Un jubilado, dos francesas y un Citroën 2 Cv (2)

Las dos francesas me necesitaban, les hice una cena especial y ellas me ofrecieron el postre.

Desayuné con Margot, su hija tardó bastante en aparecer y al fin vino con su botella de zumo de naranja y un sándwich de jamón de york, se sentó frente a nosotros y me miró en silencio, tenía la mirada triste, se había puesto un suéter fino y estiraba las mangas más allá de los dedos porque tenía frío.

  • Bueno hoy parece que no va a llover, después de desayunar me iré a casa, no debí quedarme anoche, os he molestado y no dormisteis bien por mi culpa.
  • No por favor no te vayas, díselo mamá, me gusta que Jacq esté con nosotras, os prometo que me apretaré más en el saco de dormir y no os molestaré.
  • No Aline, no me has molestado, lo cierto es que no estuvimos anchos pero tenías frío y te estuvimos arropando y todavía sobró espacio.
  • Es verdad Aline, no fue culpa tuya, Jacq hizo lo que pudo para calentarte y yo… también, lo malo es que yo tengo muy mal dormir y creo que no le dejé descansar.
  • No, no es así, no me faltó espacio, estuve muy a gusto, lo que pasa es que extrañé la colchoneta, estoy acostumbrado a mi cama y eso fue todo.

Margot no hizo mención ni demostró nada respecto a la erección que tuve que sin duda debió notar, tampoco dijo nada de sus roces en mi mano y menos cuando cogió mi polla con la suya, como anuncié partí hacia el pueblo nada más desayunar, el camino todavía tenía charcos y en poco rato divisé el pueblo.

Mi casa estaba en una calle a las afueras, estaba bastante despoblada pues sólo tenía por vecina a una mujer muy mayor, el resto, varias casas más allá, estaba deshabitado o lo único que aprovechaban eran los corrales adonde guardaban los tractores y aperos de labranza.

Cuando entré en mi casa me pareció un palacio, pese a ser pequeña, pues sólo tenía dos habitaciones y el comedor-cocina, nunca la había visto tan espaciosa, después de la experiencia de la tienda de campaña, mi habitación y sobre todo mi cama de matrimonio daba la impresión de palaciega.  Lo primero que hice fue ducharme, pensaba que olería mal después de todo el tiempo sin apenas lavarme, me desnudé y me puse debajo del agua caliente, al verme desnudo y recibiendo el chorro en la piel me acordé de la erección inusitada que tuve y miré la polla que desmayada estaba pegada a los huevos.

Por curiosidad aparté el prepucio y vi el capullo arrugado y blanquecino, me desilusioné bastante con él pero no le hice caso, me iba a vestir con ropa limpia cuando vi la cama con las sábanas recién cambiadas y me tumbé en el medio, desnudo y con las piernas abiertas la polla se escondía entre ellas como queriendo camuflarse disimuladamente, empecé a recordar todo lo que había vivido en pocas horas.

Yo mismo me envalentoné y cogí la verga y empecé a acariciarla sin ningún proyecto pero cada vez lo hacía con más energía, la polla apenas hizo mención de crecer y aunque insistí no logré más que ponerla un poco gruesa, no llegó a quedarse plantada, habría disfrutado haciéndome una buena paja a la salud de Margot y descargar toda la tensión que pasé a su lado pero no lo conseguí, desilusionado acabé por bajar el ritmo al notar que en mi mano se perdía mi rabo y al momento me dormí.

No sé las horas que estuve durmiendo pero cuando desperté lo hice porque sentí frio, ya estaba la tarde avanzada y tenía hambre, comí lo que encontré en el frigo y volví a acostarme, esta vez me costó bastante dormir, estuve pensando y reviviendo cada momento con las chicas, veía en mi mente a Margot saliendo del agua, con el pelo mojado cayéndole el agua por las tetas puntiagudas, a su lado su hija la hacía más exuberante pues su delgadez contrastaba con ella.

Recordé con agrado sus “justificaciones” para no ponerse el sujetador, la encontré tan natural que no pensé en nada extraordinario, luego cuando la lluvia me obligó a quedarme, fue todo tan correcto que no sabía que pensar, por su parte no hubo en ningún momento ningún signo de provocación, al contrario trató de quitar importancia a mis miradas indiscretas y cuando estuvimos dentro del saco, su hija, agotada y bien cenada, no puso ningún reparo que me pegara a ella y menos cuando mi polla empezó a empujar entre sus nalgas, además pensé en su madre, mi cabeza no dejaba de cavilar, también podría llamarme la atención por pegarme tanto a su hija y más todavía al notar que tenía una erección de burro que incluso la llegaba a tocar a ella.

Supuse que no se habría dado cuenta de que mi mano “muerta” había quedado atrapada entre su pezón y el de su hija un buen rato, todo era dar vueltas a la cabeza pues no encontraba justificación y menos mi reacción, desde hacía mucho, no me acordaba siquiera que la libido, la tenía bajo mínimos, primero lo aduje a la tristeza de la viudedad, luego a la medicación para la hipertensión y luego… pensé que ya no me sentía interesado por el tema sexual.

En cambio al momento al ver a aquella mujer mucho más joven que yo con aquel cuerpo y aquellas tetas tan altivas todo en mí recobró vitalidad e incluso al sentir tan cerca el cuerpo de su hija aunque no tenía formas voluptuosas también influyó para que mi polla “resucitara” de una forma sorprendente.

Estuve dos días negándome a mí mismo las ganas que tenía de volver a verlas pero cuando desperté por el pitido de un coche pasando por mi puerta me levanté de un salto y me vestí.  Quedé decepcionado pues no reconocí  la bocina de la furgoneta del pescadero, que una vez por semana pasaba por el pueblo para vender su mercancía.

Esto me dio una idea, sería una buena excusa ofrecerles una cena de sardinas asadas a la hoguera, a mí me gustaban y a todos los que conocía les encantaba mi forma de asarlas, salí a la plaza donde el vendedor había parado y me puse en cola, las mujeres comentaban la calidad de las sardinas que traía y ya estaba decidido a comprar una buena cantidad cuando vi una merluza que me dio la idea de guisarla con una salsa que conocía.

Con el paquete del el pescado debajo del brazo entré en la única tienda en la que se vendía de casi todo y compré una botella de vino blanco, pedí el mejor que tuvieran y la mujer me miró extrañada por lo que tuve que justificarme.

  • Es que he visto una merluza muy buena, la compré pues pensé hacerme un homenaje, hace mucho que no como pescado algo más elaborado.
  • ¡Qué suerte tener un hombre así en casa, mi marido no sabe ni freír un huevo.
  • Bah, es cosa de ponerse, unas veces me sale mejor que otras pero no me quejo.
  • ¿Y usted cómo la prepara?

Le tuve que dar la receta para que me dejara ir pues la mujer se interesaba por todo y por todos, no quise dar pistas sobre las dos francesas, por eso le respondí vagamente y casi en tercera persona.

Camino a casa ya iba ilusionado con mi merluza, nada más llegar me preparé en la cocina dispuesto a hacer una cena para las chicas, pensaba para mí mismo que tenía la excusa perfecta, la mirada lastimosa de Aline me motivaba para esmerarme con el guiso, tenía ganas de ver su cara cuando le enseñara lo que había hecho para ella.

Ya era más de media tarde cuando salí con mi cesta con todo preparado, el día había sido muy caluroso, todavía a esas horas el sol calentaba con fuerza y cuando llegaba me vieron desde lejos, Aline vino corriendo al encuentro y me abrazó rebuscando en la cesta lo que se imaginaba que era, al descubrirlo me besó varias veces.

  • Mi madre iba a preparar la cena, un poco de pasta y una tortilla francesa (ella no la llamaba francesa, claro)
  • Lo siento, no quisiera privarte de esa deliciosa cena, jajaja.
  • No te burles de mí, no sabes lo harta que estoy de esas comidas pero no se lo digas a mi madre, cree que cocina de maravilla, jajaja.

Al llegar junto a Margot, se estaba peleando con el hornillo de gas, se le apagaba con el poco viento que había y la cazuela que tenía encima bailaba insegura.

  • Buenas tardes Margot, veo que estás ocupada con la cena.
  • No me digas nada, no sé qué le pasa hoy al fuego que se apaga, voy a tener que hacer una ensalada.

Aline me miró divertida, cogió la cesta y le enseñó a su madre las viandas que traía, la madre me miró entre agradecida y asombrada, le parecía imposible que fuera capaz de hacer aquellos guisos.

Margot llevaba un short muy corto y un top que le recogía el pecho por debajo, aún así se adivinaba que no llevaba sujetador porque las tetas le bailaban debajo de la holgada prenda, Aline por el contrario vestía un vestidito ligero y corto, se le marcaban las costuras de las braguitas en su flaco culo mientras que arriba al no llevar nada sólo se notaban los pezones como medias nueces.

La madre, al no tener que guisar, me propuso enseñarme el coche, ya lo había ordenado y las maletas y paquetes habían pasado al portamaletas dejando el asiento de atrás libre, fui yo quien le explicó cómo funcionaban las pocas cosas que tenía como mecanismos, habría sido capaz de desmontar y montar a ciegas el sencillo coche.

Al abrir el capó me asombré de lo bien restaurado que estaba, con todas la piezas de origen que eran ya difícil de encontrar, con las pegatinas y explicaciones correctas, agachados debajo del capo abierto pude ver otra vez las tetas de Margot, no se privaba de inclinarse para leer cualquier letrero de letra pequeña.

Le expliqué cómo comprobar el nivel de aceite y ella al tocar la varilla se manchó el dedo, instintivamente se limpió en el top como si de agua se tratara, me miró asustada como si fuera ácido y me urgió a que le limpiara la mancha, no me atrevía pero me cogió de la muñeca y debajo del capo le froté la mancha hasta casi hacerla desaparecer.

El resultado fue el lógico, la teta que escondía se puso dura con los frotamientos y la areola y el pezón hicieron acto de presencia marcándose con la mancha húmeda de aceite que se extendía cada vez más. Llegué a sujetarle toda la teta para que la tela no se deslizara y pude comprobar la dureza y el calor de aquella maravilla, como premio me dio un beso rápido en la mejilla que a mí me supo a gloria.

Desde la orilla del río Aline nos llamó a gritos, acudimos corriendo y nos enseñó un cardumen de peces que con el agua cristalina se veían nadando por el fondo, su madre y yo nos reímos por la curiosidad de la chica, nunca había visto los peces en su hábitat y los tres volvimos hacia la tienda, el sol ya se escondía pero el calor no decaía.

En una mesita de plástico preparamos los cubiertos y con la botella de vino descorchada empezamos a cenar.  Aline hacía espavientos alabando la comida y su madre tenía que reconocer que ella nunca sería capaz de hacer algo así, cuando terminábamos y recogíamos por la cima del monte cercano ya asomaba la luna, estaba llena y más descarada que nunca, la transición de día a noche fue rápida y al poco estábamos alumbrados solamente por la luna que parecía querer competir con el sol.

A Aline se le ocurrió volver al río para ver si los peces seguían allí, les había echado pan y quería ver si lo habían comido, vino toda excitada porque vio a la luz potente de la luna cómo uno de ellos mordisqueaba el trozo de pan.

  • ¡Mamá ven, los peces se comen el pan que les di!, quiero verlos de cerca, ¿me puedo meter en el agua?
  • Bueno… no sé, ¿a ti que te parece Jacq, hay peligro?
  • Peligro ninguno, en ese trozo no la cubre pero los peces son muy pequeños y seguramente huirán al verla aunque, si quiere…
  • Sí Jacq, dejadme meter en el agua.
  • Vale pero con cuidado.

Margot y yo nos quedamos asombrados, sobre todo Margot, su hija en un movimiento rápido se quitó el vestido y con sólo las braguitas se metió en el agua.

  • ¿Has visto? Nunca había hecho eso nunca, siempre ha sido muy vergonzosa, demasiado diría yo, desde pequeña su padre y yo nos hemos bañado desnudos con ella pero ella nunca consintió quedarse como nosotros, siempre fue con bañador.
  • La verdad es que ha sido imprevisto, posiblemente la impaciencia le ha hecho olvidar la poca ropa que llevaba.
  • Hace una noche preciosa, ¿te apetece que nos tumbemos en la arena a tomar baños de luna?
  • No sé cómo se hace eso pero me gusta la idea.
  • La luna también broncea por reflejo del sol, voy a sacar el saco de dormir y lo extiendo en la playa.

Entró en la tienda y sacó el saco, abrió las cremalleras y lo extendió sobre la arena, se sentó en un lado y palpó el suelo invitándome a acompañarla.  Lo hice por compromiso, eso de sentarme en el suelo de noche  no me seducía pero cuando Margot se quitó el top me alegré de haberlo hecho.

  • ¡Vamos Jacq, no seas tímido, quítate la ropa, la luna está preciosa y la luz impregna la piel.

Con bastante vergüenza me quité la camisa pero la chica se me quedó mirando esperando que siguiera con la camiseta, mi piel blanca lució como un tubo fluorescente, me di por satisfecho y quedé con los pantalones, ella bastante conforme se tumbó a mi lado.  De reojo no dejaba de mirarle las tetas, boca arriba se mantenían tan turgentes como de pie y sobre todo, encima de ellas, la mancha oscura de la areola y las puntas del pezón marcaban la cúspide de las dos colinas morenas.

Curiosamente la polla hizo un ligero cambio, de estar tranquila empezó a dar muestras de movimiento, procuré disimuladamente colocarla sobre mi vientre para que no abultara.

La luna completamente llena inundaba de luz la playa, a poca distancia en el agua la cabeza de Aline no dejaba de sumergirse para ver de cerca a los peces.

  • ¿Jacq, por aquí suele venir mucha gente?
  • No, que va, cuando yo era niño sí que veníamos mucho a bañarnos, entonces la playa era mucho más grande y había un camino mucho mejor, ahora la vegetación ha ganado terreno y se nota que el pueblo está despoblado porque solamente los viejos como yo sabemos de éste rincón, ¿porqué lo decías?
  • No por nada, estaba pensando… que hace una noche muy cálida, en Francia no tenemos de éstas, la luna casi calienta y me apetece quitarme el short, por eso te preguntaba…
  • Mujer, no creo que venga nadie de noche y de todas maneras no se ve mucho con la luna…

Ahí me equivoqué totalmente, en cuanto Margot se quitó el pantalón corto pude ver su figura enteramente desnuda, la piel aunque morena brillaba en la luz de la luna, pude ver su pubis claramente, la vez anterior no me fijé pero ahora pude distinguir sus labios carnosos que dejaban asomar el clítoris y volvían a cerrarse, entre los muslos se perdía la ingle tan depilada como todo el resto, se volvió hacia mí y me preguntó…

  • ¿Te gusta?, bueno qué tontería, ya lo habías visto antes…
  • Sí pero así tan “limpio” de vello no, está precioso y… tentador.
  • Jajaja ¡que bromista eres … anda quítate el pantalón, ¡no se ve nada!
  • ¿Qué no se ve? Jajaja, yo sí que veo y lo que veo me encanta.
  • ¡Jacq el adulador!, siempre tienes la frase perfecta para hacerme sentir bien, ¡venga no seas vergonzoso!
  • Bueno pero sólo los pantalones, de ahí no paso.
  • Como quieras, tú mandas.

Me quité el pantalón como si alguien me estuviera espiando y quedé en calzoncillos, eran los clásicos slip blancos, como los de toda la vida, mi mujer se encargaba de comprármelos y una vez se le ocurrió traerme unos que no llevaban bragueta, eso de sentir que parecían bragas le hice devolverlos, ahora los eché de menos porque por la bragueta me asomaba el capullo como el gajo de un caracol y lo peor es que seguía creciendo.

El cuerpo de Margot era tentador, todo él bronceado, me llamó la atención que no se le notaban marcas del sol, en las tetas ya lo había comprobado y era lógico pues no llevaba nada nunca pero en la braguita…

Ella me miró adivinando mis pensamientos y se inclinó hacia mí sonriendo.

  • Ya veo lo que piensas, que no ves marcas del sol en las bragas pero sí, si te fijas bien verás que hay una línea blanca desde aquí a aquí.

Se incorporó a mi lado y me enseñó que efectivamente se distinguía una fina raya más clara que se dirigía hacia el pubis, una vez allí se perdía pero Margot abrió las piernas y me enseñó el motivo, sobre los labios se podía ver un pequeñísimo triángulo más claro, me lo enseñó con detalle abriendo las piernas del todo para que viera que desde la otra parte llegaba otra línea igual y al juntarse seguían entre las piernas hacia el culo, los labios apenas eran cubiertos pues la ingle ya estaba tan morena como sus tetas.

Miré con atención y pude ver cómo los labios menores asomaban más morenos y arrugados apenas separados y que dejaban ver el brillo que había entre ellos.  Mi polla empezó a aumentar incontroladamente, lamenté el que no hubiera respondido en mi casa como entonces, me habría hecho una paja que me habría tranquilizado lo bastante para no preocuparme ahora.

Margot una vez aclarado el “misterio” de la raya del bikini volvió a tumbarse pero con las piernas separadas pasando las manos por los muslos como si repartiera los rayos de luz.  Yo procuraba ponerme un poco de lado para que no me viera la polla que ya salía descarada por la bragueta del slip, no me atrevía a tocarla o esconderla para no llamar la atención y la dejé salir sola.

No sabía adónde mirar, el peligro de ver a la mujer desnuda sabiendo que tenía aquel coño tan deseado y la luz de la luna tampoco ayudaba para calmar aquella serpiente que salía lentamente creciendo y engordando sin parar.

Yo cruzaba las piernas pensando en otras cosas cuando desde el agua se oyó a Aline.

  • ¡Mirad, he cogido una rana!

Nos volvimos a la vez hacia ella, pude ver el culo de Margot en primer plano, las nalgas tan redondas y duras que no se deformaban pese a estar en mala postura, también pude ver las rayas que antes no me enseñó pero que las supuse, a mi en cambio al girarme la polla acabó de salir sólo sujeta por los huevos que no cabían por la abertura del slip, por estar de espalda a mi no pudo verme de lo cual me alegré mucho.

Aline salió del agua con las manos juntas con la rana que cogió pero no había sacado los pies del agua cuando sus manos se separaron al correr y las raña saltó con una agilidad pasmosa, la chica vino hacia nosotros con cara de decepción, ya no se ocupaba de sus tetas y al ver a su madre desnuda dijo…

  • ¡Qué pena mamá, era tan bonita y tenía unos ojos!
  • Sí que es una pena y además es muy difícil coger una, saltan enseguida.
  • Me habría gustado que la vierais, hacedme un sitio que me siente con vosotros.

Aline se sentó en el hueco que le hicimos entre los dos pero antes de sentarse se quitó las bragas mojadas y las lanzó cerca de la tienda, luego se estiró como estábamos nosotros…

  • ¿Habéis visto qué luna hace?  Se veía el fondo como si fuera de día, me gustaría que lo vierais.
  • Ya me imagino Aline, debe ser muy bonito.
  • ¿Bonito?, es precioso, ven y verás… y tú también mamá.

Me pilló desprevenido cuando me cogió de la mano y tiró de mi, tuve que levantarme porque casi me disloca el hombro y no me soltó hasta llegar al agua, mientras corría la polla iba asomada de un lado al otro pero de momento se volvió y se quedó unos segundos pensativa.

  • ¿Pero qué haces que no te quitas eso?, te vas a mojar y luego te constiparás.

Me quedé sorprendido, no pareció verme la polla aunque estaba a menos de un metro y en plena playa iluminada por la luna, me quité el slip como un autómata y al momento sentí una palmada en el culo de la madre.

  • ¡Vamos, al agua, es una delicia bañarse a la luz de la luna!

Margot me adelantó corriendo, sus tetas se balanceaban de lado a lado y sus nalgas subían y bajaban vibrando de duras.

La delgada joven entró al agua lanzándose de punta, su cuerpo entró como una flecha en el agua sin ofrecer resistencia, en cambio su madre levantó una ola y cuando se volvió hacia mí vi que las tetas le flotaban al nivel del agua, la madre y la hija se enzarzaron en un juego intentando hundir la cabeza de la otra, sin miramiento se cogían de donde podían, a veces la mano de Aline se cogía con fuerza a una teta de su madre deformándola con el apretón, su madre le correspondía pasándole la mano entre las piernas y levantándola como una pluma para darle la vuelta y lanzarla cabeza abajo.

Disfrutaba viendo a las dos jugar en el agua chillando y luchando por conseguir “ahogar” a la otra, mi polla suelta nadaba entre dos aguas, el frescor del líquido la había bajado un poco aunque seguía apuntando al frente, ya se habían mojado y cansado de “chapuzarse” una a la otra cuando se fijaron en mi, mi cara debió cambiar de expresión de sonriente complacido a pánico cerval porque con una carcajada corrieron las dos hacia mí.

Ni mis reflejos ni mi velocidad eran los de antes y menos mi fuerza y la que creí más débil, la hija, era la que más fuerza tenía, era puro nervio y me arrastró hasta el centro del río, el agua me llegaba al cuello y entre las dos intentaron hundirme riendo como locas.

Me defendí como si en ello me fuera la vida pero no pude con las dos y al momento estaba tragando agua entre las piernas de ellas, mis manos no buscaban más que salir a respirar pero en la búsqueda pude tocar en muchos sitios, noté los huesos de Aline y las carnes de Margot, no supe si eran culos o tetas o algo más pero cuando pude respirar me entró el instinto de venganza.

Ellas al verme con cara de sádico salieron huyendo en desbandada, a la primera que pude alcanzar fue a Margot, la cogí por detrás de la cintura y forcejeé intentando darle la vuelta y hundirla pero me era imposible, tuve que cogerla del estómago y tampoco y al final subí las manos y le cogí las dos a la vez y con ellas en las manos la incliné hasta que metió la cabeza en el agua.

  • ¡Eso no vale, así cualquiera!
  • ¿Qué ha hecho, mamá?
  • ¡Qué va a hacer, me ha cogido las tetas y me ha hundido!
  • ¡Pues ahora verás, ayúdame mamá!

Las vi venir como dos locomotoras con los brazos extendidos y las manos abiertas, cuando me cogieron lo primero que noté fue una mano que me cogió la polla y otra que por detrás del culo me atrapaba los huevos, intenté defenderme con las mismas armas y busqué y encontré el coño de Aline, con una mano lo atrapé, noté una pequeña maraña rizada de pelo y en la otra mano alcancé el coño depilado de Margot, fue una lucha “a muerte”, no habrían concesiones “ni prisioneros”, las dos tiraban de mi por todas partes pero de la polla y los huevos no se soltaban.

En sus manos notaron las consecuencias de sentir sus coños en las mías porque sus manos empezaron a llenarse de carne dura, no fue obstáculo para ella, incluso me bajaron el prepucio y el capullo quedó descubierto y seguidamente agarrado por otra mano.

Entre la espuma del agua no podía ver quien era quien pero yo tampoco estaba quieto, lo más fácil de localizar eran las tetas y a ellas fui, las de Margot no tardaron en ser mías pero las de Aline me dieron una sorpresa, las areolas le habían crecido hinchándose y sacando el pezón mucho más prominente que el de su madre, me aferré a ellos y al momento noté la respuesta en mi capullo, era ella la que lo tenía atrapado.

Parecía una lucha de cocodrilos en el agua, rodábamos intentando escabullirnos y a la vez poder respirar pero no hubo treguas, en el momento de más fragor noté en la polla un calor tibio impropio del agua fresca, fue un segundo pero lo noté a lo largo de toda la verga, apreté el pezón de Margot que tenía en ese momento entre los dedos y seguidamente sentí otra chupada.

Ya tenía a las dos localizadas y con la conciencia “libre de culpa”, hundí la cabeza por mi cuenta y al ver dos piernas me lancé a por ellas, mi boca con la lengua afuera pasó entre ellas y notó cómo separaba los labios de un coño, al salir de entre ellos noté el cosquilleo de unos pelos enredados.

No pude entretenerme mucho porque mi polla era “pasto” de una boca, alargué la mano y pude agarrar una nalga que por el tamaño y dureza era inconfundible pero al mismo tiempo noté el mordisco de Margot en el cuello por lo que deduje que la polla estaba en la boca de Aline.

Seguimos rodando y luchando en una batalla feroz cuando pude morder los pezones de Aline, casi no me cabían en la boca y lamí con fuerza la aspereza de aquella maravilla escondida.  Había caído en una posición mala casi tocando con el culo en el fondo y abrí las piernas buscando pie firme, una de ellas pasó por debajo de las de Margot y subió y subió hasta incrustarse en su coño, ella separó las suyas y se frotó contra mi muslo.

Eran movimientos rápidos y reflejos pero yo los sentía como si los hiciera a cámara lenta, sentí el roce del clítoris en mi pierna como si la estuviera esculpiendo,

Sobre todo cuando noté que una mano delgada cogía la polla por el medio y una boca absorbía los huevos como un aspirador.

Ya estábamos agotados, sobre todo yo cuando pedí “tiempo muerto”, las chicas seguían riendo pidiendo “guerra” pero tuve que rendirme y entre las dos me cogieron y me hundieron en el río como si me bautizaran en el Jordán.

Salí andando agotado y humillado y me tumbé como un pesado fardo sobre la colchoneta, al poco llegó Margot que se tumbó a mi lado y algo más tarde Aline que venía saltando como una gacela, se tumbó de golpe pegada a mí y me preguntó…

  • ¿Te has rendido?, vaya flojo que eres…

No debí hacerlo pero hice mención de levantarme buscando la revancha pero ya era tarde, Aline saltó sobre mi sujetando mis manos, noté cómo se deslizó su coño sobre mi polla en mi vientre y eso fue lo que me decidió, levanté las rodillas encogiendo las piernas y la chica se vino hacia mí, cuando bajé las piernas de golpe Aline volvió a su puesto pero ya no con la polla entre sus labios sino dentro de ella, se había metido la polla en aquella vagina estrecha pero lubricada, lo hizo de un sólo movimiento y se hundió hasta los huevos.

Su madre se extrañó de la cara que hizo, abrió los ojos desmesuradamente y para explicárselo a su madre se levantó lo suficiente para que viera que mi polla estaba vertical clavada en su juvenil coño.

Presentí lo peor, por un momento imaginé a su madre levantándose y pateándome la cara y lo cierto es que se levantó pero en vez de patearme se arrodilló sobre ella con una pierna a cada lado, buscó mi boca y se dejó caer, el clítoris llenó mi boca, sabía a agua del río pero cuando adelantó la cadera sobre mi cara noté el sabor del coño, sus flujos llenaron mi boca al mismo tiempo que Aline empezaba a moverse.

Lo hacía con cuidado como para evitar el dolor pero al momento fue lanzándose hasta acelerar y cabalgarme sin control, sus delgadas nalgas chasqueaban mis huevos y cuando abrí las piernas para evitar que los aplastara se incrustó entre mis piernas clavándose toda la estaca hasta la raíz.

Tuve miedo de embarazarla pues tenía los huevos tan llenos de años sin vaciarlos que no controlaba mi resistencia, su madre también pensó en eso y a su señal y con cierto disgusto por parte de la joven cambiaron de posición.

Cuando Margot se metió mi polla sentí la sensación como al saltar con el coche a toda velocidad por un cambio de rasante, me quedé en el aire y me hundí en ella, la diferencia de estrechez la compensó con la maestría que me masajeaba la polla con sus músculos pelvianos, era como si me hiciera una mamada y una paja a la vez.

El coño de Aline parecía de mantequilla, sabía mucho más dulce que el de su madre pero cuando empezó a brotar jugos no quedó rezagada, mi lengua le descubrió el clítoris, la chiquilla gritó al sentir mi lengua debajo del capuchón y se agarró a las tetas de su madre, Margot me cogió las manos y las llevó a las tetas de su hija y entre todos y casi al mismo tiempo nos fuimos corriendo.

Curiosamente Aline fue la primera, creí que estaba llorando y me preocupé, giró la cara a un lado y agachó la cabeza mientras gimoteaba, las palpitaciones y temblores que noté en su coño me tranquilizaron, la chica tenía un orgasmo brutal, posiblemente el primero o por lo menos el más fuerte, luego fui yo, ya no pude soportar más el coño de Margot, hacía lo que quería con mi polla, la engullía y la movía a su antojo, su culo oscilaba en todas direcciones hasta rodar incluso, controlaba mis palpitaciones y cuando notaba que me iba a vaciar cambiaba el ritmo dejándome para otra sesión diferente.

Cuando quiso me dejó y tras unos saltos rápidos y profundos me corrí en ella, se sentó dejando todo su cuerpo sobre mi hundiéndose la polla hasta el útero, no había terminado de llenarla de leche cuando aulló a la luna como una loba, puso las manos en mis rodillas y echándose hacia atrás siguió saltando y corriéndose a la vez.

Estuvimos un rato quietos, el coño de Aline seguía manando jugos en mi boca, Margot, seguía masajeándome la polla para que no perdiera toda la dureza y yo tenía una mano en cada teta de la madre y la hija, por la polla me escurría a los huevos mi leche y el flujo de Margot,

Ya no hablamos casi, nos levantamos, ellas mismas me dieron la mano para ayudarme y fuimos al agua, uno tras otro nos hundimos y limpiamos los fluidos, luego salimos, yo me vestí lentamente y les dije.

  • Lo he pasado muy bien, gracias.
  • Si quieres te acerco al pueblo en el coche.
  • No gracias, me vendrá bien un paseo, ha sido una cena deliciosa.
  • No tardes en volver, aunque no traigas cena, ¿verdad mamá?
  • Claro cariño.

Continuará.

Si les gustó valoren y comenten.

Gracias.