Un invitado inesperado

Tras salir con unos amigos de fiesta, nos encontramos con un grupo de chicos de vuelta a casa. Terminamos todos la fiesta en casa y uno de nuestros invitados se suma a la fiesta particular que Ángela y yo habíamos montado en nuestro cuarto.

Hoy me apetecía hablar sobre una experiencia excepcional vivida hace cosa de un año. Tal vez por vergüenza o simplemente por querer guardarla en mi cajón de aventuras secretas nunca he dado el paso de compartir esta historia con nadie.

Era febrero de 2019, habíamos ido a Murcia a visitar a una amiga que residía allí desde hacía unos años por cuestiones laborales.

De Madrid partimos 6 amigos . En el grupo éramos 2 parejas y una de esas parejas la conformábamos mi novia Angela y yo.

Al ser tantos y tener en mente pasar un fin de  semana festivo y memorable (puesto que llevábamos mucho sin vernos todos), alquilamos un chalet a las afueras y allí nos hospedadmos dos noches.

Una vez asentados y tras haber cenado unas pizzas, empezamos a preparar copas con Ron, Whisky y Vodka, de acuerdo con el gusto de cada uno.

Total, que cuando ya se nos pasaba un poco la hora de salir llamamos un par de taxis que nos llevaron a la zona de marcha, donde terminamos por emborracharnos por completo.

Fue una noche increíble en la que quien más o quien menos tuvo su flirteo con algún desconocido o magreos repentinos con sus respectivas parejas.

Al acabar la noche conocimos a un grupo chicos.

Aún uno no sabe cómo terminamos en 3 taxis camino del chalet, donde acordamos continuar la fiesta.

Como apunte diré que en ese grupo de 3, 2 formaban una simpatiquísima pareja homosexual, mientras que el último, era un chico de nuestra edad, unos 25, simpático, risueño y, a ojos de las chicas, muy atractivo. Sorprendentemente también a ojos de Angela quien rara vez hablaba de un chico con semejantes buenas palabras. Para que negarlo, yo también lograba ver su atractivo aunque mi orgullo y mis celos enmudecían mi verdadera opinión. La noche se fue animando hasta que algunos comenzaron a venirse abajo.

Fue así como vi a lo lejos, sentados en el sofá, a nuestros tres invitados junto a Angela, charlando y riendo. Resultaba curioso el modo en que los hombros de Ángela estaban rodeados por los brazos del joven atractivo.

Preso de un ataque de celos la llame y tal vez por esos mismos celos le planté un beso tórrido, pasional, que no incitaba a otra cosa que no fuese una noche de sexo intenso.

Y, tal cual, se lo dije, con mi borrachera jugándome una mala pasada: "me han entrado unas ganas de follarte".

Angela, se río y aunque consciente del motivo del calentón me pregunto porqué.

Al cabo de unos segundos, aprovechando que algunos ya se habían ido a su cuarto aprovechamos para irnos nosotros también.

Estábamos empezando casi a acariciarnos cuando nuestro atractivo invitado que, si mal no recuerdo se llamaba Nico, entró por la puerta preguntando por sus amigos sin saber que en esa habitación estábamos nosotros y que quienes hacían ruido en la de al lado debían de ser sus amigos que, por suerte para ellos, ya estaban más avanzados que nosotros.

Cuando nos vio en la cama espetó entre sorprendido y avergonzado: "¡Ostia! ¿Estábais follando? Perdonad chicos'. Y cerró la puerta.

Note en Ángela un semblante diferente, no era pudor, más bien era la máxima expresión de pasíón que jamás me había mostrado.

"Y si le invitamos a participar" dijo en tono desafiante. Haciendo pasar sus deseos sexuales más intensos por una broma. Y yo, que había fantaseado con verla disfrutar con otro, mordí el anzuelo.

"Jajajaj, mira que no me da ninguna vergüenza decírselo eh" disimulé.

Total que, al cabo de un rato, estábamos los tres en la cama, algo cortados, hasta que decidimos empezar a acariciarla.

Angela me beso y mientras alejaba sus carnosos labios de los míos, al mismo ritmo al que giraba su rostro hacia Nico, me sonrió. Fue una sonrisa ardiente, que quemó mi cuerpo de celos y pasión al mismo tiempo. Fuego que se avivó aún más cuando vi sus labios abrazos y sus lenguas encontrándose. Pude notar la erección bajo los pantalones de Nicolás, sobre todo debido al recorrido de la mano de Ángela que, tan pronto sintió su lengua acariciando la comisura de sus labios se aferró a su pierna y comenzó a acariciarla hasta encontrarse con el aparentemente vigoroso miembro de nuestro invitado.

Angela lo acariciaba con suavidad, pero entiendo perfectamente los suspiros de nuestro amigo. Que una chica como Ángela: alta, de tez morena, miraba penetrante, labios carnosos y con el mejor cuerpo que se haya podido crear, te invite a ser parte de su juego, volvería loco a uno.

Mientras ellos se besaban, yo observaba embobado, perdiéndome en los finos hilos de saliva que, paradójicamente, unían sus labios cuando estos se separaban.

Al cabo de unos segundos sus labios dejaron de separarse y, cuando lo hacían, sus lenguas dibujaban nudos marineros siguiendo un serpeteante entrelazar aparentemente sincronizado.

Decidí ir al baño rápidamente a mojarme la cara (en cierto modo quería dejarles un poco de intimidad, algo que visto lo visto no requerían).

Fue de este modo que al volver del baño, creyendo yo que seguirían alargando aquel sensual beso, me encontré con la escena que muy a mis adentros había imaginado varias veces. "Pensé que esperarías por mi" dije en tono de reproche. Sí, mis celos y mi deseo habían entrado en conflicto. No en vano, Ángela, con un precioso tanga blanco, estaba arrodillada en el suelo, entre las piernas abiertas de nuestro invitado quien, sentado a los pies de la cama, no dejaba de emitir bufidos y resoplidos de placer. Angela daba fuertes sacudidas a su miembro, arriba y abajo, mientras con su lengua acariciaba, relamía y presionaba los orondos testículos de Nicolás.

La respuesta a mi reproche fue una sonrisa pícara y un "¿ahora te tengo que pedir permiso para disfrutar o qué?". Me excitaba en exceso el panorama y, más aún la actitud altiva de Angela. Me invitó a unirme, señalandome donde debía situarme. Tan pronto pude despojarme de mi ropa, me recosté boca arriba en el lugar indicado. Entre tanto ella expulsaba el pene de Nicolás del interior de su boca, formandose un grueso hilo de fluidos que unía, a la par que despedía, el miembro erecto del invitado a los labios de mi pareja. Un tosido, señal de atragantamiento se unía a aquel punto y aparte de la felación.

"Ahora te toca a tí" exclamó Angela. Sin embargo, sus palabras iban dirigidas a nuestro nuevo compañero de aventura, quien captó rápidamente el mensaje. Ángela se puso de rodillas sobre la cama y empezó a dirigirse a mi con la sensualidad y el sigilo de una leona en plena cacería. Dejó a su espalda a nuestro amigo y este, al tiempo que ella lo sobrepasaba,  dispuso su rostro y sus manos sobre los turgentes y redondeados glúteos de Ángela. Cuando Nicolás se disponía a quitarle el tanga ella le detuvo en seco "quiero que me lo hagas con él puesto". De tal modo, Nicolás utilizó sus dedos índice y corazón para mover ligeramente el hilo que cubría el sexo de Angela y empezó acariciándo con su lengua el borde del ano, para después servirse de su otra mano para acariciar dicha zona en coordinación con su lengua.

Entre tanto, Ángela comenzó a masturbarme. "Esto lo hago más por ti que por mí. Más te vale disfrutar viendo como me corro mientras me folla" me espetó antes de introducirse mi polla en su boca. Mientras Ángela besaba, lamía y chupaba mi polla, la escuchaba gemir de placer mientras, tras ella, observaba el rostro la cabeza de Nicolás entre sus nalgas, realizando sonidos vacíos con su lengua que recorría el recorrido imaginario que se trazada desde el ano de Ángela hasta su coño. A los pocos segundos los movimientos ascendentes y descendientes con que Ángela me realizaba la felación se detuvieron. Nicolás, ahora erguido, había empezado a meterle poco a poco su polla y Ángela no era capaz de coordinar los movimientos ante la incapacitante habilidad de nuestro amigo Nicolás en el arte de la penetración. El ritmo de las embestidas fue en aumento hasta que Ángela tan sólo apretaba mi polla -más erecta que nunca- mientras erguía su cuello, cerraba sus ojos y abría su boca formando un círculo que desprendía gemidos de intenso placer.

Comprendiendo la dificultad que entrañaba para ella coordinarse mientras Nicolás la penetraba, decidí ponerme de rodillas. Quedando mi pene a la altura de su boca. Le introduje mi polla dentro hasta que, bien adentro, le produjo un tosido.

Tras un par de minutos en dicha posición Ángela volvió a tomar el control de la situación hasta que en sus ojos se adivinó lo que se convertiría en uno de sus mayores orgasmos.

Nicolás sudaba y gemía al son de sus propias embestidas. Tuvo, eso sí, que detenerse rápidamente al escuchar el orgasmo de Ángela y ralentizar el movimiento. Se disculpó diciendo "por poco me corro yo también. Entre tu orgasmos y ver cómo se la chupas a tu novio mientras te follo casi exploto".

Los tres nos reímos. Entonces fue Ángela quien se levantó y me invitó a acostarme contra las almohadas apiladas contra el cabecero de la cama. Obviamente accedí. Ella, se sentó, dejándose caer contra mi pelvis, introduciendo mi miembro dentro de ella.  Mi polla entró con pasmosa libertad. Sin lugar a dudas ella estaba tremendamente excitada y prueba de ello era la humedad con la que su sexo había recibido al mío. Se colocó de espaldas a mí, por lo que puede acariciar su espalda mojada por el sudor. Entonces, le pidió a nuestro amigo que se aproximara y, tan pronto él se encontraba frente a ella, Ángela agarró su miembro y empezó a masturbarlo. Recuerdo que tanto Ángela como Nicolás se miraban fijamente en ese instante y Ángela, experta en el arte de excitar le profería frases como: "tengo unas ganas de que te corras en mi boca..." Por otro lado, yo comencé a penetrarla con las dificultades que entrañaba la postura. Sin embargo, la excitación  de ver la polla de Nicolás entrando y saliendo de la boca de Ángela me generaba un placer pleno. Además, como amante de los detalles, me llenaba de pasión escuchar el chasquido de sus labios presionando su pene, los sonidos guturales de su glande acariciando la garganta de mi pareja o las cuerdas de fluidos que brotaban de la polla de nuestro amigo o tal vez de la boca de mi novia.

"¡Uff! ¡No aguanto más eh!" Exclamó Nicolás. " De eso nada" apostilló Ángela. "¿o no vas a querer follarme el culo?" Concluyó desafiante.

Entretanto, yo sin decir nada, me moría de ganas de penetrarla junto a Nicolás y conocer el efecto que tendría tal doble penetración en mi novia.

Al cambio de postura, Ángela se dirigió a la maleta y sacó de uno de los compartimentos un pequeño frasco de lubricante.

Creí que se dirigiría a mi para penetrarla por detrás y, sin embargo y para mi sorpresa, le pidió a nuestro invitado que disfrutase de tal privilegio. Si duda, más allá del sexo, esto se había convertido en un juego para ella. Un  juego en el que convocar mis celos era un premio mayúsculo

Tras la ventana se escuchaban los golpes de lluvia impactando contra el suelo. Un ritmo armonioso y relajante que contrastaba con lo salvaje y excitante de nuestro menage a trois.

Dispuesta sobre la cama, en la postura comúnmente conocida como "a cuatro patas", Ángela aguardaba con su ano bañado en lubricante, la llegada de un huésped de poco menos de 20 cm. Nicolás agarró con una mano su miembro y apostó la otra contra el gluteo de Ángela. Comenzó a introducir su polla lentamente mientras Ángela, con aparentes signos de dolor debido al grosor del miembro, apretaba la manta con su mano izquierda.

Al cabo de unos segundos, el ano de Ángela, totalmente dilatado, ya disfrutaba de su nuevo invitado y el ritmo de la penetración iba en aumento.

El olor a sexo era delator de la pasional velada que estábamos disfrutando. Sin embargo, en aquel momento yo tan sólo me recreaba viendo como quien hace unas horas tan sólo era un desconocido, una presentación en la puerta de un bar, con apretón de manos a mi, dos besos a Ángela, estaba disfrutando del culo de mi pareja. Huntados ambos protagonistas, el pene de él y el ano de ella, en lubricante con olor a frambuesa.

Tras unos minutos en los que las embestidas no cesaron, mientras que yo me masturbaba observando tal escena, Ángela decidió que ya era hora de probar dos pollas dentro de ella al mismo tiempo. Me recosté de nuevo sobre la pila de almohadas. Ella se subió encima de mí, presionando su pecho sudado contra el mío, descansando sus erizados pezones sobre mi piel, dando de este modo pie, a que nuestro amigo, que se aproximaba tras ella, pudiese penetrarla por detrás nuevamente, está vez con otra polla más como invitada

Aunque con cierta dificultad, logró introducir su pene nuevamente. Ángela acompañó el ritmo de Nicolás dándole de tal modo, fuertes sacudidas a mi polla

Desde atrás Nicolás le propinó un par de azotes que produjeron gritos de extenuante placer y excitación en Ángela.

El sonido de las dos pollas entrando y saliendo al unísono, produciendo un rumor chapoteante de liquído, vacío y presión, fue en aumento a la velocidad con la que también aumentó el ritmo de la penetración.

Al cabo de un rato, un grito seco de placer, el mayor orgasmo que le recuerde a Ángela.

Poco más duraron nuestras embestidas.

El orgasmo sincero de mi novia, nos puso a mil. Tan pronto Ángela expulsó los dos miembros de su interior.

Nos invitó a ponernos de pie. Despojó a nuestro amigo de su preservativo y se arrodilló entre nosotros. Comenzó a masturbarnos, dando fuertes sacudidas con su mano temblorosa, aún presa del tremendo placer que había vivido. Empezó introduciendose el miembro de Nicolás en la boca, para luego alternarlo con el mío. De pronto, Nicolás tomó el control de la situación. Agarró con una mano el pelo de Ángela, empujando su cabeza hacia atrás, mientras ella, consciente de que estaba a punto de eyacular, dispuso su lengua como un colchón sobre el que debía descansar el néctar blanquecino de nuestro invitado. Y así fue, un primer golpe de semen impactó contra la mejilla derecha de Ángela, seguido de pequeños goteos que golpeaban los labios y lengua de mi pareja. Ángela presionaba con fuerza el pene de Nicolás y relamía cada pequeña gota que expulsaba su polla.

Al poco, fui yo quien estallé en semejante placer. Salpicando aún más que mi compañero de aventura y dándole a tragar aún más semen del que había tragado con nuestro amigo. Ángela, arrodillada frente a nosotros, recogió con sus dedos los restos de nuestra eyaculación que aún cubrían su cara y se los introdujo en su boca, mostrándonos su lengua  llena de semen, antes de tragarselo.

Aún nos solto dos lametazos más, siendo aún más dedicada con nuestro invitado a quien le deslizó la lengua desde los testículos hasta la cabeza de su pene, donde tuvo tiempo de recoger una última gota de semen que relamió y se tragó con gusto mirándome directamente a los ojos. Poniendo de este modo punto y final a una aventura sexual única.

Nuestro amigo, se vistió, se despidió y nos dio su teléfono (a Ángela más concretamente): "Me encantaría repetir esto" dijo casi sin creerse lo que acababa de vivir). Ángela le agarró del cuello y le propinó un fuerte beso en los labios que acompañó con su lengua. Un hilo de saliva, que unía sus labios, despidió a dos amantes que, sin duda, se morían de ganas de repetir.

Yo tan sólo le guiñé un ojo y le regalé una sonrisa de complicidad. Un, gracias y hasta pronto sin palabras, seguro de que, con él o con quien Ángela quisiese, volveríamos a repetir la experiencia