conoció a una chica y a partir de tener novia se ve que se cansó de mi. Volvimos a tener una relación a distancia medio normal, aunque cada vez que ha cortado con alguna novia a vuelto a mi buscando segun el "la que mejor le chupa el biberón del mundo".

Ahora se ha casado y espero que todo le vaya bien, pero si algun día lo suyo sale mal siempre tendrá un lugar privilegiado donde correrse agusto. MI BOCA.