Un joven lisiado con mucha suerte

Fui en auxilio de su madre, pero no pude impedir que ambas sucumbieramos ante un muchacho bien dotado.

UN ACCIDENTE LO HIZO MINUSBALIDO, SU MADRE Y UNA AMIGA SU SANACION………………………..MELISSA

Mi madre me dijo una vez antes de casarme con Antonio,( 46) Andrea, ese hombre es muy mayor para usted --- me replicaba constantemente – Así como Usted ha sido inteligente y ha logrado sacar una linda profesión adelante, como no emplea esa inteligencia en buscarse un hombre que la acompañe al mismo ritmo suyo y para toda la vida, o sea de una edad similar. (23).

La verdad es que no se cuantas veces me repitió lo mismo, llegando a decirme que tuviera mucho cuidado con ese tipo de hombres muy pasivos, pues siempre esconden algo sicótico en su interior, a lo que yo le rebatía, que se trataba de un buen hombre, que nos queríamos mucho pese a nuestra diferencia de edad y que estaba dispuesta a casarme con él a como diera lugar.

Finalmente triunfó mi tesis y el amor y al momento del inicio de este relato, llevamos 20 años que podría decir de feliz matrimonio, con un hijo Renato, un excelente muchacho y motivo principal de mi felicidad, quien lleva dos años ausente de casa, dado que cursa estudios universitarios algo lejos de nuestra ciudad.

Antonio, mi marido, está a punto de jubilarse de su trabajo en una Compañía de Electricidad y se apresta para darse un año sabático, (de descanso y reflexión) antes de emprender alguna otra entretención.

En el aspecto físico y sexual, que es lo que motiva este relato, como muchas mujeres mi despertar sexual ha sido tardío y recién a los 35, he visto mi vida sexual transformarse casi totalmente con la complicidad de mi marido y de algunas personas que si bien estaban ahí, cerca mío desde hace bastante tiempo, fui siempre yo quien mantenía cerrada toda posibilidad de un mayor acercamiento ya que la dedicación a mi trabajo, hasta no hace mucho, como así mismo a mi hijo Alejandro y a Antonio, mi marido, ocupaban todo mi tiempo disponible. Les contaré que no soy una súper dotada de belleza, pero tengo como dice Antonio, mis encantos y anatómicamente siempre he sido admirada por mi figura física, la que he logrado mantener a base de dietas, ejercicios y cuidados lo que siempre me ha dado un aspecto juvenil y como dicen mis amigos de una importante cuota de inocente sensualidad, que siempre ha sido innata en mí. De eso heredé de mi madre, quien pese a contar hoy con sesenta y dos años, también ha sabido mantenerse en todo aspecto muy bien, pasando a constituirse en el gran amor platónico de mi Antonio por siempre, ya que el mismo en nuestros momentos de pasión sexual, me lo ha confesado, cosa que he tomado hasta con simpatía, pues se que mamá jamás le daría la pasada pese ha llevar algunos años de viudez.

Con Cristina, 45, siempre hemos sido buenas amigas y nuestra cercanía de hogar, últimamente nos ha hecho visitarnos a menudo, cosa que se intensificó después que se divorció de su marido, hace cosa de unos tres años atrás, constituyéndonos junto a mi marido en su gran apoyo moral y a veces económico, pero ella se lo merece por lo buenas que ha sido conmigo. En lo físico somos muy parecidas, ella tiene bonitas facciones en su rostro, llevó los rasgos de su padre un ciudadano suizo radicado en nuestro país y la sensualidad de la mujer latina, mezcla que funcionó a la perfección, con unas piernas que al ir calzada de altos tacos deslumbra e inquieta las miradas de hombres deseosos de acariciársela como me lo ha confesado mi Antonio, al hablar de ella. Es una hembra que calienta a cualquiera menos para el tonto de su marido que la dejó sin mayores explicaciones, abandonándola afortunadamente cuando sus dos hijos varones, eran mayores de edad, Jorge 25, técnico informático, casado con Carina 24, un hijo, viven en otra ciudad del país y Marcelo 22 . Estudios computacionales, vive con su madre, quien lamentablemente derivado de un accidente automovilístico a los 15 años, le fueron amputadas ambas piernas, por fortuna unos 12 centímetros bajo sus rodillas, por lo que hubo que adaptarle con el tiempo unas prótesis ortopédicas, logrando un control de su cuerpo hasta las rodillas, lo que le permite mover su pelvis sin grandes inconveniente, en casa y a modo de descansar o tamarse un baño, se las quita, razón por la cual se debe desplazar en silla de ruedas. A mi me tiene un cariño muy especial y en cada oportunidad que visito a su madre, me demuestra de mil maneras que mi presencia es grata para él.

A veces para matizar nuestros encuentros de amigas, lo hacemos con un par de tragos, cosa que notábamos encendía rápidamente nuestra personalidad y nos permitíamos conversar de cosas más íntimas, como por ejemplo del sexo y nuestras experiencias en ello o de algún chisme o habladuría que involucraba alguna de nuestras amistades comunes y así en este plano, lentamente nos fuimos abriendo en mutua confianza, aunque nuestra experiencia en lo sexual, los aportes eran más bien limitados dado que Cristina sólo contaba a su haber con un par de experiencias siendo soltera y después muy fiel a su marido, sobre quien me contaba era un reproductor en potencia con un instinto casi animal de poseerla permanentemente y donde fuera, lo que le valió haber logrado su condición de multi orgásmica, cosa hasta antes de este relato desconocida para mi. Yo con un poco de asombro hoy día, deben creerme llegué virgen al matrimonio, por lo que Antonio ha sido el hombre de mi vida y si bien su pene es de envergadura normal, ha sabido hacerme feliz en la cama, siendo él quien se esfuerza porque nuestras relaciones no caigan en la rutina y el desgano.

Dentro de nuestros chismorreos, entre amigas, en muchas oportunidades hablamos de su hijo Marcelo, de su accidente y de los esfuerzos que debe hacer ella para movilizarlo, cambiarle de ropas, bañarlo y acostarlo por las noches. El es un joven muy apuesto y fácil de entablar conversaciones con él, al menos eso es lo que a mi me sucede.

Me ha comenta Cristina, que sin embargo una de las cosas que la complicaban o la ponían nerviosa era que cada vez que bañaba a Marcelo, dado que al jabonarle su cuerpo, obligadamente debía centrar su lavado en los genitales de su hijo, desencadenando en él unas potentes erecciones de su pene, el que se había desarrollado mucho más allá de lo normal, cosa que indudablemente había llevado a su padre, quien se jactaba entre mujeres y amigos de ser un tipo vergón. El muchacho podía una vez al interior de la tina de baño, hacer este menester a solas, pero tanto su madre como él se acostumbraron a ello. Sin embargo, este cuadro la ponía inquieta y de alguna manera la excitaba de sobremanera, ya que me confesaba, no había vuelto a tener relaciones con un hombre, desde que se había separado de su marido y aunque en más de una noche la masturbación aplacaba sus ardientes e incestuosos deseos, veía con asombro ese hermoso pene y a su dueño de tratando de acosarle con gestos y metidas de manos hacia zonas prohibidas para él, que las tornaba inocentes pero muy efectivas para un cuerpo ardiente como el de mi amiga Cristina.

La noche en que me confidenció esto, también produjo en mí una fuerte excitación y deseos de ser poseída sexualmente, cosa que jamás había sentido por otro hombre y menos por un joven de la condición de Marcelo de quien además yo perfectamente podría ser su madre.

En nuestras relaciones matrimoniales con Antonio, desde hace algún tiempo, había empezado a rondar en la mente de mi marido, esa secreta fantasía que guardan muchos hombres casados, cuando tienen como compañera una mujer guapa y que la saben positiva en la cama con ellos y que es disfrutar del sexo presenciando a su mujer entregarse con su consentimiento al acto sexual con otro hombre, sea este amigo, pariente o escogido al asar. Cosa que en mis momentos de calentura y con mucho cuidado me lo había propuesto, pero yo invariablemente por razones de mi educación y crianza, eludía el tema una y otra vez, aunque no puedo negar que a veces pensaba en la idea planteada por mi marido y me hacía mil conjeturas imaginarias y fantasiosas de hacerlo con este o con aquel y de cómo me comportaría en la cama con otro hombre llevándome siempre a hacerme tocaciones en mis partes íntimas generando en mi unos deliciosos orgasmos, mientras mi marido dormía apaciblemente a mi lado.

La noche aquella en que retorne muy abochornada de casa de cristina, mi marido me esperaba con un trago junto a nuestra cama, cosa que hacíamos cada uno cuando queríamos tener sexo, con excepción que él desde que apareció aquella pastillita maravillosa llamada "Viagra" se transformó en su adepto y diría yo que le funcionaba bastante bien pese a que ya estaba por alcanzar los sesenta años. El notó que algo especial pasaba en mi morbo, preguntándome el origen de ello, no pude guardar reservas de lo escuchado a mi amiga Cristina y mientras empezábamos a acariciarnos semi desnudos en nuestra cama, le comenté lo escuchado, cosa que le hizo subir el deseo fuertemente, se interesó de sobre manera por saber más del muchacho, escuchándole decir con mucha preocupación:

  • ¡Hay¡ Pobre Marcelo--- tan joven y tan bien dotado que está, como sufrirá cuando Cristina le baña, o cuando clava sus ojos en ese cuerpo de mujer madura, hambrienta de placer y más si agregamos a ello que tu presencia insinuante también lo excita , ya que tu no lo haces nada de mal, por tanto tendrás que comprender entonces que él sólo puede responder mostrando a su progenitora esas erecciones que nacen de sus tremendos deseos sexuales frustrados.

¡Pobre Marcelo! --- si estuviera en mi ayudaría a ese muchacho a desahogarse, pero yo no soy mujer y el necesita una mujer de edad madura que le guíe y enseñe con ternura y comprensión a gozar plenamente del acto sexual y me miraba insinuante.

Después me preguntó sobre que pensaba al respecto, yo le argumenté que le encontraba toda la razón pero donde encontraríamos a la mujer esa. Guardó silencio y me hizo el amor con verdadera pasión y ya cuando me tenía al borde de un imparable orgasmo en que mi mente la ocupada con la figura e imagen de ese muchachito, Antonio entre jadeos me dijo:

Creo tenemos la solución a lo que tanto tiempo te he propuesto.

¡Que cosa¡ --- le dije.

Tu puedes ser esa mujer que puedes aliviarle la vida a ese joven. --- ¡Dime que si mi amor!--- ¡Di que si!--- por favor y ayuda a tu amiga, pues si continua así va a caer irremediablemente en una relación incestuosa con su hijo, que a su edad lo que más debe desear es saciar esa reacción animal que llevamos todos los hombres dentro de si, nuestro irrefrenable apetito sexual.

¡Oh!--- No vuelvas a repetirlo de hable muy excitada--- ¡Si lo deseo y mucho! – exclamé a su oído mientras un fuerte orgasmo empezaba a invadir todo mi cuerpo de hembra ardiente.

En ese momento escuché a Antonio, dar un grito de júbilo y alegría del que no se podía contener. Por fin su fantasía contando con mi complicidad estaba por ocurrir y mientras se empleaba a fondo en nuestra ardiente entrega, le atribulaba una idea respecto a mi promesa y ante el temor que no se la cumpliera --- me dijo:

  • Andrea, júramelo que no cambiaras de idea --- ¿me lo juras?

  • ¡Oh! --- Si te lo juro mi amor.

Después de ello sentí su agitación al máximo y una gran descarga seminal fuera de lo normal.

Permanecimos juntos acariciándonos mutuamente y sin hablar, nos relajábamos después de esa ardua y fogosa fornicación. Ya pasados unos momentos y después de volver de la sala de baño, retornamos lentamente sobre el tema que nos había dejado, "marcando ocupados".

  • ¡Gran Dios! --- que locuras se nos ocurre --- dije yo --- mientras le abrazaba con mucha excitación.

  • Será una locura maravillosa mi amor, te lo aseguro y ambos la disfrutaremos mucho.

  • ¿No habrá recriminaciones después de tu parte? --- pregunte algo preocupada.

  • Andrea, estamos tomando esto como dos personas adultas que somos y que nos conocemos, lo que hagamos será de común acuerdo. ¿Te parece o algo te preocupa?

  • Por favor estoy bien, sólo me ronda mi cabecita lo que me cuenta Cristina, que el muchacho tiene un tremendo miembro, tu sabes yo estoy acostumbrada a lo tuyo y me asusta si se la podré resistir, o si me puede hacer algún daño además que le doblo en edad.

  • Pero mi amor la tuya es la mejor edad en la mujer para experimentar nuevas cosas en el sexo y por favor no le temas a un garrote grande, tu te podrás adaptar generosamente a ese gran falo que ya se lo quisieran tantas hembras, acabar aprisionándolo a él dentro de ti, ya veras como lo gozas y yo disfrutare mucho de verte haciendo maravillas en la cama con Marcelo.

Pasaron algunos días y este era tema recurrente y que nos ponía muy cachondos a ambos, no me podía sacar de la cabeza tal situación, afinamos cada detalle al máximo, nos metimos a Internet para ponernos al día en este tema que nos apasionaba cada día más, conocimos casos que nos dejaban a cien y que a mi me daban más confianza que mis anteriores temores. Antonio se puso muy generoso conmigo, nos íbamos a tiendas donde me compró cosas muy sexy y terriblemente atractiva a los hombres, finos zapatos de altos tacones y diminutas bragas, el salón de belleza hacía lo suyo por mostrar mi y sensual nuevo look, así en poco tiempo estaba convertida en una mujer muy atractiva y deseada por los hombres que se giraban en la calle a observar mi bonita figura. Eso me dejaba muy caliente y mi vagina humedecida al máximo.

Al joven Marcelo, su accidente, como se lo describí, solo lo dejo imposibilitado de la ausencia de sus pies, cosa no menor y con algunas dificultades su brazo derecho, razón por lo que se movilizaba en ocasiones en silla de ruedas, pero tanto su cerebro como el resto de su cuerpo, mantuvo sus movimientos normales incluida su pelvis, lo que le permitía a sus bien desarrollados genitales reaccionar al mandato de su mente. El, apoyado por su quinesiólogo o por su madre, mantenía una hora diaria de ejercicios físicos, por lo que demostraba una contextura formidable.

Con mi nueva facha, reinicie mis visitas más a menudo a casa de Cristina, ella se alegraba mucho con mi presencia, pero Marcelo redobló su atención hacia mí y me acosaba con su mirada perturbadora e inspectiva, todo lo mío le atraía enormemente y ello se lo trasmitía a Cristina, quien después en nuestras conversaciones muy subliminalmente me lo hacía saber, envalentonada por la picardía de nuestros cócteles.

Aprovechando una salida fuera de la ciudad que debía hacer Antonio, por razones laborales, donde permanecería por tres días, mi amiga me invitó que por las noches me fuera a dormir a su casa y así nos haríamos mutua compañía, una de las cosas que me encendió rápidamente fue que me pidió llevara mi ajuar sexy que tanto le gustaba a ella, siendo el más feliz de todos con mi breve estadía Marcelo, a quién notaba en el rostro y en su ánimo que mucho lo alegraba.

Esa primera noche, al quedar a solas con mi amiga ya que el joven Marcelo estaba en su escritorio ocupado con la computadora, ella me confidenció:

Andrea por favor, debes ayudarme, debemos hacer algo por mi Marcelo.

¿Que ocurre con él? --¿me puedes explicar amiga mía?—le dije con cara de sorpresa.

Lo que sucede es que últimamente y cada vez que al visitarme tu te marchas, eso lo deja muy excitado sexualmente y yo lo noto inquieto y perturbado, con decirte que estas dos ultimas noches cuando lo dejo en su cama, me ruega que me quede con él por unos momentos y me habla de ti, de lo tremendamente atractiva que te encuentra, que tu cuerpo lo vuelve loco y que eres la mujer con quien le gustaría saciar todo su ímpetu guardado por siempre.

No te lo puedo creer --- le dije --- con toda mi inocencia marcada en el rostro.

Es más, anoche ya me había metido en la cama muy ligera de ropas, sólo con un camisón delgado por el calor reinante, estaba mirando un programa de la TV. cuando escuche su llamado desde su alcoba, pensé que se había caído de la cama, por lo que no vacilé en correr a su cuarto tal como estaba. Al llegar su lámpara estaba apagada, por lo que me acerqué rápidamente y encendí la luz. Ahí lo encontré desnudo sobre la cama y con su miembro erecto cual estaca apuntando al cielo. No alcance a reaccionar cuando me vi tomada por su brazo bueno y tumbado a su lado, para luego con un par de movimientos felinos logró dominar mi posición corporal, quedando extasiado con la desnudez de mi cuerpo y su cercanía inmediata a él. Lo tuve encima mío buscando mis labios para besarme frenéticamente, auque luche por salir de esa posición, el peso de su cuerpo y su estado de semi locura me lo impedían, sentía su boca y su lengua mamar de mis opulentos senos, abriendo un fuego ardoroso en mi que hacía mucho tiempo no sentía con tanto deleite, sus manos me recorrían entera y su potente pene, fuerte grande y duro buscaba con desesperación meterse entre mis piernas. Pese a mi resistencia notaba que las fuerzas me abandonaban. Me encontraba a punto de sucumbir a sus locos deseos, percibía mi sexo muy lubricado y deseoso de recibir dentro de mi tan bello trofeo que me obsequiaba mi propio hijo. Era cosa de abrir mis muslos férreamente cerrados, para al instante ser penetrada ansiosamente por mi lindo Marcelo. En ese momento mi mente de madre ejemplar, fue más fuerte que la lujuria que nos invadía y no se de donde saque fuerzas para desligarme de su cuerpo que me aprisionaba y logré muy abochornada salir de esa cama, lo hacia completamente desnuda, puesto que mi delgado camisón yacía tirado en un rincón, acto seguido me detuve un momento y le mire con rabia pero a su vez sentí compasión por él, para volver a tomar mi camisón debí agacharme y mostrar todas las bondades de mi gran trasero dejando a su vista mi depilada vagina.

Cristina, por favor no te levantes, quédate así por unos segundos, me imploró suplicante, pese a todo le obedecí, pues yo sabía que por si sólo no podía abandonar la cama, de lo que nada debía temer. Pasado un instante le miro hacia atrás, su vista algo taciturna pegada a mi trasero y de su hermoso pene borboteaba su rica leche seminal.

Amiga me dijo Cristina, tú eres la única que me puedes ayudar con él.

Mi excitación era evidente, mis diminutas bragas totalmente mojadas, los tragos ingeridos en la conversación en vez de aplacar mis deseos los aumentaron a cien, estaba dispuesta a cualquier cosa para ayudar a mi amiga a salir de este erótico trance.

Planificamos rápidamente una estrategia para que lo pensado nos diera un buen resultado.

Cristina, hizo caer al suelo algunas cosas en la cocina y simuló haberse caído y torcido una mano, armando gran alarde por ello, Marcelo escucho esto y se movilizó rápidamente hasta ese lugar, mientras yo le prestaba los primeros auxilios a la accidentada, logrando inmovilizarle con una venda el brazo. Su resultado fue que no podría ayudar a bañar a su hijo, acostumbrado a esta terapia todas las noches.

Ese hecho creo una polémica artificial, en que por un lado Marcelo renunciaba a su baño y Cristina insistía vehemente en ello, aprovechando de pedir mi ayuda para que fuera yo quien la reemplazara en este menester, Marcelo me observó de arriba abajo y no trepido un segundo en consentir de que así fuera, solicitándole a su madre que nos dejara a solas después que le ayudara a tomar posición en la bañera. Para aclaración de ustedes esta bañera estaba especialmente diseñada para ser ocupada por un minusválido como Marcelo. Consistía en una banqueta con apoya manos, bajo una ducha de agua protegida por un cortinaje de plástico, algo sencillo de utilizar y que le permitía al joven tomar su baño con ayuda.

Para hacer efectiva mi participación puse sobre mis ropas una especie de capa impermeable y premunida de jabón aromático, inicie mi trabajo sobre el desnudo torso del joven, quien mantenía puesto un tipo short de baño, él se dejaba enjabonar por mis diestras manos que ya lo recorrían casi por entero, causándonos a ambos una muy exquisita sensación que Marcelo me la demostraba con sorprendidos movimientos y gemidos cargados de placer, él mismo llevó su mano hasta la cremallera de su corto pantaloncillo y guiando mi mano que contenía el jabón la impulso hacia sus genitales, junto con aparecer un hermoso y contundente pene, erecto y desafiante, palpitante y como pidiendo a gritos le liberaran de ese pantaloncillo que lo aprisionaba.

Yo era la más sorprendida al ver su tamaño que creo duplicaba al de mi Antonio, en su grosor y extensión, no pude resistir la tentación de tomárselo completo, se lo recorrí con ambas manos, palpando ardientemente como se movía su funda de suave piel, tras el movimiento masturbatorio que yo le imprimía, el agua de la ducha había detenido su cascada sobre el cuerpo atlético del joven y ahora era yo quien sentía acariciar mis muslos de una inquieta mano varonil para ir a jugar con los pliegues de mi ardiente zorrita que se humedecía a cada rato más y más produciendo en mi un placentero sofocamiento cargado de erotismo sexual. Pronto mi trémula boca fue a recorrer con mi lengua toda la extensión del palpitante músculo de placer para después tratar de introducirlo al interior de ella y mamarlo con verdaderas ansias obteniendo como respuesta de parte del muchacho, movimientos incontrolados de su pelvis que me amenazaban de venirse con todo dentro de mi boca. Por breves momentos hice un respiro de descanso ante las muestras de agitada convulsión, logre mirar hacia la puerta de entrada a la sala de baño y pude ver otra sorpresa ante mi vista. Cristina aprovechaba esta visión para acariciar su clítoris de tal forma que la capte en el momento justo que caía en un sobrecogedor orgasmo, que la delató sola al tener que afirmarse del marco de esta puerta para no caer al doblársele las rodillas presa del placer. Ante el temor que Marcelo se pudiera caer de la baqueta que usaba, opté por detener la acción y después de secar su cuerpo lo llevamos en su silla de ruedas en dirección a su cama. Estábamos los tres fuera de si, descontrolados y desinhibidos por el placer que surgió como un estampido en medio de la noche.

Quiero que te metas en mi cama con él, me imploró Cristina, mientras caminábamos por el pasillo que nos llevaba a su recámara, Marcelo iva inquieto y con su hermoso falo duro como estaca, así logramos subirlo a la amplia cama de su madre, al unísono se aferró a mi con sus fuertes brazos, atrayéndome hacia él, me besó y acaricio con inusitada vehemencia frente a su madre que observaba atenta a cualquier detalle. Fue ella mi amiga Cristina la que me fue despojando de mis prendas de vestir hasta quedar completamente desnuda, fue ella quien me pasó un trago para darme animo y valentía, mientras su hijo se extasiaba recorriéndome entera y succionando mis bien desarrolladas y firmes tetas. Marcelo, yacía de espaldas y con su brioso pene apuntando al cielo, sin cansarse de murmurar lo hermosa que le parecía o su adoración a mi bien conformada anatomía. Temerosa de su lindo miembro pero terriblemente ardiente y deseosa por ser penetrada, cubrí con toda mi humanidad su joven cuerpo, mientras trataba de darle alcance a esa vara mágica para apuntarla a mi entrada vaginal, pero no me fue necesario ya que las manos de Cristina se apresuraron a llevármelo justo al punto de intromisión, junto con untar mis labios vaginales con una especie de crema lubricante. Lo sentí todo al ir abriéndose paso hacia mi excitado interior, mi conducto vaginal se ensanchaba al máximo, produciéndome un pequeño dolorcillo y preocupación, me parecía que no lo iba a resistir, pero mi muchacho estaba "embalado" como se dice en ciclismo y lo único que él quería era guardarlo todo dentro de mi, lo sentí tocar el fondo de mi intacto útero, lo que empezó a causarme un sumo placer e irse despejando mis temores, sus bombeos eran maravillosos y ambos gemíamos de mutuo placer y en especial Marcelo, para quien me constituía en su primera relación carnal o sea mi calentura de mujer madura se amplificaba a saber que me estaba desvirgando a tan lindo ejemplar de muchacho.El sentir su leche seminal inundar mi zorrita de mujer infiel, mas las convulsiones emanada de la eyaculación de mi joven amante, me hicieron estallar de un infinito placer, mi cabellera cayó frenética sobre su rostro y mis labios buscaron ardorosamente los de el apagando con mi boca sus exclamaciones de jubilo. En los descontroles corporales que me producía un orgasmo de estas características, notaba mis músculos vaginales apretar involuntariamente ese hermoso trozo dentro de mí, lo que me producía mucha agitación y hasta un delicioso dolor que soportaba valientemente. Así permanecimos juntos el uno sobre el otro unidos por largo rato, pronto nuevamente vi deslizarse a Marcelo apoyado en sus fuertes brazos, era él quien ahora cubría mi cuerpo para reiniciar con más soltura una nueva entrega cuya penetración volvía a cobrar en mi, nuevas fuerzas y gustitos para continuar, cosa rara en mi ya que con mi marido solo llegábamos a una sesión y a veces él se iba antes quedando yo con todas las ganas. Esa noche sin embargo sentía por todos mis poros que estaba naciendo otra mujer, que era capaz de producir mucho placer sexual y personal, esa noche supe que el sexo podría ser para mi un alimento maravilloso a mi ego y un regalo deseado para las fantasías de mi marido, también me di cuenta que un buen sexo podía hacerme que me descargara en orgasmos repetidos y muy placenteros, como nos los había sentido nunca con mi marido, aunque después de la tercera montada Marcelo me dejó muerta y sin poder reaccionar, muy de madrugada y en pleno sueño, aún sentía sus estocadas a fondo y el derramen de su semen dentro de mi. A medio día algo recuperada después de un tibio baño que tomé, llegue hasta la sala de cocina donde encontré a mi buena amiga Cristina, quien muy ufana y feliz me abrazó y me daba las gracias por lo conseguido con Marcelo, cuando nos sentamos a beber una taza de café, no pude dejar de exclamar:

¡Hay mi amor! - - - tu hijo es un verdadero semental --- le comenté --- me ha dejado muerta en vida, me lo hizo como el más experimentado de los hombres y de que forma Dios mío.

Si me di cuentas de cómo lo gozabas y de cómo le resistía ese tremendo pene que posee, la verdad entre amigas te lo digo: --- "Te envidié toda la noche y aún te envidio, pero en buena onda"--- Desde el cuarto donde dormí los escuchaba gemir de puro gozo, no te cuento los orgasmos que tuve a solas.

¡Oh! --- mi querida amiga – le dije sonriendo --- Tu necesitas un hombre que te haga gozar como la verdadera mujer que eres, si lo tienes todo para maravillar a cualquier hombre, físicamente te conservas muy bien, eres muy agraciada, tienes un trasero y unas piernas que a mi marido lo trastornan y me lo ha dicho en más de una oportunidad y si ha ello le agregamos ese hermoso juego de tetas que si son de envidiarte, podríamos decir que como mujer eres completa, atractiva y seductora.--- ¿Qué esperas para buscarte alguien?

Te diría que me muero de ganas de hacerlo, pero el cuidado de mi hijo es algo superior.

Y si te sientes tan atada a él -- ¿Por qué secretamente no te metes en su cama y lo gozas a solas, si nadie los va a venir a sorprender?

¡Oh! --- mi dulce Andrea —Tu sabes que eso es una relación incestuosa y yo le tengo pavor--- ¿ Te lo juro?—me lo repetía tomando mis manos.

Pero amiga, tu misma me has confesado que anoche envidiaste mi posición y que caíste en unos orgasmos descomunales después de vernos y escuchar nuestros alaridos.--- ¿Acaso no pensabas estar haciendo el amor con tu propio hijo? ---- ¿Díme que no es verdad? --- la presioné.

Oh si, estuve a punto de correr a quitártelo y ser yo quien lo hiciera gozar sexualmente --- Te lo juro Amiga --- y si esta noche eso se repite, no se que va a ser de mi --- me confesó acongojada.

Mira amiga --- le dije --- mirándole a los ojos ---- Te quiero confesar algo muy íntimo de Marcelo y que salió en nuestra conversación mientras recuperábamos energías entre una fornicación y otra. El me ha confesado que desde hace mucho tiempo está verdaderamente obsesionado sexualmente contigo, tu te has transformado para él en un verdadero símbolo sexual, que todo en ti lo eleva al plano del deseo ardiente y al amor platónico que siente por tu persona, que te ha dejado de ver como su protectora madre, si no te siente como la hembra en potencia que eres y dejando todos los prejuicios de lado, piensa que serían muy felices si logra mantener contigo una relación intima y por largo tiempo.---- En otras palabras querida amiga, creo no equivocarme si te digo que ambos se desean mas allá de todas las barreras y ahora está en ti tomar una desición.

La tarde pasó rauda y fugaz, nuestras mentes no dejaban de pensar en lo que estábamos viviendo, nos entretuvimos en algunas tiendas exclusivas, donde nos abastecimos de prendas muy sexy y nos embellecimos en otro salón que visitan regularmente las mujeres. Llegamos radiantes a casa donde nos esperaba con impaciencia Marcelo. Sin que Cristina se diera cuenta me acerqué a Marcelo, para decirle que esa noche sus sueños eróticos para con su madrecita podrían hacerse una realidad, que ella estaba dispuesta ha entregarse en cuerpo y alma a él, por tanto esta era su gran oportunidad. El joven muchacho no daba crédito a lo que oía y en su rostro se le notaba la cara de felicidad que lo embargaba, por fin tendría para él, ese apetitoso fruto prohibido que sabía le causaría los más ardientes y maravillosos placeres. Déjame a mi --- le dije --- que yo te la voy a entregar en bandeja de plata para que tu te la sirvas, como lo hiciste conmigo anoche. Tu no dirás nada hasta que no se haya consumado el acto, solo espéranos listo a la acción en tu cama, que es tan amplia como la de ella. Sólo te pido la hagas gozar al máximo y llénale de sumo placer.

Cuando ingresé a la alcoba de Cristina, lucia en todo el esplendor de una mujer madura esta de puros nervios se había tomado dos wisky e iba por un tercero, la calmé un tanto y como si se tratara de una virgen novia que iba al altar, la hice desnudarse y vestir su sexy ajuar, físicamente éramos como dos mellizas se veía muy deseable y sensual.

Ella ya había roto y hielo inicial, si es que lo hubo y ahora encendida total buscaba deseosa la gran verga de su hijo, para llevársela a su boca y darle de mamadas y langueteos sobre esa cabezota que se dejaba lamer extasiado. Cristina se encontraba en una perfecta posición denominada "69" por lo que el joven muchacho, hundió la cabeza entre los suaves y atrayentes muslos de su madre, para perder rítmicamente su lengua entre los pliegues de una ardiente y madura vagina que hacia retorcer de placer a la mujer, tal como se lo había enseñado la noche anterior. Yo a su vez también cooperaba con mi amiga para turnarnos en la succión del imponente miembro de Marcelo, quien a su vez jugueteaba con una de sus manos introduciéndome sus dedos en mi húmeda vagina.

Llegó un momento en que ella cambiando de posición, montó a horcajadas al muchacho, buscando ansiosa ser penetrada, yo con mucha astucia, tome la verga del joven en mis manos y frotaba su glande por los mojados pliegues vaginales de mi amiga, la que al sentir los efectos de esta manipulación entro en desesperación suplicando casi a gritos que se la metieran toda, mientras movía su imponente trasero en la búsqueda del gran falo, llenaba de besos y demostraciones de ardor, a su hombre, para ella ya no había vuelta atrás, fue así que pude ver ese maravilloso cilindro de carne y músculo varonil, circundado por gruesas venas de torrentosa y ardiente sangre, juvenil, perdiéndose rítmicamente al interior de una apretadísima zorrita de mujer, que se dilataba al máximo para recibir valientemente lo que su minusválido hijo le entregaba, sus cuerpos se estremecían en cada clavada, ella casi fuera de control lo gozaba delirante y yo excitadísima como estaba, no me perdía detalle de ese acoplamiento sobrenatural que tenía el excitante privilegio de ver un frenético acto sexual, entre madre e hijo. Mi lengua rozaba la unión de sus sexos y veía como él al bombear extraía como una verdadera funda los pliegues de sus labios vaginales adheridos al grueso miembro, la acción de mi lengua les servia como lubricante a esta tremenda fornicación. Ambos eran un torbellino pasional en esa entrega. Marcelo estaba viviendo la realidad aumentada a cien de las fantasías sexuales que desde su despertar sexual, sintió por su envidiable madre y ahora las tenía convertidas en la más pura realidad, una hembra que se le transformaba delirante al sentir el acople de un formidable miembro entre sus piernas. Nada de lo que este joven amante había soñado o cobijado en su atribulada mente se asemejaba a esa palpitante e irreflexiva entrega, cuantas veces a solas se había masturbado y acabado, pensando en ese llamativo cuerpo que ahora lo hacia gozar infinitamente. Como la había deseado mil veces sentado observándola junto a su silla de ruedas y como se erectaba su pene al sorprenderla muchas veces muy ligera de ropas.

Cristina, no pudo soportar más la tremenda presión de gozo que recibía en todas sus fibras de mujer y sentí estremecer su cuerpo y emitir incoherencias de su garganta, ella caía en su primer y profundo orgasmo, mientras Marcelo inundaba de caliente semen, esa dulce matriz que un día, hace ya más de veinte años, le dio paso a la vida. Fueron exclamaciones y gemidos ahogados tras las descargas de sus cuerpos, ambos agitados y sudorosos continuaban en movimiento copular del que se negaban a parar, de sólo verlos y observarlos, no me pude contener y un espasmódico orgasmo me invadió por completo a mí también. Había sido una copula electrizante y maravillosa, como no había visto jamás.

Concluido el acto, madre e hijo no se dijeron nada, sólo miradas y gestos de mucha ternura me hicieron comprender lo mucho que ellos se querían, lo mucho que se deseaban como hombre y mujer, lo mucho que en esos momentos se necesitaban y lo mucho que la vida les prodigaba por delante y que en ese acto sellaron su disposición de que así sería.

Esa noche nuevamente Marcelo fue extraordinario con nosotras dos, pero finalmente sucumbió ante el asedio de dos tremendas amazonas sexuales, que nos dimos a la dulce y ardiente tarea de dejarlo totalmente exprimido. Yo a su vez y tratando de sacar provecho de esto en beneficio de las fantasías que alborotaban a mi marido, les comenté la posibilidad de hacerlo participar a él de nuestros encuentros en calidad de observador.

¡Oh! --- pobrecillo Antonio --- dijo Cristina, --- y si de tanto mirar al hombre le dan deseos de hacerlo también y su mujer está ensartada por Marcelo --- ¿ Que podría hacer el pobre hombre ese?

Se tendrá que masturbar --- dije yo riendo.

Pero madre --- Intervino Marcelo --- tu tienes que ser generosa también, si Andrea se entrega a mi, sería mucho pedirte que tu te encargues de Antonio--- ¿Verdad Andrea?

Me parece estupenda la idea, siempre que Cristina esté de acuerdo también.--- les manifesté con una amplia sonrisa de aprobación.

¡Ah! --- exclamó mi amiga --- Por fin Marcelito acepta que su madre pueda disfrutar de otro hombre que no sea él.

¡Mamá ¡ --- Antonio, no es cualquier otro hombre --- es el marido de una de mis dos mujeres y los cuatro juntos lo podríamos pasar muy bien sin que nadie se de cuenta de ello --- replicó Marcelo.

Si es así, estoy dispuesta --- rió Cristina.

Al retornar Antonio a casa, le llamó la atención mi rostro algo demacrado y con evidentes signos de agotamiento físico, producto de mi desenfreno sexual que había experimentado en tan pocas horas junto a Marcelo y su madre Cristina.

¿Qué te sucede mi amor? --- me preguntó preocupado --- Estás enferma, tienes alguna dolencia.

¡Por favor mi vida! --- no me sucede nada en estos momentos, pero si te tengo una tremenda sorpresa que contarte y que me sucedió en tu ausencia, pero antes tómate esa pastilla porque la vas a necesitar, para cuando nos metamos a la cama, donde no me vas a creer lo que te contaré.

Antonio, no daba más de curiosidad, mientras se cambiaba de ropas y se tomaba un vaso de leche, lo tenía encima formulándome mil preguntas o tratando de adivinar que es lo que me había ocurrido, yo escurriéndome por distintos lados, le respondía negativamente ya que ni siquiera se imaginaba lo que me había sucedido en estas dos noches anteriores.

Estoy casi seguro que se trata de sexo ---- me dijo desde el umbral de la puerta de nuestra recamara.--- agregando --- No me digas que tu amiga la viudita esa del frente, te dejó encargado su perro aquel que se la monta y se propasó nuevamente contigo, como quiso hacértelo la última vez lo trajo y que esta vez si lo logró--- ¿Es verdad?

No tontito, como se te ocurre, si a tu mujercita le gustara el zoo, hace mucho tiempo te habría pedido me regalaras el mejor mastín para que me complaciera.

Lo hemos conversado – agregó él --- pero tú siempre te has negado.

Ven y acuéstate conmigo, que lo que te tengo que contar nos hará posponer esa fantasía que la loca de mi vecina Angélica, no ve la hora de verme ensartada con su pastor alemán, que según ella es una maravilla.

Por fin juntos en nuestra cama y después de dejar que me acariciara a su antojo, le dije al oído: Pasé estos dos días en que estuviste ausente, en casa de Cristina… y empecé lenta y con cierto morbo a contar los pormenores de mi nueva experiencia. Yo sabía que él no lo tomaría a mal, puesto que la idea como se los he contado le rondaba en su cabeza hacía mucho tiempo, llegando a soñar con ello, cosa que en nuestros momentos de intimidad me comentaba con todo detalle esos hechos, apareciendo como mis parejas que me hacían gozar sexualmente, diversos amigos que conocíamos, ello elevaba mis fantasías produciéndome enormes excitaciones que me parecían algo que realmente había sucedido, por tanto mi calentura me delataba al caer en unos deliciosos orgasmos. A medidas que iba desarrollando el relato tenía exclamaciones como:

¡Nooooo!--- me repetía incrédulo --- No te puedo creer que eso haya sucedido. ¡Huyyyy¡ --- repetía entusiasmado, sin un dejo de celos.

Que maravilla que me perdí, ver a mi amada mujercita mientras era penetrada por una verga tan joven y grande como esa y poder observarte como la recibías y como te movías con ella profundamente posesionada.--- Déjame ver como te dejaron mi zorrita apretadita.

Le expuse mi desnudez levantando la sabanilla que me cubría y lo vi, observándome entera y con exclamaciones de sorpresa al ver mi vagina muy sonrojada e hinchada de tanto soportar ese miembro avasallador y los pezones de mis tetas agrandados de tanta succión sobre ellos, cual sumiso sirviente corrió en busca de paños de agua fría para aplacar el ardor que podría estar sufriendo la vagina de su ama y la pasaba suavemente sobre ella mientras soplaba de su propio aire en mis pezones para refrescarme- Lo veía ansioso de saber todos los detalles y preguntaba una y otra cosa, como cuando me sorprendió al decirme:

¿Mi pequeña Andrea? --- dime una cosa --- La intimidad, la calentura del momento y el roce de tu cuerpo desnudo con el de Cristina --- ¿Te produjo algo especial_?

Porque me preguntas eso, si tu sabes que a mi no me atraen las mujeres.

¿Pero te pregunto que en esa circunstancia?

¡A decir verdad! --- con Cristina me sucedió algo tan extraño, que junto con invadir mi mente se me estremeció el cuerpo completamente en un momento en que ella le chupaba la verga a Marcelo, su trasero levantado dejaba ver en plenitud una vagina rasurada con una línea bien demarcada entre dos pequeños montículos, me dieron unos deseos locos de ir a meter mi lengua y comérsela toda, sin importarme nada, al igual que sus senos firmes y con unos botones que habría dado cualquier cosa por chupárselos hasta la saciedad, pero algo me contuvo, no así ella, que en la primera oportunidad que tuvo, me devoro con su lengua y boca mi sexo, me corrió manos por todos lados hasta hacerme acabar con sus cosas.

Fue tal la excitación que le produjo mi relato que esa noche acabó sólo y en las horas siguientes sus deseos se transformaron en una loca obsesión de querer presenciar un encuentro con Marcelo y Cristina. Yo por mi parte y en los días que siguieron a esta extraordinaria aventura, fui experimentando algunos cambios preocupantes en mi sexualidad que antes no había percibido. Por cualquier cosa me excitaba y junto a este estado general, mi sexo se humedecía fácilmente y una especie de cosquilleo vaginal o anal se apoderaba de mi, así me entraban unos ardientes deseos de hacer el amor y tener a Marcelo junto a mi, pensaba en Cristina y de cómo me había hecho gozar con sus tocaciones y su lengua y lo peor es que me había gustado mucho el roce con su desnudo cuerpo, a tal punto que al caminar por la calle, en las tiendas o en el Banco, si un hombre me miraba mucho o me seguían con la vista, empezaba a arder de deseos o empezaba a ver con otros instintos a una mujer e incluso si esta era de buenos atributos físicos, me las imaginaba en la cama con ellas. Andaba sobre excitada y por las noches se lo contaba a Antonio, quien en vez de reprochar mi conducta bastante alterada, en su característica de marido consentidor y permisivo con su mujercita, se alegraba que así fuera y ahora agregaba otra de sus fantasías a su mente y era nada menos que verme en la cama con mi amiga Cristina, pues me decía que ese festín no se lo perdería por ningún motivo.

Aquel fin de semana que nos atrincheramos en casa de Cristina junto a Marcelo y mi marido Antonio, todo fue funcionando como lo habíamos previsto, nuestros ánimos eran de lo mejor y todos dispuestos a disfrutar de lo que este encuentro nos podrían deparar. Antonio departió desde un inicio una franca amistad con Marcelo, a ambos los veía conversar animadamente y de vez en cuando reían y se abrazaban, mirándonos de reojo, pensando que ignorábamos que estaban hablando de nosotras. Nosotras lucíamos súper sexy para la ocasión, cosa que tenía a ambos varones muy excitados con nuestra presencia.

Una hora más tarde "Ardía Troya" en la alcoba de Cristina, después de un desenfadado calentamiento, con caricias ,besos ,tocaciones y demasíes, yo desnuda sobre Marcelo, era objeto de profundas penetraciones de mi joven amante, en medio de ondulantes movimientos, gemidos y exclamaciones de sorpresa de parte de Antonio, quien con su pene erecto, no se perdía detalle de lo que me estaba sucediendo, mientras mi amiga nos asistía con lamidos y corredura de sus hábiles manos sobre nuestros cuerpo, mis guturales aullidos de mi irresistible orgasmo, hizo estallar de lujuria a Antonio y Cristina, quienes se entregaron a un acoplamiento sexual inimaginable un par de semanas atrás. Marcelo aquella noche y tras saciar sus deseos con sus dos mujerzazas, nos pidió ser llevados a su cuarto para entregarse al reparador descanso, acto seguido nos juntamos los tres nuevamente en la cama de mi amiga Cristina. Antonio había logrado un par de eyaculaciones sobre Cristina, que pese a dejarlo ella sin capacidad de reacción física, su mente trabajaba sin descanso en pos de su alto morbo y sus obsesionadas fantasías, esa noche logre saber del goce de hacerlo con una mujer, Cristina supo transportarme al séptimo cielo con su arte de hacer el amor lesbio. Antonio todo lo organizó y meditó para ese encuentro, sin que yo lo supiera, llevó en su maletín su cámara de vídeo, un juego de consoladores y lubricantes vaginales. Se sentía a sus anchas disfrutando de cada momento y de la pasividad en que nosotras cooperábamos a sus propósitos. Fueron otros dos días de sexo a concho en que sólo nuestras mentes descansaban para comer o beber algo. El infatigable Marcelo azuzado por Antonio no nos daba descanso con ese tremendo miembro que me parecía había nacido con él erecto y duro.

Después en la tranquilidad de nuestra casa, veíamos y revisábamos el video, una y otra vez y ni yo misma, principal participante, no podía dar crédito a todo lo que observábamos, si bien las tomas agrandan algo la figura de las personas, nosotras sin ser gordas ni nada parecido, nos veíamos con unos físicos y unas ansias de gozadoras realmente erotizante y muy cachondas a más no dar. Al observar el potente pene de Marcelo, me parecía estar viendo el garrote de un "potro" que poseía mi padre en su campiña, cuando yo era niña preadolescente y que fue motivo de mi primera mojada de mis braguitas del impacto que me producía y ahora que una cosa similar gozaba dentro de mi, no se como se lo aguantábamos todo y de mis expresiones cuando acababa ----- ¡ Oh, mi Dios! ---- Algo que nos producía mucha hilaridad en la cinta, fue un momento en que Antonio dejó la cámara grabando sola, mientras los cuatro desnudos formábamos un verdadero tren, uno tras otro, teniendo a Marcelo tendido en la cama, yo inclinada sobre él, le mamaba con increíble profusión y entusiasmo su lindo pene, mientras mi amiga Cristina tras de mi, hacía estragos en mi ardiente sexo con su lengua, mi marido a su vez, cuando le fallaban las fuerzas viriles, propio de su edad y de la pastilla, se calzaba un pene de silicona con arnés y se lo hacía a todo dar a Cristina, nos encontrábamos en lo mejor de la escena y a punto de llegar al goce total, cuando yo sentí que mi muchacho se me iba , eyaculando toda su leche dentro de mi boca, produciéndose en mi un abochornado orgasmo que me hizo caer de la cama, con mi amiga pegada en mi y que al sentirme así prosiguió en el piso su ataque a mi zorra, al igual que Antonio que no se lo quitó en ningún momento, logrando los tres acabar en cadenas sobre el piso de la habitación. El que más gozaba mirando estas cintas, era mi marido que se encargaba de los comentarios y de sus adulaciones a nuestros atributos y mi comportamiento en la cama con mi joven amante.

Nuestros secretos encuentros se han seguido produciendo en forma muy amistosa y llenos de sexo, todos nos divertimos y gozamos mucho de nuestras reuniones, lo mejor es que entre nosotros no existen celos, ni resquemores de ningún tipo y practicábamos cualquier fantasía que necesitaría muchas páginas para relatarlas.

Cristina hoy junto a Marcelo, al interior del hogar hacen una vida marital bajo estricto secreto. A mi marido le han limitado toda actividad de esfuerzo físico, también le han suspendido su viagra, por lo que últimamente hemos bajado la intensidad de nuestras visitas, además que queremos que ellos sigan desarrollando a normalidad su intimidad. Mi problema es que ya me había mal acostumbrado a un sexo siempre exigente y ahora al no tenerlo cotidianamente, ando con un gran desosiego que me produce el hambre sexual o la falta de fornicación.

Mi buena vecina, la viudita Angélica, que es una cuarentona muy atractiva, me ha estado visitando bien a menudo, gasta gran parte del tiempo hablándome de su perro y de lo maravilloso de su comportamiento, me tiene muy invitada a que la visite en su casa, pero yo tengo mis reservas, aunque Antonio se muere de ganas a que lo haga y después le cuente todo.

Hoy andaba tan caliente, que me fui a pasar la tarde con Angélica. Al retornar a mi casa y al enfrentarme a mi marido, lo primero que exclamó éste al ver mi rostro fue: --- ¡No me digas nada! --- ¡nada! --- ¡nada! --- solo mueve tu cabeza para afirmar lo que estoy pensando --- asentí afirmativamente con mi cabeza, mientras buscaba tirarme sobre el sofá, incapaz de continuar en pie.

Mi marido, el gran consentidor de su ardiente mujercita, se encargo de bañarme y llevarme sumisamente a la cama mientras me acariciaba paternalmente y dispuesto a escuchar mi nueva aventura junto ahora a Angélica.

F I N