Un jardin

Un cuento romantico, donde la vida es real en el mundo de morfeo y la realidad no es más que fantasía. Espero lo disfruten aunque es más romantico que erótico.

El jardín de sueños

La paz del lugar era exquisita, sintió que alguien se movía entre las largas filas de plantas, pero el ruido no era suficiente como para sacarla de su ensoñación. Su cuerpo relajado en una silla, sus ojos cerrados, escuchando como agua goteaba en algún lugar cercano, sus sentidos estaban en absoluta entrega, absorbiendo todo lo que el vivero podía brindar. Suspiro profundo ante la paz que le embargaba y deseo tener lápiz y papel en mano para poder describir cada sensación, cada emoción que llenaba su mente y su pecho en ese instante.

Su conciencia aceptaba que todo era un sublime sueño, su instinto le indicaba que podía despertar en cualquier momento, por ello con mucho cuidado alargo la mano esperando encontrar la frazada que minutos anteriores le había rodeado. Deseando que continuara esa hermosa fantasía perteneciente al mundo de Morfeo. Pero su mano encontró un nada, un vació que provoco que abriera los ojos y se pusiera en pie de inmediato. Al hacerlo chocó con algo, el golpe en la cabeza provocó que lanzará un grito ahogado con un par de maldiciones, subidas en tono.

-¿Qué carajo haces aquí…?

-¿Qué?-dijo ella sorprendida por la figura que tenía ante sí, mientras intentaba confortar el lugar del golpe con su mano.

-Se supone que no estés aquí.

-Duele, no es posible que me duela

-¿De qué hablas? ¿Cómo has llegado a este lugar?

-No comprendo, si es un sueño, por qué me duele…-Ambos se quedaron callados un momento observando el quien estaba ante sí. No era de todos los días el entrar en un mundo compartido, más cuando este no era parte de los recuerdos.

-Disculpe usted… a mi entender estaba en mi cama durmiendo. No sé como he llegado a este lugar, ni siquiera sé donde estoy. ¿Dónde estoy?

-Eso no es posible… yo llevo horas trabajando en el vivero.

-Juro que no miento, mi auto no está fuera, además yo sólo buscaba relajarme alimentando mis sentidos para mi próximo trabajo.

-De verdad no es un buen lugar ni momento para compartir.

-Este es su lugar de trabajo durante el fin de semana, del que me hablo la última vez que compartimos.

-Sí, es agotador pero también es divertido al ver el fruto del esfuerzo físico desarrollarse poco a poco.

-Es cierto, pero yo no tengo mano para las plantas.

-Qué es eso, tú admitiendo que no eres buena en algo.

-Yo puedo aceptar que no soy buena en algo, lo que no soporto es que otros me digan que no soy buena en algo.

-Sí, es cierto. Recuerdo que te encrespas cada vez que tratan de quitarte el timón.

-¿Me muestra el lugar?

-Claro…- Con esas palabras ambos se movieron al lado de las largas filas de plantas.

-¿Qué es eso?

-Plantas medicinales, allí están las plantas de flores… atrás se encuentran los arbustos y árboles, acompañados de las palmas.

-¿Flores?

-Sí, son hermosas, de diferentes colores.

-Desearía poder verlas florecer.- ambos se quedaron completamente quietos observando como las plantas comenzaban a desarrollar capullos y así mismo florecieron siguiendo el proceso.

-Bueno eso aclara el como he llegado aquí.

-De qué hablas, eso estuvo demasiado raro.

-Ambos nos encontramos en un sueño. No sé si estamos ambos en un mismo sueño o es que uno esta soñando con el otro en este escenario.- Ella observo las plantas sin comprender muy bien el como había sucedido, pero deseo que cambiaran de color y forma, acto seguido las plantas seguían las directrices que ella había pensado.

-Parece que es mi sueño… lastima que no podemos compartirlo.

-Quién dijo que no. Que yo sepa yo estoy consiente en este lado de la historia.

-Bueno eso es fácil, provoque algún cambio, muéstreme el lugar en plena primavera.- Lo vio cerrar los ojos, cuando ella miró lo que le rodeaba todo estaba cargado de brillante armonía, había flores en diferentes lugares, existía un olor dulzón en el aire y la luz que pasaba por el tejido oscuro del techo era mucho más fuerte.

-Creo que esta sucediendo algo imposible.

-Estoy de acuerdo. ¿Quieres compartir un poco más?- Ella sonrió pensando que él nunca preguntaría. Allí, lejos del mundo real sus mentes podían llegar donde deseaban sin preocuparse de ser atrapados por ojos curiosos, menos por los peligros de esos tiempos. Aprovechando todos estos alicientes ella se lanzó a sus brazos, besándolo con ganas.

-Es todo tan extraño

-Sí, pero no me voy a quejar.- Dijo ella mientras acariciaba el cuello de él con la punta de la lengua. Él la detuvo atrapando el cabello de ella en su puño, obligándola a mirarle directamente y a ofrecerle los labios para un beso más profundo. Ella gimió ante el delicioso escalofrío que recorrió su cuerpo.- Hoy tenemos tiempo para jugar.

-Hasta que le de la gana a Morfeo, pero sí… hoy soy tuyo.

-Interesante juego de palabras…-Ella cerro los ojos y al abrirlos, el espacio había cambiado convirtiéndose en un pequeño jardín resguardado, con un centro elevado que parecía una cama hecha de césped.

-Me gusta, pero deseo algo más…-Mientras continuaba con el beso él cerró los ojos, para volver a hacer cambios. Al abrirlos a su lado había una cama completamente vestida en el más suave tejido de algodón, al lado había una guitarra que parecía vieja, con algún golpe en alguna esquina y una botella de vino enfriándose rodeada de hielo. Todo eso provocó una carcajada en ella, que se dejo abrazar por él, mientras se dirigían con paso seguro al lecho.

-Quién diría que fuese tan romántico.

-Sé que tu no lo eres, pero creo mereces que te trate como una princesa

-Me gusta el término, aunque me hace sentir un poco delicada. Pero como es un sueño lo acepto sin discutir el tema.

-¿Qué raro? Eso sí es extraño en tu persona.

-Lo sé… pero usted siempre me ha hecho sentir diferente.

-¿Qué tan diferente?- Ella se movió con rapidez empujándolo a la cama, para luego lanzarse sobre él.

-Deseo ser mejor, deseo que me mime… cuando estoy acostumbrada a la frialdad.

-¿No te estarás enamorando?

-No, pero eso no quiere decir que no tenga sueños de ser el foco de su atención.

-Pero nunca lo has dicho, siempre que estamos juntos procuras darme placer y pides que sacie tu cuerpo. Aparte me escuchas hablar de mis días y me haces preguntas sobre mi pasado, entre otras cosas.- Al final de la oración el gimió mientras ella acariciaba su pecho con la punta de la lengua. -Detente

-¿Qué?

-Vamos a hablar… esto no puede seguir de esta manera.

-No se preocupe, mientras usted sea capaz de sonreír conmigo, yo me doy por satisfecha con sus besos y gemidos.-Él se movió con rapidez atrapándola bajo su cuerpo, atrapando sus muñecas sobre la cabeza y besándola a conciencia. Ella ahogó un grito al no poder moverse, pero eso no quería decir que estuviera en peligro, ambos gustaban de un trato fuerte, lo que provoco que le mordiera el labio inferior. Él gruño ante el dolor.

-Ciertamente aquí duele igual que en el mundo real.

-Verdad que sí… rico

-Estás loca.

-Puede ser, pero de verdad que no es aburrido.- Aún con los brazos atrapados por él, ella se movió sinuosamente bajo su cuerpo apretándose contra su pecho y sus caderas.

-Puedes escucharme mientras toco una melodía.

-Sí… nunca he tenido la oportunidad.

-Nunca hemos tenido tiempo.- Él se movió en dirección de la guitarra y la coloco frente a su pecho, ella sin poder evitarlo sonrío de forma traviesa y cerro los ojos. Cuando volvió a abrirlos lo encontró con el pantalón gastado pero nada más sobre la piel. Lo que provocó una carcajada masculina mientras tocaba la guitarra. Ella se recostó en una esquina de la suave cama y cerro los ojos, escuchando cada nota musical, pensó que deseaba que las notas le acariciaran el cuerpo como deseaba que las manos de él recorrieran sus curvas. No pasó mucho tiempo, cuando estaba riendo por las caricias, al abrir los ojos quedo sorprendida ante unas notas musicales doradas que bailaban sobre su piel, las mismas salían de la guitarra y de la mano de él.

-Dulce.- El brillo en la mirada femenina le dio un gusto inmenso, nunca había sido capaz de compartir esa parte de sí con ella. Sólo esperaba que recordara esas carisias cuando despertara. Luego de tocar la guitarra hablaron de todo y de nada, de los deseos futuros, de los miedos que les golpeaban, cuando estaban en soledad.

-Te quiero.

-Yo también te quiero.

-¿Pero no me amas?

-No… dudo que sea capaz de amar a alguien de la forma en que se espera.

-Por qué estas conmigo.

-No lo sé, aunque si sé que me gusta estar a su lado, compartir el tiempo aunque sea poco, el ver cómo nuestros cuerpos se reconocen, cómo ya sonríe ante mis travesuras y sus intentos débiles por controlar mi naturaleza. Me encanta también el saber que provoco una sonrisa en sus labios, me preocupa cuando lo veo agotado y cuando no se siente feliz. Aunque de la misma manera sé que no soy dueña de su felicidad. -Él no sonrío, ni compartió la mirada tierna con ella.

-¿Y tu felicidad?

-Ah… la mía está lejos de usted. Nada personal en su contra.- Ambos sabían que su tiempo era limitado, que ellos habían intentado jugar con el tiempo y el destino les había sacado la lengua a ambos, creando cierta necesidad en ellos. Pero las palabras de ella no dejaban de doler, ni dejaban de ser ciertas.