Un jubilado, dos francesas y un Citroën 2 CV (8

Llegó el día que volvieron mis hijos del crucero y suponía que me quedaría como el rey de mi casa pero mis planes no fueron nada esperados.

Por la mañana  me levanté temprano, no sabía la hora que vendría la pareja del crucero y quise asear la habitación, no tenía ni idea de sus planes, aunque rogaba a todos los santos que comieran en casa, recogieran a la consuegra y se fueran enseguida.

Extrañamente este día Virtudes no se levantó pronto y cuando al fin salió de su habitación me sorprendió, apareció totalmente cambiada, se había pintado los labios y los ojos y con algo de maquillaje no parecía ella, además se había puesto un vestido que no lo vi nunca y sobre todo tenía un semblante sonriente.

  • Buenos días Santiago, parece que hoy vamos a tener un día especial.
  • De usted depende, aunque si tengo que ser sincero me gusta el cambio.
  • Gracias, ha sido como prueba de buena voluntad, no quise enfadarlo anoche, tampoco tiene tanta importancia que me viera desnuda, y creo que en algo sí tenía razón.
  • ¿A sí, en qué?
  • No, en nada, no tiene importancia. Mmm, ¿a qué hora cree que vendrán nuestros hijos?
  • No tengo ni idea, como hacen lo que les viene en gana…
  • Ya son mayorcitos para eso,  vendrán cuando Joaquín lo decida.
  • Si, precisamente mi hijo que hace todo lo que dice su hija.
  • Qué va, si mi hija es una víctima.
  • Sí, igual que usted, jajaja.

Cuando sonó el pito del coche de mi hijo me alegré mucho, por fin me iba a quedar sólo pero mi alegría no fue nada con la que demostró Virtudes,  salió a la calle a recibirlos y se abrazó a su hija como si hiciera un año que no la veía, todo el mal humor que derrochaba en su ausencia demostraba alegría al ver a Gloria.

Cuando Gloria entró me deslumbró, venía con su mejor sonrisa y llevaba los labios pintados rojo fuego, sus ojos iluminaban la casa y el vestido holgado que llevaba le daba un aire de juventud que me impactó, era un vestido con un gran escote en V y una falda con mucho vuelo, estampado de flores grandes y unos zapatos de tacón altos rojos que hacían juego con una Pamela.  Su piel era casi chocolate pues le cogía mucho el bronceado y por lo que intuí no se le marcaban señales del bikini en los hombros.

Mi hijo venía con unos bermudas, sus peludas pantorrillas seguían tan blancas como cuando se fueron y su cara era la de siempre, pasó por mi lado y me dio un abrazo bastante escueto por lo que quedé desalentado.

En cambio las dos mujeres perecía que tenían mucho que contar porque no dejaban de cuchichear nada más que Gloria se quitó el sombrero, mi hijo se ocupó de entrar las maletas y lo que más me asustó fue que las metió en mi habitación, al salir lo miré a los ojos y él por toda respuesta los bajó.

Gloria no dejaba de contar maravilla de lo bien que se lo había pasado y su madre la miraba con adoración asintiendo en todas los comentarios de su hija.

  • ¡Ah, espera mamá!,  te he traído unos recuerdos, bueno… os hemos traído.
  • Qué ilusión, estoy impaciente por ver los regalos, ¿Santiago tú no?
  • Pues…

Cuando Gloria salió de la habitación llevaba varios paquetes en las manos, a Virtudes le entregó dos y a mi otros dos, su madre empezó a abrirlos con la impaciencia de un niño el día de Reyes, eran dos paquetes grandes y uno de ellos parecía pesar, los míos eran pequeños y no pesaban nada, esperé a que ella abriera los suyo y gritó cuando vio el primero.

  • ¡Qué maravilla, ay Gloria! ¿Por qué te has molestado?  Pero es precioso…
  • No tiene importancia mamá, sabes que me acuerdo mucho de ti.

Del paquete al fin salió un foulard de seda natural que llevaba etiqueta de Roma, se lo puso enseguida y lo cierto es que le favorecía mucho, el segundo regalo fue un búcaro de cristal de Murano, se lo traía de Venecia y también era muy bonito.

  • ¡A ver Santiago, abra los suyos!, seguro que también serán preciosos.

Con cierta incredulidad abrí el primero, era una cajita minúscula y adentro encontré un llavero que decía “Recuerdo de Roma” con el Coliseo de fondo, tuve que hacer un gran esfuerzo para sonreír esperando que el siguiente fuera algo más imaginativo pero me equivoqué, el segundo en una caja un poco más grande había una góndola veneciana de plástico con el consiguiente letrero de “Memoria di Venezia”, miré de reojo la cara que hacía Virtudes que sonrió intentando consolarme, la mirada de Joaquín me dio pena, miró hacia otro lado y con los dos regalos en las manos fui a guardarlos “celosamente”.

Mi hijo entró en la habitación y sacó un paquete y discretamente me lo dio, lo abrí despacio esperando otra tontería semejante pero mis ojos se abrieron como faros, era una reproducción a escala de un Citroën 2 CV. y además del mismo color gris que el de Margot.  Mi hijo esperaba expectante mi reacción pero no se esperaba el abrazo que le di, tardé mucho en soltarle y él al fin me correspondió sin llegar a comprender mi emoción.

  • Te lo compré en Marsella pero si puede ser no lo enseñes, Gloria no lo sabe.
  • ¿Cómo que no?, me has hecho el mejor regalo que podía esperar, te lo agradezco mucho hijo.
  • Gracias papá.
  • ¡Mirad chicas lo qué me ha regalado mi hijo! Un Citroën 2 CV, es fantástico.
  • Bah, ya es mayorcito para andarse con juguetes.
  • ¿Juguetes?  Qué sabrá usted de juguetes, a usted si le hace falta un “juguete” tamaño King Size.

Pareció no entender pero cuando cerré el puño y le señalé hasta el codo entendió igual que todos a que juguete me refería, la mirada que me dio podía haberme fulminado si Gloria no se hubiera echado a reír a carcajadas y mi hijo la coreara.

Fuimos al pueblo de al lado y les invité a comer en un restaurante, el mejor y el único para quedar bien, esperaba que de un momento a otro desvelaran sus planes pues el detalle de meter las maletas en mi cuarto no me gustó nada.

  • Ahora que me fijo mamá, ¿qué te ha pasado en la pierna?
  • Nada hija, un pequeño percance.
  • ¿Un pequeño percance no?, ¡se cayó de la escalera por la obsesión de limpiar todo el día!
  • Mamá ya te dije que no hicieras nada.
  • Pues no ha parado ni un momento, ha revuelto mi casa y no me ha dejado en paz ni un rato.
  • Encima que le he puesto la casa en orden.
  • Lo siento papá, debí advertirte, es una fanática de la limpieza.
  • Pues podías haberla dejado en su casa, seguro que tendrá que limpiar algo o que limpie sobre limpio, cojones.
  • Nada, ya pasó ¿y cómo tienes la pierna?
  • Sólo es un esguince pero debo llevar el vendaje una semana más.
  • Pues ya te lo quitarán en casa, conozco a un medico que…
  • De eso nada, la médica insistió que quería ver cómo quedaba para estar tranquila.

Todas las alarmas se encendieron en mi cabeza, de la sospecha a que mis hijos se quedaran una noche ahora amenazaba Virtudes en seguir otra semana más.

  • Pero mamá cómo te vas a quedar otra semana, seguro que a Santiago no le importa pero comprende… en casa estarás mejor y…
  • Nada, me quedo, total sólo es una semana, ¿verdad que no le sabe mal Santiago?
  • Pues… Grrr.
  • ¿Ves?, tu suegro está encantado.
  • Pero yo no puedo dejarte sola, tendrás que lavarte, atenderte, lavar tu ropa, está decidido, me quedo contigo, Joaquín que se vaya sólo y que vuelva a por nosotras cuando le llamemos.

Yo estaba alucinado, en un momento se me habían caído todos mis planes por tierra, pensaba dormir sólo en mi cama ésta misma noche y ahora todo cambiaba, menos mal que la cama la conservaría, porque por lo menos las dos dormirían juntas.

Después de comer fuimos a dar un paseo, si hubieran sido otras personas les hubiera enseñado los alrededores, incluso hubiéramos ido a la curva del río de Margot pero aquel lugar era mi santuario secreto y no lo compartiría con nadie.

Por la noche me fui al sofá, no iba a gusto pero me consolaba saber que iba a ser la última noche y quizá por eso me dormí pronto, al rato me desperté por el ruido que salía de mi habitación, no había nada de luz porque la luna estaba nueva y por la ventana no entraba ninguna claridad pero se oía nítidamente como la pareja estaba follando, escuché a mi hijo resoplar y a Gloria apenas gemir, muy rápidamente gruñó como un animal y se corrió, ella le echó en cara no haberla esperado pero el hombre ya estaba fuera de juego.

Por un instante encendieron la luz y pude ver cómo mi hijo se quitaba de sobre ella, la polla le colgaba desmayada al sacarla del coño depilado de Gloria, ésta tenía las piernas plegadas y separadas al máximo y continuaba acariciando el clítoris con una mano y las tetas con la otra, mi polla empezó a levantarse al ver aquella visión, la cara no la podía ver porque las tetas la ocultaban como dos montañas mirando al cielo.

La luz se apagó y el silencio y la oscuridad volvió a reinar en la casa.  No supe la hora que era ni cuánto tiempo pasó cuando sentí fresco en las piernas, intenté cubrirme con la sábana pero me pareció sentir un peso sobre ellas.  Noté cómo la polla se ponía otra vez dura y en ésta ocasión no tenía motivo, con los ojos cerrados esperé y noté como una mano suave tanteaba por sobre el calzoncillo, lo hacía suave, tanto que parecía una pluma revoloteando sobre mi paquete.

Estuve quieto creyendo que estaba soñando pero la mano volvió a pasar, esta vez más confiada pasó a lo largo del tronco que ya tomaba grosor y lentamente buscó la cabeza, estuvo palpando adonde acababa y luego apretó el capullo hasta el final.

No me moví haciendo cábalas de porqué mi nuera se aventuraba a tanto, empecé a recapitular, recordé la escena en su casa, cuando nos caímos enredados por la toalla, la vi desnuda o más bien le vi el coño abierto y las tetas en todo su esplendor, luego me confesó que pese a que se hizo la ofendida también le causó efecto y ahora mi hijo la había dejado “a dos velas” y con ganas de polla.

La mano no dejaba de recorrer la verga de alto en bajo cuando dos dedos entraron por la abertura el slip y atraparon el glande, con sumo cuidado tiraron de él hasta sacarlo y una vez al aire rodeó con toda la mano el tronco bajando la piel hasta dejar el capullo al fresco.

Apenas notaba apretar el tronco pero lentamente la subía y bajaba haciendo que se pusiera tan dura que me dolía, de pronto sentí una humedad tibia en el frenillo, parecía la punta de una lengua que luego rodeó el glande por el anillo dos veces y a la tercera unos labios se abrieron y encerraron el capullo entero.

Noté la humedad de la saliva y el corte de los dientes rozar las venas hinchadas pero de pronto sentí una succión que me atraía como una aspiradora,

Pensé que me iba a aspirar entero pero se detuvo cuando apenas quedaban dos dedos de polla, noté claramente la dureza de la barbilla en mis huevos y poco a poco la succión fue remitiendo y la boca dejando salir la polla, pero no fue por mucho tiempo, la succión volvió y los labios llegaron todavía más lejos.

No me atreví a moverme ni a demostrar que estaba despierto y de vez en cuando imitaba el ronquido para que continuara sin miedo, la boca apenas se movía, sólo mantenía la polla dentro presionando con la lengua contra el paladar, el capullo palpitaba al sentir la campanilla en la punta pero no se movía más que lo justo para volver a sacar y aspirar.

Presté atención al ruido que se oía apenas, al principio era solamente el aspirar de la boca y la respiración por la nariz, ahora era un roce, una caricia que pronto fue un chapoteo y no venía de mi polla sino de al lado del sofá.

Agudicé el oído y a mi lado noté el movimiento de un brazo que bajaba casi hasta el suelo y se agitaba, el olor era inconfundible, era el olor a coño caliente y cuando la mano empezó a moverse más rápidamente la lengua presionó más fuerte y de pronto aspiró hundiendo toda la polla hasta los huevos.

No llegó a gemir ni a hacer ningún ruido más que los dedos al moverse en el coño empapado y cuando yo estaba a punto de correrme en la boca de mi nuera ésta se retiró dejándome con la polla dura, tiesa y mojada apuntando al techo, se levantó y en la oscuridad de la noche se desvaneció.

Tuve que acabar lo que aquella boca empezó, hacía tiempo que no me hacía una paja pero empecé a recordar a Margot, aquel cuerpo que tenía, a su hija, con su coño tan tierno y estrecho y aquellos culos que me habían ofrecido espontáneamente, la forma de mamarme la polla, recordé la voluntad de Aline en hacerme feliz junto a su madre y no tardé en lanzar los chorros de leche al aire como una fuente y seguir hasta que simplemente rebosaba por el capullo escurriendo entre mis dedos hasta manchar el slip.

Por la mañana Gloria estaba de lo más simpática conmigo, nunca me trató mal pero en esta ocasión estaba verdaderamente amable, su madre tampoco era la misma, al tener a su hija al lado se deshacía en cumplidos, le contó lo bien que guisaba y su hija me felicitaba por ello.

El lunes mi hijo volvió a la ciudad, tenía que trabajar y prometió llamar todos los días. Cuando subía al coche me acerqué a él para darle la última recomendación.

  • Joaquín, espero que el fin de semana que viene vengas y te las lleves, el viernes iremos a quitarle la venda, no me falles.
  • No te preocupes papá, no faltaré.
  • Vale, ¿has sacado las maletas de mi habitación?
  • Sí, las mías sí.
  • ¿Cómo las tuyas? ¿y las de tu mujer, que no dormirán juntas?
  • Papá por favor, ¿cómo quieres que duerman juntas con lo delicada que está Virtudes?
  • ¿Delicada?  Mucha cara es lo que tiene tu suegra, grrr.
  • Venga papá, una semana más, ya sé que el sofá no es muy cómodo, ya tendrás tiempo cuando estés sólo.
  • Ya tengo ganas hijo, ya.
  • Para una vez que venimos…
  • Precisamente para una vez.

Abracé a mi hijo sin muchas ganas, en la puerta de casa esperaban la madre y la hija abrazadas sonriendo y cuando me hicieron hueco para entrar Gloria me dio una palmada en el hombro de ánimo.

El día pasó sin incidencias, a la hora de comer aparecí por casa pues fui a dar un paseo y mis pies me llevaron a la curva de Margot, estuve sentado mirando los corazones, el viento había arrastrado la arena y algunas piedras estaban cubiertas, por lo que se desdibujaba la figura de los corazones y las flores que me dejó Aline se estaban marchitando rápidamente.

Por la tarde salí para no estar con las dos mujeres y me fui a dar un paseo por el pueblo, los hombres estaban en el Casino y me saludaron al pasar, Felipe estaba encantado con la zarzuela de pescado que le hizo su mujer y Antón levantó el pulgar en señal de satisfacción.

Cuando volví Gloria me dijo sonriente apoyada por su madre.

  • Santiago, me gustaría que hicieras hoy la cena, estoy impaciente por probar tus habilidades.
  • Ya me gustaría demostrártelas todas, ya.

Un poco picado por mi nuera le hice una cena especial, le puse toda mi intención y abrí una botella de vino que guardaba para las grandes ocasiones, los tres acabamos con ella y francamente quedamos más distendidos pero cuando llegó la hora de dormir no tuve dudas, me tocaba el sofá como siempre.

Ya no esperaba nada de mi nuera, por lo que había visto con mi hijo no era muy actica sexualmente y después del calentón de la noche pasada estaba convencido de que se le habría pasado pero me equivocaba.

La noche era tan oscura como la anterior y a media noche sentí la misma mano, esta vez más confiada fue más directa y tiró de la goma del slip y con cuidado bajó la prenda hasta descubrir mi polla  que estaba tumbada sobre mi muslo y con la mano la fue enderezando lentamente.

Procuré moverme lo justo para que el slip resbalara de mi culo y no me presionara los huevos y me sentí aliviado,  cuando la polla ya se mantenía vertical noté cómo el sofá se hundía un poco y un pie pasaba por mi lado apoyándose al lado de mi cadera, al momento otro pie en el otro lado y la mano que agarraba el tronco con suavidad.

Sentí la humedad en el capullo y luego el calor de los labios, pero no se cerraban como los de la noche anterior sino que se abría a mi paso, lentamente y sin parar la polla fue engullida, esta vez no noté el roce de los dientes pero sí el pasar varios pliegues que rozaban el anillo del glande hasta que ya no pudo entrar más, había llegado el fondo y no noté el paladar ni la campanilla.

Mis huevos también notaron la calidez de aquella boca pero no noté ninguna presión, la boca suave como la que más dejaba al descubierto el tronco y lo volvía a cubrir, me estaba gustando la afición de Gloria, su amabilidad y su habilidad, me habría gustado encender la luz y descubrirla pero preferí seguirle el juego aunque pensaba cambiar el paso con ella.

Fue cabalgándome con la lentitud de una tortuga pero no fue excusa de que el vientre le vibrara cuando el orgasmo la atacó, no se dejó caer en ningún momento pero se agarró al respaldo del sofá y aguantó hasta que se calmó.

Cuando fue a bajar del sofá le cogí de un tobillo, ella quedó paralizada pero en la oscuridad no pude ver su expresión pero sabía que estaba helada, no le dije nada igual que ella había hecho conmigo y me incorporé sin soltarla, pasé una mano por su espalda y la incliné sobre el asiento, con un pie le separé los suyos y con la polla fui recorriendo sus muslos de abajo arriba hasta que se juntaron.

Recorrí los labios del coño y cuando noté que la humedad era más abundante empujé y entré suave pero de una vez hasta el fondo, luego salí despacio hasta casi del todo y de un solo golpe entré al fondo, gimió apenas por tener la cabeza hundida en la tapicería y le di varias metidas, una idea cruzó mi mente y me acordé de Margot, no lo pensé dos veces y con la polla mojada apunté entre las nalgas, apenas pudo esquivarme cuando el glande entró en su culo.

El gemido fue un quejido pero no la dejé moverse, la sujeté de las caderas y al tercer empujón estaba pegado a su culo, no pasé de moverme aunque ella iba bajando sus quejas pero al sentir que su espalda se erizaba de carne de gallina me apreté contra sus nalgas abiertas y descargué toda la leche que tenía.

Salí con la polla todavía dura pero ella se escurrió y huyó tapándose el culo con la mano, oí la puerta de la habitación cerrarse y al rato otra vez el silencio.

Al día siguiente la actitud de Gloria era tan amable y simpática como siempre y aunque yo intentaba buscar alguna mirada cómplice no pude descubrir ningún detalle revelador, su madre se había calmado al estar con su hija y también me trataba con cordialidad.

Procuraba estar el mayor tiempo fuera de casa para evitar roces con Virtudes si bien había cambiado mucho y me dediqué a pasear, al pasar por la farmacia tuve la curiosidad de conocer a la amiga de Alicia y entré con la excusa de comprar algunas pastillas para la tos.

  • Hola buenos días.
  • Hola, ¿en qué puedo servirle?
  • Quería unas pastillas para la…
  • No diga más, ya sé lo que quiere.

La farmacéutica se agachó y de debajo del mostrador sacó una cajita de pastillas, miré la composición y me extrañó.

  • Sí, estas pastillas son las ideales, son famosas ya sabe, aunque aquí no tienen mucha salida, debe ser porque no las usas o porque las compran en el pueblo vecino porque hacerles falta seguro que le harán.
  • ¿Quiere decir que nadie tose en el pueblo?
  • Jajaja, qué gracia tiene usted, jajaja, toser, si que tosen pero follar no sé, aunque he oído que hay alguien que lo hace muy bien…
  • No sé pero yo quería pastillas para la tos.
  • No se preocupe, no sea tímido, eso es lo que todos dicen, para mí no es problema, sé para qué sirven y lo entiendo, lléveselas sin vergüenza.
  • No, no me ha entendido, no son éstas las que necesito.
  • Jajaja, está bien, si no las quiere no insistiré pero ya sabe que tengo y por oídas me han dicho que van muuuy bien.
  • Ya, pero de momento tengo sólo tos.
  • Me alegro por usted y por… las beneficiadas, adiós.

Me sorprendió lo directa que era la farmacéutica, no sabía si me había reconocido por referencia de Alicia o porque quería vender las caras y eficaces pastillas pero me gustó la simpatía de la muchacha, me fijé que era cierto que de cara no era muy agraciada, era muy morena, con grandes cejas y bastante vello, se le adivinaba un ligero reguero de hormigas en las patillas y debajo de la nariz y al agacharse pude ver que entre las abundantes tetas bajaba la sombra del vello oscuro que se adentraba hacia el estómago.

También me pude fijar que era ancha de caderas y pese a no tener vientre el culo era bastante prominente, alto y duro, las piernas no las pude ver pues estaba detrás del mostrador pero por lo alta que era no debía de tenerlas mal.

Por la noche ya no esperaba nada porque la anterior se fue con el culo ardiendo pero me llevé una sorpresa al sentir que volvía a mi lado, ésta vez sacó la polla y empezó a chuparla sin disimulo, la puso a tope y se sentó sobre ella, me cabalgó sin tapujos y cuando se corrió lo hizo gimiendo tapándose la boca, al cogerle el tobillo para repetirle el castigo no hizo nada por huir y en cambio me largó un bote de crema.

Ella misma se puso en posición, ésta vez sobre el asiento a cuatro patas y después de untarle el culo y mi polla se la hundí sin apenas dificultad, inclinó la cabeza en el reposabrazos y esperó a que me corriera para acompañarme, caímos los dos hacia adelante y cando pude levantarme se deslizó a su habitación sin siquiera abrir la boca.

Por la mañana cuando me desperté Gloria ya estaba levantada y salía de la ducha, me dedicó una de sus mejores sonrisas y se dirigió a su habitación, al pasar por su puerta vi sobre la mesita en frasco de crema que había usado para untarse el culo y mi polla, como era habitual no mencionó ni dijo nada al respecto incluso no pude cazarle ni una mueca que me permitiera adivinar una emoción.  Por la noche me animé a desenmascararla y le dije…

  • Esta noche me gustaría que me hicieras una demostración de tus “artes”, no es que dude de que las tienes pero me gustaría compartirlas.
  • No creas pero me defiendo, me adapto a todas las situaciones y le saco partido con lo que tengo a mano.
  • Ya me imagino, ¿y usted Virtudes, no quiere saber cómo se “maneja” su hija con las “comidas”?
  • Estoy segura de que habrá aprendido de su madre.
  • ¡Jajaja, eso está bien, si no sabe hacer más que verduras y nunca se sale de ahí!
  • Puede ser, como usted dice estoy necesitada de algo, quizá sea de inventiva.
  • Eso será. Jajaja.

Gloria hizo gala de sus habilidades culinarias y nos deleitó con una cena especial, también saqué una botella de vino espumoso que “maridaba” muy bien con el manjar.

Cuando terminamos estábamos los tres un poco más lanzados de lo normal y continuamos hablando con segundas intenciones sobre todo Virtudes y yo, a Gloria se le escapó alguna confidencia que en otra circunstancia no las hubiera dicho.

  • Anda Gloria cuéntanos qué habéis hecho en el crucero, supongo que todo no habrá sido tomar el sol, porque tú estás morenísima pero Joaquín parece  de leche.
  • La verdad es que no hemos coincidido mucho, mientras yo me tostaba al sol él con un grupo de chicos que conocimos se iban al gimnasio.
  • ¿Y no hacíais nada… por la noche…?
  • ¿Te refieres a bailar o así?
  • Sí, más o menos, aunque la noche es larga para bailar y otras cosas...
  • Pché. No sé, casi todas las noches me mareaba o tenía dolor de cabeza, a lo mejor era de tanto tomar el sol.
  • ¿Y a las mujeres de los amigos no les pasaba lo mismo?
  • No, ellas me contaban que muchas noches no dormían.
  • ¿Insomnio?
  • Jajaja, según lo que contaban no precisamente y por la mañana sus maridos estaban agotados según le contaban a Joaquín.

Deduje que la pareja había follado menos que el mascarón de proa pero no quise insistir porque me daba la impresión de que en tierra se sentía más “motivada” ,  en el sofá compadecí a mi hijo porque aunque les había oído retozar en mi cama no creí que fuese nada del otro mundo.

En esos pensamientos estaba cuando sentí que tenía compañía pero lo que más me sorprendió que Gloria me dijera…

  • Santiago, me gustaría hablar contigo, con mi madre no puedo, ya sabes, no traga mucho a los hombres.
  • Claro mujer, si quieres me pongo algo y enciendo la luz.
  • No te preocupes así estamos bien, anda hazme un hueco en el sofá.

Estaba alucinado últimamente por las ganas de confraternizar de mi nuera y gustosamente me hice a un lado, ella se tumbó y al momento me fijé que apenas llevaba un leve camisón corto.

  • ¿Qué te ocurre Gloria?  Puedes confiar en mí.
  • Gracias ya lo sé, eres un hombre de una pieza, lo sé desde hace tiempo y más cuando tropezamos en mi casa, desde entonces te miro con otros ojos.
  • Y yo, te miro desde todos los ángulos, jajaja.
  • No seas tonto Santiago, necesito hablar con alguien, no creo que se te habrá pasado que tu hijo y yo no pasamos por un buen momento.
  • Algo noté y lo siento y si puedo hacer algo por ayudar…
  • Creo que bastante, a mi madre no le puedo confiar nada pues me diría que ya me avisó, que todos los hombres son iguales y toda esa letanía.
  • Sí, ya sé como es, parece que esta amargada, yo diría que mal follada, jajaja.
  • Jajaja, es verdad, también lo he pensado pero ella no lo reconocerá nunca aunque algo de eso me pasa a mí también.
  • ¿Qué quieres decir que mi hijo no te…?
  • Sí, el caso es que le pone voluntad pero el sexo no es lo suyo.
  • Perdona si te confieso que en dos ocasiones oí como lo hacíais en mi cama y parece que le ponía ganas.
  • Sí, ganas si pero es una calamidad, es monótono, siempre igual, sin aventurarse a nuevas ideas, aquí te pillo aquí te mato, no sé si me explico.
  • Me parece que como un libro abierto.
  • A mí me gusta cambiar, buscar cosas nuevas notar que el sexo no es solamente estar esperando boca arriba a ver que cae.
  • Ya y te gustaría tener experiencias más fuertes…
  • Sí eso, veo que me comprendes.
  • Y tanto que te comprendo y no poco, yo soy de la misma opinión.

Al estar pegados en la estrechura del sofá notando el calor del cuerpo firme de Gloria la polla no tardó en reaccionar y sin querer demostrarlo procuraba evitar que ella lo notara pero fue imposible y en un movimiento que hice rocé su entrepierna con la polla que se había salido del slip.

  • Lo siento Gloria, no he podido evitarlo, no soy tu padre y aunque me haces estas confidencias y te lo agradezco no puedo evitar que mi amigo reaccione, eres una mujer demasiado atractiva para no hacerlo al tenerte tan cerca.
  • No te preocupes, lo entiendo y si quieres que sea sincera me halagas, Joaquín no reacciona así, él lo haría todas las noche como un trámite, a mi me gusta más así como tú, que surja de momento.
  • Pues a mí ya ves que me surge y mucho.
  • Ya lo noto, casi me quemas la pierna y estás duro como a mí me gusta.
  • A mí también me gustan tus tetas, deben de estar de muerte.
  • No creas, te diré un secreto, son operadas, no lo sabe ni mi madre.
  • ¡No puede ser!  Me estás engañando para conformarme.
  • No, de verdad, aunque las dejaron muy bien no son mías, ¿no me crees?
  • No te rías de mí, esas tetas son tuyas, a mí no me engañas.**
  • Que sí tonto, dame la mano y verás adonde tengo la cicatriz, a simple vista no se ve pero se nota al tacto.

Me cogió la mano y la llevó a su teta por debajo del leve camisón, tumbada como estaba se erguía sobre su pecho como un pastel de nata coronado por el pezón rodeado por la areola más áspera que había visto.

  • ¿Ves como sí?, pasa la mano por aquí hasta el pezón y notarás la cicatriz, está un poco más dura del resto.
  • No sabría distinguir la dureza del la cicatriz porque parecen de piedra, perdona si sigo buscando pero desde ya te anticipo que me vuelven loco tus tetas.
  • Me alegro que te gusten, a tu hijo no le atraen él como sabe que son operadas,  sólo con subirse encima y correrse ya tiene bastante.
  • ¿Y… no te come las tetas o el coño?
  • ¿El coño?, jajaja, si no lo hace con las tetas se va a amorrar al coño.
  • Pues yo empezaría por las tetas y luego al coño y luego al…
  • Mmm, calla Santiago que me pones mala pero me gusta oírte, ¿Qué te parece si seguimos hablando en tu cama?, me voy a caer al suelo.
  • Como quieras pero… ¿no nos oirá tu madre?
  • Seguro que no, ella se toma las pastillas de dormir que la tienen toda la noche drogada.
  • Pues vamos.

Continuará.

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Gracias.